Está en la página 1de 5

UNIVERSIDAD DEL CAUCA

Presentado por:

TALLER #3

1. Aspectos de la vida: El primer momento que causa curiosidad es el acontecimiento


que manifiesta la madre de Borges, al recordar que el sufrió una caída y después de
esto, tuvo sueños extraños en los que animales irrumpían en sus cuentos, este suceso
de alguna manera influyo en el estilo del escritor. Donde sus textos se exaltan por
poseer ejemplos originales como exageración, que permiten al lector sumergirse a
una “realidad” diferente a la propia.

Su estilo literario que despierta también a causa de su ceguera que no fue del todo
inmediata, sino que la presenta como un proceso en el cual Borges se sumerge para
conocer y hacer conocer las ventajas que dicho evento trajo para su vida y la de sus
obras.
Borges menciona en algunas de sus conferencias, poemas y narraciones que lo
ocurrido no es un impedimento para seguir siendo el, en sus obras, sino que por el
contrario fue un suceso que le permitió dar cuenta de la claridad de otros asuntos.

2. Realidad y sueños:

CUENTO CITAS Y ARGUMENTO.

La Biblioteca de Babel “También sabemos de otra superstición


de aquel tiempo: la del hombre del libro.
En algún anaquel de algún hexágono (Ra-
zonaron los hombres) debe existir un libro
que sea la cifra y el compendio perfecto de
todos los demás.

El paralelo permite la intersección entre la vida del autor y los personajes plasmados en su
obra, hecho que provoca en el lector la sensación de “confusión”, de un saber sobre la
“realidad” de que se está hablando.

3. Postulados:

*“La diferencia radica en el hecho de que lo importante para la épica es el héroe: un


hombre que es un modelo para todos los hombres, Mientras, como Mencken señalo,
la esencia de la mayoría de las novelas radica en el fracaso de un hombre, en la
degeneración del personaje”

Cuento Utopía de un hombre que está cansado

Todo esto se leía para el olvido, porque a las pocas horas lo borrarían otras
trivialidades. De todas las funciones, la del político era sin duda la más pública. Un
embajador o un ministro era una suerte de lisiado que era preciso trasladar en
largos y ruidosos vehículos, cercado de ciclistas y granaderos y aguardado por
ansiosos fotógrafos.

*“Pero hay algo a propósito del cuento, del relato, que siempre perdurara. No creo
que los hombres se cansen nunca de oír y contar historias. Y si junto al placer de oír
historias conservamos el placer adicional de la dignidad del verso, entonces algo
grande habrá sucedido”.
Atravesamos un corredor con puertas laterales, que daba a una pequeña cocina en
la que todo era de metal. Volvimos con la cena en una bandeja: boles con copos de
maíz, un racimo de uvas, una fruta desconocida cuyo sabor me recordó el del higo,
y una gran jarra de agua

*“mientras que los antiguos, cuando hablaban de un poeta-un “hacedor”, no lo


consideraban únicamente como el emisor de esas elevadas notas liricas, sino también
como un narrador de historias. Historias en las que podíamos encontrar todas las
voces de la humanidad: no solo lirico, lo mediativo, la melancolía, sino también las
voces del coraje y la esperanza”.

Cuento El Hacedor:

No te enojes, hermanón, sigue jugando, anda, te


toca. Poco a poco fue resignándose a su apodo y en Sexto
año ya no lloraba ni se ponía matón, se hacía el
desentendido y a veces hasta bromeaba, Pichulita no
¡Pichulaza ja ja!, y en Primero de Media se había
acostumbrado tanto que, más bien, cuando le decían
Cuéllar se ponía serio y miraba con desconfianza, como
dudando, ¿no sería burla?

*“En cuanto a la idea que formule al principio, la de que solo existe un número
reducido de tramas, quizá deberíamos mencionar esos libros en los que el interés no
radica en la trama sino en la variación, en el cambio, de múltiples tramas. Estoy
pesando en las mil y una noches, en Orlando furioso y otras por el estilo”.

Cuento El Aleph:

Beatriz era alta, frágil, muy ligeramente inclinada: había en su andar (si el
oximoron es tolerable) una como graciosa torpeza, un principio de éxtasis; Carlos
Argentino es rosado, considerable, canoso, de rasgos finos. Ejerce no sé qué cargo
subalterno en una biblioteca ilegible de los arrabales del Sur; es autoritario, pero
también es ineficaz; aprovechaba, hasta hace muy poco, las noches y las fiestas
para no salir de su casa. A dos generaciones de distancia, la ese italiana y la
copiosa gesticulación italiana sobreviven en él. Su actividad mental es continua,
apasionada, versátil y del todo insignificante. Abunda en inservibles analogías y en
ociosos escrúpulos. Tiene (como Beatriz) grandes y afiladas manos hermosas.
Durante algunos meses padeció la obsesión de Paul Fort, menos por sus baladas
que por la idea de una gloria intachable. “Es el Príncipe de los poetas en
Francia”, repetía con fatuidad. “En vano te revolverás contra él; no lo alcanzará,
no, la más inficionada de tus saetas.”

4. ¿A qué hora termina la tarde y comienza la noche? Matilda siempre se lo había


preguntado. En sus escasos dos lustros de vida ya contaba varias tardes mirando el
firmamento en el piso de tierra al lado de la puerta de su casa. Fijada allí esperaba esa
transición que para los relojes es indiferente y para el ojo humano casi imperceptible.
Con la mirada, intentaba conectar la luna que ya se asomaba y el poste de luz al otro
lado de la calle, como si fueran uno solo.

En un jirón entre las nubes, Matilda se descuidó con dos perros jugando y cuando volvió
a su misión, el poste estaba parpadeando en la punta. Se había perdido, el primer destello
de la noche y la despedida del sol. Del poste estaba conectado un litro de plástico y del
litro se desplegaba un haz de luz en toda la cuadra, que anunciaba su inicio de turno,
relevando al sol de su labor.

También podría gustarte