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Capítulo III
LA NEGOCIACIÓN INTEGRATIVA
Primero hagamos crecer la torta
pues no todos quieren el mismo trozo;
unos prefieren la fruta,
otros la crema
las utilidades que pueden dividirse por las partes, como tierras a com-
partir, bienes a adjudicarse, etc. Esto significa que el resultado de la
negociación es disfrutado por las partes, pero excluye a otros del bene-
ficio. En cambio el valor público se define como el valor que también es
gozado por otros (aire puro, parques, aguas sin contaminar).
Debemos tomar en cuenta ambos tipos de valores: privados y públicos.
En todo proceso de negociación, los primeros son más perceptibles para los
negociadores, pero no por ello los segundos dejan de tener relevancia. Así,
dos empresas no pueden concluir un convenio que implique verter sus dese-
chos industriales al río que atraviesa una población cercana, pues ello crearía
lo que en economía se llama una externalidad; es decir, un daño a terceros.
Para entender el modo en que actúa el proceso de negociación integrativa
debemos concentrarnos en las diferencias y no en las semejanzas. Las partes
deben explorar y entender sus intereses y preferencias. A diferencia de lo
que podría parecer, lo que nos permite acercarnos son las diferencias y no las
semejanzas.
Tipos de diferencias
En creencias
Las diferencias en las creencias facilitan un resultado satisfactorio. Así,
tomemos el caso de una compra-venta. El vendedor piensa que el precio de
80 Negociación Integral Pinkas Flint
La negociación integrativa
hoy es mejor que el precio que obtendrá por el mismo bien mañana, en
tanto que las expectativas del comprador consisten en que el precio de ma-
ñana será mejor que el de hoy. Esto hace posible la venta. Si ambos pensaran
igual, no se efectuaría la operación. Imaginemos que ambos creen que ma-
ñana la casa valdrá más. El comprador esperará a que suba el precio. Por eso
es interesante comprobar que en plena recesión las cosas no se venden. Los
propietarios esperan que los precios suban y se niegan a bajarlos, pero los
pocos compradores piensan que la recesión continuará y, con la presión de
los bancos, los propietarios se verán obligados a bajar los precios.
Las personas asignan diferentes probabilidades a los eventos futuros e
inciertos, y combinan estas predicciones con sus creencias anteriores y con la
evidencia observada. Las probabilidades de éxito en el proceso de negociación
son mayores si las partes acuerdan entrar en arreglos de tipo contingente.
Imaginemos que debemos vender acciones. En lugar de discutir días,
semanas y meses proponemos lo siguiente: “Te compro las acciones a
US$ 50 000 y te doy una opción a seis meses para que las puedas vender a
terceros a los US$ 220 000 que dices que valen”. Yo creo que no va a
conseguir nadie que las compre por ese precio. Él cree que los US$ 50 000
son sólo el piso y piensa que podría conseguir un tercero interesado en pagar
los US$ 50 000 con intereses y ganar aproximadamente US$ 170 000
más. La operación se cristaliza sin dificultad. Si hubiéramos regateado no
habríamos hecho negocio.
Otros arreglos contingentes se presentan cuando las partes piensan que
pueden influir sobre la suerte de un resultado incierto. Veamos un ejemplo:
las partes se someten voluntariamente a un arbitraje. Ambas sienten que sus
argumentos y nivel de persuasión influirán en el tribunal arbitral y determi-
narán un fallo favorable a su posición. Por ello, prefieren que un tercero
resuelva.
Así, pues, hay dos tipos de situaciones en las cuales un acuerdo contin-
gente crea ganancias conjuntas:
• Cuando el evento incierto es de interés para ambos. Hay contratos con-
tingentes en los cuales el acuerdo se basa en las diferencias en la asigna-
ción de probabilidades.
Negociación Integral Pinkas Flint 81
La negociación integrativa
Aversión al riesgo
Supongamos que dos personas están de acuerdo en la probabilidad de
que ocurra un hecho. Aun en este caso, cada parte puede reaccionar en for-
ma diferente en función de los riesgos involucrados. En estos casos, las par-
tes pueden diseñar una enorme variedad de fórmulas para compartir el ries-
go. En general, estos acuerdos deben transferir más riesgo a la parte que
teme menos al riesgo.
Veamos un ejemplo: el doctor Gómez del Campo, abogado soltero, jo-
ven y agresivo, se asocia con la señora Contreras viuda de López, profesora
jubilada que goza de una pensión modesta. En esta asociación comercial
para abrir una nueva cafetería, los acuerdos a los que arriban las partes refle-
jan sus diferentes criterios frente al riesgo. El acuerdo al que llegan es el
siguiente:
El joven abogado recibe una mayor parte de las utilidades de la cafete-
ría, pero garantiza a la señora Contreras un ingreso mensual permanente,
tipo salario, no menor al monto que ella recaba del banco cada mes. Este
tipo de arreglo satisface a ambas partes, pues cada una tiene una actitud
diferente frente al riesgo involucrado. Lo que más teme la señora López es
no tener para sus modestas necesidades del mes, que incluyen renta, comida
y cine una vez al mes.
El doctor Gómez del Campo, que además de abogado es administrador y
conoce el potencial del negocio, desea un socio pasivo que le confíe capital y
que, cuando las cosas vayan como él espera, le permita quedarse con el 70%
de las utilidades, aunque ello le demande un modesto pago fijo a la socia.
Las diferencias de actitud de las partes ante el riesgo pueden ser impor-
tantes en varios casos. Así, por ejemplo, la relación de negociación entre
representantes de empresas públicas con negociadores de empresas privadas
El tiempo
La diferencia que cada parte otorga al tiempo afecta el resultado del
proceso de negociación. La gente valora el tiempo de diversa forma. Un
mismo hecho tiene distintas connotaciones según la oportunidad de su ocu-
rrencia. Así, si una parte es más impaciente que la otra, obtendrá conse-
cuencias distintas.
Capacidades
Las diferencias de capacidad generan oportunidades. El acceso a la tec-
nología o a la información cambia sustancialmente la relación entre las par-
tes. Por ejemplo, un granjero que cuenta con tierras áridas y un tractor
puede combinar esfuerzos con su vecino, que tiene semillas y agua pero no
tiene tractor.
Las diferencias en capacidades o recursos adoptan diversas formas, tales
como:
• Acceso a tecnología avanzada
• Derecho de uso
• Capacidad financiera
• Capacidad en recursos humanos
El señor Ruiz, prestigioso joyero, especialista en el corte y tallado de
diamantes pero que no tiene capital, puede asociarse con el señor Montero,
dueño de una empresa financiera. Uno posee tecnología joyera, el otro capa-
cidad financiera. Ahora ambos son socios de un negocio donde han poten-
ciado sus capacidades, produciendo beneficios comunes. Los buenos nego-
ciadores buscan concreta y activamente las diferencias relevantes y las usa-
rán para lograr mejores acuerdos.
Veamos otro ejemplo. Dos compañías farmacéuticas desean abrir un
centro de investigación de última tecnología cuyo costo bordea los seis mi-
llones de dólares. Deciden compartir el proyecto para disminuir sus costos
generales. Además, podrán construir un laboratorio mucho mayor que si lo
hicieran independientemente. Cuando dos empresas se fusionan, no sólo
eliminan gastos redundantes y alcanzan economías de escala sino que tam-
bién logran sinergias al aprovecharse mutuamente; por ejemplo, la tecnolo-
gía y conocimiento de mercado que posee una con la enorme capacidad
financiera de la otra.
La publicidad general y otros beneficios adicionales se presentan aún en
mayor proporción. Este hecho motiva la gran cantidad de fusiones y adqui-
siciones de empresas en Europa y EEUU. También lo hemos visto en los
compras de Backus y Johnston (Cristal) a la CNC (Pilsen) y Cervesur.
Economía de escala
En las economías de escala se puede crear valor sin que se presenten
intereses diferentes (o compartiéndolos a través de éstos).
Así, veamos por ejemplo que dos partes iguales logran un acuerdo. El
granjero Carlos debe sacar una pesada piedra que bloquea el camino que
lleva a su casa, pero no puede hacerlo sin la ayuda de Enrique. No la puede
mover, aún cuando duplique su esfuerzo o trabaje el doble de tiempo. Sin
embargo, ambos pueden y deben colaborar, mediante una fórmula median-
te la cual moverán la roca juntos y dividirán el costo de hacerlo.
Las economías de escala apoyan los valores privados creados en muchos
convenios. Dos empresas embotelladoras deciden instalar un centro de dis-
tribución de bebidas. Cada una sabe que sus productos (cervezas y gaseosas)
no son competitivos para atender un área lejana y, en lugar de ello, optan
CUADRO 13
• Diferencias en valoración relativa. Estas diferencias subjetivas pueden llevar a intercambios direc-
tos o intercambios una vez que las partes han resuelto las diferencias que involucran los intereses. En
el primer caso las diferencias son claras; en el segundo se requiere de un trabajo analítico previo.
• Diferencias en predicciones. Puede llevar a arreglos contingentes cuando:
1. Los temas bajo negociación son inciertos y están sujetos a estimados probabilísticos diferentes.
Las partes estiman su probabilidad de ganar de modo distinto.
2. Cada parte siente que saldrá bien en un proceso futuro y que puede influir en el arreglo contingente
sujeto a un procedimiento resolutorio.
• Diferencias en la aversión al riesgo. Sugiere arreglos de naturaleza similar a los contratos de segu-
ro, pues con ello se busca compartir riesgos.
• Diferencias en cuanto a la preferencia de ocurrencia de un evento en el tiempo. Lleva a diferentes
patrones de pago o acciones a tomar en el tiempo.
• Diferente capacidad. Las distintas capacidades o recursos pueden combinarse para beneficio mutuo.
• Otras diferencias. Diferencias en criterios o visiones de la realidad en la evaluación, en los preceden-
tes, o bien en concepciones de justicia que pueden ser tratadas por las partes para lograr ganancias
conjuntas.
• Las preferencias en posiciones específicas pueden crear valor común. Para una de las partes un
aspecto específico puede tener un valor enorme, mientras que este mismo aspecto no es tan relevante
para la otra.
• Las economías de escala generan ganancias mutuas.
Fuente: LAX, David y SEBENIUS, James, The Manager as Negotiator, Ed. The Free Press, A
Division of Macmillan Inc. NY, 1986.
El modelo Fisher
a) Separemos a las personas del problema. Los negociadores deben verse
a sí mismos solucionando el problema que provoca la negociación, y
no atacándose unos a otros. Deben decir “Somos solucionadores de
problemas. Mi contraparte no es el problema: tiene un problema, igual
que yo”.
b) Centrémonos en los intereses, no en las posiciones. La posición es lo que
uno quiere, el interés es por qué lo quiere. Centrándose en los intereses
y no en las posiciones, puede descubrirse la existencia de intereses mu-
tuos y complementarios -así como las diferencias- lo que puede hacer
posible un acuerdo.
c) Generemos alternativas para beneficio mutuo. Aún en caso que los
intereses de las partes sean diferentes, se pueden elaborar alternativas
que beneficien a ambas partes. No se trata de “todo para mí, nada para
ti” sino de “bueno para ambos”.
d) Insistamos en criterios objetivos. En negociaciones de tipo suma cero
quizá no se presente la oportunidad de obtener ganancias mutuas. Por
ello debemos usar criterios objetivos, que reducen las ineficiencias y el
sentimiento de sentirse explotado o sorprendido. ¿Qué es un criterio
objetivo? Valor de mercado, reposición, precedentes, flujo descontado
de caja: hay muchos. Cada parte escogerá el que más le convenga, pero
por lo menos no se negociará partiendo de la mentira o de “se hace así
porque me da la gana”.
e) Conozcamos nuestro BATNA. El objetivo de toda negociación es lograr
un mejor resultado del que obtendríamos fuera de ésta. Si desconoce-
mos nuestro BATNA (no olvidemos que el BATNA tiene un compo-
nente dinámico y otro psicológico), corremos el riesgo de aceptar arre-
glos inferiores a nuestras alternativas o de rechazar aquellas que son
superiores a éste.
Fisher sostiene que en la negociación principista o integrativa los nego-
ciadores son esencialmente solucionadores de problemas cuya meta es un
resultado inteligente, alcanzado en forma amigable y eficiente. En el proce-
so es fundamental separar a la gente del problema en sí: ser duro con el
problema pero blando con la gente. El proceso de negociación actúa inde-
pendientemente de la confianza o no confianza puesta en la otra parte, y se
centra en los intereses y no en las posiciones, esto es, no en lo que se quiere
sino en por qué se quiere.
Separar la persona del problema parece más fácil de lo que es. Muchas
veces pensamos que Juan López es un tipo conflictivo, difícil, un problema,
y que por ello debemos deshacernos de él. Sin embargo, lo que nos molesta
es su comportamiento. No podemos cambiar el hecho de que alguien sea
gordo, alto, rubio, bajo pecoso o jorobado, pero sí podemos influir en su
comportamiento.
El otro lado de la moneda en esto de no separar a la persona del proble-
ma es que nos quieran manipular por el lado afectivo: “Hazlo por mí, tú
sabes que soy tu amigo y nunca te pediría algo que no te convenga”. Ojo
con la manipulación de sentimientos.
El tema de los intereses es fundamental, porque sólo sabiendo cuáles
son éstos podremos proponer soluciones inteligentes. Así, si una mujer en
proceso de divorcio pide una suma exorbitante por alimentos sabiendo que
su esposo no podrá pagarlos, puede que lo haga por despecho, por hacerlo
sufrir o porque tiene temor por ella y sus hijos. La solución pasa por seguros
de vida, escolaridad y otras fórmulas creativas.
Conocer los intereses reales permite explorar con mayor creatividad los
temas involucrados y evita fijar un punto mínimo de arreglo escogido arbi-
trariamente. En lugar de ello, el punto de reserva -o punto mínimo- es equi-
valente a nuestra mejor alternativa a un acuerdo negociado, lo que, como
sabemos, varía constantemente.
El método Fisher ofrece su mayor aporte a la ciencia del manejo del
conflicto en el énfasis que pone en la creatividad; esto es, inventar opciones
para generar ganancias mutuas. Este autor señala que en el proceso de in-
vención se generan opciones múltiples, entre las cuales se escogen las vías de
solución. Se debe inventar primero y decidir después. Ello permite expandir
el marco referencial del problema y tener diferentes ángulos de ataque al
mismo. El proceso de invención conjunta apunta a agrandar la torta.
Fisher nos enseña que es factible reducir la arbitrariedad y el uso descar-
nado del poder si nos ceñimos a criterios objetivos tales como valor de repo-
sición, costo menos depreciación o valor de mercado. El uso de estándares
debe ser una de las metas establecidas por los negociadores. No podemos
dejar de señalar que escoger el estándar a aplicar es una parte fundamental
del proceso.
Así, las partes deben tratar de alcanzar un resultado basado en estándares
independientes a la voluntad. La actitud del negociador en este proceso debe
ser siempre de apertura y comprensión. Razonar y estar abierto a razones,
ceder ante principios y nunca ante presiones.
¿Cómo reconocer una situación de negociación que permita aplicar el
método? Fisher y Ury han preparado una lista de preguntas para hacer el
diagnóstico correcto:
Fuente: Roger FISHER y William URY, Obtenga el sí. El arte de negociar sin ceder, Cía Editora
Continental S.A. CV. México, 1984.
El factor humano
Aunque a veces nos cueste creerlo por las pasiones en juego, los nego-
ciadores antes que nada son personas; hombres y mujeres de carne y hueso,
con diferentes emociones, valores y antecedentes personales. Si el ser huma-
no es la suma de todos estos elementos, podemos concluir que, como tal, es
impredecible. Nosotros, por nuestra misma condición humana, también lo
somos para la contraparte.
El hombre ve el mundo a través de su cultura, de su escala de valores, y
por ende, la misma información entregada a dos personas diferentes será eva-
luada de distinto modo. Debemos preguntarnos constantemente si dentro del
proceso de negociación estamos dando suficiente atención al problema huma-
no. Repitamos este concepto para recalcarlo. No se trata de acreditar con ci-
fras y hechos una situación. Las partes puede estar totalmente de acuerdo con
la realidad: lo que varía es la percepción y valoración de los hechos. Uno puede
ver el vaso medio vacío, pero otro puede verlo a medio llenar.
Actitudes
Al iniciar cualquier procedimiento de negociación vamos premunidos no
sólo de información sino también de prejuicios y temores -fundados o infun-
dados- y de proyecciones. No debemos deducir las intenciones de la contra-
parte infiriéndolas de nuestros temores. Si creemos que ellos son duros, tercos
y desconfiados no actuemos en forma similar. Si lo hacemos, veremos en breve
cómo habremos convertido en realidad nuestros propios temores.
Estemos dispuestos a verificar y comprobar nuestras presunciones. No
culpemos a la otra parte por nuestros problemas, pues ello no ayuda en
nada. Si pensamos que en el proceso de negociación somos víctimas de una
agresión, no dejemos pasar el momento sin expresar lo que creemos. Es
importante señalar a la contraparte que lo que expresamos es nuestra per-
cepción, y no necesariamente la verdad.
Vamos a ilustrar este punto con un ejemplo. Como experto, estuve invi-
tado a un curso sobre negociaciones de la Universidad de Harvard. En una
compleja negociación sobre reclamos sindicales, me sentí ofendido por cier-
tas insinuaciones antisemitas de la contraparte, que representaba al equipo
de la Municipalidad. Me indigné y dije lo que pensaba a los dos muchachos
de Israel que formaban parte de mi equipo: no había venido a Estados Uni-
dos para soportar el racismo, y menos en Harvard Law School.
Debido a estas palabras fuera de lugar, mi equipo aprovechó la primera
oportunidad para publicar un comunicado de prensa que perjudicaba todo
Participación
Es importante que las partes sientan que han colaborado en la solución
final del problema. Debemos asegurarnos de que todos disfrutemos del re-
sultado. La obsoleta técnica de “tómalo o déjalo”, que ya hemos explicado
Comprensión
Si valoramos el aspecto humano, seremos conscientes de lo importan-
te que es que la contraparte tenga la posibilidad de salvar la cara en situa-
ciones en las cuales debe retractarse de lo dicho o confrontarse a hechos
distintos a los que ella manifiesta. En lugar de demostrarle que miente o
que cae en contradicciones, debemos plantear nuestras proposiciones de
modo tal que le demos una salida decorosa y honorable. Por ejemplo: “Cree-
mos que con esta nueva información -que ustedes desconocían- podrán
reconsiderar su posición”.
Es cierto que nos puede dar un gusto enorme demostrar a alguien que
es un mentiroso y que lo hemos descubierto. Mejor aún: dejarlo en ridículo
frente a todos dándole una lección que no olvidará nunca. Lo malo es eso:
que no lo va a olvidar nunca, nos odiará y, si bien podemos haber ganado
una batalla, es casi seguro que perderemos la guerra. Eso de “me di el gus-
to”... mejor lo pensamos y actuamos como adultos. Lo único que no se olvi-
da nunca es un ego herido.
Hay varias técnicas para tratar el problema humano, que se hacen evi-
dentes si nos toca mediar entre dos partes con problemas de comunicación.
En este caso usaremos el siguiente arsenal:
Comunicación
No menos relevante es la comunicación. Debemos ser conscientes de
que sin comunicación no hay negociación. Si ésta se perturba o no es
fluida, el proceso es ineficiente. ¿Cómo evito la mala comunicación? Lo
primero es escuchar activamente y tomar debida nota de lo que se está
diciendo. Si cada vez que habla la contraparte en lugar de escucharla
estamos pensando en la respuesta que vamos a dar y en los argumentos
que la apoyan, entonces la negociación se convierte en un diálogo de sor-
dos. Es mejor diseñar un sistema más eficiente. No sólo escuchemos aten-
tamente, en forma activa y mostrando atención: tomemos nota de lo que
la contraparte dice. Mejor aún, podemos parafrasearla diciendo, por ejem-
plo: “Déjame ver si te he entendido correctamente, tú deseas que...”. Con
ello evitaremos las numerosas repeticiones de un mismo argumento, pues
será evidente que hemos escuchado y entendido. Es claro que si no nos
entienden, difícilmente podrán estar de acuerdo con lo que digamos, sea
lo que sea.
NECESIDADES
NECESIDADES
L
NA
ACIO
IZ
AN
ORG
ER
INT
L
NA
RSO
PE
ER
INT
AMOR Y PERTENENCIA
SABER Y ENTENDER
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REALIZACIÓN
FISIOLÓGICAS
SEGURIDAD
RO
ESTÉTICAS
E AP
ESTIMA
SD
LE
VE
NI
I II III IV V VI VII
Fuente: Gerard NIEREMBERG, Fundaments of Negotiation, Ed. Hawthorn Dutton, 1973, New York,
p. 101.
Una vez que hemos encontrado e identificado los intereses en juego, de-
bemos hacer una lista de éstos para jerarquizarlos y, a través de un proceso de
invención, generar alternativas que los satisfagan. Es probable que un diplo-
ma o un reconocimiento público tengan más impacto y procuren más satisfac-
ción que un aumento de sueldo, o que mutuas disculpas y cartas de desagravio
proporcionen una solución más adecuada que una indemnización pecuniaria.
Debemos comunicar nuestros intereses no en un plano abstracto sino
concreto, tangible, específico. Comunicamos mejor nuestros intereses cuan-
do decimos: “No deseo escuchar tu música a todo volumen a las tres de la
mañana”, en lugar de: “Odio la música moderna” o “Déjame dormir, pues
me levanto temprano”.
Los intereses de ambas partes influyen en el problema. No es parte de
las negociaciones integrativas el concepto de “ése es tu problema”. Si esta-
mos sentados en torno a una mesa de negociación es porque siempre es
nuestro problema. Las partes tienen una meta común: la resolución del con-
flicto en forma conjunta.
Debemos analizar el problema que enfrentamos sin desarrollar una res-
puesta preconcebida, ya que ello inhibe y destruye la creatividad. Debemos
mirar hacia adelante, no hacia atrás. Lo pasado pasado está, y es irrevocable,
irreversible e inmutable. En la contabilidad de costos esto se conoce como costo
hundido. Sea que hayamos invertido en una máquina ineficiente o cometido un
error en el pasado, no es posible comparar esto con el presente. Es irrelevante.
Lo único importante es el futuro. Por eso debemos ser concretos pero flexibles,
y recordar que hay que ser duros con el problema pero suaves con la gente.
acuerdo si hubiera más o mejores soluciones posibles? ¿Qué hay de malo con
las alternativas existentes hasta ahora? ¿Por qué?
CUADRO 16
Fuente: Gerard NIEREMBERG, Fundaments of Negotiation, Ed. Hawthorn Dutton, 1973, New York,
pp. 90.
Identificación de problemas
Esta etapa es una de las más difíciles. Para identificar adecuadamente
los problemas debemos:
Despersonalizar el problema
No debemos mezclar los problemas con las personas, ni permitir que
nuestra evaluación de la situación involucre el ego de los negociadores y, con
ello, el proceso se vuelva una competencia de orgullo o personalidad, ajena
totalmente a las medidas adecuadas para solucionar el problema en sí.
Grupos nominales
En esta técnica se presenta un problema definido y concreto a un grupo
de participantes. Individualmente, cada uno elabora una lista de todas las
posibles soluciones que se le ocurran. Luego, los participantes se reúnen en
grupos pequeños y leen en voz alta sus posibles soluciones. Esta técnica,
aplicada en un grupo grande, puede generar un alto número de opciones.
Luego, un segundo grupo analiza las opciones propuestas para desarrollar
las más viables. Esta técnica puede demandar mucho tiempo, y general-
mente se emplea con personas que no están vinculadas con el proceso de
negociación en sí.
Encuesta
En esta técnica los interesados distribuyen un cuestionario a un grupo
variado y numeroso de personas, señalando el problema y solicitándoles una
lista de posibles soluciones. Este proceso es más rápido, pero no existe el
beneficio de la interacción y selección de ideas como en el grupo nominal.
Tormenta de ideas
En esta técnica se solicita a los participantes que trabajen en pequeños
grupos, generando tantas soluciones al problema como puedan. Un miem-
bro del grupo, que llamaremos facilitador, toma nota de todas las ideas que
se propongan para su estudio posterior. A los participantes se les pide ser
espontáneos, abiertos y no tener prejuicios.
1. Por favor, corríjame si estoy equivocado. Verificar datos para que ambas partes estén
de acuerdo sobre ellos.
2. Apreciamos lo que usted está haciendo Separar la persona del problema. Dar soporte
por nosotros. a la persona, no a su posición.
7. ¿Cuál es el principio tras su acción? Encontrar los principios tras las acciones.
10. Déjeme mostrarle dónde tengo dificultad Presentar el raciocinio antes de la propuesta.
siguiendo un razonamiento.
13. Nos gustaría arreglar de alguna forma Dejar que el otro tenga influencia en el
conveniente para ustedes. acuerdo final.
14. Ha sido un placer tratar con ustedes. Terminar el proceso en forma conciliatoria.
Fuente: PNITT, D.G., citado por LEWICKY / LITTERER, Negotiation Behavior, Ed. Academic Process,
1981.
CUADRO 18
CURVA DE EFICIENCIA O
CREAR FRONTERA DE PARETO
RECLAMAR
CREAR
CREAR
NEGOCIADOR II
RECLAMAR RECLAMAR
RECLAMAR CREAR
NEGOCIADOR I
Fuente: Roger FISHER y William URY. Obtenga el sí. El arte de negociar sin ceder. Cía Editora
Continental S.A. de CV México, 1984.
Repetición
La primera regla para evitar la desconfianza es crear repetición.
• Intentemos que la negociación se desarrolle en una serie de etapas, para
que se convierta en un proceso continuo con varias interacciones.
Planteamientos constructivos
• Invoquemos normas y principios en los argumentos. Busquemos crite-
rios objetivos que se adecuen a nuestro planteamiento y le otorguen
legitimidad.
• Usemos la persuasión a partir de esquemas aceptados por ambas partes.
• Tratemos en primer lugar los asuntos más fáciles para lograr una atmós-
fera constructiva en la cual se discutan luego los temas más difíciles.
• Formulemos nuestras ofertas a la contraparte de modo que sólo puedan
ser aceptadas si te dicen la verdad. Con ello evitaremos la mentira y la
pretensión.
• Investiguemos la situación de la contraparte en la etapa de
prenegociación.
Una de las mayores dificultades en el proceso de negociación se presen-
ta cuando éste tiene una estructura distributiva o nos enfrentamos a alguien
competitivo. Si queremos transformar el proceso, darle una estructura
integrativa y, además, modificar la conducta de la contraparte para que no
compita sino que colabore o coopere en el aporte de soluciones conjuntas,
podemos usar diversos mecanismos.
Cambio de alternativas
Podemos cambiar nuestras alternativas, concepto estrechamente vincu-
lado al poder (no olvidemos que a mayor número de alternativas más poder,
y que la peor situación es ser, por ejemplo, monoproductor-monocliente) y dar
una nueva dimensión al proceso. Así, por ejemplo, buscar otro proveedor;
estudiar la cancelación del proyecto; prorrogar la fecha de entrega. También
es factible cambiar las alternativas de la contraparte. Por ejemplo, postergar
la decisión hasta que otro potencial comprador adquiera a un tercero, o
esperar que la temporada esté por finalizar.
Cambio de asunto
Uno de los mecanismos más usuales para transformar un proceso distribu-
tivo en uno integrativo es el cambio de tema. Agregar o unir temas valo-
rados en forma diferente por las partes incrementa el valor; es decir, crea
valor al proceso y lo vuelve integrativo.
También es útil deshacernos de temas que hacen peligrar el acuerdo
global. Veamos un ejemplo: se discute un descuento sustancial sobre un
pedido de mercadería. Esta negociación aislada no tendrá el mismo resulta-
do que si agregamos el tema de compras permanentes y transformamos la
negociación de simple compra-venta de un lote de mercadería en una nego-
ciación de suministro permanente de grandes volúmenes. Unir temas para
ejercer presión se conoce como técnica de vinculación. Se pueden unir temas
para destruir o reducir la zona de posible acuerdo, pero en este último caso
no se usa el mecanismo para crear valor sino para reclamar valor. Observe-
mos cómo la complejidad y la incertidumbre son elementos que pueden
envenenar la atmósfera y tengamos en cuenta nuestra percepción sobre los
intereses y la de nuestra contraparte.
Así, podemos concluir que la suma o resta de temas no sólo modifica la
agenda sino la estructura del proceso en sí, convirtiéndolo de distributivo en
integrativo.
Cambio de partes
Adición de nuevas partes
Para lograr nuestros objetivos debemos incorporar nuevas partes, entre ellas:
• Aquellas partes con interés en el acuerdo.
• Aquellas partes que reduzcan el costo del acuerdo mediante alianzas, al
compartir el riesgo o por economía de escala.
• Aquellas partes que incrementan nuestras alternativas.
• Aquellas partes que influyen en la contraparte.
Así, no está de más que se sume a la negociación el tío de mi proveedor.
De cierta edad, muy respetado en su comunidad y de línea moral intachable,
ejercerá una influencia importante en mi contraparte que, en mi opinión, no
es precisamente la madre Teresa de Calcuta pero lo pretende ser en su familia.
Resta de partes
Es posible que el proceso se torne sumamente complejo por el número
de participantes o por la actitud de alguna de las partes. Por ello, en ciertas
ocasiones conviene restar o eliminar la participación de alguna de las partes
para reducir la complejidad o los asuntos externos o eliminar aquellos con
intereses en bloquear el acuerdo.
Así, si el proceso no avanza por la posición extremista del hijo podemos
solicitar que la negociación sea manejada por un grupo técnico, pues los
arranques de emotividad tienen paralizado el proceso y el problema tiende a
escalar, desviándonos del tema central.
Intercambio de intereses
Se puede incrementar el conflicto a través de tácticas tales como com-
promisos en firme, ofertas extremas y amenazas.
Sin embargo, las partes pueden manipular los temas en su beneficio me-
diante el descubrimiento y desarrollo de normas, conceptos compartidos so-
bre equidad y relaciones futuras. Lo relevante para ambas es compartir intere-
ses en cuanto a los procedimientos a seguir, autoridad, precedentes o uso de
terceras partes como mediadores. Las partes deben usar modelos analíticos
para reducir el conflicto y buscar activamente cuáles son los intereses a satisfa-
cer. Para lograrlo, conviene cambiar la relación percibida entre temas e intere-
ses a través de la persuasión y de un análisis objetivo de la situación.
Aprender
• Escuchar atenta y activamente a la contraparte. No hacerle creer que
escuchamos, sino realmente prestarle atención.
• Efectuar un análisis de prenegociación. El 80% de todo proceso exitoso
se gana antes de sentarse a la mesa.
• Desarrollar una actitud de resolución de problemas en forma conjunta,
lado a lado, enfrentando el problema, no cara a cara enfrentándose con
el otro. Los dos tenemos un problema; los dos lo vamos a solucionar.
• Tener confianza y apertura para entender y sentir empatía por la con-
traparte. No tengo que estar de acuerdo, pero si lo que quiero es modifi-
Intereses comunes
• Ambas partes desean un resultado adecuado a sus diferencias.
• Ambas comparten una misma visión: resolver positivamente el diferendo.
Economía de escala
Debemos ser conscientes de los intereses que motivan a las partes, y no sólo
de las posiciones que expresan. Debemos actuar con ingenio y creatividad.
CUADRO 19
LA NEGOCIACIÓN INTEGRATIVA
Y
Curva de eficiencia
12345
12345
12345 ZOPA
BATNA A 12345
12345
12345 X Puntos posibles
12345
12345
de acuerdo
BATNA B 12345
12345 X
12345
Paso 1
Ante un ataque injustificado, una mentira flagrante o un comporta-
miento inaudito sentimos que debemos contestar del mismo modo: atacar o
bien ceder. Todas estas actitudes acarrean riesgos. William Ury sostiene que
la mejor respuesta es “ir al balcón”, esto es, apartarnos del problema y mi-
rarlo objetivamente. Para mantener los ojos en el objetivo que perseguimos
es fundamental haber identificado nuestros intereses, nuestro BATNA y
haber reflexionado si somos nosotros los que debemos negociar. Lo esencial
es permanecer centrados en la meta que perseguimos.
La contraparte que emplea tácticas distributivas mostrando intransi-
gencia, ataques y trucos puede ser neutralizada vía reconocimiento y
explicitación de la táctica que usa. Las tácticas sólo funcionan cuando no
somos conscientes de ellas y de objetivos que persiguen, que generalmente
es sacarnos de nuestras casillas.
Debemos obtener tiempo para pensar. Hagamos una pausa y no diga-
mos nada. Separemos un tiempo, pues no estamos obligados a tomar deci-
siones importantes en el momento. Lo esencial es no enojarnos, no obtener
revancha, sino ser conscientes de lo que queremos.
Dominémonos en función de nuestros objetivos y no nos dejemos llevar
por las emociones. La palabra clave en esta etapa es autocontrol.
Paso 2
El segundo paso es desarmar a la contraparte. Para ello debemos escu-
charla activamente, prestando atención a lo que nos dice. Para demostrarle
Paso 3
El tercer paso es cambiar el juego de distributivo a integrativo. Para ello
debemos cambiar el marco de referencia. Un primer método para lograr
este objetivo es efectuar preguntas que impliquen la solución de los proble-
mas: “¿Por qué?”, “¿Por qué no?”, “¿Qué pasaría si...?”.
Debemos formular las preguntas de modo abierto, permitiendo el desa-
rrollo de las respuestas. Permanezcamos callados, pues el silencio ayuda a
que la contraparte se explaye. Preguntemos sinceramente si tal o cual posi-
ción es justa y por qué.
En cuanto a las tácticas, debemos evadir la intransigencia o bien
reinterpretarla como una aspiración que debemos tomar seriamente ponién-
dola a prueba.
Paso 4
El cuarto paso es lograr algo que permita a la contraparte decir sí.
Los obstáculos que se deben sortear son aquellos vinculados al miedo
de perder imagen, a conceder mucho y muy rápido, a tener intereses
irreconciliables o a aceptar ideas que no son propias.
El puente se construye mediante la participación de la contraparte.
Preguntemos y elaboremos sobre las ideas de la contraparte, pidamos
una crítica constructiva y seamos flexibles ofreciendo opciones.
Satisfacer intereses contrapuestos requiere de esfuerzo y predispo-
sición. No descartemos a nuestra contraparte por irracional ni pasemos
por alto sus necesidades básicas. Como ya vimos, en la negociación
integrativa el tamaño del pastel no puede considerarse como fijo sino
que puede crecer mediante la creatividad. Para ello debemos buscar in-
tercambios de bajo costo y alto beneficio. Es conveniente usar la fórmu-
la: Si... entonces..., pues así lograremos escenarios distintos y opciones
novedosas.
Lo esencial es ayudar a nuestra contraparte a salvar su imagen. Si
debe retractarse, debemos ayudarla a que lo haga sin retroceder. Un cam-
bio de circunstancias explica un cambio de posición. Señalemos
estándares de equidad, consejos de terceros y, sobre todo, elaboremos
en conjunto un tipo de comunicado que le dé la victoria en el proceso.