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Procedimiento Procesal Romano
Procedimiento Procesal Romano
ROMANO
Integrantes:
Fernanda Grisel Godínez Varela
Giselle Paloma Ruíz Fuentes
Alexis Guadalupe Saucedo Olivo
Cristyan Francisco Filoteo Palacios
Perla Briseidy García Delgado
Marla Ximena Vallejo Córdova
Kevin Meisel Torres Pargas
José Juan Quiroz Martínez
Paulina Emired Martínez Virgen
Aylin Monserrat Cardona Ramírez
David Daniel de la Colina Alcazar
David Eduardo Salazar Casas
DERECHO PROCESAL ROMANO
El derecho procesal es entendido como la solución de una controversia por un tercero (el juez) y, el
procedimiento como los pasos a dar para llegar a esa solución. Y la acción es la facultad que todos
tenemos de acudir al tribunal para reclamar o realizar nuestros derechos. Esta rama del derecho si
denominó en Roma “Derecho de las acciones”.
De manera que se puede definir como la acción en el sentido más amplio: Todo recurso a la autoridad
judicial para hacer consagrar un derecho desconocido, o, sencillamente, la persecución de un
derecho de justicia. La organización del procedimiento ha variado en Derecho Romano según sus
épocas, tres sistemas estuvieron sucesivamente en vigor: las acciones de ley, el procedimiento
formulario u ordinario y el procedimiento extraordinario.
DE LA ORGANIZACIÓN JUDICIAL:
Magistrados:
Eran los encargados de la autoridad judicial. El poder de los magistrados judiciales estaba designado
bajo el nombre general de potestas o de imperium.
Los principales magistrados en Roma, en Italia y en las provincias durante los dos primeros
procedimientos fueron los pretores, que se encargaban de la administración de la justicia. Pero gracias
a la afluencia de extranjeros aparecieron los praetor peregrinus o pretor peregrino, encargado de la
jurisdicción entre peregrinos o entre peregrinos y ciudadanos romanos. Al lado de los pretores se
unían los ediles, con funciones administrativas, tales como la policía de la ciudad.
Jueces:
Bajo los dos primeros sistemas del procedimiento hay dos clases de jueces.
a) Los simples particulares designados para cada asunto y cuya misión termina cuando han
pronunciado sentencia.
Se distinguen el judex, el arbiter, y los recuperatores:
Judex: es el juez
Arbiter: es el árbitro y se pueden nombrar uno o varios. En la ley de las XII
se pedían tres. Se usaba en casos de acciones de partición.
Recuperatores: fueron establecidos para juzgar los procesos entre ciudadanos
romanos y peregrinos.
Estos jueces eran escogidos para cada proceso sobre las listas confeccionadas por el pretor y puestas
en el foro. Hasta los últimos tiempos de la República fueron escogidos exclusivamente entre los
senadores . Pero eventualmente se elegían del orden de caballeros, que era una lista de trescientos al
principio. En el Imperio llegaron a ser hasta mil.
Para ser juez era necesario tener más de veinte años, ser hombre, y ser ciudadano romano.
b) De los jueces permanentes:
Los jueces que componían Tribunales permanentes eran los decemviri stilitus judicandis y los
centumviri. Juzgaban sobre los procesos relativos a la libertad y al derecho de ciudadanía. Reina una
oscuridad sobre el origen y la competencia de los decenviros, que verdaderamente se ignora si fueron
magistrados o jueces, sus funciones especificas son desconocidas.
En los orígenes del Derecho romano, la protección de los derechos del individuo se producía
en el ámbito del grupo familiar por el ejercicio de la potestas del paterfamilias, como jefe
supremo de la familia, cuando el conflicto acaecía entre personas integrantes de la misma
familia. Sin embargo, ante disputas y lesiones de derechos entre individuos de diferentes
grupos familiares, la venganza privada era la forma habitual de resolverlos. Las nefastas
consecuencias de la venganza privada y un mayor interés por parte de la organización de la
civitas de controlar las actuaciones entre los grupos familiares y gentilicios propiciaron la
aparición, en el primer siglo de la República y dentro de la Lex XII Tabularum, de un
instrumento procesal: la actio, es decir, como el instrumento jurídico-procesal ejercitado por
la persona que quiera hacer valer su derecho ante el tribunal legalmente instituido. De esta
manera, en base al tipo de acción que se ejercitase, se desarrollaron dos tipos de
procedimientos:
DECLARATIVOS: Con la finalidad de que el proceso sirva para el
reconocimiento formal de un derecho.
EJECUTIVOS: Son procesos que persiguen la ejecución o cumplimiento
material de un derecho ya reconocido, bien por ley o bien por una sentencia previa
de un juicio declarativo que así lo reconozca.
Desde la época de Augusto existieron medidas que condenaban la justicia por propia mano;
más adelante, con Marco Aurelio, inclusive se estableció que quien recurriera a ella perdería
el derecho que trataba de defender.
El comportamiento de los litigantes frente al tribunal, los pasos que deben seguirse para
lograr una sentencia, así como la organización judicial, son precisamente materia del derecho
procesal, entendiendo el proceso como la solución de una controversia por un tercero -el
juez-, y el procedimiento, como los pasos a dar para llegar a esa solución. Y la acción, por
su parte, es la facultad que todos tenemos de acudir al tribunal para proclamar o realizar
nuestros derechos. Esta rama del derecho se denominó en Roma “Derecho de las acciones”,
y así la llamo Gayo en la última parte de sus Instituciones; los términos de proceso y
procedimiento dieron lugar al calificativo de “procesal”.
La acción es el medio jurídico por el cual una persona puede alcanzar el reconocimiento,
satisfacción y sanción de un derecho subjetivo que le ha sido reconocido previamente por el
ordenamiento jurídico, o puede impetrar la protección que el magistrado haya prometido en
su edicto a una determinada situación de hecho en que el actor cree encontrarse.
La palabra acción tiene tres sentidos generales:
1. Señala ante todo el derecho de recurrir a la autoridad para hacer cesar la violación de
un derecho y, si a ello hay lugar, obtener la reparación del daño causado.
2. El hecho mismo de ejercitar este recurso, toma el nombre de acción.
3. Se entiende por acción las formas y reglas según las cuales este recurso se ejercita y
es juzgado.
El derecho procesal fue de especial interés para los romanos, quienes, con su pragmatismo
característico, consideraban que mientras hubiera acción había derecho,
Declarativas:
- Legis Actio Sacramento (Acción de Apuesta Sacramental):
Es considerada como una de las acciones más antiguas y consistía en una
apuesta sacramental, es decir, el que perdía el juicio debía pagar una
cantidad de dinero (sacramentum), previamente establecida, en concepto
de pena y a favor del pueblo.
Las partes primero debían acudir a los pontífices, quienes les indicaban la
declaración que habrían de repetir; después, el actor debía hacerse
acompañar por el demandado y, ya ante el magistrado, recitaba la formula
verbal de carácter solemne. A continuación se simulaba una lucha entre
ambos y era en este momento cuando el magistrado intervenía
indicándoles que hicieran una apuesta, cuya cantidad debería ser
depositada hasta que el juez decidiera quién era el ganador. La cantidad
era de 500 ases si el valor del litigio era superior a 1000, y de 50 si era
inferior. Una vez realizado lo anterior, el magistrado citaba a las partes
para que comparecieran ante el tribunal treinta días después, momento en
el cual se designaría a un juez, aquí terminaría la primera fase del proceso
fase in iure. Y a la comparecencia antes el magistrado se le dio el nombre
de litis contestatio.
La fase apud iudicem se desarrolla ante el juez, quien para dictar sentencia
debía basarse en lo ocurrido en la fase anterior; además examinar las
pruebas aportadas por los litigantes, oiría sus alegatos y pondría fin al
proceso de decidir quién ganaba o perdía la apuesta.
La cantidad depositada era recuperada por el ganador y se perdía para el
vencido, quién debía entregar su apuesta en favor del templo.
Ejecutivas:
- Legis Actio per Manus Iniectionem (Acción por Aprehensión Corporal):
Tiene las características de la defensa privada. En él, el acreedor prende
a su deudor, y si éste no satisface su obligación en un cierto plazo, primero
podía venderlo como esclavo en el extranjero, o matarlo.
Es una acción ejecutiva que se ejercitaba:
Cuando el demandado no cumplía la sentencia dictada por el juez
condenándole a pagar al demandante. En estos casos, sólo se
podía ejercitar pasados los 30 días a partir del pronunciamiento
de la sentencia.
O bien, si se había producido la confessio in iure, esto es, cuando
el demandado reconocía ante el magistrado durante el desarrollo
del proceso de que el demandante tenía razón en sus pretensiones.
De esta acción nos informa la Ley XII Tablas, III, 4-6, así como Aulo
Gelio, Noct. Att., XX, 1, 46-47, relatando que el vencedor en el juicio,
ante el incumplimiento del condenado, podía tenerlo en su domicilio
encadenado durante sesenta días. El peso de las cadenas no podía exceder
de 15 libras y debía alimentarlo. En el transcurso de ese tiempo, debía
llevarlo durante tres días sucesivos al mercado y proclamar en público la
existencia de esa deuda. Si nadie acudía en ayuda del condenado para
pagar la deuda durante esos sesenta días, el vencedor del proceso podía
vender al condenado como esclavo en el extranjero (trans Tiberim), o bien
darle muerte. En el supuesto de que hubiese varias personas que ocupasen
la posición de vencedoras en el juicio, la muerte del condenado se
desarrollaría troceándolo en tantas partes como vencedores existiesen y,
si alguno recibía una parte del condenado menor que otro, ello no era
causa para un nuevo litigio. A partir de la lex Poetelia Papiria del 326
a.C., la prisión por deudas quedó abolida, respondiendo el condenado con
su patrimonio y no con su persona.
Cuando el Estado asume la administración de justicia, se conserva la
manus iniectio, aunque rodeada de garantías
1º El acreedor debería llevar al deudor ante el magistrado y recitar
una fórmula determinada y, poniendo su mano sobre él, dar a
conocer el título sobre el que apoyaba su pretensión y la cuantía
de su crédito. Después repetía el gesto de aprehender al deudor
por el cuello. Si las palabras y gestos del deudor se ajustaban al
texto prescrito por los pontífices, el magistrado autorizaba al
acreedor a llevarse al deudor a su casa y retenerlo allí durante
sesenta días. En ese lapso de tiempo lo exhibía en el mercado tres
veces en el mercado, para ver si alguien pagaba por su liberación
y si no era así podía venderlo o matarlo.
2º La Ley de las XII Tablas fijó los plazos que debían mediar
entre la aprehensión corporal y la ejecución de la venganza, para
que el deudor pudiera pagar.
3º La ley solo permitía manus iniectio cuando una deuda había
sido reconocida en un proceso, o cuando un acreedor la
reconocía. A partir del pronunciamiento de la sentencia, el deudor
tendría treinta días de gracia antes de la aprehensión.
4º Cualquier tercero o el propio deudor podían oponerse a la
nanus iniectio, si no estuviera justificada, como cuando no se
siguieran las reglas del procedimiento.
b) Las adjectiones o las partes accesorias: partes que sólo se añaden a la fórmula si el demandado
o el demandante han solicitado o han obtenido inserción (se usa regularmente hablando de la
inclusión de algún texto o escrito en otro). La variedad de los asuntos fue causa de la
introducción de estas adjectiones, que permitían al magistrado poner la fórmula en relación
con las exigencias de la demanda y de la defensa.
Se distinguen:
a) Excepciones: Por lo general se colocaban a continuación de la intentio, como una condición
negativa, es decir, una condición impuesta al juez; en otras palabras, el juez sólo podía
condenar al demandado si la intentio es justificada y si la excepción no lo está; si el
demandado prueba su excepción, debe ser forzosamente absuelto o, cuando menos, obtener
una disminución en la condena. En otra definición mas sencilla se puede manejar cono parte
de la fórmula que permite al demandado poner a la acción del demandante una alegación que
le hace rechazar o paralizar dicha acción.
Podemos apreciar dos tipos:
Perentorias: pueden ser opuestas en cualquier momento, tal sería la excepción
del dolo, por ejemplo. Estas destruyen totalmente la acción
Dilatorias: sólo pueden ser opuestas en cierto momento y bajo determinadas
circunstancias; por ejemplo, si ambas partes han convenido que la deuda se
pague en dos partes, el acreedor no podrá exigir el pago de la segunda hasta
que haya transcurrido el plazo previsto. Estas solo paralizan sus efectos,
posponiendo sus efectos.
b) Praescripciones: Eran las partes escritas a la cabeza de la fórmula. Precedían y reemplazaban
algunas veces a la demostratio. Consisten en la advertencia que el magistrado hace al juez
señalándole una circunstancia para que la investigue y, en función de ello, entrar o no en el
fondo de la cuestión litigiosa.
LA SENTENCIA Y SU EJECUCIÓN:
Una vez que se practicaban las pruebas ante el juez, éste tiene que comprobar si se ajusta lo probado
por las partes con el contenido de la fórmula que recibió del magistrado. Por el principio de la
congruencia, debía tomar una de estas dos posiciones:
VIAS DE EJECUCIÓN:
El deudor tiene un plazo de sesenta días para cumplir con la senencia; en caso de no hacerlo el
acreedor puede ejercer la actio iudicati, acción que remplaza a la manus iniectio de las acciones de la
ley, y ejerce sobre los bienes del deudor mediante las siguientes operaciones:
El nombre de “cognitio extraordinem” o fuera del proceso ordinario, se debió a que en plena
vigencia del proceso formulario ordinario, fueron instaurándose otros, a partir de los albores
del imperio, en los que no se respetaba la división en dos instancias procesales (la “in iure”
instruida por el magistrado y la “apud iudicium” ante el Juez). Entonces aquí recibía el
nombre de Extra ordinem judiciorum (2 partes).
Ahora el mismo magistrado (normalmente debía ser funcionario público) que conocía en la
primera parte, la resolvía directamente sin dar paso a la etapa ante el Juez, es decir cumplía
el papel de magistrado-juez para agilizar los procedimientos, sobre todo en cuestiones de
materias civiles. (Ejemplo cuando un hijo reclamaba su emancipación o un esclavo su
manutención al jefe de familia). Aquí recibe el nombre Cognitio extra oridnem (1 parte).
Este modo de resolver las cuestiones litigiosas se generalizó, y en época del emperador
Diocleciano era el modo común. Finalmente fue abolido definitivamente por una
Constitución de Constancio y Constante del año 342.
El proceso se iniciaba, a partir de Justiniano, con el “libellus conventionis”, que era un escrito
(similar a nuestra demanda) firmado por el actor u otra persona a su ruego. Un funcionario
público, el “executor”, si el “libellus” no era desestimado por el Juez, por ser contrario a
derecho, y éste ordenaba el traslado, a través del “interlocutio”; se lo entregaba al demandado.
Las costas de este traslado eran a cargo del demandado y se denominaba “sportulae”. La
contestación del demandado, llamada “libellus contradictionis” debía ser entregada al
“executor” al recibir el “libellus conventionis”.
Con la demanda y su contestación, se producía la “Litis contestatio”, que ya no producía el
efecto de consumir la acción, como en los sistemas anteriores, de las “legis actiones” o del
proceso formulario.
El actor debía entregar caución de impulsar la causa hasta la sentencia, de acuerdo a los
plazos prescriptos y de pagar las costas en caso de ser vencido. A su vez, el demandado
también debía dar fianza de que se defendería legalmente. Quedaban exceptuados de dar
caución material pudiendo reemplazarla por una simple caución juratoria, los indigentes, las
personas de renombre y los poseedores de inmuebles.
En esta etapa pierde importancia la prueba testimonial, en favor de la documental, y también
de la pericial, ya que al no ser el Juez una persona especialmente escogida por las partes en
función de su conocimiento del tema, debía ser asesorado sobre cuestiones científicas y
técnicas.
CARACTERÍSTICAS:
Costas procesales: son los gastos en que debe incurrir cada una de las partes involucradas en un juicio.
Apelación: Permite hacer reformar la decisión de un juez (sentencia) y obtener una nueva decisión. En fin los
magistrados estatuían ellos mismos en caso de apelación.
Desde entonces, solo tiene fuerza de cosa juzgada, cuando ya no es susceptible de apelación o cuando la apelación ha
sido rechazada.
Se denomina imperium en Derecho romano a la potestad general (de carácter, sobre todo, político) que ejercen algunos
magistrados mayores (cónsules y pretores). Incluye el supremo mando militar, la jurisdicción (que pronto se reservó a
los pretores).
Manu militari: Con mano militar. Locución que significa que se ha recurrido a la fuerza pública para la ejecución de
una obligación o de una orden.
Prenda: Consiste en transmitir al acreedor la posesión de una cosa, misma que debe conservar hasta que se le cubra el
total de la deuda que garantiza la prenda.
LA SENTENCIA
A) La sentencia se redacta por escrito y es leída oralmente a las partes en audiencia pública.
B) La sentencia dada por el magistrado se llamaba decretum
D) La condena no tiene porqué ser necesariamente pecuniaria puede recaer cuando es posible
sobre la misma cosa.
E) En la sentencia se pueden incluir los gastos o costas procesales que asumirá la parte que
sea condenada
F) La sentencia puede ser objeto de un recurso de apelación ante el mismo tribunal que la
dictó y que elevaría ante el superior jerárquico. Sólo es firme la sentencia no apelada o la que
en última instancia dicta el Emperador.
SU EJECUCIÓN
En cuanto al modo de ejecutar la sentencia, hay que partir del ejercicio de la actio iudicati que iniciaría
el proceso ejecutivo y que se podría desarrollar de distintas formas:
A.- La appellatio que se interpone ante el mismo magistrado que la dictó para que la eleve ante el
superior jerárquico: magistrados municipales, el gobernador de cada provincia preside el tribunal
provincial, vicarios de la diócesis, prefecto del pretorio y el emperador. Cuando se producía un
recurso de apelación, la sentencia dictada en primera instancia quedaba suspendida hasta que se
resolviese por el superior jerárquico y, si el apelante perdía el recurso, debería pagar el cuádruplo de
las costas procesales.
B.- Como recurso extraordinario dirigido a evitar la eficacia de la sentencia estaba la restitutio in
integrum.
AUDIENCIA EPISCOPAL
La literatura de los padres de la Iglesia informa a cerca de un procedimiento denominado episcopales
audentia, seguido frecuentemente por las comunidades cristianas a partir del siglo III. Consistía en
someter al obispo a las mismas controversias jurídicas que él decidía en forma de arbitraje; es decir,
actuaba en ellas como árbitro designado de común acuerdo por las partes, si bien no tenía validez
legal.
A partir de una constitución de Constantino del 318 ambas partes pueden abandonar la causa
pendiente ante un tribunal ordinario y someterla a la controversia del obispo, en este caso la decisión
del obispo tendría carácter ejecutivo y sería inapelable. A partir de Valentiniano en el 452, se regula
la materia y atribuye la decisión de las partes de someter la controversia al obispo, como un
compromissum, y la decisión episcopal puede ser ejecutada desde ahora por un magistrado, siempre
a instancia de la parte interesada.
Justiniano admitió la posibilidad de impugnar en diez días la decisión episcopal ante el magistrado
laico. Si la sentencia del magistrado coincidía con la del obispo, era inapelable; en caso de
disconformidad entre ambas sentencias, la emitida por el magistrado podía ser objeto de recurso
de apelación ante un magistrado de rango superior.
1. Citación: La citación del demandado ya no es iniciativa exclusiva del ciudadano privado, sino que
se opera a través del libellus conventionis, una suerte de "libelo de emplazamiento", un documento
escrito donde el actor expone sus pretensiones y el nombre de aquél a quien se quiere demandar. Tal
escrito se consignaba al magistrado, el cual, tras un sumario examen, lo trasladaba al demandado
mediante un funcionario subalterno (executor), citándolo a juicio en una fecha determinada. La
respuesta del demandado, que debía prestar una garantía de comparecer en juicio el día fijado (cautio
iudicio sisti), se efectuaba mediante el libellus contradictionis, un escrito de contestación a la
demanda, donde intentaba defenderse frente a las alegaciones del actor, exponiendo al mismo tiempo
sus propias razones.
4. Posibilidad de solicitar la dilatio litis: Posibilidad de parar el proceso, por parte del demandante o
por el demandado, con el fin de obtener pruebas que no habían podido introducir con la demanda.
Marco Aurelio estableció que sólo se podía solicitar una vez y, en cuanto al tiempo que podía durar
la interrupción, Diocleciano estableció los límites temporales de 3, 6, o 9 meses según la prueba a
conseguir se encontraba en el mismo lugar en donde se celebraba el proceso, o en otra provincia
continental o de una provincia transmarina, respectivamente.
5.Comparecencia ante el juez o magistrado: A diferencia de lo que sucedía en el proceso formulario,
el litigio podía continuar, aunque una de las partes no compareciese, pues el magistrado lo impulsaba
de oficio. Presentes las partes, tiene lugar la narratio, donde el actor o su abogado establece y defiende
el objeto de su pretensión, y la contradictio, en la que el demandado expone los argumentos para
rechazarla. Parece ser que en el momento en que el juez escuchaba la narratio y la contradictio, tenía
lugar la litis contestatio, que no goza de la importancia capital que antes tenía, en cuanto pierde el
efecto consuntivo: en el nuevo sistema, sólo la sentencia extingue el derecho sustancias deducido en
juicio, formando la res iudicata. Eso sí, a partir de la litis contestatio comienza a transcurrir el término
de prescripción de la instancia, que fue fijado en tres años como máximo.
8.Sentencia: La sentencia, redactada por escrito y leída a las partes, ya no tiene por qué consistir
necesariamente en una suma de dinero, sino que el juez puede condenar a la restitución de una cosa,
cuando esa fuera la pretensión del actor. Dada la jerarquización de la magistratura, otra diferencia
notable es la posibilidad de apelar la sentencia ante un magistrado de rango más elevado,
estableciendo como última instancia el recurso ante el propio emperador.
9. Apelación de la sentencia: La sentencia puede ser objeto de un recurso de apelación ante el mismo
tribunal que dictó la sentencia y que elevaría ante el superior jerárquico. Sólo el firme la sentencia no
apelada o la que en última instancia dicta el Emperador.
10. Ejecución de la sentencia: Si bien la ejecución sobre el entero patrimonio del deudor (bonorum
venditio) se conserva en el proceso extra ordinem para casos excepcionales, normalmente se acude a
la ejecución sobre objetos concretos de su patrimonio (pignus ex iudicati causa captum). Aunque
subsista la ejecución personal, ésta queda reducida a un medio subsidiario de coacción como vía hacia
la ejecución patrimonial; así mismo, el encarcelamiento en prisión pública del deudor insolvente era
utilizado como medio de coacción en esta época.
Referencias:
Petit, Eugene, Tratado Elemental del Derecho Romano, Porrúa, México, 2006
Morineau Iduarte, Marta e Iglesias González, Román, Derecho Romano, Oxford, México
2010
ARIAS RAMOS, J., Derecho Romano, vol. I, Madrid, 1974
CAMACHO EVANGELISTA, F., Curso de Derecho Privado Romano, Granada, 2012.
FERNÁNDEZ DE BUJÁN, A., Derecho Privado Romano, Madrid, 2013.
GARCÍA GARRIDO, J.M., Instituciones y casos prácticos de Derecho romano, Ediciones
Academia, 2011.
IGLESIAS, J., Derecho romano. Historia e Instituciones, Madrid, 2010.
TORRENT RUIZ, A., Manual de Derecho Privado Romano, Zaragoza, 1987.