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El ser humano siempre se ha encontrado entre dos caminos divergentes, lo bueno y lo malo,
y sus acciones han sido juzgadas desde estas dos perspectivas. La ética es un ámbito esencial
para la reflexión de los propios comportamientos y su relación con dicha paradoja. En este
sentido, la eticidad se produce desde sencillos actos de la vida cotidiana y deviene el
desarrollo de aspectos como la autonomía y la libertad del ser. La ética es vista como una
actividad de reflexión, pues involucra la conducta del ser humano, sujeto cambiante por
naturaleza. Asimismo, la relación de la ética con la cotidianidad permite un crecimiento y
perfeccionamiento del ser al abrir un camino de pensamiento y libertad individual.
Podría decirse, que la ética cuestiona de forma general sobre el deber hacer. Por tal razón, la
prioridad de este campo no es la imposición de normas en la sociedad, sino la reflexión del
comportamiento dentro de ella. Sin embargo, la ética, aunque se relacione con un plano
privado, tiene repercusión en el ámbito público y por tanto su ejecución se involucra con el
saber vivir bien de forma diaria. En palabras de Zan (2004) “La “ética” alude en este sentido
a una concepción de la buena vida, a un modelo de la vida virtuosa y a los valores vividos de
una persona o de una comunidad, encarnados en sus prácticas” p,17. Entonces, los
comportamientos éticos se dan en el desarrollo de la vida misma y los actos diarios
corresponden también al campo de la ética.
En este sentido, mientras se procura una apropiada vida en comunidad, también se desarrollan
valores personales del del sujeto. Uno de estos aspectos es la autonomía, pues ante las muchas
posibilidades de acción, es la persona misma quien decide. Ortiz (2016) sustenta que el
concepto de ética como autonomía ha sido utilizado para manifestar una creciente
preocupación de que los seres humanos se conviertan en “borregos laboriosos” . Para ilustrar,
en el ámbito jurídico, el abogado, como hombre de derecho, debe someter sus propios
comportamientos a una crítica que le permita ser autónomo de sus actos, claramente sin
perder el afán de justicia. De acuerdo con Lukes (1975):
En este punto, es necesario aclarar que el ser humano, sujeto de la ética, es un ser cambiante
y se permite a análisis de sus actos. Muchas veces, las personas se encuentran se encuentra
entre una moral colectiva y una ética que puede diferir o no con dichas normas. De esta
manera, en palabra de Cortina (2013)” la ética tiene sentido porque nos permite ser
conscientes de que tanto personas como instituciones tenemos la capacidad de cambiar
“(p.38), De modo que los juicios éticos permiten discursos y prácticas de transformación del
sujeto.
Para colegir, la necesidad de un juicio ético de los actos propias es vital para la vida personal
y en comunidad, ya que permite la autonomía y libertad de los sujetos y a su vez potencia
una responsabilidad social en las diferentes profesiones que se ejercen. Además, la ética es
una oportunidad de perfeccionamiento y transformación del ser humano, en cuanto le permite
una verdadera reflexión y análisis de su conducta.
Foucault, M. (1999). La ética del cuidado de sí como práctica de la libertad. Obras esenciales.
Barcelona: Paidós.
Ortiz Millán, Gustavo. (2016). Sobre la distinción entre ética y moral. Isonomía, (45), 113-
139. Recuperado en 13 de septiembre de 2019, de
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-
02182016000200113&lng=es&tlng=es.
Zan, Julio (2004) La ética, los derechos y la justicia. México: Biblioteca Jurídica Virtual.