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Definición/Clasificación

trastornos de la
comunicación
Los trastornos de la comunicación
El lenguaje es un sistema complejo y dinámico de símbolos
convencionales que forma parte del desarrollo general del
individuo e incide fuertemente en su calidad de vida. Se rige por
reglas y se describe por los parámetros morfológico fonológico,
sintáctico, semántico y pragmático (ASHA, 1982, American
Speech Language Hearing Association).

Las primeras sospechas de alarma de la no aparición del lenguaje


o de retraso en su adquisición aparecen hacia los 2-3 años,
ineludiblemente antes de los 4. El criterio evolutivo de que a los
dos años un niño o niña tenga menos de 50 palabras inteligibles
y/o no tenga enunciados de dos palabras (Kelly, 1998), es
importante en el diagnóstico del inicio tardío del lenguaje.

En general, los autores proponen tener en cuenta los criterios


evolutivos para diferenciar retraso del trastorno, delimitar el
desarrollo y detectar síntomas de alarma (comprensión,
vocalizaciones, léxico) en distintas edades[1].

Martos J. indica que un tercio de los niños/as con inicio tardío del
lenguaje desarrollará finalmente un TEL[2]. Según Aguado G., el
porcentaje de niños y niñas con TEL rondaría alrededor de un 6%
en niños y niñas en edad escolar de entre 5 y 8/9 años[3] y
generalmente han tenido un inicio tardío del lenguaje.

Las dificultades en el desarrollo del lenguaje y comunicación se


describen desde un prisma evolutivo en la comprensión, forma y
uso del lenguaje. Es fundamental partir de un conocimiento de los
aspectos evolutivos de la comunicación y del lenguaje, de los
rasgos que caracterizan las etapas del desarrollo normal del
lenguaje, con una interpretación no aislada o descontextualizada,
sino global que contemple las múltiples variables implicadas en la
comunicación y el lenguaje.

El retraso de lenguaje es el retraso en la aparición o en el


desarrollo de todos los niveles del lenguaje (fonológico,
morfosintáctico, semántico y pragmático), que afecta sobre todo a
la expresión y, en menor medida, a la comprensión, sin que esto se
deba a discapacidad intelectual, trastorno del desarrollo, déficit
auditivo o trastornos neurológicos. Conlleva un comienzo tardío y
desarrollo de lenta evolución en el lenguaje. Se puede subdividir
en niveles de gravedad: leve, moderado y grave.

En general, los autores proponen tener en cuenta los criterios


evolutivos para diferenciar retraso del trastorno, delimitar el
desarrollo y detectar síntomas de alarma (comprensión,
vocalizaciones, léxico) en distintas edades[4]. Existe un gradiente
de gravedad creciente en la dificultad, desde las dislalias, el
retraso fonológico, el retraso simple a la disfasia (Serra 2002,
comparativa HI, RL y TEL).

Los Trastornos de la comunicación, forman parte, en el DSM-IV, de


los Trastornos de Inicio en la infancia, niñez o adolescencia; en el
DSM-5, en cambio, se contemplan en el grupo de los Trastornos
del Neurodesarrollo (trastornos con origen en el período del
desarrollo, caracterizados por déficits en el desarrollo con
dificultades en áreas específicas o limitaciones globales en lo
personal, social, académico o en el funcionamiento ocupacional),
atendiendo al modelo menos categorial y más dimensional de esta
última versión.

Los cambios más significativos en el DSM-5 respecto al DSM-IV, en


los Trastornos de la Comunicación son:

 Unificar en Trastorno del lenguaje el Trastorno mixto


receptivo-expresivo y el Trastorno expresivo.
 Contemplar todas las modalidades del lenguaje (hablado,
escrito, lenguaje de signos u otros).
 Incorporar el concepto “Inicio de los síntomas en las
primeras fases del desarrollo”.
 Añadir el Trastorno de comunicación social (Pragmático).

Definición y clasificación
Trastorno específico del lenguaje
El trastorno específico del lenguaje es un trastorno significativo
muy heterogéneo, que incluye alteraciones en uno en varios
componentes del lenguaje comprensión, expresión), en los
aspectos léxicos, fonológicos, morfosintácticos y/o en el uso
comunicativo del  lenguaje no esperables para la edad y lengua
materna. El retraso debe ser de al menos dos años e interferir en
otras áreas del aprendizaje escolar y en la comunicación social y
no puede explicarse por discapacidad sensorial, motora,
intelectual o influencia de factores socioculturales. Esta
variabilidad complica el establecimiento de unos criterios claros y
concretos, para poder decidir, si un niño o niña presenta un TEL.

Todas estas circunstancias hacen que la evaluación e


identificación del alumnado con TEL sea muy compleja y requiera
de unos criterios cuantitativos como cualitativos, para identificar
sus necesidades educativas específicas.

La clasificación con base clínica de los subtipos de TEL, aceptada


por casi toda la comunidad científica, aunque cuestionada, es la
propuesta por Rapin y Allen (Clasificación clínica de Rapin y Allen
(1987, 1988), revisada por Monfort (1993ª) y C. Muller (1997)).

En el Documento de consenso elaborado por el comité de expertos


en TEL[1], consideran que el trastorno podría estar constituido
únicamente por el trastorno fonológico-sintáctico y el trastorno
sintáctico-semántico, entendiendo que el resto no se
corresponden con el TEL.
En los manuales (DSM) de la American Psyquiatric Association, el
TEL se incluye (junto con otros trastornos de comunicación y
lenguaje), en los Trastornos de la Comunicación.

El DSM-IV diferencia entre Trastorno del Lenguaje expresivo, en el


que la capacidad del niño o niña para la expresión del lenguaje
oral es marcadamente inferior al nivel adecuado a su edad mental,
pero en el que la comprensión del lenguaje está dentro de los
límites normales, y Trastorno del Lenguaje Receptivo-Expresivo
(Trastorno de la Comprensión del Lenguaje en la CIE-10), en el que
la comprensión del lenguaje por parte del niño/a es inferior al nivel
adecuado a su edad mental y con notable deterioro de la
expresión del lenguaje.

Los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE 10 proponen


puntos de corte para las puntuaciones de lenguaje receptivo y
comprensivo: dos desviaciones estándar por debajo del nivel
esperado y una discrepancia entre CI verbal y no verbal de una
desviación estándar.

Para determinar el diagnóstico del Trastorno Específico del


Lenguaje (TEL) se utilizan los criterios de la American Psyquiatric
Association incluidos en el DSM-IV y DSM-5

Comorbilidad con otros trastornos


En diferentes estudios se pone de manifiesto la comorbilidad entre
TEL con otros trastornos del neurodesarrollo:

– Un porcentaje considerable de niños y niñas con TEL en


Educación Infantil alcanzan los criterios de dislexia y/o Trastorno
Especifico del Aprendizaje en las etapas de Educación Primaria y
Secundaria.

– En relación a la comorbilidad TEL-TEA, decir que en los primeros


años los niños y niñas con ambos diagnósticos presentan una
sintomatología similar en alteraciones del lenguaje y
comunicación, característica que dificulta la tarea del
diagnóstico. Martos y Ayuda (6) concluyen que, si bien, la
relación TEL-TEA y el cuestionamiento sobre si son extremos de
un mismo continuo o cuadros separados en categorías
excluyentes es todavía discusión entre los profesionales, existen
señales tempranas diferentes en el desarrollo entre ambos
trastornos, señalando la imitación como recurso de adquisición de
aprendizajes en niños y niñas con TEL, y, las estereotipias,
aislamiento y escaso contacto ocular como los síntomas más
diferenciales entre ambos. Bishop ha incidido más concretamente
en las características y en el diagnóstico diferencial de niños con
TSP (Trastorno Semántico Pragmático), TEL, Autismo y TGD no
especificado, señalando la debilidad entre las líneas divisorias de
dichos grupos.

– El TEL comparte con el TDA-H la afectación en la memoria de


trabajo y en el procesamiento de la información.

– El TEL está asociado también al Trastorno de la Comunicación


social (Pragmático), donde existen antecedentes familiares de
trastornos del habla o del lenguaje.

Se plantea, por todo esto, la necesidad de adoptar modelos


bidimensionales en lugar de esquemas categoriales y excluyentes
en la comprensión de estos trastornos.

Trastorno fonológico
Denominado anteriormente trastorno del desarrollo de la
articulación, se trata de un trastorno específico, en el que la
pronunciación de los fonemas por parte del niño o niña está a un
nivel inferior al adecuado a su edad mental. Incluye errores de la
producción fonológica que comporta incapacidad para producir
correctamente los sonidos del habla.

Los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-10 proponen


que la capacidad para la articulación de la palabra, evaluada
mediante test estandarizados, se sitúe dos desviaciones estándar
por debajo del nivel esperado.
Criterios de la American Psyquiatric Association incluidos en el
DSM-IV y DSM-5

Tartamudeo (Trastorno de la fluidez de


inicio en la infancia)
La característica esencial del tartamudeo es el trastorno de la
fluidez normal y estructuración temporal del habla, en forma de
frecuentes repeticiones o prolongaciones de sonidos o sílabas y
otras alteraciones de la fluidez. El alcance de la alteración varía
en las distintas situaciones y se acusa más cuando la
comunicación esta sujeta a algún tipo de presión.

En los manuales DSM se establece la significación clínica del


trastorno con arreglo al grado de interferencia sobre los logros
académicos y laborales o de la comunicación social. En la CIE-10,
en cambio, se basan en una duración mínima de 3 meses para
determinar su significación clínica.

Criterios de la American Psyquiatric Association incluidos en el


DSM-IV y DSM-5 

Trastorno de la comunicación social (pragmático)

El DSM-5 incorpora este trastorno en su clasificación.

Se caracteriza por una dificultad primaria con la pragmática o el


uso social del lenguaje y la comunicación manifestado en forma de
deficiencias en la comprensión, seguimiento de las reglas sociales
de comunicación verbal y no verbal en contextos naturales, de las
normas de conversación y narración.

Estas dificultades causan limitaciones funcionales en la


comunicación eficaz, la participación social, el desarrollo de las
relaciones sociales, los logros académicos y el desempeño
laboral.

Su característica más habitual es el deterioro del lenguaje


caracterizado por antecedentes de retraso, y también se pueden
dar problemas conductuales, trastornos específicos del
aprendizaje y el TDA-H.

Es necesario realizar un diagnóstico diferencial con TEA, TDA-H,


Discapacidad intelectual y/o Trastorno de ansiedad social.

Los criterios de la American Psyquiatric Association incluidos en


el DSM-IV y DSM-5 son:

A. Dificultades persistentes en el uso social de la comunicación


verbal y no verbal que se manifiesta por todos los siguientes
factores:

1. Deficiencias en el uso de la comunicación para propósitos


sociales, como saludar y compartir información, de manera
que sea apropiada al contexto social.
2. Deterioro de la capacidad para cambiar la comunicación de
forma que se adapte al contexto o a las necesidades del que
escucha, como hablar de forma diferente en un aula o en un
parque, conversar de forma diferente con un niño o con un
adulto, y evitar el uso de un lenguaje demasiado formal.
3. Dificultades para seguir las normas de conversación y
narración, como respetar el turno en la conversación,
expresarse de otro modo cuando no se es bien comprendido y
saber cuándo utilizar signos verbales y no verbales para
regular la interacción.
4. Dificultades para comprender lo que no se dice
explícitamente (p. ej., hacer inferencias) y significados no
literales o ambiguos del lenguaje (p. ej., expresiones
idiomáticas, humor, metáforas, múltiples significados que
dependen del contexto para la interpretación).

B. Las deficiencias causan limitaciones funcionales en la


comunicación eficaz, la participación social, las relaciones
sociales, los logros académicos o el desempeño laboral, ya sea
individualmente o en combinación.

C. Los síntomas comienzan en las primeras fases del período de


desarrollo (pero las deficiencias pueden no manifestarse
totalmente hasta que la necesidad de comunicación social supera
las capacidades limitadas).

D. Los síntomas no se pueden atribuir a otra afección médica o


neurológica ni a la baja capacidad en los dominios de morfología y
gramática, y no se explican mejor por un trastorno del espectro
del autismo, discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo
intelectual), retraso global del desarrollo u otro trastorno mental.

Trastorno de la comunicación no
especificado
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan
los síntomas característicos del trastorno de la comunicación que
causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo
social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento pero
que no cumplen todos los criterios del trastorno de la
comunicación o de ninguno de los trastornos de la categoría
diagnóstica de los trastornos del desarrollo neurológico.

La categoría del trastorno de la comunicación no especificado se


debe utilizar (según los manuales DSM) en situaciones en las que
el clínico opta por no especificar el motivo de incumplimiento de
los criterios de trastorno de la comunicación o de un trastorno del
desarrollo neurológico específico, e incluye presentaciones en las
no existe suficiente información para hacer un diagnóstico más
específico.

En la CIE-10 se incluye como Trastorno del desarrollo del habla y


del  lenguaje sin especificación y argumentan que esta categoría
no debe utilizarse, y hacerlo únicamente  en los casos donde haya
un deterioro significativo del desarrollo del habla o lenguaje.

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