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Angustia y sociedad de consumo1

Ramón López González


Filosofía UV

La sociedad contemporánea caracterizada de ordinario por la venta de productos, bienes y


valores que hacen de la existencia algo materialmente confortable, logran a través de sus
establecimientos comerciales, los medios virtuales de comunicación y entretenimiento
visual configurar un dispositivo que sumerge al individuo en formas de repetición
inmediata que no le permiten la experiencia de la angustia. El sujeto contemporáneo ha
encontrado formas estéticas de ensimismamiento, creando imaginarios en donde los
individuos se sienten bien consigo mismos, satisfechos, de tal modo que “el mal”, la
ruptura y la falla está en los demás, nunca en el yo que se place sobre sus caprichos. En un
sujeto lleno de sí, pleno e idéntico, no hay lugar a la angustia, de tal modo que se vive
produciendo constantes fantasías al pretender realizar “metas individuales” que en realidad
son los ideales impuestos por el sistema del capitalismo consumista, que invita a los sujetos
a pensar que son ideales propios, garantizando con ello la permanencia del sistema.
De tal modo que, nos esforzamos por lograr la belleza del cuerpo, el automóvil del
año, la casa con más autoservicios, con más habitaciones aunque no sean necesarias, etc.; el
criterio estético y su funcionalidad se han impuesto como valor de la existencia individual.
Estamos ante una vida ligera, realizando los ideales de la vida social, y que de no realizarse
producen frustración y amargura. Se busca una estética de la existencia, en cuyo caso se
requieren los ornatos que la hagan mayormente atractiva, aunque débil de sentido, pues lo
estético es tan precario en su alcance significativo que no alcanza para mucho, sino para la
brevedad de la inmediatez; el sentido por algo mayormente trascendente (el compromiso, el
amor oblativo, la amistad, la solidaridad, el matrimonio, etc.) no puede sobrevenir de este
tipo de estadio de la existencia.
Como bien se puede apreciar, en nuestra sociedad no hay espacio al sujeto
kierkegaardiano que se angustia ante el peso de su libertad como afirma en el Concepto de
la Angustia, pero tampoco al descrito por Heidegger en Ser y Tiempo, cuya finitud
existencial es la angustia por la muerte y la nada del mundo. El mundo contemporáneo crea
la imagen de una realidad determinada por las promesas del capitalismo consumista, ya que
este proporciona la falsa idea de la seguridad existencial y de su trascendencia puesta en las
condiciones materiales. Entonces, si el sujeto actual se caracteriza primordialmente por ser
un sujeto estético, tenemos que la ausencia de angustia resulta ser algo que le place, pues no
le permite pensar sobre su existencia, su por qué y su para qué; en el mundo actual no hay
angustia, pero si aumentan los espacios de terapias psicológicas, los fármacos psiquiátricos,
los antidepresivos y habrá que preguntarnos por la razón de esto.
Para finalizar, permítaseme la siguiente expresión: Hace falta angustiar al sujeto
contemporáneo, pero ¿cómo el sujeto pleno y autosuficiente podrá experimentar dicha
angustia? La respuesta está en la falla, esto es, en la repetición de acontecimientos fallidos
del existir, es allí cuando este sujeto pleno y lleno de sí mismo podrá experimentar su
angustiarse, su fragilidad, y plantearse preguntas que lo sacarán de su estado de
ensimismamiento e infatuación. La angustia si bien ha sido desplazada por los modos de la
existencia estética, todavía tiene sus espacios y momentos de acontecimiento que ayudan a

1
Artículo publicado en el Diario de Xalapa el día 15 de Enero de 2020.
que los sujetos se replanteen su existencia, sus propósitos y su autenticidad existencial; sólo
así podrán advertir que el mal no está en los otros sino en ellos mismos y en las falsas ideas
que les acompañan.

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