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Este oportuno libro incide en los temas que nos obligan a trazar una nueva agenda
social para América Latina, y que actualmente tienen que ser incorporados a los
desafíos que entraña el aumento de la población de adultos mayores. La región ha
mejorado la eficiencia de sus políticas sociales, pero aún nos queda un largo camino
por recorrer y tenemos que seguir buscando soluciones innovadoras. Los gobiernos y
el sector privado tienen que aprender a establecer un equilibrio entre las demandas de
Cotlear
una población de adultos mayores en rápido crecimiento e inversiones sostenidas en la
educación de nuestros jóvenes y las necesidades de los pobres. Este libro debe ser de
interés para cualquier persona seriamente interesada en América Latina y cualquiera
que esté trabajando para mejorar el futuro de la región.
—Alejandro Toledo
Public Disclosure Authorized
viviendo en una región en la cual los adultos mayores serán más numerosos que la
población joven. Esto cambiará nuestras sociedades de una manera fundamental: Desarrollo Humano
nuestras prioridades educativas, la composición de la fuerza laboral, la capacidad
productiva, las necesidades de atención de salud, los sistemas de pensiones, las
decisiones fiscales, los valores culturales y las preferencias políticas –todo será
diferente.
Este libro representa un osado primer atisbo a dicho futuro. Se trata de un análisis
Envejecimiento de la población:
técnicamente riguroso, políticamente inteligente y estratégicamente pionero de ¿está preparada América Latina?
cómo el envejecimiento alterará el panorama del desarrollo en la región. Se exploran
los problemas, costos, beneficios, opciones y canjes, y a todo lo largo se trasluce un
mensaje de oportunidad. Daniel Cotlear, Editor
—Marcelo Giugale
Director del Departamento de Reducción de la Pobreza y Gestión Económica
Public Disclosure Authorized
(En trámite)
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Envejecimiento de la población:
¿está preparada América Latina?
Los resultados, interpretaciones y conclusiones expresados aquí son los del(los) autor(es) y no reflejan ne-
cesariamente las opiniones de los directores del Banco Mundial, o de los gobiernos que ellos representan.
El Banco Mundial no garantiza la exactitud de los datos incluidos en este trabajo. Las fronteras, los colores,
los nombres y otra información expuesta en cualquier mapa de este volumen no denotan, por parte del
Banco, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los territorios, ni aprobación o aceptación
de tales fronteras.
This work was originally published by the World Bank in English as Population Aging Is Latin America
Ready? in 2010. This Spanish translation was arranged by Mayol Ediciones. Mayol Ediciones is responsible
for the quality of the translation. In case of any discrepancies the original language will govern.
Publicado originalmente en inglés por el Banco Mundial como Population Aging: Is Latin America Ready?
en el 2010. La traducción al castellano fue hecha por Mayol Ediciones, editorial que es responsable de la
calidad de la traducción. En caso de discrepancias, prevalecerá el idioma original.
© 2011 The International Bank for Reconstruction and Development/The World Bank
Prefacio xv
Reconocimientos xix
Acerca de los autores xxi
Abreviaturas xxv
Introducción 45
Tendencias de la mortalidad, fecundidad y migración 46
Cambios en el tamaño y la estructura de edades de la población 53
Transición demográfica, ratios de dependencia y bono demográfico 57
El bono demográfico 63
Introducción 79
Indicadores demográficos y residenciales en América Latina 80
La pobreza en diferentes edades: notas metodológicas 83
La pobreza en distintas edades: evidencia empírica 87
El rol de la estructura demográfica 93
Determinantes de la pobreza en la tercera edad y el rol de las pensiones
y otras transferencias 100
El mercado laboral y la pobreza en la tercera edad 113
Desigualdad entre los adultos mayores 118
Arreglos de vivienda de los adultos mayores y transferencias
intrafamiliares 121
Conclusiones 131
Referencias 133
Introducción 135
Objetivos, información estadística y conceptos 136
Necesidades de salud en ALC 138
Tendencias en la utilización de atención de salud por edad en ALC 164
Gastos en salud y costos de la salud por edades 176
Conclusiones 185
Referencias 187
Introducción 215
Metodologías 217
Incidencia de beneficios por sector 219
Incidencia del gasto público consolidado 224
Mayor apoyo para una generación: ¿existe un modelo universal? 228
Conclusiones 233
Referencias 235
Introducción 237
Influencia de la demografía y las políticas públicas en los niveles
actuales del gasto público 239
Influencia de los cambios demográficos y de políticas en el gasto
público futuro en educación, pensiones y atención de salud 251
Impacto fiscal del envejecimiento de la población en América Latina 268
Referencias 276
Cuadros
1.1 Aspectos de la ventana de oportunidad demográfica 10
2.1 Esperanza de vida al nacer por género y tasa de mortalidad infantil en ALC
1950-2025 47
2.2 Tasa de fecundidad total y nacimientos anuales en ALC,1950-2050 49
2.3 Tasa de fecundidad por edades y tasa de fecundidad total, reducción porcentual
y distribución relativa en ALC, 1950/2015 52
2.4 Población por principales grupos de edad en ALC, 1950, 2005 y 2050 56
2.5 Población por principales grupos de edad bajo diferentes variantes
de proyección en ALC, 1950–2050 70
2.6 Ratios de dependencia total de niños y adultos mayores bajo distintas variantes
de proyección en ALC, 1950–2050 72
Gráficos
1.1 Un siglo de cambios en la estructura poblacional en ALC 6
1.2 Esperanza de vida al nacer y tasa de fecundidad total en ALC, 2005–2010 7
1.3 El ciclo de vida económica en ALC 13
1.4 Población mayor de 60 años que recibe una pensión, porcentaje 15
1.5 Pobreza en la infancia y en la tercera edad 19
1.6 Fuentes de ingresos para la población de adultos mayores, porcentaje 22
1.7 Probabilidad de muerte entre las edades de cinco y 59 años (2001) 25
3.18 Porcentaje de adultos mayores que viven solos o con una pareja 122
3.19 Porcentaje de adultos mayores que viven solos y disponibilidad de hijos,
nivel nacional 123
3.20 Porcentaje de personas que viven solas en viviendas unigeneracionales 124
3.21 Hombres y mujeres que viven solos o en pareja, porcentaje 126
3.22 Pobreza entre los adultos mayores por arreglos de vivienda, porcentaje 127
7.1 Porcentaje del PIB invertido en educación pública, desagregado por ratio
de dependencia en el sector educación y ratio de generosidad de beneficios, 2005 243
7.2 Estimados y proyecciones del ratio de dependencia del sector educación
en Nicaragua, Costa Rica y Cuba, 1950–2050 245
7.3 Porcentaje del PIB destinado a pensiones públicas, desglosado por ratio
de dependencia de pensiones y ratio de generosidad de beneficios, 2005 245
7.4 Estimados y proyecciones de los ratios de dependencia de pensiones
en Costa Rica, Cuba y Nicaragua, 1950–2050 248
7.5 Porcentaje del PIB destinado a salud pública, desglosado por ratio
de dependencia de personas cercanas a la muerte y ratio de generosidad
de beneficios, 2005 248
7.6 Estimados y proyecciones del ratio de dependencia en el sector salud
en Costa Rica, Cuba, y Nicaragua, 1950–2050 251
7.7 Gasto inicial promedio en atención de salud por edad como porcentaje
del PIB/trabajador: estimado y observado 254
7.8 Ratio de generosidad de beneficios de salud en países de ingreso alto
y medio participantes en el proyecto CNT 266
7.9 Proyecciones del gasto público en atención de salud por edades en México 268
1 El tema del Informe sobre el Desarrollo Mundial 1984 fue “cambio poblacional y desarrollo”.
Dos revisiones recientes del trabajo del Banco en las áreas de salud, nutrición y población
(SNP) –el estudio de diagnóstico contenido en la Estrategia de SNP (“Desarrollo Saluda-
ble, Estrategia del Banco Mundial para lograr resultados en materia de salud, nutrición y
población” 2007, Banco Mundial, Washington, DC), y el informe del 2009 del Grupo de
Evaluación Independiente sobre las intervenciones del Banco Mundial en las áreas de SNP
(Mejorar la eficacia y los resultados obtenidos para los pobres en el sector de salud, nutrición y
población. Una evaluación del apoyo del Grupo del Banco Mundial desde 1997, 2009, Banco
Mundial, Washington, DC)– concluyeron que existe la necesidad de revitalizar el trabajo
del Banco en este campo.
2 Cómo prevenir la crisis de la tercera edad, Informe de evaluación del Banco Mundial sobre
políticas públicas 1994, Nueva York: Oxford University Press.
3 Mukesh Chawla, Gordon Betcherman y Arup Banerji, 2007, Del rojo al gris: la tercera
transición de poblaciones en envejecimiento en Europa Oriental y la ex Unión Soviética,
Washington, DC: Banco Mundial.
cambio demográfico en ALC, donde se generó un intenso debate en torno a los temas
de población hace medio siglo, el cual se calmó posteriormente.
El interés renovado en los temas de población es parte de una creciente toma de
conciencia respecto de la importancia del envejecimiento de la población. Luego de
una Conferencia Mundial sobre el Envejecimiento en el 2002 en Madrid, los orga-
nismos especializados de las Naciones Unidas han venido desarrollando programas
de trabajo relacionados con el envejecimiento en sus respectivas áreas de incidencia.
Varios países ya están enfrentando algunas de las consecuencias del envejecimiento. Si
bien el debate sobre los pasivos fiscales relacionados con las pensiones dista mucho de
haber llegado a su fin en muchos países, están surgiendo nuevas áreas de preocupación
tanto en la prensa como en el discurso político. Cuestiones vinculadas a la pobreza
en la tercera edad y el acceso a servicios de salud de mejor calidad y económicamente
asequibles, están cada vez más presentes en las instituciones especializadas, los mi-
nisterios sectoriales, las instituciones de seguridad social, los legisladores e incluso
los tribunales constitucionales, que están considerando, por ejemplo, la necesidad
de otorgar una pensión social a los adultos mayores pobres o garantías explícitas de
acceso a servicios de salud. Los ministerios de finanzas están adoptando una actitud
cautelosa con respecto al posible impacto fiscal que podrían tener estas iniciativas y
a la eficacia prevista de algunas de las intervenciones propuestas. Será preciso desa-
rrollar un intenso diálogo técnico entre las partes, y el Banco ha sido en el pasado un
catalizador efectivo para este tipo de procesos de diálogo.
La región ALC del Banco Mundial decidió realizar un estudio regional sobre el
cambio demográfico y su impacto en las políticas sociales, con el objeto de explorar
las potenciales contribuciones que podría efectuar el Banco en este campo. La idea
era realizar un esfuerzo exploratorio a pequeña escala para desarrollar una mejor
comprensión sobre este campo y los desafíos que entraña. El estudio se planificó
a inicios del 2009, cuando se solicitaron ponencias para un taller de autores/as en
Washington, DC, a celebrarse en julio del 2009. El presente libro contiene una se-
lección de las ponencias que fueron presentadas en dicho taller así como estudios
que desarrollaron en mayor profundidad algunas de las ideas debatidas en el taller.
El objetivo del libro es contribuir al creciente debate en torno a la transición demo-
gráfica, explorando tres temas que no han sido objeto de una atención sistemática
en ALC y que cada vez están teniendo mayor preponderancia en las políticas y la
política de la región:
Este libro desarrolla las ideas discutidas por primera vez en el taller patrocinado por
el Banco Mundial, “Cambio demográfico y políticas sociales en América Latina”, que
se llevó a cabo en Washington, DC, en julio del 2009. Su contenido se ha visto enri-
quecido por los aportes de muchas personas.
Nuestro agradecimiento a Evangeline Javier, por su apoyo, amistad y orientación en
el trabajo preparatorio que llevó a y definió la elaboración de este libro. Ariel Fiszbein,
Augusto de la Torre, Francisco Ferreira y Keith Hansen aportaron valiosos comentarios
y asesoría en diferentes etapas de la elaboración del libro. Nuestro especial agradeci-
miento a Margaret Grosh, por su minuciosa evaluación del primer borrador del libro,
además de sus numerosas y útiles sugerencias. Le estamos muy agradecidos también por
sus valiosas críticas a la línea argumental del capítulo que contiene la síntesis general
del libro. Los revisores Emmanuel Jimenez y Ronald Lee ofrecieron asesoría en todas
las etapas del proyecto. Los autores de las ponencias analizadas en el taller fueron:
Diego Battiston, Ricardo Bebczuk, Daniel Cotlear, Carol Graham, Mauricio Holz,
Bernardo Lanza Queiroz, Carl Mason, André Medici, Tim Miller, Paulo Saad, Leopoldo
Tornarolli y Cassio Turra. Las siguientes personas aportaron asimismo comentarios
sobre ponencias específicas presentadas en el taller: Keith Hansen, Evangeline Javier,
Emmanuel Jimenez, Tamar Manuelyan y Julian Schweitzer como presidentes de pa-
nel, así como Francesco Billari, Pablo Fajnziylber, Francisco Ferreira, Rachel Nugent,
Rafael Rofman y Carolina Sanchez-Paramo, como comentaristas designados. Cristian
Aedo, Jorge Bravo, Mukesh Chawla, Tito Cordella, Pablo Fajnziylber, Marcelo Giugale,
Michele Gragnolati, Jose Miguel Guzman, William Malloney, Helena Ribe, Edgard
Rodriguez, Jaime Saavedra, Chris Scott, Enrique Vega, Ian Walker y Xiaoqing Yu
ofrecieron un apoyo crucial durante la etapa de conceptualización. Dorothy Kronick
aportó valiosos comentarios, además de fungir de relatora durante el taller. Gabriela
Moreno brindó un valioso soporte organizativo y logístico. Quisiéramos agradecer
a Diane Stamm por su excelente trabajo en la edición de estos capítulos, a Mikhail
Zaidman por su detallado trabajo en la producción de los gráficos del Capítulo 1, y a
Emiliana Gunawan por su ayuda con la producción de este volumen. La producción
del libro fue cofinanciada por la Oficina del Economista Jefe para América Latina y el
André C. Medici es Economista Senior en Salud del Banco Mundial, afiliado a la Red
sobre Desarrollo Humano de la Región América Latina y el Caribe. Antes de ingresar
al Banco Mundial, trabajó durante 13 años como especialista senior en desarrollo
social en el Banco Interamericano de Desarrollo. En Brasil, desempeñó varios cargos
en la administración pública, como Subdirector de Población e Indicadores Sociales
del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, Coordinador de Cursos de Posgrado
de la Escuela Nacional y Director de Estudios de Política Social del Instituto de Eco-
nomía del Sector Público. Asimismo, fue profesor e investigador del Departamento
de Economía y Sociología de la Universidad Católica de Río de Janeiro y la Escuela
Nacional de Salud Pública (1981-1991). Tiene un doctorado en Historia Económica de
la Universidad de São Paulo y una maestría en Economía de la Universidad Estatal de
Campinas, en Brasil. Además, fue Presidente de la Asociación Brasileña de Economía de
la Salud y miembro del Directorio de la Asociación Brasileña de Estudios de Población.
Paulo M. Saad es el Jefe del Área de Población y Desarrollo del Centro Latinoameri-
cano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL). Tiene
un doctorado en Sociología de la Universidad de Texas en Austin, una maestría en
Demografía del Colegio de México y una licenciatura en Estadística de la Universidad
de São Paulo. Antes de ingresar a trabajar en CELADE/CEPAL en el 2007, fue Oficial
de Asuntos de Población durante ocho años en la División de Población del Depar-
tamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas en Nueva York.
Daniel Cotlear
fecundidad se mantienen altas, de tal forma que la población aumenta con creciente
rapidez. La población infantil es cada vez más abundante. Con el tiempo, a medida que
las familias se percatan del descenso en la mortalidad, la fecundidad también empieza
a descender, lo cual conduce a un crecimiento demográfico más lento así como a una
reducción de los índices de dependencia infantil. Durante este período, el número
de niños y niñas dependientes desciende rápidamente y, dado que el porcentaje de
adultos mayores se mantiene bajo, el porcentaje de dependencia total decrece ya que
cada persona en edad de trabajar tiene un menor número de dependientes bajo su
cargo. Durante esta etapa, la población experimenta un “bono demográfico”. Según los
estudios, dicho bono, que se genera como resultado de la reducción de la fecundidad,
se manifiesta en forma de una aceleración automática de la tasa de crecimiento de los
ingresos per cápita o del consumo. Eventualmente, esta etapa llega a su fin cuando los
índices de fecundidad llegan a su nivel más bajo y el porcentaje de adultos mayores
comienza a crecer. La etapa inicial, caracterizada por un alto número de niños y un
bajo número de adultos mayores, es remplazada por una nueva etapa caracterizada
por un alto número de adultos mayores dependientes y un menor número de niños. El
gráfico 1.1 muestra la configuración rápidamente cambiante de la población en ALC.
Los analistas demográficos de América Latina han empezado a estudiar la historia
de la población en ALC, poniendo de manifiesto una considerable diversidad. Las
poblaciones de Argentina, el sur de Brasil, Chile, Cuba y Uruguay, que incluyeron un
gran porcentaje de inmigrantes europeos a lo largo del siglo XIX e inicios del siglo XX,
no siguieron la transición clásica. Estos países iniciaron transiciones de fecundidad
al mismo tiempo que los países europeos de origen, pero el descenso en la fecundi-
dad se estancó a niveles moderados a mediados del siglo XX. Otros países de ALC,
incluyendo aquellos que cuentan con grandes números de poblaciones indígenas, no
registraron un descenso en los índices de mortalidad hasta bien entrado el siglo XX
y no iniciaron el descenso de su fecundidad hasta la segunda mitad de dicho siglo.2
Las estructuras demográficas actuales reflejan este pasado diverso, teniendo los países
que ostentan un alto nivel de inmigración una población de mucho mayor edad que
la mayoría de los otros países de la región.3 El gráfico 1.2 muestra la esperanza de vida
y la tasa total de fecundidad con el fin de ilustrar una parte de la diversidad presente
en los países de la región.
En el capítulo 2, Saad describe la transición demográfica en ALC. A mediados del
siglo XX, la esperanza de vida al nacer en ALC era de apenas 52 años y la mortalidad
infantil era de 128 por cada 1000 nacimientos. Desde entonces se han producido
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70–74 70–74
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Hombres
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30–34 30–34
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Mujeres
20–24 20–24
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2010 2050
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Hombres
Hombres
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Mujeres
30–34
Mujeres
20–24 20–24
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0–4 0–4
Fuente: CELADE/CEPAL.
Envejecimiento de la población: ¿está preparada América Latina?
Gráfico 1.2 Esperanza de vida al nacer y tasa de fecundidad total en ALC, 2005–2010
4,4
Guatemala
(número de nacimientos por mujer) 3,9
Haití
Tasa de fecundidad total
Bolivia
3,4
Honduras
Paraguay
2,9 Nicaragua
Rep. Dominicana
Perú Ecuador
Venezuela, R.B. de
2,4 Colombia Panamá
El Salvador Jamaica Argentina
México
Uruguay Costa Rica
1,9 Brasil Chile
Cuba
1,4
60 62 64 66 68 70 72 74 76 78 80
Esperanza de vida (años)
cinco países y está descendiendo rápidamente. En los 30 años transcurridos entre 1960
y 1990, los niveles de fecundidad en ALC, después de figurar entre los más altos del
mundo, se redujeron a niveles considerablemente por debajo de la media mundial.
A pesar del descenso de la fecundidad, el impulso generado por el alto porcentaje
de la población en edad reproductiva significó que el número anual de nacimientos
continuó creciendo hasta la década de 1990, en que se registraron 11.5 millones de
nacimientos por año. El número de nacimientos anuales se encuentra actualmente en
descenso; en la actualidad la población está creciendo a la mitad de la tasa registrada
a mediados del siglo XX, y la proyección de Naciones Unidas es que la mayoría de
los países de ALC alcanzará su población más alta entre 2050 y 2070. El crecimiento
demográfico ha dejado de ser la tendencia dominante de la población en ALC: en los
últimos 50 años la población de ALC se ha triplicado. Naciones Unidas estima que en
los próximos 50 años la mayoría de los países registrará un crecimiento poblacional de
menos de 50%. Las proyecciones para ALC en conjunto son de un 40% de crecimiento,
llegando a 763 millones de habitantes en 2050.4
Mientras que en el pasado el gran desafío en materia de población fue el crecimien-
to de la población total, el gran desafío a futuro es el cambio en la composición de
la población. En los últimos 50 años el número de niños creció rápidamente, pero la
proporción de este segmento frente a la población total ha venido descendiendo desde
1970, y actualmente se espera que descienda aproximadamente en un 17% de aquí al
2050. La población adulta fue la que registró el crecimiento más acelerado, crecien-
do casi cuatro veces durante el primer período, y actualmente se estima que crecerá
únicamente un tercio durante el segundo período. La población de adultos mayores
creció lentamente durante el primer período, y se estima que tendrá un crecimiento
muy acelerado durante las próximas décadas, igualando en 30 años el crecimiento de
la población joven. El pasado es un mal referente para predecir el tipo de cambio que
se avecina: entre 1950 y 2000 el porcentaje de la población de 60 años o más aumentó
apenas moderadamente, de un seis a un 9%. Sin embargo, durante los próximos 50
años aumentará de un nueve a un 24% o, en términos absolutos, de cerca de nueve
millones a 180 millones a lo largo de un siglo.
A medida que el tamaño relativo de los diferentes grupos poblacionales continúa
transformándose, también lo harán los ratios de dependencia. Mientras que las tasas de
fecundidad comenzaron a descender a mediados de la década del 50, el porcentaje de
niños y niñas de la población total siguió creciendo una década más a causa del dina-
mismo demográfico; en consecuencia, el ratio de dependencia en América Latina siguió
creciendo, alcanzando su nivel más alto en la década de 1960, con 97 dependientes por
cada 100 personas en edad de trabajar. A partir de la década de 1970, la proporción de
niños de la población ha venido descendiendo, mientras que la proporción de adultos
(de 15 a 59 años) ha venido subiendo, llevando a una reducción sostenida del ratio de
dependencia. Se calcula que este descenso continuará hasta aproximadamente el 2020,
cuando el ratio alcance un mínimo de 60 antes de crecer nuevamente, debido esta vez
al porcentaje en alza de adultos mayores. Estos períodos de descenso en el ratio de
dependencia, a menudo denominados “ventana demográfica de oportunidad”, varían
de acuerdo al país, tal como se aprecia en el cuadro 1.1.
Mientras que en los países desarrollados la transición demográfica duró más de un
siglo, en ALC y en el mundo en desarrollo de hoy están ocurriendo cambios similares
con mucha mayor rapidez. Esto se debe en parte a la mayor disponibilidad de medios
para el control de la fecundidad y reducción de la mortalidad. Francia tuvo 115 años para
asimilar la duplicación de su población de adultos mayores, del siete al 14%. Este proceso
relativamente lento fue un fenómeno común en otros países europeos y en América del
Norte. Japón, actualmente el país más viejo, fue un caso fuera de lo común en el sentido
que la misma transición se dio en tan solo 26 años, de 1970 a 1996. La mayoría de los
países en vías de desarrollo está envejeciendo al mismo ritmo que Japón o incluso más
rápidamente –China está efectuando este cambio en 26 años. En ALC este proceso se está
llevando a cabo con suma rapidez. Chile está haciendo la transición al mismo ritmo que
China. Se calcula que Brasil lo hará en 21 años y se estima que la transición en Colombia
será la más rápida, en 19 años. La lista de los 25 países cuya población de 65 años y más
está creciendo más rápidamente incluye a siete países de ALC (Brasil, Chile, Colombia,
Costa Rica, Guatemala, México y Perú) (Kinsella y He 2009).
Fuente: CELADE/CEPAL, estimados y proyecciones de población 2007 para América Latina; División de Población del Depar-
tamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DESA), “Naciones Unidas, Perspectivas de la Población
Mundial: Revisión de 2006” para el Caribe.
larse a una edad cercana a los 50 años y gozar de tiempo libre mientras aún disfrutan
de un excelente estado de salud. La existencia de programas públicos, el nivel de ri-
queza, la disponibilidad de instituciones financieras y las expectativas culturales son
todos factores que tienen una influencia importante. Igualmente, el nivel de consumo
relativo a la edad depende de una combinación de necesidades biológicas, arreglos de
vivienda, programas públicos para niños y adultos mayores, tasas de fecundidad entre
pobres y no pobres, expectativas culturales y otros.
Para poder apreciar las implicancias de los cambios en la distribución de edades
de la población, resulta útil examinar la configuración del ciclo de vida económica
en ALC. Para ello se pueden utilizar algunas de las herramientas desarrolladas por
el proyecto Cuentas Nacionales de Transferencia (CNT).5 El proyecto CNT ha desa-
rrollado una metodología para calcular el ingreso y el consumo a lo largo del ciclo de
vida económica, desde el nacimiento hasta la edad de 90 años, con el fin de facilitar las
comparaciones internacionales. En el caso de los ingresos laborales, esta metodología
incluye a todos los sectores de la población y a todas las edades, ya sea que se encuentren
activos o no en el mercado laboral. Incluye sueldos y salarios, así como dos tercios de
cualquier ingreso por concepto de trabajo independiente, que en algunos países de
ALC es bastante importante. En el caso del consumo, mide el gasto a nivel de hogares,
asignando gastos privados de educación y salud para cada edad y asignando el resto del
consumo a todos los miembros en proporción a un conjunto simple de ponderaciones
de consumo adulto equivalentes.6 Luego, define un promedio entre todas las personas
a cada edad. Para comparar la configuración de los perfiles de edad entre países, los
perfiles de edad se estandarizan, dividiendo todos los valores de ingresos laborales y
consumo entre los ingresos laborales promedio para las edades de 30 a 49 años.
El gráfico 1.3 fue creado utilizando la metodología del proyecto CNT anteriormente
descrita. Muestra los perfiles de edad de ingresos laborales y de consumo en Ecuador,
Honduras, México, Nicaragua y Perú, e incluye un promedio para los cinco países.7 El
perfil de edades de ingresos laborales tiene la forma de una curva de campana; en un
5 El proyecto CNT es liderado por Ronald Lee y Andrew Mason, y está desarrollando un
módulo de datos diseñado para incorporar la dimensión de edad en las Cuentas Nacionales.
A fines del año 2009, este proyecto cubría 27 países, incluyendo cinco países de ALC. Ver
www.ntaccounts.org para una descripción de la metodología.
6 Ver http://www.ntaccounts.org.
7 Los estimados referidos a los programas de atención de salud y educación financiados con
recursos públicos han sido tomados de datos privados (Battiston, Conconi y Tornarolli
2009), utilizando un coeficiente promedio para la cifra combinada público-privada. El
promedio se obtuvo de los países latinoamericanos participantes en el proyecto CNT. Éste
asume que la cifra combinada es constante a diferentes edades, lo cual probablemente no
sea factualmente correcto.
inicio es cero y luego muy bajo en los primeros años, y crece lentamente a medida que
las personas ingresan en el mercado laboral y aumentan sus salarios por hora. Llega
a su punto más alto cuando los trabajadores se encuentran a comienzos o finales de
sus 40 años (dependiendo del país) y luego decrece lentamente. El proyecto CNT ha
calculado las curvas de ingresos laborales para los países desarrollados. Estas curvas
son más pronunciadas al momento de ingresar y retirarse del mercado laboral, lo cual
es coherente con una transición más abrupta de la escuela al trabajo a medida que
las personas ingresan al mercado laboral, y la curva es más pronunciada al momento
de retirarse del mercado laboral a la edad de jubilación prevista por ley, en la cual los
trabajadores califican para recibir una pensión de jubilación. Las curvas de ingresos
laborales en los países desarrollados también difieren, en el sentido que llegan a su
punto más alto entre 10 y 15 años después que en ALC.
El gráfico 1.3 demuestra con claridad que el retiro del mercado laboral en ALC es
lento y que la gente no se llega a retirar por completo –los ingresos laborales siguen
siendo significativos incluso a los 80 años o más. En comparación con los ingresos
promedio del adulto de 30 a 49 años, los ingresos promedio del adulto de 60 años son
alrededor de dos tercios, y los ingresos promedio del adulto de 70 años son alrededor
de un tercio.8
El gráfico 1.3 muestra tres curvas de consumo: (a) consumo privado, excluyendo
pagos privados por atención de salud y educación; (b) consumo privado, incluyendo
pagos privados por atención de salud y educación; y (c) consumo total, que incluye
pagos públicos y privados de salud y educación. Es importante resaltar que a partir
de la edad de 20 años, aproximadamente, las curvas de consumo privado se aplanan
en la mayor parte de los países; en cambio, las curvas de consumo total muestran una
pendiente ascendente en todos los países con excepción de México. Esto implica que
el consumo promedio de las personas de 60 años o más es mayor que el consumo de
los adultos jóvenes en cuatro de los cinco países analizados.
En el caso tanto de los jóvenes como de las personas mayores, el consumo es más alto
que los ingresos laborales, lo que genera lo que el proyecto CNT denomina el “déficit
del ciclo de vida” (el área sombreada en f del gráfico 1.3). En los cinco países de nuestra
muestra, las personas se encuentran en déficit durante un tiempo ligeramente menor
que la mitad de sus vidas. En el promedio de los cinco países, las personas empiezan a
generar más ingresos que su consumo privado a la edad de 24 años y vuelven a entrar
en déficit a la edad de 63, de manera que se encuentran en superávit por espacio de 39
años. Si se incluye el costo de la educación y la salud, el número de años de superávit
se reduce a apenas 31.
8 La curva de ingresos laborales incluye a toda la población de una cierta edad, de tal ma-
nera que los ingresos promedio incluyen a los trabajadores activos y a las personas que no
participan en el mercado laboral.
a. Ecuador b. Honduras
1,2 1,2
1,0 1,0
0,8 0,8
Tasa
Tasa
0,6 0,6
0,4 0,4
0,2 0,2
0,0 0,0
0 10 20 30 40 50 60 70 80+ 0 10 20 30 40 50 60 70 80+
Edad Edad
c. México d. Nicaragua
1,2 1,2
1,0 1,0
0,8 0,8
Tasa
Tasa
0,6 0,6
0,4 0,4
0,2 0,2
0,0 0,0
0 10 20 30 40 50 60 70 80+ 0 10 20 30 40 50 60 70 80+
Edad Edad
e. Perú f. Promedio
1,2 1,2
1,0 1,0
0,8 0,8
Tasa
Tasa
0,6 0,6
0,4 0,4
0,2 0,2
Déficit del ciclo de vida
0,0 0,0
0 10 20 30 40 50 60 70 80+ 0 10 20 30 40 50 60 70 80+
Edad Edad
Ingresos laborales
Consumo privado (excluyendo pagos privados por atención de salud y educación)
Consumo privado (incluyendo pagos privados por atención de salud y educación)
Consumo total (incluyendo atención de salud y educación a nivel privado y público)
Gráfico 1.4 Población mayor de 60 años que recibe una pensión, porcentaje
80
recibe una pensión (%)
60
40
20
Pa de
ile
Ur asil
a
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Co xico
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Ar Rica
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ca
n
E
Ho
a,
G
p.
ne
Re
Ve
sorprendente. Las pensiones sociales en estos países fueron introducidas primero por
Bolivia en la década de 1990, como un medio para hacer más aceptable la privatización
de las industrias nacionalizadas, al distribuir los beneficios de la privatización entre
un segmento más amplio de la población. A principios de la década del 2000, Ecuador
desarrolló un sistema de transferencias para los adultos mayores como parte de un
paquete de compensación por una reducción de los subsidios a los combustibles. Más
recientemente, se han implementado programas de pensiones sociales en El Salvador y
Panamá, así como en Ciudad de México. Varios otros países de la región se encuentran
en diferentes etapas de introducción piloto o están considerando la implementación de
dichos sistemas. Muchos de estos programas están siendo desarrollados en un contexto
político en el que se empieza a otorgar mayor peso a la tercera edad. La justificación de
los programas tiende a poner énfasis en una preocupación por la pobreza en la tercera
edad, y en el supuesto de que se trata de un fenómeno difundido y que las pensiones
sociales constituyen la mejor manera de enfrentar el problema.
Ha habido varios intentos de estimar el impacto probable de las pensiones sociales
sobre la pobreza y el probable costo fiscal de estos programas. Un intento de estima-
ción amplio y detallado realizado por Gasparini y otros (2007) efectúa una serie de
9 Otros estudios han refinado aún más estas estimaciones para ALC (Dethier, Pestisau y Ali,
2010) y han efectuado estimaciones para el África subsahariana (Kakwani y Subbarao 2007)
así como para todos los países en desarrollo y en transición (Naciones Unidas 2007).
10 Case y Deaton (1998) y Duflo (2003) descubrieron que los adultos mayores a menudo
comparten sus pensiones sociales en beneficio de los niños y niñas.
11 Esta posibilidad ha sido analizada extensamente para el caso de México por Levy (2008).
12 La línea de pobreza fue actualizada en el 2008. Utiliza US$2,50 al día en términos de pa-
ridad del poder adquisitivo del 2005 como el umbral de pobreza (esto reemplaza la línea
anterior de “dos dólares al día”).
13 Los estimados de pobreza más simples, basados en estimados per capita no ajustados a
los diferentes grupos de edad, demuestran ser sensibles a los supuestos metodológicos
relacionados con las economías de escala a nivel de hogares y los factores de equivalencia
entre niños y adultos. Ver detalles en el Capítulo 3.
14 Estos dos grupos de países difieren sustancialmente del promedio, independientemente de
los supuestos realizados con respecto a las economías de escala o factores de equivalencia.
15 La simulación estima ingresos promedio para cada grupo de edad en el quintil inferior y
luego estima el ingreso promedio que existiría si la pirámide de edad del quintil inferior
tuviera las mismas proporciones que la pirámide de edad del quintil superior. Esta simula-
ción transversal se inspiró en una simulación que comparaba dos momentos en el tiempo,
realizada por Paes de Barros, Firpo y Guedes Barreto (2001) para Brasil.
de 80 años, los ingresos laborales descienden a un 15% del total (21% en el caso de los
hombres, y 5% en el caso de las mujeres).
¿Qué reemplaza los ingresos laborales cuando las personas envejecen? Para el adulto
mayor promedio en ALC, las pensiones de jubilación adquieren mayor importancia
(de 34 a 49%) al igual que las transferencias privadas que provienen de fuera del hogar
(de 15 a 28%). Mientras que en la mayoría de los países tanto las pensiones como las
transferencias privadas crecen en importancia, en algunos de ellos únicamente las
transferencias cobran importancia (Honduras y República Dominicana), y en seis
países las transferencias privadas se mantienen a un nivel bajo y únicamente las pen-
siones ocupan un lugar significativo (Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Panamá
y Uruguay).16 En todas las edades, las mujeres dependen más de sus familias que los
hombres, tanto en términos de las transferencias recibidas desde fuera del hogar como
en términos de apoyo financiero neto dentro del hogar.
Para las personas que reciben una pensión de jubilación, dicha fuente de ingresos
es significativa pero, como se vio en el gráfico 1.4, la cobertura es baja en la mayoría de
los países de ALC, y en general menos del 40% de los adultos mayores son pensionistas.
La cobertura es más alta en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay. En
Bolivia y Brasil, la mayoría de los beneficiarios reciben pensiones “sociales”. El Capítulo
3 demuestra que las pensiones sociales tienen un impacto significativo en la reducción
de la pobreza. Las pensiones sociales también reducen la desigualdad entre los adultos
mayores. Por ejemplo, mientras que en la mayoría de los países la desigualdad entre
los adultos mayores es mayor que entre los jóvenes, en Bolivia y Brasil la desigualdad
en la tercera edad es menor en comparación con la población en general.
Hay seis países donde las transferencias privadas, mayormente conformadas por
remesas de personas que han emigrado al exterior, llegan a un mayor número de adultos
mayores que las pensiones de jubilación. En estos países, las transferencias privadas
desempeñan un papel más importante que las pensiones de jubilación en hacer que los
adultos mayores trasciendan la línea de pobreza. Contrariamente a lo que comúnmente
se cree, las transferencias se destinan con mayor frecuencia a apoyar a familiares de la
tercera edad que a niños y niñas pequeños (ver el Capítulo 3).
En conclusión, el mercado laboral sigue teniendo una altísima importancia para el
bienestar del adulto mayor. Entre los no pensionistas, en general más del 40% de las
personas de más de 60 años se mantienen activas en el mercado laboral (en comparación
con una tasa de participación de adultos jóvenes del 77% para hombres y mujeres en
conjunto). Y aquellos que trabajan lo hacen durante largas horas –más de 80% de las
horas promedio trabajadas por personas más jóvenes. Existe cierta evidencia que indi-
caría que existen desafíos específicos en el mercado laboral para los adultos mayores.
9%
26% 26%
32% 54%
9%
5% 39%
5%
21% 21% 8%
39%
9%
49% 48%
Las personas de la tercera edad tienen niveles muy bajos de desempleo declarado, lo
cual sugiere que los remezones en el mercado laboral que afectan a este grupo pueden
tener efectos a largo plazo, ya que dichas personas tienden a desanimarse muy rápida-
mente y abandonar el mercado laboral o (lo más probable, en vista de los altos índices
de participación en el mercado laboral de los no pensionistas) a aceptar rápidamente
empleos de menor rango y paga cuando enfrentan problemas de empleo. Es poco lo
que se sabe acerca de las transiciones en el mercado laboral en los países en desarrollo
durante la tercera edad. ¿Se desplazan los trabajadores del mercado formal al mercado
informal o lo hacen entre distintas actividades dentro del mercado informal? ¿Buscan
mayor flexibilidad con respecto a sus horarios de trabajo o una mayor cercanía entre
su centro de trabajo y su domicilio? ¿Son discriminados en el mercado laboral? ¿Los
empuja esto a nichos de actividad sobrepoblados y de baja remuneración? ¿Las políticas
de capacitación o microfinanciamiento podrían focalizarse en el adulto mayor? Este
libro no responde dichas interrogantes, pero éstas deberían ser un tema preponderante
de futuras investigaciones en este campo.
La transición de salud
Existe un proceso paralelo de “transición epidemiológica” o “transición de salud” que
está relacionado con el proceso de transición demográfica. La transición demográfica
a menudo es desencadenada por un descenso en la mortalidad infantil, que se origina
principalmente como resultado del control de enfermedades infecciosas y parasitarias
a muy temprana edad. Dicha reducción en la mortalidad infantil también desencadena
una transición de salud. Ésta se refiere al cambio a largo plazo de las principales causas
de muerte, desde enfermedades transmisibles, maternas y perinatales hasta enferme-
dades no transmisibles (ENT), que incluyen enfermedades crónicas y degenerativas. A
medida que los niños y niñas sobreviven y llegan a la adultez, se encuentran cada vez
más expuestos a factores de riesgo asociados con ENT, lo cual eleva el peso de las ENT
entre las principales causas de muerte. Este giro en la naturaleza de las enfermedades y
en la edad promedio de la población que padece de enfermedades es exacerbado por el
descenso de la fecundidad, que eleva la proporción de adultos mayores, haciendo que
las causas preponderantes de muerte se alejen aún más de las enfermedades asociadas
con la mortalidad neonatal e infantil y se acerquen más a las ENT relacionadas con la
tercera edad. Eventualmente, el aumento del número y proporción de adultos modi-
fica los perfiles de morbilidad nacional hacia una mayor incidencia de enfermedades
crónicas y degenerativas (Kinsella y He 2009).
¿Cuán avanzada se encuentra ALC en la transición de salud? En cierta medida, se
encuentra bastante avanzada. El Capítulo 4 contiene una revisión de los resultados
del Proyecto de Prioridades en el Control de Enfermedades, demostrando que, en
términos de las principales causas de mortalidad, ALC está mucho más cerca de los
países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
que del África subsahariana (Jamison 2006). Mientras que las enfermedades transmi-
sibles y las afecciones maternas y perinatales son responsables del mayor porcentaje
de mortalidad en el África subsahariana (más del 70%) y en Asia Meridional (45%),
estas afecciones son responsables de apenas el 22% de la mortalidad en ALC. Las ENT
ya predominan como las principales causas de fallecimiento en ALC, representando
el 62% de la mortalidad. Es preciso comparar esto con el 86% en los países de ingreso
alto y con el 21% en el África subsahariana. Estos resultados son además corroborados
por los hallazgos específicamente relacionados con enfermedades reportados por la
Organización Panamericana de la Salud (OPS) en un estudio que demuestra que las
enfermedades cardiovasculares constituyen la principal causa de muerte en 26 de los
32 países de ALC (OPS 2007, citado por Kinsella y He 2009).
De acuerdo con otros parámetros, sin embargo, ALC ha tenido un menor progreso
de lo que se podría esperar en la comparación internacional con otras regiones que
muestran un progreso similar en la transición demográfica. Si bien ha habido avances
significativos en cuanto a la reducción de la mortalidad infantil, la mortalidad entre los
adultos jóvenes y de edad mediana sigue siendo alta y en términos relativos arroja un
resultado negativo en comparación con otras regiones de ingreso medio, tales como
Asia Oriental o Europa y Asia Central. Esto se refleja en el gráfico 1.7, que muestra
la proporción de personas, por región, que llegan a la edad de 16 años pero mueren
antes de cumplir los 59.
Un estudio de la OPS reveló que la mortalidad temprana por infarto en el 2006 se
encontró dentro de un rango de nueve a 16% en el caso de Estados Unidos y Canadá,
y dentro de un rango de 32 a 39% en ocho países de ALC. Es probable que la elevada
mortalidad de adultos registrada en ALC se deba a una combinación de la falta de
prevención de factores de riesgo y la falta de acceso a tratamiento.
Los factores de riesgo se encuentran resaltados en el Capítulo 4. Los investigado-
res han resaltado la posibilidad de que especialmente los altos niveles de obesidad
abdominal pueden constituir un factor de riesgo especial, que distingue a ALC de
otras regiones en desarrollo. En un estudio de 52 países (INTERHEART), en el que se
incluyó a seis países de ALC, se encontró evidencia que corroboraría esta posibilidad.
El estudio reveló que el riesgo de obesidad abdominal, expresado en términos de por-
centaje de la población, era de 49% en ALC, en comparación con 31% en los demás
países comprendidos en el estudio. El riesgo de colesterol alto en la sangre (42%, frente
a 32%) y de hipertensión (29%, frente a 21%) también reveló ser más alto.
Existe cierta evidencia que sugiere que la mortalidad temprana a causa de ENT es
significativamente mayor entre los pobres que entre los grupos de mayores ingresos.
Un estudio realizado en Santiago, Chile, en el que se comparó los quintiles de ingresos
Gráfico 1.7 Probabilidad de muerte entre las edades de cinco y 59 años (2001)
Esperanza de vida
África subsahariana 47
Asia Meridional 61
Nivel mundial 65
0 10 20 30 40 50 60 70
importante tema. Estudios realizados en Estados Unidos demuestran asimismo que las
personas con un mayor nivel de educación tienden a vivir más años. La esperanza de
vida en el caso de las personas más educadas se elevó en aproximadamente tres años
durante 1981-2000, en comparación con medio año en el caso de las personas con un
menor nivel de educación (Meara, Richards y Cutler 2008). El patrón de enfermedades
a la edad de 50 años en el caso de las personas con un nivel de educación inferior a se-
cundaria es similar al de las personas de 60 años con grado universitario. Los ingresos
también están relacionados con el estado de salud; las personas de bajos ingresos entre
las edades de 55 y 84 años en Estados Unidos tienen más probabilidades que las personas
más acomodadas de sentirse limitadas en actividades físicas básicas, tales como subir
escaleras y levantar objetos.
¿Cómo evolucionará el estado de salud en los países en vías de desarrollo? En el
Capítulo 4, Medici presenta las proyecciones de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) acerca de las tendencias de la carga de la enfermedad por edad entre los años
2004 y 2030. Las proyecciones asumen que la carga de la enfermedad entre los niños
pequeños y adolescentes menores de 15 años seguirá disminuyendo. Las proyecciones
son optimistas también para el caso de los adultos, para los cuales se pronostica una
vida más saludable a todas las edades.
Otros investigadores, sin embargo, tienen una visión contraria. Muchas afecciones
de salud en la adultez se derivan de riesgos establecidos a una edad temprana en la
vida. Las generaciones de personas mayores de hoy nacieron y crecieron en tiempos
caracterizados por una nutrición en general de mala calidad y por la exposición a
enfermedades infecciosas como polio, malaria y tuberculosis. Se ha determinado que
la desnutrición a temprana edad en ALC está directamente relacionada con la dia-
betes auto-reportada (Palloni et al 2006). Al realizar un análisis transnacional de las
estadísticas de dos sondeos de poblaciones de adultos mayores –uno en siete centros
urbanos de ALC y uno en Puerto Rico– los investigadores examinaron el riesgo de
padecer discapacidad a causa de situaciones experimentadas temprano en la vida. En
Puerto Rico, la probabilidad de sufrir discapacidad fue 60% mayor entre las personas
que habían crecido bajo condiciones de pobreza que entre las personas que habían
tenido un mejor nivel socioeconómico durante la infancia. En el caso de las otras siete
ciudades, la cifra correspondiente fue de 22% (Monteverde et al 2007). En los países
en desarrollo es bastante probable que se incremente el número de personas con
discapacidad. Las familias en los países en desarrollo probablemente enfrentarán el
desafío de satisfacer las necesidades futuras de servicios y atención para la tercera edad.
del PIB, o Perú y Uruguay, con aproximadamente el 3%– el modelo revela claramente
que, dado que en Nicaragua y en el Perú existen mayores tasas de dependencia escolar,
la misma inversión en educación implica una generosidad significativamente menor
en términos de gasto por estudiante. Brasil y México gastan alrededor del doble por
estudiante que el Perú (como porcentaje del PIB por trabajador).
Comparando el gasto en pensiones, existe una amplia variación entre el promedio
en ALC de cerca del 5% del PIB y el promedio en la OCDE de alrededor del 8% del PIB.
La OCDE tiene una población mucho más grande de personas mayores de 65 años en
relación con la población en edad de trabajar en comparación con ALC; esto demuestra
claramente que la carga demográfica es mayor en dicha región. El análisis revela dos
apreciaciones sorprendentes. En primer lugar, el beneficio de la pensión pública promedio
(como porcentaje del PIB por adulto en edad de trabajar) es ligeramente mayor en ALC
que en los países de la OCDE, a pesar de la baja tasa de cobertura que predomina en
gran parte de ALC. En segundo lugar, en ALC la dispersión en lo que respecta al RGB
promedio es inmensa: Brasil (que tiene los niveles más elevados tanto en ALC como en
la muestra total) tiene 10 veces el nivel de generosidad que lo que se ha encontrado en
México. El elevado RGB encontrado en ALC no quiere decir que la mayoría de adultos
mayores en ALC o incluso que la mayoría de los pensionistas en ALC se encuentren en
mejor situación que sus contemporáneos en los países de la OCDE. El elevado RGB en
ALC es un reflejo de que los trabajadores más acomodados tienen mayores probabili-
dades de tener una cobertura de una pensión pública contributiva.
Comparando el gasto en atención de salud, los autores concluyen que el RGB
promedio es ligeramente menor en ALC que el promedio en los países de la OCDE.
Al igual que en el caso de las pensiones, existen amplias variaciones entre los países
de ALC. Los países con una alta generosidad (Colombia, Costa Rica y Cuba) tienen
RGB más elevados que los países de la OCDE. En el otro extremo, los países con un
RGB bajo (Brasil, Perú y Uruguay) tienen RGB significativamente menores que el
promedio de los países de la OCDE en materia de atención de salud.
A partir de estos hallazgos, los autores realizan proyecciones considerando dos esce-
narios. Ambos incluyen los mismos cambios en la estructura de edad de la población,
pero difieren en los supuestos de política. El supuesto utilizado en el primer escenario
es que la política se mantiene “congelada”, mientras que en el segundo escenario el
supuesto es que la política converge hacia la situación que encontramos hoy en los
países de la OCDE a medida que los niveles de ingresos convergen hacia los niveles
actuales en la OCDE. En el caso de las pensiones, “un marco de políticas congeladas”
implica que las reformas de pensiones prefinanciadas que ya están en ejecución en
seis de los 10 países del estudio siguen siendo implementadas.19 A continuación se
describen algunos aspectos resaltantes de estos hallazgos.
19 Las proyecciones se centran en el gasto, ignorando temas fiscales relacionados con el en-
deudamiento y la tributación. En términos más generales, las proyecciones no se basan en
considera que estas proyecciones son “altamente optimistas” y realiza una proyección
alternativa bajo el supuesto de lo que estamos denominando un “marco de políticas
congeladas”, que conduce a un estimado de costos que es más del doble que la pro-
yección del gobierno. En el escenario de la OCDE, Miller, Mason y Holz (Capítulo 7),
basándose en el supuesto de que Brasil tenderá a converger hacia políticas tipo OCDE,
llegan a conclusiones similares a las alcanzadas por el gobierno de Brasil. El tema es que
el debate en torno a la probabilidad política de cambios paramétricos se puede mirar
bajo una luz diferente si tan solo disponemos de la historia pasada para guiarnos, o si
utilizamos parámetros de comparación alternativos como guía.
Atención de salud: Se pronostica que el envejecimiento por sí solo –en un esce-
nario de niveles de gasto congelados por edad– generará un modesto incremento del
gasto consolidado durante las siguientes cuatro décadas para el promedio en ALC. Si
la política converge hacia el modelo de la OCDE, los resultados cambian dramática-
mente. En cuanto a la atención de salud, mucho más que en el caso de las pensiones
o la educación, el impacto de seguir políticas basadas en los parámetros de la OCDE
elevaría dramáticamente el costo global de la atención de salud. El incremento medio
del gasto público proyectado por el estudio es un porcentaje gigantesco, un 3,5 del
PIB. ¿Por qué un incremento tan drástico? Mientras que en el caso de las pensiones
y la educación las proyecciones de un cambio demográfico son parcialmente contra-
rrestadas por un cambio de política, en el caso de la atención de salud los dos efectos
tienen un impacto potenciador en su mayor parte.
En suma, el estudio revela que, mientras que la demografía desempeñará un im-
portante papel en impulsar el crecimiento del gasto público, las decisiones de política
tendrán un efecto aún mayor. En el caso de ALC en su conjunto, el escenario que
considera solo el envejecimiento (en que la política permanece congelada) sugiere
un incremento modesto del gasto social de 1 al 2% del PIB para los siguientes 40
años –ya que la menor presión de gasto en educación puede financiar un porcentaje
significativo del incremento previsto del costo de las pensiones– al menos en países
que se han alejado del sistema de reparto o PAYGO, y el impacto de la demografía
en la atención de salud es también relativamente pequeño.20 Un curso más probable
para la política es uno de convergencia hacia el modelo de la OCDE existente. En este
escenario, el mayor desafío resulta ser la atención de salud. Esto se debe en parte a que
muchos países ya han introducido reformas en sus sistemas de pensiones, las mismas
que ya no contemplan dentro de sus presupuestos públicos los futuros costos. Las
proyecciones de un incremento en el costo de las pensiones en ALC son similares a
aquellas que enfrenta la Unión Europea — un incremento medio de cerca de 2,4% del
20 Este promedio, sin embargo, es un consolidado de los países donde el impacto será peque-
ño, países donde será beneficioso y países donde se proyecta que el gasto se incrementará
drásticamente.
PIB durante los próximos 40 años. Las proyecciones de un incremento de los costos
de atención de salud para ALC (4,3% del PIB) son aún mayores que en el caso de la
Unión Europea (3,2% del PIB).
Conclusiones e implicancias
El cambio demográfico en ALC durante el siglo XXI estará dominado por un rápido
envejecimiento de la población. El peso del envejecimiento se está sintiendo inicial-
mente en los países con una alta inmigración europea, que fueron los primeros en
iniciar la transición demográfica a comienzos del siglo XX y los cuales también cuentan
con los sistemas de seguridad social más extendidos. El resto de los países de ALC
seguirán beneficiándose de un ratio de dependencia decreciente por unos cuantos años
más, pero luego también experimentarán un rápido envejecimiento. Y este proceso
no tardará un siglo como sucedió en Europa; estos cambios en ALC tendrán lugar en
el transcurso de dos o tres décadas. A nivel global, la cuarta parte de los países que
están envejeciendo con mayor rapidez se encuentra en ALC.
Las fuentes de sustento para los adultos mayores en ALC y su vulnerabilidad a
la pobreza a menudo se interpretan erróneamente. La mayor parte de los análisis y
políticas se han centrado en la reforma del sistema de pensiones. Existe un creciente
consenso en relación con este tema en el sentido que las reformas de pensiones que
muchos países de ALC han implementado han sido ampliamente exitosas en reducir
las presiones fiscales, pero que no han tenido éxito en ampliar la cobertura para incluir
a la población de la tercera edad. La cobertura de pensiones para la tercera edad en la
mayoría de los países sigue estando por debajo del 40%. Esto, sin embargo, no implica
automáticamente que los adultos mayores vivan en situación de pobreza, como en
ocasiones se asume. La mayoría de los adultos mayores en ALC evita caer en la pobreza
manteniéndose económicamente activos hasta una avanzada edad (especialmente
los hombres) y apoyándose en sus familias (especialmente las mujeres). En ALC son
los niños, y no los adultos mayores de 60 años, quienes conforman (en promedio) el
grupo de edad de mayor pobreza. El caso de los muy ancianos (mayores de 80 años) es
diferente. Éstos se encuentran en mayor riesgo de caer en la pobreza y de depender en
mayor grado del apoyo de su familia que los mayores de 60 años. Este grupo también
está conformado por mujeres en una abrumadora mayoría.
Contrariamente a la opinión comúnmente sostenida de una sociedad forjada por
instituciones inmutables, este libro describe cómo la nueva política social a menudo
está acompañada por cambios significativos en las características centrales de la familia
y en los valores sociales. Los arreglos de vivienda basados en la familia extendida son
menos comunes entre los grupos de mayores ingresos o en los países que han desarro-
llado una cobertura de pensiones amplia y generosa. La tradición de una larga vida de
trabajo en las personas de la tercera edad ha sido abandonada en países que cuentan
con una cobertura de pensiones amplia y generosa. Al interior de los países, los adultos
mayores que reciben una pensión se jubilan a una edad temprana, mientras que los
adultos mayores que no reciben una pensión siguen trabajando. Las transferencias
intrafamiliares a las personas de la tercera edad son comunes en algunos países que
cuentan con sistemas de pensiones pequeños, y mucho menos comunes en países que
cuentan con sistemas de pensiones extendidos. Los reformistas deben tener presente
que los cambios a las instituciones clave de los sectores sociales analizadas en este libro,
tales como escuelas, pensiones públicas o el sistema de atención de salud, pueden tener
un impacto en la organización de la familia y en el comportamiento del ciclo de vida.
ALC demuestra claros avances en la transición de la atención de salud; el éxito en
reducir la mortalidad por enfermedades transmisibles y causas maternas y perinatales
ha elevado el peso de las enfermedades no transmisibles (ENT) entre las principales
causas de mortalidad. Las ENT han cobrado actualmente tanto peso en el total que
constituyen la principal causa de mortalidad no solamente entre las poblaciones de
altos ingresos sino también entre los pobres. El siguiente desafío para los sistemas de
atención de salud en ALC es ampliar la cobertura de la población para incluir las ENT.
La región ALC tiene tasas de mortalidad adulta relativamente elevadas (en el caso de
las personas de 15 a 59 años). Este alto índice de mortalidad refleja la existencia de
factores de riesgo relacionados con conductas no saludables prevenibles, pero también
refleja la falta de acceso de la población, y especialmente de los pobres, a tratamiento
para ENT.
Es probable que la naturaleza de las presiones fiscales cambie. El envejecimiento
de la población posiblemente se vea acompañado de presiones para incrementar el
gasto público. Quienes diseñan las políticas económicas en ALC han venido lidiando
con un aspecto de esto –pasivos de pensiones en los sistemas PAYGO– durante las dos
últimas décadas y están bastante conscientes de estos riesgos. Sin embargo, parecen
estar menos conscientes de otros aspectos que ya están acompañando la transición
demográfica y de nuevas áreas donde existe un riesgo inminente. Por ejemplo, el
sustancial incremento logrado en la mayoría de los países de ALC en la cobertura de
la educación pública y de la atención básica de salud ha sido ampliamente celebrado,
pero rara vez se reconoce que gran parte de este incremento ha sido financiado no a
través de un mayor esfuerzo nacional sino por las ganancias inesperadas generadas
por la reducción de la fecundidad. Otro ejemplo se refiere a las opciones disponibles
para los diseñadores de políticas. Algunos gobiernos están respondiendo a las pre-
siones relacionadas con el envejecimiento de la población priorizando la expansión
de la cobertura del seguro de salud, mientras que otros están poniendo énfasis en los
programas de transferencia de ingresos, lo cual parecería indicar que existe cierto
grado de sustitución entre estos programas.
Las presiones fiscales que acompañan el envejecimiento de la población posiblemen-
te sean fuertes en América Latina. La experiencia en los países de la OCDE y el análisis
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Paulo M. Saad
Introducción
Los cambios demográficos se han intensificado en América Latina y el Caribe (ALC)
en las últimas décadas. Todos los países de la región están experimentando cambios
sustanciales en la estructura de edades de sus poblaciones como resultado de la tran-
sición de altos niveles a bajos niveles de mortalidad y fecundidad. Estos cambios
consisten de una reducción significativa del porcentaje de población infantil (de 0
a 14 años) e importantes incrementos en el porcentaje de población adulta (de
15 a 59 años), y especialmente de población de adultos mayores (de 60 años a más).
Estos cambios en la estructura de edades marcan el inicio de un período en el cual
la proporción de personas en edades potencialmente productivas crece de manera
sostenida frente al número de personas en edades potencialmente improductivas
(inactivas). Este período, conocido como “dividendo demográfico”, “bono demo-
gráfico” o “ventana demográfica de oportunidad”, genera una situación que es
especialmente propicia para el desarrollo, dado que incrementa la posibilidad de
ahorrar e invertir en el crecimiento económico. Casi la totalidad de los países de
la región ALC se encuentran actualmente en este período de transición favorable.
Sin embargo, debido a que el cambio demográfico está teniendo lugar de manera
dispareja, en el caso de algunos países esta ventana de oportunidad se está empezando
a cerrar, mientras que para otros se está empezando a abrir.
Con base en las estimaciones y proyecciones de población elaboradas por el
Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía / la División de Población de
la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe
(CELADE/CEPAL) para los países de América Latina, y por la División de Población
del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DESA)
para los países caribeños, este capítulo tiene como objetivo ofrecer un panorama ge-
neral de la dinámica demográfica pasada y futura en ALC, incidiendo especialmente
en las oportunidades y desafíos que plantean los cambios poblacionales y su efecto en
el desarrollo social y económico.
Cuadro 2.1 Esperanza de vida al nacer por género y tasa de mortalidad infantil en ALC
1950-2025
de vida para las mujeres. Esta diferencia también se ha ensanchado a medida que la
esperanza de vida aumentaba durante la segunda mitad del siglo (ver el cuadro 2.1),
mayormente debido al efecto combinado de una menor mortalidad por causas espe-
cíficamente femeninas, tales como aquellas relacionadas con la salud reproductiva,
y una mayor mortalidad por causas que afectan principalmente a los hombres, tales
como accidentes y violencia. Entre 1950-55 y 2005-10, la diferencia entre la esperanza
de vida de las mujeres y los hombres se incrementó de 3,4 años a 6,2 años. Las proyec-
ciones demográficas indican que esta diferencia debe mantenerse durante las próximas
décadas, aunque se espera una reducción en el futuro, siguiendo una tendencia que
actualmente se observa en los países desarrollados.
En la actualidad existe una variación significativa entre los países de ALC en lo que
respecta a la esperanza de vida, que va de 60,6 años en Haití y 65,5 en Bolivia a más de
78 años en Chile, Costa Rica, Cuba y varios países caribeños. El gráfico 2.1 muestra la
esperanza de vida entre 1950 y 2050 en una selección de países de ALC con distintos
niveles de mortalidad. Si bien revela una clara tendencia convergente, aún existen
algunas importantes diferencias entre países y se espera que éstas se mantengan por
lo menos hasta mediados del siglo XXI.
Fecundidad
A pesar de la impresionante reducción de la mortalidad, el descenso de la fecundidad
ha sido el principal factor que afecta el tamaño y la estructura de edades de la pobla-
ción en ALC. El cuadro 2.2 muestra las tendencias de la fecundidad en la región entre
Gráfico 2.1 Esperanza de vida al nacer en una selección de países de ALC, 1950–2050
85
80
75
Esperanza de vida (años)
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–
–2
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19
19
19
19
Los países de ALC pueden ser clasificados de acuerdo a sus actuales niveles de
fecundidad de la siguiente manera:
• Países en los que la fecundidad se encuentra ya sea al nivel de reemplazo o por
debajo de éste (2,1 hijos o menos por mujer), incluyendo a los países en una
etapa de transición bastante avanzada, entre ellos Barbados y Cuba (1,5 hijos);
Trinidad y Tobago (1,6 hijos); Puerto Rico (1,8 hijos); Chile, Martinica y An-
tillas Holandesas (1,9 hijos); Bahamas (2,0 hijos); y Costa Rica, Guadalupe y
Uruguay (2,1 hijos).
• Países en los que la tasa de fecundidad es de menos de un hijo por encima del
nivel de reemplazo (entre 2,2 hijos y 3,1 hijos por mujer), entre ellos Brasil,
Colombia, México y Santa Lucía (2,2 hijos); Argentina y Guyana (2,3 hijos);
Jamaica y Surinam (2,4 hijos); la República Bolivariana de Venezuela y Perú
(2,5 hijos); Ecuador y Panamá (2,6 hijos); El Salvador (2,7 hijos); y República
Dominicana (2,8 hijos).
• Países en los que la tasa de fecundidad es de un hijo o más por encima del nivel
de reemplazo (3,1 hijos y más), entre ellos Paraguay (3,1 hijos); Guayana Fran-
cesa y Honduras (3,3 hijos); Bolivia y Haití (3,5 hijos); y Guatemala (4,2 hijos).
El gráfico 2.2 muestra las tendencias de las tasas de fecundidad total en una selección
de países con distintos niveles de fecundidad entre 1950 y 2050. Si bien se prevé que
Gráfico 2.2 Tasa de fecundidad total en una selección de países de ALC, 1950–2050
6
Tasa de fecundidad total
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5
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19
19
19
19
las tasas de fecundidad en todos los países se acercarán gradualmente a cifras cercanas
al nivel de reemplazo durante el período de la proyección, las tasas actuales siguen
mostrando importantes variaciones, que van desde 1,5 hijos por mujer en Barbados
(que no aparece en el gráfico) y Cuba hasta 4,2 hijos por mujer en Guatemala.
Muchos estudios sobre América Latina sugieren que los niveles promedio de fe-
cundidad no constituyen un buen indicativo que permita apreciar las desigualdades
internas (esto es, las variaciones al interior de los países entre, por ejemplo, las áreas ur-
banas y rurales, por niveles de ingreso y educación y otros criterios). De hecho, aunque
se ha mantenido constante, el descenso de la fecundidad ha demostrado ser disparejo
no solamente entre países sino también entre grupos sociales al interior de los países.
Por ejemplo, se ha reportado una variación significativa por regiones subnacionales;
entre las áreas urbanas y rurales, de acuerdo al nivel de ingresos y educación; y por
grupo étnico (Chackiel y Schkolnik 1992; Schkolnik y Chackiel 1998; CEPAL 2005).
Las tendencias de las tasas de fecundidad en edades específicas, por ejemplo,
demuestran que la reducción de la fecundidad ha sido mayor entre las mujeres perte-
necientes a grupos de mayor edad, especialmente el grupo de 35 a 49 años, y menor
entre las adolescentes de 15 a 19 años. Como resultado de ello, durante la última mitad
Migración
En ALC, tanto la inmigración como la emigración internacional han desempeñado
y continúan desempeñando un importante papel en términos del tamaño, el creci-
miento y las características sociales y económicas de los países de la región.
Dado que la migración tiende a ser selectiva según la edad y el género, este fenó-
meno afecta no solo el tamaño sino también la estructura de edades y la composición
por género de las poblaciones en los lugares de origen y destino. Los inmigrantes
también pueden influir en los patrones de fecundidad y en las condiciones de salud,
afectando con ello los niveles de otras variables demográficas entre las poblaciones
tanto de origen como de destino.
Al comparar las tasas de crecimiento natural (es decir, la diferencia entre nacimien-
tos y muertes) y las tasas de crecimiento de la población total (que también toman en
cuenta la migración), el gráfico 2.3 identifica a los países que tienen una migración
neta positiva, es decir, aquellos en los que el número de inmigrantes es superior al
número de emigrantes (el crecimiento total es mayor que el crecimiento natural), y
a los países que tienen una migración neta negativa, es decir, aquellos en los que el
número de emigrantes supera el número de inmigrantes (el crecimiento total es menor
que el crecimiento natural). Actualmente, el crecimiento total se encuentra por debajo
del crecimiento natural en la mayoría de los países, entre ellos Colombia, República
Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua,
Paraguay, Perú y Uruguay, así como en la región ALC en conjunto.
En contraste, la población se ha incrementado debido al influjo de inmigrantes
en Chile, Costa Rica y, en menor grado, Panamá. En el caso de Chile, los inmigran-
tes provinieron principalmente del Perú, mientras que en Costa Rica provinieron
principalmente de Nicaragua (Cortes 2005, citado por Guzmán et al 2006). En
países como Argentina, Bolivia, Brasil y la República Bolivariana de Venezuela, el
balance de la migración tiene un efecto escasamente perceptible sobre el tamaño
de la población, ya que el crecimiento total es similar al crecimiento natural. En
Cuadro 2.3 Tasa de fecundidad por edades y tasa de fecundidad total, reducción
porcentual y distribución relativa en ALC, 1950/2015
Tasa de fecundidad
Período 15–19 20–24 25–29 30–34 35–39 40–44 45–49 total (%)
Tasa de fecundidad por edades (nacimientos por cada 1,000 mujeres)
1950–55 100,1 264,0 289,0 241,0 173,0 84,0 30,0 5,9
1970–75 91,0 234,0 251,0 206,0 144,0 68,0 18,0 5,1
1990–95 83,0 165,0 150,0 105,0 63,0 24,0 4,5 3,0
2000–05 72,0 145,0 129,0 87,0 49,0 17,0 3,2 2,5
2005–10 69,0 138,0 122,0 82,0 45,7 16,0 2,9 2,4
2010–15 63,0 127,0 112,0 74,0 41,0 14,0 2,5 2,2
Reducción de la tasa de fecundidad (%)
1950–55 a
37,1 51,9 61,3 69,3 76,3 83,3 91,7 62,7
2010–15
Distribución relativa de la tasa por edad (%)
1950–55 8,5 22,3 24,5 20,4 14,6 7,1 2,5 100,0
1970–75 9,0 23,1 24,8 20,4 14,3 6,7 1,7 100,0
1990–95 14,0 27,7 25,2 17,6 10,6 4,1 0,8 100,0
2000–05 14,3 28,8 25,7 17,3 9,8 3,5 0,7 100,0
2005–10 14,5 29,0 25,7 17,2 9,6 3,4 0,6 100,0
2010–15 14,5 29,2 25,8 17,1 9,5 3,3 0,6 100,0
Gráfico 2.3 Tasa de crecimiento natural y total en ALC por país, 2005-2010
30
25
Tasa de crecimiento (por mil)
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15
10
–5
in e
ca y
ica ica
nd a
M na
Am ost bia
ra r
ba
te a
Pa rú
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Sa a
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Do R.B
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La
ra
ug
n
Ur
Ve
Gráfico 2.4 Tasas de crecimiento de la población por principales grupos de edad en ALC,
1950–2050
4,0
3,5
Tasa de crecimiento (por cada 100 personas)
3,0
2,5
2,0
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–0,5
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Existe una variación considerable entre los distintos grupos de edad. Mientras que
la población joven se incrementó 2,5 veces entre 1950 y 2005 y se espera que decrecerá
aproximadamente en un 17% entre el 2005 y el 2050, la población adulta se expandió
3,8 veces en el primer período y según las proyecciones seguirá creciendo durante el
segundo período, pero únicamente en un 33%. No obstante, el cambio más significativo
se refiere a la población de adultos mayores, que se incrementó 5,4 veces entre 1950 y
2005, y que prácticamente se cuadruplicará entre el 2005 y el 2050.
Se espera que la magnitud de la población de personas mayores equipare la de la
población joven por primera vez en la historia aproximadamente en el año 2040. Para
el 2050, se espera que la población de la tercera edad sobrepasará a la población joven
en un 30% (ver el gráfico 2.5 y el cuadro 2.4).
De acuerdo al gráfico 2.5, se espera que la población joven dejará de crecer al-
rededor del año 2020, mientras que la población en edad de trabajar se prevé que
crecerá hasta el año 2045. Luego de ello, el crecimiento de la población en ALC se
deberá íntegramente a incrementos en la población de adultos mayores. Esta situación
ciertamente coloca al envejecimiento de la población entre los principales fenómenos
demográficos de la era actual.
500
450
400
350
Población (millones)
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250
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150
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20
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20
20
20
20
20
20
20
Cuadro 2.4 Población por principales grupos de edad en ALC, 1950, 2005 y 2050
Población (miles)
Estructura de edades
El porcentaje de los distintos grupos de edad en relación con la población total en ALC
ha cambiado considerablemente a través del tiempo, ya que estos grupos han crecido
a distintas tasas. Si bien en términos absolutos la población joven seguirá creciendo
hasta el año 2020, su proporción ha venido decayendo desde 1970 y se espera que se-
guirá decreciendo. De igual manera, se espera que el porcentaje de la población adulta
empezará a decrecer después del 2020, a pesar de que en términos de magnitud seguirá
expandiéndose hasta el 2045. Mientras que según los pronósticos el porcentaje de las
poblaciones jóvenes y adultas se reducirá, se espera que el porcentaje de la población
de adultos mayores se incrementará de manera sostenida durante todo el período
considerado dentro de este estudio (ver el gráfico 2.6).
Si bien las cifras actuales referidas a la proporción de la población mayor parecen
encontrarse en un nivel razonable, son engañosas si se toman como un indicador del
futuro, ya que el proceso de envejecimiento de la población debe acelerarse conside-
rablemente en el futuro cercano. De hecho, entre 1950 y el 2000, la proporción de la
población de 60 años y más se incrementó solo moderadamente, de 5,5 a 8,8%. Durante
los próximos 50 años, sin embargo, dicha proporción se elevará de 8,8 a 23,6%. Esto
representa, en términos absolutos, un incremento de cerca de nueve millones a 180
millones en el transcurso de un siglo.
No obstante, el envejecimiento de la población en ALC no será un proceso ho-
mogéneo en todos los países. En muchos países de la región, la población joven y
la población en edad de trabajar seguirán desempeñando un papel importante en
el crecimiento demográfico hasta bien entrado el siglo XXI, y por lo tanto seguirán
constituyendo una considerable fuente de demanda para los sectores sociales así como
un desafío para las políticas públicas.
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60
50
Porcentaje
40
30
20
10
0
1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020 2030 2040
de la población, que tiende a intensificarse en el futuro a medida que las cohortes más
numerosas que nacieron durante la etapa inicial de la transición avanzan a lo largo
del ciclo de vida.
Como ya se ha observado, los promedios regionales tienden a esconder importantes
diferencias a nivel nacional en términos del ritmo e intensidad del cambio demográfico.
Con el fin de analizar esta variación y obtener una visión integral de los cambios que
están teniendo lugar en la región, CEPAL (2008a) ha clasificado a los países de ALC en
cuatro etapas de transición demográfica, de acuerdo a la esperanza de vida y las tasas
de fecundidad: muy avanzada, avanzada, completa y moderada (ver el Anexo 2A.2).
Únicamente Barbados y Cuba son clasificados dentro de la etapa muy avanzada de
transición. La fecundidad en Cuba, que ya era bastante baja a mediados del siglo XX
en comparación con el promedio regional, alcanzó el nivel de reemplazo mucho antes
que cualquier otro país de la región (entre fines de la década de 1970 y comienzos de
la década de 1980). Desde entonces, la fecundidad en Cuba ha seguido disminuyendo,
alcanzando actualmente una tasa de 1,5 hijos por mujer, que se encuentra muy por
debajo del nivel de reemplazo. La población de este país actualmente está creciendo
a una tasa natural de 0,29%, lo cual es totalmente atípico para la región; mientras que
en términos de la esperanza de vida al nacer (78,3 años) figura en tercer lugar entre
los países de América Latina, después de Costa Rica (78,8 años) y Chile (78,5 años).
Los países de América Latina que se encuentran en una etapa de transición avan-
zada se dividen en tres subgrupos. El primer grupo incluye a Argentina y Uruguay.
En estos países, las tasas tanto de mortalidad como de fecundidad empezaron a redu-
cirse considerablemente mucho antes que en otros países (durante la primera mitad
del siglo XX). Para mediados del siglo XX, las tasas de fecundidad en estos países ya
habían decaído a cerca de tres hijos por mujer. El segundo subgrupo está formado por
Chile, que, pese a que en 1950 tenía una tasa de fecundidad similar a la de Cuba, no
ha experimentado una reducción de la fecundidad tan abrupta como en Cuba. Pese
a ello, Chile representa el segundo subgrupo en la región en donde la fecundidad ha
caído por debajo del nivel de reemplazo. Al igual que en Argentina y Uruguay, la tasa
actual de crecimiento poblacional en Chile es menor a 1%. El tercer subgrupo dentro
de los países de transición avanzada incluye a Brasil, Colombia, Costa Rica y México.
A diferencia de otros países que se sitúan dentro de esta etapa de transición, las tasas
de fecundidad en estos países se mantuvieron extremadamente altas (entre seis y ocho
hijos por mujer) hasta mediados de la década de 1960. Sin embargo, para fines de la
década de 1980 hasta inicios de los 90, estas tasas ya se habían reducido a la mitad
o incluso más. La tasa de crecimiento natural de la población en este subgrupo se
encuentra actualmente entre 1,3% y 1,4%.
Los niveles de mortalidad y fecundidad también varían entre los países caribeños
clasificados como países en la etapa de transición avanzada. Trinidad y Tobago, en
un extremo, muestra los niveles más bajos de fecundidad, pero acompañados de una
con mayor rapidez en América Latina que lo que ocurrió en los países industrializa-
dos, lo cual exige la implementación de medidas innovadoras para hacer frente a los
desafíos y aprovechar las oportunidades surgidas a raíz de los cambios demográficos.
de 97 dependientes por cada 100 personas en edad de trabajar. Luego del declive de
las tasas de fecundidad a mediados de la década de 1960, el ratio de dependencia em-
pezó a decaer de manera sostenida, y se espera que esta tendencia continúe hasta el
año 2019, en que el ratio llegará a su valor mínimo de 60 antes de volver a aumentar
debido a la creciente proporción de adultos mayores. Si bien en general los diferentes
países latinoamericanos coinciden con este modelo en términos de la configuración
de su población, existen enormes variaciones de un país a otro en términos de tiempos
(ver el Anexo 2A.3).
Para ilustrar este argumento, el gráfico 2.7 muestra la situación en tres países que
se encuentran en distintas etapas de la transición demográfica: Cuba, en la etapa muy
avanzada; México, en la etapa avanzada; y Guatemala, en la etapa moderada. En Cuba,
el período en el cual el ratio de dependencia declina (17 años) es mucho más corto que
en los otros países (56 años en México y 62 años en Guatemala) y, luego de estabilizarse
a niveles relativamente bajos durante un largo período de tiempo, se espera que se
elevará nuevamente con mucho mayor rapidez que en los demás países. En México,
el ratio de dependencia, que era extremadamente alto al inicio del período debido a
la alta proporción de niños, empezó una abrupta tendencia descendente a mediados
de la década de 1960, la misma que se espera que durará hasta mediados de la década
del 2020, en que gradualmente volverá a elevarse. En Guatemala, el descenso del ratio
de dependencia ha sido mucho más gradual debido a que las tasas de fecundidad se
han mantenido relativamente altas. En este país, según las proyecciones el ratio de
dependencia seguirá declinando hasta mediados del siglo XXI. Como resultado de
110
Dependientes por cada 100 personas
100
en edad de trabajar
90
80
70
60
50
1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020 2030 2040 2050
estas tendencias variadas, se prevé que se producirá una tendencia convergente en los
ratios de dependencia infantil (Gráfico 2.8) así como una tendencia divergente en los
ratios de dependencia de la tercera edad (Gráfico 2.9).
El gráfico 2.10 demuestra cómo el ratio de dependencia variará en las siguientes
décadas en una selección de países latinoamericanos en distintas etapas de la transición
Gráfico 2.8 Ratio de dependencia infantil en una selección de países de ALC, 1950–2050
100
90
Niños por cada 100 personas
80
en edad de trabajar
70
60
50
40
30
20
1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020 2030 2040 2050
Gráfico 2.9 Ratio de dependencia de adultos mayores en una selección de países de ALC,
1950–2050
80
Adultos mayores por cada 100 personas
70
60
en edad de trabajar
50
40
30
20
10
0
1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020 2030 2040 2050
Gráfico 2.10 Tendencias futuras del ratio de dependencia en una selección de países de ALC,
2008–2050
190
170
Ratio de dependencia, 2008 = 100
150
130
110
90
70
50
05
10
15
20
25
30
35
40
45
50
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
Bolivia Brasil Chile Cuba
demográfica. El año 2008 se utiliza como año base (igual a 100) respecto del cual se
realizan comparaciones hasta el año 2050. El ratio de dependencia revela claramente
una fuerte tendencia ascendente en los países que se encuentran en etapas posteriores de
la transición (Chile y Cuba), una tendencia ascendente menos acentuada en los países
en etapas intermedias de la transición (Brasil y México), y una tendencia descendente
en los países que se encuentran más rezagados en el proceso de transición (Bolivia y
Guatemala). Una comparación de los casos extremos de Cuba y Guatemala ofrece un
claro panorama de la diversidad de situaciones demográficas en la región: mientras
que en Cuba se espera que el ratio de dependencia prácticamente se duplicará de aquí
al 2050, en Guatemala se espera que este ratio se habrá reducido casi a la mitad.
El bono demográfico
Existe un período durante la transición demográfica en el cual el ratio de dependencia
desciende sustancialmente a medida que la población en edad de trabajar crece en
relación con la población en edad de dependencia. Durante este período, la situación
es especialmente favorable para el desarrollo, ya que existen mayores posibilidades de
2 Otra definición que se utiliza con frecuencia está basada en la tasa de cambio del ratio y si
dicha tasa de cambio es positiva o negativa.
3 La mayoría de los países alcanzaron el máximo ratio de dependencia entre 1960 y 1975.
En América Latina, las únicas excepciones son Argentina, Guatemala y Uruguay, donde
los niveles máximos se alcanzaron alrededor de 1990. El Caribe, las Antillas Holandesas,
las Islas Vírgenes Estadounidenses, Puerto Rico y Trinidad y Tobago alcanzaron el nivel
máximo justo antes de 1960.
cativamente (ver gráfico 2.11). En términos generales, a los países que se encuentran
en una etapa más avanzada dentro de la transición demográfica les queda un período
más corto de bono que a los países que se encuentran rezagados en el proceso. En Chile
y Cuba, por ejemplo, se espera que el bono llegue a su fin en algún momento durante
los primeros 25 años del siglo en curso. En Brasil y Costa Rica, el bono durará hasta
inicios de la década del 2040, mientras que en Ecuador y Perú se espera que culmi-
nará aproximadamente alrededor del 2050. En siete países, el bono debe durar hasta
más allá de mediados de siglo, lo cual incluye los casos extremos de Bolivia (2062) y
Guatemala (2069).
Uruguay constituye un caso especial, ya que en este país no se ha producido un
bono demográfico de acuerdo a la definición contenida en este estudio. Mientras que
se espera que el ratio de dependencia en América Latina decrezca en 38% en promedio,
Gráfico 2.11 Período y etapas del bono demográfico en los países de América Latina
Cuba
Chile
México
Panamá
Argentina
Brasil
América Latina
Costa Rica
Colombia
Ecuador
República Dominicana
Venezuela, R. B. de
Perú
El Salvador
Nicaragua
Paraguay
Honduras
Haití
Bolivia
Guatemala
1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020 2030 2040 2050 2060 2070
2005–10; y (c) fecundidad baja: países con una fecundidad total igual o menor a 2,1 hijos por
mujer en 2005–10.
Bajo la variante de fecundidad media, se asume que la fecundidad total en todos los países
con el tiempo convergirá hacia un nivel de 1,85 hijos por mujer. Sin embargo, no todos los
países alcanzan este nivel durante el período de la proyección, es decir, de aquí al 2045–50. Los
procedimientos de las proyecciones difieren ligeramente, dependiendo de si un país tuvo una
tasa de fecundidad total mayor o menor a 1,85 hijos por mujer en 2005–10.
Se asume que en los países de fecundidad alta y media la fecundidad seguirá una trayec-
toria derivada de los modelos de declinación de la fecundidad establecidos por la División de
Población de las Naciones Unidas con base en la experiencia pasada de todos los países que
tuvieron una fecundidad decreciente durante 1950–2010. Si la fecundidad total pronosticada
por un modelo para un país cae a 1,85 hijos por mujer antes del 2050, la fecundidad total se
mantiene constante a ese nivel durante el resto del período de la proyección (es decir, hasta el
2050). Si el modelo de cambio en la fecundidad genera una fecundidad total por encima de 1,85
hijos por mujer para 2045–50, ese valor se utiliza para hacer una proyección de la población.
Bajo la variante de fecundidad alta, se pronostica que la fecundidad se mantendrá en 0,5
hijos por encima de la fecundidad de la variante media durante la mayor parte del período de
la proyección. Para el 2045–50, la fecundidad de la variante alta se sitúa por lo tanto en medio
hijo por encima de la fecundidad de la variante media.
Bajo la variante de fecundidad baja, se pronostica que la fecundidad se mantendrá en 0,5
hijos por debajo de la fecundidad de acuerdo a la variante media durante la mayor parte del
período de la proyección. Para el 2045–50, la fecundidad según la variante baja es por lo tanto
de medio hijo por debajo de la fecundidad de la variante media.
Variaciones en las proyecciones bajo las variantes de fecundidad baja, media y alta
El gráfico 2.12 muestra las cifras absolutas de población total y grandes grupos de edad de 1950
a 2050 bajo las variantes media, alta y baja de las proyecciones de población de las Naciones
Unidas. Bajo la variante media, se estima que la población total en la región crecerá a aproxi-
madamente 729 millones y oscilaría entre 626 millones y 845 millones bajo las variantes alta
y baja (ver también el cuadro 2.5).
El impacto más significativo de las diferentes variantes puede observarse en el grupo de
niños menores de 15 años. El número de niños se encontraría en algún lugar dentro de un rango
comprendido entre un nivel bajo de 75 millones y un nivel alto de 185 millones en el 2050,
lo cual ilustra cómo los diferentes supuestos de fecundidad afectan mayormente al grupo de
infantes y niños. Únicamente bajo la variante de fecundidad alta el número de niños seguiría
creciendo durante todo el período de la proyección. En contraste, bajo las variantes baja y media
el número de niños empezaría a decrecer aproximadamente en el 2015. Se estima que el número
de personas en edad de trabajar (15 a 59 años) seguirá creciendo de manera sostenida hasta
alrededor del 2030, luego de lo cual empezaría a declinar bajo las variantes baja y media, pero
el crecimiento se mantendría bajo la variante alta. Se estima que el número total de personas en
edad de trabajar se encontrará dentro de un rango de 365 millones y 474 millones en el 2050.
El número de adultos mayores (60 años y más) no varía bajo las distintas variantes, ya que los
Gráfico 2.12 Población por principales grupos de edad bajo diferentes variantes
de proyección en ALC, 1950–2050
900
800
700
Población (miles)
600
500
400
300
200
100
0
50
60
70
80
90
00
10
20
30
40
50
19
19
19
19
19
20
20
20
20
20
20
Media 0–14 Media 15–59 Media 60+
Fuente: Naciones Unidas, División de Población, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DESA), estimados y proyecciones
de población, revisión 2008.
Cuadro 2.5 Población por principales grupos de edad bajo diferentes variantes
de proyección en ALC, 1950–2050
2050
Grupo de edad (años) 1950 2005 Baja Media Alta
Población (miles)
Total 167.307 556.512 625.884 729.185 845.110
0–14 67.293 165.645 75.281 124.274 184.594
15–59 90.625 340.747 364.567 418.875 474.480
60 y más 9.389 50.120 186.036 186.036 186.036
Población (%)
Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
0–14 40,2 29,8 12,0 17,0 21,8
15–59 54,2 61,2 58,2 57,4 56,1
60 y más 5,6 9,0 29,7 25,5 22,0
Fuente: Naciones Unidas, División de Población, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DESA), estimados y pro-
yecciones de población, revisión 2008
Nota: Las cifras presentadas en el cuadro difieren ligeramente de las estimaciones y proyecciones de CEPAL debido a los
reajustes efectuados por DESA para incorporar la migración internacional.
Gráfico 2.13 Distribución de la población por principales grupos de edad bajo las distintas
variantes de proyección en ALC, 1950–2050
70
60
Porcentaje de la población
50
40
30
20
10
0
50
60
70
80
90
00
10
20
30
40
50
19
19
19
19
19
20
20
20
20
20
20
Fuente: Naciones Unidas, División de Población, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DESA), estimados y pro-
yecciones de población, revisión 2008.
se iniciaría más tarde, alrededor del año 2025, y la mayor variación entre los distintos supuestos
de fecundidad ocurriría entre los años 2025 y 2035. Para el 2050, sin embargo, se proyecta que
las diferencias en cuanto al ratio de dependencia total bajo las tres variantes serán bastante
pequeñas, oscilando entre 72 y 78 dependientes por cada 100 personas en edad de trabajar. El
principal impacto de utilizar distintas variantes de proyección es estructural, lo cual es ilustrado
por las crecientes diferencias entre los ratios de dependencia de niños y de adultos mayores
(Gráfico 2.14 y cuadro 2.6).
Se estima que el ratio de dependencia infantil decrecerá en el caso de las tres variantes, re-
duciéndose de 44 dependientes en el 2010 a 30 dependientes en el 2050 bajo la variante media.
Bajo la variante alta, la reducción del ratio de dependencia infantil sería bastante moderada,
llegando a 40 dependientes en el año 2050. Bajo la variante baja, el ratio se reduciría en más de
la mitad durante el período. Se estima que el ratio de dependencia de la tercera edad se elevará
más del doble bajo las tres variantes. Se espera que en el año 2010 habrá cerca de 16 personas
de 60 años y más por cada 100 personas en edad de trabajar. Esta cifra casi se triplicaría bajo
la variante media, a 44 dependientes en el 2050, y podría ser tan alta como 51 dependientes
bajo la variante de fecundidad baja.
El gráfico 2.15 muestra los períodos correspondientes al bono demográfico para los casos
de México, Guatemala y Cuba bajo las tres variantes de proyección, así como los períodos de
ocurrencia para América Latina bajo la variante media. De los tres países, Cuba es el que se
Gráfico 2.14 Ratios de dependencia total de niños y adultos mayores bajo distintas variantes
de proyección en ALC, 2010–50
90
80
70
Ratio de dependencia
60
50
40
30
20
10
0
2010 2015 2020 2025 2030 2035 2040 2045 2050
Fuente: Naciones Unidas, División de Población, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DESA), estimados y proyecciones
de población, revisión 2008.
Cuadro 2.6 Ratios de dependencia total de niños y adultos mayores bajo distintas variantes
de proyección en ALC, 1950–2050
Gráfico 2.15 Tendencias futuras del ratio de dependencia en una selección de países de ALC,
2008–2070
México, media
México, alta
México, baja
Guatemala, media
Guatemala, alta
Guatemala, baja
Cuba, media
Cuba, alta
Cuba, baja
ALC
60
70
80
90
00
10
20
30
40
50
60
70
19
19
19
19
20
20
20
20
20
20
20
20
Fuentes: CELADE, División de Población de CEPAL (para Cuba, Guatemala y México); DESA, División de Población (para
América Latina), estimados y proyecciones de población, revisión 2008.
Nota: Bono 1 = ratio de dependencia por encima de dos tercios y en descenso; bono 2 = ratio de dependencia por debajo
de dos tercios y en descenso; bono 3 = ratio de dependencia por debajo de dos tercios y en ascenso.
Fuentes: CELADE/CEPAL, estimaciones y proyecciones de la población 2007; División de Población de las Naciones Unidas/
DESA, “Previsiones demográficas mundiales: Revisión de 2006”
001Envejecimiento.indd 75
Período durante el cual el ratio
de dependencia se mantiene por
Período de reducción del ratio de dependencia debajo de dos tercios
Valor Año de Valor Año de Duración Magnitud Año de Año Duración
País máximo valor máximo mínimo valor mínimo (años) (%) inicio final (años)
América Latina
Argentina 78 1989 63 2032 43 19 2011 2037 26
Bolivia 95 1974 57 2041 67 40 2021 2060 39
Brasil 97 1964 58 2007 43 41 1996 2038 42
Chile 92 1966 54 2011 45 41 1985 2024 39
Colombia 109 1965 56 2017 52 49 2000 2039 39
Costa Rica 115 1965 53 2014 49 54 2000 2038 38
Cuba 91 1974 53 1991 17 42 1983 2024 41
Tendencias demográficas en América Latina y el Caribe
001Envejecimiento.indd 76
Período de reducción del ratio de dependencia debajo de dos tercios
Valor Año de Valor Año de Duración Magnitud Año de Año Duración
País máximo valor máximo mínimo valor mínimo (años) (%) inicio final (años)
Caribe
Aruba 91 1961 50 1995 34 45 1976 2020 44
Bahamas 99 1966 54 2014 48 45 1989 2033 44
Barbados 101 1966 46 2007 41 55 1985 2023 38
Belice 117 1974 56 2035 61 52 — — —
Guyana 116 1960 59 2018 58 49 1996 2025 29
Jamaica 125 1971 63 2017 46 49 2010 2028 18
Antillas Holandesas 95 1959 55 2010 51 42 1978 2023 45
Puerto Rico 103 1959 65 2004 45 37 1992 2015 23
Santa Lucía 134 1970 56 2011 41 58 2002 2043 41
San Vicente
y Las Granadinas 135 1968 57 2019 51 58 2003 2036 33
Surinam 119 1963 59 2017 54 51 2002 2031 29
Trinidad y Tobago 96 1959 46 2007 48 53 1995 2037 42
Islas Vírgenes
Estadounidenses 102 1956 61 1992 36 40 1988 2002 14
Fuentes: CELADE/CEPAL, estimaciones y proyecciones de la población 2007; División de Población de las Naciones Unidas/DESA, “Previsiones demográficas mundiales: revisión
de 2006”
Nota: El ratio de dependencia en Uruguay no desciende por debajo de dos tercios; en Belice, no se mantiene por debajo de dos tercios durante un período sostenido. — = no
disponible.
Envejecimiento de la población: ¿está preparada América Latina?
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de envejecimiento en América Latina: una ilustración a partir de algunos países seleccio-
nados”. Papeles de población (35). México, D.F.
Introducción
Este capítulo explora la relación entre la pobreza y el ciclo de vida en América Latina y
el Caribe (ALC). El comportamiento económico varía a lo largo del ciclo de vida. Esta
variación se debe a una serie de determinantes biológicos: los niños tardan muchos
años en llegar a ser independientes; los adultos mayores van perdiendo su capacidad
para mantenerse a medida que envejecen. ¿Los hace esto más vulnerables a la pobre-
za? Muchos de los nuevos programas de lucha contra la pobreza están dirigidos a las
familias con hijos y al adulto mayor. ¿Es esto debido a que la pobreza es relativamente
mayor en estos grupos? Los programas de lucha contra la pobreza en la tercera edad
se concentran en las pensiones sociales. ¿Es ésta la mejor manera de beneficiar a los
adultos mayores pobres? Para responder a estas preguntas, este capítulo explorará
asimismo las fuentes de ingresos de los adultos mayores, sus arreglos de vivienda y la
dinámica económica entre los adultos mayores y su familia extendida.
Diversos estudios recientes sobre la pobreza en la tercera edad han arrojado resultados
para África y ALC. Kakwani y Subbarao (2007) examinaron información estadística
correspondiente a 14 países africanos y concluyeron que la pobreza en la tercera edad
en los países africanos muestra tasas similares a la tasa de pobreza promedio en el país,
pero que en 10 de los 14 países los adultos mayores están sobre-representados entre los
pobres, aunque no por un amplio margen. En el caso de ALC, Gasparini et al (2007),
aplicando una metodología que fue desarrollada por primera vez por Bourguignon et
al (2006), encontró que la pobreza entre los adultos mayores, en comparación con otros
grupos de edad, difiere entre países: mientras que en los países que tienen sistemas de
pensiones bien desarrollados la pobreza en la tercera edad es sustancialmente menor que
la media nacional, en muchos otros países es similar o mayor que el promedio nacional.
Las metodologías empleadas en este estudio se ciñen estrechamente al estudio de
Gasparini et al (2007). Algunos de los resultados empíricos difieren entre sí debido a
que encuestas más recientes, que no estaban disponibles antes, han sido incorporadas
a este estudio, y la línea de pobreza ha sido calculada nuevamente para ajustarse al
nuevo parámetro internacional, según se describe más adelante. Además, este capítulo
1 No existe información de encuestas disponible para Cuba, el país con la población más
vieja de la región.
001Envejecimiento.indd 81
Números
Argentina 2006 Encuesta Permanente de Hogares–Continua (EPH-C) Urbano Julio–diciembre 29.086 99.726
Bolivia 2005 Encuesta Continua de Hogares–MECOVI (ECH) Nacional Octubre 4.086 16.895
Brasil 2007 Pesquisa Nacional por Amostra de Domicilios (PNAD) Nacional Septiembre 126.145 399.955
Chile 2006 Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) Nacional Noviembre 73.720 268.873
Colombia 2006 Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) Nacional Agosto–septiembre 31.539 120.583
Costa Rica 2006 Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) Nacional Julio 12.361 46.278
Rep. Dominicana 2006 Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo (ENFT) Nacional Octubre 7.649 28.469
Ecuador 2007 Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) Nacional Diciembre 18.933 76.922
El Salvador 2005 Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) Nacional Enero–diciembre 16.546 70.066
Guatemala 2006 Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida (ENCOVI) Nacional Junio–diciembre 13.686 68.739
Pobreza, adultos mayores y el ciclo de vida en América Latina
Honduras 2006 Encuesta Permanente de Hogares de Propósitos Múltiples (EPHPM) Nacional Mayo 21.076 99.645
México 2006 Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) Nacional Agosto–noviembre 20.875 83.624
Nicaragua 2005 Encuesta Nacional de Hogares sobre Medición de Nivel de Vida Nacional Julio–octubre 6.884 36.614
(EMNV)
Panamá 2006 Encuesta de Hogares (EH) Nacional Agosto 12.865 48.762
Paraguay 2007 Encuesta Permanente de Hogares (EPH) Nacional Octubre–diciembre 4.812 21.053
Perú 2007 Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) Nacional Enero–diciembre 22.204 95.469
Uruguay 2006 Encuesta Continua de Hogares (ECH) Nacional Enero–diciembre 85.316 256.866
Venezuela, R.B. de 2006 Encuesta de Hogares por Muestreo (EHM) Nacional Julio–diciembre 38.492 166.506
Uruguay
Argentina
Chile
Colombia
Perú
Brasil
Panamá
Ecuador
El Salvador
Rep. Dominicana
Costa Rica
México
Bolivia
Paraguay
Venezuela, R.B. de
Nicaragua
Honduras
Guatemala
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Porcentaje de la población
2 Los distintos patrones que se han encontrado podrían estar relacionados con la selectividad
por edad de la migración o con las tasas diferenciales de supervivencia rural-urbana. La
validación de estas hipótesis se encuentra fuera del alcance de este estudio.
blación masculina y la población femenina, es 14% más alto entre la población que
no se encuentra entre el grupo de la tercera edad (0,97) que entre la población de la
tercera edad (0,85). Los países más viejos tienen una mayor proporción de mujeres
dentro de sus poblaciones.
En todos los países latinoamericanos, los adultos mayores viven en hogares menos
numerosos que las personas más jóvenes. En promedio, los adultos mayores viven en
hogares con 3,7 personas, mientras que el resto de la población vive en hogares con
5,2 personas. El gráfico 3.4 revela que en Nicaragua, Honduras, Guatemala, República
Bolivariana de Venezuela y Paraguay –los cinco países más jóvenes de nuestra mues-
tra– los hogares de los adultos mayores son grandes comparados con los hogares
de adultos mayores en los países más viejos de nuestra muestra.3
Brasil
20% Chile
Uruguay
16%
Perú Colombia
12%
8%
Paraguay Costa Rica
4%
0%
Panamá Rep. Dominicana
Nicaragua Ecuador
México El Salvador
Honduras Guatemala
Urbana Rural
Panamá
Rep. Dominicana
Ecuador
Guatemala
Perú
Honduras
Venezuela, R.B. de
Bolivia
Nicaragua
Paraguay
Costa Rica
México
El Salvador
Brasil
Colombia
Chile
Uruguay
Argentina
dencia de la pobreza en las distintas etapas del ciclo de vida en América Latina.) La
información estadística referida a 18 países latinoamericanos se ha extraído de la base
de datos de SEDLAC, descrita anteriormente. Se escogió para cada país la información
estadística más reciente disponible, y se incluyó a todos los países cuya información
estadística sobre la pobreza se consideró fiable. Aunque reconocemos que la pobreza
es un tema multidimensional, el análisis contenido en la Sección 4 se circunscribirá a
7
Número de miembros de la familia
Co ana
ile
nd a
Ec ico
ra e
r
Pa ia
ca
M á
a, ala
ne ua ras
m erú
ge sil
st ia
Ur ina
y
r
y
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ua
El gua
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Ch
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u
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Do P
ua
ic
lva
ra
ug
a
lo
R.
in
B
ca
Sa
Ni
el
p.
Re
Ve
Ancianos No ancianos
4 La encuesta de hogares en Argentina no tiene cobertura rural. En México existe una im-
portante diferencia en la incidencia de pobreza entre las áreas urbanas y rurales –9,7%, en
comparación con 28,4%, respectivamente.
5 Definir a los adultos mayores como toda persona mayor de 60 años o mayor de 65 años no
genera una gran diferencia.
001Envejecimiento.indd 88
País Todos 60+ 65+ < 15 15–24 25–59 Todos 60+ 65+ < 15 15–24 25–59 Todos 60+ 65+ < 15 15–24 25–59
Argentina 11,0 4,9 3,7 19,2 11,6 8,0 11,0 4,9 3,7 19,2 11,6 8,0
Bolivia 35,0 26,6 25,3 44,5 28,4 30,7 19,4 9,0 8,1 27,4 16,1 16,1 62,7 46,0 42,2 67,9 61,1 62,1
Brasil 18,2 4,2 3,5 31,8 18,3 13,8 15,0 4,0 3,4 27,2 15,3 11,1 34,0 4,9 4,0 51,3 33,5 29,3
Chile 5,2 2,5 2,3 8,6 5,5 4,2 4,9 2,3 2,2 8,1 5,1 3,9 7,6 3,6 3,1 11,5 8,5 6,7
Colombia 37,8 42,2 44,3 46,3 36,3 31,0 30,8 35,6 38,2 38,2 30,4 24,5 57,3 60,7 61,9 65,3 53,8 50,7
Costa Rica 11,6 17,0 18,5 16,7 8,7 8,5 8,0 11,6 12,7 12,4 6,2 5,4 16,6 25,5 27,6 21,5 12,4 13,1
Rep. Dominicana 18,7 16,0 15,6 26,8 16,6 14,0 15,2 12,2 11,7 22,4 13,7 11,1 25,1 22,3 22,0 34,0 22,2 19,5
Ecuador 17,6 16,2 17,2 24,0 15,1 13,8 9,9 8,4 8,7 14,2 8,2 7,9 32,1 29,1 30,5 39,4 28,8 27,1
El Salvador 27,1 20,3 20,7 35,2 24,9 22,4 15,5 12,6 13,4 20,9 13,9 12,9 44,2 33,9 33,9 52,0 40,5 39,9
Guatemala 33,9 28,2 29,1 42,4 28,4 27,6 17,2 13,8 14,3 24,1 13,5 13,1 49,4 43,8 45,2 55,6 43,2 44,8
Honduras 36,9 35,6 37,1 45,7 30,1 31,3 20,5 21,4 23,1 27,4 15,8 16,7 56,7 54,8 56,2 63,2 50,2 51,9
México 13,9 19,9 21,9 18,2 11,8 10,2 9,7 14,7 16,4 13,0 8,2 6,9 28,4 33,5 35,4 34,0 24,1 23,7
Nicaragua 42,7 32,5 32,5 53,2 38,5 36,6 25,3 20,1 21,1 34,1 21,9 20,7 64,6 51,9 51,2 72,6 61,1 59,5
Panamá 22,3 17,0 18,2 32,4 21,8 16,6 10,0 8,0 9,4 15,3 9,9 7,2 43,9 32,2 32,7 55,7 43,7 36,1
Paraguay 21,4 16,9 17,2 29,7 18,1 16,5 12,1 11,3 11,1 18,2 9,4 8,9 34,3 25,4 26,4 42,8 30,3 29,0
Perú 25,2 19,5 20,1 36,0 21,4 20,1 9,6 5,9 5,7 14,9 8,9 7,5 53,8 44,3 45,5 64,1 46,8 49,2
Uruguay 6,7 1,1 0,9 14,6 7,2 4,8 6,8 1,1 0,9 14,9 7,3 4,8 5,5 1,8 1,2 10,9 5,4 4,3
Venezuela, R.B. de 19,8 18,2 19,4 27,3 17,5 15,5 19,8 18,2 19,4 27,3 17,5 15,5
Promedio de ALC (sin ponderar) 22,5 18,8 19,3 30,7 20,0 18,1 14,5 12,0 12,4 21,1 12,9 11,2 38,5 32,1 32,4 46,4 35,4 34,2
Gráfico 3.5 Índices de conteo de personas en pobreza a nivel nacional y en la tercera edad
Personas mayores
50
30
México
20
Costa Rica
ALC
10
0
0 10 20 30 40 50
Tasa nacional de pobreza
población. Colombia, México y Costa Rica conforman tres excepciones.6 Esta evidencia
se analizará en detalle más adelante.
La correlación es aún mayor entre la tasa de pobreza nacional y la tasa de pobreza
entre los jóvenes (menores de 15 años) –0,987– tal como se muestra en el gráfico 3.6.
Como se puede observar en esta figura, en todos los países, la incidencia de pobreza
es mayor entre los jóvenes que entre el resto de la población.
Esto no significa que la pobreza esté decreciendo monotónicamente con la edad
en la mayoría de los países. El gráfico 3.7 contiene información adicional acerca de
la relación entre la edad y la pobreza. Muestra perfiles de edad en relación con la po-
breza, que son estimados no paramétricos (kernel) del índice de conteo de personas
en pobreza por edad en cada país de ALC. Utilizando esta figura, podemos definir
una tipología de países con base en la situación de los adultos mayores con respecto
al resto de la población. El primer grupo consiste de países “amigables con la tercera
edad”, donde la pobreza disminuye de manera sostenida con la edad –Argentina, Brasil,
Chile y Uruguay. Éste es el grupo de países relativamente más favorables para la tercera
edad. El segundo grupo (y el más numeroso) está conformado por países en los cuales
la pobreza se reduce con la edad hasta una edad aproximada de 40 años, y luego se
vuelve ya sea constante o se incrementa ligeramente (por ejemplo, Bolivia, República
Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Para-
6 Costa Rica también revela este patrón, pero con una tasa de pobreza general que es muy
baja.
Gráfico 3.6 Índices de conteo de personas en pobreza a nivel nacional y entre la población
joven
Jóvenes
50
Tasa de pobreza entre los jóvenes
40
ALC
30
20
10
0
0 10 20 30 40 50
Tasa nacional de pobreza
Razón
Razón
15
25 6
10 20
15 4
5 10
2
5
0 0 0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80
Edad Edad Edad
Razón
Razón 40
Razón
12 20
10 30 15
8
6 20 10
4 10 5
2
0 0 0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80
Edad Edad Edad
Razón
25
Razón
Razón
30
15 20 25
15 20
10 15
10 10
5
5 5
0 0 0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80
Edad Edad Edad
Razón
40 25
30 20
30
20 15
20
10 10
10 5
0 0 0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80
Edad Edad Edad
m. Paraguay n. Perú o. República Bolivariana de Venezuela
40 45 35
35 40 30
30 35
25
25 30
Razón
Razón
Razón
25 20
20
20 15
15 15
10 10
10
5 5 5
0 0 0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80
Edad Edad Edad
p. Colombia q. Costa Rica r. México
60 25 30
50 20 25
40 20
Razón
Razón
Razón
15
30 15
10
20 10
10 5 5
0 0 0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80 0 10 20 30 40 50 60 70 80
Edad Edad Edad
001Envejecimiento.indd 92
País 60+/< 60 < 15/15+ 60+/< 15 60+/< 60 <15/15+ 60+/< 15 60+/< 60 < 15/15+ 60+/< 15
Argentina 0,41 2,40 0,25 0,41 2,40 0,25 — — —
Bolivia 0,74 1,52 0,60 0,45 1,81 0,33 0,71 1,16 0,68
Brasil 0,21 2,40 0,13 0,25 2,50 0,15 0,13 1,95 0,10
Chile 0,44 2,07 0,29 0,43 2,14 0,28 0,44 1,81 0,32
Colombia 1,13 1,37 0,91 1,18 1,39 0,93 1,07 1,23 0,93
Costa Rica 1,54 1,77 1,02 1,53 1,98 0,93 1,62 1,51 1,19
Rep. Dominicana 0,84 1,81 0,60 0,79 1,89 0,54 0,88 1,67 0,66
Ecuador 0,91 1,68 0,67 0,83 1,80 0,59 0,90 1,42 0,74
El Salvador 0,73 1,56 0,58 0,79 1,61 0,60 0,75 1,34 0,65
Guatemala 0,82 1,54 0,66 0,79 1,85 0,57 0,88 1,26 0,79
Honduras 0,96 1,46 0,78 1,05 1,63 0,78 0,96 1,22 0,87
México 1,49 1,55 1,09 1,60 1,61 1,13 1,21 1,35 0,99
Nicaragua 0,75 1,47 0,61 0,78 1,66 0,59 0,79 1,23 0,71
Panamá 0,74 1,84 0,52 0,79 1,94 0,53 0,71 1,51 0,58
Paraguay 0,78 1,77 0,57 0,93 1,99 0,62 0,72 1,50 0,59
Perú 0,75 1,79 0,54 0,58 2,01 0,39 0,81 1,35 0,69
Uruguay 0,14 3,49 0,08 0,13 3,53 0,07 0,27 2,92 0,16
Venezuela, R.B. de 0,91 1,69 0,67 0,91 1,69 0,67 — — —
Promedio de ALC (sin ponderar) 0,79 1,84 0,59 0,79 1,97 0,55 0,80 1,53 0,66
en los países del grupo no amigable con la tercera edad, las tasas de pobreza entre los
adultos mayores son significativamente mayores que las tasas nacionales de pobreza.
Mientras que el primer grupo presenta una combinación de una tasa de pobreza re-
lativamente más baja entre los adultos mayores y la tasa de pobreza relativa más alta
entre la población joven, lo contrario no rige para el tercer grupo. El tercer grupo tiene
la pobreza relativa más alta en la tercera edad, pero esto no favorece específicamente
al grupo de edad joven.
Los estimados de pobreza presentados en esta sección se basan en una medición
simple del ingreso per capita. ¿Podrían las conclusiones a las que hemos llegado hasta
ahora representar simplemente una construcción metodológica? ¿Resiste la agrupa-
ción de países en amigables y no amigables con la tercera edad formas de medición
más rigurosas? En la siguiente sección intentaremos dar respuesta a estas preguntas.
referente para el bienestar individual el ingreso total del hogar deflactado por una
escala de equivalencia, definida como una función del tamaño del hogar y su com-
posición demográfica. Existe literatura de larga data sobre las escalas de equivalencia
(ver Deaton y Paxson 1998a). Nosotros nos regimos por el enfoque de Buhmann
et al (1988) y Deaton y Paxson (1997), al asumir una forma paramétrica para la
escala de equivalencia y examinar las consecuencias de modificar los parámetros.
En particular, asumimos que el nivel de vida de una persona i que vive en un hogar
h es determinado por:
Yh
xih =
(a1C1 + a2C2 + A)q
donde C1 es el número de niños y niñas menores de cinco años, C2 es el número de
niños y niñas de seis a 14 años y A es el número de adultos. Los parámetros a permiten
el uso de distintas ponderaciones para los niños pequeños y de mayor edad en com-
paración con los adultos, mientras que q regula el grado de las economías de escala
en el hogar. Cuando q = 1 no existen economías de escala, mientras que en el otro
extremo, cuando q = 0, existe una total economía de escala, lo cual significa que todos
los bienes en el hogar podrían ser plenamente compartidos (esto es, todos son bienes
públicos, sin haber rivalidad en su consumo). En las economías muy subdesarrolladas,
donde las personas gastan casi la totalidad de sus ingresos en alimentos, no existe un
gran margen para economías de escala. En las economías desarrolladas, donde un
porcentaje mucho mayor del presupuesto se destina a vivienda, energía, calefacción,
transporte, entretenimiento y otros bienes más fáciles de compartir, las economías
de escala en el consumo son más importantes. Siguiendo la sugerencia de Deaton y
Zaidi (2002) para el caso de países de ingreso medio tales como los de ALC, tomamos
valores intermedios de as (a1 = 0,50 y a2 = 0,75) y q (q = 0,8) como el caso referencial.
En la práctica, es conveniente trabajar con una transformación de la ecuación que
aparece anteriormente para hacer que los estimados de pobreza sean comparables a
aquellos obtenidos utilizando el ingreso per capita del hogar y una línea de pobreza de
US$2,50 por día. La necesidad de un ajuste surge del hecho de que, al deflactar por (a1
C1 + a2 C2 + A)q, en lugar de solamente por el número de miembros de la familia (C1 +
C2 + A), el indicador de bienestar individual xth se incrementa, y si no se realiza ningún
ajuste en las líneas de pobreza, los estimados de pobreza descienden. Sin embargo, no
estamos tratando de ajustar el porcentaje total de personas clasificadas como pobres;
más bien, estamos comparando la situación relativa de los distintos grupos de edad.
Aliviamos (aunque no eliminamos) esta molestia siguiendo el procedimiento sugerido
por Deaton y Paxson (1997) y multiplicando la ecuación precedente por (a1C 01 + a2C 02
+ A0)q / (C 01 + C 02 + A0), donde C 01 , C 02 y A0 representan el número de niños y niñas
menores de cinco años, niños y niñas de seis a 14 años y adultos en el hogar
001Envejecimiento.indd 96
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Colombia
Costa Rica
Rep. Dominicana
Ecuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Perú
Uruguay
Venezuela
Caso 1
1,0 0,41 0,74 0,21 0,44 1,13 1,54 0,84 0,91 0,73 0,82 0,96 1,49 0,75 0,74 0,78 0,94 0,14 0,91
0,9 0,42 0,82 0,21 0,46 1,17 1,67 0,88 0,99 0,76 0,85 0,99 1,62 0,77 0,79 0,82 1,00 0,15 0,95
0,8 0,45 0,93 0,21 0,49 1,20 1,82 0,94 1,07 0,80 0,87 1,01 1,74 0,79 0,84 0,89 1,08 0,18 0,98
0,7 0,49 1,01 0,22 0,55 1,22 2,03 1,02 1,15 0,83 0,93 1,04 1,85 0,83 0,90 0,94 1,16 0,22 1,04
0,6 0,53 1,07 0,22 0,62 1,25 2,29 1,11 1,30 0,88 0,99 1,07 1,96 0,87 0,96 1,04 1,24 0,27 1,09
0,5 0,58 1,14 0,23 0,70 1,29 2,44 1,22 1,42 0,93 1,03 1,10 2,12 0,90 1,02 1,10 1,33 0,34 1,17
0,4 0,61 1,21 0,24 0,84 1,33 2,68 1,35 1,54 1,01 1,10 1,13 2,30 0,94 1,12 1,19 1,42 0,44 1,22
0,3 0,65 1,30 0,25 1,01 1,37 2,89 1,45 1,70 1,07 1,15 1,16 2,51 0,97 1,19 1,28 1,51 0,60 1,28
0,2 0,75 1,36 0,25 1,17 1,42 3,06 1,59 1,84 1,16 1,23 1,20 2,69 1,02 1,27 1,38 1,62 0,82 1,34
0,1 0,87 1,40 0,30 1,43 1,44 3,29 1,69 1,96 1,24 1,28 1,23 2,79 1,04 1,35 1,46 1,71 1,08 1,41
0,0 0,94 1,44 0,41 1,78 1,50 3,40 1,78 2,13 1,32 1,35 1,27 2,94 1,08 1,43 1,65 1,78 1,35 1,48
Caso 2
1,0 0,45 0,91 0,25 0,51 1,20 1,86 0,96 1,07 0,82 0,92 1,04 1,75 0,83 0,82 0,89 1,03 0,19 1,03
0,9 0,48 1,01 0,25 0,54 1,23 1,97 1,01 1,13 0,85 0,95 1,06 1,85 0,84 0,87 0,96 1,10 0,21 1,07
0,8 0,51 1,05 0,25 0,57 1,26 2,11 1,09 1,23 0,88 0,98 1,08 1,93 0,86 0,91 0,97 1,17 0,26 1,09
0,7 0,54 1,11 0,26 0,64 1,28 2,35 1,14 1,34 0,92 1,03 1,10 2,04 0,89 0,96 1,05 1,24 0,30 1,14
0,6 0,58 1,16 0,26 0,70 1,31 2,49 1,25 1,45 0,96 1,08 1,12 2,16 0,92 1,02 1,11 1,33 0,35 1,20
0,5 0,61 1,21 0,24 0,78 1,33 2,64 1,36 1,55 1,02 1,11 1,15 2,32 0,95 1,09 1,18 1,41 0,43 1,26
Envejecimiento de la población: ¿está preparada América Latina?
001Envejecimiento.indd 97
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Colombia
Costa Rica
Rep. Dominicana
Ecuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Perú
Uruguay
Venezuela
0,4 0,66 1,28 0,25 0,92 1,37 2,85 1,46 1,65 1,08 1,16 1,17 2,48 0,97 1,15 1,24 1,49 0,53 1,30
0,3 0,75 1,36 0,25 1,07 1,40 3,02 1,59 1,82 1,12 1,22 1,20 2,64 1,01 1,25 1,31 1,57 0,71 1,36
0,2 0,79 1,38 0,30 1,24 1,44 3,16 1,63 1,90 1,21 1,26 1,22 2,76 1,02 1,31 1,41 1,66 0,90 1,39
0,1 0,88 1,41 0,31 1,49 1,45 3,32 1,70 2,01 1,26 1,28 1,25 2,82 1,05 1,36 1,51 1,74 1,13 1,43
0,0 0,94 1,44 0,41 1,78 1,50 3,40 1,78 2,13 1,32 1,34 1,27 2,94 1,08 1,43 1,65 1,78 1,35 1,48
Caso 3
1,0 0,52 1,05 0,28 0,59 1,27 2,10 1,10 1,22 0,90 1,03 1,11 1,97 0,89 0,91 1,00 1,13 0,26 1,18
0,9 0,53 1,10 0,28 0,60 1,29 2,30 1,16 1,31 0,92 1,06 1,13 2,05 0,90 0,95 1,02 1,20 0,30 1,19
Pobreza, adultos mayores y el ciclo de vida en América Latina
0,8 0,55 1,14 0,28 0,65 1,30 2,44 1,23 1,38 0,95 1,09 1,15 2,16 0,93 0,98 1,08 1,26 0,33 1,23
0,7 0,59 1,19 0,28 0,68 1,32 2,56 1,31 1,49 1,00 1,13 1,16 2,27 0,95 1,04 1,14 1,33 0,38 1,25
0,6 0,63 1,22 0,28 0,78 1,37 2,73 1,42 1,58 1,03 1,15 1,18 2,37 0,96 1,11 1,18 1,41 0,44 1,32
0,5 0,66 1,29 0,29 0,86 1,38 2,87 1,48 1,69 1,08 1,17 1,18 2,56 0,98 1,14 1,27 1,48 0,53 1,35
0,4 0,74 1,36 0,29 1,02 1,40 2,96 1,54 1,77 1,13 1,23 1,20 2,64 1,00 1,23 1,30 1,54 0,65 1,38
0,3 0,79 1,38 0,29 1,15 1,43 3,11 1,63 1,87 1,18 1,26 1,22 2,73 1,02 1,30 1,35 1,62 0,81 1,40
0,2 0,81 1,41 0,33 1,32 1,45 3,31 1,66 1,96 1,24 1,28 1,24 2,81 1,03 1,34 1,45 1,68 0,95 1,43
0,1 0,89 1,43 0,31 1,54 1,46 3,33 1,75 2,04 1,27 1,31 1,25 2,87 1,06 1,38 1,53 1,75 1,17 1,45
0,0 0,94 1,44 0,41 1,78 1,50 3,40 1,78 2,13 1,32 1,34 1,27 2,94 1,08 1,43 1,65 1,78 1,35 1,48
001Envejecimiento.indd 98
Ingreso per capita Equivalentes de adultos Economías de escala Ambos
Argentina 4,9 19,2 0,44 1,74 4,9 16,4 0,45 1,49 4,7 16,3 0,43 1,48 4,8 14,0 0,44 1,27
Bolivia 26,6 44,5 0,76 1,27 31,4 41,4 0,90 1,18 31,3 41,8 0,89 1,19 34,5 39,3 0,98 1,12
Brasil 4,2 31,8 0,23 1,75 4,6 28,1 0,25 1,54 3,9 29,0 0,21 1,59 4,3 25,8 0,24 1,42
Chile 2,5 8,6 0,48 1,63 2,6 7,1 0,49 1,35 2,5 7,4 0,47 1,42 2,6 6,3 0,49 1,20
Colombia 42,2 46,3 1,12 1,22 44,0 43,7 1,16 1,15 42,7 43,8 1,13 1,16 43,8 41,5 1,16 1,10
Costa Rica 17,2 16,7 1,48 1,44 18,9 14,4 1,63 1,24 18,8 15,2 1,62 1,31 20,4 13,5 1,76 1,16
Rep. Dominicana 16,0 26,8 0,86 1,43 17,1 23,5 0,91 1,26 15,9 23,7 0,85 1,27 17,5 21,5 0,94 1,15
Ecuador 16,2 24,0 0,92 1,37 17,3 20,7 0,99 1,18 17,0 21,3 0,97 1,21 18,4 19,1 1,05 1,09
El Salvador 20,3 35,2 0,75 1,30 21,8 32,4 0,81 1,20 20,4 31,9 0,76 1,18 21,8 30,1 0,81 1,11
Guatemala 28,2 42,4 0,83 1,25 30,4 39,7 0,89 1,17 28,5 40,0 0,84 1,18 31,0 37,8 0,91 1,11
Honduras 35,6 45,7 0,96 1,24 37,0 43,1 1,00 1,17 36,2 43,9 0,98 1,19 37,8 42,0 1,02 1,14
México 19,9 18,2 1,43 1,31 20,7 15,2 1,49 1,10 20,4 15,7 1,47 1,13 21,0 13,9 1,51 1,00
Nicaragua 32,5 53,2 0,76 1,25 34,9 50,4 0,82 1,18 32,9 50,7 0,77 1,19 34,9 48,5 0,82 1,14
Panamá 16,9 32,4 0,76 1,45 17,9 29,6 0,80 1,33 17,9 29,8 0,80 1,34 18,7 27,9 0,84 1,25
Paraguay 16,9 29,7 0,79 1,39 18,3 26,7 0,85 1,25 18,4 27,7 0,86 1,29 18,9 25,3 0,88 1,18
Perú 19,5 36,0 0,77 1,43 20,7 32,7 0,82 1,30 20,6 33,1 0,82 1,31 21,7 30,3 0,86 1,20
Uruguay 1,1 14,6 0,17 2,18 1,2 10,6 0,17 1,57 1,1 10,8 0,16 1,61 1,2 7,9 0,18 1,17
Venezuela, R.B. de 18,2 27,3 0,92 1,38 18,5 23,4 0,94 1,18 17,5 24,2 0,89 1,22 18,0 21,3 0,91 1,08
Promedio de ALC 18,8 30,7 0,80 1,40 20,1 27,7 0,90 1,30 19,5 28,1 0,80 1,30 20,6 25,9 0,90 1,20
grupo sigue estando conformado por Colombia, Costa Rica y México. Ecuador y
Honduras pasan a ser miembros fronterizos de este grupo. En el caso de los nueve
países restantes, el perfil de pobreza-edad se vuelve menos definido; las diferencias
relativas en la pobreza en este grupo de países parecen depender mayormente de
los supuestos metodológicos.
El ejercicio antes referido consistió en examinar la robustez de los estimados de
pobreza con distintos enfoques metodológicos para determinar la estructura demo-
gráfica de la familia. Para concluir la discusión sobre la importancia de la composición
demográfica de la familia para el ingreso, presentamos una simulación simple que
pregunta lo siguiente: ¿Cómo cambiaría el ingreso per capita del quintil más pobre
si dichas familias mantuvieran sus ingresos individuales actuales pero tuvieran el
tamaño y la composición por edades del quintil superior?7 El gráfico 3.8 muestra los
resultados de la simulación. Los ingresos del quintil más pobre se incrementarían de
manera significativa en todos los países entre aproximadamente un 35% (en Chile) y
un 79% (en Argentina y Brasil). El tamaño de la ganancia también puede considerarse
como la “brecha demográfica” que existe entre los ricos y los pobres en ALC. Aunque
significativa en términos absolutos, la brecha demográfica entre el Q1 y el Q5 explica
solo una pequeña fracción de la diferencia de ingresos entre estos grupos de ingreso
–oscilando entre 1% (en Chile) y 6% (en Uruguay).
El análisis realizado hasta este momento ha considerado a la población mayor de 60
años como un grupo homogéneo. ¿Pero qué sucede si existen diferencias significativas
entre los adultos mayores (60+) y los muy ancianos (80+)? El gráfico 3.9 realiza una
comparación entre el nivel de pobreza consolidado y la pobreza entre estos dos grupos.
Demuestra que para el promedio en ALC y para la mayoría de los países, los niveles
de pobreza son ligeramente mayores entre los muy ancianos que entre los mayores
de 60 años. Este patrón es particularmente acentuado en los países donde los adultos
mayores son más pobres que el resto de la población –Colombia, Costa Rica, Ecuador,
Honduras y México. Esto sugiere que en dichos países el principal problema de la po-
breza en la tercera edad se concentra en los mayores de 80 años. Es también interesante
notar que los cuatro países donde los adultos mayores son significativamente menos
pobres que el promedio son todos países que tienen bajos niveles de pobreza entre
los muy ancianos. Esto sugiere que los principales problemas de pobreza en la tercera
edad se concentran en el grupo de los muy ancianos, y que los países que cuentan con
programas focalizados en la pobreza entre los muy ancianos han sido ampliamente
exitosos en reducir la pobreza en la tercera edad. (Nótese que estas comparaciones
7 El ejercicio toma prestada una idea desarrollada por Paes de Barros et al (2001) para simular
el impacto de la demografía en la pobreza en Brasil. En su artículo, estos autores superponen
la estructura demográfica de una generación anterior sobre una nueva generación para
investigar el impacto de la demografía en la pobreza.
Gráfico 3.8 Simulación del impacto de la demografía en los ingresos de los pobres
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Colombia
Costa Rica
Rep. Dominicana
Ecuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Perú
Uruguay
Venezuela, R.B. de
0 20 40 60 80 100
Incremento de los ingresos del quintil 1
utilizando la demografía del quintil 5 (%)
se realizan utilizando estimados basados en los ingresos per capita, sin ajustes por
economías de escala o equivalencia de adultos.)
Argentina
Bolivia
Brasil
Chile
Colombia
Costa Rica
Rep. Dominicana
Ecuador
El Salvador
Guatemala
Honduras
México
Nicaragua
Panamá
Paraguay
Perú
Uruguay
Venezuela, R. B. de
Promedio en ALC (sin ponderar)
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50
Razón
80+ 60+ Todos
001Envejecimiento.indd 102
Labo- No Pen- Transfe- Labo- No Pen- Transfe- Labo- No Pen- Transfe-
País rales laborales Capital siones rencias rales laborales Capital siones rencias rales laborales Capital siones rencias
Argentina 35 64 2 53 3 2 97 1 81 8 93 6 1 2 2
Bolivia 37 63 11 39 12 8 91 5 62 24 89 10 2 0 6
Brasil 26 73 4 68 0 4 95 4 89 0 87 12 3 9 0
Chile 48 51 — 34 — 13 86 — 68 — 92 7 — 1 —
Colombia 37 63 11 48 5 13 86 14 61 10 92 7 2 4 2
Costa Rica 38 61 8 48 0 3 96 7 79 0 92 8 2 2 0
Rep. Dominicana 43 56 11 8 34 16 83 6 7 68 81 18 2 1 13
Ecuador 58 41 7 21 12 16 83 19 42 21 90 9 1 1 5
El Salvador 36 63 3 24 35 9 91 6 28 55 87 12 0 1 1
Guatemala 66 33 7 10 15 52 47 8 17 22 89 10 2 1 7
Honduras 44 55 7 14 46 14 85 14 11 74 84 15 1 0 20
México 50 49,2 9,5 30,2 9,5 25,9 74,1 22,7 31,4 20,0 93,4 6,6 1,2 2,1 3,3
Nicaragua 62,3 37,7 2,2 12,2 23,3 36,0 64,0 4,3 21,9 37,7 91,2 8,8 1,1 0,4 7,2
Panamá 29,8 70,2 4,7 56,5 7,2 6,2 93,8 6,9 72,3 12,5 89,3 10,7 1,4 4,1 2,7
Paraguay 58,8 41,2 5,2 14,1 18,4 13,2 86,8 3,5 24,3 58,7 90,1 9,9 1,4 1,3 6,6
Perú 39,6 60,4 6,1 23,6 8,9 10,1 89,9 3,2 36,7 19,4 81,5 18,5 1,9 1,3 4,3
Uruguay 25,1 74,9 6,4 64,1 4,4 2,6 97,4 6,9 84,8 5,6 89,2 10,8 2,1 4,9 3,9
Venezuela, R.B. de 44,2 55,8 3,1 40,5 12,2 14,8 85,2 3,1 49,4 32,7 92,5 7,5 0,8 2,8 3,9
Promedio de ALC 43,5 56,5 6,6 34,1 14,7 14,6 85,4 8,2 48,4 27,8 89,4 10,6 1,7 2,4 5,9
001Envejecimiento.indd 103
Mujeres 60+ 80+ 24–59
Argentina 20,5 79,5 2,3 65,2 5,0 0,8 99,2 1,5 81,9 9,6 88,0 12,0 2,0 3,3 6,5
Bolivia 28,6 71,4 19,6 33,0 18,8 5,3 94,7 2,0 54,6 38,1 80,1 19,9 3,3 1,0 15,5
Brasil 11,4 88,6 4,6 83,0 1,1 1,4 98,6 4,3 92,9 1,4 80,6 19,4 4,4 14,2 0,8
Chile 33,0 67,0 — 48,7 — 5,0 95,0 — 72,9 — 90,0 10,0 — 2,1 —
Colombia 21,7 78,3 17,6 54,7 10,7 3,3 96,7 11,1 69,8 13,6 88,1 11,9 2,4 4,1 5,0
Costa Rica 12,9 87,1 12,5 64,3 0,4 0,4 99,6 5,4 80,0 0,9 84,5 15,5 1,9 5,2 0,3
Rep. Dominicana 21,4 78,6 15,3 7,3 54,3 3,0 97,0 5,2 6,4 85,1 67,0 33,0 2,3 1,1 28,1
Ecuador 38,9 61,1 12,4 25,1 23,6 5,1 94,9 27,1 39,1 28,7 82,5 17,5 2,5 2,6 12,4
El Salvador 27,8 72,2 2,8 17,7 51,7 7,3 92,7 6,3 17,3 69,1 80,6 19,4 0,5 1,6 17,2
Guatemala 38,3 61,7 13,0 13,1 35,5 10,4 89,6 12,8 29,9 47,0 76,9 23,1 3,1 1,8 18,2
Pobreza, adultos mayores y el ciclo de vida en América Latina
Honduras 26,4 73,6 9,5 11,7 71,7 8,3 91,7 6,2 10,6 89,5 70,3 29,7 1,8 1,1 41,5
México 37,1 62,9 15,5 33,6 13,9 5,8 94,2 27,8 38,1 28,3 86,7 13,3 1,2 3,7 8,5
Nicaragua 37,9 62,1 1,7 17,7 42,7 11,3 88,7 4,2 38,0 46,4 86,1 13,9 1,7 0,4 11,8
Panamá 14,6 85,4 3,3 66,7 15,1 1,7 98,3 2,5 72,2 23,4 84,0 16,0 1,8 6,3 5,9
Paraguay 35,2 64,8 8,2 14,2 32,7 7,2 92,8 0,4 23,3 69,1 81,8 18,2 1,5 2,1 13,8
Perú 27,4 72,6 5,3 20,1 24,6 9,2 90,8 2,1 18,7 43,1 78,4 21,6 2,2 1,5 10,9
Uruguay 15,1 84,9 5,8 73,7 5,4 0,7 99,3 5,8 86,8 6,6 84,5 15,5 1,8 8,9 4,8
Venezuela, R.B. de 26,7 73,3 2,7 43,3 27,2 4,9 95,1 2,6 35,7 56,8 87,2 12,8 0,9 4,5 7,4
Promedio de ALC 26,4 73,6 8,9 38,5 25,6 5,1 94,9 7,5 48,2 38,6 82,1 17,9 2,1 3,6 12,3
001Envejecimiento.indd 104
Labo- No Pen- Transfe- Labo- No Pen- Transfe- Labo- No Pen- Transfe-
País rales laborales Capital siones rencias rales laborales Capital siones rencias rales laborales Capital siones rencias
Argentina 46,6 53,4 2,8 44,7 2,1 4,2 95,8 1,6 79,6 6,6 96,4 3,6 0,9 1,6 0,9
Bolivia 43,9 56,1 4,2 44,7 7,3 11,1 88,9 8,6 69,3 11,0 94,6 5,4 2,2 0,7 2,5
Brasil 36,8 63,2 4,3 58,7 0,2 9,0 91,0 5,3 85,6 0,1 91,6 8,4 2,2 6,0 0,2
Chile 56,5 43,5 — 28,2 — 20,8 79,2 — 63,9 — 93,4 6,6 — 1,7 —
Colombia 45,3 54,7 8,4 45,6 2,3 20,9 79,1 16,7 55,3 8,8 95,0 5,0 1,7 4,2 0,5
Costa Rica 50,2 49,8 6,6 40,5 0,1 5,3 94,7 8,4 79,3 0,0 95,7 4,3 2,2 1,6 0,0
Rep. Dominicana 52,6 47,4 9,8 8,4 25,9 21,0 79,0 7,0 8,2 62,5 89,9 10,1 2,3 1,1 4,5
Ecuador 67,7 32,3 5,1 19,8 7,4 24,0 76,0 13,5 45,4 17,0 95,4 4,6 1,6 1,3 1,7
El Salvador 43,8 56,2 4,1 30,0 22,0 10,5 89,5 7,4 38,3 43,9 94,0 6,0 0,8 1,2 4,0
Guatemala 77,9 22,1 5,5 9,6 7,0 67,5 32,5 7,1 12,7 12,7 95,2 4,8 1,8 1,0 2,0
Honduras 60,3 39,7 6,4 16,6 23,9 23,1 76,9 23,9 12,5 55,2 95,0 5,0 1,4 0,3 4,8
México 57,2 42,8 6,7 28,6 7,5 37,1 62,9 19,9 27,7 15,4 96,7 3,3 1,1 1,4 0,8
Nicaragua 72,1 27,9 2,4 10,0 15,5 55,2 44,8 4,4 9,4 30,9 94,0 6,0 0,8 0,5 4,7
Panamá 37,2 62,8 5,3 51,6 3,3 8,9 91,1 9,6 72,3 6,0 92,2 7,8 1,2 2,8 1,0
Paraguay 69,8 30,2 3,8 14,0 11,7 16,2 83,8 5,0 24,8 53,5 94,0 6,0 1,3 0,8 3,2
Perú 44,3 55,7 6,4 24,9 2,9 10,7 89,3 3,9 48,0 4,7 82,9 17,1 1,7 1,2 1,1
Uruguay 33,5 66,5 6,9 56,0 3,6 5,1 94,9 8,4 82,2 4,3 91,9 8,1 2,2 2,5 3,4
Venezuela, R.B. de 53,8 46,2 3,3 39,0 3,9 23,1 76,9 3,6 60,8 12,5 95,7 4,3 0,7 1,7 1,8
Promedio de ALC 52,8 47,2 5,4 31,7 8,6 20,8 79,2 9,1 48,6 20,3 93,5 6,5 1,5 1,8 2,2
en las mujeres). En el caso del grupo de mayores de 60 años, este porcentaje se reduce
a 44% (53% en los hombres y 26% en las mujeres). Si examinamos exclusivamente el
grupo de mayores de 80 años, los ingresos laborales disminuyen a 15% del ingreso
total (21% en los hombres y 5% en las mujeres).
¿Qué reemplaza los ingresos laborales a medida que las personas envejecen? Para el
promedio en ALC, las pensiones adquieren mayor importancia (de 34 a 48%), al igual
que las transferencias privadas que se originan fuera del hogar (de 15 a 28%). Mientras
que en la mayoría de los países tanto las pensiones como las transferencias privadas
adquieren mayor importancia, en algunos países únicamente las transferencias crecen
en importancia (República Dominicana y Honduras), y en seis países las transferen-
cias privadas siguen siendo pequeñas y únicamente las pensiones son significativas
(Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Panamá y Uruguay).8 En todas las edades,
las mujeres son más dependientes de sus familias que los hombres. Las transferencias
son más importantes para las mujeres que para los hombres a todas las edades.
En las dos subsecciones siguientes analizaremos la influencia que tiene cada una
de estas fuentes de ingresos en la pobreza durante el ciclo de vida.
Gráfico 3.10 Personas mayores de 60 años que reciben ingresos de pensiones, porcentaje
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9 En enero del 2008, el programa BONOSOL original fue sustituido por el programa Renta
Dignidad. Bajo este nuevo programa se realiza un pago de US$25 mensuales. Si bien este
programa no es suficiente para erradicar la pobreza entre los pensionistas de la tercera
edad, sí reduce la tasa de pobreza de manera sustancial.
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Todos 60+ 65+
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Todos 60+ 0–59 65+ 0–64 0–14 15–24 25–59
Países Con Sin Con Sin Con Sin Con Sin Con Sin Con Sin Con Sin Con Sin
Argentina 11,0 18,6 4,9 40,0 12,0 15,1 3,7 46,5 11,8 15,4 19,2 21,9 11,6 15,1 8,0 11,1
Bolivia 35,0 38,1 26,6 48,6 35,8 37,1 25,3 52,8 35,6 37,1 44,5 45,6 28,4 30,1 30,7 31,9
Brasil 18,2 29,2 4,2 49,3 19,8 26,8 3,5 54,9 19,3 27,1 31,8 38,0 18,3 25,5 13,8 21,0
Chile 5,2 9,2 2,5 18,0 5,7 7,9 2,3 20,7 5,5 8,1 8,6 10,7 5,5 8,0 4,2 6,5
Colombia 37,8 40,6 42,2 52,0 37,3 39,2 44,3 54,2 37,3 39,5 46,3 47,5 36,3 38,5 31,0 33,4
Costa Rica 11,6 15,2 17,2 39,0 11,0 12,8 18,7 44,3 11,1 13,2 16,7 18,1 8,7 10,7 8,5 10,5
Rep. Dominicana 18,7 19,5 16,0 18,6 19,0 19,6 15,6 18,6 18,9 19,6 26,8 27,4 16,6 17,5 14,0 14,6
Ecuador 17,6 19,1 16,2 23,6 17,7 18,5 17,2 26,3 17,6 18,5 24,0 24,7 15,1 15,8 13,8 14,7
El Salvador 27,1 27,9 20,3 23,9 27,8 28,4 20,7 24,6 27,5 28,2 35,2 35,6 24,9 25,6 22,4 23,1
Guatemala 33,9 36,1 28,2 34,9 34,4 36,2 29,1 37,1 34,2 36,0 42,4 44,0 28,4 30,1 27,6 29,8
Pobreza, adultos mayores y el ciclo de vida en América Latina
Honduras 36,9 37,3 35,6 37,4 37,0 37,2 37,0 38,9 36,9 37,2 45,7 45,8 30,1 30,4 31,3 31,6
México 13,9 15,9 19,9 30,1 13,3 14,5 21,9 33,0 13,3 14,8 18,2 19,1 11,8 13,0 10,2 11,8
Nicaragua 42,7 43,2 32,5 34,5 43,5 43,9 32,5 34,8 43,2 43,7 53,2 53,7 38,5 38,8 36,6 37,1
Panamá 22,3 27,9 16,9 36,0 22,9 26,9 18,1 39,3 22,7 27,0 32,4 36,5 21,8 25,6 16,6 20,5
Paraguay 21,4 22,1 16,9 20,4 21,8 22,2 17,2 21,2 21,7 22,1 29,7 30,0 18,1 18,5 16,5 17,0
Perú 21,0 22,0 19,9 23,1 21,2 21,8 20,4 24,2 21,0 21,7 28,9 29,4 21,6 22,3 20,5 21,1
Uruguay 6,7 14,8 1,1 23,5 8,1 12,6 0,9 26,4 7,7 12,7 14,6 19,6 7,2 12,2 4,8 9,0
Venezuela, R.B. de 38,7 41,4 32,9 44,6 39,1 41,2 34,1 46,9 38,9 41,1 49,7 51,1 36,0 38,3 32,2 34,6
Promedio en ALC
(no ponderado) 23,3 26,6 19,7 33,2 23,7 25,7 20,1 35,8 23,6 25,7 31,5 33,3 21,1 23,1 19,0 21,1
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b. 80+ que reciben ingresos de pensiones
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Hombres Mujeres
sonas que han emigrado al exterior, pero no incluye los ingresos compartidos por los
familiares que residen con los adultos mayores. Existen seis países donde más del 30%
de los adultos mayores reciben transferencias intrafamiliares.
Gráfico 3.12 Personas mayores de 60 años que reciben transferencias privadas, porcentaje
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Fuente: Cálculo de los autores.
¿Qué tan útiles son estas transferencias para ayudar al adulto mayor a salir de la
pobreza? Para contestar esta pregunta hacemos un estimado de la incidencia de pobreza,
excluyendo los ingresos provenientes de transferencias privadas del total de ingresos
del hogar.11 Los resultados de este ejercicio se presentan en el cuadro 3.9.
Hay varios resultados que vale la pena mencionar. En primer lugar, en los países que
tienen el porcentaje más alto de adultos mayores que perciben ingresos de transferen-
cias, el impacto de dichas transferencias sobre la pobreza es muy importante: mientras
que el 16,0% de las personas de 60 años y más en República Dominicana son pobres,
este porcentaje se elevaría a 33,5% si las remesas se interrumpieran de un momento a
otro. Los países que tienen los mayores impactos después de República Dominicana
son, en orden descendente, Honduras, Guatemala, El Salvador, Paraguay y Ecuador. En
todos estos países, la pobreza entre los adultos mayores se incrementaría por encima
del 10% si las remesas desaparecieran de un momento a otro.
En segundo lugar, el impacto de las remesas en la reducción de la pobreza es mayor
entre los adultos mayores que entre los jóvenes. Las remesas reducen el número de
personas en pobreza en más de 10 puntos porcentuales entre los adultos mayores en
seis países; el mismo efecto se obtiene en el caso de los niños y niñas (menores de 15
años) en solo tres países (El Salvador, Guatemala y Honduras).
11 Se trata de un ejercicio contrafactual que tiene las mismas características que el ejercicio
presentado en la sección anterior. En este sentido, se trata de una primera aproximación
para estimar los efectos directos a corto plazo de las transferencias sobre la pobreza, y no
toma en cuenta los potenciales cambios de comportamiento que podrían esperarse.
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Países Con Sin Con Sin Con Sin Con Sin Con Sin Con Sin Con Sin Con Sin
Argentina 11,0 15,4 4,9 6,3 12,0 16,9 3,7 5,0 11,8 16,6 19,2 25,1 11,6 19,7 8,0 11,0
Bolivia 35,0 39,3 26,6 34,7 35,8 39,7 25,3 34,1 35,6 39,6 44,5 48,4 28,4 34,7 30,7 33,3
Brasil 18,2 18,5 4,2 4,5 19,8 20,2 3,5 3,7 19,3 19,7 31,8 32,2 18,3 18,9 13,8 14,0
Colombia 37,8 39,6 42,2 44,9 37,3 39,0 44,3 47,1 37,3 39,0 46,3 48,0 36,3 38,5 31,0 32,5
Costa Rica 11,6 12,0 17,2 17,4 11,0 11,4 18,7 19,0 11,1 11,5 16,7 17,1 8,7 9,2 8,5 8,8
Rep. Dominicana 18,7 25,9 16,0 33,5 19,0 25,1 15,6 35,6 18,9 25,2 26,8 33,4 16,6 23,8 14,0 19,2
Ecuador 17,6 23,8 16,2 26,8 17,7 23,4 17,2 29,8 17,6 23,3 24,0 30,9 15,1 20,9 13,8 18,4
El Salvador 27,1 36,5 20,3 36,8 27,8 36,5 20,7 39,4 27,5 36,3 35,2 45,2 24,9 34,7 22,4 29,3
Guatemala 33,9 43,0 28,2 41,4 34,4 43,1 29,1 43,7 34,2 42,9 42,4 52,5 28,4 36,3 27,6 35,2
Honduras 36,9 47,9 35,6 53,2 37,0 47,6 37,0 55,8 36,9 47,5 45,7 57,2 30,1 42,0 31,3 39,9
México 13,9 18,0 19,9 26,2 13,3 17,2 21,9 29,0 13,3 17,2 18,2 23,4 11,8 15,6 10,2 13,2
Nicaragua 42,7 47,3 32,5 40,8 43,5 47,9 32,5 42,1 43,2 47,6 53,2 57,8 38,5 43,4 36,6 40,5
Panamá 22,3 26,9 16,9 24,5 22,9 27,2 18,1 26,4 22,7 27,0 32,4 37,7 21,8 26,3 16,6 20,0
Paraguay 21,4 27,8 16,9 30,8 21,8 27,5 17,2 34,1 21,7 27,4 29,7 36,3 18,1 24,2 16,5 21,1
Perú 21,0 23,3 19,9 23,5 21,2 23,2 20,4 24,5 21,0 23,1 28,9 32,2 21,6 24,1 20,5 22,3
Uruguay 6,7 10,4 1,1 2,4 8,1 12,4 0,9 2,0 7,7 11,9 14,6 21,4 7,2 11,6 4,8 7,8
Venezuela, R.B. de 38,7 42,2 32,9 39,2 39,1 42,4 34,1 41,4 38,9 42,3 49,7 53,0 36,0 40,2 32,2 35,2
Promedio en ALC
(no ponderado) 24,4 29,3 20,7 28,6 24,8 29,5 21,2 30,2 24,6 29,3 32,9 38,3 22,0 27,3 19,9 23,6
Gráfico 3.13 Simulación del impacto de las pensiones y transferencias privadas en la pobreza
en la tercera edad (incremento de la pobreza en puntos porcentuales)
50
Porcentaje de la población
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Pensiones Transferencias
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Hombres (%) Mujeres (%)
60+ con 60+ sin
País Todos 60+ 80+ 25–59 Todos 60+ 80+ 25–59 Todos 60+ 80+ 25–59 pensiones pensiones
Argentina 82,8 42,4 7,2 94,2 53,1 17,4 1,5 66,2 66,6 27,6 3,4 79,4 10,9 42,3
Bolivia 91,4 66,1 33,0 97,1 67,9 51,8 22,7 71,6 79,1 58,5 27,1 83,8 50,7 75,8
Brasil 83,1 44,0 16,2 91,4 58,6 19,8 5,7 68,0 70,2 30,5 9,7 79,2 25,8 45,5
Chile 82,5 43,0 10,1 92,8 47,2 15,4 1,9 57,0 63,8 27,5 5,0 74,2 19,1 36,4
Colombia 83,4 44,6 10,9 93,2 51,4 15,9 3,4 61,0 66,0 28,6 6,5 75,8 14,0 30,9
Costa Rica 86,1 41,4 6,0 95,0 45,7 10,6 1,1 53,4 64,9 24,7 3,2 73,3 12,1 37,2
Rep. Dominicana 82,3 51,8 17,4 89,8 43,8 12,4 1,8 51,4 62,6 31,7 8,9 70,2 17,3 32,9
Ecuador 91,2 69,2 28,8 97,1 66,8 38,0 12,8 74,3 78,5 53,1 20,2 85,2 27,4 58,1
Salvador 84,5 52,3 20,5 93,5 49,7 21,3 7,5 57,3 65,0 35,1 13,1 73,1 16,3 38,5
Guatemala 93,2 73,1 40,4 97,7 50,2 28,8 9,3 54,4 69,7 50,2 23,6 73,7 33,8 52,8
Honduras 90,1 66,9 30,3 95,7 44,1 24,5 8,1 48,5 65,0 44,5 18,4 69,7 14,3 46,3
México 89,5 60,6 28,7 95,9 52,2 25,1 9,2 58,4 69,3 41,2 17,2 75,6 25,1 45,7
Nicaragua 91,3 67,3 29,3 96,6 50,5 23,6 6,6 56,3 69,3 43,8 16,2 74,9 23,2 46,3
Panamá 86,9 49,7 18,1 96,0 49,6 13,5 3,2 58,6 67,8 31,1 9,9 76,9 14,7 41,8
Paraguay 90,0 63,2 22,0 95,7 60,3 34,6 8,9 66,4 74,6 47,8 15,1 80,7 22,0 50,1
Perú 88,5 65,5 32,0 94,8 67,3 43,0 22,1 73,9 77,5 53,8 26,6 83,9 26,1 60,2
Uruguay 77,0 33,2 4,2 94,8 53,5 15,5 1,1 72,9 64,1 22,8 2,2 83,1 11,6 57,7
Venezuela, R.B. de 89,1 54,0 21,6 95,3 57,1 20,4 5,0 64,3 72,9 36,2 11,7 79,8 — —
Promedio en ALC (no
ponderado) 86,8 54,9 20,9 94,8 53,8 24,0 7,3 61,9 69,3 38,3 13,2 77,4 21,4 47,0
Nota: — = no disponible.
así como en tres de los cuatro países que cuentan con una alta cobertura de pensiones:
Argentina, Brasil y Uruguay.
En el cuadro 3.11 presentamos las tasas de desempleo para los distintos grupos
de edad a nivel nacional. En la mayoría de los países (México es la única excepción),
los adultos mayores tienen menos probabilidades de estar desempleados. Esto podría
ser visto de manera favorable si se interpretara como que los trabajadores de mayor
edad son menos vulnerables al desempleo debido a su mayor nivel de conocimientos
y experiencia u otros factores que protegen a dichos trabajadores de los remezones.
Es más probable, sin embargo, que esto se deba a que los trabajadores de mayor edad
responden a dichos remezones ya sea: (a) retirándose del mercado laboral (quizás
como parte de una estrategia familiar que requiere que los miembros de mayor edad
de la familia se ocupen de las actividades domésticas, para liberar a los miembros más
jóvenes de la familia para dedicarse a actividades del mercado laboral) o (b) aceptando
rápidamente una merma de sus condiciones laborales (por ejemplo, una reducción
salarial o una pérdida de seguridad).12
El gráfico 3.14 revela las horas trabajadas por los adultos mayores a nivel nacional
como un porcentaje de las horas trabajadas por el segmento de 25 a 59 años. El número
de horas trabajadas por los adultos mayores, si bien es menor que el de otros adultos,
es bastante alto, fluctuando entre 93 y 94% de las horas trabajadas por las personas
adultas en Bolivia, la República Bolivariana de Venezuela y Chile, y 80-81% de las
horas trabajadas por adultos en Costa Rica, Brasil y Panamá.
Las remuneraciones por hora de los adultos mayores como un porcentaje de las
remuneraciones por hora del segmento de 25 a 59 años, aparecen en el gráfico 3.15.
El cuadro muestra que en la mayoría de los países la tarifa salarial por hora que per-
ciben los mayores de 60 años es ligeramente inferior a la tarifa promedio por hora
percibida por los adultos jóvenes. Dos grupos de países, sin embargo, muestran un
Gráfico 3.14 Horas trabajadas por los adultos mayores como porcentaje de las horas
trabajadas por el segmento de 25 a 59 años
0,95
0,90
0,85
Porcentaje
0,80
0,75
0,70
0
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Ve
12 Si los adultos mayores tienen más probabilidades que los jóvenes de abandonar el mercado
laboral de manera permanente luego de un período de desempleo, se debería alertar a los
responsables de formular las políticas de que el desempleo entre los adultos mayores puede
tener efectos a más largo plazo que entre los jóvenes.
Gráfico 3.15 Remuneraciones por hora de los adultos mayores como pocentaje de las
remuneraciones por hora del segmento de 25 a 59 años
1,2
1,0
Porcentaje
0,8
0,6
0,4
a
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Pr
Ve
patrón diferente. En el caso de los países amigables con la tercera edad –Argentina,
Brasil, Chile y Uruguay– y además en Paraguay, las remuneraciones por hora entre
los mayores de 60 años son superiores al promedio de los adultos jóvenes. Esto su-
giere que, en el caso de los países que cuentan con una alta cobertura de pensiones,
únicamente las personas que tienen un trabajo bien remunerado permanecerán en
el mercado laboral después de llegar a la edad de jubilación. En el caso de los países
no amigables con la tercera edad –Colombia y México– y en el caso de Bolivia y El
Salvador, las remuneraciones que perciben los mayores de 60 años son drásticamente
inferiores a las de los adultos jóvenes.
Finalmente, el gráfico 3.16 ilustra los ingresos laborales de la tercera edad como un
porcentaje de los ingresos del segmento de 25 a 59 años. Brasil es el único país en el cual
los trabajadores mayores de 60 años tienen en promedio ingresos laborales más altos
que los adultos jóvenes. Argentina, Chile, Guatemala, Paraguay y Uruguay son los otros
países en los cuales los ingresos laborales del adulto mayor alcanzan una proporción
por encima del 90% de los ingresos laborales de los adultos en general. Por otro lado,
Bolivia (49%), Colombia (61%), El Salvador (61%) y México (62%) son los países en
los cuales los ingresos laborales de los adultos mayores que trabajan representan un
porcentaje menor del ingreso laboral de las personas adultas.
Gráfico 3.16 Ingresos laborales del adulto mayor como porcentaje del ingreso del segmento
de 25 a 59 años
1,00
0,80
Porcentaje
0,60
0,40
Ca
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Cuadro 3.12 Ingresos per capita a nivel de hogares según estimados del coeficiente de Gini
El gráfico 3.17 presenta estimados del coeficiente de Gini del ingreso per capita del
hogar incluyendo y excluyendo los ingresos percibidos por concepto de pensiones y
transferencias. Este ejercicio constituye una primera aproximación al análisis de la
importancia de diferentes fuentes de ingresos para la reducción o el incremento de
la desigualdad de ingresos. Los resultados muestran la importancia de los ingresos
transferidos por el sistema de pensiones en la reducción de la desigualdad entre los
adultos mayores. Las pensiones y transferencias cumplen una función niveladora en
todas partes. Esto es especialmente pronunciado en los cuatro países que son amigables
con la tercera edad, pero también en Bolivia. En todos estos países, este resultado es
contundente dependiendo de la inclusión o exclusión de los ingresos cero.
Como mencionamos anteriormente, en el caso de Bolivia, donde existe una amplia
cobertura de pensiones no contributivas, no obstante el monto relativamente pequeño
Gráfico 3.17 Coeficientes de Gini de los ingresos en la tercera edad (con y sin pensiones
y transferencias)
0,8
0,7
0,6
0,5
0,4
0
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13 Éste es también el caso de Ecuador y Honduras, pero solo cuando se incluyen los ingresos
cero en el estimado.
Gráfico 3.18 Porcentaje de adultos mayores que viven solos o con una pareja
60
Porcentaje
40
20
0
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Gráfico 3.19 Porcentaje de adultos mayores que viven solos y disponibilidad de hijos,
nivel nacional
8
(% 15–59)/(% 60+)
5
Argentina
4
3 Uruguay
2
10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60
Porcentaje de adultos mayores que viven solos
001Envejecimiento.indd 124
54
50 45 45
40 36 36
30 27 27
Por ciento
Por ciento
Por ciento
20 18 18
10 9 9
0 0 0
20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89
Edad Edad Edad
35 30 35
28 24 28
21 18 21
Por ciento
Por ciento
Por ciento
14 12 14
7 6 7
0 0 0
20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89
Edad Edad Edad
30 40 25
24 32 20
18 24 15
Por ciento
Por ciento
Por ciento
12 16 10
6 8 5
0 0 0
20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89
Edad Edad Edad
001Envejecimiento.indd 125
j. Guatemala k. Honduras l. México
36 24 42
30 20 35
24 16 28
18 12 21
Por ciento
Por ciento
Por ciento
12 8 14
6 4 7
0 0 0
20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89
Edad Edad Edad
13 35 35
10 28 28
8 21 21
Por ciento
Por ciento
Por ciento
5 14 14
3 7 7
Pobreza, adultos mayores y el ciclo de vida en América Latina
0 0 0
20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89
Edad Edad Edad
35 55 20
28 44 16
21 33 12
Por ciento
Por ciento
Por ciento
14 22 8
7 11 4
0 0 0
20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89 20 23 26 29 32 35 38 41 44 47 50 53 56 59 62 65 68 71 74 77 80 83 86 89
Edad Edad Edad
El cuadro 3.13 revela que en todos los países (salvo Nicaragua y Paraguay) los adultos
mayores que viven por su cuenta tienen ingresos promedio más elevados que aquellos
que viven en situación de corresidencia. Al parecer, los adultos mayores que cuentan
con mayores ingresos eligen vivir de manera independiente, mientras que los menos
a. Hombres
70
60
Porcentaje
50
40
30
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60+ 80+
Gráfico 3.22 Pobreza entre los adultos mayores por arreglos de vivienda, porcentaje
Colombia
Honduras
México
Guatemala
Costa Rica
Perú
Nicaragua
Venezuela, R.B. de
Bolivia
El Salvador
Ecuador
Paraguay
Panamá
Rep. Dominicana
Argentina
Brasil
Chile
Uruguay
0 10 20 30 40 50
Porcentaje
afortunados viven con familiares. ¿Significa esto que los adultos mayores indigentes
viven con sus hijos y nietos para beneficiarse de los mayores ingresos de éstos? ¿Podría
ser que en ALC –donde la mayor parte de los adultos mayores no cuentan con una
cobertura de pensiones– son los receptores netos de transferencias?
En los países que cuentan con programas de pensiones y seguridad social bien
establecidos, muchos adultos mayores apoyan a sus hijos y nietos adultos. Este apoyo
puede consistir en ayuda financiera, albergue y atención para la pareja, los padres de
mayor edad y los nietos. La información estadística extraída del Estudio de la Salud y la
Jubilación actualmente en curso en Estados Unidos confirma que los padres de mayor
edad tienen mayores probabilidades de brindar tiempo, dinero y albergue a sus hijos que
de recibir las mencionadas transferencias. Esta tendencia se revierte únicamente en el
caso de las personas no casadas mayores de 80 años, que tienen más probabilidades de
recibir apoyo que de proporcionarlo (Instituto Nacional sobre el Envejecimiento - NIA
2009). Este mismo patrón se encontró en el Reino Unido para el grupo de personas de
hasta 75 años, así como en otros países europeos donde las transferencias netas a los
hijos siguen siendo positivas, pero se reducen a edades bastante avanzadas.
El panorama en los países en desarrollo es menos claro. Es conocido que los adultos
mayores en los países en desarrollo realizan aportes sustanciales al bienestar de la fa-
milia, realizando tareas domésticas, asumiendo el cuidado de los nietos y socializando.
Existe una evidencia menor sobre la dirección de las transferencias en los países en
desarrollo. Una nueva generación de estudios está tratando de medir las transferencias
intergeneracionales y, como parte de ello, en los países en desarrollo, de entender la
dirección de los flujos de riqueza y cómo éstos pueden modificarse con los cambios
en el desarrollo económico. Esto se está midiendo con la introducción de la edad en
las cuentas nacionales (Mason et al 2009). Las encuestas de hogares utilizadas en este
capítulo no son las más adecuadas para medir los flujos entre generaciones, dado que
no contienen información sobre el trabajo no remunerado y contienen información
incompleta sobre cómo se comparten los ingresos al interior de los hogares. Sin embar-
go, más adelante se incluyen algunos patrones interesantes. ¿Son los adultos mayores
los receptores netos de transferencias en ALC?
El cuadro 3.13 sugiere que éste no es el caso. El cuadro muestra qué cantidad de
ingresos aportan los adultos mayores al hogar (es decir, sus ingresos personales) y los
compara con el ingreso promedio del hogar. En 12 países, los ingresos personales de
los adultos mayores que viven en situación de corresidencia son mayores que el in-
greso promedio del hogar. Las únicas excepciones son Colombia y Costa Rica (donde
aportan menos que el promedio), así como Ecuador, El Salvador, México y Panamá,
donde aportan un monto muy cercano al promedio. Dicho de otro modo, en ALC,
asumiendo que los ingresos son compartidos en igualdad de proporciones entre todos
los miembros del hogar, los adultos mayores están realizando transferencias netas a
las otras generaciones con las cuales conviven.
Aparentemente, los adultos mayores que cuentan con ingresos más elevados eligen
vivir de manera independiente, mientras que los adultos mayores más pobres en Amé-
rica Latina tienden a vivir en corresidencia. La razones que posiblemente expliquen
este patrón son las siguientes: (a) un mayor altruismo entre los menos afortunados;
(b) una mayor importancia de las economías de escala para aquellas personas que se
encuentran cerca de la línea de pobreza; y (c) la corresidencia multigeneracional cons-
tituye una forma de seguro contra riesgos, y los adultos mayores de menores ingresos
son más renuentes a los riesgos que sus coetáneos más solventes.
001Envejecimiento.indd 130
vacio-
País dF/dx z dF/dx z dF/dx z dF/dx z dF/dx z dF/dx z dF/dx z dF/dx z nes
Argentina 0,0001 [5,13]** –0,1334 [3,52]** 0,0291 [1,56] 0,1186 [3,65]** 0,0119 [0,73] 0,1734 [11,03]** –0,0011 [10,76]** — — 10,556
Bolivia 0,0000 [0,21] –0,2237 [6,09]** 0,0657 [1,46] 0,1029 [2,72]** 0,0260 [0,82] 0,0135 [0,35] –0,0001 [0,31] –0,1908 [5,49]** 1,395
Brazil 0,0000 [5,09]** –0,3007 [15,81]** 0,0142 [1,67] 0,1885 [7,30]** 0,0796 [13,55]** 0,0774 [13,44]** –0,0005 [13,32]** 0,0003 [0,04] 35,389
Chile 0,0000 [2,02]* –0,1818 [5,19]** –0,0086 [0,98] — — 0,0368 [4,32]** 0,0723 [8,94]** –0,0005 [8,70]** –0,0270 [3,54]** 33,215
Colombia 0,0000 [1,80] –0,0747 [2,89]** –0,0600 [2,24]* 0,0809 [2,72]** 0,0505 [2,21]* 0,0576 [2,60]** –0,0004 [2,47]* –0,0225 [0,79] 5,902
Costa Rica 0,0000 [1,46] 0,1235 [5,26]** 0,0131 [0,68] –0,0414 [0,50] 0,0490 [2,62]** 0,0979 [5,38]** –0,0007 [5,31]** –0,0375 [2,16]* 3,658
Rep.
Dominicana 0,0000 [0,26] –0,1498 [6,22]** 0,0338 [1,11] 0,1027 [5,34]** 0,0951 [4,90]** 0,0321 [2,18]* –0,0002 [2,05]* –0,0107 [0,55] 2,641
Ecuador 0,0000 [0,29] –0,0135 [0,64] 0,0409 [1,66] 0,0583 [2,99]** 0,0335 [1,86] 0,0594 [3,94]** –0,0004 [3,49]** –0,0341 [1,98]* 5,995
El Salvador 0,0000 [0,19] –0,0253 [1,23] 0,0272 [1,11] 0,1663 [9,55]** 0,0908 [5,46]** 0,0387 [2,86]** –0,0002 [2,72]** 0,0256 [1,49] 6,650
Guatemala 0,0000 [0,69] –0,0603 [2,54]* –0,0787 [2,40]* 0,0809 [3,14]** 0,0537 [2,07]* 0,1123 [4,62]** –0,0007 [4,36]** 0,0676 [2,85]** 3,377
Honduras 0,0000 [1,73] 0,0013 [0,09] 0,0188 [0,90] 0,0075 [0,54] 0,0445 [3,36]** 0,0312 [2,70]** –0,0002 [2,09]* 0,0074 [0,52] 4,111
Mexico 0,0000 [3,14]** 0,0562 [1,91] –0,0157 [0,71] 0,0392 [1,46] 0,0460 [2,23]* 0,0790 [4,20]** –0,0005 [4,04]** –0,0035 [0,14] 4,873
Nicaragua 0,0000 [1,40] –0,1033 [4,36]** –0,0421 [1,30] 0,0551 [2,27]* 0,0622 [2,47]* 0,0289 [1,46] –0,0002 [1,43] –0,0457 [1,73] 1,644
Panama 0,0000 [4,13]** –0,0368 [1,75] 0,0197 [1,08] 0,0982 [5,50]** 0,0864 [5,49]** 0,0487 [3,23]** –0,0003 [3,20]** –0,0531 [3,21]** 5,159
Paraguay 0,0000 [0,35] 0,0143 [0,43] 0,0782 [1,70] 0,1406 [5,21]** 0,0359 [1,45] 0,1375 [5,29]** –0,0009 [5,28]** 0,0246 [0,96] 1,769
Perú 0,0000 [1,80] –0,0801 [5,47]** 0,0151 [0,66] 0,0596 [3,79]** 0,0220 [1,53] 0,0930 [7,58]** –0,0006 [7,30]** –0,2212 [15,17]** 8,565
Uruguay 0,0000 [2,86]** –0,2887 [10,59]** 0,0040 [0,55] 0,0990 [13,43]** 0,0271 [4,66]** 0,1067 [19,70]** –0,0007 [19,34]** –0,0348 [5,64]** 48,517
Venezuela,
R.B. de 0,0000 [2,68]** –0,0198 [2,25]* 0,0106 [0,87] 0,1050 [8,82]** 0,0777 [8,94]** 0,0370 [4,44]** –0,0003 [4,47]** — — 11,251
• Edad: Ésta está incluida en dos variables, edad y edad al cuadrado, para validar la curva
en U invertida que se mencionó anteriormente. En todos los países los signos son los
esperados, y en 16 de los 18 países ambas variables son estadísticamente significativas.
• Ubicación urbana o rural: Las probabilidades de que los adultos mayores vivan por su
cuenta son menores en las zonas urbanas. Este resultado es significativo en siete de los
16 países para los cuales existe información estadística disponible.
• Género: A nivel mundial, los hombres tienen más probabilidades que las mujeres de
vivir por su cuenta. Este patrón también se encuentra en nuestra muestra para ALC –la
variable ficticia de género tiene un signo positivo en todos los países, y es significativa
en 13 de los 18 países.
• Ingresos: Generamos estimados con esta variable tanto por sí sola como con la
inclusión de variables ficticias (dummy) para pobreza, pensiones y remesas. El
cuadro presenta los resultados, que incluyen todas estas variables. Los ingresos
son siempre positivos, pero cuando están acompañados por un dummy de
pobreza son significativos únicamente en siete de los 18 países. El dummy de
pobreza, sin embargo, es negativo (menos probable que vivan por su cuenta
cuando son pobres) en todos los países, y significativo en 11 de los 18 países.
Conclusiones
Este capítulo describe los niveles de pobreza en diferentes momentos del ciclo de vida
en 18 países de América Latina. Los niveles de pobreza varían ampliamente entre los
países de la región, y existe una alta correlación entre la pobreza nacional y la pobreza
en cualquier grupo de edad. Los niños y niñas tienen tasas de pobreza que representan
entre una y media y dos veces el promedio nacional (incluso después de reajustar los
estimados para incluir la equivalencia de adultos y las economías de escala). En cinco
países, la tasa de pobreza entre los jóvenes es más del doble que el promedio para el
resto de la población –se trata de los países amigables con la tercera edad (Argentina,
Brasil, Chile, Uruguay) y que cuentan con los amplios sistemas de pensiones que
mencionamos arriba, así como República Dominicana.
En ALC, existe un difundido supuesto en el sentido que la pobreza es particular-
mente común en la tercera edad. Gran parte del debate actual sobre las pensiones
sociales es justificado con base en este supuesto. La evidencia que se presenta en este
capítulo sugiere que la población mayor de 60 años no tiene mayores probabilidades
que el resto de la población de ser pobres (con la excepción de Colombia, Costa Rica
y México). Existe un mayor problema de pobreza y vulnerabilidad entre la población
mayor de 80 años.
¿Cuáles son los factores que explican la ubicación en el ranking de pobreza rela-
tiva de los adultos mayores? Los adultos mayores dependen de una mayor variedad
de fuentes de ingresos que el resto de la población. En todas partes, los pensionistas
Dado que el que los adultos mayores vivan en forma independiente puede tener un
impacto en la atención de salud, la atención a largo plazo de los adultos mayores, los
arreglos para el cuidado de los niños y niñas en el caso de las madres trabajadoras y
otros aspectos con posibles implicaciones fiscales, las políticas dirigidas a los adultos
mayores deben tomar en cuenta los efectos de estos incentivos.
Referencias
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330 millones (en el 2050) de adultos mayores en China], Demographic Research 2.
André C. Medici
Introducción
Uno de los cambios más dramáticos a nivel mundial ocurridos en los últimos 50
años es el proceso de envejecimiento de la población, que está asociado a los efectos
demográficos del descenso de la fecundidad y el incremento de los años de vida. Este
proceso se inició tempranamente en los países desarrollados y ocurrió posterior-
mente en los países en desarrollo. Sin embargo, el ritmo del proceso se aceleró en
ciertas regiones, entre ellas América Latina y el Caribe (ALC). El envejecimiento
de la población, cuando se combina con otras tendencias económicas y del merca-
do laboral, el estado de salud y la atención de salud, entraña una serie de desafíos
socioeconómicos y de política en las décadas venideras.
La incidencia de enfermedades crónicas se incrementa con el envejecimiento, así
como lo hace el número de visitas al médico, de medicinas consumidas y hospitali-
zaciones, con un gran impacto en el presupuesto de la familia del adulto mayor. Los
costos de atención de salud para las personas de 65 años y más son varias veces ma-
yores que los costos para las personas jóvenes en muchos países desarrollados, y las
enfermedades crónicas afectan de manera desproporcionada a los adultos mayores y
están asociadas a la discapacidad y a una merma en la calidad de vida.
Los cambios demográficos asociados con el envejecimiento exigen una nueva agen-
da de políticas de salud, con implicancias tanto para la oferta como para la demanda.
En cuanto a la oferta, el mayor desafío es cómo hacer frente a los impactos fiscales del
envejecimiento, es decir, cómo proveer los fondos para financiar una mayor cantidad
de servicios de salud más costosos. Por el lado de la demanda, el desafío consiste en
implementar medidas de política para promover conductas saludables y otras medidas
preventivas entre los adultos mayores, así como lograr costos asequibles para los planes
de seguros de salud, medicamentos y procedimientos médicos.
A pesar de estos desafíos, el mal estado de salud no es una consecuencia inevitable
del envejecimiento. Muchas políticas exitosas de prevención de enfermedades y dis-
capacidades en los países desarrollados están proporcionando una mejor cobertura y
calidad de atención de salud al adulto mayor. Controlar factores de riesgo tales como la
presión arterial alta, la obesidad y la diabetes, así como promover conductas saludables
reduciendo el consumo de tabaco y alcohol y evitando un estilo de vida sedentario,
podría ayudar a prevenir las consecuencias tempranas de las enfermedades crónicas
en el adulto mayor. Las intervenciones de salud pública podrían ayudar a frenar los
crecientes costos de la atención de salud, al promover el uso de medidas de prevención
efectivas para hacer realidad una vejez saludable.
Las circunstancias sociales y económicas que rodean la vida de los adultos ma-
yores, tales como una jubilación tardía, las mejoras de la salud y de las capacidades
funcionales, así como las políticas públicas y privadas que afectan el bienestar indivi-
dual de las personas, se encuentran en constante evolución y transición. Entender las
complejidades de esta situación, así como la relación entre la demografía, las políticas,
la conducta social, la economía y la salud, es esencial para mejorar el diseño de las
políticas sociales y garantizar una mejor calidad de vida para el adulto mayor.
Aumento de
las necesidades
de salud
2 El análisis económico existente demuestra que un mal estado de salud, especialmente si está
asociado a una enfermedad crónica, socava la productividad actual y probablemente genere
pérdidas a futuro en términos de productividad. La buena salud mejora la capacidad para
aprender y trabajar y por consiguiente mejora los ingresos y el bienestar en el hogar. Los
efectos consolidados, sin embargo, pueden ser difíciles de discernir (Spence y Lewis 2009).
3 Las necesidades de salud han sido enfocadas desde una perspectiva filosófica, de derechos
humanos y de economía de la salud. A nivel individual, las necesidades de salud compren-
den todo lo que se requiere para la salud o el bienestar, incluyendo atención personal y
social, atención de salud, vivienda, situación económica, educación, uso del tiempo en el
trabajo y esparcimiento, así como acceso a transporte. A nivel individual, se trata quizás de
necesidades subjetivas. Sin embargo, a nivel colectivo, estas necesidades quizás sean más
objetivas e incluyan el logro, mantenimiento y restablecimiento de un nivel aceptable de
salud, que permita la independencia social y una buena calidad de vida.
4 La mortalidad y la morbilidad afectan la duración de la vida humana en diferentes etapas del
ciclo de vida, de acuerdo a la incidencia de enfermedades transmisibles y no transmisibles
y lesiones.
pacidad de una persona para contribuir a y participar en todo aquello que constituye
una vida plena –estudio, trabajo, recreación y comunicación con familiares, amigos
y la comunidad.
Una aproximación a las implicancias de la mortalidad y la morbilidad es el enfoque
de la carga de la enfermedad (CdE). Variables tales como los Años de Vida Ajustados
por Discapacidad (AVAD) deberían utilizarse como una expresión de un inventario
de las necesidades de salud existentes en una región o país.
Los AVAD son un indicador sintético de salud que se utiliza para medir las conse-
cuencias de la muerte prematura, o los Años de Vida Perdidos (AVP), y la discapacidad,
o los Años Vividos con Discapacidades (AVD), durante los años de vida promedio de
la población (AVAD = AVP + AVD). Los AVP se calculan con base en la esperanza de
vida al nacer, mientras que los AVD se calculan con base en el nivel de gravedad de
la discapacidad y el tiempo vivido con una discapacidad. Ambos componentes de los
AVAD (AVP y AVD) son ponderados por edad de acuerdo a los estudios relacionados
con la contribución económica de los grupos de edad y las encuestas de preferencias
sociales. Debe aplicarse una tasa de descuento a los componentes de los AVAD (ge-
neralmente tres%), indicando que los futuros años recibirán una valoración menor
que los años actuales.5
5 Los AVAD son una formulación elegante, pero presentan problemas de medición y
subjetividad. A pesar de ser una publicación controvertida, el estudio de la OMS sobre
la Carga Global de la Enfermedad (CGE) confirió un menor peso a un año de una vida
saludable vivida durante las edades de la juventud y en la tercera edad que un año de vida
vivido durante las edades de trabajo, con base en diversos estudios sobre las preferencias
sociales. Esta ponderación no ha sido aceptada por muchos analistas, que consideran que
la contribución de las personas a todas las edades es la misma. Los AVAD son criticados
asimismo debido a la subjetividad de las definiciones utilizadas para medir la gravedad de
los niveles de discapacidad relacionados con los cálculos de los AVD y a la fragilidad de
los datos y estimados existentes. Sin embargo, otros analistas, entre ellos Murray y Evans
(2003) así como Lopez et al (2006), esgrimen argumentos que refutan dichas críticas.
En vista de la disparidad de estas opiniones, los estimados basados en los AVAD deben
ser considerados como una metodología a grandes rasgos y únicamente indicativa, y no
como una medición absoluta de la CdE. Los datos referidos a los AVAD utilizados en este
capítulo han sido actualizados con base en los estimados de la OMS sobre la GBD (carga
global de la enfermedad) para el 2004, que parte de los estimados previos sobre la GBD
para el 2002. Esta información actualizó, entre otras cosas, los estimados de mortalidad
por causas relacionadas con enfermedades transmisibles y el SIDA, guerras, conflictos
civiles y desastres naturales en 192 países; el último registro de muertes en 112 países; así
como los estimados actualizados de discapacidad provocada por 52 causas en todos los
países. Se puede encontrar mayor información sobre los datos actualizados contenidos en
los estimados del 2004 en el estudio de la OMS (2008).
Gráfico 4.2 Mortalidad como un porcentaje de los AVAD en ALC por edad y género, 2004
0,9
0,8
Mortalidad como porcentaje
0,7
0,6
de los AVAD
0,5
0,4
0,3
0,2
0,1
0
0–4 5–14 15–29 30–44 45–59 60–69 70–79 80+
Edad
Hombres Mujeres
caso de los hombres en todos los grupos de edad y se incrementa de acuerdo al proceso
de envejecimiento — después de los 14 años en el caso de los hombres, y después de
los 29 años en el caso de las mujeres. En promedio, la mortalidad representa el 53%
de los AVAD para el caso de los hombres, y únicamente el 42% de los AVAD para el
caso de las mujeres.
En determinados grupos de edad específicos –de 0 a cuatro años de edad para
ambos géneros y después de los 30 años para el caso de los hombres, y después de los
60 años para el caso de las mujeres– la mortalidad es el componente más importante
de la CdE en la región ALC. En los otros grupos prevalece la morbilidad.
En el gráfico 4.3 se presentan los AVP per capita por género y edad en los países de
ALC. Los datos revelan que las necesidades de salud asociadas con la mortalidad son
mayores en el caso de los hombres que en el de las mujeres, ya que los hombres siempre
se ven afectados de manera desproporcionada por la mortalidad en todos los grupos
de edad. Las tasas per capita de AVP aumentan de manera sostenida después de las
edades de cinco a 14 años. Este hecho tiene implicancias de política relevantes en lo que
se refiere a la forma en que los sistemas y políticas de salud deben ser configurados en
ALC para hacer frente al proceso de envejecimiento desde una perspectiva de género.
Gráfico 4.3 AVP por cada 1.000 habitantes en ALC por edad y género, 2004
300
AVP por cada 1.000 habitantes
250
200
150
100
50
0
0–4 5–14 15–29 30–44 45–59 60–69 70–79 80+
Edad
Hombres Mujeres
con las restricciones a la calidad de vida al mismo denominador común utilizado para
medir las pérdidas por mortalidad/de años de vida. La información relacionada con
la morbilidad está mejorando gradualmente tanto en los países desarrollados como
en los países en desarrollo, lo cual permite realizar mejores estimados. En el estudio
actualizado del 2004, los datos sobre morbilidad fueron mejorados para 52 causas, entre
ellas diabetes, trastornos vinculados con el consumo de alcohol, baja visión y ceguera,
lesiones, enfermedades coronarias, VIH/SIDA, cáncer, enfermedades prevenibles por
vacunación, y malaria.
En los países de ingreso alto, las personas de diferentes edades tienen tasas de su-
pervivencia más altas, y más personas logran salir de la trampa de la mortalidad con
mayor frecuencia debido a la menor exposición a factores de riesgo, la existencia de
una amplia cobertura de planes de salud y la mejor calidad de los sistemas de atención
de salud. Además, las menores tasas de fecundidad; las mejores condiciones de vida;
los buenos indicadores sociales; y una atención de salud asequible y de calidad, con-
ducen a menores niveles de mortalidad y menores tasas de morbilidad en los grupos
de edad jóvenes. El efecto combinado de estos factores reduce la mortalidad en mayor
proporción que la morbilidad, ya que una menor mortalidad alimenta el proceso de
envejecimiento y genera una presión para incrementar la morbilidad en las edades
más avanzadas.
Por consiguiente, el número de AVD y AVP per capita es menor en los países de
ingreso alto que en los países de ingreso medio y bajo. Sin embargo, la distribución de
los AVAD en AVP y AVD es totalmente diferente entre los países de ingreso alto, de
un lado, y los países de ingreso medio y bajo, del otro. Los AVP representan una alta
proporción de los AVAD en los países de ingreso más bajo, pero los AVD representan
casi la mitad de la CdE en los países de ingreso alto. En regiones tales como ALC (que
comprenden mayormente países de ingreso medio y alto), el peso de los AVD en la CdE
tiende a acercarse más al de los países de ingreso alto. De hecho, los AVD representan
el 45% de los AVAD en los países de ingreso alto, y 41% en ALC, en comparación con
15% en el África subsahariana.
El gráfico 4.4 revela la distribución de los AVD per capita en ALC en el 2004. Los
datos muestran que el número y la distribución de los AVD en ALC no siguieron el
mismo patrón que los AVP por edad, que se incrementan de manera sostenida de
acuerdo al proceso de envejecimiento. Los AVD per capita son mayores en el grupo
de edad de 15 a 29 años, y disminuyen en el grupo de edad de 30 a 34 años para el
caso de ambos géneros. Se incrementan nuevamente en el caso de los hombres en las
edades de 60 a 69 años, y después de los 70 años los AVD per capita empiezan a decaer.
Por otro lado, los AVD per capita para hombres y mujeres tienen casi el mismo
perfil hasta la edad de 30 a 34 años. La morbilidad femenina es significativamente
mayor en el grupo de edad de 45 a 59 años, y es ligeramente menor a las edades de 60
a 79 años. La mayor proporción de AVD en el caso de las mujeres en las edades más
Gráfico 4.4 AVD por cada 1.000 habitantes en ALC por edad y género, 2004
140
AVD por cada 1.000 habitantes
120
100
80
60
40
20
0
0–4 5–14 15–29 30–44 45–59 60–69 70–79 80+
Edad
Hombres Mujeres
Gráfico 4.5 AVAD por cada 1.000 habitantes en ALC por edad y género, 2004
400
AVAD por cada 1.000 habitantes
350
300
250
200
150
100
50
0
0–4 5–14 15–29 30–44 45–59 60–69 70–79 80+
Edad
Hombres Mujeres
6 Este documento emplea la clasificación del Banco Mundial de las regiones según su nivel de
desarrollo: países de ingreso alto (HIC, por sus siglas en inglés), Asia Oriental y el Pacífico
(AOP), América Latina y el Caribe (ALC), Europa y Asia Central (EAC), Medio Oriente y
Norte de África (MENA, por sus siglas en inglés), Asia Meridional (SAR, según sus siglas
en inglés) y África Subsahariana (ASS).
Gráfico 4.6 Pérdidas AVAD por cada 1.000 habitantes por regiones del Banco Mundial,
2004
600
500
Pérdidas AVAD por cada
124,9
1.000 habitantes
400
300
104,7
200 396,7
86,1 97,5
82,9 93,8
100 69,3 175,3
92,8 128,4 114
54,8 86,4
0
Áf te
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Su
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ia
M
As
AVP AVD
Gráfico 4.7 Distribución de las pérdidas AVAD por regiones del Banco Mundial de acuerdo
a grupos de causas, 2004
África
70,7 20,9 8,4
Subsahariana
Medio Oriente
29,9 51,5 18,6
y Norte de África
Asia Oriental
22,7 62,8 14,5
y el Pacífico
América Latina
22,2 62,2 15,6
y el Caribe
Europa y
12,8 71,1 16,1
Asia Central
0 20 40 60 80 100
Porcentaje
Enfermedades transmisibles y pérdidas maternas,
perinatales y nutricionales
Enfermedades no transmisibles (ENT)
Lesiones
7 Jean Downes, en un notable artículo escrito en 1941, señaló que “la gravedad del problema de
las enfermedades crónicas características de la edad mediana y la tercera edad, ha sido juzgada
según la posición que éstas ocupan entre las principales causas de muerte. Otra medida de
la importancia de dichas enfermedades ha sido el número y la necesidad de instalaciones
y servicios institucionales y comunitarios para el tratamiento y la atención de los casos de
enfermedades crónicas tales como cáncer, enfermedades cardiovasculares, enfermedades
mentales y tuberculosis. Ambos criterios implican un riesgo inusual de discapacidad total
y muerte para el paciente que padece de una enfermedad crónica” (Downes 1941).
Gráfico 4.8 Incidencia (por cada 100 habitantes) de factores de riesgo y enfermedades
crónicas en Brasil por grupo de edad, 1998
50
45
40
Incidencia por cada 100 habitantes
35
30
25
20
15
10
0
4
9
4
35 4
9
4
9
4
9
+
0–
5–
–1
–1
–2
–2
–3
–3
–4
–4
–5
–5
–6
–6
–7
–7
80
10
15
20
25
30
40
45
50
55
60
65
70
75
Grupo de edad
Fuente: Kilsztajn et al 2003, datos basados en la encuesta nacional de hogares (PNAD) de 1998.
8 SABE fue una encuesta de más de 10.500 adultos mayores (que tenían 60 años en 1999)
realizada en las siguientes siete ciudades de ALC durante el período 1999-2000: Buenos
Aires (Argentina), Bridgetown (Barbados), São Paulo (Brasil), Santiago (Chile), La Ha-
bana (Cuba), Ciudad de México (México) y Montevideo (Uruguay). El estudio, que fue
realizado con el soporte técnico de la OPS, estuvo liderado por un equipo que incluyó
entre sus miembros a investigadores de la OPS, la Universidad de Wisconsin-Madison e
investigadores locales de cada ciudad que colaboró con esta encuesta. El estudio recolectó
información exhaustiva sobre la salud, las capacidades funcionales y las redes de apoyo
social. La información estadística generada por esta encuesta ha estado a disposición del
El gráfico 4.9 muestra los datos relacionados con las afecciones de salud para el
promedio de la población de 60 años y más en las siete ciudades. La mayoría de los
adultos mayores (77%) según la encuesta SABE viven con alguna enfermedad, y un
porcentaje considerable de esta población (44%) presenta comorbilidades.
El 19% de la población alega tener discapacidades, y un porcentaje mayor de adul-
tos mayores vive con los efectos combinados de discapacidad y enfermedad (17%) y
discapacidad y comorbilidad (12%). Esto revela que la discapacidad en la tercera edad
es mayormente una consecuencia de enfermedades crónicas y comorbilidades, y que
la prevención de los factores de riesgo que conducen a afecciones crónicas podría
reducir la carga de discapacidad en la tercera edad, teniendo como consecuencia una
mejor calidad de vida y menos gastos de salud a lo largo del proceso de envejecimiento.
Algunas instituciones estatales, tales como los CDC, sostienen, con base en una
revisión de las investigaciones, que las actividades de promoción de la salud, tales
como intervenciones de educación y consejería, podrían mejorar las conductas de
salud preventiva entre los adultos mayores. Si bien estos estudios se enfocaron en
la prevención en personas saludables, existe un consenso cada vez mayor de que las
técnicas de modificación de conductas tales como el automonitoreo, la comunicación
personal con proveedores de atención de salud y la visualización de material audiovi-
sual, contribuyen a generar un cambio exitoso en conductas tales como dejar de fumar,
controlar el consumo de alcohol, mejorar los hábitos alimenticios y controlar el peso.
La encuesta SABE revela asimismo que siete enfermedades y dolencias crónicas
afectan desproporcionadamente el estado de salud de la población de 60 años y más
en ALC. El gráfico 4.10 presenta información adicional relacionada con dichas enfer-
medades en las siete ciudades incluidas en la encuesta durante el período 1999-2000.
La hipertensión arterial (presión arterial elevada) es una afección crónica más
que una enfermedad. Es más común en los hombres, mientras que las mujeres tienen
mayor propensión a desarrollar presión sanguínea alta después de la menopausia. La
hipertensión arterial podría llevar a otras afecciones crónicas tales como enfermedades
coronarias e insuficiencia renal. La hipertensión arterial registra la prevalencia más
alta en comparación con otras afecciones crónicas entre los adultos mayores en las
siete ciudades que formaron parte de la encuesta (cuadro 4.1).
Casi la mitad de la población de 60 años y más tiene hipertensión. São Paulo tiene
la prevalencia más alta (54%) y Ciudad de México la más baja (43%). A pesar de ello,
la hipertensión arterial parece guardar una menor relación con la discapacidad en la
público y puede ser descargada sin costo alguno desde enero del 2005 del Archivo Nacional
de Datos Computarizados sobre el Envejecimiento, y ya han sido publicados los detalles de
la metodología utilizada en el estudio SABE. Las tasas de respuesta al cuestionario SABE
fueron de 63% en Buenos Aires, 65% en Montevideo, 80% en Bridgetown, 84% en Santiago,
85% en São Paulo y Ciudad de México y 95% en La Habana.
Gráfico 4.9 Estado de salud de la población de 60 años y más en siete ciudades de ALC
de acuerdo a la encuesta SABE, 1999-2000
Comorbilidad 43,7
0 20 40 60 80 100
Porcentaje de la población
Fuente: Encuesta SABE de salud, bienestar y envejecimiento en América Latina y el Caribe 1999-2000.
60
São Paulo La Habana
50
Prevalencia (porcentaje)
40 Ciudad de
México
Santiago
30
Ciudad Bridgetown
20 de México
La Habana
10 Buenos La Habana
Ciudad Montevideo
Aires
de México
Bridgetown Montevideo Ciudad de México
0
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Fuente: Encuesta SABE de salud, bienestar y envejecimiento en América Latina y el Caribe 1999-2000.
Fuente: Encuesta SABE de salud, bienestar y envejecimiento en América Latina y el Caribe 1999-2000.
tercera edad que otras dolencias crónicas como la artritis. De hecho, muchos estudios
revelan, según lo mencionan Lima et al (2009), que la hipertensión arterial puede
presentar una progresión larga y asintomática, sin un mayor impacto en la calidad de
vida de los pacientes, pese a que afecta a un alto número de adultos mayores.
Los principales factores de riesgo vinculados a la hipertensión arterial son la obe-
sidad y el sobrepeso, seguidos por la ausencia de actividad física, el tabaquismo y la
dieta, lo cual incluye el consumo excesivo de sodio y alcohol y un bajo consumo de
potasio y vitamina D. El estrés y otras comorbilidades crónicas tales como el colesterol
alto, la diabetes y la insuficiencia renal, también contribuyen a elevar la presión arterial.
La obesidad es el factor de mayor riesgo para la hipertensión arterial pero también
para otras afecciones crónicas tales como la diabetes tipo 2. Los riesgos asociados con
la hipertensión son: mortalidad prematura por infarto, enfermedad coronaria y ciertos
tipos de cáncer. Andrade (2006), basándose en los datos arrojados por la encuesta
SABE, señaló que los niveles actuales de obesidad en ALC parecen ser bastante altos,
especialmente en las mujeres. Los niveles actuales de obesidad entre los adultos mayores
exigen un cambio de estilo de vida y alimentación, así como un aumento de actividad
física, pero en muchos casos es necesario recurrir a ayuda profesional para reducir el
peso corporal. Algunos estudios desarrollados con base en otras encuestas (Lima et
al 2009) demostraron que la hipertensión arterial tenía una mayor prevalencia entre
la población pobre y menos instruida. Este hecho modifica la percepción tradicional
que establece una relación directa entre la pobreza y las enfermedades transmisibles
en ALC. Demuestra, además, cuán importante es incidir en las afecciones crónicas
como una forma de reducir la pobreza en la región.
La artritis es una inflamación de una o más articulaciones, tales como la rodilla, la
muñeca o la columna vertebral. Los dos tipos de artritis más comunes son la osteoar-
tritis y la artritis reumatoidea. El dolor y la rigidez en las articulaciones constituyen los
principales síntomas de esta enfermedad. La artritis reumatoidea es principalmente
una enfermedad que afecta a los huesos y las articulaciones, pero en ocasiones afecta
otras partes del organismo, incluyendo los ojos y los pulmones.
La artritis es clasificada como la segunda afección crónica o enfermedad más común
de alta prevalencia en las siete ciudades de ALC incluidas en la encuesta. El 47% de la
población de 60 años y más padece de artritis. Una prevalencia más alta se encontró
en La Habana (56%), mientras que en Ciudad de México se encontró una prevalencia
más baja (25%). El número de personas que padecen de artritis y que reportaron sentir
dolor en todos los países osciló entre 30,7% entre los adultos mayores mexicano-
norteamericanos y 83,7% en Santiago. La artritis tiene una mayor prevalencia entre
las mujeres mayores, y sus factores de riesgo están asociados a la historia familiar y el
tabaquismo. La artritis también causa otros problemas, entre los cuales se encuentran
las lesiones articulares que pueden debilitar e incluso desfigurar las zonas afectadas,
dificultando o imposibilitando la realización de actividades diarias.
Enfermedad coronaria (enfermedad cardiovascular, ECV) es un término amplio
que se utiliza para describir una variedad de enfermedades que afectan el corazón, y
en algunos casos los vasos sanguíneos. Las distintas enfermedades que recaen bajo
el paraguas de enfermedad coronaria incluyen enfermedades que afectan los vasos
sanguíneos, tales como enfermedad de las arterias coronarias; problemas con el ritmo
cardíaco (arritmia); así como defectos congénitos del corazón. La enfermedad coronaria
es prevalente en el 19% de los adultos mayores en las siete ciudades de ALC estudiadas.
Las tasas más altas de ECV se encontraron en Santiago (32%) y las tasas más bajas,
en Ciudad de México (10%). Los factores de riesgo asociados a ECV son iguales para
los hombres y las mujeres. Estos son: falta de actividad física, sobrepeso y obesidad,
una dieta deficiente y malos hábitos nutricionales, tabaquismo, presión arterial alta,
colesterol alto en la sangre y diabetes. Las consecuencias más comunes de la ECV son
el ataque al corazón y el infarto.
La población de América Latina presenta porcentajes notablemente más altos de
obesidad abdominal, colesterol alto en la sangre e hipertensión arterial, de acuerdo
con los resultados de un estudio publicado en la edición del 6 de marzo del 2007 de la
revista especializada de la American Heart Association, Circulation. El estudio analizó
los datos de los seis países latinoamericanos que participaron en el estudio internacio-
nal INTERHEART.9 En Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Guatemala y México, el
riesgo de obesidad abdominal ajustado a la población fue de 48,6%, comparado con
más jóvenes, en los cuales las tasas anuales de cáncer se distribuyen casi por igual entre
ambos sexos, la tasa de incidencia de cáncer entre los hombres mayores es el doble que
entre las mujeres mayores. En lo que se refiere a todos los órganos principales afecta-
dos por el cáncer salvo el cáncer testicular, la tasa de incidencia es significativamente
mayor entre los adultos mayores que entre cualquier grupo de personas jóvenes y
de mediana edad. Entre los hombres mayores, los tipos de cáncer más comunes son
el cáncer de próstata, pulmonar y al colon, y entre las mujeres mayores, el cáncer de
mama, de colon, pulmonar y estomacal.
De acuerdo a la encuesta SABE, el cáncer tiene una prevalencia de 4% en las siete
ciudades de ALC incluidas en la encuesta, variando desde un 2% en Ciudad de México
hasta un 6% en Montevideo. A pesar de que el cáncer en la tercera edad es extrema-
damente común, son pocos los oncólogos que están familiarizados con la atención de
algunos tipos de cáncer en pacientes mayores. La cirugía constituye actualmente la
primera opción pero con frecuencia es ejecutada a un nivel por debajo de lo óptimo,
con un enorme rango de protocolos pobremente validados. En algunos casos se justifica
un tratamiento menos intenso debido a la preocupación por una toxicidad insostenible,
mientras que un tratamiento excesivo se explica por la falta de conocimiento acerca
de la optimización de la evaluación del riesgo preoperatorio.
90
80
Porcentaje de la población
70
60
50
40
30
20
10
0
60–64 65–69 70–74 75–79 80–84 85–89 90+
Grupo de edad
Hombres con enfermedad Mujeres con enfermedad
Hombres con discapacidad Mujeres con discapacidad
Fuente: Encuesta SABE de salud, bienestar y envejecimiento en América Latina y el Caribe 1999-2000.
un 16% para el grupo de edad entre 60 y 64 años a un 47% para el grupo de edad de
90 años y más en el caso de los hombres, y de 24% a 57% en el caso de las mujeres en
los mismos grupos de edad, respectivamente.
El nivel de participación en la comunidad11 de los adultos mayores en ALC es
relativamente elevado, de acuerdo a la encuesta SABE. Menos del 9% de las mujeres
y 5% de los hombres mantuvieron contacto con su comunidad al menos una vez por
semana (el nivel más bajo de participación). El 74% de las mujeres y el 77% de los
hombres participaron activamente en sus comunidades (los dos niveles de partici-
pación más altos consistieron en actividades de apoyo activo y empleo voluntario o
remunerado). En todas las ciudades, aproximadamente entre un tercio y la mitad de
todos los hombres mantuvieron el nivel más alto de participación activa (en forma
de un empleo remunerado o voluntario). En contraste, entre un quinto y un tercio de
las mujeres en todas las ciudades tuvieron este nivel de participación, con excepción
Fuente: Encuesta SABE de salud, bienestar y envejecimiento en América Latina y el Caribe, 1999-2000.
de La Habana, donde menos del 10% de las mujeres ejercían un trabajo remunerado
o una actividad de voluntariado.
La participación en la comunidad disminuye drásticamente en la tercera edad.
En comparación con el grupo de edad de 60 a 64 años, los grupos de edades más
avanzadas tenían menos probabilidades de reportar altos niveles de participación en
la comunidad. También se encontró una diferencia entre los géneros estadísticamente
significativa. La presencia de una enfermedad y comorbilidad limita aún más el nivel
de participación en la comunidad en mayor grado en los hombres que en las mujeres.
Dado que la mortalidad afecta en mayor grado a los hombres que a las mujeres
en todos los grupos de edad, existe una tendencia al incremento del porcentaje de
mujeres dentro de la población a lo largo del proceso de envejecimiento.12 El hecho
de que las mujeres tienden a vivir más que los hombres y que las mujeres están suje-
tas a desventajas en el mercado laboral, tales como la informalidad, remuneraciones
más bajas y la ausencia de mecanismos de protección laboral, significa que un mayor
número de mujeres que hombres estarán solas, y enfrentarán limitaciones para acce-
der a pensiones y a una cobertura de salud que puedan solventar. Por otro lado, las
fuertes barreras en términos de ingresos limitan el acceso a atención a largo plazo y
a otros sistemas costosos de cobertura de salud para los adultos mayores que viven
por su cuenta en ALC.
1.000 60
40
500
20
0 0
30 29
45 44
60 59
70 69
80 9
9
15 14
14
+
+
4
4
o
–7
–4
–5
1–
0–
60
añ
–
–
–
–
5–
5–
15
45
<1
c. Costa Rica: AVAD por accidentes d. Perú: AVAD por sexo, 2004
de tránsito y el alcoholismo, 2004
25 400
AVAD por cada 1.000 habitantes
350
20
300
15 250
200
10 150
100
5
50
0 0
+
20 4
30 24
40 4
50 44
60 4
70 64
4
10 4
59
14
4
–1
–3
–5
–7
60
0–
–4
0–
–
–
5–
15
45
Lesiones de tráfico
Fuentes: Brasil: FIOCRUZ; Chile y Perú: Ministerios de Salud; Costa Rica: encuesta de SANIGEST.
Chile (2008) y el Perú (2004), utilizando también datos per capita y por cada 1.000
habitantes, respectivamente, muestran la distribución de los AVAD por edad y género.
Aunque presentan las mismas tendencias en la distribución de los AVAD por edad,
configuradas en una curva J, los estudios no parecen ser comparables y es necesario
realizar cierto esfuerzo metodológico para explicar las diferencias en la cantidad de
AVAD encontradas.
El estudio de Costa Rica destacó las CdE específicas (AVAD per capita para algunos
factores de riesgo relacionados, tales como lesiones por accidentes de tránsito y alco-
holismo por edad), demostrando cómo dichos factores de riesgo afectan de manera
desproporcionada a las poblaciones jóvenes y maduras, pero no a los adultos mayores.
Los estudios nacionales sobre la CdE también presentaron un análisis detallado de
los perfiles epidemiológicos a nivel subregional, suministrando información adicional
sobre los distintos estados de salud de los adultos mayores utilizando patrones diferentes
y explorando las diferencias urbano-rurales, geográficas y sociales.
A pesar de las altas posibilidades de utilizar los estudios sobre la CdE para evaluar
los efectos en la salud y los determinantes del proceso de envejecimiento en Améri-
ca Latina, los estudios siguen siendo limitados, y no se ha realizado una evaluación
sistemática para comparar los mismos. En consecuencia, la metodología y el trata-
miento de los datos presentan algunos problemas de comparabilidad, y los conceptos,
metodologías, fuentes de información y resultados deben ser compatibilizados para
permitir una mejor utilización de la información con el fin de establecer las tendencias
y determinar los patrones.
La OMS ha realizado esfuerzos para hacer esto, y hace poco el Instituto para la
Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington State hizo lo pro-
pio, auspiciado por la Fundación Gates, la cual está actualizando las encuestas sobre
la carga global de la enfermedad (GBD, según sus siglas en inglés) e incrementando
el volumen de datos, especialmente para el caso de los países en desarrollo. Dichos
estudios, sustentados en datos del 2005, incluirán una revisión exhaustiva y consistente
de los pesos de la discapacidad.
En vista de que la reducción de los AVAD per capita entre los niños/as y adolescentes
menores de 15 años será desproporcionadamente mayor que entre el grupo de 60 años
y más, las necesidades de salud se concentrarán gradualmente con mayor intensidad
en la población de la tercera edad. El gráfico 4.13 presenta el efecto progresivo del
envejecimiento en los AVAD per capita entre el 2004 y el 2030.
Los efectos del envejecimiento en la CdE aumentarán desproporcionadamente la
CdE para las mujeres, dado que los AVAD en las mujeres de 60 años y más podrían
representar un tercio de las pérdidas totales por AVAD de aquí al 2030. Como resul-
tado del proceso de envejecimiento, la curva de los AVAD per capita total se aplanará
Gráfico 4.13 Peso individual de la carga de la enfermedad por edad: AVAD per capita
en la región ALC, 2004-30
a. Hombres
400
AVAD por cada 1.000 habitantes
350
300
250
200
150
100
50
0
0–4 5–14 15–29 30–44 45–59 60–69 70–79 80+
Grupo de edad
b. Mujeres
350
AVAD por cada 1.000 habitantes
300
250
200
150
100
50
0
0–4 5–14 15–29 30–44 45–59 60–69 70–79 80+
Grupo de edad
Gráfico 4.14 Prevalencia de enfermedades crónicas en Santiago, Chile, del quintil más pobre
al quintil más rico, ratio, 1999-2001
2,5
ratio, del quintil de ingresos
más pobre al más rico
2,0
1,5
1,0
0,5
0,0
r
s
s
es
s
as
o
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ca
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ism
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En
f.
st
ge
f.
ca
En
ga
En
f.
f.
En
f.
En
En
matura que el quintil más rico, debido a enfermedades crónicas como, por ejemplo,
enfermedades endocrinas (82% mayor), trastornos mentales (96% mayor), trastornos
cardiovasculares (25% mayor), trastornos génito–urinarios (61% mayor), enferme-
dades respiratorias (54% mayor), enfermedades gastrointestinales (114% mayor) y
traumatismo (119% mayor). El gráfico 4.15 muestra que las pérdidas por AVAD son
mayores en los quintiles de ingresos más pobres tanto en el caso de los hombres como
en el de las mujeres.
Este estudio revela asimismo que entre las dos encuestas la mortalidad prematura
debido a dolencias crónicas se incrementó más rápidamente en el quintil más pobre
que en el quintil más rico. La reducción en el suministro de servicios de atención de
salud de buena calidad a la población de adultos mayores pobres durante la década
de 1990, entre otros factores, podría explicar la creciente brecha entre ricos y pobres
en términos de mortalidad a causa de dolencias crónicas. Dicho de otro modo, la
mortalidad prematura debido a enfermedades crónicas en el quintil de ingresos más
pobre, en comparación con el quintil más rico, estuvo asociada a la falta de acceso de
los adultos mayores pobres a intervenciones y tratamientos de salud de mediana y alta
tecnología. Esto podría explicar por qué, en el año 2000, el gobierno de Chile puso en
marcha un Plan de Atención Universal de Salud (AUGE), con garantías explícitas de
acceso a atención de salud para el adulto mayor pobre. Se decidió que incrementar el
acceso universal gratuito a 56 intervenciones médicas específicamente relacionadas
Gráfico 4.15 Pérdidas por AVAD por cada 1.000 habitantes en Santiago, Chile, por género
y quintil de ingresos, 1999-2001
120
Pérdidas por cada 1.000 habitantes
100
80
60
40
20
0
Q1 Q2 Q3 Q4 Q5
Quintiles
Hombres Mujeres
con las dolencias crónicas de ocurrencia más frecuente, era la opción más rápida para
reducir la brecha en la cobertura de enfermedades crónicas y mejorar la calidad de
vida del adulto mayor pobre.
Finalmente, la mayoría de las disparidades entre los países desarrollados y en desa-
rrollo en lo que se refiere a las tasas de mortalidad prematura debido a enfermedades
crónicas, se deben a un pobre control de los factores de riesgo, la calidad deficiente de
la atención de salud y la escasez de intervenciones médicas cruciales. En este contexto,
cualquier política de reducción de la pobreza o de las desigualdades en los países de
ALC debe considerar las intervenciones tempranas de promoción, prevención, control y
tratamiento de enfermedades crónicas como aspectos cruciales para mejorar la calidad
de vida y elevar la esperanza de vida de los pobres en el contexto del envejecimiento
a nivel regional.
Gráfico 4.16 Cómo las necesidades de salud se convierten en utilización de servicios de salud
Ausencia de
demanda
Necesidades
de salud Utilización
Demanda
No utilización
Fuente: Autor.
entre los varones (quintil más rico en Bolivia) a 71% en varones (quintil más pobre en
Paraguay); entre los jóvenes/adultos, de 3% entre los hombres (quintil más pobre en
Jamaica) a 51% entre las mujeres (quintil más pobre en Ecuador); y entre los adultos
mayores, de 19% entre los hombres (quintil más pobre en Colombia y quintil más rico
en Brasil) a 68% entre las mujeres (quintil más pobre en Ecuador).
El gráfico 4.17 muestra las necesidades de salud percibidas de acuerdo con la edad,
género y quintil de ingresos. Como puede observarse, las necesidades de salud percibi-
das aumentan desde la adultez hasta la tercera edad en los 12 países, en ambos géneros
y en los quintiles más pobres y más ricos, salvo en el caso de los hombres en el Perú.
El gráfico 4.18 revela que las necesidades de salud percibidas son más altas en el caso de
los jóvenes/adultos y los adultos mayores en los quintiles más pobres, frente a los quintiles
más ricos, pero no entre los niños y niñas, donde en muchos casos las necesidades de
Gráfico 4.17 Población con necesidades de salud percibidas en ALC como un porcentaje
de la población total por conglomerados de edad, género y quintiles
de ingresos, 1997–99
80 80
70 70
60 60
50 50
40 40
30 30
20 20
10 10
0 0
Niños Jóvenes/ Adultos Niños Jóvenes/ Adultos
y niñas adultos mayores y niñas adultos mayores
Conglomerado de edad Conglomerado de edad
Porcentaje de la población total
Gráfico 4.18 Personas que declararon tener problemas de salud, como un porcentaje
de la población total por conglomerados de edad, género y quintiles
de ingresos, promedio de 12 países de ALC, 1997–99
a. Quintil más pobre, por género b. Quintil más rico, por género
45 35
Porcentaje de la población total
0 0
s
s
ay s
ay s
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y os
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ña
ña
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or
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Ni
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Ad
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ve
Jó
Hombre Mujer
35 40
30 35
30
25
25
20
20
15
15
10 10
5 5
0 0
s
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y os
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ña
m ulto
m ulto
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to
or
or
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ñ
ul
ul
ni
ni
n
n
Ni
Ni
Ad
Ad
ve
ve
Jó
Jó
salud percibidas entre los niños y niñas en los quintiles más ricos son mayores que en los
quintiles más pobres, probablemente debido a que las madres más pobres disponen de
menos información con base en la cual diagnosticar los problemas de salud de sus hijos
e hijas que las madres más ricas. Las familias pobres necesitan asistencia de los servicios
de salud, por ejemplo, agentes de salud o visitadores a domicilio, médicos de cabecera
y otros profesionales, para poder ampliar su información de salud y permitirles realizar
un mejor diagnóstico de los problemas de salud de sus hijos e hijas.
Los datos estadísticos también muestran que las mujeres mayores tienen una ma-
yor percepción de problemas de salud que los hombres mayores tanto en el quintil de
ingresos más pobre como en el más rico, y esto también se refleja en la utilización de
los servicios de salud.
Cuadro 4.5 Porcentaje de la población que recibió atención de salud entre aquellos que
reportaron tener necesidades de salud percibidas, quintil más pobre, 1997–99
Cuadro 4.6 Porcentaje de personas que recibieron atención de salud entre aquellos que
reportaron tener un problema de salud o un accidente, quintil más rico, 1997-99
Gráfico 4.19 Personas atendidas por servicios de salud como un porcentaje de la población
que declaró tener problemas de salud, por conglomerados de edad, género
y quintiles de ingresos, promedio de 12 países de ALC, 1997–99
a. Quintil más pobre, por género b. Quintil más rico, por género
80
70 90
Porcentaje de la población
Porcentaje de la población
80
60
70
50 60
40 50
30 40
30
20
20
10 10
0 0
Niños/ Jóvenes/ Adultos Niños/ Jóvenes/ Adultos
niñas adultos mayores niñas adultos mayores
Conglomerado de edad Conglomerado de edad
Hombres Mujeres
Porcentaje de la población
80
70 70
60 60
50 50
40 40
30 Quintil 30
20 20
10 10
0 0
Niños/ Jóvenes/ Adultos Niños/ Jóvenes/ Adultos
niñas adultos mayores niñas adultos mayores
Conglomerado de edad Conglomerado de edad
14 A pesar de ello, existen muchas quejas en el sentido de que los planes privados de salud en
Brasil no proveen suficientes servicios de promoción de la salud y atención preventiva.
90
80
70
Porcentaje de la población
60
50
40
30
20
10
0
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4
+
4
9
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–1
–2
–2
–3
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–5
–5
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0–
5–
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10
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30
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50
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60
Grupo de edad
25
20
Porcentaje de la población
15
10
0
4
+
4
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–1
–1
–2
–2
–3
–3
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–6
–6
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5–
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10
15
20
25
30
35
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45
50
55
60
65
Grupo de edad
15 Los sistemas únicos de salud son aquellos en los cuales existe una sola estructura pública
que ofrece programas de salud a toda la población de una región o país, como en el caso
de los Servicios Nacionales de Salud en el Reino Unido y el SUS en Brasil.
utilización de servicios de salud. Por ejemplo, aún considerando que en Brasil existe
una oferta universal y un acceso gratuito a atención de salud, sigue existiendo un cierto
grado de desigualdad. Un estudio (Mendoza-Sassi, Beria y Barros 2003) realizado en el
estado de Rio Grande do Sul, concluyó que los sectores más pobres y menos educados
siguen utilizando servicios de salud en menor grado. Dado que una mayor educación
puede mejorar el acceso y reducir las desigualdades en este sector desatendido, podría
ser que el problema radique en la falta de información sobre cómo acceder y afiliarse
al sistema universal de salud.
Además de los evidentes cambios estructurales que son necesarios para mejorar los
perfiles de educación, es necesario implementar otras políticas y estrategias puntuales
para mejorar la utilización de los servicios de salud en el sector desatendido, como por
ejemplo campañas de comunicación indicando cómo y cuándo acceder al sistema de
salud. Por lo demás, debe alentarse a la población a acudir a una fuente de atención
de salud regular (un doctor o un centro de salud, por ejemplo), especialmente entre
los sectores más pobres, como un medio para reducir las brechas en la utilización de
servicios de salud y mejorar la calidad de los sistemas de atención de salud.
Gráfico 4.22 Tendencias del gasto en atención de salud en los países de la OCDE
y países de ALC
16
14
Porcentaje del PIB
12
10
8
6
4
2
0
1960 1970 1980 1990 2000 2007
10
Porcentaje del PIB
0
1985 1990 1995 2000 2007
Fuente: OMS (Base de Datos de la Encuesta Mundial de Salud 2010); OPS (Indicadores de salud en las Américas 1999).
(a) el peso cada vez mayor de la carga de la enfermedad a lo largo del proceso de en-
vejecimiento, (b) los altos niveles de necesidades de salud percibidas entre los adultos
mayores, y (c) los elevados niveles de utilización de atención tanto ambulatoria como
hospitalaria entre los adultos mayores.
De hecho, el gasto en salud tiende a crecer debido a un conjunto de determinantes
internos del sector salud, tales como la inflación de los costos (los precios relacionados
con la salud aumentan por encima de los índices generales de precios), una competencia
imperfecta (barreras a la competencia, ineficiencias introducidas por los sistemas de
pagos a través de terceros, la asimetría de la información), así como la incorporación
de tecnología médica.
Adicionalmente, algunos determinantes externos, como por ejemplo el efecto de
los ingresos y el efecto del envejecimiento, hacen que el volumen de las prestaciones
de salud se incremente con mayor rapidez que el crecimiento económico. Con relación
al efecto de los ingresos, se ha demostrado que el gasto en salud es moderadamente
inelástico cuando se reducen los ingresos, pero tiende a aumentar cuando los ingresos
crecen.
En los países desarrollados, los gastos del gobierno en atención de salud han ido
creciendo con mucho mayor rapidez que el PIB. Kotlikoff y Hagist (2005) publicaron
un estudio comparando los costos de atención de salud en 10 países de la OCDE. De
acuerdo a este estudio, entre 1970 y el 2002 dichos gastos crecieron 2,3 veces más
rápidamente que el PIB en Estados Unidos, 2,0 veces más rápidamente que el PIB en
Alemania y 1,4 veces más rápidamente que el PIB en Japón. Pero el principal mensaje
de este estudio es que el envejecimiento por sí solo no es responsable del incremento
de los gastos de salud del gobierno. Para probar la veracidad de este argumento, el
estudio desglosa el crecimiento de los gastos en atención de salud de cada país durante
1970–2002 en crecimiento de los niveles de beneficios y cambios demográficos.
La principal conclusión es que el crecimiento de los niveles de beneficios de salud
ha sido notablemente alto y representa el 89% del crecimiento del gasto total de aten-
ción de salud en los 10 países. Sin embargo, la nueva distribución de los beneficios ha
beneficiado desproporcionadamente al sector de adultos mayores, debido al incremento
del porcentaje de personas cubiertas en cada grupo de edad y a la generación de nue-
vos beneficios. Beneficios recientes en Estados Unidos, tales como la cobertura de los
medicamentos con receta médica de Medicare D, diseñados para que las medicinas
que se venden bajo receta médica estén más al alcance de los americanos jubilados,
son ejemplos de los beneficios que han sido incorporados recientemente. El gráfico
4.23 muestra los niveles de beneficios de atención de salud por edades en los 10 países
de la OCDE incluidos en el estudio. El gráfico utiliza una constante para el gasto en
salud por edades específicas a través del tiempo y uniformiza los perfiles de edad de
los gastos promedio, dividiéndolos entre los gastos promedio del grupo de edad de
50 a 64 años.
Gráfico 4.23 Perfil de edad de los beneficios de atención de salud en los países de la OCDE,
2000-05
12
10
8
Porcentaje del PIB
0
9
9
14
+
–1
–4
–6
–6
–7
–7
80
0–
15
20
50
65
70
75
Grupo de edad
porcentaje del PIB. La mayoría de los estudios revelaron que el crecimiento de facto-
res no demográficos parece más importante, especialmente, tal como lo demuestran
Kotlikoff y Hagist (2005), la inclusión de nuevos y costosos beneficios tales como la
atención a largo plazo y los altos costos de la tecnología en la atención de salud, es-
pecialmente durante los últimos años de vida. El gráfico 4.24 muestra estimados de
gastos de atención de salud como un porcentaje del PIB per capita por edad en seis
países de la OCDE. Como se puede apreciar, el porcentaje de gastos de salud repecto
del PIB per capita crece paralalelamente al proceso de envejecimiento, y los gastos en
salud a edades avanzadas representan cuatro o cinco veces más que los gastos en salud
asociados a la adolescencia.
CELADE/CEPAL (Miller, Mason y Holz 2009) han realizado estudios similares
en América Latina utilizando la metodología CNT, los cuales separan el efecto del
envejecimiento del efecto de la generosidad de los beneficios, variable que mide la
generosidad relativa de los beneficios comparando los beneficios de salud con relación
al PIB por persona en edad de trabajar. Este estudio también formuló proyecciones del
gasto en salud a futuro por países con el fin de estimar los impactos fiscales a futuro
de la atención de salud en la región.
Gráfico 4.24 Perfil de edad de los gastos de salud en seis países de la OCDE, 2005
45
Gastos per cápita como un porcentaje del PIB
40
35
30
25
20
15
10
0
15 4
20 9
55 4
60 9
65 4
70 9
4
80 9
4
25 4
30 9
4
40 9
4
50 9
+
4
9
–1
–1
–5
–5
–6
–6
–7
–7
–8
–2
–2
–3
–3
–4
–4
0–
5–
85
10
75
35
45
Grupos de edad
Gráfico 4.25 Gastos en atención de salud per capita por edad como un porcentaje del PIB
por trabajador/a en una selección de países de ALC, 2005
25
Gastos per cápita como un porcentaje del PIB
20
por trabajador/a
15
10
0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90
Edad
Gráfico 4.26 Costos hospitalarios de salud en Brasil y Uruguay por edad y género
a. Brasil
780
730
680
630
Costos (reales)
580
530
480
430
380
330
280 4
4
4
9
14
+
4
<1
–3
–4
–5
–2
–5
–6
–6
–7
–7
1–
80
5–
25
35
45
15
55
60
65
70
75
Grupos de edad
Hombres Mujeres
b. Uruguay
3,500
3,000
Costos (pesos)
2,500
2,000
1,500
1,000
500
0
14 4 4 9 4 9 +
0– –4 –6 –6 –7 –7 80
15 45 65 70 75
Grupos de edad
parte sustancial del gasto en salud de una persona. Un estudio realizado por la UFMG/
CEDEPLAR en Brasil (Berenstein, Nascimento y Machado 2008) muestra cómo los
gastos de hospitalización asociados con intervenciones a pacientes que resultan en la
muerte del paciente son mucho más elevados que las intervenciones a pacientes que
sobreviven luego de la hospitalización (gráfico 4.28).
a. Tasas de hospitalización
0,35
0,30
0,25
0,20
Tasas
0,15
0,10
0,05
0,00
15 4
20 9
25 4
30 9
35 4
40 9
45 4
50 9
55 4
60 9
65 4
70 9
75 4
9
+
4
10 9
<1
–1
–1
–2
–2
–3
–3
–4
–4
–5
–5
–6
–6
–7
–7
1–
5–
80
Grupos de edad
1,000
Costos (reales)
800
600
400
200
0
15 4
20 9
25 4
30 9
35 4
40 9
45 4
50 9
4
60 9
4
70 9
75 4
9
+
4
10 9
<1
–1
–1
–2
–2
–3
–3
–4
–4
–5
–5
–6
–6
–7
–7
1–
5–
80
55
65
Grupos de edad
Belén Curitiba
Gráfico 4.28 Costos hospitalarios per capita de acuerdo a la situación de vida (fallecido
o sobreviviente) por edad y género, Estado de Minas Gerais, Brasil, 2005
4.500
4.000
Gastos médicos por paciente
3.500
3.000
2.500
2.000
1.500
1.000
500
0
5
15 4
20 9
25 4
30 9
35 4
40 9
45 4
50 9
55 4
60 9
65 4
70 9
75 4
80 9
85 4
90 9
95 4
10 99
4
9
<1
10
–1
–1
–2
–2
–3
–3
–4
–4
–5
–5
–6
–6
–7
–7
–8
–8
–9
1–
5–
–
0–
10
Grupos de edad
ciones culminan en la muerte del paciente están asociados a condiciones tales como
lesiones y traumatismos, que implican costos más elevados que aquellos vinculados
a los adultos mayores, los cuales están asociados mayormente a afecciones crónicas.
Conclusiones
De la información presentada en este capítulo, podemos extraer las siguientes conclu-
siones. En primer lugar, es necesario mejorar la calidad de la información estadística
sobre el estado de salud y la utilización de servicios de salud en el caso de los adultos
mayores en ALC. La mayoría de los países de ALC no llevan a cabo estudios sobre la
carga de la enfermedad, y es preciso mejorar los datos epidemiológicos. En segundo
lugar, pocos países han creado paquetes de beneficios que permitan a los adultos
mayores acceder a mejores servicios de promoción, prevención y tratamiento de la
salud. Iniciativas como el Plan AUGE en Chile han mejorado el acceso del adulto
mayor a intervenciones de alto costo, pero sigue siendo necesario promulgar políticas
para mejorar la promoción y prevención de enfermedades y factores de riesgo. Hay
también una ausencia de pólizas de seguros, inclusive dentro del sector privado, que
podrían proteger a los adultos mayores de gastar excesivamente en tratamientos que
culminan en la muerte del paciente, exámenes y medicinas asociadas al proceso de
envejecimiento.
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Carol Graham
Las normas de salud varían sustancialmente entre países y cohortes, y las variaciones
a menudo tienen poco que ver con el estado de salud objetivo. Sin embargo, dichas
normas influyen en la demanda de atención de salud entre los distintos países y
cohortes, y pueden ayudar a explicar por qué la demanda es baja en muchos contex-
tos en los cuales el estado de salud objetivo es muy precario. La satisfacción con la
atención de salud a la que tienen acceso los encuestados/as en la región de América
Latina y el Caribe (ALC), por ejemplo, es notablemente alta si tomamos en cuenta
el estado de salud objetivo, y es la misma en Guatemala que en Chile, a pesar de que
los indicadores de salud objetivos son marcadamente peores en el primer país que
en el segundo1 (gráfico 5.1). La satisfacción con la salud es más alta entre los adultos
mayores y más baja entre los adultos de mediana edad en la región; este es un patrón
similar al de la felicidad en relación con la edad.
El presente capítulo contiene una revisión de la literatura sobre el tema, incluyendo
los resultados de una investigación realizada por la autora junto con varios colegas sobre
la salud y la felicidad, y en particular sobre el rol de las diferentes normas de salud,
para explicar la variación en cuanto a la satisfacción con la salud entre las distintas
cohortes, países y estados de salud. Esta literatura se basa en metodologías novedosas
tomadas de la economía de la felicidad. Esta metodología es utilizada para asignar pesos
relativos al valor que las personas otorgan a diferentes estados de salud y para evaluar
cómo varían dichos pesos entre las distintas cohortes. Los resultados para América
Latina y el Caribe se basaron en un conjunto de datos novedosos establecidos para la
región, que combinan las preguntas convencionales de la encuesta mundial Gallup
4
Puntuación
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Re
del 2007 –las mismas que incluyen el nivel de satisfacción con la vida y la sa-
lud– con respuestas a la escala de calidad de vida basada en cinco dimensiones
conocida como índice EQ-5D, una medición de la salud física y mental que ha sido
empleada para asignar un valor a diferentes estados de salud en Estados Unidos y
Europa. Esta información está disponible en relación con aproximadamente 18,000
encuestados/as de 18 países de América Latina y el Caribe.
Existe una variación significativa en el nivel de satisfacción con la salud entre los
distintos países, la cual es más importante que la variación entre las distintas cohortes.
También existe una variación significativa en los efectos de diversos estados de salud
sobre la satisfacción con la vida y la salud, en que algunos estados de salud tienen un
impacto marcadamente mayor que otros. La modesta variación existente entre diferen-
tes cohortes depende de la capacidad de cada cohorte para adaptarse a dichos estados
de salud. Las normas de salud – por ejemplo, el nivel y la calidad de salud a los que las
La economía de la felicidad
En los últimos años se ha escrito mucho sobre la economía de la felicidad. Mientras
que la felicidad ha sido un tema de interés para los filósofos y psicólogos durante dé-
cadas, para los economistas representa un tema novedoso. Los antiguos economistas
y filósofos, desde Aristóteles, pasando por Bentham, hasta Mill y Smith, incorpora-
ron la búsqueda de la felicidad en su obra. Y sin embargo, a medida que las ciencias
económicas se tornaron más rigurosas y cuantitativas, empezaron a ganar espacio
las definiciones más frugales de bienestar. Se consideró que la utilización de servi-
cios de salud dependía únicamente de los ingresos, mediatizados por las decisiones
o preferencias personales, dentro de las restricciones presupuestarias racionales de
cada persona (preferencias reveladas). La mayoría de los economistas se alejaron de
los datos de las encuestas (preferencias expresadas), guiados por el supuesto de que
lo que las personas declaran en las encuestas no tiene mayor consecuencia, mientras
que las decisiones relativas al consumo exponen decisiones concretas.
Esta focalización en las preferencias reveladas ha sido una poderosa herramienta
para responder a muchas preguntas y ha permitido el uso de un enfoque más frugal
y cuantitativo para el abordaje de la economía. Sin embargo, no es eficiente para
explicar ciertos tipos de preguntas, especialmente aquellas que se formulan en con-
textos donde las opciones son restringidas. Entre éstas se encuentran los efectos en el
bienestar de los mecanismos institucionales que las personas no tienen la capacidad
para cambiar; las decisiones que se toman con base en las percepciones de justicia u
otros principios; las situaciones en que las personas tienen limitaciones en cuanto a
su capacidad para tomar decisiones; y las conductas aparentemente irracionales que
tienen una explicación en las normas, adicciones y autocontrol. Las encuestas sobre
la felicidad nos ofrecen una métrica novedosa.
La encuestas sobre la felicidad se basan en cuestionarios en los cuales se pregunta
a las personas lo siguiente: “En términos generales, ¿qué tan feliz está usted con su
vida?” o “¿Qué tan satisfecho/a está usted con su vida?” Las respuestas se califican de
acuerdo a una escala de cuatro a siete puntos. Las respuestas a las preguntas sobre la
felicidad y la satisfacción con la propia vida están estrechamente interrelacionadas.2
2 El coeficiente de correlación entre las dos –basado en una investigación sobre estadísticas
de Gran Bretaña para 1975-92, que incluye ambas preguntas, y en los datos estadísticos
para América Latina correspondientes al período 2000-01, en los que se utilizaron frases
alternativas en diferentes años– oscila entre 0,56 y 0,50 (Graham y Pettinato 2002; Blanch-
flower y Oswald 2004).
Aún así, la pregunta sobre el tipo específico de felicidad que se utiliza tiene influencia
en los resultados. Por ejemplo, el nivel de ingresos de los encuestados/as parece tener un
mayor peso en sus respuestas a las preguntas sobre su nivel de satisfacción con su vida
que en sus respuestas a las preguntas que están diseñadas para medir el componente
de la felicidad que tiene que ver con el temperamento innato de la persona (afecto) y
que se mide por medio de preguntas tales como: “¿Cuántas veces sonrió usted ayer?”
Las preguntas relacionadas con la felicidad también son especialmente vulnerables
a los sesgos en el orden en que se formulan las mismas –es decir, al lugar en que se
colocan en una encuesta. Los sesgos en las respuestas a las encuestas sobre la felicidad
también pueden ocurrir como resultado de rasgos inobservados de la personalidad
del encuestado/a y errores asociados, que afectan la manera en que las mismas per-
sonas responden a un rango de preguntas. (Estas inquietudes pueden abordarse por
medio de técnicas econométricas si existen datos de encuestas de panel disponibles.)
Inquietudes similares relacionadas con las variables inobservables son comunes en
todas las disciplinas económicas y no se circunscriben al estudio de la felicidad. Por
ejemplo, una persona alegre por naturaleza puede responder a determinadas medidas
de política de manera distinta y/o poner un mayor empeño en el mercado laboral que
la persona promedio.
A pesar de los potenciales escollos, los cortes transversales de muestras de gran
tamaño entre países y a lo largo del tiempo arrojan patrones notablemente constantes
en lo que se refiere a los determinantes de la felicidad. Los psicólogos/as, entre tanto,
encuentran la justificación de la forma en que las personas responden a estas encuestas
en mediciones fisiológicas de la felicidad, tales como los movimientos en el lóbulo
frontal del cerebro y el número de sonrisas “auténticas” –conocidas como sonrisas
de Duchenne (Diener y Seligman 2004).
La información que arrojan las encuestas sobre la felicidad es analizada por me-
dio de técnicas econométricas convencionales, en que el término “error” incluye las
características inobservadas descritas anteriormente.3 Debido a que las respuestas
a las encuestas de felicidad se dan en números ordinales y no cardinales, la mejor
manera de analizarlas es mediante el uso de ecuaciones logísticas o probit ordenadas.
Estas ecuaciones se alejan de las ecuaciones de regresión convencionales (las cuales
exploran una relación continua entre las variables), y se orientan más bien a explorar
la probabilidad de que una persona se coloque a sí misma en una categoría en especial,
generalmente dentro de un rango que va desde infeliz hasta muy feliz. Estas regresiones
suelen arrojar R cuadrados más bajos que aquellos a los que los economistas están ha-
bituados, reflejando el grado en que las emociones y otros componentes del verdadero
bienestar están determinando los resultados, en contraposición a las variables que sí
podemos medir, tales como ingresos, educación y situación laboral.
Si bien es imposible medir los efectos exactos que tienen las variables indepen-
dientes en el verdadero bienestar, los investigadores de la felicidad han utilizado los
coeficientes en estas variables como base para asignarles pesos relativos.4 Pueden
estimar qué cantidad de ingresos necesitaría una persona promedio en Estados
Unidos o el Reino Unido para producir el mismo cambio en la felicidad declarada
que se deriva de la pérdida de bienestar que tiene lugar como consecuencia de, por
ejemplo, un divorcio (US$100.000) o la pérdida de empleo (US$60.000) (Blanch-
flower y Oswald 2004).
En su estudio original sobre la felicidad, Richard Easterlin reveló una paradoja que
suscitó interés en el tema pero que aún no ha sido resuelta.5 Mientras que la mayoría
de los estudios sobre la felicidad revelan que al interior de los países las personas más
pudientes son en promedio más felices que las personas pobres, estudios realizados
en distintos países y a lo largo del tiempo han encontrado muy poca relación, si es
que la hay, entre el incremento de los ingresos per capita y los niveles de felicidad
promedio. En promedio, los países más ricos (tomados en conjunto) son más felices
que los países pobres (tomados en conjunto); la felicidad parece aumentar a medida
que se incrementan los ingresos hasta cierto punto, pero no más allá. Sin embargo,
incluso entre los menos felices, los países más pobres, no existe una relación clara
entre los ingresos promedio y los niveles promedio de felicidad, lo cual sugiere que
muchos otros factores –incluyendo las características culturales– entran a tallar
(gráfico 5.2).
Más recientemente, ha resurgido un debate en el sentido de si existe o no una
paradoja Easterlin. ¿Por qué la discrepancia? Por diversas razones, muchas de ellas
metodológicas, cada una de las conclusiones divergentes puede ser correcta. La relación
4 Los coeficientes generados de las regresiones probit o logísticas ordenadas son notablemente
similares a aquellos generados por las regresiones con cuadrados mínimos ordinarios (OML,
según sus siglas en inglés) basadas en las mismas ecuaciones, lo cual permite sustituir las
ecuaciones OLS por ecuaciones logit o probit ordenadas y luego adjudicar pesos relativos
a ellas. Para una amplia y excelente discusión de la metodología utilizada para los estudios
sobre la felicidad y cómo está evolucionando, ver Van Praag y Ferrer-i-Carbonell (2004).
5 Varios estudiosos/as, como Angus Deaton, así como Betsey Stevenson y Justin Wolfers, han
publicado documentos que demuestran que existe una clara relación entre los ingresos per
capita y los niveles de felicidad promedio, no habiendo ninguna señal de que la correlación
se debilite, ya sea a medida que los niveles de ingreso aumentan o con el tiempo. Esto es
con una especificación log-lineal (Deaton 2008; Stevenson y Wolfers 2008).
35
30
25
20
15
10
0
l
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za
riq ana
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To
ue
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M
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ja
Ba
Al
40 b. Por edad
Porcentaje de personas encuestadas
35
30
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15
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de y 3
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66
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40 c. Por género
Porcentaje de personas encuestadas
35
30
25
20
15
10
0
Total Hombres Mujeres
Fuente: Estimados de la autora con base en datos del Latinobarómetro para el 2007.
6 Entre éstos se encuentran la pregunta específica sobre la felicidad que se utiliza, la espe-
cificación sobre la variable de ingreso (log o lineal) y la muestra de países / período de
tiempo que se utiliza. Ver detalles sobre este debate en Graham, Chattopadhyay y Picon
(de próxima aparición).
7 La literatura sobre la economía de la conducta, entre tanto, demuestra que las personas
adjudican un mayor valor a las pérdidas que a las ganancias. Easterlin sostiene que las
personas se adaptan mejor en los ámbitos financiero o de ingresos que en los ámbitos no
relacionados con los ingresos, mientras que los acontecimientos que alteran la vida de las
personas, tales como la pérdida de familiares, tienen efectos perdurables sobre la felicidad
(Kahneman, Diener y Schwarz 1999).
Gráfico 5.3 Felicidad y satisfacción con la salud por edad en América Latina
15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 85 90 95 100
Edad
Fuente: Graham y Pettinato (2002) en cuanto a los datos sobre la satisfacción con la vida, y estimados de la autora basados
en información del Latinobarómetro 2007 en cuanto a la satisfacción con el acceso a la salud.
Nota: Edad de satisfacción mínima con la vida: 45,83 años. Edad de satisfacción mínima con el acceso a la salud: 41,69 años.
cohortes que las conforman– parecen cumplir un papel como determinantes de las
conductas de salud y de la satisfacción con la salud. La propia investigación de la au-
tora junto con varios colegas ciertamente sugiere que éste es el caso, al igual que otros
estudios (ver Graham 2008; Deaton 2008; Graham y Lora 2009). Esta diferencia en las
normas de salud contribuye a explicar las diferencias entre países y entre cohortes en
cuanto a los niveles de demanda de servicios de salud, entre otras cosas. Un ejemplo
de ello es la variación en los índices de obesidad –y las diferencias de sus efectos en la
felicidad– entre las distintas cohortes socioeconómicas y raciales en Estados Unidos.
Andrew Felton, junto con la autora, evaluaron los costos en términos de bienestar
asociados con la obesidad en Estados Unidos y Rusia, con base en la información
estadística de la Encuesta Longitudinal Nacional de Juventud de Estados Unidos y la
Encuesta de Monitoreo Longitudinal de Rusia. Encontraron que las personas obesas
son en promedio menos felices que las personas no obesas. Sin embargo, estos costos
en términos de bienestar se encuentran mediatizados por las normas sociales. La
infelicidad asociada con la obesidad en Estados Unidos es mucho mayor entre las
cohortes socioeconómicas y profesionales en las cuales la obesidad no es la norma,
por ejemplo entre los sectores profesionales, y es mucho menor entre las poblaciones
negras e hispanas pobres, entre las cuales las tasas de obesidad suelen ser más altas
(Graham 2008). Estos costos de la infelicidad son adicionales a las consecuencias
objetivas para la salud asociadas con la obesidad y con niveles más bajos de felicidad.
Los niveles más altos de estigmatización pueden hacer que las personas tomen mayor
conciencia de las consecuencias que su condición puede tener para su estado de salud.
En Rusia, por el contrario, donde las tasas de obesidad son más altas entre los
hombres de posición económica holgada, el estudio encontró que esta condición está
asociada a niveles de felicidad más altos. La relación solo se torna negativa en los niveles
de obesidad extrema (índice de masa corporal >33), en los cuales las consecuencias
para la salud son más difíciles de ignorar. En los niveles más bajos, existe muy poca
conciencia sobre las consecuencias para la salud.
El gráfico 5.4 muestra cómo el impacto de la obesidad sobre la depresión varía entre
los diversos grupos demográficos en Estados Unidos. El impacto de base de la obesidad
en la felicidad es de 0,57; esto es, las personas blancas obesas cuyo ingreso se ubica
en el quintil medio y que viven en la costa Este (la región por defecto/excluida en el
gráfico 5.2) en una zona no urbana y no se han graduado de secundaria, constituyen
desviaciones estándar 0,57 más altas en la escala de depresión que las de sus contrapartes
no obesas. Por el contrario, las personas obesas que presentan las mismas caracterís-
ticas demográficas pero que se ubican en el cuarto quintil de ingresos, representan
desviaciones estándar más deprimidas en un 0,33 (0,57–0,24) que sus contrapartes
no obesas. Los costos de la obesidad en términos de bienestar son mayores entre las
personas blancas de bajos ingresos que viven en la costa Este, residen en una ciudad y
no han culminado la secundaria. Nosotros postulamos que la obesidad funciona como
0,1 0,06
0,0
–0,05
–0,1
–0,12
–0,14
–0,2
–0,22
–0,24 –0,25
–0,3
–0,30
–0,4
–0,39
–0,5
Hispanos
Negros
Quintil de
ingresos 1
Quintil de
ingresos 2
Quintil de
ingresos 3
Quintil de
ingresos 4
Norte
Centro
Sur
Oeste
Viven en
ciudad
Egresados
de secundaria
2 4 5
un tipo de indicador físico que las distingue de las personas blancas más pudientes,
más educadas y de un nivel social más alto. La misma norma no parece regir para las
personas negras e hispanas obesas entre las cohortes de menores ingresos.
Los costos de la obesidad en términos de bienestar son aún más altos para las per-
sonas que se desvían de la norma correspondiente a su cohorte de rango/nivel social.
Dado que la prevalencia de obesidad es mucho menor en ocupaciones de nivel alto,
es probable que dicha condición conlleve un mayor estigma en dichas ocupaciones.
Otros estudios revelan que la discriminación percibida asociada con la obesidad se
incrementa con el nivel profesional. Las normas relativas al aspecto físico parecen ser
más fuertes en función de la ocupación y del nivel social que en función del grupo de
ingresos y del grupo racial.
La obesidad también acarrea dificultades en el mercado laboral. Encontramos que
las personas obesas tienen 29% menos probabilidades que las personas no obesas de
escalar a un quintil de ingresos más alto en cualquier año dado; cualquiera sea su nivel
de educación, género, raza y otros factores demográficos, las personas obesas siguen
teniendo 12% menos probabilidades de experimentar una movilidad ascendente. No
sabemos si esto se debe a las menores expectativas y al menor empeño de la persona
o a una mayor discriminación en el trabajo. Sí sabemos que pertenecer a las normas
de mayor peso está condenando a un porcentaje significativo de la sociedad a resul-
tados inferiores tanto en términos profesionales como de salud, así como a niveles
más bajos de felicidad.
anterior entre la edad y la felicidad, aunque el punto más bajo en el primer caso se
produce un poco antes –a los 43 años de edad (gráfico 5.3).
Cuando la muestra es desglosada en cohortes de alta, mediana y baja riqueza, se
encuentran diferencias modestas en la satisfacción con la atención de salud a la que
tienen acceso las personas, siendo la satisfacción de los ricos ligeramente superior que
la de los demás grupos. Un 58% del grupo de alta riqueza manifiesta estar satisfecho
o muy satisfecho con el acceso a atención de salud, mientras que esto mismo es ma-
nifestado por un 51% del grupo de riqueza media, y por un 46% del grupo de riqueza
baja. El análisis por cohorte de edad revela una notable ausencia de diferencias en el
nivel de satisfacción entre las distintas edades, con un modesto incremento del grado
de satisfacción entre las cohortes de mayor edad. Finalmente, tanto hombres como
mujeres manifiestan estar igualmente satisfechos con su salud.11 (Ver gráfico 5.2.)
En vista de que los indicadores de salud objetivos varían considerablemente entre
distintas cohortes, al igual que lo hacen los indicadores de acceso a atención de salud,
la falta de variación en el nivel de satisfacción con la salud es más bien sorprendente.
Sugiere que las distintas normas de salud –y por lo tanto las expectativas en relación
con el acceso a atención de salud y la calidad de la misma– desempeñan un papel
importante y pueden ayudar a explicar la ausencia de demanda entre las poblaciones
desatendidas.
11 Cuando Graham y Lora (2009) aplican su regresión básica utilizando la muestra desglo-
sada por género, encuentran que el efecto de la edad rige para las mujeres y no para los
hombres. Esto sugiere que los hombres son ligeramente menos positivos con respecto a
su salud a medida que envejecen –o tienen menos capacidad para adaptarse a una salud
en deterioro– que las mujeres.
12 Esta sección se basa en el estudio de Graham, Higuera y Lora (2009).
las actividades cotidianas habituales es 2,1 veces el ingreso per capita promedio (gráfico
5.5). Los problemas de autonomía y movilidad, entre tanto, tuvieron efectos insigni-
ficantes. El dolor y la ansiedad son los más “costosos” en términos de satisfacción con
la vida: sufrir de dolores extremos equivale a una pérdida de 4,8 ingresos per capita,
mientras que la ansiedad extrema tiene un valor de 13,5 ingresos. La ansiedad moderada
tiene un valor de 2,7 ingresos. Estos ratios reflejan órdenes de magnitud; están basados
en lo que las personas manifiestan sobre sí mismas, y en algunos casos son mayores
que los ingresos disponibles que los encuestados/as podrían canjear de manera realista
(por ejemplo, prescindir de ingresos equivalentes a 13 veces su tamaño con el fin de
reducir la ansiedad colocaría a la mayoría en situación de extremo endeudamiento y
pobreza). Estos ratios, sin embargo, nos ofrecen un mecanismo para adjudicar pesos
relativos a los diversos estados de salud.
También analizamos los efectos de las normas de los grupos de referencia. Noso-
tros definimos un grupo de referencia como la submuestra de personas del mismo
país y área de residencia (rural o urbana), del mismo género, del mismo grupo de
edad (dentro de un intervalo de 10 años) y con un nivel de educación similar. En las
regresiones para los grupos de referencia medimos si el EQ-5D medio del grupo de
referencia estaba vinculado al nivel de satisfacción con la vida o la salud de la persona,
controlando asimismo el ingreso medio para el grupo de referencia.
100
Ingresos mensuales (logaritmo)
13,5
10
4,8
2,7
2,1
1
Actividades Dolor Ansiedad Ansiedad
habituales (extremo) (moderada) (extrema)
(moderadas)
Tanto el puntaje EQ-5D medio como el ingreso medio para el grupo de referencia
estaban correlacionados de manera positiva y significativa con el nivel de satisfacción
con la salud. Por lo tanto, los efectos de la salud figuraban por encima y más allá de
los efectos del ingreso medio para el grupo de referencia. Se trata de un dato intere-
sante que contrasta con los efectos de los ingresos del grupo de referencia sobre la
satisfacción económica y otros tipos de satisfacción. El ingreso medio del grupo de
referencia tiene efectos negativos en la satisfacción económica y con el trabajo y la
vivienda en la región, por ejemplo (Calidad de vida: más allá de los hechos 2008, Cua-
dro 3.3). En términos más generales, estudios previos realizados en Estados Unidos
Europa, América Latina y África revelan que los efectos de comparación en el ámbito
de los ingresos tienden a ser negativos (Alesina, DiTella y MacCulloch 2004; Luttmer
2005; Graham y Felton 2006).
Los efectos de comparación en el ámbito de la salud pueden ofrecer señales más
positivas que los efectos de comparación en el ámbito de los ingresos. Cuán impor-
tantes son, sin embargo, probablemente dependa del tamaño y la naturaleza del grupo
de referencia. Éstos, a su vez, pueden variar entre los distintos países. En Chile, por
ejemplo, los pobres pueden compararse a sí mismos con todos los demás, mientras
que en Guatemala los pobres se comparan con los pobres, si y cuando éste es el único
grupo de referencia relevante que tienen o conocen.
En la medida en que este último dato represente un hallazgo de empatía o soli-
daridad, parece atravesar varios ámbitos no materiales. Varios investigadores/as han
encontrado que los efectos negativos del divorcio, el desempleo y la obesidad son
menos severos en contextos en los que las tasas de estos fenómenos son mayores. Esto
probablemente se deba a que existe un menor estigma y una mayor solidaridad.13 Por
el contrario, existen numerosas investigaciones que sugieren que las preocupaciones
por los ingresos relativos se incrementan a medida que los ingresos son mayores, y
que los efectos de ingresos de comparación mayores en términos de emitir señales,
son negativos para la satisfacción con la vida (ver Graham y Felton 2006; Calidad de
vida: más allá de los hechos 2008, Capítulo 3; y Luttmer 2005). En el ámbito de la salud,
la literatura sugiere la existencia de un efecto positivo del buen estado de salud entre
pares. Es más placentero estar rodeado de personas saludables.
El balance real de inversiones en diferentes políticas de salud es un asunto que debe
ser resuelto a nivel de cada sociedad en particular. Sin embargo, nuestra metodología
puede aportar información para ayudar en la toma de dichas decisiones, al asignar
pesos relativos a los efectos en el bienestar de estados de salud específicos. Una mejor
comprensión sobre la manera en que la ansiedad y el dolor socavan la calidad de vida,
13 Para mayores detalles sobre el divorcio, ver Calidad de vida: más allá de los hechos (2008,
Capítulo 4); sobre el desempleo, ver Clark (2003) y Eggers, Gaddy y Graham (2006); y
sobre la obesidad, ver Graham (2008).
por ejemplo, y cómo esto varía entre distintas cohortes, países y culturas –dependiendo
en gran medida de las normas de salud– podría contribuir enormemente a mejorar el
bienestar general de la población.
por qué existe una notable persistencia en términos de una tolerancia colectiva frente
a los estados de salud precarios en general.
Este capítulo representa una incursión en un área nueva y difícil. Identificar las
diferencias entre las normas –y qué decir de medirlas con precisión– está plagado
de desafíos metodológicos. Las encuestas sobre la felicidad nos ofrecen una herra-
mienta –aunque imperfecta– para ayudarnos a llegar al fondo de la cuestión. Lo que
encontramos al utilizar esta herramienta es que las diferencias en las normas ayudan
a explicar la sorprendente tolerancia al mal estado de salud en algunos contextos y la
asombrosa insatisfacción con el buen estado de salud en otros. Las encuestas sobre la
felicidad pueden ayudar asimismo a explicar las diferencias entre las distintas cohortes
sociodemográficas. Como mínimo, los resultados de nuestra investigación sugieren que
una mirada más profunda a estos temas podría ayudar a lograr un mejor diseño de las
políticas públicas y/o una mejor comprensión de por qué existen tales diferencias en las
reacciones a las intervenciones de políticas de salud entre los diferentes países y cohortes.
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Introducción
¿Quién se beneficia de las transferencias públicas? El estudio de la distribución del
gasto público entre los diferentes grupos de ingresos es actualmente una caracte-
rística regular de los estudios sobre el gasto público en América Latina y el Caribe
(ALC). Se ha estudiado menos la distribución del gasto público entre las distintas
generaciones. Y se ha estudiado aún menos el posible impacto que las decisiones
relacionadas con la asignación de los fondos entre las distintas generaciones pueden
tener sobre su distribución entre los distintos grupos de ingresos (o viceversa). Las
políticas que se basan en investigaciones sobre la incidencia de los beneficios en los
distintos grupos de ingresos naturalmente hacen hincapié en las decisiones sobre
asignaciones de fondos focalizándose en dicha dimensión. Durante las dos últimas
décadas, este énfasis ha generado un intenso debate sobre si los gobiernos deben
proponerse focalizar el gasto social en los pobres o podría ser más apropiado utilizar
un modelo de universalidad.
El presente capítulo constituye un intento de articular el análisis de la distri-
bución del gasto público entre los distintos grupos de ingresos con el análisis de
la distribución de dicho gasto entre las generaciones en Brasil y Chile. El capítulo
esboza dos líneas argumentales: (a) que gran parte de la naturaleza regresiva del
gasto público entre los distintos grupos de ingresos en Brasil y Chile se debe a
la naturaleza generacional de las asignaciones, y (b) que el rol del sector público
en la redistribución del gasto entre las distintas generaciones varía en diferentes
partes del mundo.
Gran parte del debate en torno a la política social en ALC tiene que ver con la
incidencia del gasto público en los distintos grupos de ingresos. Casi todos los países
de la región han realizado estudios acerca de cómo se distribuye el gasto público,
especialmente en educación, salud y servicios sociales, entre los pobres y el resto de
la población. En las dos últimas décadas, la mayoría de los países de la región han
Metodologías
A continuación analizaremos la forma en que se asigna el gasto público para pensio-
nes, educación y atención de salud entre los distintos grupos de edad y quintiles de
ingresos. Para ello combinaremos la información estadística individual obtenida de las
encuestas de hogares con los registros de la administración pública, a fin de calcular
los perfiles per cápita del gasto público por quintiles de ingresos y por edad.
En el caso de Brasil, la información estadística utilizada para construir los perfiles
de edad en relación con la salud pública se han extraído de un suplemento de la Pes-
quisa Nacional por Amostra de Domicilios (Encuesta Nacional de Hogares de Brasil,
PNAD) realizada en el 2003, una encuesta de hogares representativa a nivel nacional
que se lleva a cabo todos los años (salvo los años en que realizan censos) desde fines
de la década de 1970. El suplemento calcula tanto las tasas de hospitalización como de
atención ambulatoria por grupos de edad y de ingresos. Debido a que la información
acerca de los costos de los servicios de salud pública no fue recogida por la encuesta
PNAD, los costos promedio para cada tipo de afección/atención de salud se basan en
los datos administrativos del Ministerio de Salud de Brasil. En el caso de Chile, las
tasas de utilización son estimadas con base en información extraída de la Encuesta de
Caracterización Socioeconómica Nacional de Chile del 2003, una encuesta de hogares
representativa a nivel nacional que se realiza cada dos años desde 1985 en ese país.
Al igual que en Brasil, los costos por tipo de atención (hospitalización, cirugía, etc.) y
por modalidad (gratuita y con el pago de un deducible) se sustentan en información
de la administración pública.
Para calcular los perfiles de edad del gasto público en educación, se utilizaron datos
de la administración pública para ingresar el gasto por beneficiario y el nivel de educa-
ción para cada grupo de datos de la encuesta, y se utilizaron microdatos para calcular
las tasas de matrícula y los valores medios de pago por beneficiario por quintiles de
ingresos y grupos de edad divididos en rangos de cinco años.
En el caso de Brasil, examinamos asimismo el programa de transferencias de dine-
ro condicionadas denominado Bolsa Familia, un programa estatal de transferencias
monetarias condicionadas que fue creado en el 2003 y entrega un estipendio mensual
por niño/a que asiste a la escuela, hasta por un máximo de tres niños/as, a las fami-
lias que viven en la pobreza, así como un estipendio fijo mensual adicional para las
familias que viven en la pobreza extrema. El programa reviste un interés especial para
este análisis debido a que beneficia a un alto porcentaje de la población infantil y se
ha expandido significativamente durante los últimos cinco años. La incidencia del
gasto público con Bolsa Familia por grupo de edad y de ingresos se estimó utilizando
la encuesta de hogares PNAD. En el 2004, la encuesta PNAD recogió información
sobre los beneficiarios de los programas sociales en el Brasil, entre ellos Bolsa Familia.
Los datos recogidos originalmente se referían al hogar en su conjunto y no incluían
información acerca de los beneficios. Por ello, fue necesario formular dos supuestos
para estimar los perfiles de edad: uno de ellos fue asumir que los niños y niñas son los
únicos beneficiarios de Bolsa Familia, y el otro que los pagos son iguales para todos
los beneficiarios.
Los perfiles de edad-ingreso del gasto con pensiones públicas se basan en las res-
puestas relativas a los beneficios de jubilación recibidos durante el mes de referencia
de la encuesta. Sin embargo, no hacemos una distinción entre los tipos de beneficios
(es decir, beneficios de supervivencia en oposición a beneficios de jubilación), o entre
distintos sistemas (por ejemplo, empleados públicos en oposición a trabajadores priva-
dos en Brasil) para calcular los perfiles. Adicionalmente, para explicar las discrepancias
entre la suma ponderada de los beneficios en cada encuesta de hogares y los costos
efectivos de los programas de pensiones, todas las respuestas han sido reajustadas de
acuerdo al mismo porcentaje para generar los montos consolidados.
Antes de describir los resultados, es importante advertir la presencia de algunos
puntos débiles en la información estadística. Idealmente, el análisis de la incidencia
del gasto público debería de combinarse con un análisis de la incidencia de la tribu-
tación. Ese paso ha sido reservado para una investigación futura. La interpretación
de la información sobre las pensiones debe realizarse con sumo cuidado. Desde un
punto de vista individual, el análisis de los beneficios de pensiones no toma en cuenta
el historial de aportaciones a la seguridad social para la tercera edad y equipara los
beneficios recibidos por los jubilados que aportaron durante su vida laboral con los
beneficiarios de pensiones sociales, que no requieren un historial de aportaciones.
Desde un punto de vista fiscal, el análisis de la incidencia de los beneficios de los
sistemas de reparto (PAYGO) a menudo hace una distinción entre los beneficios de
pensiones financiados con las aportaciones de la fuerza laboral actual (sobre los cuales
se asume implícitamente que tienen una relación actuarial con las aportaciones pasadas
de los beneficiarios de hoy) y el subsidio que los contribuyentes otorgan para financiar
cualquier déficit en las pensiones. Esta distinción, sin embargo, ha sido reservada para
un análisis futuro sobre el tema.
Otra debilidad es que las comparaciones de los beneficios recibidos por cada gene-
ración para fines de equidad intergeneracional deben tomar en cuenta la oportunidad
dentro del ciclo de vida en la que son recibidos. Bommier et al (2010) demuestran en
el caso de Estados Unidos que hacer esto puede revertir las conclusiones del análisis en
relación con cuáles son las generaciones que salen ganando y cuáles salen perdiendo
de las transferencias intergeneracionales. Sostienen que, en el caso de Estados Unidos,
los beneficios de la educación pública son recibidos en promedio aproximadamente
30 años antes que la edad promedio en la que se pagan impuestos, la cual es a su vez
30 años anterior a la edad promedio en la que se reciben beneficios de pensiones de
jubilación. Cada 30 años de descuento, a un 3%, introducen un factor de descuento
de 0,4, de modo que un dólar en la educación recibida en la niñez conlleva un peso
relativamente alto en los cálculos longitudinales. Es 2,5 veces mayor que un dólar en
impuestos que se pagan por la educación más adelante en la vida, y seis veces mayor
que el de los beneficios que se reciben en la tercera edad. Tomando en cuenta las
probabilidades de supervivencia, un dólar de beneficios educativos fácilmente puede
equiparar el valor de los beneficios de jubilación.
1 Estudios recientes sobre la distribución del ingreso en Brasil revelan que la distribución
ha mejorado sustancialmente y resaltan el papel de Bolsa Familia en esta mejora. Ver, por
ejemplo, Barros et al (2006).
6 6
5 5
4 4
3 3
2 2
1 1
0 0
Q1 Q2 Q3 Q4 Q5 Q1 Q2 Q3 Q4 Q5
Quintil de ingresos Quintil de ingresos
Distribución por
0,25
edad, Brasil
edad, Chile
0,20
0,20
0,15 0,15
0,10 0,10
0,05 0,05
0 0
20 4
30 4
40 34
50 44
60 54
70 64
80 74
4
20 4
30 24
40 34
50 44
60 4
70 4
80 74
4
+
10 –4
+
10 –4
–1
–2
–8
–1
–5
–6
–8
90
90
–
–
–
–
–
0
–
–
–
–
0
US$100.000
35.000 3.500
30.000 3.000
25.000 2.500
20.000 2.000
15.000 1.500
10.000 1.000
5.000 500
0 0
20 4
30 24
40 4
50 44
60 54
70 4
80 4
4
20 4
30 4
40 4
50 4
60 54
70 4
80 4
4
+
+
10 –4
10 –4
–1
–3
–6
–7
–8
–1
–2
–3
–4
–6
–7
–8
90
90
–
–
–
–
0
0,50
Tasa
0,50
0,40 0,40
0,30 0,30
0,20 0,20
0,10 0,10
0 0
20 4
30 4
40 4
50 4
60 4
70 4
80 4
4
20 14
30 4
40 4
50 4
60 4
70 4
80 4
4
+
10 4
10 4
–1
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
0–
0–
90
90
–
US$
3.500
3.000
2.800 2.400
2.100 1.800
1.400 1.200
700 600
0 0
20 4
30 4
40 4
50 4
60 54
70 4
80 4
4
+
10 4
20 4
30 4
40 34
50 4
60 54
70 4
80 4
4
10 4
–1
–2
–3
–4
–6
–7
–8
0–
–1
–2
–4
–6
–7
–8
90
0–
90
–
–
Quintil 1 Quintil 5
6 6
5 5
4 4
3 3
2 2
1 1
0 0
Q1 Q2 Q3 Q4 Q5 Q1 Q2 Q3 Q4 Q5
Quintil de ingresos Quintil de ingresos
Distribución proporcional
0,30 0,30
0,25 0,25
por edad
por edad
0,20 0,20
0,15 0,15
0,10 0,10
0,05 0,05
0 0
20 14
30 4
40 34
50 44
60 4
70 64
80 4
4
20 4
30 24
40 34
50 44
60 54
70 64
80 4
4
+
+
10 4
10 –4
–2
–5
–7
–8
–1
–7
–8
0–
90
90
–
–
–
–
–
–
–
–
0
100 3,0
80 2,5
60 2,0
1,5
40 1,0
20 0,5
0 0
20 14
30 4
40 34
50 4
60 54
70 4
80 4
4
20 4
30 4
40 4
50 4
60 4
70 4
80 4
4
+
+
10 4
10 4
–2
–4
–6
–7
–8
–1
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
0–
0–
90
90
–
Tasa
Tasa
0,50 0,50
0,40 0,40
0,30 0,30
0,20 0,20
0,10 0,10
0
20 4
30 4
40 4
50 4
60 4
70 4
80 4
4
+
10 4
20 4
30 4
40 4
50 4
60 4
70 4
80 4
4
+
10 4
–1
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
0–
90
–1
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
0–
90
Grupo de edad Grupo de edad
US$
3.000
6.000 2.400
4.000 1.800
2.000 1.200
600
0 0
20 4
30 4
40 4
50 4
60 4
70 4
80 4
4
20 4
30 4
40 4
50 4
60 4
70 4
80 4
4
+
10 4
+
10 4
–1
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
–1
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
0–
90
0–
90
Grupo de edad Grupo de edad
Quintil 1 Quintil 5
El gráfico 6.3 muestra la incidencia del gasto público en atención de salud. El gasto
público es ligeramente mayor en los quintiles inferiores en ambos países. El perfil de
edad per capita tiene forma de J, lo cual sugiere que existen altos costos de salud pú-
blica durante la infancia, que luego se reducen para los jóvenes, para incrementarse
nuevamente en la mediana edad. En el consolidado, sin embargo, los estimados de
este estudio sugieren que éstos se reducen, lo cual refleja la composición de edad de
la población. En atención de salud, en ambos países los pobres presentan una mayor
utilización de los servicios de salud pública que los ricos a todas las edades. El pa-
trón de edades de la utilización de atención de salud también difiere por quintil. Los
pobres utilizan servicios públicos para los niños y niñas pequeños y para los adultos
jóvenes entre los 20 y los 30 años de edad mucho más que los ricos. Esto posiblemente
esté relacionado con los servicios de salud materno-infantil, para los cuales los ricos
prefieren atenderse en un consultorio privado antes que público. Los ricos utilizan
servicios de salud pública mayormente en la tercera edad.
Gráfico 6.3 Atención de salud: incidencia del gasto público en Brasil y Chile
a. Salud (todas las edades), Brasil b. Salud (todas las edades), Chile
7 7
Relación con el Quintil 1
Relación con el Quintil 1
6 6
5 5
4 4
3 3
2 2
1 1
0 0
Q1 Q2 Q3 Q4 Q5 Q1 Q2 Q3 Q4 Q5
Quintil de ingresos Quintil de ingresos
Distribución proporcional
0,30 0,30
0,25 0,25
0,20 0,20
por edad
por edad
0,15 0,15
0,10 0,10
0,05 0,05
0 0
20 4
30 24
40 4
50 4
60 54
70 64
80 4
4
20 4
30 24
40 34
50 4
60 4
70 64
80 4
4
10 –4
+
10 –4
–1
–3
–4
–7
–8
–1
–4
–5
–7
–8
90
90
–
–
–
–
–
–
0
US$100.000
20.000 3.500
3.000
15.000 2.500
2.000
10.000 1.500
5.000 1.000
500
20 14
30 4
40 4
50 44
60 4
70 4
80 74
4
20 4
30 4
40 4
50 4
60 54
70 4
80 4
4
+
10 4
+
10 4
–2
–3
–5
–6
–8
–1
–2
–3
–4
–6
–7
–8
0–
90
0–
90
–
–
Grupo de edad Grupo de edad
20 4
30 4
40 4
50 4
60 4
70 4
80 4
4
+
10 4
+
10 4
–1
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
–1
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
0–
90
0–
90
Grupo de edad Grupo de edad
i. Pago en salud por beneficiario, Brasil j. Pago en salud por beneficiario, Chile
7.000 6.600
6.300 6.000
5.600 5.400
4.900 4.800
4.200 4.200
3.600
US$
US$
3.500 3.000
2.800 2.400
2.100 1.800
1.400 1.200
700 600
20 4
30 4
40 4
50 4
60 54
70 4
80 4
4
20 4
30 4
40 4
50 4
60 4
70 4
80 4
4
+
10 4
+
10 4
–1
–2
–3
–4
–6
–7
–8
–1
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
0–
90
0–
90
–
Quintil 1 Quintil 5
30.000
6,00
25.000
US$ 100.000
5,00
20.000
4,00
3,00 15.000
2,00 10.000
1,00 5.000
0,00 0
Q1 Q2 Q3 Q4 Q5
20 4
30 24
40 34
50 4
60 54
70 64
80 74
4
+
10 4
–1
–4
–8
0–
90
–
–
–
–
–
Quintiles de ingresos Grupo de edad
c. Distribución por edad d. Tasa de utilización
1,00
0,90
0,80
Distribución proporcional
0,70
0,40 0,60
0,35
Tasa
0,30 0,50
por edad
0,25 0,40
0,20 0,30
0,15
0,10 0,20
0,05 0,10
0,00 0,00
20 4
30 4
40 4
50 4
60 4
70 4
80 4
4
+
10 4
20 4
30 4
40 4
50 4
60 4
70 4
80 4
4
+
10 4
–1
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
0–
90
–1
–2
–3
–4
–5
–6
–7
–8
0–
90
entre los cuatro quintiles inferiores; sin embargo, pese a ello el quintil superior aún
absorbe 1,5 veces el gasto público del quintil inferior.
La comparación por edades muestra un perfil de edad per capita y una distribución
consolidada estimada ponderando los perfiles per capita según la distribución de
edades. En Brasil y Chile, los perfiles per capita muestran un pequeño abultamiento
entre los niños y niñas y los adultos jóvenes y luego descienden para crecer abrupta-
mente a alrededor de los 50 años. Los perfiles per capita también reflejan el peso de las
pensiones; en ambos países el gasto público en un solo adulto mayor es varias veces
mayor que el gasto público en un solo niño o niña.
Cuando se toma en cuenta la distribución general de la población, el gasto público
consolidado en la tercera edad y en los niños y niñas y jóvenes se vuelve más equili-
brado, especialmente en el caso de Chile, pero sigue estando fuertemente sesgado a
favor de los adultos mayores en Brasil.
Gráfico 6.5 Distribución del gasto público total por grupos de ingreso y de edad,
Brasil (2006) y Chile (2000)
3,0 3,0
2,5 2,5
2,0 2,0
1,5 1,5
1,0 1,0
0,5 0,5
0,0 0,0
Q1 Q2 Q3 Q4 Q5 Q1 Q2 Q3 Q4 Q5
Quintil de ingresos Quintil de ingresos
0,10 0,10
por edad
por edad
0,05 0,05
0,00 0,00
20 14
30 24
40 34
50 44
60 54
70 4
80 74
4
20 14
30 24
40 34
50 44
60 54
70 4
80 74
4
+
+
10 –4
10 –4
–6
–8
–6
–8
90
90
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0
Pero ¿por qué existe una asociación tan fuerte entre el gasto público en los ricos y
el gasto público en los adultos mayores? El gráfico 6.6 muestra la distribución de los
grupos de edad entre los quintiles de ingresos en el caso de Brasil y Chile. Revela que
tanto en Brasil como en Chile los niños y niñas y jóvenes se concentran en los sectores
de menores ingresos, mientras que los adultos mayores se concentran en los sectores
de mayores ingresos3, aunque el grado de concentración es mayor en el primer caso.
¿Cómo se explica este patrón? A continuación presentamos algunas hipótesis. Desafor-
tunadamente, la comprobación de estas hipótesis está fuera del alcance de este estudio.
¿Por qué están concentrados los adultos mayores en los quintiles superiores? Exis-
ten dos explicaciones posibles, que son diferentes mas no mutuamente excluyentes.
3 El Capítulo 3 describe cómo este patrón es observado en la mayoría de los países de América
Latina.
Los adultos mayores pueden haber alcanzado niveles más altos de ingresos debido
al dinero ahorrado durante el ciclo de vida y a las pensiones públicas devengadas, y
también es posible que reciban transferencias privadas de sus hijos/as. Tanto en Brasil
como en Chile, los sistemas de pensiones incluyen garantías mínimas para los antiguos
aportantes así como pensiones sociales para los adultos mayores que carecen de un
historial de aportaciones. Esto en sí puede ser suficiente para elevar sus ingresos por
encima del umbral del 40% inferior de ingresos. Además, el Capítulo 3 reveló que los
adultos mayores viven en familias relativamente pequeñas, lo cual posiblemente les
permita tener ingresos más altos porque comparten sus ingresos con menos miem-
bros de la familia. La segunda hipótesis es que la mayoría de los pobres tienen escasas
posibilidades de vivir el tiempo suficiente como para llegar a una edad avanzada y por
lo tanto existe un proceso de selección determinado por las diferentes esperanzas de
vida entre los grupos de ingresos.4
La concentración de niños y niñas en los quintiles inferiores posiblemente se deba
igualmente a diversas razones complementarias. Los pobres tienen niveles de fecundi-
dad más altos. Es posible que también exista un componente del ciclo de vida según el
cual los niños y niñas se concentran en hogares con padres jóvenes que han ingresado
recientemente al mercado laboral y se encuentran en una etapa inicial de inserción en
el mercado laboral, percibiendo salarios correspondientemente bajos. También existe
un componente de definición. Los ingresos per capita se estiman dividiendo los in-
gresos de los miembros de la familia entre el número total de miembros de la familia,
y dos familias con ingresos idénticos pero donde una de las familias tiene más niños
y niñas arrojará un menor ingreso per capita en el caso de la familia más numerosa.5
a. Brasil
0,20
0,18
0,16
0,14
0,12
0,10
0,08
0,06
0,04
0,02
0,00
Q1 Q2 Q3 Q4 Q5
Quintil
b. Chile
0,20
0,18
0,16
0,14
0,12
0,10
0,08
0,06
0,04
0,02
0,00
Q1 Q2 Q3 Q4 Q5
Quintil
0–14 15–59 60+
Gráfico 6.7 Adultos mayores: transferencias públicas como porcentaje del consumo total
Estados Unidos
Europa
Japón
La otra Asia
Brasil
Chile
Uruguay
Costa Rica
0 20 40 60 80 100
Porcentaje del consumo total
Gráfico 6.8 Niños y niñas: transferencias públicas como porcentaje del consumo total
Estados Unidos
Europa
Japón
La otra Asia
Brasil
Chile
Uruguay
Costa Rica
0 10 20 30 40 50 60
Porcentaje del consumo total
aproximadamente un tercio del consumo total de los niños y niñas. Brasil tiene patrones
diferentes que Chile, Costa Rica y Uruguay en cuanto al tratamiento diferenciado que
aplica a los niños y niñas y a los adultos mayores. En los cuatro países de ALC, el gasto
público financia cerca de un tercio del consumo de los niños y niñas.
¿Es el sector público más importante para el financiamiento del consumo de los
niños y niñas o de los adultos mayores? No existe un patrón universal. En Estados
Unidos y Asia, el gasto público financia un mayor porcentaje del consumo de los niños
y niñas que del consumo de los adultos mayores. En Europa y los cuatro países de
ALC para los cuales se cuenta con información estadística disponible, el gasto público
financia un mayor porcentaje del consumo de los adultos mayores.8
El gráfico 6.9 demuestra que la educación constituye un porcentaje sustancial del
valor del consumo de la niñez. En este rubro también existen variaciones significativas
entre países. El costo de la educación (pública y privada) como un porcentaje del con-
sumo total de la niñez es el más alto en Japón (37%), seguido por Europa (cerca de un
tercio), Estados Unidos (un poco más de un cuarto) y la otra Asia; en este rubro, los
cuatro países de ALC están rezagados frente a todos estos referentes de comparación
Gráfico 6.9 Niños y niñas: la educación como porcentaje del consumo total
Estados Unidos
Europa
Japón
La otra Asia
Brasil
Chile
Uruguay
Costa Rica
0 10 20 30 40
8 No es recomendable utilizar los patrones encontrados en Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay
para hacer una generalización con respecto al resto de América Latina. Como se demostró
en el Capítulo 3, estos países (junto con Argentina) tienen de lejos los sistemas de pensiones
más grandes de la región.
internacionales. El gráfico 6.10 revela que la mayor parte del costo de la educación es
financiada por el Estado en los países más ricos. La otra Asia tiene el financiamiento
público más bajo en educación. Dentro de los cuatro países de ALC, Chile y Costa
Rica tienen niveles relativamente más altos, mientras que Brasil y Uruguay presentan
los niveles más bajos.
El gráfico 6.11 muestra las transferencias privadas intrafamiliares como un porcen-
taje del consumo de los adultos mayores. Generalmente se piensa que los progenitores
de la tercera edad son ayudados por transferencias intergeneracionales ascendentes
(transferencias privadas de hijos a padres). Los datos del proyecto CNT revelan que
este fenómeno solo se observa en Asia. En Europa, Estados Unidos y ALC, el patrón
observado es de “transferencias intergeneracionales descendentes” netas –de los adultos
mayores a sus hijos/as y nietos/as. Estas transferencias descendentes son especialmen-
te voluminosas en Brasil y Uruguay. En estos dos países, aparentemente los adultos
mayores reciben transferencias significativas de las pensiones públicas, y comparten
una parte de dichos ingresos con sus hijos/as y nietos/as.
Conclusiones
En conclusión, ¿qué grupos poblacionales se benefician de las transferencias públicas?
Este capítulo sugiere que la respuesta a esta pregunta varía de acuerdo al sector y a
la región. Demuestra, asimismo, que la incidencia del gasto público en los diferentes
Gráfico 6.10 Financiamiento público de la educación como porcentaje del costo total
Estados Unidos
Europa
Japón
Asia y otros
Brasil
Chile
Uruguay
Costa Rica
0 20 40 60 80 100
Porcentaje del consumo total
Gráfico 6.11 Adultos mayores: transferencias privadas como porcentaje del consumo total
Estados Unidos
Europa
Japón
La otra Asia
Brasil
Chile
Uruguay
Costa Rica
–30 –10 10 30 50
Porcentaje del consumo total
grupos de ingresos está influenciada por las asignaciones entre generaciones y grupos
de edad.
La comparación entre Brasil y Chile reveló interesantes patrones comunes en
cada sector. Se encontró que la incidencia del gasto público es neutral en educación,
ligeramente progresiva en atención de salud y fuertemente regresiva en pensiones
públicas.9 Dada la gran magnitud de los beneficios de pensiones frente al gasto en
salud y educación, la incidencia del gasto social total es definida por la incidencia
de las pensiones.
La mayoría de los países de ALC han desarrollado transferencias de dinero con-
dicionadas focalizadas en su mayor parte en las familias con niños y niñas pequeños
pertenecientes a los quintiles de ingresos inferiores. Uno de los programas más grandes
de este tipo es Bolsa Familia en Brasil. Se demostró que este programa estaba foca-
lizado en los sectores de ingresos inferiores. El tamaño relativo de Bolsa Familia en
comparación con los beneficios de pensiones implica que la inclusión de este programa
escasamente redujo la naturaleza regresiva del gasto total en ese país.
Brasil y Chile han alcanzado un alto nivel de cobertura de pensiones para sus po-
blaciones de la tercera edad. Si éste es el caso, ¿por qué es regresiva la incidencia de
9 Nótese que se ha llegado a esta conclusión sin hacer referencia al historial de aportaciones
a los sistemas de pensiones.
los beneficios de pensiones entre los distintos grupos de ingresos en ambos países?
Parte de la respuesta tiene que ver con la desigualdad en el tamaño de los beneficios
de pensiones, y parte con las diferencias en la composición demográfica de los grupos
de ingresos. Los niños y niñas están concentrados en los grupos de menores ingresos,
mientras que los adultos mayores están concentrados en los grupos de altos ingresos.
El análisis de las razones de ello se encuentra fuera del alcance de este estudio, pero
nuestra hipótesis es que la correlación entre el ingreso y la edad puede reflejar la acu-
mulación de riqueza a lo largo del ciclo de vida o puede reflejar una mayor mortalidad
entre los pobres.
La comparación de Brasil y Chile con otros países analizados por el proyecto CNT
revela que no existe un modelo universal para el rol distributivo del sector público
entre los distintos grupos de edad. En Asia y Estados Unidos, el sector público financia
un porcentaje más alto del consumo de los niños y niñas que de los adultos mayores,
mientras que en Europa, Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay el sector público financia
un mayor porcentaje del consumo de los adultos mayores. En el caso de los cuatro
países de ALC, este patrón es el resultado tanto de la existencia de amplios sistemas
de pensiones públicas como de un gasto comparativamente bajo en educación.
Referencias
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Law and Economics 21.
Bommier, A., R. Lee, T. Miller y S. Zuber. 2010. “Who Wins and Who Loses? Public Transfer
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Nacionales de Transferencia para las generaciones en Estados Unidos nacidas entre 1850
y el 2090]. Population and Development Review 36 (1) (marzo): 1–26.
Cutler, D.M., A.S. Deaton y A. Lleras-Muney. 2006. “The Determinants of Mortality” [Los
determinantes de la mortalidad]. National Bureau of Economic Research Working Paper
No. 11963, Cambridge, MA. http://ssrn.com/abstract=877468.
Lee, R. 1980. “Age Structure, Intergenerational Transfers and Economic Growth: An Overview”
[Estructura de edades, transferencias intergeneracionales y crecimiento económico: una
apreciación general]. En: Revue Economique: Special Issue on Economic Demography, Ed.
G. Tapinos 31 (6): 1129–56.
. 2000. “A Cross-Cultural Perspective on Intergenerational Transfers and the Economic
Life Cycle” [Una perspectiva transcultural sobre las transferencias intergeneracionales y
el ciclo de vida económica]. En: Sharing the Wealth: Demographic Change and Economic
Transfers between Generations, Eds. A. Mason y G. Tapinos, 17–56. Oxford: Oxford Uni-
versity Press.
Introducción
1 Dirigido por los Profesores Ronald Lee y Andrew Mason. Para mayor información, ver:
http://www.ntaccounts.org.
Ecuación 1
Gasto/PIB = costos de los beneficios por participante * tasa de participación * ratio
de dependencia demográfica, o
Japón Nicaragua
Gasto consolidado (% del PIB) 1,6 1,7
Gasto por estudiante (% del PIB por adulto en edad de trabajar) 17,0 10,0
Tasa de matrícula bruta
(% de la población en edad de secundaria matriculada) 102,0 66,0
Ratio de dependencia (población en edad escolar / población en edad 10,0 26,0
de trabajar)
Ecuación 2
Gasto/PIB = ratio de generosidad de beneficios * ratio de dependencia del sector, o
E/Y = [(E/B) / (Y/W)] * [B/W],
donde E = gasto consolidado, Y = PIB, W = población en edad de trabajar (entre 20
y 64 años) y B = población en riesgo de recibir el beneficio (por ejemplo, población
en edad escolar).
En el cuadro 7.2 se muestran los niveles actuales de RGB y ratios de dependencia
para la educación pública en los países seleccionados. Los estimados del gasto conso-
lidado en educación pública han sido extraídos de UNESCO (2009), y los estimados
de los ratios de dependencia del sector han sido calculados con base en estimados de
población de CELADE (2007). El RGB se obtiene como un residual.
En el gráfico 7.1 y el cuadro 7.2 se muestra el nivel actual del gasto en educación
en América Latina, contrastado con los países de la OCDE. El ratio de dependencia
del sector educación es definido como la población en edad escolar como porcentaje
de la población en edad de trabajar, y se muestra en la coordenada “x” del gráfico 7.1.
En un extremo se encuentra Nicaragua, donde la población en edad escolar supera a
Gráfico 7.1 Porcentaje del PIB invertido en educación pública, desagregado por ratio de
dependencia en el sector educación y ratio de generosidad de beneficios, 2005
17
Dinamarca
(como porcentaje del PIB por adulto en edad de trabajar)
15 Suecia
Eslovenia
Beneficio promedio de educación pública
Finlandia
13 Portugal
Italia AustriaNoruega
Francia
Reino Unido
11 Países Bajos
Alemania
República Checa
Estados Unidos
España
9 Japón Australia
7
Argentina Costa Rica
Brasil
7
porcentaje
Uruguay
5
del PIB
Chile México 6
Colombia Nicaragua 5
Perú
4
3
30 40 50 60 70 80 90 100 110 120
Población en edad escolar
(como porcentaje de la población en edad de trabajar)
Gráfico 7.2 Estimados y proyecciones del ratio de dependencia del sector educación
en Nicaragua, Costa Rica y Cuba, 1950–2050
120
Población en edad escolar (como porcentaje
de la población en edad de trabajar)
100
80
60
40
Gráfico 7.3 Porcentaje del PIB destinado a pensiones públicas, desglosado por ratio
de dependencia de pensiones y ratio de generosidad de beneficios, 2005
70
Brasil
(como porcentaje del PIB/adulto en edad de trabajar)
60
Beneficio promedio de pensiones públicas
50 Austria
El RGB en el caso de las pensiones públicas aparece en la coordenada “y” del grá-
fico 7.3. El beneficio medio de pensiones públicas por adulto mayor en los países de
la OCDE es de 30% del PIB/trabajador, mientras que el promedio en América Latina
supera dicha cifra, con un 34% del PIB por trabajador. Este sorprendente resultado no
implica, sin embargo, que la mayoría de los jubilados en América Latina se encuen-
tren en mejor situación que sus coetáneos en los países de la OCDE. La mayor parte
de los jubilados en América Latina recibe pensiones modestas, si es que reciben una
pensión. El RGB en América Latina es alto debido a que las bajas tasas de cobertura
son contrarrestadas por una generosidad de las pensiones por encima del promedio,
ya que los trabajadores más pudientes muy probablemente recibirán una pensión pú-
blica contributiva. Incluso en los países con una alta tasa de cobertura, los beneficios
otorgados reflejan fielmente el alto grado de desigualdad en la distribución del ingreso.
(Ver Turra y Holz [2009] para evidencias de Brasil y Chile.)
Las curvas isocuantas del gasto que aparecen en el gráfico 7.3 muestran las combi-
naciones de ratios de generosidad de los beneficios y ratios de dependencia del sector
que arrojan una participación constante del gasto del PIB a niveles que oscilan entre
1 y 13%. Existe una amplia variación entre países. México destina menos del 1% del
PIB a pensiones públicas, y Austria más del 12%. En promedio, el grupo de países
latinoamericanos destina cerca del 5% del PIB a pensiones, mientras que el grupo de
la OCDE destina alrededor del 8%. El gasto es menor en el grupo de América Latina
debido principalmente a la estructura de edades joven de su población; la generosidad
promedio de los beneficios de pensiones (RGB) en el grupo latinoamericano supera
la del grupo de la OCDE.
La historia demográfica de América Latina ha demostrado que estos sistemas de
pensiones relativamente generosos fueron desarrollados y ampliados a lo largo de varias
décadas, durante las cuales había una presión demográfica bastante reducida sobre los
costos. En la mayoría de los países de América Latina, hasta hace muy poco los ratios
de dependencia de pensiones se mantenían en su mayor parte inalterables. Sin em-
bargo, en las próximas décadas se espera un dramático incremento. Por ejemplo, en el
gráfico 7.4 se muestran las proyecciones para Costa Rica, Cuba y Nicaragua. Los ratios
de dependencia están destinados a aumentar en más del doble en la mayoría de los 10
países. Brasil y México verán el incremento más pronunciado, mientras que Argentina
y Uruguay, que se encuentran en una etapa más avanzada de la transición demográfica,
registrarán un incremento menos severo. En el caso del grupo latinoamericano, la
población promedio de adultos mayores llegará a un 37% de la población en edad de
trabajar de aquí al 2050, superando el porcentaje que actualmente se observa en Japón,
el país más viejo de la OCDE. Si se mantuvieran los niveles actuales de generosidad
de las pensiones, estos cambios demográficos llevarían a grandes incrementos en el
porcentaje del PIB destinado a pensiones públicas. Pero muchos países de América
Latina han implementado reformas de sus sistemas de pensiones con la introducción
de sistemas contributivos prefinanciados. El impacto probable de dichas reformas a
la luz del cambio demográfico se analiza más adelante en este capítulo.
60
Población de 65 años y más (como porcentaje
de la población en edad de trabajar)
50
40
30
20
10
Gráfico 7.5 Porcentaje del PIB destinado a salud pública, desglosado por ratio de
dependencia de personas cercanas a la muerte y ratio de generosidad
de beneficios, 2005
90
(como porcentaje del PIB por adulto en edad de trabajar)
Costa Rica
80
Beneficios promedio de salud pública
70
Cuba Suecia 12
60 Colombia 11
10
Japón
Porcentaje del PIB
50 9
Eslovenia
Estados Unidos 8
40 Alemania
España Austria 7
México Nicaragua Finlandia 6
30 Argentina
Chile Brasil 5
4
20 Uruguay
3
Peru
10 2
6 8 10 12 14 16 18
Población cercana a la muerte
(como porcentaje de la población en edad de trabajar)
Gráfico 7.6 Estimados y proyecciones del ratio de dependencia en el sector salud en Costa
Rica, Cuba, y Nicaragua, 1950–2050
60
(como porcentaje de la población en edad de trabajar)
50
Población cercana a la muerte
40
30
20
10
0
50
60
70
80
90
00
10
20
30
40
19
19
19
19
19
20
20
20
20
20
Año
Ecuación 3
E(t)/PIB(t) = Suma para la edad x {b(x, t) * P(x, t)/P(20–64, t)},
donde
b(x,t) = [E(x, t)/P(x,t)] / [PIB(t)/P(20–64,t)],
Educación: Los perfiles por edades iniciales de los beneficios, b(x, t), en el caso de
los programas de educación, se construyeron a partir de la información estadística
de la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura
(UNESCO 2009). Las tasas de matrícula bruta para la educación inicial, primaria, se-
cundaria y superior, se consideraron como tasas de cobertura. El valor b(x, t) se derivó
del gasto público total en cada nivel educativo, dividido entre el número de estudiantes.
Dado que los datos subyacentes para el gasto en educación se encuentran tabulados
en términos de educación primaria, secundaria y superior, y que los rangos de edad
asociados con cada nivel varían de país en país, fue necesario estandarizar los rangos
de edad.
Asimismo, debido a la categorización de la educación en niveles, el gasto para las
distintas edades dentro de una misma categoría no varía, como tampoco puede variar
el ratio de gasto público/privado. Dado que solo conocemos el gasto público y privado
total en educación secundaria para un país determinado, debemos asumir que el gasto
público (privado) por alumno/a de 12 años matriculado es el mismo que por cada
alumno/a de 16 años matriculado.
Atención de salud: Se cuenta con valores b(x, t) iniciales para la atención de salud en
los países que participan en el proyecto CNT. En el caso de los países que no partici-
pan en dicho proyecto, sin embargo, fue necesario estimar estos valores iniciales. Para
ello, utilizamos la metodología de descomposición en valores singulares (SVD, según
sus siglas en inglés). La metodología SVD puede ser considerada como un medio
para interpolar simultáneamente todos los valores b(x, t = 2005) para un país que no
participa en el proyecto CNT, con base en la forma de la curva b(x, t = 2005) de los
2 Nuestro enfoque SVD es comparable a la metodología propuesta por Lee y Carter (1992)
para la proyección de las tasas de mortalidad. En nuestro caso, el PIB por población en
edad de trabajar desempeña el papel que cumple el tiempo en el procedimiento empleado
por Lee y Carter.
Gráfico 7.7 Gasto inicial promedio en atención de salud por edad como porcentaje del PIB/
trabajador: estimado y observado
health benefits (as a percentage of GDP per working-age adult)
25
20
15
10
0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Edad
evoluciona hacia el patrón que se observa hoy en día en una serie de países mayor-
mente europeos que participan en el proyecto CNT, a medida que se incrementa el
PIB por población en edad de trabajar (en un 2,5% por año a lo largo del período de
la proyección). Más específicamente, en cada año t, el valor b(x, t) es una combinación
lineal del valor b(x, t = 2005) inicial del país y el valor b(x, t = 2005) promedio de los
países ricos, bpaíses_ricos(x, t = 2005), donde el peso es determinado por el PIB/trabajador
proyectado para el país en el año t como una fracción del valor correspondiente para
los países ricos en el 2005.
Bajo estos escenarios, los valores b(x, t) de los países convergen hacia el valor b(x,
t = 2005) promedio de los países ricos cuando su PIB/trabajador alcanza el promedio
actual de la OCDE, de aproximadamente US$41.000. En varios países, el PIB/trabajador
superará la cifra actual de la OCDE antes del 2050. En dichos escenarios, mantenemos
constante el patrón de gasto en dicho punto. Una vez alcanzados los niveles de ingre-
sos actuales de la OCDE, el crecimiento futuro del gasto consolidado en educación y
pensiones es generado únicamente por los cambios demográficos.
“Escenario de envejecimiento y crecimiento económico para atención de salud”.
En estos escenarios, los perfiles de gasto por edades se sustentan en estimados basados
en el método de descomposición en valores singulares, de manera muy similar a lo
propuesto por Lee y Carter (1992):
b(x, t) = b(x, t = 2005) + βx * [k(t) – k[1]],
donde βx es el primer vector singular de la derecha de la SVD de una matriz cuyas filas
son b(x, t = 2005) de los países del proyecto CNT, registradas y ordenadas por PIB/
trabajador, y donde k(t) son valores derivados de una regresión del PIB/trabajador
en el primer vector singular de la izquierda del SVD precedente. Los valores de k(t)
son valores adaptados basados en una supuesta tasa de crecimiento del ratio PIB/
trabajador del 2,5% por año. Se permite que los beneficios por edades específicas para
atención de salud se incrementen más allá de los niveles que se observan actualmente
en los países de la OCDE.
Se asume que el PIB es el resultado de una función de producción agregada tipo
Cobb-Douglas. Según este supuesto, la proporción del PIB acumulado por el trabajo
es constante, al igual que lo son los retornos a escala, la productividad del factor total
y la elasticidad de producción del trabajo y el capital. Por lo tanto, los pronósticos de la
cuenta salarial son suficientes para determinar el PIB. En este análisis, dichas proyec-
ciones dependen de los incrementos en el número de personas en edad de trabajar y
de la tasa de crecimiento de la productividad, la cual se asume que es una misma tasa
constante (2,5% por año) en todas las economías. Para decirlo de otro modo, las pro-
yecciones en este capítulo deben ser consideradas como ejemplos ilustrativos basados
en la aplicación de supuestos comunes en todos los países. Estas tasas de crecimiento
de la productividad variarán entre los distintos países de manera importante (muchas
de las cuales están relacionadas con inversiones en capital humano), que no están con-
sideradas en este estudio. Adicionalmente, el envejecimiento de la población afectará
también el crecimiento de la cuenta salarial, debido a su impacto en la distribución
por edades de la fuerza laboral, ya que la productividad varía según la edad.
Para resumir los incrementos en los costos a futuro calculamos dos medidas - el
incremento del gasto como un porcentaje del PIB y el balance actuarial – separada-
mente para cada programa público (educación, atención de salud y pensiones) y para
todos los programas combinados. El balance actuarial representa el valor presente del
déficit previsto para el financiamiento de estos sectores durante el período 2005–2050,
expresado en función del valor presente de los futuros recursos. El balance actuarial
representa el tamaño del incremento de los impuestos (expresado en puntos porcen-
tuales del PIB) necesario para financiar los mayores costos de los programas durante
el período. No considera ninguno de los costos de estos programas después del 2050.
Ecuación 4
AB(2005) = PV(E.nuevo(t)) – PV(E.antiguo(t)) / PV(Y(t));
para t = {2005,...,2050),
donde PV = valor presente de futuros gastos (o PIB) durante el período comprendido
desde el 2005 hasta el 2050, con una tasa de descuento real de 3,5% (1% por encima
de la tasa de crecimiento de la productividad pronosticada).
Esta medición resumida de los futuros costos no toma en cuenta las futuras alzas
de las tasas impositivas establecidas por ley (tales como las que a menudo se realizan
en las reformas paramétricas de los sistemas de pensiones) ni los activos que podrían
haberse acumulado. Estos balances actuariales indican el monto de un incremento
de impuestos inmediato y permanente requerido para cubrir los futuros costos de
estos sistemas.
Advertencia al lector
Este capítulo ofrece proyecciones ilustrativas, y no pronósticos. Éstas se basan en una
extrapolación simple de las tendencias. En vista de que todas las personas que tendrán
más de 41 años en el 2050 ya han nacido, las cifras de población más importantes en
las que se basan nuestras proyecciones probablemente probarán ser ciertas (aunque la
migración y la prolongación de la longevidad más allá de lo previsto, podrían arrui-
narlas). Hacer proyecciones con respecto a las políticas es una tarea mucho menos
certera. Nuestras proyecciones asumen que, en un sentido amplio, estos 10 países
de América Latina se encuentran en un sendero que los llevará a parecerse bastante
a los Estados de bienestar europeos de hoy. En términos de ingreso nacional, esto
ciertamente parece plausible. Aún asumiendo supuestos conservadores, de aquí al
2050 muchos países latinoamericanos gozarán de un ingreso nacional per capita que
sobrepasará el ingreso de los países ricos de hoy. Estamos menos seguros, sin embargo,
de que los países de América Latina tomarán las mismas decisiones con respecto al
gasto de su mayor riqueza que los Estados de bienestar europeos de hoy. Una notable
diferencia en las políticas es que muchos países latinoamericanos se han desplazado
hacia sistemas de pensiones capitalizados.
Nuestras proyecciones tampoco se basan en nociones de equilibrio. Simplemente
estamos proyectando las tendencias e ignorando las interrelaciones entre ellas. No cabe
duda de que el endeudamiento público (o tributación) es necesario para financiar los
mayores gastos que según nuestras proyecciones tendrán un impacto en el crecimiento
económico. Sin duda, la inversión en educación generaría incrementos en la produc-
tividad. Y no cabe duda que aumentar (reducir) el gasto público en estas tres áreas
competiría con otras prioridades del sector público y privado de manera importante.
Ninguno de estos efectos es considerado en estas proyecciones.
Nuestras proyecciones se centran en el gasto, dejando de lado importantes temas
fiscales relacionados con el endeudamiento y la tributación (en particular en el con-
texto de la reforma de pensiones). Además, las proyecciones no incorporan ninguna
información sobre nuestra incertidumbre acerca de los futuros cambios demográficos
y económicos (no hemos incluido intervalos de predicción para estas proyecciones,
como sí lo hacen Lee y Miller [2002], por ejemplo).
El proyecto CNT proporciona buenos estimados internacionalmente comparables
de la recepción de beneficios públicos por edades específicas en las áreas de atención
de salud, educación y pensiones en cinco de los países. La información estadística fue
recogida como parte del proyecto Cuentas Nacionales de Transferencia para Brasil,
Chile, Costa Rica, México y Uruguay. Nuestros estimados de los beneficios por eda-
des específicas para los otros cinco países (Argentina, Colombia, Cuba, Nicaragua y
Perú) son ilustrativos y se basan en patrones presentes en los países del proyecto CNT.
Desde luego, sí contamos con datos estadísticos consolidados sobre el gasto para los
10 países, pero la falta de información por edades específicas para estos cinco países
constituye una seria limitación.
Aún a pesar de estas obvias deficiencias, estas proyecciones nos permiten formar-
nos una idea de la magnitud de los efectos de los cambios demográficos en curso en
América Latina y de las diferencias de estos efectos entre los países de la región.
por encima de la cifra objetivo de la OCDE, que es 18%. Nótese que el promedio se
ve afectado por Colombia y Brasil, ya que cada uno de estos países reporta un gasto
por estudiante de educación superior por encima de 40%.
En el cuadro 7.7 se presentan otros dos escenarios de costos: “OCDE 2050” y
“OCDE ahora”, en los cuales los niveles de la OCDE en cuanto a matrícula y gasto
por estudiante son alcanzados ya sea en el 2050 o de inmediato. En la mayoría de
los países, alcanzar los niveles de la OCDE en materia de inversión educativa en los
jóvenes en el plazo de una generación tiene un balance actuarial de cero o menos, lo
cual significa que los recursos fiscales (manteniendo las tasas impositivas actuales)
durante los próximos 40 años serían suficientes para solventar la inversión. Incluso
el objetivo de desarrollo más ambicioso de alcanzar de inmediato los niveles de la
OCDE en términos de inversión en educación de los jóvenes, entrañaría únicamente
pequeños incrementos de los impuestos –menos de la mitad de un punto porcentual
del PIB en la mayoría de los países
Si bien es cierto que el envejecimiento de la población liberará una cantidad con-
siderable de recursos para financiar objetivos de desarrollo ambiciosos en educación,
dichos recursos se generan durante el transcurso de la transición demográfica. Por lo
tanto, si bien el balance actuarial de estos ambiciosos planes es pequeño, los mismos
implican un gran volumen de endeudamiento. Además, se generarán crecientes de-
mandas fiscales sobre los gobiernos, provenientes de los sistemas de pensiones y de
atención de salud, lo cual limitará la capacidad de los gobiernos para tratar de alcanzar
estas ambiciosas metas.
Finalmente, numerosos estudios ponen de manifiesto el rol crucial que puede
jugar la inversión en educación en ayudar a los Estados a prepararse para los desafíos
del envejecimiento de la población (Lee y Mason 2008; Lutz, Cueresma y Sanderson
2008). Sin embargo, en este análisis tratamos el gasto en educación como consumo
y no como una inversión en capital humano. Por lo tanto, los niveles de inversión en
educación no tienen influencia en el crecimiento de la productividad en la economía
nacional (y se asume que todos crecerán a la misma tasa). Se trata de un paso siguiente
importante en el futuro desarrollo de nuestro modelo.
Sistema
de pensiones País Año en que se inició la reforma Obligación del Estado (%)
Sustitutivo Chile 1981 15
México 1997 15
Paralelo Colombia 1994 17
Perú 1993 17
Mixto Costa Rica 2001 100
Uruguay 1996 65
PAYGO Argentina — 100
Brasil — 100
Cuba — 100
Nicaragua — 100
las obligaciones del sistema PAYGO en el futuro, pero sin eliminarlas del todo. A falta de
datos estadísticos sólidos, asumimos que el sistema PAYGO de México también girará
hacia una obligación de 15%, al igual que Chile. Dos países (Perú y Colombia) refor-
maron su sistema de pensiones, adoptando un modelo paralelo. Bajo este modelo, los
sistemas PAYGO y de aportaciones definidas operan paralelamente, y los trabajadores
tienen la opción de elegir a cuál sistema desean afiliarse. El análisis de la afiliación de los
trabajadores, realizado con base en información de encuestas efectuadas en Colombia,
sugiere que las obligaciones bajo el sistema PAYGO en Colombia ascenderían a alrede-
dor de 17%. Ante la falta de información, hemos adoptado un valor similar para el Perú.
Uruguay y Costa Rica reformaron sus sistemas de pensiones, optando por un modelo
mixto en el que los trabajadores participan en ambos sistemas simultáneamente. En
consecuencia, los trabajadores recibirán un ingreso por concepto de pensiones bajo el
sistema público PAYGO y bajo un sistema de aportaciones definidas. El análisis de las
normas de estos sistemas mixtos sugiere que el sistema PAYGO en Uruguay operará
a un 65% de sus obligaciones previas bajo el sistema PAYGO. Sin embargo, en el caso
de Costa Rica, no obstante la introducción de un pilar de aportaciones definidas, el
sistema PAYGO antiguo sigue proporcionando las mismas garantías que antes de la
reforma y por lo tanto opera al 100%. Los cuatro países restantes (Argentina, Brasil,
Cuba y Nicaragua) manejan sistemas PAYGO, aunque dos de estos países (Argentina
y Nicaragua) revirtieron a sistemas PAYGO luego de intentos fallidos de realizar re-
formas estructurales a sus sistemas de pensiones.
Los cuadros 7.9 y 7.10 muestran los resultados de nuestras proyecciones para el ru-
bro de pensiones. Evaluamos dos escenarios. En ambos escenarios, tomamos en cuenta
los cambios en las obligaciones del sector público basados en las reformas legisladas
de los sistemas de pensiones. En el escenario “envejecimiento solamente”, los costos
se elevan debido al incremento del porcentaje de adultos mayores con respecto a los
segmentos poblacionales en edad de trabajar, y son compensados por una reducción
de las obligaciones del sector público en los países que han promulgado reformas a
sus sistemas de pensiones. En el escenario “envejecimiento y cambios económicos”, la
generosidad de los beneficios se acerca a los niveles de la OCDE con un crecimiento
del ratio PIB/trabajador. Bajo este escenario, los niveles de beneficios de la OCDE se
reducen debido a las reformas de los sistemas de pensiones que ya han sido promulgadas
y al hecho que los niveles de RGB de la OCDE son menores que los que se observan
en los países latinoamericanos.
Bajo el escenario “envejecimiento solamente”, tres de los 10 países registrarían reduc-
ciones en los costos de sus sistemas públicos de pensiones de aquí al 2050. Estos países
son los que tienen sistemas de pensiones que reducen la participación del sector público
debido a una reforma que introduce un sistema de pensiones sustitutivas o paralelas.
El Perú constituye una excepción. Aunque el Perú introdujo una reforma paralela en
1993, ésta tendrá un menor efecto de compensación del proceso de envejecimiento en
Cuadro 7.9 Gasto público en pensiones con las reformas de los sistemas de pensiones
(Porcentaje del PIB)
Incremento entre
2005 2050 2005 y 2050
Envejeci- Envejeci-
Enveje- miento Enveje- miento
Sistema de cimiento y cambios cimiento y cambios
pensiones País solamente económicos solamente económicos
PAYGO Cuba 6,8 23,1 16,6 16,3 9,8
Argentina 4,2 7,4 8,6 3,2 4,4
Nicaragua 2 5,6 6 3,6 4
Brasil 7 25,1 10,1 18,1 3,1
Mixto Costa Rica 4,2 13,8 9,1 9,6 4,9
Uruguay 9,8 10,5 6,7 0,7 –3,1
Paralelo Perú 3,2 6,2 5,4 2,9 2,2
Colombia 3 2,3 1,8 –0,7 –1,2
Sustitutivo México 0,7 0,6 2,3 –0,1 1,6
Chile 3,5 2,1 1,5 –1,4 –2
el gasto público debido a que el Perú se encuentra en una etapa más incipiente de la
transición demográfica. En el caso de los países que mantienen sistemas PAYGO,
el efecto fiscal del envejecimiento será considerable. En estos países, el escenario
“envejecimiento solamente” grafica los efectos del envejecimiento de la población
con los patrones de edad actuales de los costos de los beneficios. Las obligaciones
de pensiones públicas en Brasil y Cuba se triplicarán durante el período.
El escenario “envejecimiento y cambios económicos” combina los siguientes tres
efectos sobre el gasto en pensiones: el efecto de las reformas, el efecto del envejecimiento
y el efecto de los cambios económicos/de políticas, en el cual los países se desplazan
hacia el promedio real de los ratios de generosidad de los beneficios en los países de la
OCDE. En algunos países, como veremos, acercarse a los ratios de generosidad de la
OCDE puede compensar el efecto del envejecimiento, especialmente en los países que
tienen un RGB más alto y no habían introducido reformas a su sistema de pensiones.
Esto se debe a que los RGB de los países de la OCDE son más bajos.
El cuadro 7.9 muestra el impacto ampliamente diverso de estos tres efectos en los
10 países. En dos países (Nicaragua y Argentina) el efecto combinado (que aparece en
la columna “envejecimiento y cambios económicos”) es positivo (es decir, los costos
Envejecimiento Envejecimiento
Sistema de pensiones País solamente y cambios económicos
PAYGO Cuba 7,5 5,5
Brasil 5 1,5
Argentina 0,8 1,3
Nicaragua 0,7 0,7
Mixto Costa Rica 2,7 1,5
Uruguay 0 –1,9
Sustitutivo México 0 0,8
Chile –0,6 –1
Paralelo Perú 0,7 0,5
Colombia 0 –0,2
solamente” indica que estos países también tienen sistemas de pensiones generosos
en comparación con la media de la OCDE.
El cuadro 7.10 muestra los efectos de ambos escenarios sobre el balance actuarial
en los 10 países. No es de sorprender que se proyecten impactos de endeudamiento
fiscal sustancialmente mayores en aquellos países que mantienen el sistema PAYGO:
Argentina, Brasil, Costa Rica y Cuba. Los países que han reformado su sistema de
pensiones podrán neutralizar en gran medida el efecto del envejecimiento sobre la
sostenibilidad fiscal. Es decir, podrán seguir financiando sus sistemas de pensiones sin
alzas drásticas de sus impuestos. Pero neutralizar las consecuencias fiscales no es lo
mismo que resolver el problema. Aunque los que contribuyeron estarán protegidos, el
número y la demanda de pensionistas seguirá creciendo. Que estas necesidades sean
atendidas con fondos públicos o privados, es un asunto de distribución y no de genera-
ción. No obstante, los países que tienen un sistema de pensiones PAYGO tendrán que
lidiar con el inexorable proceso de envejecimiento desde la esfera pública, cubriendo
unas obligaciones públicas muchísimo mayores con alguna forma de tributación.
Gráfico 7.8 Ratio de generosidad de beneficios de salud en países de ingreso alto y medio
participantes en el proyecto CNT
30
Gasto como porcentaje del PIB por
25
adulto en edad de trabajar
20
15
10
0 20 40 60 80
Edad
Países de ingreso alto Países de ingreso medio
3 La información estadística del proyecto CNT para Suecia y Estados Unidos incluye el gasto
en atención a largo plazo como parte de la atención de salud. Esto produce cierta ambigüe-
dad y probablemente signifique que nuestros estimados exageran el gasto en atención de
salud si se utiliza una definición de atención de salud más estrecha, pero lo subestiman si
se utiliza una definición más amplia. Sería preferible utilizar un tratamiento explícito del
gasto en atención a largo plazo.
Cualesquiera sean las razones, el giro hacia un mayor gasto en los grupos de la
tercera edad magnifica el efecto del envejecimiento de la población, en algunos casos
bastante dramáticamente. Colombia, Nicaragua y Perú verán crecer a su población
mayor de 40 años por un factor que oscila entre 2,6 y 3,5 de aquí al 2050, mientras
que países más ricos como Argentina, Chile y Uruguay verán un incremento de su
población mayor de 40 años que fluctúa entre 44 y 91%. Como siempre, Cuba cons-
tituye una excepción.
A continuación se presentan dos proyecciones ilustrativas sobre el gasto público
futuro en atención de salud.
“Envejecimiento solamente”. Bajo este escenario, solo cambia la estructura de la
población. El nivel de gasto por edades para cada país se mantiene fijo a los niveles
actuales.
“Envejecimiento y cambios económicos”. Bajo este escenario, la evolución de b(x, t)
es determinada por la descomposición en valores singulares (SVD). Los valores b(x,
t) iniciales son aquellos que se observaron en el 2005 (o fueron estimados según la
metodología SVD si se trata de un país que no está participando en el proyecto CNT).
El enfoque SVD no necesita que b(x, t) deje de evolucionar una vez alcanzado el nivel
medio de la OCDE del PIB por trabajador (según se asume en el caso de la educación
y las pensiones). En general, el SVD genera trayectorias menos lisas, ya que asigna un
mayor peso a los datos estadísticos de los países que se encuentran a los extremos en
la distribución del PIB por trabajador.
El gráfico 7.9 contrasta los dos escenarios para el caso de México. Las líneas más
tenues se refieren a los últimos años. Las proyecciones asumen un sustancial incre-
mento en el gasto en salud por adulto mayor –aumentando en un poco más del triple
durante los próximos 40 años. Es la interacción entre los crecientes números de adul-
tos mayores y la mayor focalización de los sistemas de salud en la tercera edad lo que
genera grandes incrementos en el gasto público en atención de salud.
Los cuadros 7.11 y 7.12 presentan un resumen de los cambios en el gasto público en
salud entre el 2005 y el 2050. Si no se producen cambios en los niveles de generosidad
de los beneficios, el envejecimiento de la población por sí solo generará incrementos
moderados en el gasto en atención de salud en todos los países de la región –un incre-
mento promedio de un punto porcentual del PIB de aquí al 2050 (cuadro 7.11). Como
se analizó anteriormente, con base en las observaciones de sociedades actualmente
ricas y viejas de la OCDE, no es razonable esperar que el gasto en edades específicas
se mantenga constante. Los escenarios “envejecimiento y cambios económicos” refle-
jan los grandes incrementos en el gasto en salud por adulto mayor a medida que las
sociedades latinoamericanas aumentan su riqueza y envejecen. En estos escenarios,
el gasto público en salud como porcentaje del PIB se incrementa en promedio en 4,3
puntos porcentuales de aquí al 2050. Un informe reciente de la Unión Europea proyectó
un incremento de 3,5 puntos porcentuales del PIB en el gasto en atención de salud
Gráfico 7.9 Proyecciones del gasto público en atención de salud por edades en México
14
12
Beneficios de salud como porcentaje del PIB
por adulto en edad de trabajar
10
0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Edad
Envejecimiento Envejecimiento y cambios
solamente económicos
(atención médica y atención a largo plazo) durante 2005–2050. Los incrementos que
nosotros proyectamos para América Latina, si bien son bastante pronunciados, son
similares a los que se proyectan para la Unión Europea.
Incremento entre
2005 2050 2005 y 2050
Envejecimiento Envejecimiento
Envejecimiento y cambios Envejecimiento y cambios
País solamente económicos solamente económicos
Cuba 7,4 12,4 20 5 12,6
Costa Rica 5,9 8 12 2,1 6,1
Colombia 6,2 8,1 11,8 1,9 5,6
Brasil 3,1 4,6 7,2 1,5 4,1
Argentina 4,5 5,4 8,2 0,9 3,7
México 3 4,1 6,2 1,1 3,2
Chile 2,8 3,7 5,5 0,9 2,7
Nicaragua 3,4 3,9 5,5 0,5 2,1
Uruguay 3,4 3,7 5,4 0,3 2
Perú 1,5 1,9 2,7 0,4 1,2
Promedio 3,4 4,4 6,7 1 3,5
Media 4,1 5,6 8,5 1,5 4,3
Cuadro 7.13 Escenario “envejecimiento solamente”: gasto del sector público en educación,
atención de salud y pensiones, 2005 y 2050
(Porcentaje del PIB)
2005 2050
Impacto fiscal País Combinado Combinado Educación Salud Pensiones
Perjudicial Cuba 24 42,6 7,1 12,4 23,1
Brasil 14,6 32,1 2,4 4,6 25,1
Costa Rica 14,6 24,4 2,6 8 13,8
Neutral Uruguay 16 16,2 2 3,7 10,5
Argentina 12,4 15,3 2,5 5,4 7,4
Colombia 14 13,3 2,9 8,1 2,3
Nicaragua 10,3 11,6 2,1 3,9 5,6
Perú 7,4 9,6 1,5 1,9 6,2
Beneficioso Chile 9,7 8,1 2,3 3,7 2,1
México 9,2 7,7 3 4,1 0,6
Promedio 13,2 14,3 2,5 4,4 6,8
Media 13,2 18,1 2,8 5,6 9,7
Cuadro 7.14 Escenario “envejecimiento solamente”: gasto del sector público en educación,
atención de salud y pensiones – balance actuarial, 2005–2050
(Porcentaje del PIB)
los ingresos por trabajador a los niveles actuales de la OCDE. Este escenario de “enveje-
cimiento y cambios económicos” se describió anteriormente y aparece en el cuadro 7.5.
En el rubro de pensiones, también nos focalizamos en un escenario en el cual los
países se desplazan hacia los niveles de beneficios que actualmente se observan en la
OCDE. En la mayoría de los países, esto significa una reducción de la generosidad de
las pensiones así como una caída particularmente pronunciada en el caso de Brasil,
Costa Rica y Uruguay (cuyos RGB de pensiones se encuentran por encima de .4). En
el caso de Argentina, México y Nicaragua, los niveles de beneficios de pensiones se
elevan ligeramente bajo el escenario “envejecimiento y crecimiento económico”.
En cuanto a atención de salud, los países se desplazan hacia, y en algunos casos
sobrepasan, los niveles actuales de gasto para edades específicas de la OCDE a medi-
da que crecen los ingresos por trabajador. A diferencia de los rubros de educación y
pensiones, no se ha establecido una cota superior para el costo para edades específicas.
Los impactos combinados del envejecimiento de la población y la expansión de los
sistemas de atención de salud y educación, así como el desplazamiento hacia los niveles
de pensiones de la OCDE, significan que todos los gobiernos incrementarán su gasto
social a lo largo del período. En algunos casos, el incremento general es leve (Chile y
Uruguay), representando un incremento del gasto de menos de 2 puntos porcentuales
del PIB de aquí al 2050 (cuadro 7.15). Colombia, México, Nicaragua y Perú registrarán
incrementos moderados de alrededor de 4% del PIB en los tres programas combina-
dos de aquí al 2050. Algunos países enfrentarán serias presiones fiscales (Argentina,
Brasil, Costa Rica y Cuba). En estos países, el gasto público combinado en educación,
atención de salud y pensiones se elevará en más de 50%, añadiendo entre 6,5 y 17,8%
del PIB al gasto público (cuadro 7.16).
Por consiguiente, los cambios demográficos en los próximos 40 años generarán
tanto desafíos como oportunidades. La oportunidad más evidente se encuentra de lejos
en el campo de la educación. Estas proyecciones implican que es posible alcanzar los
niveles de educación de los países ricos con incrementos moderados del gasto durante
el período. Aunque este capítulo no ha tomado en cuenta la relación entre educación y
productividad, es evidente que las mejoras en el capital humano que se derivan de las
inversiones en educación podrían compensar aún más incluso los moderados costos
que hemos proyectado.
El mayor desafío se encuentra en el rubro de atención de salud (cuadros 7.16 y
7.17). En gran medida, esto se debe a que muchos países ya han reformado sus sis-
temas de pensiones de forma tal que los costos futuros han dejado de ser incluidos
en los presupuestos del Estado. Es importante recordar que estas reformas no hacen
que desaparezcan los costos de pensiones; simplemente hacen que estos costos des-
aparezcan de las cuentas públicas. Aún está por verse el éxito que tendrán los nuevos
sistemas de pensiones para atender los crecientes números de personas mayores. Los
incrementos proyectados del gasto en pensiones en América Latina (media de 2,4
001Envejecimiento.indd 273
atención de salud y pensiones, 2005 y 2050
(Porcentaje del PIB)
2005 2050
Desequilibrio
fiscal País Combinado Educación Salud Pensiones Combinado Educación Salud Pensiones
4 Los 15 países de la UE son: Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Irlanda,
Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal, España, Suecia y el Reino Unido.
Cuadro 7.17 Escenario “envejecimiento y cambios en los beneficios”: gasto del sector públi-
co en educación, atención de salud y pensiones: 2005–2050
(Porcentaje del PIB)
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