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Soy un Abuelo por la gracia de Dios, dulce palabra con dos orígenes. Hebreo (Abba,
Padre) y del latín Aviolus (A, sin privativo de; violus, extensión) lo que no puede
extenderse, fenece. Luego, un Abuelo es un Padre que fenece. Y Adviento (del latín,
Adventus, llegada). En mi, es parte de Nuestra Santa Madre Iglesia, es un tiempo litúrgico
de preparación de la Navidad en las cuatro semanas que la preceden. Aunque en mi y mi
amada familia, Jesús está en medio de nosotros. la Noche de Pascua, Nacimiento de Jesús,
regalo de Dios y la presencia sublime, casta, hermosa y santificada de mis hijos y nietos
provocaron en mi, incumplir la promesa de no escribir más para editar. Una promesa para
construir, debe fortalecerse aun con la oración. Una promesa para destruir, debe
rechazarse por inicua. Hoy, madrugada de la Primera misa de Navidad, llamé a mi hija
Maax, y su teléfono no me ayudo porque sin timbrar, con dulzura me pareció que una
españolita me envió a buzón de voz. Anoche, me llamó mi hijo Joal y acordó venir a
visitarme la próxima semana. Me comuniqué con mi hijo Ridalem y hacia diligencias
propias de su profesión. En este momento, recibo un mensaje de texto de mi hijo
Rienlem, que testimonia su protectora bondad. Ocurrido esto, solo pienso como halagar a
mis nietos con sus confites, comidas o refrescos los cuales, conozco bien, pero para mí
ese pedacito de momento e intercambio de amor, que es lo que me brindan, se convierte
en un almíbar para mi humilde vida y me permite agradecer a Jesús su bondad,
misericordia, protección y vivificar la bendición de trajinar momentos de mi vida por el
sublime camino de la sangre. Este cuento, relato a través de la palabra escrita no
incorpora la fantasía, componente muy válido en esta versión literaria, se corresponde
con un suceso que ocupa mi corazón, del cual, me prohíbo apartarme de la realidad y por
ello ruego que nadie mal invierta su tiempo en buscar una pincelada de quimeras, porque
se respetaría como lector.
El SUBLIME CAMINO DE LA FAMILIA Y LA SANTIFICADA SENDA DE
LA SANGRE
Anoche llamé a mi hermana Belma y por teléfono me recordó el inicio de las misas de
Navidad en Madrugada, oficiada por el apóstol y hermano Benito Ramírez. Belma mi
eterna benefactora e infatigablemente preocupada por mí. Un día le pregunté ¿
Hermanita, porque siempre tienes tanto que hacer por mi y por mis cosas? Y su respuesta
fue un eterno limpiaparabrisas para mi alma.- Hermano, cuando llegue el momento y
madrecita me pregunte que hice por ti, puedo decirle que te cuide! Mis amados padres
Enrique y Juana y Abuelos Gerónimo, María de las Nieves, Marcolina, Luis y muchos seres
que en el humilde y maravilloso camino de mi vida, hoy no me han llamado ni lo harán,
porque con su Santidad acompañan a mi amado Jesús en los jardines celestiales. Pero,
saben que más pronto que después, los veré, besare y tendrán una gran dificultad para
separarse del abrazo que por mi gratitud y amor merecen. Porque como dice San
Jerónimo Doctor de la Iglesia, “…Puedo Morir en Nada “. (San Jerónimo, Obras
Completas, comentario a Isaías, Tomo I, Libros I.XII, Biblioteca de Autores Cristianos
“Orden de San Jerónimo, pan de nuestra cultura católica, adquiridos en mi visita al
Vaticano el 31 de Octubre del dos mil once. En este momento, espontanea e inesperada
lagrimas brotan a través de parpados para tomar el camino de mis arrugas, guirnaldas de
Dios, para hacerme conocer que por su magnánima voluntad, aquí estoy. Persuadido que
las lagrimas son para derramarlas, no las enjugaré porque sería ofenderlas y contrario al
mandamiento de mi emoción. A ellos, les brindo lágrimas porque les envió besos.
Hasta hoy, de esa consagrada y armoniosa conversación entre Dios, Jesús y María me han
bendecido con cuatro hermosos nietos; Jogre, doce años, calmado, reflexivo, inteligente,
Observador, Respetuoso, Gregario, Amoroso y Deportista. Adrian con siete años,
Dinámico, afectuoso, respetuoso, solidario, talentoso, locuaz, habla y sonríe, mirada
sugerente, estudioso, postura infantil de liderazgo natural y manifiesta por su hermanito
menor de cuatro años un amor de Padre. Lo cual, me emociona sobremanera. Ademas,
Futbolista de Lujo con treinta goles para su selección en el año. Lo cual, merecidamente le
fue reconocido y lo elevaron de la Sub-siete a Sub-nueve.
Maxis, cuatro años, activo, vivaz, desenfadado, amoroso y expresivo. Una mañana que su
tío Rienlem nos invito a desayunar, sentados en la mesa acaricié suavemente su cabello y
ripostó; Abuelo, ¿Qué te pasa? Mi mamá me hecho gomina en la cabeza y se reclinó hacia
atrás sonriente y divertido. Maryo, dieciocho meses, bella dama, copito de nieve,
sonriente, no me ve con frecuencia. Pero cuando lo hace extiende dulcemente sus brazos
al Abuelito. Todavía disfruta la infinita bondad del pecho y regazo materno. En esta
ocasión, el dueño de los hechos es Adrian.
PRIMERA DIA
¡PORQUE ES MI ABUELO!
Lunes, el día anterior, mi hermana Belencita, me hace conocer, que mi amado nieto
Adriancito David, pasaría las mañanas de semana con nosotros, en mi apartamento. Este
lunes, debía ir a buscarlo a la institución educativa, donde trabaja su madre y lo hago a las
6:30 de la mañana. Me ubico, feliz, en la puerta del grupo escolar esperarlo, porque él
estaba de vacaciones en su guardería. Lo veo venir, vestido de azul claro, con paso
marcial, apreciando a quienes le rodean y virando con mucho talante, para no tropezar
con la chiquillada. Yo lo espero, como quien está en muelle o en un puerto, saludarlo feliz
con los brazos en aspa. Adriancito, no me ha visto todavía. Al hacerlo, al mismo tiempo
que corre, me regala con su bella voz, maravillosa sonrisa y bellos labios, el grito de
¡abuelo ¡y al abrazarme y levantarlo, le brindo tantos besos como puedo Tengo al lado a la
Licencia Omaira Fermín con quien conversaba mientras lo esperaba en el regocijo del
encuentro, se oye la voz de Omaira, quien dice : Adrian David, el es mi abuelo. De
inmediato el responde no, el no es tu abuelo. Él es mi abuelo porque él es el papá de mi
papá. Ese día mi Adriancito David, me enseño, la belleza de la pertenencia familiar y del
hermoso surco de la sangre.
SEGUNDO DIA
Martes, le voy a buscar a las siete de la mañana, al grupo escolar donde trabaja su mamá,
para que pase la mañana conmigo y luego del candoroso intercambio de abrazos y besos
se ubica en la parte trasera del carro, se sienta y me pregunta ¿que estabas haciendo
abuelito? y le respondo: leer hijo y estoy leyendo un maravilloso libro, llamado Eminencia.
Él, que estaba sentado en el asiento trasero del vehículo se incorpora y se ubica entre los
dos asientos delanteros y me dice: sabes, abuelo, Yo voy a ser médico como tú, lo hablé
con mi papá. Estimulé con mis palabras su afirmación, mientras bendecía la pureza de sus
sueños y le pido a Dios, María, Jesús y San Jerónimo, le acompañen en su noble deseo.
Reconociendo, que en la determinación de sus palabras, no es un quiero, es una
afirmación definitiva. Lo cual, no deja de ser embelesante, en un hermoso niño de apenas
cuatro meses. El niño, es un bordado de Dios a la naturaleza y un regalo de santidad para
el hombre. ¡Hay que amarlos!
TERCER DIA
Miércoles, le voy a buscar a muy temprana hora, abrazos besos y bendiciones, esa
mañana, se sienta en el sillón del copiloto y le coloco cinturón de seguridad y él comienza
una tertulia, totalmente inesperada para mí, al decirme: abuelo en la fiesta de navidad de
mi escuela yo estaba con kike (su tío Ricardo David León Montero), San Nicolás y tú no
estabas! – a lo cual, respondí – si estaba, hijo, lo que pasa es que te dejaba disfrutar con tu
padre y tu tío, acuérdate que yo me acerqué después. Y volteando su carita hacia a mí,
certero e inquisitivo, me pregunta: abuelo, tú sabes el número de San Nicolás? Sin
Inmutarme le respondí ante su vivaz pregunta: no, hijo. Pero, en este diciembre cuando
venga, Dios mediante, se lo preguntaremos. Luego de un corto silencio, se apoltrona en su
silla y me dice: abuelito, mi mamá discute con mi abuela por teléfono y eso no es bueno
porque mi abuela, no es mala. Ese día, mi amado Adriancito David, me enseño que la
moneda puede tener la misma cara por los dos lados, porque en el hermoso juicio del
valor, no solo importa ser bueno. Si no, no ser malo. Para mí, es un encanto que más allá
de mi medianía, mi Adriancito David, me enseñe de la vida que él felizmente comienza y
por ello, ruego a nuestro amado Dios, por su protección a todos. Luego de un breve
silencio, me dice: Abuelo mi mamá anda con mi tía Belén, al médico, Viendo a mi
hermanito- a lo cual, respondí – Si hijo, tu hermanito todavía está jugando en la barriguita
de tu mamá. Pero pronto estará en tu casa.
Y respondió de inmediato; cuando venga, lo voy a cuidar mucho- Y se reclino hacia atrás
en el asiento del carro. He allí, la Santidad del amor, hecho niño, aderezado con ternura y
castidad.
CUARTO DIA
Yo, perplejo por el trabalenguas utilizado y para convencerme de, que no era un jugueteo
verbal, casual o una desprolija figura neuro-lingüística, sino por el contrario, un
trabalenguas, predeterminado, estudiado, deliberado y firme. Acompañando su gozo, se
lo hice repetir cuatro veces: hijo, como llamaste al tío Kike ? Cuatro veces repitió el
trabalenguas, idénticamente, de manera que su saltarina expresión calificadora del tío
Kike no fue una casualidad verbal, sino, un consiente virtuosísimo neuro-linguistico. En
casa, el tío Kike, y su esposa nohe, se tomaron ese día de su trabajo para recibirlo y entre
una espiritual y bendecida recepción. Todos para él incluyendo una novedad, un perrito,
maravillosa criatura, pequeño, gordito, blanco como un copito de nieve, de mirada
sugerente, amorosa, tierna y de bienvenida, capaz de permanecer parado en su sitio, para
ver la sorprendida alegre y evasiva actitud del infantil huésped Adriancito. Tío Kike, mira
un perrito. Pero, se alejaba, lo quería tocar y se alejaba.
Se inicio, la colectiva conducta auspiciadora de cercanía. La tía nohe, le dijo: Adrian, mira-
al colocar una hoja de periódico en el suelo. El perrito, Venia dócil a intentar deponer y
miccionar –Adrian, le dijo la lía Nohe se llama Thor (palabra de origen nórdico, que
significa trueno. Nombre del Dios mayor “Odin” y de la diosa “Joro” que representa la
tierra. Con su esposa “Sif”, Thor, tuvo a su hija, Valkiria (fuerza) Para aproximarlos, no se
esperó el común del niño, que venía al perrito. Venciendo sus temores, hasta ser amigos.
Si no que ingeniosamente, Kike, cargando a Adriancito, le dice mira papi, como Thor te
quiere, yo camino contigo y él nos sigue. Y Asi ocurrió, para el encanto de todos. Thor, la
grata sorpresa de la mañana, solicito y tierno se aproximaba a todos y recibía merecidas
caricias. ¡Thor, era sordo! Lo cual, lo hacía, más especial, ante su cariñosa mirada.
Llegamos, tocamos la puerta y dentro se oyó la dulce algarabía, ¡mi Abuelo, mi tia ! y
sacudidas en el piso, propio de amorosos niños quienes brincaban, mientras esperan que
su madre buscase la llave para abrir puerta y reja. Siempre, las damas delante, Belma,
entro primero y recibió dos tornaditos de amor sobre ella con los brazos abiertos gritando
al unísono: tia Belma. Mientras, su madre los veía y sonreía. De inmediato, se separan del
abrazo de Belma y corren hacia el Abuelito, siempre, tengo por costumbre arrodillarme
sobre la izquierda y mantener en flexión la pierna derecha. Asi, igualo sus estaturas y no
desperdicio sus frente y mejillas para mi abrazo y besos, en seres tan infinitamente
amorosos y amados. Ademas, más allá de medianía me resulta muy solemne arrodillarme
frente a alguien, sobre todo, si son mis nietos tan nobles de corazón como castos y
bendecidos, como todos los niños del mundo. Luego del saludo y los infaltables ¿ Cómo
están, que hay de nuevo y que los trae por acá ? . Adriancito, me hala suavemente por el
brazo derecho , me inclino, acerco mi oído a sus labios y me dice: Abuelo, pídele permiso a
mi mamá para irnos a comer una pizzita ¿ Qué te parece ?- sonreía por su iniciativa y
preferí decirle a Belma, porque ella es la dueña del carro para complacer su solicitud.
Pasado minutos, mi hermana lanzó el balón al aire, diciendo a su mamá: Yer, ¿Qué van a
ser ahora? – a lo cual, respondió: voy a visitar a mi mamá tía Belma, ya la llame ¿Porque?
– Belma,- propuso- bueno, dime como podemos hacer para ir a comernos una pizzita ? –
Yer, respondió: bueno tía, nosotros almorzamos algo tarde pero, vayan ustedes con
Adrian. – la cara de Adrian radiante como un sol, de alegría por el éxito de su solicitud. Asi,
en minutos un Adrian feliz, a paso extendido, atletizado y conversador me narraba de su
amigo Matías por algo del colegio. Le pregunté por su novia y me dijo que estaba muy
bien, que la había visto en la mañana. Al llegar al lado del carro, como una flecha la orden
de Belma: toma hermano, la llave, maneja tu y yo me voy detrás con Adriancito – como
siempre hacemos con los niños – asiento trasero y cinturón de seguridad colocados y
hablando cualquier tema que sea del agrado del niño; familia, escuela y deporte. –le digo
a mi hermana- Herma, esta familia almorzó tarde y lo ideal es que Adriancito se coma su
pizza con mas apetito, ¿Qué hacemos mientras se acerca las seis de la tarde? – Belma,
respondió antes que de inmediato – yo tengo la solución, hoy es Jueves, día de
Admiración al Santísimo (Amado cuerpo de Cristo), podemos ir a la Santa Madre Iglesia
de la Resurrección del Señor frente al Parque Infantil. Listo – respondí- vamos a esa visita
merecida y sublime. Se lo comuniqué a Adriancito y me respondió- ok Abuelo -. Se hizo el
silencio. Llegamos, estaciónanos, Iglesia abierta y más o menos cinco de la tarde. Belma,
entró por la puerta lateral derecho cerca de donde estaciono el vehículo, aprovechè para
decirle a Adriancito; hijo, caminemos un poquito para entrar por la puerta del frente, es
como debe hacerse, si es posible. Asi, al entrar se disfruta en toda su extensión el interior
de la Iglesia y sus Presencias en Santidad –si, vamos Abuelo respondió de inmediato - .
Confirmé que cada vez que caminamos uno al lado del otro, hablamos, dándole la
prioridad del tema, él me extiende su brazo derecho y yo tomo su mano izquierda.
Siempre al lado, nunca detrás. Toda mi vida, con mis amados hijos, eso es para mí un
comportamiento de vida, siento pánico de no saber qué hacer con mi conciencia si mis
hijos o nietos me dicen un día, por mi prisa – papá o abuelo espérame - les rogaría infinito
perdón. Porque es como pasar por la vida desconociendo que cuando avanzo en años y mi
fuerza y pasos se acortan por el mandato de Biología, yo desearía la presencia de ellos, a
mi lado, no delante y yo detrás, como un sonámbulo anciano, padre y abuelos de hijos y
nietos, apurados o lamentablemente, insensibles al gesto de un brazo amigo, para
sostenerte y disfrutar su voz y conversación al lado, como merece la unión por la sangre y
no como arriero, delante y el rebaño detrás. Entramos a la Santa Madre Iglesia, nos
santiguamos, Adriancito, también lo hizo adecuadamente. Frente, pecho, hombro
izquierdo y hombro derecho, vimos a Belma atravesar de la nave derecha hacia la
izquierda. Nosotros, caminamos por la nave del centro frente hasta el altar, Jesús arriba
y la Santa Madre Virgen del Socorro a la derecha. Yo me incliné, Adriancito me vió y
despacio, como quien reconoce que debe pedir permiso pero por solemnidad es prudente
no hablar, caminó hacia los bancos delanteros de la nave izquierda, donde estaba de
rodillas la tía Belma, se coloco a su lado izquierdo se abrazaron y permanecieron en
oración, frente al Santísimo. Me arrodille dos bancos detrás y hablé, oré, solicité, pedí
perdón y le testimonié a Jesús con la palabra, cuanto le amo y cuando le debo. Me levanté
para recorrer inclinarme y orar con la señal de la cruz frente a otras Sagradas Presencias.
Veo de repente a mi lado izquierdo a Adriancito y en la medida que me habla Eclesiástico
manifestado en la disminución de la amplitud del tono de su voz, casi en susurro y
simultáneamente me ofrece su manito derecha. Abuelo mira, que te parece si mientras
mi tía Belma está aquí, vamos al Parquecito que esta allá- me señala con su índice
izquierdo a través de la puerta de la Iglesia y atravesando la Avenida, un Parque Infantil
muy bonito. – Claro, hijo, vamos – respondí- mientras caminábamos me conversaba
porque en ese Parque el año pasado fueron a una vendimia comieron de todo y tenían
que caminar con los zapatos en la mano. Llegamos a la zona de columpios y toboganes de
piscina que son cerrados y tubulares, había personal de mantenimiento, los saludamos, no
había otros niños y le dije- bueno, el Parque es todo tuyo ¿Qué piensas hacer? . Yo me
voy a ubicar acá en el borde de este murito, porque, por su altura me puedo sentar y
desde aquí te veo, oíste ?. Mientras, veía a su alrededor sin decidir qué haría y dando
pasitos corto y redondo. De pronto, me dice: Abuelo voy a calentar aquí mismo sobre la
alfombra azul para ir al tobogán. – dale pues- y haciendo gala de disciplina deportiva
comenzó carreritas suaves y cortas en circulo y por poco tiempo. Al detenerse, se orientó
hacia el tobogán de piscina , asentados sobre el estribor de la figura de un barco, con
escotillas, banderas, proa, puente, emblema de corsario y dos toboganes tubulares,
cerrados con altura de salida diferente , uno a cinco centímetros de la superficie del suelo
( alfombrado de color azul para semejar aguas marinas) y el otro tobogán, de mayor
amplitud, más corto y el espacio entre salida y suelo es de un metro, lo cual, cambia la
destreza y el dominio necesario en el niño para controlar la caída de salida sin arriesgar.
Adriancito, tres veces subió la escalera, alcanzaba el puente, se ubicaba frente a la entrada
del tobogán de menor diámetro, se deslizaba y salida sobre la alfombra azul. -¿Abuelo que
tal lo hago?- maravilloso, hijo- le grité. De repente, sin saber de dónde por la entrada de
la Avenida, la algarabía de niñas y niños con uniformes escolares y de diario, con edad
entre seis y doce años. Todos corren hacia el tobogán, se forma una cola para subir por la
escalera, Adriancito, queda en quinto lugar para ir uno detrás del otro, subir el puente
para descender. Repentinamente, veo que Adriancito, se desvía hacia la izquierda y se
ubica frente a la entrada del tobogán más ancho pero más corto y mayor distancia entre
salida y alfombra. Me levanté, caminé dos pasos hacia el equipo en silencio y muy
confiado en la destreza de Adriancito, para solventar el espacio de caída. De pronto,
aparece mi Adriancito en posición de obus, flexión de ambas piernas sobre rodillas y
rodillas sobre caderas, manos al lado de su cuerpo y algo inclinado cabeza y cuello sobre
su pecho. Al caer, en su mirada aprecio, que le sorprendió el espacio de salida al piso.
Pero, atléticamente cae de cuclillas, ambos pies bien ubicados, se inclino su cuerpo hacia
el lado derecho, afirmo su mano derecha sobre la alfombra y allí comienza su controlada
motricidad para ponerse de pie satisfactoriamente. Pero, su carita era de impresión,
caminó hacia mí con paso firme y rápido- vestía bermudas beige, franelita verde de cuello
redondo y descalzo – yo permanezco donde estabá sentí que oré porque todo fuese
exitoso y lo fue. Pero, Adriancito, antes de llegar a mí, trae su bracito derecho extendido,
su manito abierta y me dice en voz alta. ¿Abuelito viste, que alto ese hueco, mira Abuelito,
yo se que tardaba mucho en salir, me asusté?. Si hijo- le dije – pero estuviste muy bien y
con mucho control. Si Abuelo- afirmó- voy ponerme mis zapatos y vámonos. Como tu
digas- respondí- se calzó, alistó su bermuda y franelita en silencio, extendió su manito
derecha hacia mí y se la tomé con la mano izquierda y empezamos a caminar hacia la
salida. De pronto, Adriancito se detiene, levanta su carita me regala su mirada firme,
casta, hermosa, para decirme: Abuelo, sabes, menos mal que fuimos a la Iglesia, Dios me
salvó. –tu crees, hijo ? – le pregunté-si Abuelo, Dios me salvó y vamos a la Iglesia a buscar
a la Belma para irnos a comer la pizzita, ¿ Te parece?. Seguro, a eso también vinimos-
acoté - . atravesamos la Avenida, entramos a la Iglesia, caminó hacia la tía Belma, quien
conversaba con una feligreses al lado derecho del altar, mientras, yo oraba a mi amado
Jesús, Santa Madre y todos los Santos por salud, vida y fortaleza para mí y mi amada
familia. Salimos por la puerta derecha de la Iglesia, entramos al carro y nos fuimos a cenar.
Adriancito no comentó nada de lo acontecido en el Parque Infantil, yo tampoco y nunca lo
hice.
DIOS ME SALVO