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EZEQUIEL
La profecía de Ezequiel pertenece al exilio. Según el mismo libro, el mensaje del profeta vino de Yahvéh durante la
primera parte del exilio, entre el 593 y el 571 a.C. Por lo tanto, con Ezequiel comienza una nueva fase en la profecía
israelita, distinta en forma y características de las profecías estudiadas hasta aquí. En parte, ésta es la razón de la
dificultad que los eruditos críticos han enfrentado en su intento de relacionar Ezequiel (al igual que Zacarías y Daniel)
al «modelo» aceptado de la profecía israelita.
EZEQUIEL Y SU TIEMPO
El profeta. Ezequiel hijo de Buzi provenía de una familia sacerdotal (1:3). Se crió en Palestina, probablemente en
Jerusalén, y fue llevado al exilio en 597 (ver 33:21; 2 R. 24:11–16).1 Probablemente tenía unos veinticinco años en ese
momento, ya que cinco años más tarde, a los treinta (ver 1:1),2 es llamado al oficio profético.
Ezequiel estaba felizmente casado (24:16) y la muerte repentina de su esposa, anticipada por Yahvéh, se usó como
señal para Israel (vv. 15–24). Vivió en su propia casa en el exilio en Tel Aviv, en la ribera del Gran Canal (3:15; cf.
1:1; nehar keḇār, «río de Quebar», que sólo se encuentra en Ezequiel); la ubicación, si entendemos que «el río
Quebar» puede identificarse con el bab. nāru kabari, quedaba entre Babilonia y Nipur. Los ancianos vinieron a la
casa de Ezequiel en busca de consejo (8:1), lo que concuerda con la afirmación de que se encontraba «entre los
cautivos» (1:1) viviendo en una de las colonias judías que los babilónicos habían transplantado de Judá. Ezequiel
ubica ciertas revelaciones con la expresión «el … año de la deportación (ADe) del rey Joaquín» (597 = ADe 1). Su
llamado profético vino en el ADe 5 (593) y la última fecha registrada es el ADe 27 (571), lo que sugiere un ministerio
de por lo menos veintitrés años.
Debido a las visiones registradas, a su conducta extraña al representar algunas profecías, al relato sobre su
transportación de Babilonia a Jerusalén y su retorno (8:3; 11:24) y a otros detalles, a Ezequiel se lo ha llamado
extático, visionario, neurótico, psicótico y esquizofrénico.3 De hecho, su conducta era «anormal»; pero ¿qué es lo
normal respecto a un profeta sobre el cual el Espíritu de Dios ha caído?
Ezequiel ha sido descrito como sacerdote y profeta, pastor y predicador, «el padre del judaísmo». C.R. Erdman
sugiere que el profeta enseñó al pueblo a cantar canciones en la noche.4 Algunos consideran que su prosa es
«dolorosamente aburrida y repetitiva»,5 pero otros observan que su «visión poderosa, el conjunto de imágenes
atrevidas y su lenguaje conmovedor pueden mostrarse confiadamente junto a la poesía de otros profetas».6
Los tiempos. El exilio (597–538) casi coincidió en duración con el imperio babilónico (612–539).7
Las condiciones físicas del exilio aparentemente eran aceptables para muchos judíos. Los babilónicos no estaban
empeñados en castigar a los pueblos conquistados; sólo tomaban las medidas necesarias para evitar revoluciones. Los
asirios, más crueles, ejercieron una política de desarraigo de pobladores, dividiendo y dispersando, dejando que los
pueblos perdieran su identidad nacional mediante el matrimonio y otras formas de absorción. Por el contrario, los
babilónicos deportaban a los pueblos en pequeños grupos y les permitían preservar sus identidades nacionales. (Por
ende, los judíos pudieron regresar del exilio, mientras que las diez «tribus perdidas» fueron absorbidas). Jeremías
había aconsejado una política de actuar como si todo fuese normal en la cautividad (Jer. 29:4–7) y aparentemente fue
lo que hicieron los exiliados. Construyeron casas, plantaron viñedos, siguieron con sus artesanías y llegaron a gustar
de su nueva existencia. En poco tiempo, algunos judíos se embarcaron en aventuras mercantiles.8 Cuando llegó la
oportunidad de volver a Jerusalén, muchos prefirieron permanecer en Babilonia, lo que marcó el inicio del centro
judío que habría de producir el Talmud Babilónico.9
Las condiciones religiosas en el exilio eran ambiguas. J. Lindblom, basando sus conclusiones parcialmente sobre los
agregados «exílicos» a las profecías preexílicas (y en ese sentido, no tienen apoyo textual aunque son esencialmente
correctas), observa:
Sería un gran error deducir de las profecías de Isaías respecto al remanente o de la visión de Jeremías de los
higos buenos, que los judíos deportados a Babilonia eran la elite moral del pueblo judío. Los babilónicos no los
escogieron por razones religiosas o morales. En cuanto a la idea de Isaías del remanente, simplemente
significaba que una parte del pueblo se salvaría de la ruina general y luego volvería a Yahvéh.10
Notemos que el principio de la elección soberana se aplica al exilio tanto como a cualquier período de la historia
israelita. Los exiliados no eran purificados por fuego y perfeccionados en la justicia en virtud de su condición; sólo los
elegidos podían dar este testimonio. El cuadro postexílico del pueblo judío es todavía un retrato incompleto de la
redención.
Sin embargo, el exilio fue una época para probar ideas respecto a Dios—¿estaba limitado a Palestina? ¿Era impotente
frente a los dioses babilónicos? ¿Podía adorárselo en tierra extranjera?—y a la fe. La teología de Ezequiel era
coherente con esta nueva situación.
CUESTIONES CRITICAS Y CANONICAS
Canonicidad. Obviamente, a Ezequiel se lo incluyó en el canon, pero la prueba de su canonicidad yace en un segundo
hecho, una extensa discusión sobre si el libro debería ser excluido (o «escondido»). A menudo, el asunto se presenta
precisamente en forma contraria y se sugiere que el debate giraba en torno de la incorporación de Ezequiel al canon.
G.F. Moore afirma claramente: «La pregunta no era si el libro es Escritura sagrada o inspirada, sino, suponiendo su
autoría profética y su inspiración, si conviene sustraer el libro del uso público para evitar que los indoctos o los menos
letrados tropiecen con las aparentes discrepancias entre el libro y la ley».11 Hananías hijo de Ezequías de la escuela
de Shammai quemó trescientas jarras de aceite en su estudio, tratando de armonizar los aparentes conflictos entre
Ezequiel y el Pentateuco. Luego, aunque se retuvo a la profecía como canónica, no se autorizó la lectura del capítulo 1
en la sinagoga y la lectura privada de la profecía se prohibió a menores de treinta años.12
Crítica. En 1913, S.R. Driver escribió: «No surgen preguntas críticas respecto a la autoría del libro; todo, de principio
a fin, evidencia la marca de una sola mente».13Pero en 1924, G. Hölscher, quien previamente se había atenido a la
autoría simple del libro, declaró que Ezequiel había escapado ya demasiado tiempo de la disección crítica. Mantenía
que, de los 1273 versículos de Ezequiel, 1103 eran agregados a la obra original.14 Desde entonces, las teorías han sido
múltiples, citando argumentos antiguos e inventando nuevos. Muchos se contradicen y la mayoría no ha agregado
nada al conocimiento religioso. C.G. Howie restauró alguna semblanza de razón.15 W. Zimmerli intentó entender al
profeta y no sólo seccionarlo con su teoría de Nachinterpretation de la profecía, proceso por el cual el mensaje
original influenció a las generaciones sucesivas de lectores, que a su vez dejaron niveles de desarrollo en lo que iba
acumulándose.16
No puede culparse al estudiante del proceso crítico por su escepticismo respecto a los resultados publicados de este
tipo de crítica. El Ezequiel «auténtico» está compuesto por 170 versículos (Hölscher) y, sin embargo, ¿puede
decidirse sobre esta base qué es auténtico y qué no? ¿Puede el profeta ser preexílico y postexílico, alcanzando hasta el
período griego? ¿Puede ser psicoanalizado in absentia? ¿Puede decirse que no traía mensaje de salvación y que todo
elemento afín debería excluirse de su profecía? El esfuerzo de Childs por volver a las contribuciones teológicas y
religiosas de Ezequiel es realmente refrescante. La posición de la presente obra es que la conclusión a la que Driver
llegó en 1913 no ha recibido un cuestionamiento serio,17 que los esfuerzos subsecuentes de recortar el libro
mayormente se han anulado mutuamente, y que Ezequiel debe ser estudiado como un profeta que introduce una
nueva etapa a la profecía resultante de la nueva situación en que se encuentra el pueblo de Dios exiliado.18
LA FORMA CANONICA
Análisis. La profecía consiste en mensajes dados bajo el mandato de Yahvéh, entregados oralmente (3:10; 14:4; 20:1,
27; 24:8; 43:10), y presumiblemente reunidos por el profeta o un editor posterior. Se mencionan trece fechas, cada
una ligada a una revelación de Yahvéh.
día mes año ADe (1=597–6)19