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Hey Cachaco!... Los Verdaderos Cuentos de Los Abuelos.
Hey Cachaco!... Los Verdaderos Cuentos de Los Abuelos.
GENESIS
Cuanta gente ignora la belleza de mis ríos y mis ciénagas, cuanta gente no tuvo la dicha
que tuve yo de pasar del tormentoso frío, del tumulto silencioso y agotador que ahoga
con la polución y el ruido las ganas de vivir, a ver volar las aves en los cielos azules y
brillantes por el sol, ese sol que demora cada vez más los días pero que seducido por un
caminito de luna lo deja morir, pero antes, nos deja ver su esplendoroso y multicolor
atardecer. Así era mi nueva y mágica tierra, llena de olores y fragancias naturales, llenas
incontrolables que solo podían ser vividas y captadas por mis sentidos que conectados
con el principal deber que me asigno mi Dios para que pudiera disfrutar como hombre
del paraíso del amor que este ser divino en estos tiempos me regalo.
Eran tierras puras, llenas de valores y gentes que te brindaban sinceramente un cariño y
una verdadera amistad, eran como tus hermanos quienes compartían con alegría los
triunfos y las derrotas, ha estas le sacaban apuntes de humor que te obligaban a verlas
Era un mundo rodeado por agua que te daban vida, aguas que te contaban historias
reales de los lamentos de sus hijos aborígenes que mezclaron su sangre con los negros
gratitud les dieron a cambio su fuerza para que preñaran con trabajo la tierra firme y
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hacer juntos en una sola familia que esta dieran frutos mestizos y zambos colmando
todos los rincones de este costeño universo y con sus voces y cueros te hicieron conocer
Las paginas que aquí se escribieron fueron paginas históricas llenas de sucesos de
mismo tiempo de fe, marcada por un nómada caminar que guiado por una campana de
cobre fundido anunciaba la llegada de una religión que llevaba la cruz en la cabeza de la
espada.
Estas historias aun se cuentan al igual que los verdaderos cuentos de los abuelos, esos
viejos sabios que con su piel trigueña curtida por el sol no dejan que estos relatos
mueran en el olvido y luchan todos los días para que este legado tradicional nos siga
diciendo al oído de dónde venimos y que con un máximo esfuerzo nos hace saber que
nuestra sangre tiene mucho de indio, otro poco de negros y que nos cubrimos con ropas
EL VIAJE DE LA SAL
El salir del interior de mi país para llevar la sal que daría gusto y sabor a un sabor aún
más grande, y sobre todo a una región ribereña con mares de agua dulce, fue lo más
significativo que pude hacer en mi vida. Al llegar me entre mezclé tanto con mis nuevos
vecinos y amigos que casi me convertí en uno de ellos, ya mi alegría era otra, mi piel se
quiso volver morena pero se resistía a perder su tono blanco natural y luego haciendo un
acuerdo rojizo con el sol, ambas tuvieron presencia e hicieron de mí un camarón con
corazón cachaco.
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Viajar con mi alma aventurera y mis conocimientos de marino de oportunidades por el
río que le dio la vida a mi país, fue lo que siempre quise hacer; la sal que traje de
Zipaquirá fue motivo suficiente para no dejar de hacerlo y sobre todo después de ese día
de parranda al lado del hombre más bohemio del río, quien con su guitarra me llevó a lo
más cercano que un ser humano pueda estar del verdadero amor.
Fue en Saloa donde la vi por primera vez, y era la primera vez que mis ojos veían una
sirena de agua dulce y justo antes de sumergirse en las tibias aguas de la ciénaga de
Zapatosa, una corte de garzas y patos la esperaban para con la brisa acompañarla en la
Juana Matos era su nombre, que nombre!, fue el nombre que le dio calor, quiero decir,
le dio fuego a mi corazón, ese corazón de marino cachaco. JUANA! mi mente no hacía
siquiera pensar en las bellas notas de ese tal Benito, el bohemio del río, el mismo que
conocí en ese viejo puerto, el de la guitarra, el de las serenatas a la orilla del río, el de
los mil amores, ese mismo que trató con el sabor agridulce del aguardiente hacerme
volver a la realidad de esa alucinación, pero que va, las vainas del corazón son las que
valen y el mío ya estaba tocado, no, tocado no, ya estaba encadenado al de esa mujer
llamada Juana y que muy pronto cambiaría su apellido de Matos por de Cubillos, que
ningún momento se me pasó por la mente estar en estas tierras ciénagueras, y mucho
menos que en ellas iba a conocer a la mujer de mi vida, a la madre de mis hijos. Me
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donde partimos por el río Cesar y nos introdujimos por la ciénaga de Zapatosa hasta el
pueblo este de Saloa, donde mi acompañante me llevó a parrandear con sus familiares
Palominos; Yo tenía que regresar urgente a mi tierra Zipaquirá para traer un gran
cargamento de sal que me permitiera mantenerme por estas tierra mucho más tiempo,
tiempo que aprovecharía para poder agregar a mi recorrido un pueblo más, el pueblo de
Chimichagua donde me esperaban los días, no, los meses, no, los años más felices de mi
vida y porque allí conquistaría a la sirena más bella de agua dulce a quien llamaban
Juana.
sangre. Fue cuando me vi involucrado en sucesos que marcarían mi vida para siempre y
le darían un nuevo rumbo y horizonte a mi existir. Yo fui un gran militante y fiel hijo de
mi partido conservador y por él, hice lo que hice, así me costara mi huida a las tierras
donde los cielos eran más azules y los días duraban más. Con mis dos hermanas
menores hice mi último viaje por el río que le contaba historias a Colombia, El
malos recuerdos.
El viaje de retorno venía motivado por los nervios y la ansiedad, los nervios por los
de estar nuevamente cerca a la sirena de agua dulce, esa que se sumergió en la gran
Aunque mis paradas obligadas casi fueron las mismas, dejé una menor cantidad de sal
Magdalena me detuve por unos cuatro días. Ahí me volví a encontrar con mi amigo el
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bohemio de la guitarra, ese tal Benito, quien de costumbre andaba cantándole al amor y
a sus conquistas que eran muy numerosas. Le dije cual eran mis planes y solo se reía, no
lo podía creer…¡el cachaco de la sal iba en busca de su amor a las playas de amor de
Chimichagua!.
lancha de vapor que viajaba a esa ruta hasta ahora inédita y desconocida. Su itinerario
era desde El Banco entrando a la ciénaga de Zapatosa por el río Cesar, llegaba a Saloa
El calor era apaciguado por la fresca brisa de los días novembrinos de ese verano, mis
dos hermanas y yo, mas ellas que yo, no sabían para donde iban o a donde llegarían a
El rudo capitán dio la alerta de aproximación y de manera sabia decidió anclar la lancha
a unos 2.000 metros de las playas, ya que la sequedad del verano, dejaba ver grandes
bancos de arenas que harían encallar la embarcación. En dos cómodos botes ordenó
desembarcarnos; en uno, los equipajes de los cuales sobresalía mi viejo y fiel baúl de
madera fina y en el otro bote los tres, pues los únicos que llegaríamos a este poblado en
Al llegar a la playa nos dimos cuenta de la belleza natural, las aves y su entorno de
ceiba, imponente y altiva del puerto; esta belleza fue premiada con las primeras sonrisas
que dejaban escapar mis hermanas desde que habíamos salido de nuestro pueblo
Zipaquirá, hacía más de un mes. Ahí nos quedamos más de una hora esperando que los
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dos botes de la lancha, trajeran todas las cargas de sal de mi negocio en varios viajes de
ida y de venida.
transportar la carga de sal hasta el centro de la población en sus viejos burros y otros, a
contemplar la blanca belleza de mis hermanas. En sus ojos se podía leer la popular frase
costeña… “¡huy carne fresca y blanca pa` que má!”. Los que iban a cargar se vinieron
con nosotros, les dije que quería vivir en una casa que estuviera cerca de donde vivía
Juana Matos, era mi única e importante condición, pero el destino sabía porque había
ella estaba alquilando una de sus frescas casas, justo al lado de la suya.
carga de sal fue impresiónate, todos, absolutamente todos los burros del pueblo fueron
usados en ese momento; íbamos rumbo a la casa que nos había alquilado Juana Matos,
en el puerto, a quien le pedí el favor. Al llegar a la casa, éste nos esperaba con llave en
mano, llave que abriría un viejo candado de la época, época que anunciaba las fiestas
Concepción.
La casa era de una frescura incomparable y su patio más, estaba cubierto naturalmente
por grandes palos de frutas como mangos, ciruelas, marañones, guayabas y ese gran
palo de níspero que daba una sombra con olor natural de anís; allí me recosté en un
taburete por primera y después por última vez; la primera vez, a supervisar la descarga
de sal en un cuarto que escogí como depósito, y después por última vez porque aquí me
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hallo en mis últimas horas dictando para que escriban mis memorias, vencido por los
Dos cosas tenía que hacer en el pueblo de Chimichagua, una era darme a conocer en el
ámbito comercial, saber quiénes eran las personas más adineradas y que poseían
almacenes o depósitos; y la otra, era propiciar un encuentro con la señora Juana Matos
para volver a sentir ese pálpito que mi corazón sintió en las orillas de la ciénaga en el
pueblo de Saloa.
Me di cuenta de inmediato que este pueblo vivía de la pesca y que la ganadería también
era un renglón económico en crecimiento, al igual que los cultivos de pan coger. Ahora
solo tenía que meterme en estos roles y ganarme la confianza de los comerciantes. Para
eso, ya tenía mi propia estrategia, organizaría una fiesta de bienvenida y esto me llevaría
también a lograr obtener mi segundo propósito, ver de cerca a Juana Matos, quien sería
LA CORONADA DE JUANA
Ya en el pueblo se escuchaba hablar de mí… “el cachaco recién llegado con la sal y
sus hermanitas blanquitas”, esto me convenía. Fije la fecha para la fiesta, sería el 1 de
diciembre en víspera de la fiestas patronales y así podía contar también con la asistencia
bueno no hay cosa más efectiva para conquistar a una mujer, que un mensaje de amor
enviado en una serenata con el músico que se especializa en los asuntos del corazón, y
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Mis dos hermanas me ayudaron con los preparativos de la fiesta, aunque la época en que
verano cuando la ciénaga comienza a bajar, se alborota una mosquitera que ustedes no
tienen ni la menor idea, es más dicen que estos mosquitos son tan numerosos y grandes
que son capaces de echar un perro al agua. Con las piernas de mis hermanas sí que se
dieron gusto, se las dejaron que parecían las más grandes mazorcas de maíz llenas de
granos por todas partes, se las volvieron trisas; éstas como mecanismo de defensa se
mandaron hacer unos guarda piernas con telas gruesas empapadas de un aceite que su
olor era repúgnate para los indeseados bichos. Ellas casi no salían a la calle, pero no se
dejaba de llenar el frente de nuestra casa, allí se daban cita todos los “gallinazos” locales
que pretendían conquistarlas, estaban casi todo el día es más; la vieja Faustina se ideó
un negocio con estos enamorados perseverantes, les puso mesas y sillas para que
jugaran domino y arrancón y también de paso les vendía chicha de arroz y “frías”,
mientras estos, esperaban ver a las cachaquitas de la sal, las que habían llegado con el
población de Chimichagua.
Entre estos Casanova había unos más osados que otros, se atrevían a ponerles serenatas
a mis hermanas y a ellas les gustaban, lo que no les cuadraba mucho era que todas las
canciones que les dedicaban eran vallenatos puros y ellas aún en sus recuerdos tenían el
ritmo de sus pasillos y bambucos. Así que una vez no sé si por coincidencia o no, a los
hermanos Rincón se les ocurrió contratar a un viejo trío de guitarristas que les gustaba
tocar boleros y para suerte de ellos, los músicos sabían tocar Los Guadales y Caminito
Viejo, y esa vaina fue el acabose para la soltería de mis hermanas, ahí se encuentran
ahora paridas de seis “pelaos” cada una. Estos cuñados míos dejaron ver que su dieta
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preferida era el bocachico puro de la ciénaga de la Zapatosa, porque me regalaron doce
Eran en general muy buenos muchachos como la mayoría de jóvenes que se criaban en
estos núcleos familiares, su vicio eran sólo el ron y las mujeres, aunque este par le
fueron fiel a mis hermanitas gracias al miedo que le tenían al genio de este par de
cachacas atravesadas. Mis cuñados me ayudaron mucho en lo que tenía que ver con el
comercialización. Yo les coloqué un par de tiendas, claro está que con el tiempo me la
compraron con las misma plata que yo les pagaba por su trabajo, como se decía
La convocatoria social fue todo un éxito a nuestra fiesta de bienvenida, asistieron las
mejores familias del poblado, estaban Los Palominos, Los Medina, Los Gutiérrez, los
De Piñeres, Los Tres palacios, Los Rangel, Los Querúz, y esto se debió en gran parte a
mi fluido negocio de la sal con los comerciantes locales y que también yo poseía mis
pesitos, no eran muchos, pero eran muy buenos ahorros y esto llamaba la atención.
Benito y su guitarra entonaban lindas melodía, fue en ese preciso momento cuando hizo
más tallada de todas la mujeres que allí se encontraban, mejor dicho era la mujer más
bella de la fiesta y ella lo sabía, por eso manejaba con habilidad todos sus saludos, nada
que paralizó a todos en el salón de bailes; cuando sus ojos me miraron sentí el calor de
un tizón de leña prendido, no puedo mentir me excitó tanto que me tocó disimular muy
bien mis ganas de correr a abrazarla y besarla, besarla era un pecado mortal en ese
momento porque tapar el rojo vivo de sus labios hubiera sido una ofensa para los demás
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Su entrada fue tan apoteósica que hasta la guitarra de mi amigo Benito hizo una pausa
para contemplarla. Si, se acerco a mí y me dijo no se qué cosa, mis oídos sólo
escuchaban los latidos de su corazón y el mío; cuando le besé la mano, sentí besar la
mota de algodón más suave de la mejor cosecha, mi olfato percibió el olor de la rosa
fresca de la mañana y mi ser confirmó que esa era la mujer con quien quería pasar el
resto de mi existencia.
La empatía o química que despertaron mis hermanas con JUANA, fue otra señal que me
dio el destino para confirmar mis deseos. Desde la fiesta se hicieron grandes vecinas y
luego amigas, salían todas las tardes sombrilla en mano a visitar el sitio donde mis
hermanas dejaron ver sus primeras sonrisas, el puerto arenal, si, las playas de amor. Por
ellas me enteré que significaba o porque motivo le daban el nombre a tan bello lugar
“LAS PLAYAS DE AMOR”, es que allí asistían las parejas a reafirmar con la “prueba”
de amor, el amor que se sentían. No creo que exagere, pero creo que la mayoría de
niños de este poblado fueron hechos en las mentadas playas, si, de verdad que si,
Lograr que Juana me prestara atención no fue una tarea fácil y esto no por lo
complicado y estrictos que eran sus padres, sino porque en ella primaban
buena conducta y para eso tenía como regla principal el no tener amigas ni cómplices,
porque ella mantenía la teoría o la creencia que la fidelidad y los secretos en la lengua
Esto la hacía ver como una mujer engreída y arribista pero nada de eso tenía, cundo la
llegabas a conocer en el fondo era todo lo contrario. En ella encontrabas a una mujer
dulce, tierna, amorosa y muy apasionada. Siempre se la pasaba en su casa, todas las
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mañanas se sentaba en su terraza a leer libros de autores muy famosos porque era muy
culta, y como cosa curiosa tenía un amigo muy peculiar, era un hombre de esos que tú
dices fuera de serie, chacharachero, bonachón y muy divertido, siempre lograba que te
rieras por su agraciados cuentos que el mismo le sacaba a todos en el pueblo, su nombre
era Eugenio Cárcamo alias “Barrabás”, oriundo de un pueblo de Sucre, por allá en la
Mohana de donde era el cuento del cacique Mohán. A este hombre se le atribuían más
de mil muertos, no porque él los hubiera matado sino que éste tenía la mala costumbre
que si tu le preguntabas por alguien, enseguida te decía que hacía más o menos una
semana, ese alguien había fallecido; más de uno se ganó un pésame por esta peculiar
manera de mamar gallo, y lo decía tan serio y triste que uno se lo creía de verdad. A él
le gustaba sentarse con Juana todas las mañanas, juntos comían toda clase de chucherías
que pasaban vendiendo los niños del pueblo, comenzando con las almojábanas, los
casabes, las panochas y terminando con todas las clases de cocadas y panelitas que se
producían en Chimichagua.
Juana era una mujer amante del campo, le gustaba armar paseos familiares a su finca
llamada Chabacú, en las afueras de la población. Nunca supe lo que significaba este
nombre, pero por estas tierras pasaba un lindo y hermoso caño llamado “la Ceja”, sus
orillas llenas de una gran cantidad de ceibas de brujas y numerosos cañahuates, que
cuando florecían dejaban caer sus bellas flores amarillas que teñían los verdes pastos y
las aguas cristalinas del caño. Allí en ese caño por la parte de afuera se daban cita todas
bochinches, si tú querías saber los últimos acontecimientos del pueblo solo tenías que
coger una ponchera de ropa sucia e irte a lavar en la “Ceja”. De ese lugar salías con
seguridad bien documentado, es más, yo creo que en ese caño, era donde nacían todas
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Solamente pude estar cerca de Juana en una ocasión antes de la fiesta que organicé,
bueno si se le puede llamar cerca el haber llegado cinco minutos después que ella se
confirmé cuando le pregunté a la niña que atendía, ella me dijo, que esa fragancia de
No solo yo era quien la pretendía, había también jóvenes nativos como los hijos de
Ulises Querúz, los del doctor Villanueva que eran de El Banco y dueños de la finca la
“cabaña” que quedaba cerca a Chimichagua, los muchachos Laitano y muchos más.
y tradición, es más todos los alumnos como condición básica para permanecer en ella
tenían que tener un promedio de calificaciones de 4,5 sobre 5 y además les tocaba tener
la misma caligrafía y escritura que su rector. Los alumnos de Pinillos se conocían por su
letra que era muy bella y legible y en épocas de vacaciones estos muchachos venían a
Por “Barrabás” me enteré que a Juana poco le gustaba tener relación con estos jóvenes
nativos, ya que según ella, eran hombres muy habladores que les gustaba contarse entre
ellos en las numerosas parrandas que armaban lo que hacían con sus novias; bueno en
mi condición de forastero cachaco este era un punto a mi favor. Ese mismo día también
me dijo que varias veces ella le había preguntado por mí, que si me conocía que era lo
que yo hacía, lo hizo de una manera muy interesada, esa noticia me lleno mucho de
alegría, es más esto hizo que el “Mata Vivo” de Barrabas” se ganara por mi parte una
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Nuestra relación amorosa comenzó con muchos temores y cuidados, desde un principio
le hice conocer a Juana que mis intenciones eran buenas y mi corazón estaba
convencido que esto terminaría en un matrimonio con muchos hijos abordo. Ella poseía
mucha iniciativa, era una mujer que le gustaban los retos y sobre todo muy estudiosa de
sus situaciones sentimentales, aunque no le gustaba mucho que la gente le hablara de los
demás porque ella decía que en todo lo que opinaba la gente de Chimichagua sobre
bastante bueno y necesario en la zona. Mi espíritu comercial buscaba una fórmula para
que el negocio de traer la sal a Chimichagua fuera más rentable, pensaba y pensaba ¿por
oportunidad se me ocurrió llegar hasta el puerto a meditar, allí aprecié la labor de los
negros bogas pescadores, eran gente muy fuerte, negros casi todos llegados de los
pueblos de Loba, cimarrones libertos que llevaban aún en sus tobillos las marcas
indeseables de la esclavitud, entre ellos se destacaba el Negro Vega, rudo como su piel
de ébano, líder de nacimiento y por contextura, peleador como oficio alterno, de todos
los pueblos circunvecinos lo venían a retar y éste con patrocinio local de los
comerciantes iba, peleaba y vencía como un Mío Cid Campeador de la ciénaga; estas
peleas eran tomadas como medidas de desarrollo, ó sea que si el Negro Vega ganaba, el
inquietudes, claro! si llevo por el agua los productos que se dan en esta zona a mi
pueblo y de allí traigo la sal… Que sencillo! eso los indios Chimila lo llamaban trueque,
pero este nuevo trueque me tenía que dejar ganancias en efectivo…mierda! hablando de
efectivo el mío debe estar que se pudre, creerán que estoy loco pero no, lo que sucedía
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era que por esas épocas no habían bancos y guardar el dinero era una labor personal, yo
empapaba tanto que a mí me tocaba contratar a una persona de mi confianza para que
me lo sacara a asolear, si, así como lo oye y para esto tenía una asistente, Carmen Tulia
Soto, una niña bien despierta y honrada; ella cogía el grueso bultito de papeles moneda
y con una gran cantidad de piedrecitas que le servían para sostenerlos de las brisas, lo
sin que faltara un solo billete y yo le pagaba su salario de cinco centavitos, que para una
Viajé a El Banco nuevamente, no sólo a coordinar todo lo referente al negocio que las
aguas de la ciénaga me habían iluminado, sino que también traía la misión de encargar
todo lo necesario para la boda mía con Juana Matos, si, así como lo o leen, me dio el sí
y es más también me dio la “prueba” de amor, pero no fue en las playas de amor como
todas, fue en un sitio más mágico de donde decían los ancianos que después de haber
enterrado unos calabazos en ese sitio brotaban de ahí, aguas cristalinas y afrodisíacas a
las cuales le atribuían poderes especiales. Se decía que el forastero que bebiera de estas
aguas no se iría jamás del pueblo y que encontraría a la mujer de toda su vida allí y
bueno yo ya sin haber bebido de las mencionadas aguas, estaba tragado de una de esas
mujeres, ahora se imaginan ¿cómo estoy yo ahora que probé la inocencia de Juana en
Fue un momento especial, de verdad que sí, es de esos momentos en que tú quieres que
el Dios Todopoderoso detenga el sol, así como lo hizo para su discípulo Josué. Si,
eyaculación, carajo! esa era una hembra en todo el sentido de la palabra, mira para estar
con una mujer como Juana tienes que atezarte de verdad, era candela viva! Si… así
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como la canción del viejo Heriberto Pretel, candela viva! Me dieron nervios de no darle
la talla pero me concentré a lo máximo y creo que no le fallé, porque como epílogo me
dijo al oído… “la gente es que habla mierda ah… los cachacos también tienen su
swing”.
EL NEGOCIO Y LA EXPEDICION
gente del común los llamaba turcos, eran los dueños de casi todas las tiendas al igual
que los cachacos paisas, unos pocos tolimenses y santandereanos. Era este poblado
Tomándome unos tragos con mi fiel amigo y futuro padrino de mi matrimonio, Benito,
acompañado claro está por los dos elementos que con el siempre estaban, su guitarra y
todo daba o pintaba bien, sólo algo me inquietaba, la cantidad de canoas que tendríamos
que utilizar para sacar los productos de Chimichagua y luego devolvernos con el
abría una gran fuente de trabajo para todos, en especial para los pescadores que tenían
Las parrandas con mi amigo BENITO continuaron cada vez que yo venía por la sal al
oportunidad me sinceré con mi amigo Benito que estaba en un temple “bacano” como le
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llamaban por aquí a la juma. Le dije el porqué no volvía yo a mi tierra y él me respondió
con una canción, era increíble lo genial y rápido que era este muchacho para componer
inquietud, esa de hacer más rentable mi negocio, claro! tenía que volver una sola
exclamó.., y en ella cargaremos a todos los habitantes del pueblo”, creo que mi Juana
en todos los rincones de la región y la respuesta fue unánime… “el único que puede
hacer algo como lo que usted quiere hacer, es el Mocho León”; Lo fui a buscar de
inmediato, lo encontré piao y ripiado, su aliento era el propio ñeque recién sacado del
tabaco y dándole dos aspiradas seguidas y entonces ahora olía peor a “mierda
quemada”. Me dijo en pocas palabras y con mucho respeto que yo estaba loco y que esa
embarcación no se podía hacer por dos razones: la primera, que nadie en la región había
intentado hacer una canoa de doce metros y la otra, que la madera para hacer una canoa
de esa magnitud se tenía que buscar en el centro de los playones y esa vaina sí que era
jodida, no sólo por sus condiciones naturales y su lejanía para cargar esas trozas, si no
porque tenían que pasar por el Cerro del Enviado y a ese cerro la gente le tenía más
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miedo que al mismísimo tigre de Torrecilla, otro obstáculo que se tenía que vencer
también.
Para mí nada era imposible y menos ahora que contaba con el apoyo de la mujer de mi
vida, Juana Matos y precisamente a ella fue la que se le ocurrió la idea de organizar una
expedición a las tierras de los playones; iríamos en busca de la madera para hacer
nuestra gran canoa, y lo haríamos fuera como fuera, al costo que saliera, eso sería lo de
menos, mejor dicho, si teníamos que tumbar el Cerro del Enviado para llegar hasta allá,
lo haríamos. Y si tenía ella que matar al famoso tigre de torrecilla con sus propias
manos no le temblaría el pulso en hacerlo; así fue que iniciamos la tarea de reclutar a
todos los voluntarios y entre esos tenía que estar el señor Cura, porque enfrentarnos al
Cerro del Enviado, se tenía que pelear con mucha oración y con la ayuda de DIOS.
Teníamos que organizar tres grupos, cada grupo con sus especialistas. El primer grupo
era el de los guías que nos llevarían hasta la orilla del caño que bautizamos “Caño
Largo”, porque por más que tratábamos no habíamos encontrado testimonio alguno, ni
nadie que conociera una parte de este caño donde pudiéramos atravesarlo sin tener que
Los guías eran personas puras, todos eran descendientes directos de las tribus Chimilas
que aún habitaban en estas tierras, sus rasgos eran inconfundibles, tenían ojos pequeños
como achinados, pómulos salidos, boca con labios carnudos, cuerpos atléticos, nalgones
y un pelo liso único de un color negro azabache; eran callados, pero laboriosos y
El segundo grupo eran los de los cazadores, expertos en encontrar rastros, descubrir
largas como las escopetas y changones con tiros recalzados por si las primeras armas
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fallaban. Eran en su mayoría mestizos con piel de un tono más trigueña, fumadores
El tercer grupo era el de los aserradores, estos nos escogerían y cortarían la madera que
el Mocho León nos había exigido para nuestra embarcación. Pensándolo bien, ahora
creo que este individuo creía que no podíamos cumplir sus condiciones y que se libraría
de hacer la canoa de doce metros la más larga de la región, pero que equivocado estaba.
Logramos comprar unos diez caballos, diez burros y diez mulas de carga; además
conseguimos tres perros cazadores que serían nuestros oídos y nuestros ojos en dicha
expedición. La mayoría de la gente del pueblo decía que nosotros de verdad estábamos
locos y como poca gente conocía nuestros propósitos y proyectos, pues con mayor
Al comienzo el señor Cura fue uno de los más reacios a colaborar en nuestra
expedición, luego de varias reuniones y con el ofrecimiento de una buena donación para
“Enviado”, un peculiar personaje que vivía en las misteriosas cuevas del cerro, en la
parte de la cima, lo había mandado a llamar para revelarle unas profecías y éste se
negaba a ir, ya que la condición principal para este encuentro, era que asistiera solo sin
sería la oportunidad para saber por parte del cura lo que quería decirle el “ermitaño” del
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En total reunimos a veinte personas sin contar al señor Cura y su monaguillo, a mi bella
mujer Juana Matos y a mí. Después de las fiestas partiríamos a conquistar los indómitos
En la noche del día 7 se iluminaba todo el pueblo con las tradicionales velitas, todos en
trataban de mantener las velas encendidas en el borde de los andenes; era una tradición
de las vecinas tierras de Venezuela para esos días y se agrupaban de manera cariñosa a
su núcleo familiar. Estos llegaban con su lenguaje Maracucho de “Chico vale” y con
ellos traían muchos valorados “bolos” o bolívares, moneda oficial de ese país petrolero.
Todos los nativos, los recién llegados y los visitantes foráneos se encontraban el día 8
de diciembre también llamado el día del “Estreno”, porque todos los pobladores
trataban de vestirse con ropa nueva traídas desde la ciudad de Barranquilla, desde la
población de El Banco Magdalena y otras que las hacían las modistas locales con telas
compradas en el almacén de la familia de Los Tres Palacios. Todos se daban citas para
bailar en los salones de fandangos y el más popular de éstos era el salón Santa Marta,
que quedaba justo en el centro de la población; ahí se podían escuchar los viejos discos
vieja vitrola comprada por los dueños del local a los Gitanos que venían de manera
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Estos Gitanos llegaban en sus carretas tiradas por viejos caballos y mulas, aunque
muchos también lo hacían a pie acompañados de sus familias completas y casi todos
conocedores del arte de adivinar el futuro y curar enfermedades con hierbas y plantas de
Esta Comunidad nómada por naturaleza estaba bien organizada y poseían un líder muy
respetado, sabio y escuchado por todos, lo llamaban “El Señor”, pero su verdadero
nombre era Lorenzo. Cargaba como mascota un cachorro de pantera que le obedecía
como perro casero; era un hombre de un porte impresionante, de un color de piel casi
rosada, sus ojos claros hacían contrastes con su liso y largo pelo amarillo y esto lo hacía
tener mucha acogida con las mujeres de la región. Se vestía de botas largas y ropa de
satín con colores vivos, en su cabeza siempre llevaba una pañoleta, en sus brazos
llevó este sujeto a su lecho; uno de los casos más comentados fue el de Tomasa
Lucumin, una negra cimarrona de color carbón y de pelo quieto, igual que el de su
marido pescador. Todo se vino a saber el día que ésta dio a luz y su marido al ver a su
primogénito tomó su machete y salió a buscar al gitano; se dice que no lo encontró, pero
que aún lo espera en la puerta de su casa con machete en mano. Desde ese momento
este pescador no volvió a expresar ni una sola palabra, y la cría le hace recordar ese
“cacho” bien marcado porque es un niño blanco de ojos azules, pelo liso y amarillo.
de los tres que sucederían en eso día; la gente de Chimichagua tenía de verdad una gran
devoción por su patrona y ésta nutria con sus revelaciones este sentimiento, lo digo
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Una en la tabla de arrollar pescado de una dadivosa señora llamada JULIANA, esta
gente más necesitada del pueblo, ¡eso sí era tener buen corazón!. Esa tabla y su imagen
santa con el tiempo fue cogiendo los colores que tiene la Virgen en su monumento
original; las romerías que despertó esta revelación fueron incalculables y los milagros
numerosos, es más todavía hay muchos fieles que preguntan por esta virgen que es
“Plata Perdida”. Allí se manifestó en una piedrecita negra que según dicen fue
encontrada por un hijo de Heriberto Pretel, el músico de Tambora. Al comienzo era una
pequeña roca que parecía un carbón, solo se podía ver la forma confusa de una
pastorcita y su vara de guía, luego al crecer comenzaron a salirle las ovejitas y ella tomó
su forma de cuerpo entero y cada vez más ha crecido, y está guardada en un altar en el
pueblo donde todos van a pedirle favores y no le llevan nada a cambio, cuyo nombre no
La procesión de la virgen el día 9 fue muy concurrida, las damas vestidas de blanco
cerrado se reunían cerca de los hombres que la cargaban, la mayoría de éstos eran
aguas hasta la propia puerta de la iglesia y estos hombres sacaron a la virgen hasta allí y
El segundo evento era la gran carrera de caballo, en donde competiría el caballo más
veloz de la región lo llamaban “El Pato” y así llamaban también a su dueño, un joven
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ejemplares venían de la tradicional ganadería de la Esmeralda, la mejor de toda la
región y creo que una de las mejores del país. Se sabía por cuentos e historia de la gente
que esta era una finca famosísima y que pertenecía a una familia alemana, pero esto no
era lo llamativo, lo que más llamaba la atención era lo que ocurría en el pueblo cercano
a la hacienda llamado Margarita “la tierra de las naranjas y las mujeres bonitas”, y esto
naranja y lo segundo, a que se comentaba que toda niña en época fértil era llevada por
su madre a esta finca para literalmente ser montada por estos extranjeros dueños de
dichos terrenos, y esto lo confirma la cantidad de mujeres con rasgos finos y europeos
trabajador, serio y dedicado a sus fincas. Ella fue producto de la unión libre de éste con
Felipa Cervantes. La combinación de sus padres, él, blanco de ojos azules y ella negra,
pelo quieto y ojos negros, dio como resultado a la bella mujer con quien se casó el joven
vaquero. Era una trigueña con ojos de color miel, con un pelo liso y negro como el
petróleo, yo creo que si la Virgen de La Concepción tuviera que encarnar en una mujer,
El vaquero viajero tuvo al igual que yo, su “prueba” de amor y éste de una manera
pero fue alcanzado y traído por los cuatro hermanos de la joven, hermanos estos que
habían pagado el servicio militar y tenían un carácter bien jodido, pero eran muy
discreción pero fue bastante concurrida. Con el tiempo este muchacho se dio cuenta que
lo que había ganado de la unión con la joven nativa fue de verdad una bendición, ella
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trabajaba a la par con él en los quehaceres de la pequeña finca que compraron para
vivir.
región al viejo ganadero Valentín Sánchez por un precio descomunal nunca antes
pagado por un animal; yo creo que el viejo Valentín le pidió este monto para no
comerciantes del poblado, fueron $150 (ciento cincuenta pesos) lo que pidió el viejo
ganadero por el ejemplar al joven vaquero por su insistencia, quien de sus bolsillos sacó
la plata, un peso tras otro le entregó al viejo, a quien se le vio triste no pudiendo hacer
otra cosa que tomar el dinero y darle al joven su más preciado caballo; es más, luego me
enteré que este joven vaquero le había mandado $50 (cincuenta pesos) más como gesto
de agradecimiento. Esa plata era producto de una apuesta de $200(doscientos pesos) que
Este negocio tuvo renombre en toda la región, y de allí nació la leyenda viva del famoso
caballo que llamaban “El Pato” y que ahora se encontraba presto a competir en uno de
La carrera este año tenía ribetes especial, primero porque que correría contra dos
ejemplares traídos desde otros pueblos circunvecinos, los mejores de los mejores, pero
esto no era lo especial, lo especial era que “El Pato” y su dueño le darían dos cuadras de
ventajas a sus retadores y ahí no paraba la vaina, apostarían $500 (quinientos pesos) por
caballo, una suma exorbitante, incalculable, nunca vista; para darles un ejemplo de lo
que era en plata esto, les digo que con esa cantidad podían comer durante un año la
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Todo estaba listo, los competidores estaban en sus posiciones, a El Pato, tanto caballo
como a su jinete se les veía confiados, mientras los otros dos caballos y sus dueños se
les veía que estaban tensos y sudorosos. El disparo del inicio de la carrera estuvo a
cargo del inspector de policía, sonó como un trueno del Tumba Cuchara como se le
conocía al vendaval que se veía venir de los lados de la población de Chiriguaná, era
una pavorosa tormenta tropical de temporadas. Casi de inmediato El Pato dio casería a
sus oponentes, su jinete ni siquiera lo taloneaba para que corriera más veloz porque a
ese caballo le gustaban los retos y estoy seguro que sus padres tuvieron que venir de
sus venas tenía que correr un buen porcentaje de caballo “pura sangre”. Fue como un
rayo y terminó la carrera sin despeinarse como diría Tomás Cuello,… “hasta ahí”.
El tercer evento del día nueve era la gran pelea de gallos, se haría en la gallera central y
aquí también había un ejemplar especial, el gallo de Patrón Machado. Decían las malas
lenguas que era un gallo cruzado con Guacharaca, ave agresiva del monte. Lo único que
se sabía a Ciencia cierta era que para ganarle a este gallo, sus rivales tenían que tener
tres espuelas, una en cada pata y otra en el corazón y eso que era tuerto el mentado. “El
Gallo Tuerto” se había paseado glorioso por todas las mejores galleras de la región, su
una pelea con un gallo que era del pueblo El Difícil (Magdalena), ni siquiera pudo
pelear con él porque al verlo éste murió fulminantemente de un infarto al corazón, eso si
exactamente de qué sitio, dicen que fue un regalo que le hizo una india WAYUU a
Patrón Machado, fue como un pacto de amor lleno de brujerías y cosas raras, la verdad
es que de este gallo se decían tantas cosas que ya uno no sabía cuáles eran verdad y
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cuáles no; lo único que yo sé es que fue criado en un patio común y corriente y
alimentado con buen desperdicio, su dieta normal era una buena dosis de puyas de
pescado, raíces de yuca untadas con suero amargo y muchos grillos que este podía
cazar. Este animal vino a conocer el maíz cuando ya estaba viejo al descubrirle sus
La mamá de Patrón fue la que se dio cuenta de que este gallo era bueno para la pelea, ya
que cuando ésta sacaba los desperdicios al patio y se los regaba a los animales que ella
tenía, el mentado gallo formaba unas trifulcas con los otros gallos bastos que
conformaban su gallinero oficial; los levantaba a pico y espuela hasta dejarlos muertos y
esto la tenia mareada porque siempre tenía que estar comprando gallo nuevo para rendir
su cría de gallina. En cierta oportunidad, cuando ella trataba de apartar el Gallo Tuerto
de una de sus peleas por la comida con el nuevo gallo basto, le puyó el ojo con un
escobajo de paja con el que trataba de evitar que éste matara al recién llegado, dejándolo
para siempre con un solo ojo para ver. Las quejas se las puso a su hijo…“ no sé qué irás
a hacer con ese bendito gallo que te regalaron, lo mejor es que lo lleves a pelear a la
gallera para ver si se le quita la mala costumbre de matarme mis gallos bastos”, le
dijo, fue ese día que Patrón Machado se dio cuenta que el gallo poseía una fuerte patada,
que sus plumas eran fuertes y formaban un duro escudo que difícilmente otro gallo con
Lo probó por primera vez en una esquina del pueblo donde comúnmente se reunían
galleros a calentar sus gallos, era una pelea de ejercicio pero el Gallo Tuerto no la tomó
así, aunque tenía sus espuelas naturales cubierta de esparadrapo desde el momento en
que lo soltaron fue dando patadas y picotazos que pusieron en serios aprietos a su
sparring, fue cuando se vaticinó que este gallo daría mucho de qué hablar en el mundo
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Para esta pelea se habían citado en Chimichagua todos los especialistas en este arte de
las espuelas, vinieron galleros del El Paso, Astrea, Chiriguaná, Bosconia, Valledupar
hasta de la propia Barranquilla, así como lo lee, estaba la crema innata de las peleas de
gallos; los demás tenían que ser cachacos para no haber venido.
Su rival esta vez era un gallo también de cualidades especiales, había nacido de un color
y terminó de otro, le llamaban “Cambios” y decían que eran una máquina de la muerte.
Los gallos fueron calzados por los dos mejores calzadores de la región, era todo un
ritual de velas encendidas, espermas de carey de alta calidad y filo, una buena dosis de
limón y soplos de tragos de ron. Aseguraban las letales espuelas con una tira de
esparadrapo y luego de una jalada de tendones, los ejemplares estaban listos para morir
como morían los gladiadores en la época romana… “Los que van a morir saludad a su
emperador”.
La pelea inicio a las 4:00 pm. en punto y eran las 6:00 de la tarde y estos ejemplares
aún se daban pico y espuela, fue tan cruel la pelea que a todos los asistentes que se
hicieron en la parte de abajo en la primera fila de la gallera se les tiñeron sus ropas de
ganador descontando los impuestos que se pagarían a los que llevaban las lista,
alcanzaban ya los $200 pesos aparte de las apuestas que por fuera eran casadas por la
la parte de afuera de la gallera no se veía un alma, creo que todo el pueblo se metió para
apreciar la contienda, es más hasta los carros de crema, los de raspado, los de guarapo y
las mesas de fritos fueron abandonadas por sus dueños que veían en la pelea de gallos
una oportunidad de multiplicar sus ganancias y Patrón Machado lo sabía por eso aposto
todo lo que tenía hasta creo que aposto a su encarte, su hermana solterona.
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Por fin el golpe final lo dio el “Gallo Tuerto”, fue un morcillero genuino creo que el
otro gallo no lo vio venir o quiso dejar que viniera de esa forma tan limpia para poder
descansar, sí; sería la pelea más larga de la historia de los gallos en toda la región, el
diciembre; para nosotros, fueron las alarmas que nos avisaban que el día y la hora
encabezada por los guías indios y todos los demás, atravesamos el pueblo por la calle
del medio que se encontraba totalmente invadida de botellas vacías de ron y ñeque; un
multicolor despedida, al igual que cadenetas colgantes que eran movidas tenuemente
por las primeras brisas del amanecer, algunos borrachos amanecidos trataban de ponerse
en pie para ver tan peculiar procesión, pero su temple o pea los volvía a recostar en el
por la última casa del pueblo, divisamos nuestro primer obstáculo, el Cerro del Enviado,
el señor cura al verlo, se santiguó seguidamente lo mismo hizo su monaguillo, desde ese
momento el cura, no dejó de mirar tan inmenso relieve y en sus manos llevó siempre su
santo escapulario, creo que rezó más de cincuenta rosarios antes de que estuviéramos
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Los guías nos hicieron acampar en un pequeño valle rodeado por un manantial de agua
árbol de orejero. Sólo los animales podían beber de estas aguas, eso precisaron nuestros
guías, ya que estas aguas eran de cal no aptas para el consumo humano, ¡increíble! el
Cerro del Enviado era de cal, si de cal pura, sus cuevas eran de cal, sus tierras eran de
cal, sus piedras eran de cal, hasta su agua; fue entonces cuando bautizamos este arroyo
No es para exagerar, pero al pie de este cerro se sienten cosas extrañas algo que te pone
los pelos de punta, tú sientes como si siempre te estuvieran observando; los perros
aullaban de una manera terrorífica, si no fuera por el cuidado que teníamos que tener,
hubiera preferido escalarlo y pasarlo el mismo día que llegamos. Era un cerro con
árboles gigantes, uno pegado al otro y sus ramas parecían que hablaran cuando se
mecían por la brisa, estaban tan pegados estos árboles que era difícil ver el fondo del
pequeño sendero por donde se movilizaron los dos primeros guías que se fueron a
explorar la ruta. Su misión era la de encontrar la vía menos peligrosa para subir y
atravesar dicho obstáculo natural, incluyendo el corto trayecto subterráneo de las cuevas
que nos llevarían a salir justo en el punto no menos peligroso llamado Torrecilla, un
valle donde el rey eran un gran tigre que le gustaba comer gente, y más si eran mujeres
Dos días con sus noches estuvimos acampados en el valle del arroyo de La Calera; fue
entonces cuando aparecieron entre la espesa niebla nuestros dos guías, se veían
cura les preguntó por El Enviado, estos hicieron gesto de no haberlo visto por ningún
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hablar el resto del día, como si tuviera entre manos algo que debía hacer. Partiríamos
con los primeros rayos de sol del nuevo día, eso fue lo que todos acordamos.
La última noche a la orilla del arroyo de la Calera fue la noche más oscura que mis ojos
hubieran visto. Era tan oscura que yo no podía ver a mi amada Juana quien se
Los sonidos eran tan agudos que uno podía oír hasta la pisada de los cucarrones. Al
fondo en intervalos de casi diez minutos, se podía escuchar el ronquido del tigre y la
bulla de los monos que prevenían a todos del peligro rayado que acechaba. Era una
noche espeluznante, y para completar la vaina, me dieron unas ganas de mear de esas
que sientes que se te fuera a explotar la vejiga y tu aliento huele al propio orín. Me puse
en cuatro para gatear y desplazarme hasta afuera del cambuche, trate de no hacer ruido
para no despertar a mi amada Juana, al salir levanté mi mirada y vi al señor cura vestido
de sotana y todo, alejarse por el sendero que antes habían tomado los indios guías en
búsqueda de la ruta que nos ayudara para atravesar el cerro del Enviado. En su mano
forma fantasmal; mis ganas de mear se me espantaron, regresé al cambuche, cerré mis
ojos y no los volví a abrir hasta que los primeros rayos del sol alumbraran y calentaran
mi cara.
Todo era confusión y conmoción. El suceso era la desaparición del señor cura y el que
más bulla hacia era su inseparable monaguillo que lloraba y hablaba a la vez y nada se
le entendía. Lo que yo pensé en algún momento, que era un mal sueño se había
convertido en una preocupante realidad, ¡el cura se había esfumado!; claro está que yo
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convencí a todos que lo que había hecho el señor cura era adelantársenos para ver si
podía encontrar a El Enviado y así hablar con él. Solo así pudimos partir hacia la cima
del cerro y yo esperanzado en que mi mentira se convirtiera más adelante en una verdad,
Para llegar a la cima del cerro donde se encontraban las cuevas, nos gastamos casi tres
días y medio, lo escabroso y resbaladizo del relieve, tanto para las bestias como para
nosotros nos retrasó bastante; yo fui uno de los primeros en llegar después de los dos
guías indios que ya conocían la ruta. Lo que se podía apreciar desde ese punto era algo
increíble, desde allí se podía ver todos los rincones de la majestuosa ciénaga de
Zapatosa, su inmensidad, los diversos colores de sus aguas, aguas que eran violadas
complacientemente por las aguas de los ríos Limón Y Cesar. Creo que en algún
Magdalena, ¡que paisaje! me hipnotizó tanto que por un momento me olvide de mis
acompañantes que llegaron de uno en uno, y también se fueron metiendo en ese trance
las cuevas. Era la cueva principal, la más grande y noté algo curioso en ella, su suelo
estaba totalmente limpio sin una sola hoja seca ni verde, parecía que alguien se tomaba
el trabajo de barrerla; de adentro salía un olor a flores y frutas frescas, además de una
luz y con la luz pude divisar a una silueta, ¡quien lo creyera!, la silueta que estaba
sentada en una roca de cal interna de la cueva era nada más y nada menos que la del
Señor Cura.
Sólo llegamos hasta donde estaba sentado Juana y yo, los guías tenían orden de no dejar
pasar a nadie hasta nueva orden; el Señor Cura se encontraba como en shock, su rostro
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era más viejo pero a la vez era muy terso y suave; su pelo tenía un brillo especial y su
barba era nueva, blanca y abundante, ¡mierda! a este señor le pasó lo de Moisés pensé
cuando subió al monte por los mandamientos. En sus manos tenía dos rollos de cuero de
TENDRÁS.
ESTAR.
pero no tenía nada escrito debajo de ésta. El cura balbuceó unas palabras que con
dificultad le pudimos entender… “no las escribió por mi culpa por no haber hecho
caso, por no haber venido sólo, de verdad que no era un ermitaño era una santo de
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De El Enviado no se supo más, se dice que llegó hasta la ciudad de Valledupar
misma manera es llamado ahora el Cerro de Cal. Optamos por devolver al señor cura en
para él continuar con nosotros en esta expedición, y además lo habíamos traído a él para
enfrentar los miedos de todos con respecto al cerro misterioso y esa meta ya la
que vernos frente a frente con el otro y no menos peligrosos obstáculo el tigre.
bello de verdad, era un valle con árboles frutales y de pastos frescos, sus pequeños
desniveles daban oportunidad para que nuestros perros se entretuvieran jugando a casar
armadillos y conejos, corrían de un lado a otro como niños en parque nuevo; no se pero
Pude apreciar que en muchos lugares de este valle habían cultivos de caña dulce, tabaco,
maíz, yuca, y creo haber visto uno de ajonjolí o de millo; el sendero nos llevó hasta una
pequeña pero bien organizada aldea, la aldea era conformada por aproximadamente
doce casas, eran casas de bareque y palma de vino, y se veían como abandonadas. Nos
detuvimos justo en el centro del poblado y desde allí divisé que al fondo se encontraba
un corral donde estaban amarradas un par de vacas recién paridas como esperando quien
las ordeñara. Me acerqué al corral y pude notar que las vacas no tenían ninguna clase de
marca, increíble! pero cierto, estaba al frente de dos vacas cimarronas de las que mucha
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De una de las casas se abrió una pequeña puerta y de allí salió un anciano, era un típico
indio Chimila y tenía los rasgos más acentuados que los de nuestros guías indios, éste
Se acercó a uno de nuestros guías y le habló en una lengua nativa, lo peculiar era que si
uno se concentraba bastante la podía entender…bueno, los gestos y ademanes que hacía
tosco rostro dejó dibujar una leve sonrisa y con un grito de aviso permitió que de las
casas comenzaran a salir personas y más personas, creo que salieron más de 80
personas, lo curioso era que todas eran mujeres y en mi mente no cabía la idea de que
este anciano indio Chimila fuera el dueño de tan numeroso y bello harén.
La amabilidad con que fuimos recibidos en esta aldea nos permitió descansar por tres
días, en los cuales interactuamos con todos los miembros de la comunidad y la pregunta
obligada se la hicimos al anciano líder ¿ y los hombres?. El nos explicó que la mayoría
habían salido en una temporada de caza en los playones y que no habían regresado, ellos
pensaban que muchos se perdieron en la inmensidad de esa tierra y a los otros, los había
Esta era la época en que los playones se secaban y se abría una gran extensión de tierra
firme y fértil, cubiertas por árboles gigantes de toda clase de madera inmunes casi todos
a la pudrición por el agua, mangles rojos, orejeros, Tolú, Carreto, hasta teca había que
es la madera más fina del mundo, y además quedaban algunas cienaguetas o cantagallos
donde veraneaban los grandes caimanes y muchos manatíes, dantas y chigüiros y los
pies que por esos territorios caminaban eran tropezados por miles de gálapagas y
morrocoyos.
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Sobre el tigre nos dijo que era una historia como extraña y rara, porque se sabía de su
existencia desde los tiempos de su padre, y aún ese Tigre hacía daño en la región de tan
productivo valle.
Cuenta que la fama de este felino, motivó a un cazador extranjero a venir a estas tierras
a matarlo y que este hombre reclutó a varios nativos de la aldea, entre esos a su padre
expedición. En su cuerpo venían pintadas las huellas de las afiladas garras del tigre. En
su agónico relato su padre contó cómo habían sido atacados por el felino blanco que
poseía pestañas albinas y ojos rojos. Nos dijo como los iba matando uno por uno a los
miembros de la expedición y que a los últimos que dejó fue a él y al cazador extranjero,
ese hombre que hablaba con lengua extraña y ademanes claros y precisos.
El Tigre se llevó primero al cazador y luego vino por mi padre, quien logró salir con
verdad es que creo que con esas heridas que le dejó en su cuerpo, no solo el tigre, sino
nosotros creíamos que el que nos contaba la historia era un muerto viviente. Del cazador
ni su ropa, nada de él quedó, mejor dicho, parecía que este hombre jamás hubiera
existido.
dónde venían, ni quiénes eran sus padres, lo único normal era que poseían unos rasgos
en sus rostros muy parecidos y diferentes a los de las mujeres nativas; el color de sus
ojos eran claros al igual que sus cabellos y su piel era más blanca que morena pero
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Bueno aquí nos encontrábamos nosotros en medio de un valle hermoso pero misterioso,
a la orilla de un caño si fin y en una aldea donde las mujeres eran nativas por su lengua,
Torrecilla viejo o no, aún raptaba mujeres vírgenes de esta población que cada vez tenía
más mujeres bellas y menos hombres. Esta vaina parecía una historia de las mejores
El primer contacto que vivimos con el famoso felino fue la tercera noche de nuestra
hubo un silencio aterrador que fue roto por el grito de una mujer que desesperada
luchaba para que no se la llevara el animal, que ahora casaba solamente a nativas
vírgenes. Al día siguiente comentando lo ocurrido y atando cabo, nos pudimos dar
cuenta que los raptos sólo eran de las mujeres nativas y que nunca el tigre se llevaba a
concluimos que teníamos que salir a cazar y matar a este tigre asesino o si no, nunca nos
dejaría llegar hasta el centro de los playones que era la meta final de nuestra travesía.
aldea para que cuidaran a las mujeres incluyendo a mi amada Juana. Los guías, los
cazadores y los perros al igual que yo, salimos bien temprano en búsqueda de los rastros
que nos llevaran hasta la guarida del tigre secuestrador y asesino de mujeres; no
regresaríamos sin la cabeza como trofeo de tan famosos felino del Valle de Torrecilla.
humedad hacia que el cuerpo sintiera frío, la espesa niebla no te dejaba ver más allá de
un metro de distancia, y los perros con movimientos sigilosos eran nuestros ojos, oídos
y olfato en esta casería. Todos estábamos preparados para disparar, era lo que más
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queríamos hacer, y así todo lo que estuviera delante de nosotros asechándonos, se
echaría a la fuga, pero no, teníamos que reprimir ese impulso ya que sólo esto serviría
para alertar a este animal que había demostrado ser muy astuto y sobre todo era un
Llegamos hasta un pequeño manantial, ahí los cazadores, los guías y los perros
volvieron a encontrar nuevas huellas, eso era otra cosa curiosa, este animal no dejaba
rastros secuenciales sino que aparecían en trayecto distantes uno del otro, era como si
saltara trayectos larguísimos y donde caía allí dejaba ver sus nuevas huellas, esto tenía
Allí decidimos acampar pero nuestras habitaciones serían la copa de los árboles que
rodeaban el pequeño manantial, así, si el tigre osaba venir a beber agua lo tendríamos
seguramente en la mira de nuestras escopetas. Nadie creo que pego el ojo en toda la
adelante de donde pasamos la noche habían huellas recientes a la orilla del manantial,
pero no eran del tigre, eran de personas y más exactamente de mujeres; que vaina
jodida…a que mujer se le ocurría venir a coger agua en el manantial que tenía el temido
felino como bebedero oficial?. Llegué a una respuesta ilógica y sin ninguna
algunos llegaron a pensar que el miedo me había puesto a decir locuras. Seguimos las
huellas y éstas nos llevaron hasta un “plan” donde al fondo se divisaba una casa rodeada
de matas de plátanos y un gran cultivo de maíz; del techo de la casa salía una espesa
nube de humo, no quisimos acercarnos demasiado para no ser visto y así poder
tomarnos todo el tiempo para hacerle “inteligencia” al lugar y dar nuestro asalto final y
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Rodeamos la casa por completo y con movimientos militares copamos todas las posibles
vías de escapatoria. En todo el día no vimos a nadie entrar o salir de la casa ni en sus
alrededores, la orden que impartí fue la que todos esperaran, yo y uno de los cazadores
entraríamos a la casa por la parte trasera y cuando oyeran los disparos, todos harían lo
mismo por las puertas o por las ventanas. La única habitación donde se divisaba luz era
la que parecía ser la sala, yo entre por la habitación de atrás, este cuarto tenía un olor
… por DIOS en este cuarto es donde caga este bendito animal.., dijo entre dientes;
seguimos y pasamos a otra habitación igualmente vacía, y en la siguiente puerta que nos
comunicaría con la sala, por debajo se introducía una tenue y titilante luz, sabíamos por
instinto que allí era la sala y percibíamos que algo o alguien nos estaba esperando. Me
en una lucha con el propio animal; su cabeza era grande al igual que sus manos y sus
patas, me revolqué con él por toda la habitación, mis nervios no dejaban de acelerar mi
corazón que a mil por segundo latía buscando con ansiedad al igual que mis dedos
detonar ese disparo que acabara con la vida de tan inmensa fiera salvaje. Al fin se oyó el
añorado disparo, detonación que me hizo volver a la realidad y esta era muy diferente a
la que mis nervios me habían llevado a vivir. Bajo la tenue luz de la chimenea noté que
a mi alrededor había un público presente conformado por más o menos diez mujeres, en
el centro sentado una atlético anciano cuyo cuerpo en buena forma lo hacía ver más
joven que viejo y detrás de él, todo mis compañeros de asalto quienes me miraban de
una manera extraña y curiosa. Al lado en el piso se encontraba tendido el fiero animal o
por lo menos su cabeza, sus manos, sus patas y su piel, que formaban un bello y bien
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Un kilómetro antes de llegar a la aldea detuve a mis acompañantes de casería, le hice
jurar que a nadie dirían nada de lo ocurrido con el Tigre de Torrecilla y preparamos una
historia para que todos dijéramos lo misma vaina, cuando nos preguntaran por el
bendito animal; además, teníamos que cumplir con el trato que habíamos hecho con el
anciano atlético, el prometió que los raptos de mujeres se acabarían y nosotros diríamos
que al tigre de Torrecilla le había llegado la hora de morir para siempre y como prueba
Juana fue la más preguntona de todas y a ella me tocó decirle la verdad. Le conté que el
famoso tigre de Torrecilla era el cazador extranjero, el mismo del que nadie tenía
noticias; bueno él si mató al tigre y quiso mantener la leyenda viva como pretexto para
seguir viviendo en estas tierras y sobre todo, haciendo sus sinverguensuras con las
mujeres vírgenes de la aldea; las niñas que aparecían a las que el tigre no se llevaba,
eran sus hijas que devolvía el mismo para que se criaran con sus paisanas.
A la aldea no volvieron a llegar más niñas sin origen y no se volvió a oír mas ronquidos
espeluznaste, que con la ayuda de equipos de amplificación o bocinas te hacían parar los
pelos del cuerpo, “el tigre de Torrecilla no era más que un felino cabeza negra,
quedaba un interrogante ¿entonces a los hombres quien los mata?, esta respuesta seguro
Fuimos despedidos por todos y con un gran alboroto, el anciano indio y sus muchas
mujeres nos prometieron que si regresábamos por ahí, nos mostrarían un nuevo camino
por el Valle de Torrecilla que nos haría obviar la difícil ruta de escalar nuevamente el
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Cerro del Enviado, esa era una buena motivación para regresar a la aldea, y sobre todo,
para la mayoría de nuestros voluntarios que por su mente viajaba firmemente la idea de
Al llegar a la orilla de Caño Largo como lo habíamos bautizado, pudimos ver la belleza
natural de los playones que al otro lado del riachuelo se podían divisar, en la aguas se
veía saltar millares de peces, alborotados por la larga caravana de chigüiros que
embalsan y los numerosos vuelos de pesca de los patos barraquetes, pisingos y yuyos;
era algo indescriptible la diversidad de vida animal y vegetal te excitaban de una manera
sin igual.
Decidimos mandar a uno de los guías montado en uno de los caballos para que
atravesara el caño por un sitio que veíamos como llano, así era, estaba bastante seco, el
agua le daba al animal justo por el centro de su voluminosa barriga, jinete y bestia ya
recorrían el medio del caño, todo parecía indicar que por ahí era que teníamos todos que
cruzar nuestro bello Jordán…” pero una vaina piensa el burro y otro el que lo encilla”,
suerte al animal que impotente se iba hundiendo poco a poco hasta desaparecer; el guía
alcanzó la otra orilla y donde estaba la bestia sólo quedo un pequeño remolino de
corrientes diversas. Este fenómeno característico de los ríos las ciénagas y caños se
conocía con el nombre de Cantil, un peligroso abismo o agujero sin fondo que tenían las
Después de esto nos tocó seguir buscando por donde atravesar, los voluntarios para ser
los primeros en hacerlo escasearon; me tocó a mí, no iba a dejar que un caño troncara
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mi caballo a que se zambullera en las aguas misteriosas del caño, que de un momento a
otro dejaron su color cristalino y se volvieron marrones por los cascos de mi caballo al
tocar el semiseco fondo; sin darle tiempo a mi montura de arrepentirse, crucé el caño sin
novedad, todos se alegraron y gritaron de júbilo y más tarde siguieron la ruta trazada por
mí.
de un verdor espectacular, los animales corrían las largas y extensas llanuras si límites
de velocidad. Así como nos sentimos en este lugar así mismo se tuvo que haber sentido
Adán en el paraíso antes de embarrarla, claro está, aunque la culpa se la echen a Eva.
Duramos exactamente cuatro días en llegar a ese punto, allí se encontraban los
apetecidos árboles que teníamos que tumbar y aserrar, los vi y le di la razón a el mocho
León, eran los que servían para nuestra embarcación porque eran árboles especiales para
Diez días con sus noches trabajaron sin descansar los aserradores para tener cortadas las
trozas que luego en el pueblo serían cortadas y partidas para convertirlas en nuestra
canoa; tratamos que fueran lo menos grande posible para que nuestras bestias de cargas
no se cansaran demasiado. Justo el día que partíamos de regreso con la madera, nos
topamos con dos hombres muy parecidos, no sólo entre ellos sino al anciano de la aldea;
al conversar con ellos, nos dijeron que eran de allá, pero que al igual que los demás se
habían quedado viviendo en una población que para ellos era mas mucho más cercana
que su pueblo, y se llamaba Chiriguaná. Así como lo leen, estábamos casi a cinco
kilómetros de este lejano pueblo, pero no era lo cercano de la población lo que amañaba
a los desertores aldeanos, era su diario vivir en fiestas que acompañaban con muchos
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tragos de ron y mujeres fáciles, hacia que estos no volvieran a mirar hacia su bella
aldea, acosada entonces por los peligros del tigre, el cual nosotros sabíamos que no
A la aldea llegamos nuevamente después de diez días de viaje; el paso fue de verdad
muy lento por la carga, es más creo que era más lento que una marcha de nazarenos un
eso no los forzamos mucho y además le dábamos una alimentación especial como si
En la aldea descansamos dos días más, éstos nos sirvieron para recuperar fuerzas y así
expedición.
hubiera hecho lo mismo si no estuviera casado y sobre todo con una mujer como la mía;
todos nos acompañaron hasta el arroyo de la Calera, esto lo hicimos por el nuevo
camino, el que nos prometió el anciano de la aldea, y tal como lo dijo, no tuvimos que
volver a subir y bajar el cerro del Enviado, y mirándolo ahora que el mencionado
personaje no estaba ya viviendo en el, se le veía como con más luz y tenía un ambiente
diferente y más acogedor. Sólo Juana, yo y tres aserradores regresamos al pueblo con la
carga de madera, en mutuo acuerdo decidimos decir o inventar la historia que los demás
habían muerto en la expedición, unos por fiebre desconocidas, otros por ataques de
brujas y la mayoría por las garras del tigre; todo esto lo hicimos pensando en la
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LOS DOCE BOGAS Y LA CANDELA VIVA
A los cinco días de nuestro arribo al pueblo, después de haber entregado las trozas de
descanso en paz de las almas que se perdieron en la expedición, todo el pueblo asistió.
Rezaban por el perdón de los pecados de los tales, los cuales nosotros sabíamos que
como debería decir lo que se ha escrito acerca del famoso viaje de esta embarcación.
leer la Biblia; para mí Jesús era un ejemplo de vida, la manera como nos amó, su
igual que él, decidí tener doce bogas para mover la canoa en los viajes de carga, pero
estos al igual que los doce discípulos de Jesús tenían como especial cualidad, la duda y
la incredulidad.
Que difícil fue reunir a estos doce, marineros de agua dulce. El más importante El
Capitán, tenía que ser especial o mejor dicho tenía que ser el hombre más rudo, más
guache y más cimarrón, en pocas palabras, éste tenía que ser la “tapa” de todos los
demás, porque eso de manejar a 11 bogas era una cuestión de admirar y para esta
peligrosa tarea tenía elegido al NEGRO VEGA que reunía con creces estas negativas
cualidades.
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Estos negros sí que poseían cuentos. Vivian en barrios colindantes con la ciénaga, y
solo en esos lugares encontrabas a estos cimarrones que eran dueño de una fama de
brujos. Decían que manejaban la magia negra o vudú, también que en esos barrios se
celebraban misas negras, las mismas que se hacía una renombrada esclavista española
de apellido Ortiz por los lados de Loba, en donde traían a la fiesta un macho cabrío, que
tenía relaciones con las mujeres que participaban de estas celebraciones rituales. Para
más señas a estos negros eran a los únicos pobladores de Chimichagua que ninguna
Gitana se atrevía a leerle la mano, era tan grande su fama que a ellos se le atribuía
también el hecho de la huida de todas las brujas de por aquí, a éstas no les tocó más que
hacer que irse a fregar a los hombres del cercano pueblo de Astrea.
trabajar a las minas de oro, estos aprovechaban la parte más angosta del rio y se tiraban
al agua y nadaban sin mirar atrás, alcanzaban las orillas y de inmediato se internaban en
la selva espesa de estas tierras donde los Españoles no se atrevían a penetrar. Desde allí
han salido en grupos pequeños, dicen que muchos conservan su lenguas nativas y que
otros aún ignoran que ya la esclavitud fue abolida y que ya podían hacer lo que se les
venga en ganas; hombres muy orgullosos y “hazañosos” como le dicen aquí a los que
les gusta estar bien engreído, sus atributos físicos en el arte de amar son muy apetecido
por la mujeres rebeldes de causas nobles, que creen que en lo grande está el sabor y que
Se sonó por mucho tiempo que a estos barrios de cimarrones llegó más de una niña de
bien y que hasta mujeres casadas se iban a dar gusto ahí. En cierto consejo comunal de
esta comunidad se optó por hacer un barrio nuevo que se llamaría el barrio de los
solteros, así se evitarían problemas los negros que ya habían formado legalmente sus
hogares, era que éstos siempre escuchaban que los maridos y padres celosos decían con
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rabia una amenaza general “esos malditos negros no hacen sino preñar a todas las
mujeres que se cogen, nos va tocar caparlos a todos” y esa vaina en cuestiones de
honor era bien peligrosa, así que la idea fue de lo mejor “cada responsabilidad es
cimarrones, claro está que al que le hacían caso en el barrio era al Negro Vega y a este
le daba lo mismo, el decía, que la culpa era de las niñas porque nadie se come lo que no
El día que fui hablar con él “Negro” Vega fue el día menos indicado, era el día de
descanso de este moreno cimarrón; pero que estuviera de descanso no era el problema,
el problema era que este día de descanso era el mismo día sagrado de beber del negro
Vega y allí era donde estaba el meollo del asunto, yo no lo sabía, y lo vine a saber
cantina de la “Ina” Machado, una mujer de lengua ligera y grosera, pero que en el
fondo era una persona de buen corazón. Allí estaba sentado, imponente y solitario, no
que le gustara tomar solo sino que sus acompañantes que eran tres amigos en total
yacían tendidos en el suelo junto a la mesa, porque habían sido privados por los negros
Lo que pasaba era que al Negro no le gustaba que nadie le quitara la palabra cuando él
estaba contando la historia de sus antepasados y esto lo hacía siempre que los tragos
calentaban sus orejas. Hablarle en ese momento era el delito más grande que alguien
podía cometer contra él y yo lo había hecho al saludarlo ¿cómo esta señor Vega?; todos
esperaban la trompada que se veía venir de las manos del Negro, pero a todos
dijo algo que para mí fue mi salvoconducto para no terminar privado en el suelo sucio
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por los gargajos de los borrachos de la cantina… “nadie me había saludado de esa
Los días siguientes los dedicamos a buscar a los once restantes bogas, teníamos que
tener en nuestro equipo una diversidad de hombres con cualidades que nos sirvieran
para afrontar cada viaje que hiciéramos. Los visitamos a todos en sus casas, eran todos
de clase baja, pescadores de toda una vida, sus mujeres casi todas paridas de más de 8
pelados, pelados que al igual que sus padres olían al puro pescado como los patos
ciénaga. Era un auténtico lobo de agua dulce, se conocía todos los rincones de esta
que lo despistara en su andar por los caminos de estas aguas, era fuerte y serio pero de
muy difícil genio; si tu le discutías una decisión sobre alguna ruta solo se limitaba a no
curtido y curandero especializado, sabía cómo combatir las picaduras de raya, culebra o
barbudos, conocía y sabía leer muy bien las estrellas de los cielos, tenía cualidad de ver
Lamparita y El Mohán.
El tercero y el cuarto eran los “MELLOS MENAS”, en todo era iguales, parecían dos
gotas negras de aceite quemado, los dos tenían la misma cantidad de hijo es más se
decía que a veces hacían la maldad y se cambiaban de mujer, éstas ni cuenta se daban.
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El quinto era “COBAO”, otro fuerte ejemplar de la raza negra aunque se decía que su
madre era india Chimila, pero su padre emigrante del Chocó que puso todo en la
hechura del pelado. Desde niño se ganó la vida achicando las canoas que venían de
pescar, y esto lo llevó a ser el más rápido en sacarle el agua a una embarcación, y era
El sexto y el séptimo eran los “GEMELOS ORTIZ”, buenos para los canaletes largos e
punto de ser casi invencibles en las apuestas de pulso, a muñeca limpia. Tenían buena
espalda en lo que se refería a la pesca, sabían exactamente dónde tirar sus chinchorros.
El octavo era el famoso “BOCADITO” su especialidad era la de cocinar pero sobre las
aguas de la ciénaga, así, como lo lee, este pescador podía sobrevivir bien alimentado
todos los días que él quisiera, era el único que prendía un fogón con candela viva y
El noveno era “El GOLE DURAN”, que de todos él era el que más o menos conocía los
números y las letras. Fue encargado de la carga y los fletes, también sabía tirar buen
El décimo boga seria “COLACHO RUBIO”, rajado para hablar y de cien palabras que
pronunciaba noventa y nueve eran groserías, su padre le quemó una vez la boca cuando
este era niño, porque llegó a sacarle la madre en una discusión que tuvieron, eso sí, era
bueno para reparchar embarcaciones, tenía una mezcla propia que curaba toda raja de
latonero.
descomunal, no hablaba por ser tartamudo, sólo se limitaba a tirar canalete y para eso
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tenía la costumbre de mascar una bola de tabaco puro y por eso sus dientes se le habían
caído de tanto hacer eso. Era un experto “mamador de gallo” y nadador, podía demorar
hundido en el agua todo el tiempo que él quisiera, en pocas palabras se decía que era el
Las posiciones quedarían así en la canoa: dos adelante con las varas largas, cuatro
sentados con los canaletes remos, luego otros cuatro, incluyendo al Negro Vega, detrás
de la carga con canaletes y remos, y dos en la parte de atrás con canaletes largos. Yo
iría en todos lados como dueño y señor de esta linda y novedosa embarcación.
Todo estaba listo, solo esperábamos que el “Mocho León” acabara con la construcción
de la nave y en eso trabajaba noche y día con todo el personal que le podía ayudar.
Entre sus trabajadores se encontraba Juan “Pita”, un pintor de dotes naturales que sería
elementos que le darían un color particular y duradero a su más importante obra de arte.
un 15% de velas que traían y las vendían los turcos, un 4% de caperuzas que
funcionaban con gas y 1% de planta eléctricas, ésta fue llevada por un adinerado
a éstos les llamaban los “abichuchos”. Era la única casa tienda donde tú te podías tomar
un refresco frío o una cerveza, los demás negocios encargaban el hielo a la población de
El Banco y cuando estos moldes llegaban aunque venían protegidos por cisco de aserrín,
Los políticos de turno tenían como banderita de batalla, para lograr votación, la promesa
que traerían una planta grande para todo el pueblo muy parecida a la que había en El
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Banco Magdalena, esto se quedaba en puro blá, blá, blá. Después de las elecciones no se
les volvía a ver sino para la fiesta y para las nuevas elecciones.
En cierta ocasión se sonó que para el pueblo venía un señor muy importante que nos
ayudaría a resolver nuestros problema, creo que era un embajador de un país europeo,
bueno esta noticia hizo que todas las mujeres enloquecieran, dejaron las tiendas sin
coloretes y pintalabios, todas soñaban con un príncipe azul como este futuro visitante y
una combinación como esta?, un lord Inglés casado con una Chimichaguera? Eso me
sonaba como al cruce que se decía tener el gallo fino de Patrón Machado con una
El Lord llego el día esperado, las solteras y las solteronas se peleaban por estar en
primera fila de espera, del arribo de la lancha que traía a tan distinguido señor, este sólo
se limito a bajarse por unos segundos, de vaina piso las playas de amor y de inmediato
Fueron muchas las que quedaron con los crespos hechos, los cachetes y los labios
pintados, seguirán esperando a su príncipe azul las solteras y las solteronas creo que
Entre este grupo se encontraba una hermana de Patrón Machado, el dueño del gallo
tuerto, a quien decían las malas lenguas… “el tren le había pitado hace ya mucho pero
mucho rato” además, de solterona era bien chismosa al igual que fiel devota al santo
casamentero San Antonio, santo que se encargaba de conseguir marido a las que ya
estaban quedadas. Dicha mujer poseía un estricto ritual de velación y se había gastado
más de mil paquetes de esperma en sus ruegos y no había recibido respuesta positiva
alguna; para reforzar su difícil tarea había pedido prestada la Virgen de la Tablita para
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ponerla en su altar y que ésta le sirviera de ayudante al santo de su esperanza y
aplicaba el famoso baño de las siete hierbas y una loción del pájaro “makua”, esto me lo
contó uno de mis ayudantes que era vecino de ella y que la mujer no es que tuviera mal
confirmaba que más de un vecino se daba gusto cogiéndole “punta” a esta mujer,
palabra que utilizaban para referirse al acto de fisgonear, en esta parte del país.
Su hermano Patrón Machado también había hecho lo imposible por conseguirle marido,
es más, el organizaba parrandas con sus amigos en su casa para ver quien le echaba un
piropo, así fuera en temple, pero nada! ninguno se hacía cargo del encarte familiar,
bueno la verdad es que yo no entendía lo que sucedía con la suerte de esta mujer, para
mas decirles me enteré que su hermano llegó al extremo de hablar y ofrecerle una buena
plata a uno de los gitanos que venían para la fiesta y este no aceptó, ni siquiera la quiso
Cierta tarde de verano y de brisas fuertes, esta mujer se quedó dormida, cansada de
tanto rezar y se le olvido apagar las velas con que alumbraba al santo casamentero y a
cama donde esta dormía quien al sentir el calor quemador se levantó a la carrera y salió
así como estaba, desnuda totalmente, la casa se quemó de inmediato, la gente trataba de
ayudar a apagar el incendio, pero todo fue imposible ya que la brisa avivaba más la
candela que cogió seguidamente la segunda casa y así camino casi por todas las casas de
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palma del barrio, y después por el 80% de la población. La candela caminó primero por
el barrio del higuerón, luego la calle del medio y en cuestión de horas casi todo el
pueblo era una bola de candela, no hubo arena ni agua que sofocaran esta llamas, era la
algunas de sus pertenecías antes de que llegaran las llamas. Nosotros estábamos un poco
más a salvo de este siniestro ya que nuestra casa se encontraba rodeada por varias casas
para que ésta de una manera milagrosa calmara la furia de la candela viva y así se hizo,
se sacó la procesión en compañía de los demás santos de la iglesia que fueron sacados
edificación religiosa.
De un momento a otro como mandado por Dios, comenzó a serenar, llovía y hacia sol
al mismo tiempo, la virgen había logrado que el Dios poderoso se condoliera de nuestro
pueblo; el aguacero se intensificó hasta lograr apagar todas las llamas, y la gente celebró
quien ya los había salvado en una creciente y esta vez, lo libró de las llamas de la
candela viva. Esa misma noche en la plaza se armó una fiesta con la tambora del viejo
Heriberto Pretel, fue cuando oí por primera vez la pegajosa melodía que decía,
viene… por la calle del medio, la candela viva, corre que te quema!. Toda la noche
autor el viejo Heriberto demostró una vez más sus dotes innatos de compositor y
músico, y eso que ni siquiera sabía leer y mucho menos escribir, pero poseía un oído
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De este incendio se salvo la iglesia, la parte donde estaba mi casa, la calle que limitaba
con la Ciénaga donde vivían los bogas y el Mocho León, que era la calle donde se
encontraba nuestra canoa de doce metros. Algo curioso sucedió y fue que donde
virgen.
Este no fue el único incendio que vivió la población de Chimichagua, hubo otro
volvieron a quemar, casi nadie hace referencia de esto, pero esto no es lo curioso de la
serie, fue que nunca se casó, murió solterona y si haber probado hombre alguno, bueno
Esto de los incendios no era exclusivo del pueblo de Chimichagua, según un viejo
profesor de El Banco Magdalena apellido Caamaño, este pueblo también se quemo pero
no fue por ninguna solterona sino por un Golero o chulo, que de manera extraña este
bendito animal se acerco a un fogón de leña y tomo por la parte apagada un carboncillo
y al levantar su vuelo lo dejo caer en el techo de palma de una casa vieja, esta se prendió
Nuestro proyecto era un secreto a voces, todos sabían que estábamos haciendo algo,
pero nadie sabía a ciencia cierta que era; gracias a la imprudencia de la hermana mayor
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hubiera quemado el pueblo con candela, lo hubiera hecho con la lengua… por ella, casi
El día más esperado por Juana y por mí había llegado. Era el día en que echaríamos por
primera vez a las aguas de la ciénaga, nuestra gran canoa; verla de verdad era una dicha,
botella de vino que traje de mi tierra, justo en la proa. Le advertí a Juana que no fuera a
utilizar las palabras de reto de los creadores de un famoso barco Ingles, que decían que
ni siquiera Dios podía hundir y no duró si no un solo viaje. Juana pronunció una oración
agua dulce. En ella convergen cinco pueblos importantes que fueron habitados por los
Eran hombres guerreros por naturaleza y bautizaban sus pueblos con los nombres de sus
Todos compartían las aguas de la ciénaga, bello legado dado por el Dios de la vida y de
la gran naturaleza. Entre estos pueblos Chimilas existía una relación bien fuerte.
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Esa era la ciénaga y los ríos de esta parte del país, todos unos teatros de historias de
nuestro país y además, era la despensa más grande de alimentos en lo que se refiere al
La ciénaga tenía dos temporadas o estado: El de las aguas, que era cuando recibía del
río Cesar la mayor cantidad de agua y esto hacía que se creciera, hundiendo la gran
Casi todo el año este complejo hídrico recibía la visita de patos venidos de todas partes
del mundo, algunos traían en sus patas una plaquetita con un numero de serie y la
palabra Canadá. En las aguas de esta ciénaga habitaban una gran variedad de peces,
aves, reptiles, y una abundante flora de mangles; se podían ver los grandes sábalos y
bagres pintados, al igual que las dantas y manatíes, los caimanes y las babillas. Los
pescadores eran seres privilegiados por hacer parte de tan bello lugar.
Esta ciénaga tan bien guardaba misterios, mitos y leyendas, así como un fuerte
“temperamento” como decían los afortunados hombres que habían podido sobrevivir a
una “picada” de la ciénaga, así llamaban éstos al comportamiento agresivo de las aguas
de la ciénaga de Zapatosa. Decían que las olas podían alcanzar hasta siete metros de
altura, que podían mandar a una lancha hasta el otro extremo si se dejaba coger de
frente por la descomunal fuerza natural, y de ese fenómeno poquitos podían echar el
cuento.
Cacique Mohán, sin meter los repetidos llantos que se oían desde las orillas de
Tamalameque. La Lamparita era una pequeña luz que se presentaba como guía a los
pescadores perdidos en la ciénaga, pero este encanto no era que los guiara para
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ayudarlos, si no, para hacerlos confundir más y así conducirlos a un lugar desconocido
por todos, donde solo se apreciaba cielo y agua, y uno moría desesperado y loco. Fueron
El Mohán fue un legendario cacique de la tribu Zenúe que le gustaba guardar sus
tesoros en las profundidades de las aguas del río San Jorge y en la Ciénaga de Ayapel;
escondió en esos lugares. Cuenta que una vez fue tomado prisionero, torturado para que
revelara su secreto. Este logró huir, se sumergió en el río y nunca más salió,
convirtiéndose en una leyenda que aún vive. Su reino lo ha extendido a las aguas de la
depresión Momposina, conformada por los ríos Magdalena, Cesar, las Ciénagas de
en las aguas son jaladas hasta las profundidades, donde éste tiene su residencia y nunca
Todos estos obstáculos tendríamos que enfrentar en el viaje que pensábamos realizar
hasta la población de El Banco, viejo puerto, en nuestra embarcación Julia Helena. Esta
tenía que llevar una gran cantidad de productos de la región, representados en bultos de
pescados salados, dichos bultos eran formados por líneas de pescados separados por
capas de sal, que alcanzaban una altura total de un metro de alto al igual que los bultos
de panela. También llevaríamos sacos de maíz, ajonjolí, millo, mango, naranja, limón y
yuca, al igual que chivos, marranos y gallinas; estos animales iban vivos y bien atados.
La carga más ligera era la que formaban las esteras, los petates, las aguaderas, las
esterillas y los escobajos, eran productos fabricados con muy buena técnica, calidad y
belleza por los artesanos locales que era muy admirados en toda la región.
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Nos comprometimos con varios comerciantes de Chimichagua, en traerles desde El
Banco varias cargas de productos que ellos compraban al por mayor y luego las vendían
al de tal en el pueblo.
Teníamos todo preparado, sólo nos quedaba escoger la fecha exacta de nuestra partida.
Ya por consenso habíamos decidido partir de noche y con luna llena para que nuestros
negros bogas no sintieran el inclemente sol de salida, ese mismo sol que hacía que los
días duraran más. Sacamos los cálculos de los días que nos gastaríamos en llegar al
muelle del viejo puerto, y todo apuntaba con retraso y adversidades a que arribaríamos
Dos días antes de la partida decidimos hacer una integración y celebramos con todas las
familias de los doce bogas. No se imaginen que era la última cena, no. Invitamos al
señor cura que ya se había repuesto de su trauma debido al encuentro con El Enviado.
Esta fiesta la hicimos en la orilla de la ciénaga, en las playas de amor del Puerto Arenal,
justo el lugar de donde partiríamos. Fue una noche mágica, la luna casi llena y los
candiles que sostenían las mujeres bailadoras de cumbia nos servían de iluminación.
Habíamos invitado para que nos amenizara la fiesta el grupo de tambora del viejo
Heriberto Pretel, éste que con sus historias vueltas canciones de tambora como: La
Candela Viva, Mi Compadre se cayó, La Perra y muchas más, nos suavizaba la bebeta
de ron fuerte que teníamos. Las parejas que bailaban no descansaban en ningún
momento, estuvimos ahí hasta que despuntaron los primeros rayos de sol del día
siguiente.
Todo fue alegría y un poco de celos, esto lo digo porque en toda la noche mí adorada
Juana no dejó de bailar, lo hizo con todos los bogas y con los que no lo eran, y de
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verdad que por primera vez sentí ese maldito sentimiento y eso no era buena señal.
porque si por algún detalle la gente te pillan con esa debilidad, entonces te atormentan
todo el tiempo y de una te envían al elemento que te daña, y te hace sufrir haciendo
Ese pedazo de papel que llega a ti por debajo de la puerta confirmando su rastrero
proceder, había hecho ocurrir varias desgracias como la del Tato Zambrano que mató a
su bella y querida esposa por causa de uno de ellos. Este decía que ella lo engañaba con
mentado “pasquín” lo bautizaron como el “chuchólogo”, que traduce algo así como el
especialista en llevar mujeres ajenas a su cama. A este hombre le tocó dejar su trabajo y
marcharse del pueblo por que en la lista de sus conquistas, también aparecía la mujer del
comandante de la policía.
Los pasquines eran armas utilizadas por personas bajas que querían hacerle daño a los
demás y por los menos nosotros todavía no habíamos caído en sus tentáculos
aniquiladores, hasta ahora; así que me preocupó el haber sido esa noche muy
porque ella se hubiera pasado en amabilidad con los hombres, sino por lo que dirían al
verla alegre y pasada de tragos; tragos que la llevaban casi hasta el delirio.
Más tarde mis temores y mis preocupaciones se confirmaron, me enteré que después de
La noche de nuestra partida fue como me la imaginé. El puerto estaba repleto de gente,
estaba a reventar y no le cabía una aguja; en las primeras filas estaba mi amada y
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calumniada JUANA, a su lado mis dos hermanas, al igual que el alcalde, el obispo, el
sonaban al mismo tiempo que la banda municipal dirigida por el Prof. Aranzales, hasta
los niños que debería estar durmiendo a esa hora, corrían detrás de los palos viajeros de
lo voladores que fueron quemados esa noche, mejor dicho fue toda una merecida
despedida que nos dio mucho ánimo y moral para comenzar nuestra travesía.
Lentamente y de una manera pausada nos fuimos alejando con el remar de los bogas,
que encontraban de la misma manera el compás para llevar un armónico navegar por las
aguas de la bella ciénaga. Nos fuimos apartando hasta no ver más las playas de amor,
regresáramos. Mire al cielo, y vi allí un ejército de estrellas que nos seguía, mostrando
lado a otro y morían en algún lugar lejano donde nadie las podía llorar.
La luna celosa trataba de apocarlas con su brillo y plenitud de llenura, las brisas eran
tenues y tiernas, y al igual se mantenían las aguas donde se reflejaba el caminito del
astro femenino que no permitía ver el juego travieso de las arencas y sardinas. El
silencio era total y relajante, sólo los remos al entrar a las aguas formaban una espuma
de ruido musical que acompañaba el silbido de algunos boga que entonaban melodías de
bailes cantaos.
palma de su mano, rompió este silencio musical con la orden de ruta que impartió,
“iremos buscando la isla de las babillas y las yeguas rumbo a la vereda de Santo
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Domingo”; de inmediato los “Mellos Menas” con sus largas y fuertes varas le dieron el
ciénaga. Estos eran los típicos hombres “anfibios”, pescadores cuando la temporada
estaba buena, y cuando se escaseaba los peces, saltaban a tierra firme y se dedicaban a
tejer con palma de esteras junto a sus mujeres, los petates, las escobas y las aguaderas
El viaje era de alguna manera muy seguro, y las tranquilas aguas hacían que rindiera
ese mismo instante cuando la llamé por primera vez “PIRAGUA”. Me puse a pensar
que no podía ser una canoa por sus dimensiones, pero éstas tampoco alcanzaban para
llamarla lancha; entonces me quedé en un punto medio, era una PIRAGUA y era la de
LA “PICADA” DE LA CIENAGA
Después de haber pasado la población de Santo Domingo como a las tres horas de
Algunos negros bogas tomaron ron para eso y otros juiciosos lo hicieron con agua; casi
todos prendieron sus calillas, las candelas de estas, parecían en la noche luciérnagas y
colegas más opacas que se encendían más cada vez que los hombres aspiraban su
delgado y más longilineo cuerpo. Esto convirtió el descanso en un espectáculo sin igual,
porque las miles de luciérnagas alrededor de la piragua hacían verla como con luz
propia y su reflejo en el agua, era el de una gran embarcación; claro está que a esta
reunión también llegaron los mosquitos, indeseables visitantes que fueron espantados
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con el humo de las calillas, llegaron en numerosos grupos y venían por nuestra sangre,
Al reiniciar la nueva faena de canaletes, remos y varas sentimos un fuerte golpe que
movió la canoa y nos paralizó a todos. Fue un tronco, pensamos la mayoría, pero no
preocupado, “Esta vaina no es cosa buena” dijo, y de inmediato echo mano a su collar
de aseguransas, compuesto por varias imágenes de santos y cruces. Hasta que salió el
sol no volvimos a sentir nada más. Dejamos de remar para darle a Colacho Rubio,
estructura de nuestra Piragua. Varios hombres con él se tiraron a las aguas de la ciénaga
No fue nada grave dictaminó el boga especialista. Lo que sí notó es que en el costado
donde pegó lo que pegó, quedaron unas marcas o rayones que parecían como si
hubieran sido hechos por unas largas y gigantes uñas, tratando de hacer un boquete en
nuestra embarcación.
acampar, pero nosotros sólo lo veríamos de paso porque llevamos ya el sol de frente a
nuestros rostro y descansaríamos más adelante casi en las orillas del poblado de Belén,
Las brisas se tornaban cada vez más fuertes y a los bogas esto los comenzó a inquietar.
De inmediato el Negro Vega impartió la orden a los “Mellos Menas”, que con sus varas
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limitó a decirme “agárrese bien el sombrero que se lo va a volar el ventarrón”; cual
no solo una, si no muchas nubes que venían viajando a toda velocidad en nuestra
dirección “cubran y aseguren la carga” fue la otra orden que alcanzó a dar, antes de que
la primera ola nos golpeara con una fuerza descomunal. Fue cuando me di cuenta que la
en una “picada”, el fenómeno que muy pocos hombres tenían la suerte de vivir para
contarlo.
El Mane Palomino dio una contra orden, ahora teníamos que apartarnos lo más rápido
posible de la orilla, mejor dicho debíamos ir más hacia el centro de la ciénaga porque
las brisas fuertes nos tratarían de hacernos estrellar con los gigantescos mangles rojos
que allí se encontraban. Los gemelos Ortiz introdujeron sus largos canaletes y con su
descomunal fuerza hicieron que la Piragua diera un giro de casi 180 grados, sus grandes
muñecas parecían que se iban a partir, pero ese esforzado y valiente movimiento nos
que nos hubiera partido en dos a nuestra ya famosa Piragua de un solo “tanganazo”.
Yo no podía creer lo que mis ojos estaban apreciando, de un momento a otro el cielo
azul del día se cerró en un tono gris oscuro, las olas alcanzaban alturas cada vez más
grandes, y al crecer su tamaño estas nos daban cada vez más duro y por todos los lados.
arrodillaron tanto los vareros como los de los remos largos para tratar de estabilizar con
la fuerza y a pulso limpio de los bogas centro, a la castigada piragua y así evitar, que
esta se volteara.
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Todos al igual que la carga estábamos empapados, nadie dejaba de remar y así ayudar a
la embarcación a luchar contra el fuerte fenómeno natural. El Negro Vega gritaba como
un loco motivando a sus hombres, sus gritos eran retos claro a la tormenta: “sopla,
sopla más duro “picada” de los diablos o es que no tienes más fuerza” y a los bogas les
decía: “vamos negros condenados les llegó la hora de mostrar el perrenque que tienen
en las bolas, remen como hombres que son”. El vaivén y el miedo hizo que yo vomitara
más de una vez, pero este vómito se disolvía de inmediato con las ráfagas de aguas de
las olas de la ciénaga, que eran agitadas por las fuertes brisas que me castigaban el
rostro.
La lucha duró más de 30 minutos que parecieron horas, y así como vino la “picada”
nos mirábamos unos a otros como preguntándonos ¿ajá y que paso?; las aguas estaban
totalmente mansas y revueltas, delante de nosotros estaba una bella isla de playas
blancas y grandes mangles rojos…”El Mane Palomino” solo atinó a decir lo que
Bueno aquí me encontraba de nuevo en una aventura más con doce bogas locos y
de todo y se dio cuenta que las pérdidas no fueron tan grandes, solo perdimos un bulto
canoa lo hizo a toda prisa, ya que el agua que se metió tenía bastante hundida la Piragua
en la parte trasera.
Álvaro Piñita, El Mane Palomino, El Negro Vega y yo fuimos los primeros en pisar
tierra en la desconocida isla; luego lo hicieron los demás, que se echaron a descansar en
la sombra de los mangles. Yo me interné y atravesé la isla que no era tan grande, era
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como de unas dos hectáreas de tierra, y estaba llena en su interior de palos de guácimo,
algunos fogones hechos con leña seca. Seguro que algunos pescadores habían estado ahí
Decidimos acampar para esperar a los anhelados pescadores y nuestra espera fue
premiada. Los pescadores regresaron y nos ayudaron a saber donde nos encontrábamos.
Era increíble, para que ustedes se hagan una idea clara de los que nos pasó o cuánto nos
pescadores que nos llevarían hasta un punto o entrada de la Ciénaga Grande, era
exactamente el punto donde el cielo y las aguas se besan, y la tierra no se veía por
ningún lado.
Esta segunda noche de viaje sería más tensionante, porque ya nuestros guías pescadores
Ciénaga; íbamos de nuevo en busca del punto llamado Embrujo Verde, pero por otro
camino. La noche no fue igual de clara a la anterior pero era visible nuestro navegar, al
frente de nosotros divisamos una tenue luz que se iba poniendo más brillante en el
transcurrir de las horas de viaje, al principio pensábamos que era el Embrujo Verde el
sitio que buscábamos y que nos tocaría coger de descanso y desayunadero. Sitio este
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que deberíamos haber pasado hace mucho rato si no hubiera sido por la “picada” de la
ciénaga. Nuevamente el “brujo Simanca” se percató que esa luz no se trataba de algo
bueno, era nada menos y nada más, que el encanto de “La Lamparita” y ordenó coger
una ruta diferente a la que mostraba nuestro nuevo reto sobrenatural, teníamos que
alejarnos lo más lejos posible de esa misteriosa y engañadora luz. Esta se veía después
“brujo” les pidió a los negros bogas que cantaran alguna tambora que nombrara a Dios y
Optamos por no mirarla pero nada de esto sirvió, ni los cantos, ni la indiferencia, ni el
credo en tambora, ni el padre nuestro, y cuando la vimos era que estaba justo arriba de
nosotros, el susto fue mayor. La teníamos encima de nuestras cabezas, su reflejo hacia
que el agua se viera de otro color que encandilaba nuestra visión. El “brujo Simanca”
nos gritaba que no miráramos el mágico encanto, pero la verdad es que por más que uno
tratara de cerrar los ojos no lo lograba, ahora si justifico a la mujer de LOT “la verdad
es que la curiosidad mato al gato” y convirtió a esa mujer en una estatua de sal y con el
agravante ahora aquí, de que esta luz brillaba cada vez más, y no desapareció hasta
cuando nos dejó ciegos y con una fiebre altísima que puso a delirar a la mayoría de
nosotros.
Yo caí en un sueño profundo al igual que casi todos, menos el Brujo Simanca y
Bocadito, que fueron los únicos obedientes que mantuvieron sus ojos cerrados en todo
corrían y gritaban, unos armados con escopetas y otros con machetes, unos arengaban a
favor del partido liberal y otros lo hacían al glorioso partido conservador. Era un caos
total, había personas muertas en las aceras de las calles, la mayoría de las casas ardían
en llamas, al igual que los carros. Yo corrí en busca de mis hermanas y luego los tres
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nos dirigimos hasta donde un tío abuelo llamado Laureano Lima, de allí me tocó salir a
cumplir una cita puesta por uno de los cabecillas de la guardia conservadora, era un
policía viejo y jubilado pero que aún tenía mando. El me entregó un viejo revolver al
igual que a otro joven que sería mi compañero y apoyo, nos transportaron a un lugar
donde teníamos que esperar a que pasara yo no sé quién y darle plomo hasta dejarlo
muerto. Así lo hicimos, mis manos se llenaron de sangre porque no me limité con
dispararle sino que me acerqué al cuerpo baleado y lo rematé dándole con la cacha de
mi arma en la cara, su sangre me chipoteó todo mi rostro y esa gotas rojas me quemaba
y me quemaban, las sentía como brea caliente; me froté un poco los ojos y al medio
abrirlos me di cuenta que el “Brujo Simanca” me los lavaba con raíces de “Tarullas” y
a los demás se los lavaba Bocadito, el boga que nunca abrió los ojos; al rato me
incorporé y me di cuenta que esa luz me había hecho vivir de nuevo mi malo y violento
pasado y que los demás también tuvieron ese doloroso recorrido por el tiempo pasado
de sus vidas.
Estuvimos a la deriva casi toda la noche y de nuevo teníamos que orientarnos; esta vez,
El Mane palomino pudo divisar una isla conocida, estábamos según él, al frente de las
una mata de Tarulla que arrimó con la ayuda de la larga vara de uno de los “Mellos
Menas”. Ahí preparó un suculento sancocho de gallina, con varias de estas aves que
llevábamos de carga, el caldo de este sancocho nos ayudaría a reponer las fuerzas que
perdimos en esta encantada alucinación; era casi de día así que lo vimos como un
desayuno y cayó como pedrada en ojo tuerto. Luego de esto, volvimos a coger el ritmo
y el rumbo, nuestra meta ese día era el de llegar por fin al punto del Embrujo Verde, un
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Arribamos al pueblo casi al terminar la tarde, su orilla se encontraba repleta de gente
como si nos estuvieran esperando, nos recibieron como héroes y al ver la piragua
exclamaban un nojoda! bien largo como del tamaño de la JULIA HELENA, tal
Desembarcamos casi todos, el único que no lo hizo fue el “Gole Durán”, responsable de
poblado que de un momento a otro se puso de fiesta, una tambora improvisada se puso a
tocar en una placita cerca a la capilla y de todos los rincones comenzó a llegar gente y el
ron no se hizo esperar, este llegó acompañado de cantadoras y cantadores y sobre todo
de muchas parejas de bailadores. Mis bogas y yo nos dejamos llevar del ambiente
festivo, bueno…después de lo que habíamos pasado no caía mal una “PEA” de acción
y con ésta llegó la tentación convertida en mujer; debo confesar que desde que mis ojos
vieron a Juana ese día en Saloa, no habían vuelto a mirar a otra hembra, pero la que
tenía ahora enfrente mío, era como el encanto de “La Lamparita” que por más que uno
Vigilia Aguas Limpias era su nombre, una mulata color carbón, con un cuerpo
totalmente macizo; en su contextura no había espacio para la flacidez, sus piernas eran
torneadas y perfectas al igual que sus nalgas que formaban un derrier a la perfección,
sus ojos eran grandes y de un verde esmeralda, su pelo era negro como el petróleo y
engajado como las olas de la ciénaga cuando va a comenzar una “picada”. Hasta las
gotas de sudor que bajaban por sus voluminosos senos hacían juego con su figura; en su
danzar de la tambora se le veía levitar, sus pies no tocaban el suelo en ningún momento,
sus caderas llevaban el ritmo del tambor “llamador” pero este llamado era a perderse en
el placer que te podía dar una mujer hecha para ser amada hasta la saciedad; me baila a
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mí, al cachaco, mi conciencia y mi voluntad fueron doblegadas por el calor que salía de
ese femenino encanto, cuerpo sediento de ganas amar y caí en ese mágico embrujo que
Toda la noche estuve en el medio de ese fogón encendido y formado por ese par de
piernas morenas y fui movido por toda una maquinaria de gemidos que hizo que por mi
mente paseara la infiel idea de llevarme conmigo hasta la orilla del muelle de El Banco
Los gallos con su canto hicieron que mis ojos se abrieran de un solo sopetón, y allí la vi
justo encima de mí, fumaba un tabaco que llenaba de ceniza mi pecho y de humo mi
cara. No sé si aún estaba dormido o soñando… pero al verla noté que su cara se
transformaba en una vieja bruja, sin dientes y con arrugas excesivas; le pregunte qué
diablos hacía y solo me dijo “te estoy asegurando”. Estas palabras las escuché con el
tono de una voz que no era la de ella, era una voz de hombre, gruesa y distorsionada, me
asusté tanto que de un sólo empujón me la quité de encima sin medir más palabras y a
toda prisa rebusqué mi ropa, terminé de vestirme casi llegando a la plaza principal
reto a pelear con un pescador local a quien llamaban “Pum Dan”, ya se imaginaran el
porqué! pero para los que no lo sepan se lo explicaré: El golpe que venía “Pum” y allá
Este pescador había sido criado solo con el objetivo de derrotar al “Negro Vega”, si, así
como lo lee, lo cuidaron para que cuando estuviera listo, fuera a retarlo a la población
fue hecha con base en comida de animales de monte. Todo el pueblo colaboró en la
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manutención de dicho peleador, es más, su rutina de ejercicio fue dirigida por un
especialista en esta área de combate que se apoyó para montar una estrategia, en el
seguimiento que le hizo a las anteriores peleas que efectuó el famoso “Negro”.
este retador como uno de los más difíciles de vencer, era que poseía en cada muñeca un
temible “niño en cruz”. Yo ignoraba que diablos eras esa vaina, el que me lo explicó
después fue “el Brujo Simanca”. Esta vaina consistía en que un poderoso brujo le había
rezado las muñecas al peleador local y con la oración le había introducido el tal Niño en
Cruz, que no era más que una fuerza maligna sobrenatural, es decir que todo el que
sintiera el golpe de esos nudillos, iba a saber de verdad lo duro que mordía una Maco o
mejor dicho, sabría como pegaba de verdad un verdadero macho, así de sencillo!
El “Brujo Simanca” le dio antes de comenzar la pelea a nuestro negro boga peleador,
dos crucifijos pequeños de palma zara y éste los distribuyó uno en cada puño, que luego
cerró con toda la fuerza del mundo. La pelea comenzó y ya en la plaza no cabía una
aguja, todos los lugares estaban copados, en común acuerdo decidimos todos sentarnos
para que pudiéramos apreciar con comodidad la contienda. Los peleadores se veían en
buena forma, los dos eran musculosos y de altura, igual de grandes, en términos de
peleas callejeras estaban “parejos”. El Pum Dan se le veía muy calculador y estudioso
limitaba a mirar con sus ojos verdes que hacían un juego misterioso con su piel trigueña,
los movimientos del gran campeón. Bueno después fue que me di cuenta que en su
mayoría los habitantes de este poblado tenían los ojos de ese color y fue que deduje el
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Yo trataba de concentrarme en el combate, pero mi mente solo se acordaba de la morena
de ébano su figura y sus transfiguraciones, esto me hacía poner los pelos de punta, al
igual que el duro golpe que recibió el “Negro Vega” en su mandíbula, que lo hizo por
primera vez en su vida peleadora doblar una rodilla en el suelo y escupir de su boca una
blanca muela acompañada de una espesa y roja sangre. Éramos once hinchas que
alentábamos al “Negro Vega”, contra todo un pueblo que estaba a favor del “Pum Dan”.
En algún momento llegué a pensar que hasta aquí llegaría el invicto del “Negro”,
aunque los dos hombres se encontraban bien “hinchados” de sus rostros, por haber
grito de guerra que se escuchó en todo el poblado “JESUS”, dijo, y clavó un gancho de
derecha que de abajo hacia arriba dio en la parte central de la barbilla de su rival y las
pepas de los ojos verdes de éste, bailaban de un lado a otro tratando de mantenerse en
órbita, pero que va, se fueron y se ocultaron en la parte superior, dejando solamente la
parte blanca, quedó tieso e inmóvil. Hubo un silencio total, de forma leal el “Negro” no
volvió a atacar a su difícil rival, él había sentido que ese golpe era suficiente para ganar
y así fue, Pum Dan estaba noqueado parado, como tienen que perder los hombres de
verdad.
Se declaró como ganador oficial a nuestro boga, que si no fuera por nosotros que lo
achicharrado, sus párpados inflamados, llenos de coágulos de sangre que no dejaban ver
sus ojos negros y por su nariz no dejaba de manar sangre; aunque el “Negro” ganó esta
sería su última pelea, el mismo reconoció que ya estaba muy viejo para seguir jodiendo
a las trompadas, y sea como sea, Chimichagua sería una de las poblaciones más
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Salimos de El Embrujo Verde convertidos en mas héroes de lo que nos habían recibido;
enteré que era una bruja de profesión, y que nunca antes había llegado a ese pueblo
alguien que le quitara su calentura hasta que llegó el cachaco de la Piragua, y en una
noche, le había dado su tatequieto; y segundo, porque uno de los bogas, el peleador, les
había noqueado a la última esperanza que ellos tenían para ser el pueblo más
Ahora iríamos rumbo a Belén el último pueblo puerto de la Ciénaga de Zapatosa, antes
de tomar las aguas del río Cesar, aguas que nos llevarían a su desembocadura, “donde
en noches de luna llena el río Magdalena se besaba con el Cesar” como decía una
Todos seguimos en nuestras cotidianas labores de nuestro viaje, a excepción del Negro a
quien le di tiempo para que se repusiera de tan sangrienta pelea. Yo viajaba bastante
inquieto porque el “Brujo Simanca” me aseguró que esa no iba hacer la última vez que
yo me encontraría o viera a Vigilia Aguas limpias, lo más seguro era que ésta me iría a
visitar por las noches a Chimichagua convertida en lo que era, una bruja de verdad.
Teníamos que recuperar el tiempo perdido. Primero nos atrasó y nos desorientó “la
picada” de la ciénaga, luego casi nos vuelve loco el encanto de “La Lamparita”, y ahora
acabábamos de dejar “El Embrujo Verde” donde hicimos una parada equivocada.
En la embarcación había un ambiente muy cordial y todos teníamos buen ánimo; el que
más se veía feliz y mamador de gallo era Álvaro Piñita, el boga experto en nadar y
me decía en forma indirecta “ a más de uno van a sacar de su cama encuero y lo van a
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dejar en el patio”. Esas eran las maldades que hacían las brujas del pueblo Rincón
Hondo, en donde decían muchas personas, se graduaban en este arte de la brujería las
Como para que Uds. tengan una idea clara de lo real de estas vainas de las brujas, que
entre otras cosa su dicho es mucho más cierto que lo que la gente cree, la gente en su
ignorancia dice” que yo no creo en brujas pero de que las hay las hay” bueno pues yo
les aseguro que si las hay y en ese bendito pueblo de Rincón Hondo cerca a Chiriguaná
es donde estudian y viven las mayorías; es más si Ud. quiere vaya allá y lo comprueba,
le cuento que sus ojos verán cosas bien pero bien extrañas. Me contó una vez un viejo
Pasero que fue a comprar unas vacas a ese poblado y después de cerrar el negocio se fue
a la cocina de su anfitrión y allí vio a una mujer extraña y esta le regalo un tinto en una
níspero, y me dice este amigo que cuando se fue a parar, a donde podía…se trajo
pegado en el “fundillo” como llaman por acá al trasero, el asiento y así estuvo casi dos
horas sin poder despegárselo hasta que a la vieja le dio la gana de hacerlo, si así como lo
lee, lo que paso fue que ella se enamoro de mi amigo y no lo quería dejar ir y por eso
pienso que mi “culebra” Vigilia Aguas limpias tiene el poder y la forma de vengarse de
Al final de la tarde ya estábamos entre las aguas de las ciénagas y el río Cesar.
Podíamos decir que el viaje nos había rendido mucho más y creo que eso era resultado
de la buena alimentación que nos había dado el “boga Bocadito” que se había fajado
unas buenas viudas de bocachico salado, con yuca seca y suero atolla buey. Algo para
destacar fue el acompañamiento que tuvimos de millares de garzas y patos que nos
siguieron hasta llegar justo al frente de la orilla de la población de Belén, en las últimas
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algo peor que en el anterior puerto. La gente nos miraba y nos saludaba desde un alto
cerca la gran obra del “Mocho León”, nuestra majestuosa Piragua de doce metros de
largo.
El cielo esa noche estaba más iluminado, el ejército de estrellas que nos seguía se había
multiplicado, la luna se veía aun más cerca, y casi diría yo que se podía tocar porque se
erguía como una capitana llena de luz y esplendor. Casi todos descansábamos dormidos.
hacían lo mismo, creo que al igual que la gente de Belén, todos nos habíamos entregado
Entre la pesadez de mis párpados logré ver al “boga Piñita” levantarse y sentarse en un
costado de la embarcación, dejó descolgar sus negras piernas hacia fuera de la Piragua,
delgada calilla encendida; de pronto de una manera veloz desapareció halado por no sé
qué vaina. Estoy seguro que algo que salto del agua se lo llevó, y el ruido que produjo
éste al caer al agua, hizo que todos se despertaran y el grito que yo pegué les confirmó
lo que sus oídos estaban dudosos de haber oído, “hombre al agua”. Al principio pensé
que estaba soñando, pero después al ponerme en pie como todos los bogas,
confirmamos por el tabaco de Piñita, que quedó prendido dentro de la Piragua, que éste
si había caído, y que algo raro se lo había llevado al fondo de la ciénaga y el río.
No sabíamos que había venido del fondo de estas aguas a secuestrar a Piñita, lo único
que si sabíamos es que estas aguas con sus encantos, mitos y leyendas se confabulaban
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para no permitir que nosotros alcanzáramos nuestra meta final, la de llegar a El Banco
como a unos veinte metros al frente, lo vimos, luchaba angustiado por mantenerse a
flote, y a su lado se divisaba también una figura que no podíamos definir. La silueta en
algunos momentos parecía un hombre grande y otra veces parecía una animal enorme.
Alentamos a Piñita para que nadara en dirección de nosotros, y con los remos largos y
las varas tratar de alcanzarlo y de paso espantar lo que lo estaba atacando. Todo fue
inútil, y de un momento a otro no lo vimos mas, Piñita volvió a hundirse para nunca
más salir; su cuerpo no lo volvimos a ver, sólo quedó un pequeño remolino en donde se
hundió por última vez, y me hizo acordar del caballo que perdimos en el Cantil de Caño
Largo cuando buscábamos la madera en los playones para construir nuestra Piragua.
Nos quedamos observando el agua con la esperanza de que volviera a salir, amaneció y
nada, todos nos sentíamos triste y acongojados porque el boga más feliz, ese día se
había ido para siempre y nosotros no sabíamos que se lo había llevado. Sólo “Colacho
Mohán”.
Cacique de la tribu Zenúe, su imperio quedaba a la orilla del rio San Jorge y se extendía
por toda la Ciénaga de Ayapel; este imperio era muy rico en oro y piedras preciosas.
Como costumbre este cacique guardaba sus tesoros ocultos en cuevas que descubría en
el fondo del río y sus ciénagas, y luego al saber de la llegada de los españoles decidió
regarlos y guárdalos por toda la depresión Momposina, cuyos afluentes eran el río
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Cesar, el río Magdalena, la ciénaga de Chilloa la de Inazika y la gran ciénaga de
Zapatosa.
El cacique fue capturado en cierta oportunidad por los españoles que lo torturaron para
que confesara donde estaban guardados sus tesoros, éste hábilmente consiguió que lo
llevaran a la mitad del río en una embarcación y estando ahí, se arrojó a las aguas para
nunca más salir. Desde ese momento y hasta ahora, se han registrados muchos raptos de
mujeres bellas que se bañan o viajan en canoa por estas aguas, y estos secuestros se le
atribuyen al cacique Mohán. Ahí estaba el meollo del asunto, lo extraño en este caso
era el por qué el Mohán se había llevado a Piñita? que de mujer no tenía nada, y mucho
menos belleza.
El haber perdido a mi boga Piñita nos había hecho ver y sentir que de un momento a
otro y sin darnos cuenta nos habíamos convertido en una verdadera familia, porque ya
no éramos doce bogas y un jefe, ahora éramos doce hermanos que habían perdido a uno,
el más alegre y mamador de gallo de la familia; hombres que habíamos luchado juntos
hombro a hombro, que nos esforzábamos por conseguir una meta común que sería el
inicio de una comunicación comercial a gran escala entre pueblos de la región, y sobre
todo, volver a ser culturalmente los mismos que en tiempos pasados, Conformamos ese
enfrentaríamos el reto de tener un futuro mejor y próspero para todas nuestras familias.
El sufrimiento colectivo que ahora padecíamos fue el eslabón de unión más fuerte que
teníamos y el nudo en la garganta que nos quería obligar a llorar, lo era más; el dolor te
quebranta, pero hace que tu vida se moldeé más, y te vuelvas un hombre más sensible
pero que por más que quieras no puedes ignorar ese bendito dicho machista,.. “los
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Decidí con todo el dolor del mundo reanudar nuestro viaje. Estábamos prácticamente a
un día de nuestro objetivo, logro este que se sentiría con un sabor agridulce; como nos
hubiera gustado haberlo logrado todos, incluyendo al mamador de gallo de Piñita, ese
boga experto en nadar y hundir en las aguas que ahora eran su morada para siempre.
El navegar fue tedioso y silencioso pero rendidor. A la hora de comer les di la idea de
hacerlo en uno de los últimos islotes que encontraríamos, uno especial que me llamaba
la atención porque se veía bien pequeño y adornado con un solo árbol, pero eso si
gigante. Sus arenas se veían blancas y llamativas, la sombra de mangle le daba la vuelta
piedras y leña de mangle seco, peló la yuca a millón, desplumó y descuartizó tres
meditar un poco, caminé sin rumbo en el islote, y sin darme cuenta a través de un
anclada nuestra Piragua. La bulla de las muchas aves que vivían en la isla, loros,
cotorras, chichafrías, azulejos, canarios, garzas, pisingos y los curiosos micos macacos,
comencé a tirar piedrecitas planas al agua para conseguir secuencias de varias ondas, (a
esto en esta parte del mundo, lo llaman “patico”), es un juego tradicional de los niños
ribereños. Hice secuencias primero de tres ondas, luego de cinco, y me alegré cuando
alcancé una de siete ondas; en el momento que creía que podía hacer una más larga,
salió, no sé de donde, una piedrita que logró hacer más de diez “paticos” yo no la había
tirado, sentí miedo de mirar y me hice el loco; entonces oí una voz que me decía algo,
pero no lo entendí y sólo busqué descifrar la voz que me era muy familiar, ¡ pero no
podía ser!, me volteé bruscamente y miré para un lado, para otro y nada, no se veía a
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nadie por ahí, volví a escuchar la voz y creo que decía algo como…”por qué me has
abandonado?”, en ese momento supe quién me hablaba, o por lo menos de quién fue
esa voz, solo faltaba que se riera para confirmar mis sospecha y lo hizo, al volver a
mirar vi que debajo de una sombra de mangle, recostado estaba un hombre con pantalón
había equivocado, era mi amigo, mi hermano y mi boga Piñita, el que había secuestrado
Corrí como novio que se reencuentra con su amada después de una amarga separación,
mis lágrimas no se aguantaron más y salieron a chorros, el grito que metí de la alegría lo
sincero abrazo que si hubiéramos sido visto por algún extraño, alguien que no conociera
de la emoción; esto fue por un buen rato hasta que todos nos desplomamos en la playa
blanca de arena caliente, y sólo de pie quedó el boga Piñita para que nos relatara lo
ocurrido. El único boga ahogado que había vuelto a la vida, después de un encuentro
Nadie absolutamente nadie pestañeaba, hasta las ruidosas aves habitantes del islote se
quedaron calladas como oyendo la historia que muchos no iban a creer. Ya teníamos
casi dos horas de oír el relato con todos los pelos y señales que hacía el aparecido boga,
era tan increíble lo que nos contaba que no había tiempo ni de respirar. El olor del
sancocho casi quemado ni nos inmutó, y en las aguas dejamos dormitada nuestra
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embarcación a la espera de la tripulación, que la llevara por fin al ya cercano muelle del
Nos dijo que sintió mucho miedo en el momento en que sintió la inmensa mano de uñas
largas, que lo haló, era helada como el cuerpo de un ahogado, y nos confirmó que El
Mohán había sido el que nos había golpeado en la cercanías de Santo Domingo la noche
de las luciérnagas, fue allí donde intentó secuestrarlo por primera vez. Cuando me haló
por la pata la noche de luna llena sentí que el mundo se me iba, me llevó hasta casi el
fondo del río y no sé cómo, me dijo que mi secuestro era así como una prueba porque en
todos los rincones donde habían pescadores mi fama trascendía más y más, esa fama de
ser el hombre que más nadaba y más demoraba hundido en las aguas, vaina que me hizo
vivir en carne propia el susto más grande que he podido vivir y eso porque según él, yo
era el único que ponía en riesgo su secretos, sus tesoros y sus mujeres a quienes tenia
que debido al susto yo no tomé el suficiente aire en mis pulmones para aguantar dicha
hundida, fue en el momento que ustedes nos vieron a flote y trataron de ayudarme con
las varas; al recargar aire me volvió a hundir hasta su destino. Según Piñita, eran unas
cuevas en donde había aire que respirar, tenían tierra firme, y ahí sus numerosas mujeres
vivían felices; era como otro mundo en las profundidades, donde había muchos tesoros
en oro y de incalculables piedras preciosas. El Mohán le contó que este era uno de los
muchos lugares que poseía, sus cuevas estaban en todo el lecho de los ríos y ciénagas
hasta las tierras del río San Jorge e hice un trato con él. Yo le prometí que nunca trataría
de hundirme lo suficiente para llegar hasta sus dominios, y este acuerdo lo cerramos con
este anillo de piedras preciosas que me dio. Luego me dejó aquí en la isla porque él
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EL ARRIBO Y EL FINAL
Este viaje lo comparé con los que realizó Ulises en su famosa “Odisea”, pero a
diferencia, nuestra embarcación no llevaba los mejores guerreros, sino doce bogas color
horas de la tarde, todo el pueblo estaba ahí reunido y agolpado en las escalinatas del
muelle que les servían de silla. No sé si nos esperaban, pero lo que si era seguro que
religioso que hacían los pescadores del poblado en las aguas del Río Magdalena.
Muchos de las personas que estaban allí dejaron de ver la virgen para apreciar nuestra
inmensa e histórica Piragua, que fue premiada con un fuerte aplauso general.
Cientos de voladores cruzaron el cielo y la banda del pueblo entonó una bella melodía
de cumbia que fue bailada por las parejas que bien uniformadas esperaban danzarle a la
patrona de los Banqueños, al igual que un numeroso grupos de muñecos conducidos por
hombres que se disfrazaban y los articulaban de una forma acorde con las melodías,
coyongos; se oían en todas las direcciones los pitos atravesados que invitaban a cantar
las melodías que hacían de este día 2 de febrero, una fiesta sin igual y siempre igual,
Barranquilla.
Todo lo que he mandado a escribir para que ustedes lo lean y que por medio de la
tradición oral se lo cuenten a sus hijos, o a sus nietos, y así entonces se conviertan en
esos abuelos que contaron que hace tiempo navegaba en el Cesar una Piragua.
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Esta historia es verdadera y daré fe ante el joven notario de Chimichagua, un tinterillo
de lectura que creo que durará por siempre en este cargo público por ser cuota política
encuentro dictando mis memorias a mi fiel Carmen Tulia, si, la misma niña ahora
pagaba cinco centavos de sueldo. Todo lo que ustedes han leído es verdad, fueron
sucesos que pasaron y que ustedes mismos podrían constatar si tuvieran el espíritu
aventurero que yo tuve en esos tiempos y visitaran estos mágicos lugares; no sé si los
tiempos fueron los que yo puse o los cuentos que les eché pasaron en varios años, y en
diferente viajes, lo único que les puedo asegurar fue que estos hechos sucedieron.
Mi amada Juana descansó en la paz del señor primero que yo, que bella mujer, me dolió
tanto enterrarla en el cementerio más feo del mundo, muchas personas escribían antes
de dormir que si por algún motivo morían mientras dormían, les hicieran el favor de
irlas a enterrar al cementerio de la ciudad de Mompox, porque decían que era tan bonito
moverse más y me postraron en este taburete de cuero de vaca vieja que solo lograron
recostar en este fiel palo de níspero donde seguro mi alma penara. Mis hermanas se
casaron y fueron felices con hombres del pueblo de clase media que se hicieron
comerciantes con mi apoyo, mis hijos descendientes directos vieron a la par mía como
el negocio del transporte cambió de una manera radical. Al principio se hicieron muchas
más piraguas, esto dificultó mas la rentabilidad del negocio, la competencia hizo que los
precios de los fletes y las cargas bajaran, después llego el ruidoso y contamínate motor
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fuera de borda y este hizo que mi “Julia Helena” saltara para siempre a las playas de
Se abrieron luego caminos y trochas terrestres que le dieron la estocada al que en otrora
fuera mi negocio de sustento, y el de los que nos imitaron en el arte de bogar por las
aguas de la ciénaga y los ríos. La sal que yo traje ahora la traen grandes remolcadores o
Hoy es un día para recordar. No sé por qué estoy vestido como me vestí el día que
salimos por primera vez a viajar en mi Piragua; mi ropa de lino fino estaba tan
escribiente no me decía lo que sucedía, pero yo sentía que había un gran movimiento en
el pueblo y de pronto oí el ruido ensordecedor de algo que volaba sobre los techos de las
casas del pueblo que me dio la respuesta que yo le pedía a mi fiel escribiente, un gran
avión con motores que rugían, desvirgaba por primera vez una improvisada pista a las
que mucho se atrevieron a llamar aeropuerto. Ese bendito avión sólo vino esa vez y
cumplen al pie de la letra, este pueblo no es más que chisme y agua. El Paso tuvo un rey
acordeonero pero vivió y murió en otro pueblo, y a su gente la ataca una enfermedad
que hace que la piel morena se le caiga. Bosconia es una población por donde pasan
todos los vehículos de carga del país y nadie se detiene. En la catedral de Valledupar
reposa El Enviado, mientras la violencia carcome por debajo las grandes familias. El
Valle de Torrecilla ya es de mucha gente, los Playones fueron encadenados por cercas
de alambre púa y sus animales cazados hasta la extinción al igual que los pocos indios
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Chimilas que quedaban en la aldea. El cerro del Ecce Homo y sus cuevas sólo abrigan a
que hizo en el Banco Magdalena. El veloz caballo, El Pato, murió picado por una
que milagrosamente se salvó de los dos incendios del pueblo, y la Virgen Pastorcita, la
que salió de una piedra negra, aún se guarda en el altar de la capilla de su olvidado
pueblo de Plata Perdida. Mis doce bogas fueron muriendo uno a uno; de ellos sólo
quedan el Negro Vega y Piñita (el que tuvo el encuentro con el Mohán) y ellos me
siguen apareciendo, La lamparita, El Mohán, sin olvidar los llantos que aún siguen
sus mangles rojos lo han matado para usarlos de leña, sus reptiles fueron todos casados
para hacer zapatos con sus pieles; ya no se ven sábalos, manatí ni las dantas y mucho
menos los ñeques, el bagre pintado, el blanquillo y el bocachico, son casi un milagro
verlos y lo que más ha dolido es que la Ceiba del puerto, emblema de la población,
también se cayó, dicen que por el aburrimiento de no ver llegar más a su amiga la
Piragua; los patos extranjeros son los que aún llegan a calentarse y comparten los cielos
azules con los numerosos “yuyos” que se multiplican cada vez más; las playas de amor
ya no son visitadas por parejas que se aman, parece que a todos se les acabó ese bello
sentimiento, y ahora es refugio de amantes fortuitos que se encuentran solo para darle
rienda suelta al libertinaje y al placer; El Pozo del Higuerón donde Juana me dio la
prueba de amor ahora se convirtió en un parque hecho por los petroleros y eso porque se
vieron obligados a pagar una multa impuesta por contaminar la ciénaga. Este natural
manantial aún sigue suministrando agua a la población que sin duelo lo secan con sus
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Todo tiene su final y el mío está muy cerca. He pedido que me entierren al lado de mi
amada Juana en el cementerio viejo y feo, sólo pienso que si fuera por mí pediría una
nueva y última voluntad, que cuando me llevaran camino a mi última morada, que me
dejaran la ventanita de mi ataúd abierta para poder apreciar ese brillante sol, el mismo
que hace que los cielos sean más azules y que los días duren más.
A mi mente sólo llegan recuerdos de esos alegres instantes en el muelle del viejo puerto,
inmensa Piragua, como forma de garantizar en el tiempo que estuvieron allí en ese día
histórico; el primero en subir fue el señor obispo del departamento, luego el alcalde y el
capitán de la policía; luego fueron subiendo uno a uno los que estaban esa tarde en el
muelle, todos querían oír las historias que contaban los bogas al calor de una buenas
“frías” o cervezas, aunque recibían toda clase de ron que les brindaban. La gente nos
colaboró mucho para bajar la carga que traíamos, todos tenían que ver con nuestra
embarcación; yo miraba entre la multitud de un lado para otro, buscando entre los
Banqueños a mi gran amigo, el bohemio del río, el de las serenatas y los mil amores y
de repente apareció luchando codo a codo con la gente abriéndose paso con sus dos
elementos que nunca abandonaba, su guitarra en una mano y en la otra un nuevo amor.
Llegó con dificultad pero llegó, nos fundimos en un largo abrazo luego saludo de mano
a cada uno de los bogas, el se veía también muy feliz, la mujer con quien estaba, no
sabía qué era lo que sucedía pero al mismo tiempo no dejaba de sonreír, su risa era
bastante fingida y la hacía ver como una idiota pero eso era lo de menos en este
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POCABUYANO2008
CC # 79 277337 DE BOGOTA
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