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¿A dónde nos

conduce un proyecto
que pretende
desaparecer los
sectores estratégicos
que constituyen a la
nación?
Después de largas jornadas llenas de dimes y diretes, afirma-
ciones, retracciones y demás declaraciones demagógicas lle- GACETA DE LITERATURA Y GRÁFICA ◊ NÚMERO 6 ◊ DISTRIBUCIÓN GRATUITA
nas de hipocresía ofrecidas por el escenario político nacional,
la comunidad del Centro de Capacitación Cinematográfica,
respaldada por innumerables personas e instituciones alrede-
KARLA OLVERA RAMÓN PERALTA
dor del mundo, reafirma enérgicamente su absoluto rechazo
a la lamentable propuesta de desincorporación, en cualquie- Seducción en El paso de Eva
ra de sus formas, de diversas entidades, presentada por el Eje-
cutivo a través de su Secretaria de Hacienda. línea recta
El pecado, abismo que pocos saben,
reconocen y salen sin rasguño.
Con esta irresponsable propuesta el Estado se desnuda mos- IV No estará escrito sobre un libro,
trándose incapáz de hacer frente al rezago que sufren la edu- sino tatuado en la piel del hombre.
cación y el fomento cultural de nuestro pais. Nadie se da cuenta Juan Rodríguez
de esa picadura discreta
que desata quejiditos I
Esta política evasiva es la misma que día con día queda ma- en el pupilo que se protege las nalgas
nifiesta en los temas estratégicos de México: nuestro campo, cuando está a punto de ser castigado, Tu marcha, junta el miedo del venado
nuestros recursos energéticos, nuestras telecomunicaciones, siendo que el pecho tu pecho, su calor palpitante.
es lo que verdaderamente le arde Siempre la duda: tu velo y refugio
etc. Deslindándose así de sus obligaciones con la sociedad
aún después de los azotes. que vence la fragilidad de tu cuello
ofreciándolas a manos del dinero. en el sendero donde al fin habito.
Tampoco nadie comprende
Con funciones específicas, el Centro de Capacitación Cine- la lágrima que no logra salir Encarno sin querer un tornado
matográfica, el Instituto Mexicano de Cinematografía, los Es- esa que se guarda tras un rostro la imagen y aliento del asesino.
de garbo desafiante
tudios Churubusco Azteca, junto con la Cineteca Nacional y
que pretende imitar Bastión, batalla de los cien años
el FIDECINE, de modo orgánico conforman el único medio del el semblante del destino. yo, soy el único soldado y herido.
Estado para fomentar la cinematografía nacional. Por tanto
exigimos el inmediato retiro de la propuesta de desincorpora- Cuántos días silencio más rotundo
V el tormento cruel de la penitencia.
ción y exhortamos al Estado y a la comunidad cinematográfi-
ca a la elaboración de un proyecto de cine mexicano que fo- La atracción ya no la provoca Apenas rozo parte negra de tu sombra
mente de manera eficiente la producción cinematográfica; a el objeto tiemblo sin la violencia del rayo
través de la construcción de un marco legal que permita la ni el sujeto la osadía de un golpe de piedra
constante reinversión de los recursos generados por el cine ahora, ni la gracia del mosco en el agua.
esa imprecisión lúdica
mismo. Tales como la retención de un porcentaje de la ganan-
del “puede ser”
cias generadas en taquilla y distribución en video, sólo por –aunque ya esté siendo– Fernando Medellín de la serie “Autorretratos” / paladio / 1996 II
mencionar algunos. del “¿por qué no?”
la que abre el juego. Avanza descalza sin lastimar la hierba.
EDUARDO CASAR Pero hoy
día del juicio
¡¡NUESTRO MUNDO XIII Otro viaje a la semilla insectos disimulan descanso bajo las
adelfas
NO ESTÁ EN VENTA!! Un té es bebido respiran futuro
a la par que un whisky. Mira a este niño lindo, tan sonriente y tan rojo: descubren el miedo en una telaraña
El pulgar y el índice cómo se ríe sin dientes, y la pena no será errante
secan lascivamente los labios, se levanta y se alarga, vocifera por la mancha que germina en el vientre.
Alumnos del Centro de Capacitación Cinematográfica
trasgresor sabor de boca. ◊ con el rostro de acné que poco a poco
va cubriendo su barba tan amada Yo, pájaro ciego
Responsable de la publicación: Yoame Escamilla por la hermosa mujer que en él se apoya atento al menor ruido del mal
y se da media vuelta y al fin desaparece, en la seguridad de las frondas no creo,
mientras una muchacha toma al hombre del brazo a pocos metros escucho un diluvio. ◊
y le quita una cana que resalta
sobre su saco negro que ya se ha vuelto blanco
Gaceta de Literatura y Gráfica, Número 6, diciembre 2003 - enero 2004, es una publicación independiente que se realiza gracias al apoyo de la Facultad de y ha perdido dos tallas en una lenta curva que se encoge,
Filosofía y Letras de la UNAM y de la Asociación de Escritores de México. A.C. Las opiniones expresadas en los textos son responsabilidad exclusiva de sus autores mas parece que muy alegremente porque mira, muchacha,
y no necesariamente reflejan la opinión del equipo editorial. Edición: Jocelyn A. Pantoja De Luna. Diseño Gráfico: Hernán García Crespo. Consejo Editorial: Andrés
Márquez, Alejandro Mendoza y Jorge Jurado. Esta gaceta se elabora dentro el espacio La red-acción, cubículo estudiantil de la FFyL, UNAM. Colaboraciones:
cómo sonríe sin dientes este ancianito calvo y colorado. ◊
gacetaliteral@yahoo.com. Impresa en Cromo color, Ediciones, S. A. de C. V. Impresa en México. Tiraje mensual 2000 ejemplares.
Buenos Aires, la larga ausencia que me obligó a chado. Hundimos los pies en la playa y miramos
Subterfugios de lo real echarla en un olvido provisional (esa clase de olvi- los peces que la marea arrojó sobre la playa, vién-
do que se disipa por un olor, una imagen) y que du- dolos morir lentamente. Luego el sol se marchó y
ARMANDO ALONSO rante meses (y años, aunque parezca inverosímil) quiero creer que Martina se sintió feliz a mi lado.
me fustigó como sólo fustigan las ocasiones precio- La perdí una vez más. Con el tiempo me ente-

A
yer, en el pueblo donde vivo, un ranchero tomó la botella frente a él y sas que se dejan pasar. Por eso recuerdo tan bien la ré que vivía con un hombre más allá del Atlántico
se sentó a mi mesa. Yo pago, trae cervezas y tacos, fue una orden que noche que pasamos juntos, las cosas que me dijo, la quien, después de los buenos tiempos del romance,
no me interesó discutir. Pagó nuestra comida y bebida, abrió unos ojos historia de su abuelo, los discos que escuchamos. la golpeó sin que ella opusiera resistencia. Se sepa-
rojos vidriosos, tratando de encontrar algo en mi mirada. Se presentó y no puse Ella subió uno de sus muslos sobre mi vientre y me raron. Martina deshizo el camino y fue a dar a Bue-
atención, su nombre no me importaba. Miró fijamente mis ojos para después ba- abrazó con fuerza; creo que fue en ese momento nos Aires. Recibí una postal suya, una vista de Mar
jar la vista, sacudir la cabeza, escupir al piso y fallando algunas veces dejaba sali- cuando le dije que la amaba. La luna se veía cruza- del Plata. Luego volvió a México y según supe se
va en la manga de su camisa. Discúlpame si te ofendo. No me has ofendido en lo da de nubes por la ventana; era un bonito departa- dedicó a bailar en un bar y en otro y con eso iba ja-
absoluto, ¿yo te ofendí? No. ¿Estamos bien? Sí. Traté de hilar una conversación mento aquel, fresco, de hermosas paredes empape- lando. Muchas ocasiones, años atrás, la vi bailar.
pero su borrachera lo hacía imposible. Te llamas como mi hermano, dijo. Sonreí ladas y lámparas hechas por ella misma. Recuerdo Nunca olvidaré aquellas noches cuando volvíamos
mientras su mirada se tornaba en abismo ¿Crees en la maldad? Sí, contesté. ¿Por una foto sobre el librero: Martina sentada sobre las de una noche de juerga para derrumbarnos en el so-
qué, por qué a él?, preferiría que me mataran. ¿Está bien tu hermano? No, mo- raíces enormes de un árbol con un holgado vestido fá y conversar hasta el amanecer; cuando me habla-
vió la cabeza y alzando un dedo formaba círculos en el aire, está loco, recordé mi color arena; recuerdo sus ojos, su cuello, y recuer- ba del olor almizcleño de los hombres, de lo que era
internamiento en el psiquiátrico, a toda la gente desequilibrada que me acompa- do que notó mi atención porque en un gesto que me tener un cuerpo latiendo junto al tuyo.
dolió (no sé si por su cursilería o por lo que había No creo haberlo dicho, pero habré charlado
ñaba, no sabía si carcajear como mi cuerpo lo exigía, temía insultar sus ojos hú-
de irremediable en ello), tomó el marco, dejó libre con ella por última vez hará dos años. Ya eran cosa
medos. Al fin sonreí, yo también estoy loco, le dije. Por eso me acerqué, por que
la foto y me la dio. Guárdala, dijo, como un recuer- del pasado las cosas que vivimos juntos y las que
te pareces a mi hermano, ¿por qué no te rasuras? Porque no tengo ganas. ¿Y por
do. A la mañana siguiente preparamos un desayuno supimos por terceras personas. Yo había vuelto de
qué no te cortas el pelo? No tengo ganas. Pedía más cervezas, miraba temeroso
exquisito y corrimos al cine; por la noche fuimos a una larga estancia en el extranjero y lo que menos
a los lados, tiraba cerveza en el piso como si así conjurara el mal que rondaba de
tomar un café y conversamos. La acompañé a su hubiera esperado era volverla a ver. No quisiera
Fernando Medellín de la serie cerca y que sólo él percibía. Los dueños del local se impacientaban más a cada
Fernando Medellín de la serie “Autorretratos” / paladio / 1996 departamento pero al llegar me detuvo frente a la detallar lo que me pasó por la cabeza en cuanto la
“Autorretratos” / paladio / 1996 gesto exorcizante realizado por el beodo que ellos veían importunando clientes.
puerta. Hoy no, dijo, no quiero que entres. Y creo vi franquear la puerta y dirigirse a mi mesa. No era
No comprendí la mitad de sus preguntas. Quería un diagnóstico psicológico ahí que más bien fue en ese momento cuando le dije la misma, daba la impresión de estar al pendiente
CARLOS CID GUILLÉN mismo. Soy escritor, tuve que repetir varias veces. Su mirar se alargó, dudaba, la
angustia brotaba de sus ojos, yo apenas intuía el sufrimiento ahogado en alcohol. Polvo y ceniza que la amaba, pero Martina se limitó a mirar más
allá de mí en espera de mi partida.
de una cita no concertada. Y eran sus manos, en
particular, las que insinuaban su secreto en su ma-
Primer encuentro Si conocieras a mi hermano, te asustabas. ¿Por qué? ¿Es igual a ti, no pude evi-
tar una sonrisa de placer, y está loco. Yo también. No te creo. Sí. O... ¿eres tú Ar-
Me alejé y comencé a ver las noches más oscu- nera de estar nerviosas, cerradas hacia sí mismas.
MAURICIO SALVADOR ras y llenas de estrellas. Como Jin-ming. Y como él Me dijo que lucía así porque en los últimos meses
con Xilitla mando? Soy yo y yo no soy tu hermano, tuve miedo de hacerme pasar por su her- sabía que había perdido algo que nunca más volve- le era imposible dormir bien. Intercambiamos al-

S
mano, la situación estaba desbarrando a un oneirismo que tornaba inasible la u abuelo, me contó, fue cocinero en un bu- ría a estar entre mis brazos. Después de diez años o gunas frases. Me contó una historia que sería largo
realidad. Tu hermano y yo somos dos personas distintas, acoté por lo inmediato. que de carga que hacía la ruta entre los más de cortar las aguas del Atlántico, con sus aho- contar ahora, y finalmente colocó sobre la mesa
EL ASCENSO Pero tu mirada... es la de mi hermano, la de un loco. Sí. Lloró y me conmoví con puertos de Nueva York y Bissau, en Gui- rros los amigos se establecieron en San Francisco. una hermosa urna que según ella contenía las ceni-
Cada curva de la serpiente es un colmillo de la tuza. él. Volvió a derramar cerveza y nos corrieron sin más. En los escalones de la en- nea. Muy joven contrajo nupcias con una mucha- Jin-ming, sin embargo se enamoró y exigiendo su zas de su abuelo. No dije nada sobre eso. Le dije,
Cada curva de la serpiente es un gemido del zopilo- trada tropezó y cayó de rodillas. Lo tomé del brazo mientras se levantaba. Me cha mayor que murió once meses después sin dar a parte de la inversión compró pasaje para Nueva sí, que me iba bien. Luego Martina tomó un último
miró a los ojos nuevamente, su mirada se inundó de terror, tiró su brazo soltan- luz. Sin esposa, sin descendencia (que de haber si- York donde al cabo de dos años o más corrió a em- sorbo de café, miró más allá de mis ojos y se mar-
te. Cada curva de la serpiente es un salto del asfalto.
do mi mano y caminó por la calle oscura, vi su silueta trastabillante empequeñe- do una hija habría sido una buena inversión) y sin barcarse de nuevo hasta que una noche, simple- chó. Nunca más la he vuelto a ver y las cenizas de
Modula las voces de la noche. Mañana será el río.
cer, detenía los muros cuando se venían sobre él, las casas se le iban encima le era capital, el abuelo de Martina participó brevemente mente, desapareció del carguero sin dejar nada sino su abuelo están ahora junto a su foto. Alguien me
Mañana será el río. Mañana será hoy, para alcanzar
imposible cargar con algo más que su tristeza, sólo las hacía a un lado. ◊ en el conflicto de 1911 antes de embarcarse en un una carta con la dirección de San Francisco. Las dijo que la historia de Martina es una linda histo-
el ayer. Mañana las columnas cortarán el tiempo.
carguero inglés que transportaba papel floreado preguntas que Martina solía hacer sobre este suce- ria. Y un amigo, ayer que me visitó, opinó que la
Las marionetas tienen sed y beben la miel de las
de primera calidad (y opio), en el que trabajó in- so me ponían a pensar toda la noche. ¿Cuál fue el urna era una fina pieza de alfarería. ◊
fuentes del muro. Mañana el río masacrará los días.
cluso durante los molestos años de la guerra. Ahí motivo para que Jin-ming de-
Mañana. Sed. Marionetas. Soy la marioneta que encontró a un viejo amigo de la infancia, un tal Jin- sapareciera así sin más. Marti-
monta una víbora. Me lleva al monte encima de la ming, proveniente de un barco norteamericano re- na lo pensaba un poco y decía:
realidad. Mañana resucito sin sed. cién liquidado. Jin-ming y el abuelo, según Marti- Una mujer, esa mujer. Por par-
na, eran espíritus impares, pues mientras el abuelo te del abuelo una ley vino a
LOS JARDINES se dedicaba pacientemente a cortar ajos y apios, complicar las cosas para el ne-
Flor encarcelada entre los rugidos del río. Las aletas Jin-ming adquirió la vaga costumbre de acodarse gocio y no tardó en comprar
de la verticalidad. Arcos sin sustento. Aletas del sobre la borda y pasar así largas horas mirando más un boleto de tren para ir a Mé-
viento: días sin cola, sin branquias, sin quijadas. Los allá de la luna y el mar. No pasaron muchos días, xico. En Chihuahua volvió a
gusanos también vuelan. Los gusanos tienen esque- claro está, antes de que la tripulación comenzara a establecerse y durante treinta
letos helicoidales, de acero indestructible, y tragan hacer chistes del antagonismo de los amigos, em- años administró con su esposa
imprudentes que saltan a las hoces de la selva. Preci- pezando por la figura, pues mientras el abuelo su- un floreciente negocio de co-
picio de piedra. Voces innecesarias. Gritos de las tri- daba su gordura metido en la cocina, Jin-ming lu- mida. Por fin un día, con tan
pas. Traga la luz. Capullos miran hacia las nubes y las cía su desgarbo al trasluz de la luna; y creo que sólo el periódico bajo el brazo,
comen, untadas sobre el tiempo. muy pocos sospecharon que tras el deleite culina- volvió a cruzar el Atlántico y
rio de uno y el asombro infantil del otro latía la no volvió a ver a su mujer ni a
AMAR misma vena de un carácter modelado por cientos sus hijos.
Las palabras rebotan y sacan sangre de la piel. El de años. Eso es algo que quise creer al escuchar es- Martina y yo, en cambio,
amor es, a veces, el mejor asesino. No se debe amar ta historia, la del abuelo de Martina. nos volvimos a encontrar dos
si no se está dispuesto a morir mientras se camina Martina, por supuesto, nació mucho tiempo o tres veces más. Un fin de se-
por el sueño más inspirador. Las lechuzas pueden después. Yo la conocí en la universidad (a la que ha- mana viajamos a la playa; a lo
amar a su presa mientras la devoran. Al borde de la bía dejado de asistir y en la que su padre creyó que lejos contemplamos la vapo-
muerte, las aves cantan y susurran el destino de los se llenaría de datos útiles la cabeza). Íbamos al ci- rosa silueta de un barco en su
suicidas. Te acecho como el ocelote acecha a la libé- ne, comíamos, caminábamos por lugares atestados camino a la nada. Martina me
lula. Ad infinitum. de gente pero no recuerdo haberla visto más de dos tomó de un brazo y me llevó a
días seguidos. De vez en cuando recibía su llamada caminar. Ya no tengo en la
y conversábamos durante horas. Es un recuerdo memoria todo lo que habla-
EPÍLOGO
borroso el que tengo de aquellos días. Una noche mos esa vez, pero recuerdo
¡Muerte a los turistas! Larga vida a quien sueña el con-
hicimos el amor. Sucedió así sin más y creo que no que de pronto se puso a hablar
creto. Esto no es una construcción, es una descons-
fue la gran cosa. Su opinión, no obstante, fue que irónicamente de la distancia
trucción. Ellos miran, nosotros vivimos, soñamos.
nunca había sentido tanta ternura. Pero fue a partir que nos había separado, como
Ellos tratan de entenderlo, nosotros lo tragamos y lo
de ese día, sin embargo, que comencé a sentirla si nunca hubiera existido, co-
escribimos o lo pintamos. Quien me lee, si no es ahora
triste e irremediablemente lejana. Luego fue lo de mo si nunca se hubiera mar-
un cráneo que vuela, está con ellos. ◊ Fernando Medellín de la serie “Autorretratos” / paladio / 1996
Fernando Medellín de la serie “Autorretratos” / paladio / 1996
Buenos Aires, la larga ausencia que me obligó a chado. Hundimos los pies en la playa y miramos
Subterfugios de lo real echarla en un olvido provisional (esa clase de olvi- los peces que la marea arrojó sobre la playa, vién-
do que se disipa por un olor, una imagen) y que du- dolos morir lentamente. Luego el sol se marchó y
ARMANDO ALONSO rante meses (y años, aunque parezca inverosímil) quiero creer que Martina se sintió feliz a mi lado.
me fustigó como sólo fustigan las ocasiones precio- La perdí una vez más. Con el tiempo me ente-

A
yer, en el pueblo donde vivo, un ranchero tomó la botella frente a él y sas que se dejan pasar. Por eso recuerdo tan bien la ré que vivía con un hombre más allá del Atlántico
se sentó a mi mesa. Yo pago, trae cervezas y tacos, fue una orden que noche que pasamos juntos, las cosas que me dijo, la quien, después de los buenos tiempos del romance,
no me interesó discutir. Pagó nuestra comida y bebida, abrió unos ojos historia de su abuelo, los discos que escuchamos. la golpeó sin que ella opusiera resistencia. Se sepa-
rojos vidriosos, tratando de encontrar algo en mi mirada. Se presentó y no puse Ella subió uno de sus muslos sobre mi vientre y me raron. Martina deshizo el camino y fue a dar a Bue-
atención, su nombre no me importaba. Miró fijamente mis ojos para después ba- abrazó con fuerza; creo que fue en ese momento nos Aires. Recibí una postal suya, una vista de Mar
jar la vista, sacudir la cabeza, escupir al piso y fallando algunas veces dejaba sali- cuando le dije que la amaba. La luna se veía cruza- del Plata. Luego volvió a México y según supe se
va en la manga de su camisa. Discúlpame si te ofendo. No me has ofendido en lo da de nubes por la ventana; era un bonito departa- dedicó a bailar en un bar y en otro y con eso iba ja-
absoluto, ¿yo te ofendí? No. ¿Estamos bien? Sí. Traté de hilar una conversación mento aquel, fresco, de hermosas paredes empape- lando. Muchas ocasiones, años atrás, la vi bailar.
pero su borrachera lo hacía imposible. Te llamas como mi hermano, dijo. Sonreí ladas y lámparas hechas por ella misma. Recuerdo Nunca olvidaré aquellas noches cuando volvíamos
mientras su mirada se tornaba en abismo ¿Crees en la maldad? Sí, contesté. ¿Por una foto sobre el librero: Martina sentada sobre las de una noche de juerga para derrumbarnos en el so-
qué, por qué a él?, preferiría que me mataran. ¿Está bien tu hermano? No, mo- raíces enormes de un árbol con un holgado vestido fá y conversar hasta el amanecer; cuando me habla-
vió la cabeza y alzando un dedo formaba círculos en el aire, está loco, recordé mi color arena; recuerdo sus ojos, su cuello, y recuer- ba del olor almizcleño de los hombres, de lo que era
internamiento en el psiquiátrico, a toda la gente desequilibrada que me acompa- do que notó mi atención porque en un gesto que me tener un cuerpo latiendo junto al tuyo.
dolió (no sé si por su cursilería o por lo que había No creo haberlo dicho, pero habré charlado
ñaba, no sabía si carcajear como mi cuerpo lo exigía, temía insultar sus ojos hú-
de irremediable en ello), tomó el marco, dejó libre con ella por última vez hará dos años. Ya eran cosa
medos. Al fin sonreí, yo también estoy loco, le dije. Por eso me acerqué, por que
la foto y me la dio. Guárdala, dijo, como un recuer- del pasado las cosas que vivimos juntos y las que
te pareces a mi hermano, ¿por qué no te rasuras? Porque no tengo ganas. ¿Y por
do. A la mañana siguiente preparamos un desayuno supimos por terceras personas. Yo había vuelto de
qué no te cortas el pelo? No tengo ganas. Pedía más cervezas, miraba temeroso
exquisito y corrimos al cine; por la noche fuimos a una larga estancia en el extranjero y lo que menos
a los lados, tiraba cerveza en el piso como si así conjurara el mal que rondaba de
tomar un café y conversamos. La acompañé a su hubiera esperado era volverla a ver. No quisiera
Fernando Medellín de la serie cerca y que sólo él percibía. Los dueños del local se impacientaban más a cada
Fernando Medellín de la serie “Autorretratos” / paladio / 1996 departamento pero al llegar me detuvo frente a la detallar lo que me pasó por la cabeza en cuanto la
“Autorretratos” / paladio / 1996 gesto exorcizante realizado por el beodo que ellos veían importunando clientes.
puerta. Hoy no, dijo, no quiero que entres. Y creo vi franquear la puerta y dirigirse a mi mesa. No era
No comprendí la mitad de sus preguntas. Quería un diagnóstico psicológico ahí que más bien fue en ese momento cuando le dije la misma, daba la impresión de estar al pendiente
CARLOS CID GUILLÉN mismo. Soy escritor, tuve que repetir varias veces. Su mirar se alargó, dudaba, la
angustia brotaba de sus ojos, yo apenas intuía el sufrimiento ahogado en alcohol. Polvo y ceniza que la amaba, pero Martina se limitó a mirar más
allá de mí en espera de mi partida.
de una cita no concertada. Y eran sus manos, en
particular, las que insinuaban su secreto en su ma-
Primer encuentro Si conocieras a mi hermano, te asustabas. ¿Por qué? ¿Es igual a ti, no pude evi-
tar una sonrisa de placer, y está loco. Yo también. No te creo. Sí. O... ¿eres tú Ar-
Me alejé y comencé a ver las noches más oscu- nera de estar nerviosas, cerradas hacia sí mismas.
MAURICIO SALVADOR ras y llenas de estrellas. Como Jin-ming. Y como él Me dijo que lucía así porque en los últimos meses
con Xilitla mando? Soy yo y yo no soy tu hermano, tuve miedo de hacerme pasar por su her- sabía que había perdido algo que nunca más volve- le era imposible dormir bien. Intercambiamos al-

S
mano, la situación estaba desbarrando a un oneirismo que tornaba inasible la u abuelo, me contó, fue cocinero en un bu- ría a estar entre mis brazos. Después de diez años o gunas frases. Me contó una historia que sería largo
realidad. Tu hermano y yo somos dos personas distintas, acoté por lo inmediato. que de carga que hacía la ruta entre los más de cortar las aguas del Atlántico, con sus aho- contar ahora, y finalmente colocó sobre la mesa
EL ASCENSO Pero tu mirada... es la de mi hermano, la de un loco. Sí. Lloró y me conmoví con puertos de Nueva York y Bissau, en Gui- rros los amigos se establecieron en San Francisco. una hermosa urna que según ella contenía las ceni-
Cada curva de la serpiente es un colmillo de la tuza. él. Volvió a derramar cerveza y nos corrieron sin más. En los escalones de la en- nea. Muy joven contrajo nupcias con una mucha- Jin-ming, sin embargo se enamoró y exigiendo su zas de su abuelo. No dije nada sobre eso. Le dije,
Cada curva de la serpiente es un gemido del zopilo- trada tropezó y cayó de rodillas. Lo tomé del brazo mientras se levantaba. Me cha mayor que murió once meses después sin dar a parte de la inversión compró pasaje para Nueva sí, que me iba bien. Luego Martina tomó un último
miró a los ojos nuevamente, su mirada se inundó de terror, tiró su brazo soltan- luz. Sin esposa, sin descendencia (que de haber si- York donde al cabo de dos años o más corrió a em- sorbo de café, miró más allá de mis ojos y se mar-
te. Cada curva de la serpiente es un salto del asfalto.
do mi mano y caminó por la calle oscura, vi su silueta trastabillante empequeñe- do una hija habría sido una buena inversión) y sin barcarse de nuevo hasta que una noche, simple- chó. Nunca más la he vuelto a ver y las cenizas de
Modula las voces de la noche. Mañana será el río.
cer, detenía los muros cuando se venían sobre él, las casas se le iban encima le era capital, el abuelo de Martina participó brevemente mente, desapareció del carguero sin dejar nada sino su abuelo están ahora junto a su foto. Alguien me
Mañana será el río. Mañana será hoy, para alcanzar
imposible cargar con algo más que su tristeza, sólo las hacía a un lado. ◊ en el conflicto de 1911 antes de embarcarse en un una carta con la dirección de San Francisco. Las dijo que la historia de Martina es una linda histo-
el ayer. Mañana las columnas cortarán el tiempo.
carguero inglés que transportaba papel floreado preguntas que Martina solía hacer sobre este suce- ria. Y un amigo, ayer que me visitó, opinó que la
Las marionetas tienen sed y beben la miel de las
de primera calidad (y opio), en el que trabajó in- so me ponían a pensar toda la noche. ¿Cuál fue el urna era una fina pieza de alfarería. ◊
fuentes del muro. Mañana el río masacrará los días.
cluso durante los molestos años de la guerra. Ahí motivo para que Jin-ming de-
Mañana. Sed. Marionetas. Soy la marioneta que encontró a un viejo amigo de la infancia, un tal Jin- sapareciera así sin más. Marti-
monta una víbora. Me lleva al monte encima de la ming, proveniente de un barco norteamericano re- na lo pensaba un poco y decía:
realidad. Mañana resucito sin sed. cién liquidado. Jin-ming y el abuelo, según Marti- Una mujer, esa mujer. Por par-
na, eran espíritus impares, pues mientras el abuelo te del abuelo una ley vino a
LOS JARDINES se dedicaba pacientemente a cortar ajos y apios, complicar las cosas para el ne-
Flor encarcelada entre los rugidos del río. Las aletas Jin-ming adquirió la vaga costumbre de acodarse gocio y no tardó en comprar
de la verticalidad. Arcos sin sustento. Aletas del sobre la borda y pasar así largas horas mirando más un boleto de tren para ir a Mé-
viento: días sin cola, sin branquias, sin quijadas. Los allá de la luna y el mar. No pasaron muchos días, xico. En Chihuahua volvió a
gusanos también vuelan. Los gusanos tienen esque- claro está, antes de que la tripulación comenzara a establecerse y durante treinta
letos helicoidales, de acero indestructible, y tragan hacer chistes del antagonismo de los amigos, em- años administró con su esposa
imprudentes que saltan a las hoces de la selva. Preci- pezando por la figura, pues mientras el abuelo su- un floreciente negocio de co-
picio de piedra. Voces innecesarias. Gritos de las tri- daba su gordura metido en la cocina, Jin-ming lu- mida. Por fin un día, con tan
pas. Traga la luz. Capullos miran hacia las nubes y las cía su desgarbo al trasluz de la luna; y creo que sólo el periódico bajo el brazo,
comen, untadas sobre el tiempo. muy pocos sospecharon que tras el deleite culina- volvió a cruzar el Atlántico y
rio de uno y el asombro infantil del otro latía la no volvió a ver a su mujer ni a
AMAR misma vena de un carácter modelado por cientos sus hijos.
Las palabras rebotan y sacan sangre de la piel. El de años. Eso es algo que quise creer al escuchar es- Martina y yo, en cambio,
amor es, a veces, el mejor asesino. No se debe amar ta historia, la del abuelo de Martina. nos volvimos a encontrar dos
si no se está dispuesto a morir mientras se camina Martina, por supuesto, nació mucho tiempo o tres veces más. Un fin de se-
por el sueño más inspirador. Las lechuzas pueden después. Yo la conocí en la universidad (a la que ha- mana viajamos a la playa; a lo
amar a su presa mientras la devoran. Al borde de la bía dejado de asistir y en la que su padre creyó que lejos contemplamos la vapo-
muerte, las aves cantan y susurran el destino de los se llenaría de datos útiles la cabeza). Íbamos al ci- rosa silueta de un barco en su
suicidas. Te acecho como el ocelote acecha a la libé- ne, comíamos, caminábamos por lugares atestados camino a la nada. Martina me
lula. Ad infinitum. de gente pero no recuerdo haberla visto más de dos tomó de un brazo y me llevó a
días seguidos. De vez en cuando recibía su llamada caminar. Ya no tengo en la
y conversábamos durante horas. Es un recuerdo memoria todo lo que habla-
EPÍLOGO
borroso el que tengo de aquellos días. Una noche mos esa vez, pero recuerdo
¡Muerte a los turistas! Larga vida a quien sueña el con-
hicimos el amor. Sucedió así sin más y creo que no que de pronto se puso a hablar
creto. Esto no es una construcción, es una descons-
fue la gran cosa. Su opinión, no obstante, fue que irónicamente de la distancia
trucción. Ellos miran, nosotros vivimos, soñamos.
nunca había sentido tanta ternura. Pero fue a partir que nos había separado, como
Ellos tratan de entenderlo, nosotros lo tragamos y lo
de ese día, sin embargo, que comencé a sentirla si nunca hubiera existido, co-
escribimos o lo pintamos. Quien me lee, si no es ahora
triste e irremediablemente lejana. Luego fue lo de mo si nunca se hubiera mar-
un cráneo que vuela, está con ellos. ◊ Fernando Medellín de la serie “Autorretratos” / paladio / 1996
Fernando Medellín de la serie “Autorretratos” / paladio / 1996
¿A dónde nos
conduce un proyecto
que pretende
desaparecer los
sectores estratégicos
que constituyen a la
nación?
Después de largas jornadas llenas de dimes y diretes, afirma-
ciones, retracciones y demás declaraciones demagógicas lle- GACETA DE LITERATURA Y GRÁFICA ◊ NÚMERO 6 ◊ DISTRIBUCIÓN GRATUITA
nas de hipocresía ofrecidas por el escenario político nacional,
la comunidad del Centro de Capacitación Cinematográfica,
respaldada por innumerables personas e instituciones alrede-
KARLA OLVERA RAMÓN PERALTA
dor del mundo, reafirma enérgicamente su absoluto rechazo
a la lamentable propuesta de desincorporación, en cualquie- Seducción en El paso de Eva
ra de sus formas, de diversas entidades, presentada por el Eje-
cutivo a través de su Secretaria de Hacienda. línea recta
El pecado, abismo que pocos saben,
reconocen y salen sin rasguño.
Con esta irresponsable propuesta el Estado se desnuda mos- IV No estará escrito sobre un libro,
trándose incapáz de hacer frente al rezago que sufren la edu- sino tatuado en la piel del hombre.
cación y el fomento cultural de nuestro pais. Nadie se da cuenta Juan Rodríguez
de esa picadura discreta
que desata quejiditos I
Esta política evasiva es la misma que día con día queda ma- en el pupilo que se protege las nalgas
nifiesta en los temas estratégicos de México: nuestro campo, cuando está a punto de ser castigado, Tu marcha, junta el miedo del venado
nuestros recursos energéticos, nuestras telecomunicaciones, siendo que el pecho tu pecho, su calor palpitante.
es lo que verdaderamente le arde Siempre la duda: tu velo y refugio
etc. Deslindándose así de sus obligaciones con la sociedad
aún después de los azotes. que vence la fragilidad de tu cuello
ofreciándolas a manos del dinero. en el sendero donde al fin habito.
Tampoco nadie comprende
Con funciones específicas, el Centro de Capacitación Cine- la lágrima que no logra salir Encarno sin querer un tornado
matográfica, el Instituto Mexicano de Cinematografía, los Es- esa que se guarda tras un rostro la imagen y aliento del asesino.
de garbo desafiante
tudios Churubusco Azteca, junto con la Cineteca Nacional y
que pretende imitar Bastión, batalla de los cien años
el FIDECINE, de modo orgánico conforman el único medio del el semblante del destino. yo, soy el único soldado y herido.
Estado para fomentar la cinematografía nacional. Por tanto
exigimos el inmediato retiro de la propuesta de desincorpora- Cuántos días silencio más rotundo
V el tormento cruel de la penitencia.
ción y exhortamos al Estado y a la comunidad cinematográfi-
ca a la elaboración de un proyecto de cine mexicano que fo- La atracción ya no la provoca Apenas rozo parte negra de tu sombra
mente de manera eficiente la producción cinematográfica; a el objeto tiemblo sin la violencia del rayo
través de la construcción de un marco legal que permita la ni el sujeto la osadía de un golpe de piedra
constante reinversión de los recursos generados por el cine ahora, ni la gracia del mosco en el agua.
esa imprecisión lúdica
mismo. Tales como la retención de un porcentaje de la ganan-
del “puede ser”
cias generadas en taquilla y distribución en video, sólo por –aunque ya esté siendo– Fernando Medellín de la serie “Autorretratos” / paladio / 1996 II
mencionar algunos. del “¿por qué no?”
la que abre el juego. Avanza descalza sin lastimar la hierba.
EDUARDO CASAR Pero hoy
día del juicio
¡¡NUESTRO MUNDO XIII Otro viaje a la semilla insectos disimulan descanso bajo las
adelfas
NO ESTÁ EN VENTA!! Un té es bebido respiran futuro
a la par que un whisky. Mira a este niño lindo, tan sonriente y tan rojo: descubren el miedo en una telaraña
El pulgar y el índice cómo se ríe sin dientes, y la pena no será errante
secan lascivamente los labios, se levanta y se alarga, vocifera por la mancha que germina en el vientre.
Alumnos del Centro de Capacitación Cinematográfica
trasgresor sabor de boca. ◊ con el rostro de acné que poco a poco
va cubriendo su barba tan amada Yo, pájaro ciego
Responsable de la publicación: Yoame Escamilla por la hermosa mujer que en él se apoya atento al menor ruido del mal
y se da media vuelta y al fin desaparece, en la seguridad de las frondas no creo,
mientras una muchacha toma al hombre del brazo a pocos metros escucho un diluvio. ◊
y le quita una cana que resalta
sobre su saco negro que ya se ha vuelto blanco
Gaceta de Literatura y Gráfica, Número 6, diciembre 2003 - enero 2004, es una publicación independiente que se realiza gracias al apoyo de la Facultad de y ha perdido dos tallas en una lenta curva que se encoge,
Filosofía y Letras de la UNAM y de la Asociación de Escritores de México. A.C. Las opiniones expresadas en los textos son responsabilidad exclusiva de sus autores mas parece que muy alegremente porque mira, muchacha,
y no necesariamente reflejan la opinión del equipo editorial. Edición: Jocelyn A. Pantoja De Luna. Diseño Gráfico: Hernán García Crespo. Consejo Editorial: Andrés
Márquez, Alejandro Mendoza y Jorge Jurado. Esta gaceta se elabora dentro el espacio La red-acción, cubículo estudiantil de la FFyL, UNAM. Colaboraciones:
cómo sonríe sin dientes este ancianito calvo y colorado. ◊
gacetaliteral@yahoo.com. Impresa en Cromo color, Ediciones, S. A. de C. V. Impresa en México. Tiraje mensual 2000 ejemplares.

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