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Yaaye Arellanes-Cancino
Universidad Michoacana de San Nicolás de H…
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TRANSFORMACIÓN SOCIOECOLÓGICA DEL TIANGUIS DE
PÁTZCUARO, CONOCIENDO EL PASADO PARA COMPRENDER EL
PRESENTE A TRAVÉS DEL METABOLISMO RURAL: ISBN: 9-786079-293048
Resumen
Introducción
El metabolismo social nos permite reconciliar la historia humana con los sistemas
naturales, pues permite conjuntar los procesos sociales con la manera en que estos “se
apropian circulan, transforman, consumen y excretan, materiales y energías” (González
y Toledo, 2011) originadas en y por la naturaleza con la cultura material e inmaterial
producida y recreada en una determinada sociedad a través del tiempo.
La concentrada información que presentamos abarca más de mil años de historia de las
relaciones comerciales en el lago de Pátzcuaro, en particular de su mercado tradicional,
tomando en cuenta la teoría del metabolismo social, que nos permite conocer las
1
Investigadora asignada a la División de Estudios de Posgrado e Investigación del Instituto Tecnológico
de Oaxaca, ITO por convenio Cátedras Conacyt. Correo electrónico: nimcyarca@gmail.com
2
Profesor Investigador del Centro de Investigaciones en Ecosistemas, CIECO, UNAM. Correo
electrónico: vtoledo@cieco.unam.mx
3
Investigadora asignada a la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía, Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, UMSNH, por convenio Cátedras Conacyt. Correo electrónico:
yarellanes@hotmail
permanencias y evoluciones de los productos que se han comercializado, así como la
permanencia del trueque entre los vendedores principalmente indígenas.
Finalmente, este trabajo se inserta dentro del contexto de una investigación más amplia,
que comprende el estudio de los mercados tradicionales en México a partir de su
importancia como patrimonio biocultural.
Antes de la cruz
En el caso del trueque, puede ser interpretado a partir de la teoría de economía solidaria,
concepto que para Marcos Arruda “…considera al género humano, en tanto que
individuos y seres sociales, (sino como) sujetos colectivos. Desde esta mirada no solo
somos usufructuarios de los recursos naturales y productores de riqueza económica,
sino también co–propietarios de la riqueza material, co–usuarios de los recursos
naturales y co–responsables de la conservación del ambiente” (Salgado y Ochoa, 2011).
Antes de la llegada de los españoles el lago de Pátzcuaro era un sitio sagrado, donde las
deidades del agua y de la lluvia se establecieron en cada uno de los puntos cardinales
cuyo centro es el lago: ”Chupi Tiripeme, señor de la lluvia, azul, queda en la isla de la
Pacanda ocupando el centro; Tiripeme Caheri, el gran señor de la lluvia, negro, queda al
sur, en Pareo; Tiripeme Xungápeti, el amarillo señor de la lluvia, el rojo, quedó en el
Oriente, y Tiripeme Turupten (sic), blanco, en el poniente. Así quedó el dios de la lluvia
y sus cuatro sacerdotes, las cuatro nubes, en los puntos cardinales” (Relación de
Michoacán, 1541: XXIV). Los colores de los puntos cardinales correspondientes a cada
dios coinciden y están relacionados con el de las distintas variedades de maíz, base de la
alimentación indígena hasta la actualidad5.
4
Término purépecha para designar al sacerdote mayor. Literalmente se puede traducir como ”el que
congrega a la gente” o “el que habla a la gente congregada en el patio”.
5
Esta afirmación tiene su sustento en las investigaciones de Alfredo López Austin, particularmente en su
libro Tlalocan-Tamoanchan, México, Fondo de Cultura Económica, 1994.
XXIV). De esa manera se fundó Pátzcuaro, justo en la gran explanada, donde ahora se
encuentra la Basílica de la Salud, el Colegio de San Nicolás y el templo de los jesuitas,
sitio donde se establecía el mercado tradicional en la época colonial hasta el siglo XX.
Su nombre original de Pátzcuaro fue Tarepu-uta-hopánscuaro, que significa “donde los
ancianos lavaron sus pectorales de concha”, acción que tradicionalmente se cree que
realizaron en la fuente que se encuentra en la plaza mayor de Pátzcuaro cuando fueron
conquistados los pueblos de la laguna, incluido Ihuatzio (Relación de Michoacán, 1541:
XXIV).
El caso de Cutzio
Entre 1370 y 1480 existió una hegemonía del señorío Purépecha, que dominó las rutas
comerciales y mercados de la región. El beneficio económico y prestigio comunitario se
vio reflejado en las conquistas hacia Tierra Caliente de 1450, de donde se extraían dos
cosechas anuales de tomate, chile, algodón y fruta. El movimiento comercial de estos
productos se realizaba hasta la actual Colima y la costa del Pacífico (Fabre y Yeste,
2012).
Como parte de las rutas comerciales, hacia 1465 y 1490 se establecieron por permiso
del irecha (rey o cacique) Tzitzípandaquare, en el barrio de Huetamo, perteneciente a
Cutzio, otomíes y matlazincas provenientes de Toluca, al mismo tiempo que había
asentamientos nahuas en la misma zona (Roskamp,2010:225-226). Todos tenían que
pagar tributos y servicios a los uacúsecha; pero no se conoce cuáles y en qué cantidades
eran tasados los tributos para el irecha, al igual que para los señores locales y
regionales. Todos estos datos confirman la comercialización de productos purépechas
hacia el exterior del señorío, en mercados como el de Tenochtitlan y hasta Yucatán
(Fabre y Yeste, 2013).
El mandamiento del 10 de enero de 1540 emitido por el virrey Luis de Velasco, movió
el mercado de Tzintzuntzan a la ciudad de Pátzcuaro, con lo que los españoles
desmantelaron el poder de los señores de dicha región y la consolidaron uno propio en
la cuenca lacustre, región geoestratégica para conjuntar productos de la región de la
Costa, de Tierra Caliente y del Bajío (Rodríguez, 2007:20). De esa manera, Pátzcuaro se
convirtió “en un centro de acopio, almacenamiento, redistribución e intercambio de
mercancías entre las distintas localidades de la Nueva España” (Paredes, 1997:154).
Aun con el cambio de sede del mercado de Tzintzuntzan a Pátzcuaro, algunos productos
tradicionales de la época prehispánica continuaron comerciándose, tales como el maíz,
el pescado, el frijol, las frutas, las calabazas, las semillas, el nopal, la miel, las plantas
medicinales, los animales silvestres y de traspatio. En contraposición, los productos
suntuarios, cuyos consumidores eran los indígenas de mayor estamento, se anularon de
las transacciones cotidianas, y otros, por su sentido religioso, perdieron mercado. Tal
fue el caso de las conchas marinas y las plumas de pájaro. En el caso del oro, la plata y
el cacao, fueron productos absorbidos completamente por la administración española,
mientras que el comercio de esclavos desapareció por completo de la influencia
indígena. Por otro lado, el pescado dejó de ser el principal producto de exportación y el
comercio de la sal pasó a manos de los españoles. Para el tabaco se estableció fue
establecido un estanco para su comercialización.
Este fenómeno se dio desde épocas muy tempranas en la cuenca lacustre, lo que
también permitió continuar con la importación y exportación de productos que se
comerciaban en Pátzcuaro. Desde fechas muy tempranas, los españoles aprovecharon
las rutas comerciales indígenas, como fue el caso del mercader español Pedro Gutiérrez,
quien en 1579 comerció “ciertos productos” desde Puebla de los Ángeles6, a partir de
una carga que le hicieron llegar por medio de arrieros, cuyo monto total fue de 132
pesos y 5 tomines de oro común (Archivo Histórico del Municipio de Pátzcuaro, Mich.,
3 Bis, 66, 2 ff.)7. Por el monto de la transacción podría pensarse que se tratan de enseres
ornamentales, como vestidos, vinos, tabaco, entre otros, pero se trataba de jabón, xerja y
zalea8 , tres productos básicos para la higiene y el almacenamiento y fabricación de
cuerdas para el entonces naciente real de minas de la región lacustre. Los datos también
permiten conocer que en la zona lacustre la introducción de ganado mayor y menor no
6
Región igualmente comercial desde la época prehispánica. El hacer el recorrido de Puebla a Janitzio
duraba un promedio de 70 días.
7
Lo que nos muestra el expediente es que las relaciones comerciales de los españoles de ambas ciudades
se dieron desde épocas muy tempranas y que la ruta comercial era conocida por los indígenas y
aprovechada posteriormente por los comerciantes españoles.
8
Xerga: “Tela gruessa, y rústica. Viene del Arábigo Xerica, que vale lo mismo. Tómase tambien por
qualquier especie de paño grossero, sea de lana, de pelo, ù cáñamo. Lat. Sagum, i. Levidensa, æ.
ORDENAM. R. lib. 5. tit. 7. l. 2. Item, que todo paño de oro, y seda, y de lana, y de lienzo, y de picote, y
de sayal, y de xerga, y de todas otras qualesquier cosas, que se vendan.... sea tenido de lo vender sobre
una tabla”. En Diccionario de Autoridades - Tomo VI (1739) y ZALEA. s. f. La piel del carnero seca con
lana, y sin curtir. Es voz Arábiga, porque segun el P. Alcalá en su Vocabulario, Zaleha en aquel Idioma
significa lo mismo. Lat. Pellis ovina. Diccionario de Autoridades - Tomo VI (1739), en
http://web.frl.es/DA.html.
se hizo de manera numerosa, lo que no incidió de manera directa en el cambio de uso de
suelo en la cuenca lacustre en esa primera mitad del siglo XVI.
En ese mismo año de 1579 el comercio de productos suntuarios, como lo eran las telas
“… raso carmesí bordado y latron talera de tafetán amarillo y colorado” (Archivo
Histórico del Municipio de Pátzcuaro, Mich., 3 Bis, .67. 2 ff.)9 eran solicitadas por
mercaderes radicados en Pátzcuaro, no sin tener problemas para el pago de las mismas a
sus distribuidores, ya que es probable que la demanda de esos productos estuviera
reducida a los españoles, quienes podían tener en su momento circulante para
adquirirlas, mientras que el resto y mayoría de la población indígena, solo podía
mirarlas, al no contar con dinero para adquirirlas, ya que la monetarización del grueso
de la población fue paulatina, induciendo sin ser la intención real, a la conservación del
trueque como medida de subsistencia.
El siglo XIX
Hacia 1872 los indígenas de los pueblos vecinos solicitaron al Presidente Municipal de
Pátzcuaro el poder ir a vender al pueblo donde gobernaba. Algunas de esas solicitudes
de los indígenas en particular de Janitzio fueron aceptadas, por lo que llegaban muy
temprano a montar su puesto en un espacio determinado de la plaza, por el que pagaban
(Archivo Histórico del Municipio de Pátzcuaro, Mich., 1872. Actas de Cabildo, 30-V)10.
9
RASO. s. m. Tela de seda lustrosa, de más cuerpo que el tafetán, y menos que el terciopelo. Fórmase
levantando los lizos para que texa la trama, solo de ocho en ocho lizos, que es texiendo solo la octava
parte del urdimbre, quando en el tafetán, mantos, lienzos y otras telas endebles, trabaja todo el urdimbre
por levantar los lizos uno sí, y otro, alternativamente, como en el raso solo trabaja la octava parte del
urdimbre, queda esta con su lustre y la recoge el peine, con que toma cuerpo la tela. Latín. Rasum
sericum. PRAGM. DE TASS. año 1680. f. 6. La (vara) de rasos de colores altos de Toledo o Granada, a
veinte y ocho reales. TAFETAN. s. m. Tela de seda mui unida, que cruge, y hace ruido, ludiendo con
ella. Covarr. dice se llamó assi del sonido que hace Tif. Taf. por la figura Onomatopéya. Otros le derivan
de la voz Taffata, ò Taffatin de la baxa Latinidad. Hai varias especies de él: como doble, doblete, sencillo,
&. Lat. Serica tela subtilior. PRAGM. DE TASS. año 1680. f. 6. La (vara) de tafetan negro à once reales.
La primera definición en Diccionario de Autoridades - Tomo V (1737) y la segunda en Diccionario de
Autoridades - Tomo VI (1739), ambas en http://web.frl.es/DA.html.
10
Había un pago de piso desde entonces.
particularmente a quienes no llevaban “más de reales medio de peces que vender”
(Archivo Histórico del Municipio de Pátzcuaro, Mich., 1872. Actas de Cabildo, 30-V)11.
Esta situación limitaba a los vendedores para establecerse en el mercado semanal, así
como deja ver la carencia de circulante entre los indígenas mercaderes. Además, denota
el bajo precio que tenían los pescados endémicos de la región entre los habitantes de
Pátzcuaro, por lo que es probable que esto favoreciera el trueque.
En general, los puestos se establecían a ras de suelo. Sobre mantas eran colocados los
productos a vender: pescados, verduras, maíz, frijol; el tamaño del puesto dependía del
tendido de mantas que hacían: había de tres o cuatro mantas, así como de una sola
modesta, en el que sentados en suelo los puesteros ofrecían sus mercancías (Archivo
Histórico del Municipio de Pátzcuaro, Mich., Actas de Cabildo año 1877. 37-V) desde
muy temprano, pues al despuntar el alba caminaban desde sus comunidades de origen
con sus productos a ofertarlos.
11
En el Acta de Cabildo no aparece la dictaminación a la petición.
12
Actual Santa Clara del Cobre.
En ese mismo año se les ordenó a las carnicerías que se mudaran a un lugar más lejano
de la plaza principal, a causa de la falta de higiene que se observaba, ya que el puesto
consistía en una tabla fija donde se exhibían los trozos de carne durante todo el día de
tianguis. Ello propiciaba “el desarrollo de las enfermedades” (Archivo Histórico del
Municipio de Pátzcuaro, Mich., Actas de Cabildo año 1878. 29-V). La disposición
oficial no solicitó a los comerciantes mayor higiene, sino la falta del mismo fue el
argumento ideal para trasladar a las carnicerías que existían en el mercado desde fechas
coloniales en la plaza principal a las plazuelas de San Agustín, la Parroquia y San
Francisco en menos de un mes.
Hacia fines de 1878 se volvió a discutir en el cabildo sobre “el mal aspecto de los
comerciantes en la plaza principal” (Archivo Histórico del Municipio de Pátzcuaro,
Mich., Actas de Cabildo año 1878. 68-V, 69). Para el prefecto de la región la existencia
de un mercado en la plaza principal representaba un “inconveniente” porque los puestos
de fruta y “otros artículos” estaban montados en los sitios donde la gente viven, ya que
los vendedores habían hecho en su puesto un lugar para vivir. A causa de ello se sugiere
que el oficio del prefecto se remita al procurador para que ordene que los sitios donde
están los puestos no sean las habitaciones de los dueños de ellos, ya que el aspecto era
“sombras y tejados”. También se le solicita al procurador que investigue sobre las
causas por las que los comerciantes hacen esto y qué intereses municipales lo
permitieron.
Ante tal situación, el cabildo de Pátzcuaro se manifestó por ayudar a innovar los puestos
y principalmente trasladar el mercado de la plaza principal a la de San Agustín (Archivo
Histórico del Municipio de Pátzcuaro, Mich., Actas de Cabildo año 1878. 68-V, 69).
El siglo XX
A pesar de todos los esfuerzos por mantener los mercados higiénicos y ordenados desde
un siglo antes, el aseo de los mismos era escaso; los pisos por lo general eran de tierra,
no había lugar para lavar las frutas, verduras o legumbres, tampoco contaban con un
sitio para los desechos, así como con sanitarios insalubres o inexistentes.
A partir de 1940 hasta los inicios de 1960 la ciudad de Pátzcuaro tuvo un auge
económico que se basó en la producción de materias primas, lo que provocó una
sobreexplotación de los recursos naturales de toda la cuenca lacustre, provocando un
deterioro en el lago de Pátzcuaro. A su vez, la expansión de las zonas urbanas y la
urbanización de las islas dentro de lago, afectaron la producción del pez blanco, especie
endémica de la zona (García, 2013:2).
El siglo XXI
En el 2005, la cadena Wal-Mart tenía intenciones de abrir una tienda en Pátzcuaro. Los
planes se vieron frustrados ante el respaldo de la autoridad estatal a los comerciantes
locales, por conducto de la Cámara Nacional de Comercio. El principal argumento para
no abrir el supermercado fue el respecto al entorno y la denominación de pueblo mágico
que tiene Pátzcuaro (La Jornada Michoacán, 2005). Las pretensiones de instalar el
supermercado cesaron.
En la actualización hay una baja productividad de las tierras así como una gran escasez
de trabajo, por lo que existen altos índices de migración. “Entre los P’urhepecha, se
calcula que uno o dos miembros de cada familia emigran anualmente hacia los Estados
Unidos o a los centros urbanos más importantes del país” (Salgado y Ochoa, 2011).
En el mercado de Pátzcuaro los productos para el intercambio se vinculan con los ciclos
de producción agrícola, de frutos y plantas silvestres, así como de pescado, artesanías y
en ocasiones, animales de traspatio. En algunos casos los intercambios pueden ser
mixtos – dinero y producto- con el fin de complementar la valoración del bien.
El tianguis de intercambio de Pátzcuaro se celebra dos veces por semana, los martes y
viernes, donde se reúnen a personas de todas las comunidades principalmente aledañas.
Según Salgado y Ochoa (2011), las mujeres y las amas de casa son las más favorecidas
con el trueque, “porque la mayoría cambian sus productos con verdura y frutas (y
ganado menor), por lo que para la preparación de alimentos de la semana no tiene que ir
a comprar. Otro hecho que hace que las mujeres sean las más favorecidas, es que existe
la creencia de que los hombres “no saben el valor del producto de cambio” (Salgado y
Ochoa, 2011).
A manera de conclusión
A través del tiempo, las relaciones comerciales en el lago de Pátzcuaro pueden
analizarse desde una perspectiva de metabolismo social, donde elementos de orden
geohistórico y económico son claves para comprender las razones por las que durante
más de mil años se ha conservado como un centro comercial donde han convergido
productos de subsistencia y suntuarios, así como la moneda y el trueque.
Finalmente, a partir del metabolismo social podemos revalorar las prácticas y el espacio
histórico-natural dentro de su riqueza biocultural del lago de Pátzcuaro en una sociedad
contemporánea que continúa con sus prácticas comerciales milenarias.
Fuentes
Aguilar, José Armando (2006) ¿Adiós al mercado tradicional?, en Revista del
Consumidor, PROFECO, México, D.F.
Ahuactzin Larios, Gustavo (2004) Rehabilitación del mercado Michoacán y su entorno,
Universidad de las Américas Puebla, Escuela de Artes y Humanidades
Departamento de Arquitectura, Tesis profesional de Arquitectura. Cholula, Puebla.
Reyes Méndez, Max Iván (2010) Mercado Municipal de Pátzcuaro. Comercio informal.
Tesis de licenciatura para obtener el título de arquitecto. Morelia, Universidad
Michoacana de San Nicolás Hidalgo. Facultad de Arquitectura.
(s.a) (2005) “Cárdenas Batel, a favor de proteger Pátzcuaro antes de abrir un Wal-
Mart”, en La Jornada Michoacán, 6 de febrero.