Está en la página 1de 63

1

Índice

2
Sinopsis
Cuando Avery se da cuenta que su último cliente no es Sean, no sabe
qué hacer. Esta persona ha invadido su vida a nivel personal y para
empeorar las cosas ni siquiera sabe quién es. Lo único bueno que salió de
esto es que ha visto de nuevo a Sean, pero ahora que está frente a ella, no
quiere dejarlo ir. Sin embargo, es hora de que Avery deje de fingir y siga
adelante con su vida, y sabe que Sean Ferro no será parte de la misma.

Volumen #10

3
Capítulo 1
Traducido por Pimienta

H
ay muchos niveles de profundidad en la ira de Sean Ferro,
pero mierda, nunca esperé esto. El hombre simplemente está
ahí, en la acera, mirando a un punto fijo. Es como si una
bomba nuclear hubiera estallado en su cabeza. Los grandes ojos azules de
Sean no parpadean, y su mandíbula se aprieta más y más.
Inclino la cabeza hacia un lado, tratando de captar su mirada.
Nada. Inclinándome hacia delante, insisto.
—Uh, ¿Sean? No es por ser una diva, pero soy la que debería estar
volviéndose loca ahora mismo, no tú. —Y lo estoy. Pero me niego a pensar
en ello en este momento, esa es la única razón por la que todavía estoy
calmada. La negación es la mejor droga que existe.
Eso lo despierta. Los músculos de su grueso cuello están tensos como
4 las cuerdas de una soga.
—Por supuesto. Estoy siendo irracional. Completamente. Esto no me
molesta en absoluto. Quiero decir, ¿por qué tendría que molestarme? ¿Por
qué estaría molesto si la mujer que amo está haciendo tríos con su
compañera de cuarto, durmiendo con ese imbécil de Henry, y haciéndolo
con su mejor amigo, quien hasta hace poco decía que era gay? No debería
importarme en absoluto. Por supuesto que no. —Sean suelta una ráfaga
de aire, presiona las palmas de sus manos contra su cara y mira hacia el
cielo, como si estuviera pensando: ¿por qué yo?
—Tú me ataste y fingiste hacer conmigo un ganbang. —Lo fulmino
con la mirada, con las manos en las caderas.
Sean se asoma por entre sus dedos y se ríe.
—Joder, Avery. —Se echa a reír con esa pequeña risa ligera que suena
más loca que cualquier otra cosa—. Nunca me he topado con la horma de
mi zapato. Ni en los negocios, ni en el dormitorio, pero estamos cuello a
cuello en la escala de lunáticos, ¿no?
Sacudo la mano hacia él y sonrío.
—Psh, eres el propietario de la escala de los lunáticos, Sean. En la
definición del Urban Dictionary aparece tu foto. —Cruzando los brazos
sobre mi pecho, me quedo mirando las grietas de la acera. ¿Cómo es que
este hombre parece tan adecuado para mí? Los dos somos unos lunáticos
desquiciados. Estoy bastante segura de que lo estoy y sé que él lo está.
Levanto la mirada y lo atrapo mirándome—. ¿Qué?
Sean trata de no sonreír. Sus labios tiemblan mientras sus ojos se
mueven entre la hierba y yo.
—Nada. —Deja escapar un suspiro y toda la tensión escapa de sus
músculos. Sean da unos pasos hacia mí, pero no me toca. La tensión entre
nosotros es intensa. Mi cuerpo responde a él y recuerda sus caricias—.
Dime cómo alguien se hizo pasar por mí anoche. Supongo que te vendaron
los ojos o algo así.
Hago una mueca y miro hacia otro lado, deseando poder esconderme
detrás de ese arbusto de la calle. Ser estúpida es una cosa. Admitirlo más
tarde, es otra. ¿Por qué es todo siempre tan claro en retrospectiva? Evito
su mirada y le digo:
—Uh, algo así. Escucha, puedo manejar esto por mi cuenta. No te
preocupes por eso.
—No, no lo entiendes. Es mi problema que alguien se haga pasar por
mí, sobre todo si él se aprovechó de ti.
—Soy una puta, Sean. No creo que las cosas funcionen así. —Pero
pensé que lo hacían. Siento que jugaron conmigo, pero el tipo pagó, así
que, ¿importa quién fuera? Sinceramente, no quiero empezar a remover las
5 piedras para ver quién lo hizo, porque sé que no me va a gustar lo que
encuentre. Cada día con Black se vuelve peor que el anterior. Necesito un
nuevo trabajo, pero estoy tan cerca de la graduación. El final está a la
vista. Sólo tengo que aguantar un poco más. Ya casi ha terminado.
A Sean no le gusta esa respuesta. Lo puedo ver en la postura de sus
hombros antes de que responda.
—Avery, la gente te trata de la manera que esperas que te traten. Esto
es inaceptable. ¿Qué estabas haciendo que no podías…?
Mel sale en ese momento de la casa.
—Esa es una buena casa, Ferro. Al menos no eres un completo idiota.
Cualquier persona que haga este tipo de cosas por su hermano no puede
ser tan malo. —Mel me mira y luego mira a Sean—. ¿Qué me he perdido?
—Alguien se hizo pasar por mí para llegar a Avery.
Mis manos se cierran de golpe sobre mis caderas y lo fulmino con la
mirada.
—Wow, gracias Sean. ¿Qué pasa si no quería decirle nada?
La voz de Sean se profundiza a medida que se gira hacia mí.
—Si dices “Tú no eres mi jefe”, voy a tirarte por encima de mi hombro
y darte unas nalgadas hasta dejarte sin sentido. —La mirada en el rostro
de Sean es oscura y melancólica. Sé que lo dice en serio. Mi respuesta es
totalmente equivocada, pero una risa escapa de mi boca, así que presiono
las manos sobre mi boca y miro hacia otro lado, horrorizada.
Mel rueda los ojos y se aparta de nosotros.
—Son unos fenómenos, y no quiero escucharlo.
Sean se coloca directamente en frente de mí y mira hacia abajo.
—Avery se quedará conmigo por unos días.
—¡No, no lo hago!
—Sí, lo haces. No es negociable.
Encorvándome, inclino mi cabeza hacia un lado.
—Sean, estás siendo un idiota.
—Soy un idiota. —Baja su cara cerca de la mía, así que estamos cara
a cara—. Y no importa lo que digas, Avery, no voy a dejar que
desaparezcas de mi vista.
—Black no va a dejar que me quede contigo.
—Black no tiene que saberlo. —Sean mira a Mel y añade—. ¿Cierto?
Mel hace un ruido ofendido en la parte posterior de su garganta.
—¿Por qué tienes que ser así? No voy a chismorrear si quieren
6 fornicar, pero Black tiene ojos en todas partes. En un par de horas sabrá
dónde estamos y lo que llevamos puesto. Sabrá que Sean está aquí.
Miro hacia él. Una parte de mí lo quiere aquí. Quiero que las cosas
vayan hacia delante, pero esto no es ir hacia delante. Es como un baile en
el granero y creo que estamos dando vueltas en círculos, siempre
atrapados en el mismo maldito lugar.
—No puedo permitirme enojar a Black. Nadie me ha hecho nada. El
tipo no me hizo daño, Sean, y soy una chica de compañía. Hice mi trabajo.
—Sí, sigue diciéndote eso a ti misma, Avery. No te sientes violada. Por
supuesto que no. Estoy teniendo problemas para tragar esa mentira—. Voy
a ir a casa y… —Mi teléfono emite un sonido, de modo que lo saco de mi
bolsillo y miro hacia abajo a la pantalla.
Hay un mensaje de Marty:
Mejor siéntate, Avery. Vi esto y pensé que deberías saberlo. Es
malo. La gente te reconoce. Llama si quieres hablar.
Sean y Mel están discutiendo, pero sus voces se convierten en un
ruido sordo mientras la aprehensión llena mi estómago. Pulso el enlace y
un video se abre. Avergonzada, aparto la vista y trato de no llorar. Uno de
los videos de la otra noche, uno que me muestra a mí de cuerpo entero
dándome placer, está en línea. Ser una chica de compañía para Black es
una cosa. Soy una puta, pero nadie más lo sabía. Podía vivir con eso, más
o menos, pero esto es impensable. Sin pestañear, empujo el teléfono en la
mano de Sean y me alejo. Mis pies se mueven por la calle bordeada de
árboles mientras el horror salta sobre mí y me ahoga. No me doy cuenta lo
duro que estoy tratando de no llorar hasta que siento la mano de Sean en
mi hombro. Me detengo en seco y me giro, incapaz de mirarlo a los ojos.
Sean no habla. Me toma en sus brazos y me abraza contra su pecho,
enredando sus manos en mi cabello mientras me consuela. Mi garganta
está tan apretada que no puedo tragar. No puedo respirar. Ya ha habido
cientos de comentarios y el video ni siquiera lleva allí un día entero. Mi
mente se está derrumbando ladrillo a ladrillo.
Cuando Sean habla, su voz tiene una profunda ternura en ella que
me hace querer creer cada palabra que dice.
—Me ocuparé de esto. Habrá desaparecido dentro de una hora. Avery,
escúchame. Necesito que me digas todo lo que puedas. Voy a arreglar esto,
y haré que el tipo que te hizo esto deseara no haber nacido.

7
Capítulo 2
Traducido por Pimienta

—¿Q
uieres que haga qué? —grita Mel a Sean con las
manos pegadas firmemente a sus caderas
curvilíneas. La chica lleva chándal y todavía se
ve hermosa. Es increíble. Ahora que lo pienso,
Mel es increíble, y punto.
Va a clase, hace su trabajo, hace sus papeles, tiene altas
calificaciones, y se las arregla para vivir esta doble vida, todo ello sin
romperse una uña. El trabajo no parece molestarla. Me pregunto cuánto
de eso es una actuación. Es difícil saltar al centro de un río embravecido
sin ningún tipo de ayuda. La mayoría de la gente simplemente se ahoga,
pero Mel sigue adelante. Está cerca de su tope y las dos lo sabemos.
La voz de Sean tiene un tono suave y paciente que significa que está
listo para apretar la tuerca al siguiente segundo.
8 —Regresa a la residencia y deja a Avery conmigo. Cuando la gente
pregunte dónde está, diles que regresó contigo. Si alguien está vigilándola,
lo quiero en la residencia y no buscándola aquí.
Mel cruza los brazos sobre su pecho, mientras que Sean habla y luego
suspira dramáticamente.
—Entonces, ¿qué? ¿Podrás seguir arruinando sus sentidos un poco
más? Yo puedo cuidar de Avery, ¿de acuerdo? Tengo mis habilidades. —
Mel aprieta su mandíbula mientras mira a Sean fijamente.
Sean camina reduciendo el espacio entre él y Mel. Los brazos de ella
caen a los costados y sus dedos se flexionan, lista para lanzar un golpe.
Doy un paso hacia delante y trato de interponerme, pero Sean le habla
sobre mí. Mirándola, él espeta:
—Alguien está tratando de hacerle daño. Hay bastante gente que
quisiera hacerlo, así que no puedo ni aventurar una hipótesis sobre quién
podría ser, por lo tanto, tienen que pensar que ella no tiene ni idea de
nada de esto. Eso significa que debemos hacer que parezca que ella se
dirige de nuevo a Nueva York contigo. Aunque hacer eso, en realidad, sería
el colmo de la estupidez.
Mel está lista para explotar.
—Tú no sabes una mierda sobre mí. Puedo lanzar un cuchillo…
Él la corta.
—No me cabe ninguna duda de que puedes. Y no pongo en duda tu
capacidad de defender a Avery, o a ti misma, si sabes dónde está el
atacante y lo que planea hacer, pero no lo sabes. Las variables están
ocultas por el momento, y tener a dos personas cubriéndole las espaldas
es mejor que tener a una. Cuando se trate de una pelea con cuchillos,
apuesto por ti, pero esto no es ese tipo de pelea. Alguien está
manipulándola, tratando de poner a Avery en una posición que aún no
está clara. Si quisieran lastimarla físicamente, ya lo habrían hecho. Eso no
es de lo que se trata.
—¿Crees que no puedo ser más astuta que alguien más?
Sean está prácticamente gruñendo. Si fuera un perro, sus pelos
estarían de punta y estaría mostrando sus colmillos.
—¿Por qué tienes que ser tan polémica? ¿No quieres mantenerla a
salvo?
—¿Por qué crees que puedes hacer el trabajo mejor que yo? —Mel
está sobre los dedos de sus pies, gritándole a la cara—. Yo la he mantenido
a salvo hasta ahora.
Sean parpadea y parece sorprendido.
—¿En serio?
9 La mandíbula de Mel cae y está tranquila por medio golpe. Luego
empuja un dedo hacia el centro de su pecho.
—Maldita sea, sí, lo hice. Hice un montón de cosas de las que tú no
tienes ni idea porque no estabas allí, Ferro. Tú y tu jodida mierda estaban
en otro lugar, follándote a otra chica de compañía.
La mirada de Sean es letal. Por un momento, no dice nada. Una brisa
se mueve a través de los árboles haciendo crujir las hojas y moviendo el
cabello oscuro de Sean. Se relaja como si hubiera perdido la pelea y luego
lanza el mortal golpe verbal.
—Ya veo. Recuérdame una vez más, ¿quién se la presentó a la
señorita Black en primer lugar? —Todo el cuerpo de Mel empieza a temblar
y su boca se abre como si quisiera gritar, pero la voz de Sean es suave y
cuidadosa, lo que es raro en él. Eso hace que Mel se congele en el lugar,
como un alma en pena a punto de llorar—. Dos personas cuidando de
Avery es mejor que una.
Mel cierra la boca y se mete las manos bajo sus brazos.
—Bien, pero te odio.
—Siempre y cuando cuides de Avery, lo respeto.
—Aww, a la mierda. —Mel deja caer sus brazos a los lados como un
niño pequeño enfadado—. No puedes ser amable conmigo, Ferro. ¿Qué
demonios fue eso?
—La verdad. —Sean me mira, como si no supiera qué hacer
conmigo—. Las amistades de Avery son cuestionables como poco. Todo el
mundo quiere algo en ella, excepto tú. Si la gente se entera de lo que ella
hace, tú caes con ella. No extiendo mi confianza a menudo, así que no lo
arruines.
Espero que Mel lo mande a la mierda, pero rueda los ojos.
—Como si tu confianza me importara algo, señor calzones. Ya he
terminado con esta conversación. —Ella se vuelve hacia mí—. Avery, vas a
tener que aguantar a este perdedor por un poco más de tiempo. No hagas
nada estúpido en mi ausencia. Y si decides darle el anillo, deberías
metérselo por el culo. —Se aleja murmurando obscenidades. Puedo decir
que le gusta Sean, un poco, pero aún cree que ocasiona demasiados
problemas para merecer la pena.
—Uh, Mel —la llamo. Ella me da una mirada súper irritada después
de darse la vuelta. Dándole una media sonrisa, sostengo mis llaves en
alto—, vas a necesitar esto. Y cuando regrese, podemos ir a IHOP. Lo
prometo.
Mel arranca el llavero de mi mano. Hay un unicornio en él desde que
estaba en séptimo grado. Mi madre me lo dio después que Missy Walker
me humillara en el vestuario de las chicas. Mis pechos eran prácticamente
10 inexistentes entonces, y Missy se aseguró de que todos lo supieran. Hay
una historia que mi madre me contó, sobre ver más allá de la superficie y
saber reconocer la magia que se encuentra debajo. Nadie se daba cuenta
que el animal era un unicornio blanco. Sólo veían una yegua de color nieve
y nada más. No es hasta que realmente miras de cerca la cosa que ves su
cuerno. Es transparente y brilla contra la placa de plata, y es el tipo de
cosas que una persona se pierde si mira rápidamente.
Mi madre me enseñó a mirar más allá de la superficie y no puedo
evitar sonreír porque Mel es así. En el exterior, es belleza y fuego, colmillos
y garras. Podría rasgar a una persona en pedazos por el gusto de hacerlo.
Al menos eso parece al principio. No es hasta que pasas tiempo con ella
que se hace más claro que ha sido herida sin remedio y que su naturaleza
es protectora más que cualquier otra cosa.
Todos somos así, los tres. Hemos sido destruidos por esta vida. Pero
la cosa es que yo no quiero que se acabe. No quiero renunciar, cavar mi
tumba, y saltar dentro. Mientras todavía quede aire en mis pulmones,
quiero recuperar mi vida. Quiero tener una familia. Quiero amar y ser
amada. Me niego a seguir flotando en el agua, porque no me está llevando
a ninguna parte. Día a día, cada vez es más difícil y estoy cansada de eso.
Quiero vivir otra vez y sé que el camino de nuevo a mi vida se encuentra
con estos dos amigos.
Mel frota su pulgar sobre el unicornio de metal. Ella sonríe y niega
con la cabeza hacia mí, como si me conociera mejor de lo que debería.
—Sabes que me encantan las crepas. Y Avery, todo se va a resolver. —
Su voz se atasca en su garganta mientras lo dice, como si supiera que
cosas peores están por venir.

11
Capítulo 3
Traducido por Jane

E
stoy atrapada dentro de la casa, mirando el personal de
construcción por unas horas, antes de que Sean ponga un
casco en mi cabeza y me dice que me acerque a la parte trasera
de su motocicleta.
Me lo quito, salto sobre mis pies, y lo sigo a donde su motocicleta está
estacionada en la acera.
Empujando el casco hacia él, le digo:
—No voy a aceptar tu único casco.
Los ojos de Sean se crispan un poco antes de frotar las manos por su
cara para ocultar el tic. No estoy siendo lo suficientemente molesta para
provocar eso, pero Sean parece pensar que sí.
—Entonces, ¿qué sugieres?
12 —Que te lo pongas, así no tendrás que llevar unos sesos revueltos
sobre tus hombros por el resto de tu vida. Si agregas una expresión de
haber sido aplastado como animal atropellado a ese gruñido y ese tic en
los ojos que tienes, bueno, la gente hablará, Sean, querido.
Sean me mira, levantando una ceja.
—¿Cuándo gruñí?
—No en este momento, pero lo haces con frecuencia cuando alguien
te molesta, y dado que todo el mundo te hace enojar… —Me encojo de
hombros.
—Avery, ¿qué se necesitará para que subas tu culo en esta moto? —
Me quedo en silencio por un momento. Mi mente todavía está atascada en
el hecho de que Sean le gruñe a la gente, pero no hace ese ruido en el
dormitorio. Debe leer mis pensamientos, porque su mohín molesto se
convierte en una sonrisa seductora—. Avery, deja de pensar en sexo.
Mi mandíbula cae.
—¡No lo hacía!
—Sí lo hacías. Tus ojos tienen cierta mirada de ciervo antes de que te
desconectes y no puedas responder a preguntas importantes. —Sean está
a horcajadas sobre la moto, y no tengo ningún recuerdo de cuando se
subió. Mis ojos no pueden dejar de vagar por encima de sus vaqueros que
abrazan sus muslos completamente. Me encantaría sentir esos muslos a
mi alrededor una vez más, pero no voy a hacerlo. Sé que todo lo que
teníamos se ha terminado, a menos que quiera ser su amante, y no es así.
No voy a pensarlo. Si lo hago, voy a estar atrapada en Limbolandia,
suspirando por un hombre que no es lo suficientemente valiente como
para intentarlo de nuevo, y no puedo imaginar estar emparejada con Sean
si él se siente de esa manera.
Quiero decir, el hombre es increíble, pero no estoy contenta así.
Quiero seguir adelante, y parece que él está contento de seguir atascado.
No pretendo saber lo que es perder a un esposo y un hijo. Tampoco me
puedo imaginar lo que Sean sintió sentado durante el juicio que siguió a
sus muertes. ¿Es malo que quiera que Sean supere eso? ¿No puede
aferrarse a lo bueno y dejar de lado lo malo?
Sonrío para mis adentros, porque suena tan simple, pero es
jodidamente duro. Si pudiera separar los buenos recuerdos de lo malo,
entonces yo no hablaría con la lápida de mis padres cuando las cosas se
ponen mal. Sería capaz de aceptar que se han ido y mirar hacia atrás en el
tiempo que pasamos juntos con alegría en vez de este desgarrador
remordimiento.
Soy una hipócrita. ¿Cómo puedo esperar que Sean libere sus
demonios cuando yo visito a los míos una vez por semana?
13 Me siento con fuerza en la acera y dejo escapar un suspiro.
Mirando a las ruedas, pregunto:
—Entonces, ¿por qué le compraste a Peter una casa aquí? No puedo
imaginarte viviendo en un lugar como este. Quiero decir, supongo que te
gusta dado que la compraste para él. Por lo menos en algún nivel, pero
este es el tipo de casa en la que me gustaría envejecer, no a ti. No me
puedo imaginar al malote Sean Ferro con pequeños jardines de flores y
una dulce Cabo Cod con pan de jengibre blanco en una calle bordeada de
árboles. —Pongo mis manos en mi estómago y me recuesto en un parche
de hierba y sonrío al cielo.
—¿Te estás preguntando si elegiste al Ferro equivocado? —Hay un
tono de burla en su voz, pero está mezclado con una tensión que me dice
que realmente quiere saberlo.
No miro hacia él. Sé que está sentado en su moto, con aspecto de un
dios moderno, con ese cuerpo tonificado, apretada camisa oscura, y la
perfecta formación de barba incipiente en su fuerte mandíbula.
—No. Elegí al tipo correcto, simplemente, él no me escogió.
—Avery…
Sonriendo, digo:
—No, Sean. Es la verdad y es algo que tengo que entender. No hay
futuro para nosotros. Has estado diciendo eso desde el primer día, pero no
te hice caso. Pensé que podría cambiarte, o que tú entrarías en razón, pero
esta casa lo prueba, muestra lo diferentes que somos y diferencias como
esas, no se pueden cambiar. Son demasiado grandes. El abismo es
demasiado ancho. La única cosa que avanza se asegurará de que uno de
nosotros termine en el fondo de la quebrada, roto en pedazos, y dudo
seriamente querer eso ahora mismo. —Además, sé que no puedo volar y no
soy tan estúpida como para intentarlo.
Sean se desliza fuera de su moto y se sienta a mi lado. No se echa
hacia atrás y mira la forma en que las hojas motean la luz y proyectan
sombras en el suelo. Nunca esperaría que él lo notara siquiera. No es que
Sean sea distraído, no es eso. Es más que, solo presta atención a las cosas
importantes de la vida. Te está prestando atención, susurra la pequeña voz
dentro de mi cabeza. Le digo que es estúpida y la meto de nuevo en el
armario en la parte trasera de mi cabeza. Ella me tendrá escogiendo un
vestido de novia si escucho sus ideas. Idiota.
Para mi sorpresa, Sean se reclina en la hierba y pregunta:
—¿Qué estamos viendo?
Una sonrisa se extiende por mis labios. No puedo ocultar lo mucho
que significa para mí.
—Mi futuro. Quiero una casa con un gran árbol de arce y césped
14 alrededor. Quiero recostarme en él durante el verano y sentir las hojas de
la hierba entre los dedos de mis manos y pies. Quiero la sensación de la
tierra fresca en mi espalda mientras trato de averiguar dónde termina el
cielo y empieza el paraíso. Quiero un niño que corra y salte sobre mi
vientre, rogando que juegue con él. Quiero llevarlo a la playa y besar sus
pequeños dedos. —Mi sonrisa se desvanece cuando lo miro fijamente—.
¿Alguna vez sientes que tu vida está justo en frente de ti, pero no tienes ni
idea de cómo entrar en ella? Quiero decir, está justo allí. Hay un tipo que
está loco por mí, que me ofreció todas estas cosas y dije que no. —Le dije
que no. No le di a ese tipo una oportunidad.
Marty quiere las mismas cosas que yo. Esa unión habría tenido
sentido, y entrar en esa vida sería fácil.
Sean se pone rígido, porque sabe exactamente de quién estoy
hablando.
—¿Pensé que no te sentías así por Marty?
Me encojo de hombros.
—¿Importa cómo me siento? Él es un gran tipo y nos divertimos
juntos. Sé que se ocuparía de mí y me daría todo lo que podría desear. —
Hablo a las ramas en la base del enorme árbol, preguntándome cuán
horrible sería casarme con Marty. Obtendría la casa y los niños. Podría
tener mi vida sin ser una prostituta. Marty me tomaría en un santiamén.
Sé que lo haría. Girando la cara hacia un lado, miro a Sean—. ¿Te molesta
oír?
Se queda callado por un momento y luego traga saliva.
—No me di cuenta que él iba tan en serio contigo.
—Lo es. El hombre es increíble. Él no hace las cosas pequeñas y no
puedo dejar de notar que Marty me quiere como yo te quiero a ti. Es fácil
de ver. La ironía es una perra, ¿eh? ¿O es el karma? De cualquier manera,
estoy jodida, sin importar cómo lo mires. El hombre que quiero no me
quiere, y el hombre que me quiere, bueno, no se compara a ti.
La voz de Sean es plana.
—He arruinado tu vida.
Sonriendo suavemente, echo un vistazo a él.
—No, no lo hiciste. —Sean hace un gesto que dice que no me cree—.
No, en serio, la hiciste mejor. Me hiciste ver que puedo optar por
permanecer donde estoy o tratar de encontrar mi salida. Pretendo
encontrar la salida, y hubiera sido agradable si estuvieras de alguna
manera en esa ecuación, pero aceptaré lo que pueda conseguir. Esa es la
forma en que funciona el mundo. Además, prefiero tenerte como un amigo
que nada en absoluto.
15 Sean toma mi mano en la suya, y los dos nos quedamos allí por un
tiempo como amigos. Amigos. Compadres. Puedo hacer esto. Puedo ignorar
la sensación de hundimiento en mi estómago y la forma en que mi brazo
hormiguea porque él está sosteniendo mi mano. No todo tiene que ser
sexual, aunque así lo quiera. No voy a pensar en el hecho de que Sean no
me corrige, que él no dijo que nuestra relación no es como la mía con
Marty, y que no es completamente desequilibrada. No, no voy a pensar en
ninguna de esas cosas. Voy a quedarme aquí y sostener su mano, porque
eso es lo que él me ha ofrecido, su amistad.
Sí. Estar atrapada en la zona de amigos es una mierda.
Capítulo 4
Traducido por azulmort

S
ean toma mi casco nuevo y lo pone sobre el escritorio. Estamos
en su pequeña habitación de hotel, que no es igual a la linda
habitación que teníamos en Nueva York. Estoy agotada y me
echo en la única cama que hay. Parece doble, lo que es una mierda total.
Supongo que estoy durmiendo en el piso.
Sean se sienta en el borde de la cama, junto a mis pies.
—Puedes ducharte primero. Yo… —Se detiene y saca el celular del
bolsillo. Vibra de nuevo. Alguien le está enviando mensajes de texto. Mira
su teléfono y hace una mueca—. Bueno, olvida eso. —Frunce sus labios
fuertemente y me observa con una mirada de completo conflicto.
Maldice y responde el mensaje antes de decir:
—Tengo que salir a encargarme de algo. Si te dejo aquí para que
16 tomes una ducha, ¿tomarás una ducha? ¿O te irás tan pronto me vaya?
Mi boca se abre y mis mejillas se contraen. Un sonido ofendido que
tiene mucho carraspeo escapa del fondo de mi garganta antes de que me
las arregle para espetar:
—No soy idiota. —Mis manos hacen un pequeño vaivén cuando lo
digo, que se ve bastante estúpido pero estoy demasiado cansada como
para preocuparme.
Sean pellizca el puente de su nariz diciendo:
—Tuviste sexo por teléfono con alguien y no te molestaste en
confirmar su identidad.
Wow. Gracias.
—Un poco duro, ¿no? —Lo miré, dándole mi mejor mirada malvada,
pero Sean no me mira—. Por cierto, sí confirmé la identidad del hombre.
¿Cómo se supone que iba a saber que mintió?
Sean no dice lo obvio. Sí, me salteé esa parte de toda la experiencia
del vídeo sexual. Está bien, soy una idiota y él es demasiado amable para
decírmelo en la cara. Pasando las manos por su cabello, Sean suspira y me
observa. Todavía estoy acostada en la cama con las manos detrás de la
cabeza.
—Avery, alguien está detrás de ti. Esto es serio, así que por favor
quédate en el cuarto. No hables con nadie, no llames a nadie y no hagas
nada hasta que regrese. ¿Me lo prometes?
—¿Cuánto tiempo te irás? —Me siento y trato de esconder la
preocupación que siento. No esperaba que Sean me dejara sola. Jugando
con mis uñas, agrego—: Estoy un poco nerviosa. —Odio admitirlo,
especialmente porque hace diez veces peor la agitación que siente Sean por
dejarme.
—No puedo llevarte conmigo o lo haría. Lo juro, lo haría. —Me está
mirando fijamente, pero yo no lo hago. Sean se agacha, agarrando mi cara
con sus manos. Mi pulso se dispara cuando mi piel arde bajo sus manos.
Una corriente de chispas se dispara por mi estómago y pecho, robándome
el aliento. No es justo que su toque conjure tanto. Quiero hacer que Sean
se pierda tanto en la lujuria que no pueda pensar. Quiero que gruña, grite
o haga lo que sea que hace cuando está perdido en el momento. Es un lujo
que se ha negado a sí mismo y deseo tan fuertemente poder dárselo.
Su voz es tensa cuando habla de nuevo.
—Quédate aquí. Regresaré tan pronto como pueda. Debería ser antes
de mañana. —Suelta mis mejillas y me da una sonrisa ladeada—. Puedes
dormir en la cama.
17 —¿Me ibas a hacer dormir en el piso? —Me siento y lo veo ponerse la
chaqueta y agarrar el casco.
—Por supuesto. ¿Qué hombre no quisiera tener a una hermosa mujer
a sus pies? —Ríe y el sonido me hace sonreír.
Golpeo su cadera, como si me hubiera ofendido, pero no lo hizo. En
cambio, mi mente se descarrila de nuevo a Villa Perversa y empiezo a
pensar la clase de cosas que le podría hacer si estuviera a sus pies.
—Detente, Avery. —Sean ríe y me empuja. Caigo de lado en la cama.
—¡No estaba pensando en ti!
—Sí, seguro. Sé que no estabas pensando en Marty. O Mel.
Elevando el brazo, levanto un dedo como si fuera a decir algo
importante mientras mi cara aún está medio enterrada en la almohada.
—No bateo para ese equipo.
—Lo que me hace muy feliz. —Sean está en la puerta y se vuelve
hacia mí—. Traeré la cena cuando regrese. Sin vídeos sexuales. Sin
clientes. Sin la señorita Black, ni cualquier otra cosa.
Casi me ahogo. Apoyándome en un codo, me burlo.
—¿Sin clientes? ¿De verdad crees que tomaría un cliente mientras no
estás? ¡Sean!
Con una expresión seria, dice:
—Estaba hablando de mí. —Me guiña un ojo y desaparece por la
puerta antes de que tenga la oportunidad de golpearlo con mi zapato.
Me está tomando el pelo. Sé lo que está haciendo y no va a funcionar
porque me niego a tener sexo con él de nuevo. Pero eso no significa que no
pueda joder un poco con él. Hay un televisor pantalla plana nuevo frente a
la cama. Miro mi celular y de nuevo al televisor mientras una idea toma
forma.

18
Capítulo 5
Traducido por Isa 229

L
a cama es dura y la habitación está a oscuras, a excepción de la
luz trémula de la televisión. He escuchado mis vídeos sexuales
demasiadas veces como para llevar la cuenta. Los pongo en la
reproducción continua para trastornar a Sean cuando regrese, pero no se
ha aparecido todavía y los malditos vídeos sólo me están poniendo
cachonda. Aplastando una almohada sobre mi cabeza, me doy vuelta y
trato de amortiguar los sonidos de mi vídeo viniéndome otra vez.
No sé cuánto tiempo ha pasado, pero me debo haber quedado
dormida porque no llegué a escuchar que la puerta se abriera. Una mano
aterriza en mi hombro desnudo y antes de que pueda ver cualquier cosa,
lanzo un puñetazo y aúllo de dolor.
Mi muñeca queda atrapada en una fuerte tenaza antes de impactar
con el rostro de Sean. Me mira mientras trato de salir de la neblina
19 inducida por el sueño. Las palabras saleen de mi boca antes de que mi
cerebro las compruebe.
—¡No hay jamones! —Sí. No creo que tenga sentido. ¿En qué diablos
estaba soñando? Vuelvo a parpadear y trato de jalar mi muñeca, pero
Sean no la suelta.
—¿Jamones? —Se ríe y luego, toma asiento a un lado de la cama—.
No te preocupes, no estoy aquí para quitarte tu jamón, señorita Smith. Sin
embargo, después de ver esta pequeña sorpresa que dejaste para mí en la
televisión, podría estar interesado en probar alguno de tus otros bienes.
—¡Psh! —Lanzo otro puñetazo con mi otra mano y también agarra
esa. Medio dormida, parpadeo hacia él y bostezo—. Debería haberlo
pensado. —Sean retiene ambas muñecas y se ve como si estuviera
planeando devorarme. Nunca comimos la cena. Me permito soñar con
cerdo y tocino. El tocino sería bueno—. No creo que quieras enredarte con
una chica media dormida y sus jamones.
—¿Qué diablos estabas soñando?
—Como si importara. Nunca voy a escuchar el final de esto, y cada
vez que coma jamón, voy a excitarme por ese estúpido vídeo.
Sean se ríe tan fuerte que me siento como la persona viva más
divertida. Anotación. Soy entretenida. No es hasta que tira de mis
muñecas hasta su pecho y se inclina cerca de mi oído que noto las
salpicaduras de algo en su camisa. Puesto que este es Sean, dudo que eso
sea kétchup. ¿Por qué tiene sangre en la camisa? ¿Tuvo una pelea? ¿Qué
diablos estaba haciendo?
La voz de Sean adquiere ese tono áspero que me vuelve loca.
—Me encantó ese vídeo. Espero que lo hicieras para mí.
—Lo hice. Más o menos.
Sean se entretiene cerca de mis labios y deja salir un lenta
respiración. Cierro los ojos. Cada gramo de mí quiere apoyarse sobre él y
dejar que haga lo que quiere, pero esto tiene que parar. Cuando sus labios
tocan un lado de mi rostro casi salgo de mi piel. Tomando una aguda
respiración, trato de empujarlo, pero no me deja. La boca de Sean se
desvía a mi cuello, un ardiente beso a la vez y mi determinación comienza
a ablandarse. ¿Cuándo me volví tan fácil?
—Sean… —Me las arreglo para decir su nombre, pero suena
demasiado entrecortado, como si quisiera que continuara. Así que lo
intento una vez más—. Espera.
El agarre de mis muñecas se afloja a medida que su rostro se aleja de
mi cuello.
—Usar la televisión de esa manera fue hacer trampa. Difícilmente
puedo controlarme a tu alrededor, Avery. ¿Tienes alguna idea lo difícil que
20 es verte y no tocarte? Cuando te sentaste en el césped hoy, me llevó cada
gramo de mi moderación evitar tomarte justo ahí. —Mi rostro se enciende
ante la idea. No puedo evitarlo. El sexo en lugares públicos me emociona.
Sean aprieta sus ojos antes de volver a mirarme—. Oh, Dios, no hagas eso.
Me estás matando. ¿Cómo se supone que voy a estar a tú alrededor y no
tenerte? Estoy tan duro que duele, Avery. Te necesito.
Me presiona de vuelta en la cama y siento cuán fuerte me quiere a
través de sus pantalones. Sean presiona sus manos entre mis muslos,
abriendo mis piernas y situándose en el medio, balanceando su cuerpo
contra el mío. Ya que Mel se marchó con toda mi ropa, solo estoy usando
ropa interior y una camiseta, de tal manera que hay muy poca ropa
separándonos. En el fondo, mi cuerpo reacciona a él y late. El calor entre
mis piernas exige su presencia. Lo quiero en mí, dentro de mí y el lento
ritmo me está haciendo perder la cabeza El vídeo fue un gran error. Creo
que antes hubiera sido capaz de decirle que no fácilmente, pero ahora
estoy medio dormida y muy excitada. Además, es Sean. Su aroma llena mi
cabeza mientras se balancea contra mí y sostiene mis muñecas a la cama.
¿Cómo terminé abajo?
Sean se inclina por un beso y me mata, pero me las arreglo para
voltear mi rostro hacia un lado. Él persiste, permitiendo que su caliente
aliento se mueva a través de mi piel antes de que se alce un poco.
—Dime.
Se trata de una simple petición, una palabra y nada más, pero no
puedo hacerlo. Además, ¿qué se supone que debo decir? “Te olvidé, Sean
Ferro. Vete”. Como si alguna vez fuera a suceder. No lo he olvidado para
nada y estoy bastante emocionada al estar debajo de él en este momento.
Joder. Estoy tan enferma.
—Te deseo, pero…
Sean sonríe y retrocede, sentándose a mi lado. Frotándose las manos
sobre su rostro, suspira.
—¿Ahora tienes moral?
Levantándome en la cama, estoy muy despierta y lista para acabar
con él.
—¿Perdón? ¡Siempre he tenido moral!
Sean me mira, como si estuviera tratando de no reírse.
—¿De verdad? Firmaste para ser una prostituta. Si no hubieras ido
con Black y no hubieras firmado…
—Ya te había conocido para cuando hice eso. Vi tu foto y luego firmé.
—Oh mierda. Eso no sonó bien. Mi rostro empieza a estrujarse mientras
me volteo alejándome de él y trato de esconderme debajo de la sábana.
Sean quita la fina tela. Las luces no están encendidas y la televisión
21 sigue reproduciendo ese vídeo. Puedo ver mis extendidas piernas detrás de
su cabeza, brillando como un par de sexys astas.
—¿Cómo? —dice, inclinándose más cerca de mí—. ¿Acabas de decir
que la única razón por la que te convertiste en una prostituta fue para
tener citas?
—¡No!
—¿Entonces, para qué fue?
—Para acostarme contigo, perdedor. ¿No estabas escuchando? —
Empujo su brazo, con fuerza, pero Sean apenas se mueve—. Tengo moral.
La tengo. Soy una persona muy moralista. —Sean me sonríe y tiene una
divertida expresión en su rostro. Lo que hace que me retuerza. No puedo
decir qué es lo que está pensando y eso me preocupa. Otra vez empujo sus
hombros y digo—: Detente.
—Lo siento. Me rectifico. Tienes moral. Son un muy extraño conjunto
de códigos idealista, pero lo tienes. Al parecer soy el único en esta relación
que carece de escrúpulos.
—No estás desprovisto de cualquier cosa. Sólo las apartas por un
tiempo. —Miro hacia abajo en mi mano cuando noto la pegajosa sustancia
rojiza en la palma de mi mano. No estaba ahí antes de que lo empujara.
Hay más sangre en su manga. Mis ojos se alzan y se encuentra con su
mirada azul. Levantando mi mano, pregunto—: ¿Es sangre? Dime que no
mataste a nadie esta noche. Porque estoy bastante segura que esta no es
tuya.
Sean toma mi ensangrentada palma y me levanta de la cama.
—No maté a nadie. Alguien estaba… sabes qué, mejor olvídalo. Hay
que ocuparse de esto y me gustaría ayudarte a limpiarlo, si me dejas. —
Hay una pregunta en su tono.
No me gusta esto. No sé a dónde fue o lo que hizo. Hay algunas
salpicaduras de algo oscuro en su camisa, al menos parece que solo son
unas pocas, pero no puedo ver mucho con las luces apagadas. Tal vez no
quiero saber y al mismo tiempo quiero, porque si Sean pateó el trasero de
alguien me asegura que puede cuidarme sin importar lo que pase.
Asiento. Es toda la aprobación que Sean necesita.

22
Capítulo 6
Traducido por veroonoel

A
siente con sequedad y se dirige al cuarto de baño para abrir la
ducha. Cuando regresa, camina hacia mí como si supiera
exactamente lo que planea hacer. Las manos de Sean alcanzan
el dobladillo de mi camisa, donde hacen una pausa mientras mira hacia
arriba a mis ojos. Mi respiración queda atascada en mi garganta mientras
mi corazón estalla, latiendo más rápido que antes. Sin saber lo que está
haciendo, combinado con esa mirada, me deja sin respiración. Apenas
puedo mantenerme en pie a medida que me desnuda.
Primero, la camisa sale de mi cabeza y cruzo los brazos sobre el
pecho. No es mi intención hacerlo, pero no puedo evitarlo. Sean es
intimidante cuando tiene esa mirada en sus ojos. Es como si hubiera
encontrado un ratón para golpear con un bate y planea mantener a la
pobre criatura en juego el tiempo suficiente para tomar lo que quiere. Hay
23 un lado carnal que me asusta, porque sé lo que quiere; lo que necesita.
Sean lo ha tomado de mí antes y hacerlo de nuevo me aterroriza. Me
pregunto exactamente qué le di permiso de hacer ahora.
Los pulgares de Sean se enganchan en los lados de mi ropa interior,
mientras sus ojos se mantienen en mis abultados pechos, medio ocultos
por mis brazos. Desliza la tela sobre mis caderas, haciendo que jadee
cuando tira de ella.
¿Por qué no puedo decirle que no? Puedo decirle no a Marty. No.
¡Dilo, Avery! ¡Dile que no puede tenerte! Pero yo lo deseo. Y esa es la
verdad. Quiero tanto que esto sea real que estoy dispuesta a fingir, aunque
sea por un rato. Tal vez no estoy totalmente loca, me refiero a que
desnudar no es el mismo que el sexo y él ya me ha visto desnuda. Este
cuerpo debería ser noticia vieja para él, ¿no?
Basado en la expresión en el rostro de Sean, este cuerpo nunca será
noticia vieja. Me gusta cómo me hace sentir. Diosas se ruborizarían si las
mirara así. Esos ojos azules, esa sonrisa malvada, y la forma en que está
tan cerca, pero no lo suficientemente cerca; Sean Ferro me vuelve
completamente loca.
Sean se arrodilla frente a mí mientras desliza lentamente mi ropa
interior hacia abajo sobre mis muslos. Está justo en frente de mí, lo
suficientemente cerca como para hacer todo tipo de cosas traviesas con la
cara allí mismo. Permanezco completamente inmóvil mientras cambio mi
peso, de pie a pie, y me saca las bragas. Sean las sujeta en la mano y las
eleva a su cara antes de respirar profundamente. Esta vez, cuando sus
ojos parpadean hacia mí, no puedo respirar. Su mirada se dispara a través
de mi cuerpo y hacia mi centro en una sola y caliente racha. Pensamientos
sucios vuelan a través de mi mente sin precaución. Espero que agarre
fuerte mi culo y que arrastre la V en la parte superior de mis piernas a su
cara, de modo que pueda lamerme generosamente, desde el culo al clítoris.
Ya que todavía está de rodillas, me lo imagino enterrando su cara en mis
labios inferiores, lamiendo y chupando mi piel sensible, guiando su lengua
más y más profundamente dentro de mí, mientras tira de mis caderas
hacia abajo con fuerza, como si no pudiera tener suficiente. Todo mi
cuerpo está temblando, mirando a Sean, esperando a ver qué va a hacer.
Pero el hombre sexy no hace esas cosas. En cambio, se levanta del
suelo y me alcanza, sacando mis manos de mis pechos. Sus ojos no se
mueven de mis senos, donde mis pezones se están apretando en pequeñas
protuberancias duras. Con el corazón acelerado, me las arreglo para estar
allí y dejar que me mire, pero el dolor en mis pechos, el deseo de tocar y
ser tocada, empeora.
La forma en que está respirando me hace añorar sus manos en mi
carne. Mi piel está tan sensible, tan dispuesta a dejarse sentir, pero Sean
se mantiene quieto, de pie allí, mirándome como si nunca más va a ver mi
cuerpo así.
24 Sus ojos se deslizan sobre cada curva, memorizando todo de mí,
hasta que su barbilla se levanta.
—Nunca he visto a nadie tan hermosa como tú, y me sorprende que
todavía intentes cubrirte, como si no supieras cuán deseable y perfecto es
tu cuerpo. No te escondas de mí, Avery. No esta noche. No te voy a tocar.
No voy a hacer nada que no quieras que haga.
No puedo encontrar mi voz, así que asiento, y le doy una leve sonrisa.
Sus ojos viajan de arriba hacia abajo por mi cuerpo otra vez, y me gustaría
que fueran sus manos. O sus labios y esa lengua pecaminosa. Largas y
húmedas lameduras suenan bastante bien. Estoy demasiado cansada para
pensar y demasiado lujuriosa para estar allí como si no lo estuviera. Sus
ojos se fijan en mi pecho derecho y me pregunto si ese es su favorito. La
pregunta que flota a través de mi mente sale de mi boca sin pensarlo
mucho.
—Si pudieras posar tus labios sobre cualquier lugar de mi cuerpo,
pero solo tuvieras un beso, ¿dónde sería?
Sean me mira a través de esas pestañas oscuras y sonríe.
—¿Te puedo mostrar?
La parte frívola de mí que se ha convertido en una sirena de lujuria,
responde:
—Sí.
Me pregunto qué va a hacer, porque Sean vacila. Sus ojos caen a mis
pezones, uno a la vez, y luego da un paso atrás, mirándome. Sean me
rodea una vez, lentamente, haciendo que mi corazón golpee en mis
costillas aún más fuerte. El lugar entre mis piernas está tan caliente y
palpitando fuerte. Lo quiero tanto y espero que elija algún lugar realmente
picante para besarme. Sus labios apretados entre mis muslos sería el
cielo. Esa boca sobre mi pecho, chupando y atormentándome al olvido
suena delicioso, también.
Sean se detiene frente a mí y me mira a la cara. Bajando la cabeza
lentamente, presiona su boca en la mía. El calor de sus labios se dispara
al máximo cuando el beso conecta. Quiero agarrar su cabeza con mis
manos y tirar de su cabello, pero mantengo mis manos pegadas a los
costados. Este es su beso y quiero ver lo que hace, así que no me muevo.
Sean me besa de nuevo, presionándose suavemente contra mí. El
labio inferior de Sean toma el mío y me muerde suavemente antes de
deslizar su lengua por la comisura de mi boca. Separo mis labios para él,
pero Sean no me besa de esa manera. Es el beso más inocente, casto, que
jamás me ha dado. Cuando Sean se aleja casi me caigo. Jadeo, como si
alguien me hubiera golpeado en el estómago, y lo miro fijamente.
No explica lo que hizo o por qué. Sean simplemente extiende su mano
y dice:
25 —Vamos, señorita Smith. Tengo que limpiarte y llevarte a la cama.
Deslizo mi mano en la suya y lo sigo al cuarto de baño. Me ayuda a
entrar a la ducha, pero no me da una toalla o jabón.
—Enjuágate y llámame cuando estés lista.
—¿Lista para qué? —Mi voz apenas sale.
Sean hace un sonido divertido mientras tira de la cortina para
cerrarla. Uh, no pensaba que era graciosa en ese momento, pero está bien.
Dejo que el agua caiga por mi cara y mi espalda, pero me tenso tanto
que nunca voy a dormir, no ahora. No con Sean aquí. Después de unos
momentos, decido en contra de darme a mí misma un buen rato. Con mi
suerte, él va a entrar y eso sería completamente mortificante. Hacerlo
delante de alguien es diferente que hacerlo en cámara. Hay separación, y
no se siente tan sucio. Tal vez debería ir a dormir. Sin embargo, sí quiero
enjabonarme, y una almohada suave suena bien, sobre todo si mis
entrañas se calman, así que lo llamo.
Sean vuelve sin su camisa, pero todavía está vestido. No puedo
ocultar mi decepción, pero lo intento. Al parecer, hago un trabajo de
mierda. Sean me sonríe.
—¿Esperando algo más? —Me encojo de hombros—. Odio cuando
haces eso. Di algo. Con propiedad. Dime lo que estás pensando, lo que
estás esperando. Quiero oír.
—¿No te gusta cuando me encojo de hombros? Eso es algo que diría
un viejo. No puedes decir cosas como esas —bromeo. Me imagino que me
veo como una rata ahogada, pero la mirada de Sean dice otra cosa. Las
ratas ahogadas no son para follar, y sus ojos dicen que yo sí lo soy. Si me
diera una barra de jabón, la hubiera dejado caer y me agacharía sólo para
ver lo que él haría. No es de extrañar que se llevara el jabón.
Reclinándose hacia delante, moja un paño antes de aplicar jabón
líquido en él.
—Las manos —dice, y se las doy, sosteniéndolas hacia afuera como si
me fuera a esposar. Sean las da vuelta y las lava cuidadosamente,
mientras habla—. Soy viejo. Además, conoces tu mente. Me gustaría que
no tuvieras tanto miedo de decirlo.
Casi me doblo de la risa.
—¿Crees que ese es el problema? ¿Que no quiero decir lo que pienso?
Te puedo decir. Créeme, no es eso.
—Está bien —dice, mientras abandona el paño y vuelca más gel de
ducha en sus manos—, dime dónde querías que te besara antes. —Sus
palmas aterrizan en mis brazos y frota el gel hasta formar espuma. Oh,
Dios mío, se siente bien.
—No lo sé. No me había decidido. Tanto mi pecho derecho o, eh…
26
—Dilo. —Su voz es una orden, como si fuera a azotarme si no confieso
en este segundo.
—¿Entre las piernas? —¿Por qué suena como una pregunta?
Sean sonríe mientras sus manos frotan jabón sobre mi estómago y a
la altura de mis costillas.
—Puedo conseguir que digas exactamente lo que estás pensando, sin
ninguna vacilación en absoluto. Sólo…
Eso me hace reír.
—No, no puedes. Eso es un montón de mierdaaaa. —Mi voz salta una
octava cuando sus dedos se envuelven alrededor de mis pezones y
aprietan. Mi barbilla cae y chillo mientras mi espalda se arquea hacia sus
manos. El tacto es pura agonía, porque él mantiene su distancia al otro
lado de la bañera. No puedo frotar mis caderas contra las suyas y no hay
salida para la tortura entre mis piernas.
—¿Qué estabas diciendo? —Sean sonríe diabólicamente mientras el
agua salpica sobre su pecho desnudo. Lo único que puedo pensar es lamer
cada gota con mi lengua. No tengo ni idea de lo que estaba hablando—.
Oh, sí, me decías en dónde querías mi boca durante ese beso. —Frota sus
dedos, presionando suavemente, mirando a mis ojos mientras lo hace.
Mi boca se abre en una amplia O y chillo.
—Entre las piernas.
Niega con la cabeza.
—No es suficiente. —Sus dedos oprimen viciosamente en mi tierna
carne.
Jadeando, trato de alejarme de él, pero sólo lo hace peor. Respuestas
de placer y dolor están disparándose a través de mi cerebro como una
tormenta eléctrica. Tiene que dejarme ir o hacer más para saciar mi
lujuria. Sean me llama la atención y me está mirando de cerca. Sé que le
gusta ver el dolor reflejándose en mi cara, pero no lleva las cosas
demasiado lejos. No esta vez.
Estoy haciendo ruidos que me perseguirán a la luz del día, y estoy
cerca de saltar, ¿a qué viene eso?, pero no le respondo de la manera que él
quiere, por lo que comienza a retorcer. Oh. Dios. Mío. De repente, la ducha
se siente como dedos por toda mi piel y jadeo una y otra vez mientras él
aprieta su agarre. Espirales de calor se disparan a través de mi centro y
mis rodillas se doblan, pero Sean no me permite inclinarme. Me mantiene
en mi lugar por mis pechos, con sus oscuros ojos en mi cara, fijos, y sin
expresión.
—Dime —me ordena, mientras sus manos tuercen ambos pezones en
la misma dirección, aumentando la presión. Quiero decirlo. Lo hago, pero
27 no puedo hablar de esta forma cuando no estoy en el calor del momento.
Está mal o algo así. Pero mis pobres tetas van a escocer de una forma
bochornosa si no hablo pronto—. Dilo —me ordena una vez más y tuerce
hacia el otro lado, incrementando la presión a medida que lo hace.
—¡Coño! —dejo escapar—. Quería que besaras mi coño y me
lamieras… fuerte. —La última palabra queda atrapada en mi garganta. No
lo miro a los ojos. Decir cosas así, en voz alta, a Sean, es impensable.
Estoy atrapada entre el placer y el dolor, en algún lugar entre el cielo y el
infierno, con este hombre bellamente retorcido viendo correr ríos de agua
por mi cuerpo.
Sean no muestra ninguna emoción, en lugar de eso deja de retorcer
mis pezones lentamente y afloja la presión, pero no me suelta. Lo miro.
Como si él pudiera leer mi mente, explica:
—Te dolerá más si te suelto.
—¿Más que antes?
Asiente y luego pregunta:
—¿Por qué no puedes simplemente tomar lo que quieres?
No puedo encogerme de hombros porque sus manos están todavía en
mis pechos, sosteniéndome.
—¿Por qué me tienes que manipular? ¿Por qué no puedes
simplemente decir que quieres follar conmigo?
—Porque no quiero follar contigo. —Libera más presión y luego me
suelta. Esos ojos azules arden como llamas gemelas.
Mis pechos duelen debido a lo que hizo y porque se ha ido.
—Sí, quieres poseerme. Lo entiendo y no estoy en venta. Bueno, lo
estoy, pero eso es más como alquilar que comprar. —No tengo ni idea de lo
que estoy diciendo. Estoy enloquecida por lo que hizo y enfadada de que
consiguiera una confesión tan profunda, tan rápida, y luego decir que no
está interesado.
Levanto la mano para darle una bofetada en la cara. Cada vez, el
hombre agarra mi muñeca y me detiene, pero no esta vez. Hay un fuerte
crujido cuando mi palma húmeda cae sobre su mejilla. Sus ojos color
zafiro me miran sin remordimiento mientras retiro mi mano.
—No quiero comprarte. No quiero follarte. Pregúntame por qué, Avery.
Estoy temblando, preguntándome qué se apoderó de él. El agua está
caliente, pero tiemblo de todos modos y miro hacia otro lado.
—No. —No puedo entender por qué o qué quiere. No luego de todo lo
que hemos pasado. Me dan ganas de llorar. ¿Ya no me quiere más? ¿Sólo
quiere causarme dolor? No puedo lidiar con esto.
—¿No? —Suena sorprendido—. No puedes decir que no.
28 —Sí, puedo y lo acabo de hacer. —Me mira como si quisiera tirarme
contra la pared. Me cubro con mis brazos los pezones para que no pueda
hacerme decir algo más que lamentaré.
La mirada de Sean cae por un momento. Cuando me mira
nuevamente, sus ojos destellan.
—Si esa es la manera que lo quieres.
He ganado. Está retrocediendo. Sean se da la vuelta y abre la puerta
del baño. Se está yendo, pero luego se da vuelta y sonríe como un lobo
antes de entrar en la ducha conmigo. Chillo cuando el agua chorrea por
todas partes. Cae por sus mejillas y aplasta su cabello en su cara,
mientras Sean presiona mi espalda contra la pared de azulejo fría.
Respirando fuerte, trato de moverme, pero me sujeta.
—Pregúntame por qué. —Sus ojos buscan los míos y ya no estoy
segura de lo que va a decir—. Pregúntame por qué no quiero follar, o por
qué no quiero comprarte. Pregúntame por qué no te quiero compartir con
Black o alguien más. Pregúntame por qué mi polla está dura y aún estoy
usando pantalón, presionando mi cuerpo contra la mujer más bella que
existe. Pregúntame por qué ella está desnuda y yo no lo estoy.
Pregúntame, Avery. Pregúntame lo que quieras. Te lo ruego. —Hay una
súplica suave en su voz que casi me rompe, pero no puedo soportar
escuchar su respuesta.
No quiero hablar y tengo miedo de lo que tiene que decir, me temo
que es horrible y no puedo recibir más malas noticias sin desmoronarme.
Quiero que me tome en sus brazos y me tire contra su pecho. Quiero
dormir con él a mi lado y fingir que mi vida no se está cayendo a pedazos.
La pregunta que hago alivia el temor que me está estrangulando.
Mirando a sus ojos, aprieto los labios y digo:
—¿Puedes abrazarme?
Sean me atrae a sus brazos y me sostiene con fuerza. El agua sigue
derramándose sobre nosotros, y se queda así conmigo, hasta que pido ir a
la cama. Nos arrastramos debajo de las sábanas, Sean en bóxer, y yo
totalmente desnuda. Envuelve sus brazos alrededor de mí y me deja
acurrucarme en su pecho. Estoy en territorio prohibido y no sé cómo
llegué aquí. Resistiendo el impulso de tocar, cierro los ojos y trato de
dormir.
Algo cambió. Lo puedo sentir, simplemente no sé qué.

29
Capítulo 7
Traducido por Isa 229

S
ean tiene que dirigirse a Long Island y logro convencerlo para
que me regrese a la residencia de estudiantes por una hora más
o menos. Mi argumento para hacerlo era irrefutable. No tenga
ropa. No, no puede comprarme más porque necesito algunas cosas
específicas, cosas de chica para el trabajo, y están en mi dormitorio.
Además, necesito mis libros y toda la basura que fotocopié para mi
proyecto trimestral. Tengo que entregar esa cosa este fin de semana.
Sean vacila cuando finalmente nos detenemos delante de la residencia
para estudiantes.
—No me gusta esto, Avery.
Me deslizo de la parte trasera de su moto y desenfundo mi casco. Mi
cabello está aplastado en mi cabeza y estoy segura que tengo esa cosa
30 grasosa que utiliza el vendedor de carros de segunda mano.
—Sean, sé que estás preocupado por mí, pero Mel está allá arriba. ¿Y
has conocido a Amber? Los tipos malos tienen miedo de las arpías. Ella es
vil. Nadie se meterá conmigo mientras las dos estén ahí. No es como si
estuviera caminando por un oscuro callejón sola, en Halloween, con el
asesino del hacha suelto. No soy una DEPV.
—¿Y eso que significa?
—Demasiado estúpida para vivir. —No es mi intención reírme pero lo
hago—. ¿Qué, acaso vives en una cueva? —Hago un sonido de rugido y
pretendo arañarlo con una garra. Su cabeza se inclina de lado y está listo
para bajarse de la moto. Presionando mis manos en las suyas, agrego—:
En serio, Sean. Trátame como una adulta incluso si no sueno como una.
Si no me ocupo de mí misma, por lo menos un poquito, me volveré loca.
Esto es una pequeñez. Es de día. Es un maldito dormitorio.
Sean mira otra vez arriba al edificio y de vuelta hacia mí.
—Bien, pero subiré contigo. —Baja el soporte y empieza a apagar la
moto, pero lo detengo.
—No, no lo harás. Sean, tienes algo que hacer. Ve a hacerlo lo más
rápido que puedas y cuando vuelvas, ya habré empacado y estaré lista.
Dijiste que estarías calle abajo. Puedo llamarte si necesito ayuda. Lo
prometo.
Después de más ruegos y suplicas, Sean finalmente accede a dejarme
entrar sola. Regresará en un latido si lo necesito, y me hace jurar que lo
llamaré si algo no está bien.
La verdad es que nada está bien. Anoche estuve en la cama con él y
fue perfecto, de una manera surrealista. No tenía puesta ni una sola
prenda y no fue raro. No se sintió forzado. No me importó cómo lucía. Era
más sobre cómo me sentía y con los brazos de Sean a mi alrededor, me
sentí bien. Hace que mi estómago se retuerza al pensar en la
desesperación en sus ojos cuando quiso que le preguntara por qué estaba
fuera de límites. No quiero saber. Puedo jugar a fingir un poco más,
¿cierto?
¿Cuándo fingir se convirtió en una enfermedad mental? He tenido que
fingir día tras día que estoy bien, que no me estoy cayendo a pedazos.
¿Cómo es esto diferente? Sean es mi amigo. Puedo vivir con eso. De alguna
forma. Es injusto para mí esperar más de él. Sean es de la manera en que
es por un motivo. No me está pidiendo que deje mi equipaje detrás, no es
que pudiera. Además, no es realmente equipaje. Es más bien como
cicatrices. Esas no se marchan sin importar qué tipo de crema cara te
untes en ellas. Algunas personas dicen que las cicatrices forman el
carácter, pero yo creo que hacen puntos débiles en mi traje de armadura y
cuantas más cicatrices aparezcan sobre mi corazón, es más probable que
31 me traspase y nunca me despierte. No hay forma de que pase el día sin ese
traje. Algunas personas llaman a ese traje cordura, otros lo llaman la
capacidad de hacer frente a la vida. De cualquier manera, sé que el mío ha
sido grabado sobre mí, como si el ácido hubiera estando derramándose en
mi corazón durante años. La pieza que protege mi corazón es de un papel
delgado y muy frágil para protegerme de mucho más.
Por alguna razón, cuando Sean está alrededor de ello no se siente de
esa manera. Se siente como si alguien me hubiese curado y ese dolor
constante en el centro de mi pecho desaparece. La pena que me estrangula
en mis pesadillas se va. Puedo dormir cuando él está a mi lado. No hay
ninguna sombra tirando de mí en las aguas heladas y agarrando mi
cabello hasta que dejo de luchar y voy a la deriva bajo las olas.
Y eso es lo que pasa. La vida es una lucha constante. ¿Quién soy para
quejarme porque no es fácil? La vida de Mel ha sido mucho más horrible y
habría aplastado a una persona más débil. No podría caminar en sus
zapatos, ni un kilómetro. No sé cómo lo hace. No sé cómo encuentra la risa
cuando no hay ninguna.
Soy sacada de mis pensamientos cuando la manija de la puerta gira.
Me encorvo sobre el fregadero, hasta mis codos en las burbujas.
Esperando ver a Amber, hablo sobre mi hombro, diciendo sarcásticamente:
—Gracias por limpiar el cuarto.
Traducción: no limpió nada. Ella y uno de esos tipos a los que se tira
deben haber cocinado algo de pescado en el microonda y dejaron el plato
en el cuarto todo la noche. El olor cuando entré era tan malo que ninguna
cantidad de ambientador cubriría el hedor. Ya le he puesto lejía a los
platos sucios y he estado rociando Lysol desde que llegué aquí. Estoy
bastante segura de que hay una nube de niebla desinfectante que se
cierne en el centro del cuarto como una depresión tropical.
—De nada, pero no es mi desorden, nena. Amber estuvo con ese otro
tipo que ve cuando no estoy alrededor. —Tipo Desnudo está en el camino a
la puerta con unos vaqueros apenas subidos y sin camisa. Todavía hace
bastante frío para nevar.
Reprimo el impulso de hacer rodar mis ojos y friego con fuerza la
sartén repugnante en nuestro pequeño fregadero. ¿Sabes lo difícil que es
limpiar las ollas y sartenes en un micro-fregadero? Amber es una idiota.
Ese es el primer pensamiento que entra en mi mente y el segundo es más
alarmante: ¿Y si fue él? Tipo Desnudo es algo más bajo. Empujo mi
paranoia lejos y digo sobre mi hombro:
—Ella no está aquí.
Tipo Desnudo cierra la puerta detrás de él y camina a través del
cuarto hacia donde estoy. Se apoya contra el mostrador frente a mí y
32 sonríe.
—¿Ah, sí? Supongo que estará aquí pronto. ¿Te importa si espero?
Sí.
—No. Me voy en un segundo de todos modos. Mi amigo viene para
recogerme. Es un gran tipo aterrador. —Ja. Añado eso por si acaso, pero el
ingenio débil no parece importar. Así que no era él. Este tipo no podría
encontrar su salida de un barril. Está demasiado obsesionado con sus
pectorales.
Siento sus ojos a un lado de mi rostro y sé que me está mirando.
—Así que, ¿Amber y tú van a ir al laboratorio de astronomía para
mirar el meteorito este fin de semana? Oí que se supone que se verá
realmente genial desde allá arriba.
—No es lo mío, nena. Si una chica quiere ver grandes rocas, tengo un
par aquí mismo, que bastan —dice y agarra su entrepierna mientras se
retira del mostrador y se acerca a mí, lo cual hace que los vellos de mis
brazos se ericen. Ay, no puedo soportarlo. ¿Qué demonios ve Amber en
este perdedor? Todavía sosteniendo la sartén, doy vuelta para mirarlo. Hay
una sonrisa en sus labios a medida que sus ojos bajan a mi pecho y luego
regresa a mi rostro. Imbécil—. Pero no creo que eso sea de lo que
realmente desees hablar en este momento, ¿verdad? Quiero decir, no
después de la otra noche.
Trato de no reaccionar. Ese maldito vídeo fue visto por demasiadas
personas y estuvieron felices en dejarme saberlo cuando ingresé a la
residencia de estudiantes. Las muchachas me apodaron “puta”, muy
inteligente de su parte y los tipos dejaron sus ojos vagar sobre mi cuerpo
con la esperanza de que les diera un segundo vistazo. Supongo que Tipo
Desnudo está en el campo que me come con los ojos. Qué imbécil.
Mis ojos se entrecierran antes de hacerlos rodar.
—¿De qué noche estás hablando? ¿Aquella que jodiste con mi
compañera y me dejaron fuera? ¿O aquella donde los dos lo hicieron
contra la ventana de manera que todo el mundo en el campus pudo
verlos? —Camino hacia él y presiono un dedo en su pecho, aunque él se
cierne muy por encima de mí—. Vamos a dejar en claro una cosa, mi vida
sexual no es de tu maldita incumbencia y si quieres mantener tu cabeza
en tus hombros, no me mencionarás ese vídeo nunca más. —Me doy
vuelta de regreso al fregadero y friego la sartén con tanta fuerza que la
esponja se rompe.
Tipo Desnudo se cerca detrás de mí, lo que me pone muy nerviosa. Es
la paranoia, es todo. Este tipo no podría hacer daño a una pulga. Actúa
como si fuera todo un cabrón, pero no lo es. Mel lo ha sacado de aquí
tantas veces. Y cada vez, el tipo escapó gritando como una niña. Pero esta
vez, no corre. Me tenso cuando siento su respiración en mi cuello.
33 —¿Qué vídeo sería, Avery? Hubo tantos.
Mi cuerpo se tensa y agarro la sartén como si fuera una cuerda
salvadidas y estoy en caída libre. Está mintiendo. De ninguna manera él
sabe que hay más de un vídeo. Pero entonces, empuja su teléfono bajo mi
nariz y veo uno de los otros vídeos. El vídeo mío, desnuda y respirando con
dificultad, lista para mover la cámara mucho más abajo.
Sobresaliendo mi mano, trato de agarrar el teléfono, pero él no me
deja. Lo sostiene alto, justo fuera de alcance. La esponja sale volando y me
quedo allí, horrorizada, mientras mi voz llena mis oídos. Sube el volumen
de modo que puedo escucharme viniendo.
Debería llamar a Sean.
Debería matar a Tipo Desnudo y sepultarlo bajo la cama de Amber.
Necesito ese teléfono. Él no puede tener esos vídeos.
Embisto contra él otra vez y balanceo la sartén hacia su cabeza. Tipo
Desnudo chilla en una octava demasiado alta para un tipo de su tamaño.
—¡Vaya! No puedes darme una paliza por ser un cliente que paga. A la
señorita Black no le gustaría eso, ¿cierto? —No registro sus palabras hasta
que he intentado golpearlo dos veces más. Ambos intentos fueron salvajes
y sin pensar. Él se quita del camino y la sartén impacta en el mostrador,
enviando los restos del sonido horriblemente fuerte por arriba de mi brazo,
lo que me hace enloquecer.
—¿Me compraste? —le siseo y me inclino más abajo, sosteniendo la
sartén como una raqueta de tenis.
Tipo Desnudo parece menos satisfecho que hace unos momentos.
Asiente, ligeramente.
—Por supuesto, pero me dijeron que a ti no te importaría. ¿Por qué te
enojas?
—¿Quién dijo que no me importaría?
—¡La señorita Black! Dijo que eras una profesional. Voy a decirle que
eres una delirante perra sicótica, no puedes masturbarte una noche para
mí y luego golpearme al siguiente con una maldita sartén de freír. ¿Qué
diablos pasa contigo?
—¿Por qué subiste ese vídeo?
—Sí, claro. Como si hiciera algo así. Los vídeos son suficientes para
mí. Cuando Black dijo que trabajabas para ella, no lo podía creer. Le dije
que actuabas como una monja de mierda, y que por supuesto me gustaría
follarte. El vídeo sexual era un mal necesario, nena. Pensé que si me veías,
te marcharías. Así pues, cuando asumiste que era alguien más, seguí con
ello. ¿Quiero decir, por qué no?
Acomodando mi mandíbula, me balanceo en las talones de mis pies.
34 Quiero golpearlo con tanta fuerza que sus dientes se caigan.
—¿Cómo fue que ese vídeo fue a parar en línea?
—¿Cómo crees? —chilla—. Amber. Ella lo vio y creyó que teníamos
una aventura. Ella podrá ser una puta, pero es celosa. —Se ríe—. Es
gracioso que ustedes sean compañeras de cuarto. ¿Lo hacen cuando…?
—¡OHPORDIOSCIERRALABOCA! —Todas las palabras salieron juntas
mientras juntaba las piezas de lo sucedido. Bajé la sartén ligeramente y
Tipo Desnudo me interpreta incorrectamente. Estoy tratando de entender
qué demonios está sucediendo, pero él cree que es una invitación para
más. Su mano toca mi brazo y la sartén vuela hacia arriba e impacta en su
muñeca—. No. Me. Toques —le gruño las palabras y él retrocede acunando
su brazo.
—¡No tenías que golpearme!
—¿Cómo me pagaste? Eres una sanguijuela. —Y esta es la parte que
me asusta. Tipo Desnudo está arruinado. Vive de cosas de sus amigos y
amantes. Pide prestado dinero a Amber todo el tiempo y se ayuda de
nuestra comida. Llevaría su ropa si le quedara.
Se encoge de hombros mientras que sus ojos se ladean, siguiendo el
movimiento de la sartén freidora mientras la meto bajo mi brazo.
—No estoy totalmente arruinado, y quería darte la posibilidad de
zanjarlo antes del próximo fin de semana. Estaba siendo agradable, Avery.
Pero este sábado, no lo seré.
—¿Qué? —Mi voz apenas sale.
—Te reservé, nena. —Presiona su dedo en la punta de mi nariz y
sonríe—. Le dije a la señorita Black que quería a la chica más pervertida
que tuviera. Imagina mi sorpresa cuando me mostró tu foto. Así que,
prepárate para una jodida de verdad. —Se inclina y añade—: Porque hay
algunas cosas que Amber no haría y estoy contento de oír que harás
cualquier cosa por el precio correcto.
Mientras él habla, cada músculo de mi cuerpo se tensa. Mi cerebro le
dice a mi brazo que balancee la sartén en su cráneo, incluso si estoy
temblando. No sé si es la furia, la repugnancia o traición, pero lo hago… lo
balanceo. El brazo sosteniendo la sartén vuela desde mi lado y antes de
que Tipo Desnudo pueda parpadear impacta con su hombro. Es
demasiado alto. Fallé.
Sus ojos se estrechan en finas rendijas después que ahoga un grito.
Avanzando rápidamente, quita la sartén de mi mano y la avienta en la
cama de Amber antes de tomar mi muñeca y flexionarla a mis espaldas.
Me caigo sobre mis rodillas mientras las lágrimas se forman en mis ojos.
Tipo Desnudo tira mi brazo en la dirección que no quiere ir. Abro mi boca
para gritar, pero lo cubre con su gran mano. Inclinándose cerca de mi
oído, susurra:
35 —Vas a pagar por esto. —Tirando fuerte de mi brazo, Tipo Desnudo
me empuja adelante, soltando mi brazo a medida que suelto un aullido y
caigo en la alfombra.
Capítulo 8
Traducido por nikki leah

C
uando se da la vuelta, algo cambia. Todavía estoy doblada,
respirando con dificultad, y cuando levanto la vista, veo a
Amber de pie delante de Mel.
—¿Dónde diablos está Ferro? —dice Mel, apresurándose en la
habitación. Traté de decirle que estaba de vuelta, pero no estaba en su
dormitorio. Entonces el hedor me golpeó y olvidé enviarle un mensaje. Un
cuchillo aparece en la mano de Mel y arremete sobre Tipo Desnudo—.
¡Saca tu culo inmundo de aquí ahora mismo!
Tipo Desnudo se ríe al principio, como si estuviera bromeando, y
luego se vuelve sobre sus talones y corre. Está fuera de la puerta antes de
que Mel pueda apuñalarlo.
Mientras Mel lo persigue por el pasillo, Amber se acerca a ayudarme
36 en el suelo. Colocando su mano debajo de mi brazo, me levanta a mi cama.
—¿Estás bien? —Asiento, no queriendo hablar. Mi brazo está doliendo
y siento que mi cabeza va a abrirse en dos.
¿Cuánto escucho? Quiero enterrar mi cara en mi almohada y llorar. O
gritar. ¿Cómo encontró a Black? Mi mente está pensando en piezas
fragmentadas. Nada encaja. Un chillido agudo se hace eco desde el
campus abajo. Presiono mis dedos en mis sienes y pregunto:
—¿Lo apuñaló? —Espero que no. Eso arruinaría totalmente todo lo
que ha estado tratando de arreglar.
Amber se acerca a la ventana y se asoma.
—No, Mel lo ha tirado al suelo, de bruces, y está haciéndolo comer
tierra. —Se ríe a la ligera—. Deberías venir a ver. —Camino y miro el
espectáculo de abajo. Mel tiene su rostro en la tierra y está dándole de
comer el césped a la fuerza. La multitud observando se está haciendo más
grande, pero Mel sabe que no debe permanecer el tiempo suficiente para
que un profesor la atrape. Ella se levanta rápidamente, le da una patada
en el costado, y lanza un trozo de hierba en su cabeza. Amber no me mira.
En cambio, se queda mirando por la ventana a su novio—. No sabía que él
era así, contigo. Quiero decir, sabía que se acostaba con cualquiera, pero…
—No tuvimos sexo —dejo escapar—. Pensé que era alguien más o no
le habría enviado esos mensajes. Eran para este otro tipo. —Tomo una
respiración profunda y empujo mi cabello fuera de mi cara.
Amber no levantar sus ojos de la repisa de la ventana.
—Lo siento. Yo fui la que puso el vídeo en línea. No voy a publicar
ninguno de los otros. —Asiento, y no la miro. Por alguna razón, no estoy
enojada. No estoy realmente segura de por qué—. Así que, ¿era un número
equivocado? —Suena esperanzada, como si después de lo que acaba de ver
podría explicarse todo.
—No, él sabía que era yo, Amber. Y hubiera roto mi brazo si no
entrabas en ese momento.
Asiente, como si supiera.
—Tiene un mal genio.
Mel entra en la habitación y sacude con fuerza la suciedad de sus
manos. Hay una fina capa de sudor en su rostro.
—¿Dónde diablos está Ferro? Pensé que estabas con él y es por eso
que no necesitaba estar manteniendo un ojo en ti. Voy a rasgar a ese chico
un nuevo…
—Mel, para. Él me dejó para que yo pudiera agarrar mis cosas. Le dije
que me dejara sola.
—¿Y él te escuchó? —Planta las manos en las caderas y me da una
mirada de cuán-tonto-puede-ser.
37 —¿Quién es Ferro? —pregunta Amber.
Mel miente.
—Su primo, Señorita Narizotas. ¿Y por qué ese pedazo de basura
tiene esto? —Mel sostiene una llave—. Dijo que se la diste.
Amber tiene una mirada de preocupación en sus ojos, pero la esconde
rápidamente.
—Lo hice. Es mi cuarto, puedo hacer lo que quiera.
—No, no puedes Tonta de Porquería. No le estés dando llaves a nadie
o tomaré tu culo y lo arrojaré por la ventana. ¿Tenemos un acuerdo? —Mel
parece que está lista para agarrar a Amber en este mismo segundo.
Cuando mi compañera de cuarto no contesta, Mel da un paso hacia ella.
La sonrisa de suficiencia cae de la cara de Amber y sus manos se
alzan con las palmas hacia fuera.
—¡Muy bien! ¡No me toques! No voy a dar ninguna llave más.
—¿Quién más tiene una llave? —le pregunto, preocupada. Amber es
una idiota, pero no me di cuenta que parte de su tarjeta de visita incluía la
entrega de copias de las llaves de nuestra habitación.
Amber ríe nerviosamente y se encoge de hombros.
—Tu novio.
Los ojos caramelo de Mel se lanzan de golpe a un lado y se
encuentran con los míos antes de yo poder preguntar:
—¿Marty?
Amber se ríe.
—No el chico gay. El otro. Vino por aquí buscándote unas pocas
veces, esperando celebrar algo, pero no estabas alrededor. Me dio la botella
de champán y se fue. Le dije que estabas trabajando mucho y nunca
andabas por aquí. Él estaba tratando de sorprenderte con una cena
gourmet y un vino más costoso que mi carro —se encoge de hombros—,
así que le di una llave y le dije que podía tratar de encontrarte a última
hora del jueves. Es el único día que estás alrededor.
—Aww, joder. Amber, ¿cuán estúpida eres? —Mel suena enojada.
Sólo permanezco allí de pie y me pregunto si Amber está realmente
tratando de matarme o si es así de estúpida.
—Así que, ¿no sabes su nombre? ¿O no me dirás?
—No recuerdo. Él me dijo, ¡pero pensé que solo tenías un novio!
Estaba tratando de ayudar.
Mirando por encima a Mel, pregunto:
—¿Crees que es Henry Thomas?
38
Ella asiente. Cuando su mirada se dispara de nuevo hacia Amber,
pregunta:
—¿Hay algún otro sitio más donde te puedes quedar?
—¡No puedes echarme de mi habitación! —Amber se pone de pie y
empuja a Mel en el pecho.
Una de las cejas oscuras de Mel se levanta mientras una risa como de
cuento de hadas sale de su boca, sonando totalmente equivocado. Golpea
a un lado el dedo Amber y gruñe:
—Parece que eres demasiado estúpida para estar aquí y ya que
estamos hasta el cuello en una película de terror de la vida real,
complementada con acosadores psicópatas, pienso que podrías querer
optar por irte antes de que alguien te mate.
Amber parpadea sus grandes ojos demasiadas veces.
—¿Qué? ¿Ese tipo era un acosador?
Asiento y froto mis manos sobre mis ojos.
Sean escoge ese momento para aparecer. Toca la puerta con sus
nudillos y la abre empujándola, mirando dentro.
—¿Qué está mal?
Mel enloquece con él por haberme dejado sola, mientras Amber trata
de decirme algo que yo no puedo oír.
Sean finalmente levanta la mano, y grita:
—¡Suficiente! Avery, recoge tus cosas. Nos vamos.
Mel sigue de pie allí como si quisiera arrancar la cabeza a Sean.
—La tenía clavada en el suelo, Ferro. ¿Y dónde diablos estabas tú?
—Demasiado lejos —contesta finalmente. Mirando directamente a
Mel, dice—: No va a suceder de nuevo, y gracias.
—¿Por qué? —escupe Mel.
—Por golpear a ese tipo hasta derribarlo. Si yo lo hubiera hecho,
bueno, vamos a decir que fue mejor que tú entraras y no yo.
—Hmm. Significa que Tipo Desnudo sería una mancha para ahora. —
Mel asiente y rueda los ojos, como si Sean fuera un charlatán. La sangre
en su camisa de la otra noche sugeriría lo contrario. Me he preguntado de
qué se trataba y qué hizo, pero estoy muy segura de que no era la sangre
de Sean y eso significa que no quiero saber. Mel mete la mano en el bolsillo
de sus vaqueros y me entrega un trozo de plástico.
—¿Qué es esto?
Sonríe.
—El teléfono celular de Tipo Desnudo. Lo robé mientras estaba
39 pateando su culo.
Capítulo 9
Traducido por Fanny

M
is ojos se agrandan mientras aprieto el teléfono en mi mano.
La pantalla está rota, pero aún funciona. Lo enciendo y
encuentro mis vídeos. Oh, gracias a Dios. Paso el dedo
encima y solo veo algunas de mis fotografías, y unos cuantos vídeos no
están. Mirando a Amber, pregunto:
—¿Dónde está el resto?
Por una vez, Amber es útil y sólo responde la pregunta.
—Los borré. —Sonríe como una niña de cinco años en una tienda de
dulces, mostrando mucho sus dientes—. ¿Qué puedo decir? Soy del tipo
celosa.
—Quién lo diría —resopla Mel y sacude la cabeza.
—Lo sé, ¿verdad? —Amber ríe y se deja caer en su cama—. Él no tiene
40 copias en ningún lado. Pregunté.
—Pudo haber mentido —dice Sean sin rodeos.
Amber sacude la cabeza.
—No él. Le gusta presumir, y si los descargó a su computadora en su
dormitorio, sólo digamos que más vídeos hubieran aparecido esta mañana.
Además, tiende a mantener este tipo de cosas con él porque no le gusta
compartir. Hablando de eso, dame el teléfono. —Sostiene la mano fuera,
pero nadie se lo pasa. Amber suspira dramáticamente—. Mis vídeos
también están ahí. Quiero borrarlos antes de que el imbécil los publique
en todos lados. —Le entrego el teléfono y la dejo encontrar los archivos en
silencio.
Sean la observa y, por la tensión en sus brazos, sé que quiere golpear
algo. Mis nervios están del todo idos y siento como si fuera a perder el
control y estallar en una bola de mocos y lágrimas. Amber me lanza el
teléfono, el cual le entrego a Sean. Se mete el teléfono en el bolsillo y me
mira.
—Ven. —Inclina su cabeza hacia la puerta, como si debería de
seguirlo automáticamente.
¿Qué soy? ¿Un perro? Guau. Ahí voy Sean. Jadeo. Jadeo. A la mierda.
Voy detrás de él y camino por el pasillo con él y Mel. Ella aún está enojada.
Sé lo mucho que quiere arrancarle la cabeza. Su mandíbula está tensa y
finalmente se desquicia en el centro de la escalera.
—No confió en ti cuando se trata de ella —dice Mel mientras pisa las
escaleras metálicas.
—Nadie te pidió que lo hicieras. —La clásica respuesta de Sean y,
como siempre, estoy atrapada en el medio.
—Chicos, deténganse. —Soy tan educada. Podría haber terminado la
Crisis de los Misiles de Cuba en un día. ¿Acabas de ver esa gran sobre
acción diplomática? ¡Booom! Sí. Bien, soy pésima para detener peleas y sé
que ambos están rebosantes de estrés y listos para matar a cualquiera que
se meta en su camino, incluyendo a conejitos peludos. Dios salve a los
conejitos.
Se detienen en el piso de abajo, listos para luchar, verbalmente o con
armas, es difícil saber con estos dos.
—Tenías una tarea, Ferro, ¡y la dejaste sola! ¿Qué tan malditamente
estúpido eres? —Mel se muerde los labios ya que se enroscan en una
mueca de desprecio.
Sean la enfrenta y camina directamente hacia ella.
—No eres la única que se preocupa por ella, así que deja de actuar
41 como si lo fueses. No había manera de saber quién estaba tratando de
lastimarla.
—¡Era él, imbécil! —grita Mel y apunta arriba de las escaleras hacia
mi cuarto.
—En serio, chicos, deténganse. —Nadie me escucha. Podría brincar
sobre la barandilla. Me pregunto si podría deslizarme por una barandilla
como Spiderman. Probablemente me arrancaría los brazos, lo que significa
que Peter Parker es mucho más genial que yo.
Mel y Sean están uno frente al otro, gruñendo como animales
rabiosos. Odio escuchar a la gente pelear. Hace que mi mente divague por
rutas un poco dementes, así no tengo que soportar los gritos. Mi mamá
debe haberme tirado de las escaleras cuando era bebé.
Ah, qué demonios. Tiro mi pierna sobre la barandilla de metal hasta
que ambos pies están en el lado equivocado.
Sean se voltea y me mira con los ojos bien abiertos.
—¿Qué estás haciendo?
Mel me mira como si estuviera loca. A lo mejor lo estoy, porque tengo
miedo a las alturas y en verdad no me importa que sea una caída larga.
—Trae tu escuálido trasero de vuelta aquí. No estoy jugando contigo,
Avery. ¡Qué Dios me ayude! —En serio da un pisotón. En mí se vería
ridículo, pero en Mel se ve amenazante. Probablemente tiene que ver con el
enojo en sus ojos y la ira en su rostro. Pienso en Rumplestiltskin antes de
que cayera al suelo. Berrinche al máximo, hombre.
—Odio esto —digo sin mirarlos directamente. En vez de eso, mis ojos
viajan al piso de cemento frente a mí. Está realmente sucio—. Odio no
saber qué está pasando o quién está tratando de lastimarme. Odio que
ustedes dos piensen que tienen que cuidarme, que soy demasiado
estúpida para cuidarme yo sola.
—Avery —Mel ríe mi nombre—, estás parada en el lado equivocado de
la barandilla como para decir cosas como esas.
Los ojos de Sean están sobre mí, pero no se mueve o habla. No regaña
a Mel o levanta su mano, pero siento su mirada a un lado de mi rostro y
siento la preocupación en sus ojos.
—Una caída de esta altura me rompería la pierna o el tobillo. No me
mal entiendan, eso apestaría —digo y vuelvo a su lado de la barandilla.
Sentada en la cima de la cosa, añado—: Puedo cuidar de mí misma la
mayoría de los días.
—Eso no ha ocurrido últimamente, cariño —responde Mel. Cuando no
me bajo de la barandilla, bate sus brazos y grita como si no pudiera
soportarlo—. ¡Bájate de la barandilla! ¡Me estás asustando! ¡Bájate!
¡Bájate! ¡Bájate! —La diatriba es suficiente para que Sean la mire. Mel
42 toma una respiración aguda como si estuviera tratando de no llorar.
Algo se agita en mi estómago y sé que está reaccionando a algo de su
pasado. Alguien le hizo algo así y no puede soportar verme ahora de esta
forma. Me deslizo y camino hacia ella, abrazándola.
—Lo siento, Mel. No quise asustarte. —Soltándola, doy un paso atrás.
La actuación de cara dura de Mel regresa mientras se limpia los ojos.
—Bien. Como sea.
Finalmente, Sean dice:
—¿Por qué no vienes con nosotros?
Pero Mel sacude la cabeza.
—Nah, tengo trabajo que hacer, y tengo que conseguir un vestido
nuevo para este fin de semana. Sólo mantenla a salvo. —Mel se voltea
abruptamente y corre por las escaleras.
Sean presiona sus labios juntos y me mira. Hay una pregunta en sus
ojos, pero no sé qué quiere saber.
—Entonces —dice y toma mi mano. Comenzamos a caminar por las
escaleras de nuevo—. Habría pensado que eres una niña lanzando una
rabieta.
—No fue una rabieta.
Sonríe pero no dice nada. Cuando empujamos las puertas que llevan
hacia fuera, pregunta:
—Entonces, ¿cuánto tiempo? —La brillante moto está estacionada en
la parte trasera del estacionamiento. El aire es fresco y la luz del sol sobre
mi piel se siente bien. Deseo que fuese verano y pudiese pasar todo el día
en la playa haciendo nada. Técnicamente, creo que esos son dos deseos.
No puedo recordar la última vez que hice nada.
—¿Cuánto tiempo qué?
Una apretada sonrisa se propaga sobre el rostro de Sean, como si
estuviese tratando de ocultar su juicio. Traga duro y me mira por las
comisuras de sus ojos.
—¿Cuánto tiempo estuvieron ustedes dos juntos?
Mis cejas de juntan.
—La idea de Tipo Desnudo y yo juntos me da ganas de vomitar.
—No él. Ella. —Mueve el dedo pulgar en dirección a la residencia.
Hacia Mel.
Me volteo para mirarlo con mi mandíbula arrastrándose sobre el
asfalto. Por un momento no hay palabras. Sus ojos azul cristalino
encuentran los míos y parecen preocupados, como si hubiese amado a
43 alguien más todo este tiempo y no a él. Mi barbilla se mueve de un lado a
otro como si no tuviese hueso.
—No estuvimos juntas. —Bien podría estar escupiendo porque estoy
tartamudeando mucho.
Él parece sorprendido.
—¿En serio? ¿Para nada? Porque no lo vi hasta ahora, pero se
preocupa mucho por ti.
—¡Como una amiga!
Sean sacude la cabeza y mira hacia la residencia.
—Para ti, tal vez. Es más para ella, mucho más.
—Estás loco.
—¿Como estaba loco con Marty? —Sean se para frente a su moto,
desabrocha el casco, y me entrega el mío.
—Eso no es lo mismo.
—Es completamente igual.
No sé qué pensar sobre eso. Miro hacia la residencia y me pregunto si
tiene razón.
—Mel nunca jamás me ha dado la vibra de que le gustan las chicas.
Sean tira una pierna sobre la moto y la enciende.
—Tal vez sólo le gustas tú. —Me sonríe y añade—: A muchos de
nosotros nos gustas. Podría hacer una lista y apenas conozco a la gente
con la que estás en contacto cada día. Eres adictiva. Sex appeal sin parar.
Mis ojos golpean el piso con los cumplidos. Me derriban y me
desconcentran ya que no ha estado actuando de esa manera a mi
alrededor. Mirando hacia arriba un poco, digo:
—Pensé que no iba a haber más plática sobre sexo, señor Ferro.
—Nunca dije eso, señorita Stanz.
—Dijiste que no me querías. —Casi me ahogo con las palabas.
Forman un nudo en mi garganta que me estrangula incluso después de
decirlas. Aunque quiero, no puedo ni mirarlo. No quiero que me importe,
pero me importa. Aún uso el anillo de compromiso que le compré alrededor
de mi cuello. No podía quitármelo. Trago duro y siento las manos de Sean
envueltas alrededor de la mías y me jala hacía él. Mis ojos siguen bajos,
examinando sus piernas vestidas en vaqueros y esos sexys muslos.
—Dije que no quería follarte, lo que es muy diferente. —Por un
momento, ninguno habla. Los cálidos dedos de Sean se sienten bien sobre
mi fría piel. Miro sus manos y me doy cuenta que encajan con las mías,
como su hubiesen sido hechas para mí. Ah, las reflexiones de una chica
loca. No creo que Sean Ferro haya sido forjado para alguien—. Pregúntame
44 por qué.
Su voz es tan suave, tan cuidadosa que me hace mirar hacia arriba.
Nuestros ojos se encuentran y mi estómago se hunde.
—Porque ya no me quieres comprar.
—No. —Sonríe—. Pregúntame.
Abriendo mis labios, trato de preguntar, pero no puedo. ¿Y si es algo
horrible? Tolo lo que quiso de mí desde el primer día fue follar. El sexo no
es una expresión de amor para él, así que no puede ser eso. Sin embargo,
ya que eso es lo que más quiero, no pudo soportar el pensamiento de
escuchar algo más. Estoy tan dañada, tan increíblemente jodida que
preferiría vivir en mi cabeza, así que cierro la boca y sacudo la cabeza.
—¿No? —Inclina su cabeza a un lado y trata de encontrar mi
mirada—. ¿No me preguntarás?
Sacudiendo la cabeza de nuevo, susurro:
—No me digas esas cosas. Sabes cómo es todo, Sean. No puedes… —
Me rompo y lo miro a los ojos—. Te conozco, eso es todo. No tienes que
decir cosas para mi beneficio.
—¿Crees que estoy fingiendo? —Suena sorprendido, pero la manera
en la que me mira dice otra cosa, como si fuese un gatito maltratado—. Te
dije que te amo. Te pedí estar conmigo. Nunca le dije esas cosas a nadie,
no desde antes de Amanda…
Eso debería hacerme feliz, pero no es así. En vez de eso, me llena con
desesperación. Sean merece felicidad y no la encontrará conmigo. Tal vez
sólo nos estamos succionando el uno al otro. Tal vez Mel tenía razón y dos
personas destrozadas no se pueden salvar mutuamente. Tal vez Sean sólo
es otra persona con la que hablar en el camino.
—¿Puedes… hacer algo por mí? —Me ahogo con las palabras, en parte
porque no quiero pedírselo y en parte porque quiero que él lo ofrezca.
—Lo que sea.
No quiero pedirlo, pero tengo que hacerlo.
—¿Puedes comprarme por unos días? O sea, ya que estás aquí y a la
señorita Black no le va a gustar que estés conmigo sin pagar. Además,
estaba enojada cuando te perdí. Y Tipo Desnudo dijo que me reservó este
fin de semana. Preferiría no experimentar eso. —Mi labio se curva con un
disgusto que es imposible ocultar. Además, estoy bastante segura que
clavará mi culo al piso.
Todo el rostro de Sean es de simpatía, justo hasta que menciono a
Tipo Desnudo. En un instante, todas sus emociones desaparecen. Saca su
teléfono. La señorita Black está en marcación rápida. ¿Sé elegirlos o qué?
Nunca se sabe cuándo se necesita una prostituta en un instante. Soy una
imbécil. Además, quién soy para juzgar. Después de todo, soy la chica que
45 es la prostituta.
Mordiéndome el labio, me quedo mirando mis botas mientras él
llama. Escucho a alguien contestar y Sean responde.
—Sí, de hecho, lo hago. El mismo arreglo que la última vez. Sí, la
misma chica. En realidad —pausa y me mira—, mándeme dos. Sí,
preferiblemente la que me enviaron antes con la piel oscura y lengua
afilada. Sí, exacto. Las quiero a ambas. ¿Es un problema? Bien. —Hay una
pausa y Sean mira su reloj—. A las nueve está bien. Eso cuesta más que
cada una separadamente. —Está en silencio por un momento y sacude la
cabeza—. De acuerdo, pero déjelas a ese precio por las próximas tres
semanas. Resulta que no me voy de la ciudad por un tiempo. Sí… hecho.
Sonriendo demasiado para hablar, salto hacia Sean y lo abrazo fuerte.
—¿Me compraste a mí y a mi mejor amiga? No estás esperando que
nos besemos enfrente de ti, ¿verdad? —lo molesto.
—No. Dios, trato de darles una noche libre y…
Grito demasiado fuerte.
—¡Aww! ¡Eres un hombre tan bueno!
Sean ríe mientras aplasto sus costillas.
—Solo tú estarías contenta porque compré a dos prostitutas. —La
sonrisa en su rostro es profunda y revela el pequeño hoyuelo sobre su
mejilla que tanto amo.
Chillo y salto sobre la parte trasera de la moto de Sean, apretándolo
fuerte con mis muslos mientras acelera el motor y arranca aún riendo.

46
Capítulo 10
Traducido por Jane

S
ean conduce a Ocean Parkway hasta la playa Jones, donde
pasamos una buena parte de la tarde. Es lo más cercano a mi
deseo que puedo conseguir. Acostada de espaldas en la arena,
veo las olas golpear la orilla. Se ve diferente a antes del huracán Sandy. El
lugar tiene un ambiente diferente, como si debajo de las nuevas capas de
arena y hierba de la duna, todavía estuviera devastada, o tal vez soy yo la
que se siente de esa manera. Todos los días se sienten como un acto de
equilibrio entre tratar de mantener los pies en la realidad y pretender estar
lejos de mis problemas. Demasiada realidad a la vez es algo malo y ya he
tenido demasiadas cosas malas para durar toda la vida.
Me estremecí hace unos momentos y Sean se levantó sin decir una
palabra. Observé su ancha espalda en esa apretada camiseta negra, y esos
vaqueros que abrazaban sus caderas a la perfección, mientras se acercaba
47 a la tienda y desaparecía en el interior. Un momento después volvió con
una manta de gran tamaño y humeantes tazas de algo bueno.
Me siento con mis brazos alrededor de mis tobillos y lo dejo colgar la
manta sobre mis hombros.
—¿Chocolate caliente o café? —pregunta él.
—Oh, chocolate por favor. —Sean me lo da y se sienta, así estamos
cadera a cadera. Me he quitado las botas, pero Sean todavía lleva las
suyas. Golpeo su hombro suavemente—. Debería haber un letrero de:
PROHIBIDAS LAS BOTAS EN LA PLAYA.
Sean mira hacia sus botas después de tomar un sorbo de su café.
—Me alegra que no lo haya.
—¿Por qué posiblemente dirías algo tan horrible? —Sonrío hacia él
por encima de mi taza y trato de tomar un sorbo. El vapor se desplaza
hacia mis labios y calienta mi nariz.
Sean observa sus botas y luego hacia a mí.
—No quería tener que decirte esto, Avery, pero… no me gusta la
sensación de la arena entre los dedos de mis pies.
Mis ojos se abren como platos y escupo el chocolate en mi boca,
tosiendo.
—¡No! ¡No puedes decir eso! —Vuelvo a pensar en las otras veces que
estuvimos en la playa y nunca dijo nada. Estoy cuestionando todo en base
a esta declaración, como si fuera un punto crucial en nuestra relación,
cuando Sean se echa a reír.
Cuando me vuelvo a mirarlo, él dice:
—Estoy bromeando. Soy demasiado perezoso para quitarme las botas.
Estrechando los ojos, le doy una mirada asesina, antes de devolver la
vista a mi chocolate caliente. Realmente, en serio, quiero conservarlo, pero
no hay manera de que pueda resistir. Colocando la taza sobre la mesa en
la arena, me paro y me sacudo, como si me hubiera ofendido.
—No podemos seguir siendo amigos, señor Ferro. No bromeo sobre la
playa.
Sean puede decir que no hablo en serio, pero no reacciona, lo que
funciona bien para mí cuando me giro y arremeto contra sus botas.
Agarrando una, envuelvo mis brazos alrededor y tiro. Sean voltea hacia
atrás y hace un sonido sorprendido mientras yo tiro más fuerte. Bueno, a
la mierda. Están atascadas. Lleva botas de motorista reales de modo que
son rígidas como el infierno y no se deslizan sobre su tobillo.
Hay una expresión que he escuchado, pero nunca la entendí
realmente hasta ese segundo: Si tienes a un tigre por la cola, no lo dejes ir.
48 Echando un vistazo a los ojos de Sean, veo en qué nivel de jodida estoy, y
está entre el naranja o DEFCON 1, dependiendo de cómo se mire.
DEFCON suena más rudo que los colores. Me gusta decirlo en voz alta
cuando no hay nadie alrededor. El gobierno probablemente interceptó mi
teléfono y me asignó mi propio agente porque digo DEFCON demasiado. Si
alguna vez tengo un perro, ¿adivina cuál será su nombre? ¡DEFCON el
perro rudo!
Bueno, volvamos al presente donde estoy tirando de la pierna de
Sean, literalmente. Podría dejarlo ir y esperar una leve retribución, o
puedo seguir tirando y arrastrar su trasero en las olas. Una sonrisa
maliciosa se desliza por mi cara mientras tiro de su tobillo rápido y duro.
Sean sólo consigue sentarse cuando empiezo a correr con una pierna en
mis manos. Él grita y cae de nuevo en la arena mientras lo arrastro tan
rápido como puedo hacia el agua.
Mi problema es seguir adelante. Tengo un montón de determinación,
de manera que no es lo que me detiene. Es que estoy demasiado
emocionada. Las risitas se apoderan de mí cuando veo su cara. Sean se da
cuenta de lo que estoy haciendo y parece un personaje de dibujos
animados, lo que se ve tan mal en él, que no puedo parar de reír.
Los labios de Sean se retuercen en una sonrisa un segundo después.
—Estás muerta, Stanz.
—Sí, bueno, tienes que lograr levantarte primero, Ferro. —Hincando
mis talones en la arena, tiro más rápido. La arena está húmeda y fría bajo
mis pies. Ya casi llegamos. Sean entierra sus dedos en la playa, como si
eso me detendrá.
—Si haces que me moje…
Me rio y suelto:
—Psh. Como si yo alguna vez estuviera seca a tu alrededor. —Una
sonrisa salvaje cruza mi cara mientras mis mejillas arden.
Sean parpadea hacia mí y deja de luchar.
—No acabas de decir eso.
¡Ja! ¡Una sexy distracción! Justo lo que necesitaba. Sigo tirando y
puedo sentir el agua fría bajo la arena ahora. Las olas se estrellan justo
detrás de mí. Mi plan es tirarlo hacia una ola y luego correr como el
infierno en otra dirección. Buen plan, ¿verdad?
—Creo que lo hice. —Rio. Las malditas risitas me dan tantas
cosquillas que mi cuerpo está temblando.
Sean me mira fijamente, sin darse cuenta que la siguiente ola se
estrellará contra nosotros. La playa está húmeda y es cada vez más difícil
tirar de él. Sólo un poco más. Me esfuerzo, pero la arena se ha acumulado
49 alrededor de su perfecto trasero, así que ahora tengo que tirar de él a
través de una colina.
Sean se estremece, como si acabara de darse cuenta que va a
mojarse. Sus ojos azules se abren como platos al ver la gran ola que viene.
Lo suficientemente cerca. Dejando caer su pie, trato de apartarme y correr
en sentido contrario de nuevo hacia tierra firme, pero Sean se las arregla
para dar vuelta y agarrar mi tobillo. Caigo de bruces en la arena y las
manos de Sean agarran mis tobillos, luego mis pantorrillas, y finalmente,
mis caderas. Me da la vuelta para que esté encima de él.
Justo cuando la ola está a punto de mojarnos, él sonríe como un niño
pequeño, y dice:
—Debería haberme quitado las botas, ¿eh?
La playa dispone de dos tipos de agua, y eso se basa en la temporada.
Puedes tener el placer de nadar en agua tan fría, o en la maravilla invernal
llamada santa-mierda-estás-loco agua fría como el iceberg. Se puede saber
cuál es por los improperios provenientes de las bocas de las personas
cuando entran. No tuvimos esa oportunidad, pero era la última. Gélida.
Con un pingüino en la parte superior. Joder.
La ola nos moja, tragándonos a Sean y a mí enteros. Él no me suelta,
pero puedo sentir el océano tirando de nosotros hacia atrás mientras la ola
se retira. La arena corre por mis manos mientras trato de alejarme. De
alguna manera, Sean logra incorporarse y sostenerme en sus brazos. Hay
algas enredadas en mi cabello y tocando mi rostro, y mi ropa interior está
en su mayoría, llena de arena en este punto.
Estoy temblando y gritando, pero Sean se ríe.
—¡Eres un culo! —Golpeo mis puños en su pecho y trato de
levantarme. Otra ola está a punto de acercarse. Los dedos de Sean se
cierran alrededor de mi cintura.
Cuando miro hacia él, sus ojos brillan con malicia, y niega con la
cabeza.
—Y es un culo precioso también, o eso me han dicho. —Él me
sonríe—. Prepárate para la segunda ronda.
—No lo harías.
—Lo haría. —Sus brazos se aprietan alrededor de mi cintura,
mientras helada agua fría choca contra mi espalda. Gritando, me aferro a
él y me sostengo.
Cuando el agua se precipita de nuevo al océano empiezo a reír otra
vez. Mi cabello está goteando cubos de hielo por mi espalda. Me
estremezco y lo miro. Sean pocas veces se ve tan feliz. Es como si cada
preocupación, cada dolor que ha tenido, hubiera sido arrasado. Me hace
querer quedarme aquí con él, lo cual es una locura completa, porque hace
50 mucho frío.
—Creo que hay carámbanos en mi ropa interior.
—No hables de tu ropa interior a menos que quieras que te la
arranque.
Rio demasiado. Después me las arreglo para poner una expresión
seria, bajo mi voz y hablo en serio.
—Señor Ferro.
—Señorita Stanz. —Sus ojos miran fijamente los míos, pero las
comisuras de sus labios se contraen como si estuviera reprimiendo una
sonrisa.
—¿Cuándo nos volvimos tan formales?
—No lo hicimos —dice a la ligera—. Solo me llamas por mi nombre
propio cuando estás excitada.
Mi cara se arruga mientras mi mandíbula cae. Estoy lista para
contestar, negar su acusación hasta la muerte, pero una ola golpea mi
espalda y grito mientras caigo contra él. No tenía idea de que mi voz
pudiera llegar a esa nota, o que Sean pudiera reír tanto. Sus cálidas
manos me mantienen en lugar en su regazo mientras la arena alrededor
nos arrastra de nuevo en el océano con la ola. Sus caderas están medio
enterradas.
Mi camisa está congelada y pegada a mi cuerpo. Cuando respiro se
siente como si tratara de succionar conos de nieve, pero jadeo porque Sean
me quita el aliento. Siempre lo hace. Mis ojos se desvían hacia su boca, a
esos labios perfectos y esa hermosa sonrisa. Por un segundo, se siente
real. No soy su puta. No soy su amiga. No soy su amante, pero quiero
serlo. Quiero ser cualquier cosa y todo, así que me inclino antes de que
deje de sonreír y presiono mi boca contra la suya. El calor, la calidez de
sus labios, se encuentra en fuerte contraste con el agua fría. Cuando
siento su sonrisa desvanecerse, me retiro y veo sus ojos. No sé lo que estoy
buscando, pero se siente como si tuviera que encontrarlo allí.
Sin embargo, su mirada cae. Al principio creo que está mirando mi
pecho. Podría conseguir una herida punzante, mis pezones están así de
duros. ¿Por qué siento como si crucé una línea? La decepción me inunda
hasta que me doy cuenta que está mirando el anillo alrededor de mi cuello.
Está debajo de mi camisa, pegada a mi pecho. Otra ola nos moja, pero
Sean logra tirar del anillo antes de que el agua se vaya.
—¿Todavía lo llevas puesto? —Suena sorprendido y parpadea un par
de veces, como si la pieza de joyería desaparecerá si mirase hacia otro
lado.
Me encojo de hombros, como si no significara nada.
51 —Sólo cerca de ti.
—Siempre estás cerca de mí. —Sean levanta la mirada lentamente,
con el rostro inexpresivo.
—Entonces, voy a usarlo por un tiempo. —Me rio con inquietud y
presiono mi dedo en su nariz como si fuera un niño pequeño—. No puedes
olvidar lo que perdiste.
—No, no queremos eso. —Sus ojos se desplazan hacia abajo y mira de
lado a lado, explorando la playa. No sé lo que quiere decir, si me está
tomando el pelo o si está hablando en serio.
De cualquier manera, no quiero arruinar lo que acaba de suceder.
Después de todo lo que se ha derrumbado a mi alrededor, lo necesitaba
tanto y Sean parecía saberlo. Me empujo fuera de su regazo y extiendo mi
mano hacia él. Mi ropa se pega a mi cuerpo y tiemblo a medida que el
viento me golpea. Deja muy poco a la imaginación cuando la ropa se pega
a la piel.
Sean toma mi mano y se las arregla para levantarse antes de que la
próxima ola se acerque. Me tira contra él y me susurra al oído:
—Tenemos que hacer algo para entrar en calor.
Aprieto los labios, sin dejar de sonreír con tanta fuerza que me duele
la cara.
—Ah, mis servicios de prostituta no empiezan hasta las siete.
—No, querida. —Sean se inclina y susurra en mi oído—: Me temo que
entendiste mal. Yo te serviré.
Riendo, chasqueo los dedos.
—¿Pantalón deportivo y chocolate caliente? —Él asiente y frota las
manos por mi espalda, empujándome contra él—. ¿Sopa caliente y pan
fresco? ¡Oooh! ¿Sopa de langosta? —Estoy a punto de tener un orgasmo
pensando en ello. Tengo mucho frío y el solo pensamiento de cualquier
cosa caliente me estimula todos los caminos correctos.
Mmmm. Sopa.
Sean me da una sonrisa torcida, revelando ese hoyuelo de nuevo.
—Todo lo que quieras. Cualquier cosa. —Él hace un guiño y me
carcajeo.
—Podría querer algo más que sopa. —Quizás. Quitarme la ropa suena
placentera en este momento, pero creo que estar desnudo debe ser mejor.
Soy una completa Paleta-Avery con dientes castañeante.
Sean se ríe y me sostiene fuerte. Levanta mis pies de la tierra,
haciéndome girar en un círculo. Cuando me baja, presiona su frente
contra la mía y dice:
—Esperaba que dijeras eso.
52
Capítulo 11
Traducido por nikki leah

S
ean compra un camión cargado de basura JONES BEACH del
proveedor ya que ninguno de nosotros trajo un cambio de ropa
y pronto estamos caminando por el nuevo paseo marítimo, de la
mano.
—¿A dónde vamos? Me prometiste sopa, Ferro. No jodas conmigo.
Todavía estoy congelada.
Sean hace un ruido en la parte posterior de su garganta que suena un
montón a un zumbido antes de que él mire hacia mí.
—A su debido tiempo, pequeña.
—¿Pequeña? ¿Eres Yoda ahora? ¿Sensei? ¿O qué? Además, prefiero
no muy alta… y una taza de sopa. —Piso fuerte mis chanclas y cruzo los
brazos sobre el pecho.
53 Sean se detiene y me sonríe, deslizando sus dedos bajo el dobladillo
de mi enorme sudadera hasta el culo mientras me mira.
—Eres como un bebé cuando tienes hambre.
Mi labio inferior sobresale y estoy lloriqueando:
—No lo soy. —Antes de que pueda detenerme. Un millón de excusas
llenan mi cabeza, pero me doy cuenta que no tengo que decir ninguna de
ellas. Sean no se queja. De hecho, parece que le gusta.
Huh, resulta que mi mamá estaba equivocada. El lloriqueo no es poco
atractivo. Deseo que ella estuviera aquí para tener esa discusión. Mis
pensamientos fluyen un poco más antes de que mire hacia él de nuevo. Es
irreal cuántos pensamientos diferentes pueden volar a través de mi mente
a la vez. No soy una persona lógica. Mi mente es un vórtice, siempre
arremolinándose como un tornado, destrozando todo lo que estoy viendo y
escuchando y tratando de hacer sentido de ello. Como el hombre de pie
frente a mí. Esta es una versión más suave de Sean. He visto esta edición
unas pocas veces y sé que no seguirá así por mucho tiempo. Es algo sobre
este lugar, o que está intencionalmente con la guardia baja en estos
momentos. O tal vez es porque se mojó y le di de comer después de la
medianoche. No tengo idea de lo que le hizo actuar así este día, pero me
gustaría ver más de este lado de él. Sean parece mantenerlo encerrado,
como si este lado de su personalidad no existiera. Tal vez eso es lo que
quiere que la gente piense, porque esta parte de él es claramente
vulnerable. Incluso yo puedo verlo.
Desliza su mano por debajo de mi sudadera y dice:
—¿Y si te digo que tengo la cena toda arreglada, pero olvidé la sopa?
Las esquinas de mi boca se ladean hacia abajo mientras considero su
declaración.
—¿No hay sopa?
—Lo dudo seriamente. Así está esto, le provoqué al chef un infarto
diciéndole que haga la cena tan rápido. Casi propuse hamburguesas, pero
creo que me habría despedido. —Sean besa mi mejilla y luego toma mi
mano, tirando de mí hacia uno de los edificios cerrados. Supongo que
caminaremos bajo el pórtico y fuera de la zona de estacionamiento en el
otro lado, pero se para y tira de la puerta, abriéndola para mí.
—¿Vamos a saquear una tienda de regalos del parque estatal? —
bromeo, y miro por encima de mi hombro a él—. ¡Oh! ¡Me pido los pases
para el parque! ¡Voy a cubrirme de calcomanías del Pasaporte Empire! —
Hay una enorme sonrisa en mi cara. Probablemente parezco como un
payaso de circo trastornado.
—¿De qué estás hablando?
54 —La cosita de pase de estacionamiento que se pega en la ventanilla
del carro de modo que puedes entrar al parque de forma gratuita. No sales
mucho, ¿verdad?
Sean sostiene la puerta mientras estoy allí, mirando hacia él.
—Me haces dudar seriamente sobre ti. Es como si hay una vieja dama
y una niñita luchando por el control de tu cerebro.
Golpeteo su nariz y rio.
—La vieja dama ganó esta noche, hijito. ¡Está un poco cascarrabias
desde que se enteró que no va a comer ninguna sopa!
Sonriendo, él dice:
—Ve adentro, lunática.
—Oblígame, señor Ferro. —Lo digo a la ligera, en broma. No creo que
Sean hará nada. Nunca lo hace, así que cuando él se inclina más cerca, su
rostro a un soplo del mío, y hace un sonido ronroneante en la parte de
atrás de su garganta, mi mandíbula cae. Tan pronto como se detiene,
quiero oírlo otra vez. No puedo recordar por qué estamos de pie en una
puerta o de qué estábamos hablando. Ese sonido es más raro que ese
hoyuelo, que ha estado pidiendo ser lamido todo el día. ¿Sabes lo difícil
que es NO lamer a Sean Ferro? Añade ese hoyuelo y estoy perdida. Pero el
profundo y ronco sonido que vino de Sean, de mi Sean, oh Dios mío,
mátenme ahora. Podría morir feliz.
—¿Excitada de nuevo, señorita Stanz?
Presionando mis labios juntos, dejo de estar boquiabierta y golpeo su
costado.
—Imbécil.
Él se ríe.
—Traducción: infiernos, sí. —Miro por encima de mi hombro mientras
caminamos a través del umbral, y me pregunto si lo conozco en absoluto.
Desde que me sigo preguntando eso, supongo que no lo hago. Cuando
conoces a una persona, dejan de sorprenderte, ¿no? Si hace algo más
podría morir de sorpresa. Uuuups. Hablé demasiado pronto.
Mis pies se detienen de repente mientras mi boca cae abierta.
—¿Qué hiciste? —La pequeña tienda ha sido despejada de modo que
solo hay una única mesa, con velas encendidas y dos sillas. Blancas luces
parpadeantes rodean la habitación, escondidas en la pálida tela fluida que
imita las olas. El sonido y el olor del océano llenan mi cabeza, pero la
chimenea junto a la mesa calienta la habitación. Los olores del otoño, el
agua de mar, y la madera crujiendo se mezclan juntos.
—Pensé que podrías necesitar una noche agradable. —Sean suena
inseguro, como si no estuviera seguro de si me gusta esto.
55 Girando lentamente, miro a él.
—¿Hiciste esto para mí? —Asiente—. ¿Cuándo? —Aparte del altercado
con Tipo Desnudo, Sean ha estado conmigo todo el día. No me puedo
imaginar cuándo tuvo tiempo para arreglarlo.
Mirando hacia mí a través de esas gruesas y oscuras pestañas, dice:
—Cuando llegamos por primera vez aquí. Corriste al baño de damas,
y llamé al cocinero de mi madre y lo hice aparecer, junto con algunos de
sus diseñadores para hacer la habitación un poco mejor. Sólo pensé en
hacer morir de frío un rato. No planeé ir a nadar.
—Deberías haberte quitado las botas. —Sonrío hacia él.
Sean da un paso hacia mí, sus ojos oscureciéndose, y esa sonrisa
sexy en sus labios. Frota el dorso de su mano a lo largo de mi mejilla antes
de susurrar en mi oído:
—Me alegra que no lo hice. —Tiemblo, pero no tiene nada que ver con
estar fría.
Capítulo 12
Traducido por azulmort

P
lato tras plato es traído a la mesa en bandejas de plata. Los
hermosos platos de los Ferro, que deben costar más que mi
carro, son colocados frente a mí con diminutas porciones de
comidas. Me quedo mirando mi plato sin moverme para recoger el tenedor.
Mi cabeza está ligeramente inclinada hacia un lado mientras lo observo.
—¿Qué pasa? —pregunta Sean—. Pensé que te gustaba el pollo al
cordon bleu y esas pequeñas zanahorias.
Mi labio inferior tiembla y puedo ver el horror extenderse por la cara
de Sean como si fuera pintura derramada. Me apresuro a quitar la mirada
antes de arruinar su duro trabajo. Nunca hubiera pensado que haría algo
como esto por mí. Alcanzando el otro lado de la mesa, tomo su mano y lo
acaricio.
56 —Me gusta. Quiero decir, no he tenido una comida como esta desde
que mis padres murieron. La única vez que comí pollo al cordon bleu fue
en Wendy. Y sí me encantan las pequeñas zanahorias. Esto está más allá
de las palabras, Sean.
Mi estómago zozobra mientras mi vieja vida choca con la nueva. Este
hombre se está esforzando por hacerme sonreír, pero con su regalo
conjuró fantasmas. Cuando lo miro, me esfuerzo por cegarlo con una
brillante sonrisa, pero ve la tristeza en mis ojos. Soy un desastre.
Sorbiendo, sonrío y le pregunto:
—¿Quién llora por unas lindas pequeñas zanahorias? —Mi visión se
pone borrosa mientras mis ojos se llenan de lágrimas.
Sin decir una palabra, Sean se para, camina hasta mi asiento y alarga
su mano. El chef sale, pareciendo más bien horrorizado, y cubre los platos
con las cúpulas de plata antes de desaparecer nuevamente en el cuarto de
atrás. Ver el duro cuerpo de Sean con una suave sudadera es tan extraño.
Mis ojos lo recorren una vez más antes de tomar su mano y disculparme.
Sean me empuja a sus brazos y me abraza por un momento. Luego la
música comienza a sonar. Es un tema lento, algo que no he escuchado en
mucho tiempo. Sean toma mi mano mientras retrocede y me lleva con él.
Su otra mano cae en mi cintura. Mirándome, desliza sus sandalias por el
piso y no puedo evitar sonreír.
—¿Sabes bailar?
—¿Y tú puedes seguir? ¿Quién sabe? —bromea, mientras agarra mi
mano ligeramente y me pasa por debajo de su brazo, así que doy una lenta
vuelta antes de regresar a él.
—Puedo seguir. —Ríe—. Está bien, eso es una mentira. Puedo seguir
algunas veces, cuando estoy de buen humor.
—Y la luna menguante cuelga en el cielo de invierno, justo a la
derecha de Júpiter… —Sean hace un sonido de uuf cuando lo codeo.
—¿Acaso tu madre no te enseñó modales? Pareces decir cualquier
comentario sarcástico que cruza por tu mente. —Los recuerdos de la voz
de mi madre y las noches invernales en nuestra cálida casita ya no me
estrangulan ahora que estoy en sus brazos.
¿Cómo se supone que reconcilie mi pasado con el presente? Parece
imposible. Las personas me dijeron que un día los recuerdos no dolerían
tanto, pero cada vez que aparecen, se siente como si hubiera sido golpeada
en la cabeza con una pala. Un día voy a sonreír y la amargura ya no
estará. Tales pensamientos parecen cuentos de hadas. Estoy más cerca de
encontrar un cocodrilo con un tutú en el metro que pensar en mis padres
y sonreír sin sentir ningún dolor.
La voz de Sean se tensa.
—Mi madre me enseñó muchas cosas. Es una cruel y despiadada
57 mujer y no el tipo de persona que te gustaría que imitara.
—Oh. —Antes de que me las arregle para arruinar completamente la
noche, agrego—: Entonces cuéntame, si pudieras parecerte a alguien,
¿quién sería?
Sonríe y la frialdad de su mirada se derrite.
—Tú.
Creo que está bromeando, pero deja de bailar y toma mis manos entre
las suyas.
—En serio. Eres cálida y amable. No escondes quién eres o lo que
piensas. Eres sincera, aunque te han lastimado. Cuando te preocupas por
alguien, lo haces del todo y no en partes. No te detienes. No eres egoísta.
Ni una vez me has pedido nada, aunque necesitas todo. Estás al límite de
la indigencia y no me has pedido ni un centavo.
Las pestañas de Sean bajan mientras habla y continúa el baile lento
que más bien se convirtió en un abrazo con balanceo. Su voz suena
forzada, como si estas cosas fueran difíciles de decir.
—Estás sola y estoy solo. Parece que encajamos bien, que nos
complementamos, pero es más que eso. Lo viste y yo no. Cuando dijiste
que te ibas a declarar, cada parte de mí protestó ante la idea. El
matrimonio es algo que antes casi me destruyó, pero desde que te conocí…
no lo sé.
Sean mira al suelo antes de mirarme con esos ojos del color de la
gema.
—Cuando dijiste que no me pedirías que me casara contigo, no me
gustó. Me hizo pensar en la pequeña casa y me pregunté cómo sería vivir
allí contigo… escuchar cada día tu voz resonando por los pasillos. Me hizo
preguntarme qué pude haber hecho que te haga pensar que valía la pena
casarse conmigo.
—¿Y a qué conclusión llegaste? —Mi cabeza está flotando fuera de
mis hombros. No hay nada que él pudiera haber dicho que me habría
hecho encender aún más.
Tomando una honda respiración, Sean responde.
—Nada. No hay nada que pueda hacer para merecer a alguien como
tú. Sin importar lo mucho que lo intente, sin importar lo que haga,
siempre serás mejor persona de lo que soy, y es por eso que no puedo
dejarte ir.
Sus palabras hacen que mi estómago salte y deje de respirar. Nos
detenemos. Había estado pensando que sólo estaba hablando, diciendo
cosas que yo quería escuchar, hasta que dijo esa parte.
—¿Qué quieres decir?
58 Sean sonríe y mete un cabello suelto detrás de mi oreja.
—Quiero decir exactamente eso. No puedo dejarte ir. Te tomaré de
cualquier forma que pueda tenerte. Si tengo que comprarte a Black, lo
haré. Si tengo que compartirte… —Su mandíbula se tensa y se las arregla
para decir—, porque quieres seguir trabajando para ella, lo haré. Haré y
seré cualquier cosa que quieras mientras pueda estar cerca de ti. Avery,
me haces un hombre mejor. Sin ti, bueno, no hay nada. Estoy perdido en
la oscuridad y tú eres mi único rayo de luz. —Sean se agacha de modo que
está sobre una rodilla y me mira.
La sonrisa que estoy usando cae y golpea el suelo. ¿Qué está
haciendo? Me tambaleo hacia atrás cuando se arrodilla frente a mí. Mi
corazón se estrella contra mis costillas y cae. Esto no puede estar
pasando. Estoy soñando o estoy muerta. ¿Se está declarando? ¿No puede
estar haciéndolo? Pero está de rodillas. Un escalofrío se abre camino a
través de mi cuerpo, cosquillando mi interior a medida que pasa por mi
pecho y se instala en mi estómago. Mi garganta se cierra a medida que
cierro mi mandíbula para no hablar. Parpadeo rápidamente, tratando de
no alejar mi mano, porque temo que esto sea una broma cruel, pero Sean
no está riendo. Para nada.
Está buscando en su bolsillo y saca algo. Levantándolo hacia mí,
puedo ver el perfecto círculo con un brillante de diamante en la parte
superior. Hay dos piedras a los costados, cada una de ellas un zafiro tan
azul como sus ojos. Juntando mis labios, me quedo mirando el anillo y
trato de eliminar la sensación de picazón de mis ojos.
Mirándome, Sean continúa:
—Me gustaría ser más elocuente, tener mejores habilidades con las
palabras, pero me temo que no las tengo. No hay profesión que te
convenza. No hay testimonio de adoración para persuadirte. Me temo que
es todo lo que hay y todo lo que tengo para ofrecer. Soy un hombre roto
que trajiste de vuelta del abismo. Sé que no te merezco y es egoísta de mi
parte preguntarte, pero tengo que hacerlo. Has iluminado mi vida con
demasiada intensidad, por mucho tiempo, y lo hiciste de modo que ya no
puedo tolerar las sombras. Así que, tengo que hacerte una pregunta.
El momento es tan irreal que no me doy cuenta que he hablado hasta
que escucho mi voz.
—Pregúntame…

Fin.
59
Próximo Libro

Sean Ferro es mi adicción. No le puedo


decir que no, sin importar lo que pide, y sé
que hay tantas preguntas oscuras detrás de
esos ojos azules, tantas cosas que quiere
que haga con él.
Cuando lo veo ponerse en una rodilla,
con su cuerpo sexy cubierto de arena, y
sostiene en alto un anillo brillante, apenas
puedo respirar. Parece que va a proponerme
matrimonio, y sé exactamente lo que voy a
decir.

60
H.M. Ward

H.M. Ward nació en Nueva York,


y vive en Texas. Estudió teología,
ciencia que le fascina. Le encantan las
historias que combinan la teología, la
cultura y la vida.
Siempre le ha gustado crear.
Desde pequeña ama escribir y pintar.
Opina que ambas se complementan
entre sí en su mente. Dice: ¨Mis palabras se extendían como la pintura
sobre el papel, y me gusta recrear un encuentro emocional entre el lector y
la experiencia¨.
Es una romántica empedernida. Cree en el amor verdadero, y tuvo la
suerte de encontrarlo y mantenerlo. Le encantan las historias sombrías y
melancólicas y la música. Toca el violonchelo, y competía cuando era más
61 joven.
Créditos
Moderadora y Traductora:
Pimienta

Traductoras:

Pimienta veroonoel
Jane. nikki leah
62 azulmort Fanny
Isa 229 Azulmort

Corrección, Recopilación y Revisión:


Nanis y LizC

Diseño:
Cecilia
¡Visítanos!

63

También podría gustarte