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Wolframio
Wolframio
En 1779, Peter Woulfe, mientras estudiaba una muestra del mineral wolframita, (Mn,
Fe) (WO4), predijo que debía contener un nuevo elemento. Dos años después, en 1781,
Carl Wilhelm Scheele y Torbern Bergman sugirieron que se podía encontrar un nuevo
elemento reduciendo un ácido (denominado «ácido túngstico») obtenido a partir del
mineral scheelita (CaWO4). En 1783, en España, los hermanos Juan José Elhúyar y
Fausto Elhúyar encontraron un ácido, a partir de la wolframita, idéntico al ácido
túngstico; el primero trajo el mineral consigo de su periplo por las minas y
universidades europeas. En Upsala (Suecia) tomó clases con Bergman el cual le habló
de sus intuiciones respecto del wolframio. Así, consiguieron aislar el nuevo
elemento mediante una reducción con carbón vegetal, en el Real Seminario de Vergara
donde tenía su laboratorio la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Más
tarde, publicaron Análisis químico del wolfram y examen de un nuevo metal que entra
en su composición describiendo este descubrimiento.789
En 1820 el químico sueco Berzelius obtuvo wolframio mediante una reducción con
hidrógeno. El método, empleado todavía actualmente, comenzó a abrir las
posibilidades de uso de este metal extraordinario, pero su desarrollo fue muy
lento. La necesidad constante de nuevos materiales para alimentar las guerras del
siglo XIX hizo que los aceristas austríacos e ingleses empezaran a investigar las
propiedades del wolframio como elemento de aleación. En la Universidad de Viena se
experimentó con aleaciones a base de wolframio.10
Etimología
La palabra «tungsteno» procede del sueco; tung se traduce como «pesado» y sten,
«piedra», es decir, «piedra pesada». El vocablo se debe al mineralogista sueco Axel
Fredrik Cronstedt, descubridor del níquel, quien incluyó una descripción de este
mineral desconocido en su libro Ensayos de Mineralogía de 1758. En la versión
inglesa, de renombrado prestigio académico en la época, se mantuvo la palabra
tungsten, lo que explica su popularidad en el mundo anglosajón.
El wolframio resiste las reacciones redox, casi todos los ácidos comunes
(incluyendo el fluorhídrico) y álcalis, pero sólo en su estado de máxima pureza,
aunque se oxida rápidamente expuesto a peróxido de hidrógeno (comúnmente conocido
como agua oxigenada). El wolframio a temperatura ambiente sostiene el ataque de
casi todos los ácidos importantes en cualquier concentración aunque puede corroerse
con facilidad en ácido nítrico y agua oxigenada. Con el ácido fluorhídrico ocurre
el fenómeno de pasivación, formándose fluoruros en su superficie. No obstante la
capa de óxido del wolframio no es estable por encima de 400 ºC y el metal queda
expuesto. Los compuestos de wolframio más usados (p. ej.: carburo de wolframio)
mejoran algo su ya alta resistencia a la corrosión, y de hecho les cuesta
disolverse en agua regia, en estos casos, el metal es adecuado para su uso como
joya, especialmente en anillos de última generación. Pese a que resiste bien los
ácidos, puede irónicamente oxidarse incluso con sal de cocina común, de hecho el
agua pura lo oxida (aunque dicho óxido no avanzará más allá de la superficie). Es
un metal difícil de alear, solo lo hace con los metales refractorios, los ferrosos
y algunas excepciones. No se amalgama con el mercurio a ninguna temperatura. El
wolframio se disuelve en aluminio fundido, y es uno de los pocos metales que pese a
no asemejarse nada al wolframio se alea perfectamente. El estado de oxidación más
común del wolframio es +6, pero presenta todos los estados de oxidación, desde –2
hasta +6.1617 Normalmente se combina con el oxígeno para formar el óxido wolfrámico
amarillo (WO3) que se disuelve en soluciones de alcalino acuoso para formar iones
de wolframio (WO42-).
El carburo de wolframio, estable a temperaturas del orden de 500 °C, también se usa
como lubricante seco.521