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Armas espirituales para el combate espiritual

1) Vigilancia.
Permanece alerta y no dejes de orar, de esta forma, cuando venga la prueba
podrás superar las tentaciones del demonio. La razón exacta de la caída de los Apóstoles
al llenarse de miedo y abandonar a Jesús en el Huerto, fue que no estuvieron vigilantes
en la oración
2) Identificar el ataque y admitir que está ocurriendo.
Cuándo la tentación acecha puede resultar muy útil y simple, admitirla de una manera
tranquila, “Estoy siendo tentado por el diablo, el enemigo de Dios”. Descubrir al enemigo
cuando nos ataca es la mitad de la batalla. Ignorar su presencia puede aumentar su poder
sobre nosotros.
3) Evitar las ocasiones cercanas al pecado.
A menudo somos tentados porque nos colocamos cerca de la ocasión de pecado, recuerda
los proverbios: “¡No juegues con fuego!”, ¡Aquel que juega con el peligro, perecerá con
el peligro!”, “¡El que camina en la cuerda floja, caerá!”. Una de las razones más simples
por la cuales Eva comió de la fruta prohibida, es que ella estaba cerca del árbol del cual
Dios le dijo que no comieran.
4) No te descuides cuando te encuentres en estado de desolación espiritual.
Cuando estamos en ese estado, San Ignacio nos da cuatro claves: • Más oración • Más
meditación • Examina tu conciencia (para ver por qué estás en desolación) • Aplícate
alguna penitencia adecuada. Algunos demonios solo son expulsados a través de la oración
y la penitencia.
5) Usar Sacramentales
El uso apropiado de sacramentales puede ser bastante eficaz en la batalla contra del
demonio, en especial tres: El Escapulario de la Virgen del Carmen, la medalla de San
Benito y el agua bendita. Santa Teresa de Ávila insiste en usar agua bendita para expulsar
al demonio de nuestra presencia, ¿por qué?, el diablo está lleno de orgullo y el agua
Bendita es pequeña y poco visible, el demonio odia eso y no lo puede soportar. Por eso
en los exorcismos se utiliza el agua bendita.
6) Usar Jaculatorias: dardos de fuego que penetran el cielo.
Cuando somos asaltados por el enemigo, es recomendable ofrecer oraciones cortas y
fervientes (jaculatorias); éstas son extremadamente eficaces en espantar al diablo.
Algunos ejemplos de estas cortas pero poderosas oraciones son: “Jesús en ti confío”,
“Dulce corazón de María se la salvación del alma mía”, “Señor, sálvame”, “Señor ven a
rescatarme”, “Jesús, ten misericordia de mi”… y por supuesto invocar con fe y confianza
el Sagrado nombre de Jesús, María y San José.
7) Rechazar inmediatamente la tentación.
Parte del problema en el combate espiritual es la respuesta lenta, aletargada y anémica
ante la tentación. La gracia de Dios nos sostiene a través del arma la oración, pero aun
así, debemos comprometer nuestra voluntad y rechazar con valentía y firmeza la tentación
desde el comienzo. Algunas tentaciones frecuentes tienen gran fortaleza sobre nosotros
porque abrimos una puerta y la cola del diablo entra, y es difícil echarlo luego.
8) Evitar la pereza.
En una ocasión, cuenta el Diario de Santa Faustina, que el diablo estaba vagando por los
corredores del convento, buscando desesperadamente a alguien a quien tentar. Santa
Faustina detuvo al diablo y le dijo que, en obediencia a Jesús, le dijera cuál era el mayor
peligro para las monjas. De mala gana él respondió: Almas indolentes y perezosas. Todos
hemos escuchado el proverbio “La ociosidad es el taller del diablo”, esto significa que si
no tenemos nada que hacer, el diablo nos dará bastante que hacer. El gran San Juan Bosco,
temía mortalmente el tiempo de vacaciones de sus muchachos en el Oratorio. ¿Por qué?,
porque mucho tiempo libre le da entrada completa al diablo en la vida de la juventud,
¿cuán a menudo hemos pecado precedidos por momentos, horas e incluso días de
indolencia y pereza?, nuestra filosofía debería ser la de San Alberto Hurtado, “Hay dos
lugares para descansar: el cementerio y el cielo”, en el presente es momento de trabajar
en nuestra salvación con temor y temblor. Hagamos nuestro el lema de San Benito: “Ora
et Labora”. Trabajar y orar.
9) Jesús en el desierto como Ejemplo Supremo: Sus tres armas.
Por supuesto nuestro mejor ejemplo para todo es Jesús, quien dijo, “Yo soy el Camino, la
Verdad, y la Vida”. Al final de los cuarenta días en el desierto, el diablo vino a tentarlo.
Jesús conquistó al diablo con firmeza y facilidad, usando tres armas que debemos
aprender a aplicar: la oración, el ayuno y el uso de la Palabra del Dios. Jesús tuvo una
experiencia prolongada de oración en el desierto, acompañada por cuarenta días de ayuno,
Él no comió nada. Finalmente el diablo lo tentó usando la palabra de Dios y Jesús también
usó la Palabra de Dios como una flecha afilada para perforar los esfuerzos de Satanás. La
oración ferviente y prolongada, la renuncia constante a nosotros mismos a través de ayuno
y abstinencia, y la familiaridad con la Palabra de Dios, tanto meditándola como
poniéndola en práctica, son armas eficaces para combatir y conquistar a Satanás.
10) Tener confianza ante tu Director Espiritual.
Una vez más, el Maestro San Ignacio viene al rescate. En la Regla del Discernimiento
número 13, el Santo nos advierte de que al diablo le gusta el secretismo, en el sentido de
que si uno está en un profundo estado de desolación, abrirnos a un Director Espiritual
puede ayudar a que conquistemos la tentación, así que el diablo buscará las formas de
que no lo hagas. Cerrándonos, es como un corte o una herida que está escondida detrás
de una curita, hasta que no sea expuesta al sol y desinfectada la herida no solo no
sanará, sino que se infectará mucho más y correrá el riesgo de una gangrena y una
amputación. De igual forma, una vez que la tentación es revelada a un Director
Espiritual, seguramente será vencida. Abrumada por la tentación, la duda, y la confusión
poco antes de hacer sus votos, Santa Teresita se abrió con su Madre Superiora para
revelarle el estado de su alma, casi inmediatamente la tentación desapareció, ella hizo
sus votos y se convirtió en una de las más grandes santas modernas. ¿Qué hubiera
pasado si ella hubiese seguido el consejo del diablo y hubiese mantenido el estado de su
alma en secreto?, indudablemente no tendríamos a Santa Teresa de Lisieux, Doctora de
la Iglesia.
11) Recurrir a San Miguel Arcángel.
En nuestra batalla contra Satanás, debemos usar todas las armas en nuestro arsenal. Dios
escogió a San Miguel Arcángel como el ángel fiel, el Príncipe de la Milicia Celestial, para
encerrar a Satanás en el infierno y a los otros ángeles rebeldes. San Miguel, cuyo nombre
significa “¿Quién como Dios?”, es tan poderoso ahora como lo fue en el pasado. En el
medio de las tormentas de las tentaciones, ¿por qué no levantar tu corazón hacia San
Miguel y llamarlo? Puedes rezar la famosa oración “San Miguel Arcángel, defiéndenos
en la batalla…”, o simplemente pide por su intercesión. Su ayuda desde las alturas de los
cielos nos hará salir victoriosos de nuestro combate contra el diablo.
12) Acudir siempre a María Santísima.
La mayoría de los mexicanos tienen gran devoción por María, especialmente bajo el título
de Nuestra Señora de Guadalupe. Sin embargo en Guadalajara, México, además
de venerar a María, Nuestra Señora de Guadalupe como Patrona de México y de las
Américas, ellos la honran con otro título: “La General del Ejército”. En el Génesis, en
nuestra batalla contra la antigua serpiente, se honra a la mujer que aplastó la cabeza de la
serpiente con su escudo, “Haré que haya una enemistad entre ti y la mujer, entre tu
descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón.” (Génesis
3,15).

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