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ESCUELA NACIONAL

DE LA
J UDICATURA

Seminario
“ Mora Judicial”
Seminario “ Mora Judicial “ 2

PRESENTACIÓN............................................................................................... 3

INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 4

I.- LA RELACIÓN DEL TIEMPO Y EL PROCEDIMIENTO................................ 6

1. - Significación de la palabra Mora.-........................................................................6


ETIMOLOGIA DE LA PALABRA MORA.-............................................................6
A QUIEN ATRIBUIR LA MORA. ...........................................................................7

La relación del tiempo y el procedimiento..................................................................7

2- LA SITUACIÓN GENERAL DE LOS TIEMPOS EN LAS JURISDICCIONES


........................................................................................................................... 9

3. LOS PLAZOS LEGALES............................................................................. 11

4. LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LOS JUSTICIABLES


RESPECTO DEL TIEMPO EN EL PROCEDIMIENTO .................................... 13

EL ADVENIMIENTO DEL TIEMPO EN EL PROCEDIMIENTO COMO


FUENTE DE UN DERECHO DEL JUSTICIABLE.- .............................................15
A.- EL ADVENIMIENTO DEL DERECHO AL TIEMPO, CONSECUENCIA DE
UNA RECONSTRUCCIÓN DEL SISTEMA JURÍDICO SOBRE LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES. .............................................................................................16
1. - El derecho al tiempo, consecuencia del derecho al derecho, mañana del “derecho
al Juez”....................................................................................................................16
2.- Las fuentes teóricas y técnicas de la subjetivización del tiempo en el
procedimiento.- .......................................................................................................17
B.- LA DETERMINACION DE LOS ACREEDORES Y DE LOS DEUDORES DEL
DERECHO AL TIEMPO.- ......................................................................................18

EL DEUDOR DEL DERECHO AL TIEMPO.-.......................................................18

LA SANCION A LAS VIOLACIONES DE LOS TIEMPOS PROCESALES.-.....19

LAS CONSECUENCIA DEL TIEMPO EN EL PROCEDIMIENTO COMO


FUENTE DE UN DERECHO DEL JUSTICIABLE.- .............................................20
LA PUESTA EN MARCHA DE LOS STANDARES DEL TIEMPO ÚTIL Y DEL
PLAZO RAZONABLE.- .........................................................................................21

5. LA SITUACION ESPECIFICA EN LA MATERIA PENAL ........................... 22

6. LA SITUACIÓN ESPECÍFICA EN LA MATERIA CIVIL .............................. 24

BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................... 25

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PRESENTACIÓN
Desde siempre grande ha sido el lamento y mucho el sufrir de los usuarios del
servicio judicial por la tardanza o el retardo de los procesos judiciales en nuestro país.

Conscientes de esta situación, desde la celebración del seminario sobre


“Tendencias Mundiales Actuales en Capacitación Judicial” los jueces que participamos
en dicho evento identificamos entre las primeras cuatro necesidades, sobre formación de
magistrados a través de la Escuela Nac. de la Judicatura, el asunto relativo a la MORA
JUDICIAL, procurando obtener herramientas formativas que nos ayudasen a identificar
y combatir este flagelo del servicio judicial.

Con este propósito la Escuela Nacional de la Judicatura se dispuso a encarar el


problema poniendo a funcionar a los Comités de responsables del Sistema. Así,
identificada la Mora Judicial, por el Comité de Necesidades, como una necesidad a ser
satisfecha en el 2001, desde el mes de noviembre del pasado año, un equipo del Comité
de Planificación y de magistrados de otros comités comenzó a trabajar en la
planificación de un seminario sobre Mora Judicial. Después de varias sesiones de
trabajo este equipo ad-hoc concibió la realización de un seminario a ser realizado en dos
partes, en grupos divididos por jurisdicciones. Luego de precisados los objetivos de la
primera parte, se conformó un segundo equipo integrado por los magistrados que
trabajarían la preparación de la carpeta de trabajo, así como los que fueron identificados
como capacitadores por el Subcomité de Identificación de Capacitadores.

Como se ha indicado, el seminario ha sido concebido en dos partes. Esta primera


parte, que iniciamos ahora, tiene como propósito esencial que los jueces, a la luz de
nuestras propias experiencias y frente a las frías estadísticas, procuremos con seriedad y
mayor responsabilidad identificar las causas de la mora judicial, nos sensibilicemos aún
más ante el problema y asumamos el firme y decidido propósito de enfrentarlo con
sinceridad.

La segunda parte será dedicada, precisamente, a la búsqueda de soluciones. Por


eso entre este seminario, en el que se agotará la primera parte, y el segundo, los
magistrados jueces de todo el país nos reuniremos por distritos y/o departamentos
judiciales, por jurisdicciones, a fin de formular propuestas colectivas, por escrito, de
posibles soluciones a la mora judicial; propuestas que deben hacerse llegar a la
Dirección de la Escuela Nacional de la Judicatura, en fecha prudente, antes de la
realización de la segunda parte.

Como pueden ustedes darse cuenta, el propósito fundamental de este seminario


es comenzar a crear conciencia acerca de uno de los problemas que corroe los cimientos
del Sistema Judicial Dominicano. Asumamos, pues, con optimismo este supremo
compromiso.

Domingo Gil
Juez 1er. Sustituto de la Corte Laboral del Departamento Judicial de Santiago
Coordinador del Comité de Planificación

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INTRODUCCIÓN
En cierta ocasión hablando con un juez de larga data en la función le señalaba
que la principal queja que los abogados en ejercicio exteriorizaban en su contra era la
lentitud con que daba solución definitiva a los asuntos sometidos a su consideración, a
lo cual ufanamente respondió “ es que el tiempo del juez no es el mismo que el de los
abogados.”

Y ciertamente que, el “tiempo del juez” no es el mismo que el tiempo de los


abogados, como tampoco el de los justiciables, que el de los usuarios del sistema ni el
de la sociedad, cada uno de ellos tiene su tiempo, el cual se traduce de múltiples formas
y maneras, y que tiene su repercusión en todos los ordenes del diario vivir.

Desde la óptica de los justiciables obtener muy tarde de la institución judicial


ganancia de causa, es haber perdido. Es conocida por todos la máxima del Derecho
Romano, según la cual no poder gozar de un derecho equivale a no tenerlo, o dicho de
otra forma, que tener un derecho reconocido tardíamente equivale a no tenerlo.
Paralelamente, podría afirmarse como lo han hecho nuestros ancestros, que una justicia
tardía equivale a una denegación de ella.

La institución, ya sea del orden judicial o del orden administrativo, que no rinde
justicia a tiempo, no hace justicia. Pues en la materia judicial, siempre hay riesgo en la
demora.

Así, preocupación gestionaria o no, tratar de los tiempos en el procedimiento, en


la solución de los casos sometidos a consideración de cada uno de nosotros en un plazo
prudencial o no, deviene en abordar una modalidad del funcionamiento de la
institución: es tocar, de la manera más dolorosa, el corazón de la justicia.

Tiempo útil y al tiempo razonable, pero también tiempo contado y tiempo


costoso. Es a ese tiempo que la institución jurídica debe responder: el tiempo que sea
necesario que el debe reservar para darle una solución a las cuestiones sometidas al
juez y buscar o adaptar las reglas jurídicas que les sean aplicables; los tiempos que no
pueden perder; para que el fallo mantenga su sentido.
Sagacidad y prontitud: he ahí la alianza paradoxal que se le exige al juez
cotidianamente.

Esto plantea un buen número de interrogantes sobre la verdadera medida de los


plazos de los procedimientos, los tiempos útiles y los tiempos inútiles, la
responsabilidad en que incurren aquellos que derrochan los tiempos preciosos y
contando el de aquellos que son contrarios a recurrir a la justicia.

No se puede más que desear con ardor que cada proceso sea juzgado y la
decisión sea rendida en un plazo razonable.

Los tiempos, el procedimiento, el Juez. Tres términos aparentemente unívocos.


La realidad es otra.

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¿Qué es el tiempo? Noción filosófica, apreciada por Bergson, pero también


noción sociológica, adoptada por Gurwitch, Weber, Hebraud, Hauriou, el espacio
tiempo, la racionalización del derecho y del procedimiento, el lazo estrecho con la
economía Esa sociología de la justicia incluye el procedimiento y los tiempos.
Francois Terré se ha inclinado sobre la sociología del conflicto y la sociología del
derecho.

Ese aspecto sociológico y económico ha sensibilizado a los juristas en su


ignorancia, en el problema esencial de la efectividad de la norma y del juicio. Pero los
tiempos no danzan con los sueños. Es una noción concreta, un espacio que se integra en
una sociedad.

Es banal decir que en las últimas décadas la conducta social o la vida cotidiana
se ha caracterizado por la aceleración de los tiempos y la crisis de referencia.

Sociedad agrícola, sociedad industrial, sociedad de los fax,,sociedad del Intrenet


y de los e mail.

El tiempo ha sido reducido al instante. La sociedad de las instantaneidades es


de opinión de que los proceso se deben reducir como un bien de consumo y las
jurisdicciones a un supermercado jurídico.

Cada actor jurídico tiene su propia lógica y su propia percepción del tiempo, las
partes en el proceso, los auxiliares de la justicia, los jueces, el administrador. Los
procesos judiciales, principalmente por sus ritos, tienen asimismo su propia lógica
temporal.

Hablar de los tiempos judiciales, oponerles a los tiempos reales, es tomar en


cuenta su costo económico y su peso social, es aprehender la atmósfera en la cual viven
los procedimientos y los actores en la búsqueda de su lógica y de su verdad.

Y este es el propósito fundamental de este taller, el aplicar los recursos de la


razón al estudio de uno de los mayores problemas que encara la justicia dominicana, el
tiempo de los procesos, su duración, y el tratar de determinar cual es la percepción
sociológica y filosófica contemporánea de la duración de los procesos.

Planteamiento que suscita un buen número de interrogantes sobre la verdadera


medida del tiempo en los procesos, el tiempo útil y el tiempo inútil, la responsabilidad
incurrida por aquellos que desprecian el tiempo precioso y contabilizar el de aquellos
que han sido forzados a recurrir a la justicia, y hace desear con ardor que cada proceso
sea instruido y la decisión de los Jueces ejecutada, en un plazo razonable.

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I.- LA RELACIÓN DEL TIEMPO Y EL


PROCEDIMIENTO
1. - Significación de la palabra Mora.-
En la introducción planteábamos que uno de los grandes retos que debe
enfrentar la judicatura dominicana en la de enfrentar un vacío de métodos y de ausencia
de elementos que concatenen la vocación con la eficiencia en el cumplimiento de uno de
los objetivos principales de toda justicia moderna: soluciones rápidas, apegadas a las
leyes, y al menor costo posible, sin sacrificio de su independencia y transparencia. Fallo
que debe ser firme y equitativo.

El análisis y contabilización del ritmo del trabajo de los actores del proceso,
como también la medición del impacto o de los efectos potenciales de sus decisiones no
tan solo frente a los justiciables, su persona, su patrimonio en el tiempo y en el espacio,
sino también en la sociedad en la cual vivimos inmersos, debe ser parte esencial de su
propia eficacia, y del discernimiento que debe acompañar a todo juez.

No tan solo el plazo en que rinde su decisión, sino también el tiempo


irrecuperable que tardó en tomarla.

De aquí que la función del Juez dentro del contexto del servicio del Estado deba
realizarse con criterios de gestión administrativa, es decir, pertinencia, oportunidad,
eficacia, y que de su sola experiencia sea suficiente para cualificarlos en el
cumplimiento cabal de su rol, y para precisar o detectar en el o ella las destrezas y
técnicas necesarias para la administración moderna de justicia.

La importancia de que las labores de la justicia sean realizadas en un tiempo son


evidente.

El cúmulo de expedientes, la cantidad de presos preventivos dentro de las


cárceles vulnerando con ello uno de los más preciosos derechos constitucionales, como
también una de las garantías fundamentales, la presunción de inocencia, son muestras
claras de que la Justicia dominicana tiene en su agenda puntos pendientes los cuales son
bastantes complejos en su solución, si no se aprende a manejar la relación Trabajo-
Tiempo, ecuación que en el lenguaje jurídico se traducen como plazos.

ETIMOLOGIA DE LA PALABRA MORA.-

De los griegos los latinos adoptaron el término MORON, traduciéndola como


MORUM, para referirse al hecho de la tardanza en el cumplimiento o ejecución de una
tarea o de una obligación, y que por una deformación o adaptación a nuestra lengua,
paso a ser MORA, con igual significación: dilación.-

La MORA es el retraso voluntario en el cumplimiento de las obligaciones


puestas a cargo de un deudor, cualquiera que sea su deber.

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Por ser voluntario, no podría hablarse de ella cuando la misma es ocasionada o


producida por un hecho ajeno o no querido por quien tiene la obligación a su cargo.

De aquí que en el estudio de la causa que la motiva debe ser objeto de un


estudio más profundo y analítico, en el cual se establezca el grado de responsabilidad
mayor o menor del autor de la misma.

A QUIEN ATRIBUIR LA MORA.

¿A quién atribuir las causas de las demoras en la solución de los conflictos y


casos sometidos a nuestra consideración como jueces?

¿Qué porcentaje de responsabilidad podríamos atribuirles a nuestras leyes


procésales?

¿Qué grado de responsabilidad tienen en el retraso y solución de los conflictos


los auxiliares de la justicia, vale decir los abogados, los ministeriales y curiales, el
ministerio público?

¿Cuan grande es la responsabilidad de los jueces en la eternización de los


procesos o en el fallo de los expedientes una vez han entrado en estado de recibir
solución definitiva?

¿Nuestro personal de apoyo, los equipos con que contamos para la ejecución de
las tareas del día a día, las condiciones de trabajo, son realmente las más optimas para la
ejecución de la tarea puesta sobre nuestros hombros?
Son las preguntas que debemos responder al plantearnos el problema.

La relación del tiempo y el procedimiento


La idea de que la justicia es muy lenta es generalmente aceptada, no solamente
cuando se habla a propósito de las jurisdicciones nacionales en los diferentes ordenes,
judicial y administrativo, jurisdicciones penales o civiles, sino también en el ámbito de
otras jurisdicciones internacionales.

Esta opinión esta avalada por las estadísticas de que se disponen, las cuales
muestran una larga data entre la fecha de entrada de los asuntos sometidos a
consideración del juez y la fecha de su fallo, que evidencia un gran cúmulo de
expediente que esperan solución.

Sería importante en realidad, para el mejor desempeño, conocer con precisión la


situación de los asuntos más lentamente solucionados, y el porcentaje de los asuntos que
tienen más tiempo en espera. Esa situación queda resaltada raramente en las estadísticas
publicadas, lo mismo si se asiste en general y en casi todas las jurisdicciones, a un
alargamiento del tiempo del tratamiento de los asuntos más complejos.

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Pero se precisaría sobre todo, si uno quiere colocarse verdaderamente desde el


punto de vista del usuario de la justicia, del interés general y extender los limites y así
también tomar en cuenta los hechos que dan lugar al nacimiento de los litigios y
también en lo que concierne a la garantía darles su verdadero desarrollo, es decir
incluir: De un lado las operaciones pre contenciosas y la búsqueda de soluciones
amigables espontáneas y cuando se tiene un asunto de clientela desprotegida, los
procedimientos que impliquen la movilización de los medios de ayuda jurisdiccional.

Por otro lado la ejecución de la sentencia así como las implicaciones a que da
lugar esta ejecución.

La experiencia demuestra sin embargo, que aun cuando se manifieste un


voluntarismo que se pretende desarrollar, es muy difícil vencer las lentitudes
comprobadas.

Los principales procedimientos disponibles para vencer estas lentitudes son


conocidos. Pongamos aparte el refuerzo de los medios, singularmente efectivo de las
jurisdicciones.

En fin, la cuestión del tiempo en el procedimiento jurisdiccional parece ser de


difícil abordaje, por lo menos en los términos generales. De otro modo como lo ha
hecho la convención Europea de salvaguarda de los derechos del hombre, en su artículo
5-3 a propósito de la justicia penal: “ La justicia debe ser hecha en plazos razonables
comprendiendo aquellos plazos necesarios para la preparación de la defensa por el
acusado o el demandado, así como para la comprobación de los argumentos de las
partes, la reflexión de los jueces no-solo sobre los hechos de la causa sino también sobre
las estrategias jurisprudenciales, su coherencia y su renovación.”

La Justicia no tiene una eternidad ante ella, ella debe ser hecha en plazos
suficientemente breves para influenciar la vida y no solo limitarse a decir tan solo el
derecho. La justicia no es una empresa como cualquier otra y no se puede en este
propósito, como a propósito de cualquier otra empresa, hablar de rendimiento o
productividad.

La Justicia, y es preciso citar a Michael Levy cuando señala que “ésta es una
empresa productora de verdad”, aún cuando lo hiciera de manera secundaria y relativa,
y por esto, y en términos abstractos, no debe cuestionar sobre su alto valor ni tampoco
sobre los esfuerzos esfuerzo que se produce para lograrla en todas las circunstancias.

Lo mejor que se puede hacer es, en cualquier forma, utilizar los instrumentos
para medir el tiempo jurisdiccional de manera más acabada, sin analizar cuestiones muy
heterogéneas, sino analizando categorías de asuntos y categorías de justiciables, como
lo ocurrido en una de las condenaciones contra Francia dictada por la Corte Europea de
los Derechos del Hombre, debido a la lentitud excesiva de la justicia, sentencia del 31
de marzo de 1992 en materia de sangre contaminada en la que se hace resaltar que el
justiciable no podía esperar indefinidamente ya que sus días estaban contados, en espera
del análisis de las muchas y haciendo parte, en fin, de tiempos muertos y de dilaciones y
de perdida de tiempo para poner en practica procedimientos útiles.

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2- LA SITUACIÓN GENERAL DE LOS


TIEMPOS EN LAS JURISDICCIONES

Si creo en los filósofos, el tiempo no existe, sino tan solo el espacio. Esas son
ideas que el hombre, “ser limitado”, proyecta sobre la eternidad y el infinito que le
circunda.

El tiempo es, por otra parte, un concepto muy subjetivo, que sería aplicado y
valorado por las personas usando criterios muy personal según sean sus necesidades o
expectativas.

En cuanto al espacio, cada uno de nosotros ha podido tener la experiencia de su


equivalencia en el tiempo, vale citar por ejemplo un viaje transoceánico y sus efectos en
muchas percepción de ese tiempo en que nos desubicamos de nuestra cotidianidad y
vivimos una nueva experiencia en una nueva realidad.

El tiempo adquiere solamente un valor objetivo cuando se le pone en relación


con una sucesión de hechos: es cuando la noción de rapidez interviene, tantos
kilómetros por hora, tantos expedientes por año.

Por un fenómeno de aceleración general, la prisa se ha convertido hoy día en un


fin en sí mismo y en un criterio absoluto de calidad, en esta civilización donde todo el
mundo corre detrás del tiempo sin que nunca nadie se tome el tiempo de preguntarse,
¿por qué?

La administración de justicia, victima como todos nuestras instituciones sociales


de una precipitación colectiva, cree muy frecuentemente que una buena justicia es
forzosamente una justicia rápida. Esta falsa evidencia parece por otra parte imponerse al
hombre de la calle, quien tiene la tendencia de caracterizar la justicia por su legendaria
lentitud.

Una buena justicia es de entrada aquella que satisface la paz social y los
sentimientos de seguridad y de equidad tanto de los grupos como la de los individuos.
La rapidez es en consecuencia, a veces necesaria, a veces no. Es al legislador, a los
jueces y a los auxiliares de la justicia, a quienes compete hacer que el tiempo útil sea
respetado en todo procedimiento según el objeto del litigio. Y la solución a dar será
variable según que ese litigio enfrente a los particulares o que ponga en juego el interés
público.

Cuando el interés público no está en causa, es necesario facilitar a las partes los
tiempos de presión y los tiempos de respiro. El tiempo de presión es necesario para la
seguridad jurídica de los contratos y de las situaciones de derecho, que no debe ser
susceptibles de una demora en la puesta en causa, de donde nace la utilidad de las

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prescripciones adquisitivas o extintivas, las dilaciones de los procedimientos y la


perención de instancia. Pero los tiempos de respiro son también indispensables.

Un expediente, un asunto, un proceso, son entidades vivas que tienen el deseo de


morir. Haga conciencia en las partes para que ellas adopten el ritmo de su conveniencia
y que no mire la persona del otro, para a partir de esa percepción fijar su propio tiempo,
y hagan conciencia en los abogados cuando de común acuerdo solicitan un reenvío, por
motivos que se les escapan a usted conocer, y que se revelan de su sola responsabilidad.

En los litigios con carácter puramente privado, los jueces y los auxiliares de la
justicia están al servicio exclusivo de los ciudadanos y de la sociedad civil, el Estado no
hace sino ejercer por su intermediación un poder que es propiedad del pueblo soberano.

Es en cambio en el tiempo en que las jurisdicciones toman para la solución de


los casos sometidos a su consideración , muy numerosos por cierto, donde las dilaciones
impuestas a las partes tienen su origen en las propias jurisdicciones, lo que les hace
intolerables, ya que ese servicio público que les es su acreencia no está correctamente
asegurado.

Las causas son bastantes conocidas: falta de efectividad, falta de medios


materiales, en consecuencia, falta de dinero, o el tiempo, que también, vale oro y la
duración de los procedimientos en materia comercial por ejemplo, donde los intereses
en juego son vitales para los asuntos- puede constituir, conforme a la opinión general,
una verdadera denegación de justicia. La vida económica no se acomoda a tales
dilaciones y la justicia no es útilmente rendida cuando se realiza muy tarde. Se desea en
consecuencia que la justicia esté obligada a organizarse para ofrecer a las partes los
medios de hacer juzgar sus asuntos en un plazo razonable cuando ellas lo demanden,
todo dejándoles libres de disponer del tiempo que estimen bien y que constituye su
patrimonio.

El problema es muy diferente cuando se está en presencia de una cuestión de


orden público.

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3. LOS PLAZOS LEGALES


Diferentes leyes establecen los plazos en los cuales los jueces debemos rendir
nuestras decisiones una vez hayamos instruido el proceso, y las partes hayan podido
ejercer plenamente su derecho de defensa.-

Así la ley 821 del 1927 sobre Organización Judicial dispone en su artículo 165,
modificado por la ley 1021 del 16 de octubre de 1935, : “Que los jueces de las cortes y
Tribunales de la República deberán fallar los asuntos civiles y comerciales de que
conozcan dentro de los noventa días de las vistas de la causa, bajo pena de soportar al
percibir sus sueldos el descuento correspondiente a cada día de retardo. La Suprema
Corte de Justicia determinará el modo de hacer efectiva esta sanción”.

Esta disposición legal transcrita es de aplicación general en todas aquellas


materias en que expresamente la ley no haya establecido plazos más breves, y como el
mismo artículo dispone, es de general aplicación a todos los tribunales nacionales.

Entre las excepciones que comporta el precitado texto legal, en materia civil, por
ejemplo, y cuando se trate de incidentes de embargo inmobiliario, los artículos 728 y
729 del código de procedimiento civil, distinguiendo si se trata de un incidente antes o
después de la lectura del pliego de condiciones, establecen la obligación a cargo del juez
de fallarlos “a más tardar el día designado...”, ya sea para la lectura o ya sea para la
adjudicación. En materia penal, la ley 1014 del 11 de octubre del 1935, impone a los
jueces penales un plazo que a su mismo decir es meramente conminatorio de justificar o
motivar sus decisiones en el término de 15 días contados a partir del momento en que
rindan sus fallos, el asunto sea resuelto en estrado de fallarlos al fondo cuando, como en
materia correccional, se hayan reservado el mismo para dictarlo en una próxima
audiencia.

En materia de providencia Calificativa el auto del juez debe ser dictado en el


plazo establecido por la ley 334 del 24 de diciembre de 1935, artículo 1 parrafo. 1
“dentro de los 60 días a contar de la fecha en que el detenido haya sido ingresado a la
cárcel”, anotando nosotros que este plazo en realidad debe ser contado a partir del
momento en que el Juez es formalmente apoderado del expediente del detenido. Este
plazo, de conformidad con el párrafo segundo del precitado texto legal, puede ser
ampliado en 30 días más.

El recurso de apelación contra estas decisiones emanadas del Juez de


Instrucción, en ausencia de otro plazo señalado por la Ley, deben ser rendidas en los
plazos antes citados.

En materia laboral, la situación es otra, dado el carácter eminentemente social de


esta legislación, y así el juez laboral apoderado de un asunto ordinario deberá rendir su
fallo en el plazo de 15 días “contados a partir de la expiración del término señalado a las
partes para presentar sus escritos”, de conformidad con el articulo 535 del Código de
Trabajo. Pero este plazo es mucho más breve cuando se trata de asuntos sumarios, en
los cuales la solución a los conflictos debe ser dado en el plazo de 8 días, “subsiguientes
a la decisión”.

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Hay que destacar, sin embargo, que en materia laboral ordinaria, cuando se trate
de un conflicto colectivo, cuya solución se demande, el Juez goza de un plazo mayor,
dada su complejidad en vuelta en el caso, así esta decisión debe ser rendida en el
término de 30 días contados a partir del momento en que expiren los plazos otorgados a
las partes para presentar sus escritos ampliatorios.

Para la Corte de Apelación y en aquellos asuntos que sean recurribles, los plazos
son los siguientes:
1. Asuntos ordinarios, un mes a contar de la expiración del plazo
señalado a las partes para presentar sus escritos de ampliación, salvo
lo dispuesto por el artículo 536”.
2. Cuando se trate de calificación de huelgas, o de solicitud de
autorización para despedir a un dirigente sindical protegido por el
fuero, es te plazo sin embargo es de 5 días. En lo que respecta a la
Suprema Corte de Justicia, el Código de 1992, también se ocupó de
señalar los plazos en que el más alto tribunal, juzgando en funciones
de Corte de Casación, debe rendir su decisión: “ dentro de los 30 días
de haber celebrado la audiencia” (art. 647 del código de Trabajo)
3. En materia de Niños, Niñas y Adolescentes, la ley 14-94 señala varios
plazos, los cuales se imponen tanto a los tribunales especiales creados
por la misma, como a los Juzgados de paz a quienes se les han
conferido algunas atribuciones, principalmente en materia de pensión
alimentaria. La obligación de fallar una vez el asunto este en estrado
la obligación del juez de fijar la pensión que culmine con una
demanda en tal sentido, no puede exceder de 8 días. Pero tratándose
de un asunto correccional, y conforme s e desprende la economía el
texto del articulo 301 precitado texto, la obligación de fallar el asunto
y motivarlo debe ser de 20 días, contados a partir “de la recepción de
los resultados del estudio.”
4. Tanto en la jurisdicción de tierras, como en la del Juzgado de Paz,
ante el mutismo de la ley, se aplicarán las disposiciones del artículo
16 de la Ley de organización Judicial.
5. En materia tributaria de conformidad con el artículo 171 de la ley 11-
92, el plazo en que deben ser solucionados los asuntos sometidos a
consideración de los jueces del Tribunal contencioso Tributario es de
60 días.

La realidad sin embargo es otra.

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4. LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE


LOS JUSTICIABLES RESPECTO DEL
TIEMPO EN EL PROCEDIMIENTO
El tiempo es la marca de la aventura humana, es el espacio en que el hombre se
desarrolla en sus actividades que se estrenan, se desarrollan y se cumplen. En
consecuencia juzgar, como se trata de una actividad humana y no de un estado ideal,
toma tiempo, pues solo la justicia divina puede y debe caer con la fulgurancia de un
rayo, En los asuntos humanos, es necesario que el trueno ruja y frecuentemente durante
largo tiempo, antes de que el rayo de la justicia humana caiga. Así, aun cuando el juicio
no se alargue el tiempo se introduce en la justicia, por el proceso, definido entonces
como el tiempo de gestación de la sentencia.

Pero el tiempo penetra en el proceso de la sentencia como de mala manera se


recrimina, corrientemente y recae después siempre sobre los procesos que estas no
terminan. La perversión Kafkaiana se dibuja en un proceso tan alejado de la sentencia
que pierde ese horizonte y se pone a girar sobre sí mismo. En este aspecto, el tiempo
que toma el proceso no es más que la consecuencia de deficiencias objetivas, imputables
al hombre o a la institución.

Ante todo se debe a la insuficiencia del juez en tanto que es hombre. No


teniendo por adelantado y de una manera total el hecho, no encontrando en el instante
el derecho, no entreviendo sin reflexión lo justo, necesita del tiempo para buscar. Es
necesario ahora jalonar la búsqueda: el proceso, que es el tiempo del titubeo, de la
camino a ciega. De una manera general, la afirmación según la cual el hombre no posee
sino una racionalidad reducida a no ser sino discursiva, que no pueda ser esclarecida
sino por la organización de una discusión contradictoria, inscribe todo juicio en el
tiempo que sea necesariamente previo a los fines de rendir un fallo definitivo.

Aplicada muy particularmente al proceso, esta comprobación engendra una


modulación del tiempo en función de la importancia de lo que se requiere establecer, en
una correlación entre el objeto de la actividad de descubrimiento y el tiempo que a la
misma le es concedido. Esta importancia se concretiza en sí misma de dos maneras.
Primeramente, es necesario dedicar tanto tiempo como requiera la complejidad del
hecho ,pues la verdad es un tanto más difícil de alcanzar como es a priori grande la
distancia entre el hecho y su representación judicial.

El tiempo del proceso es así el tiempo de la aproximación. Esa correlación entre


complejidad del asunto y la estimación del tiempo necesario está expresamente
manifiesta en la jurisprudencia de la Corte europea de los derechos del hombre.

Después es necesario buscar por más largo tiempo el instrumento jurídico por el
cual el derecho se apodera del hecho y deduce la sanción aplicable, como en materia
penal por ejemplo. Es imperioso ahora atender la verdad de la manera más precisa
posible.

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Se dibuja así una suerte de tipología: ágil del hecho simple y débilmente
sancionado para lo cual poco tiempo es necesario, hasta el hecho complejo y al cual
están unidos consecuencias jurídicas importantes, para el cual el tiempo debe ser
invertido, pasando por el hecho simple y groseramente sancionado y por el hecho
complejo, pero ligero en sus consecuencias jurídicas, los cuales requieren lo que se
podría llamar medias medidas del tiempo.

Tal tipología permite apreciar los procedimientos concretamente organizados


por nuestro derecho positivo. Así, la institución consagra mucho tiempo en aplicar las
reglas sin trascendencia decisiva sobre los hechos simples a comprobar, se debe
entonces hacerle el reproche de despilfarradora del tiempo. Pero si la institución se
autoriza a consagrar muy poco tiempo sea a los hechos complejos, sea a la aplicación
de un derecho potente, se debe entonces hacerle el reproche de perjudicial a la justicia
por un cuidado no justificado de economizar excesivamente el tiempo.

El primer abuso tiene que ser siempre reprochado a la justicia, el segundo exceso
comienza a abrirse campo en una institución jurídica atrapada por un pensamiento
economista carente a veces de matices.

El ejemplo de las comparecencias inmediatas susceptibles por tanto de entrañar


la encarcelación, pueden dar motivos a tal juicio de valor.

Pero esa tipología puede ser invertida por el derecho positivo, Ese re-
direccionamiento constituye así un desafío jurídico. En efecto, imaginemos no un hecho
complejo pero que- el tiempo no está dado como una consecuencia de la tipología sino
por el mismo hecho, el fallo de rendirlo muy rápidamente, por que hay urgencia.
Clásicamente, en función de la regla lógica precitada, porque se trata de un hecho
complejo pero que no se le puede consagrar tiempo que sería necesario para su
conocimiento fiable aunque las consecuencias jurídicas que les sean inherentes deben
ser confiables, se encuentra aquí el fundamento de la regla según la cual el juez de los
referimientos no estatuye más que provisoriamente.

Si las políticas legislativas o jurisprudenciales conducen el sistema a conferir al


juez del referimiento el poder de dictar ordenanzas de las cuales su alcance sea
definitivo, de derecho o de hecho, entonces la gestión del tiempo de ese juez particular
entraría en la cuadratura del circulo pues el debe juzgar muy rápida y definitivamente
los hechos complejos. Por esto el término de “ reto o desafío ” se inserta naturalmente
en el espíritu y se comprende que el juez de lo referimiento adquiere después de varios
años la figura del héroe pues está a la vez a cargo de una tarea requerida e imposible.

El carácter objetivo de este análisis del tiempo en el procedimiento y la


severidad del fallo que puede a veces conllevar partiendo de ella sobre los
procedimientos concretos no ha sido puesto en causa.

Ciertamente que las reflexiones sobre la justicia se conducen en un paso, a


rendir más adecuadamente los tiempos del proceso con su objeto. Pero la sociología se
ha mezclado. En efecto, más allá del objeto concreto del proceso, existe frecuentemente

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un mundo que está implícito, el mundo de la familia, el mundo de los negocios, etc , y
el mundo, así movido, así implicado en el proceso no está necesariamente sometido al
mismo tiempo. Así se puede considerar que los tiempos de la familia son relativamente
lentos mientras que los financieros pueden ser del orden del relámpago, y en el plazo de
la adecuación entre los tiempos judiciales y los diversos tiempos sociales en juego, entra
el juez administrador del mismo.

La dificultad de poner en marcha esa exigencia novel no pone en causa el


principio de un ritmo objetivo de la decisión y de la reflexión previa del juez y de las
partes. Ella pone en juego y da su justo valor a la tríada sobre la cual el tiempo del
proceso se articula: el tiempo ligado a la complejidad del objeto; el tiempo ligado a la
fuerza del derecho, y el tiempo ligado al ritmo del mundo social implicado. Así el
tiempo del proceso es una consecuencia de la incapacidad relativa del hombre para
juzgar. Pero resulta después y más concretamente el incumplimiento será menos fatal si
es de tradición- en la insuficiencia objetiva de la institución judicial en tanto que es una
organización poco eficiente: desbordada de asuntos, poco informatizada, carente de
personal necesario, dejando que el polvo de los años cubra los expedientes. Esta
perspectiva engendra ahora una modulación del tiempo según la hazaña de la institución
de rendir sus decisiones. Se observa en consecuencia que el tiempo en el procedimiento
objetivamente definido, es igualmente móvil en razón del cuadro más o menos de la
actuación en razón de la actuación más o menos activa de la situación a solucionar, en
razón del fallo adoptado, más o menos urgente.

EL ADVENIMIENTO DEL TIEMPO EN EL


PROCEDIMIENTO COMO FUENTE DE UN
DERECHO DEL JUSTICIABLE.-
Afirmar que el tiempo es el soporte de una prerrogativa de la persona parece
herir el sentido común. Esa parece por tanto ser la consecuencia practica de la filosofía
occidental moderna, en la que ella define las relaciones del hombre, con lo que le rodea.
En efecto, el hombre quiere haber tomado control sobre el tiempo, haberlo dominado
como busca dominar el mundo apropiárselo. Desde el instante en que filosóficamente el
hombre occidental, después de alguno siglos ya en aplicación del proyecto cartesiano,
estima que el mundo le pertenece, ¿por qué no apropiarse del tiempo, después de
apropiarse del espacio? En ese marco antiguo, se añade hoy una reconstrucción teórica
del sistema jurídico, una “ refundición” que explica ese advenimiento del derecho al
tiempo. Pero, si existiera en beneficio del justiciable tal derecho, ante quién y contra
quién puede hacerlo valer?

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A.- EL ADVENIMIENTO DEL DERECHO AL TIEMPO,


CONSECUENCIA DE UNA RECONSTRUCCIÓN DEL SISTEMA
JURÍDICO SOBRE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES.

Si el justiciable parece hoy, y apoyándose sobre la convención americana de


los derechos del hombre, tener un derecho en el tiempo, tiempo útil y tiempo razonable,
es como consecuencia de otros derechos fundamentales que le sirven de fundamento. Se
puede así medir las fuentes tanto teóricas como prácticas de tal subjetivización del
tiempo en el procedimiento.

1. - El derecho al tiempo, consecuencia del derecho al derecho,


mañana del “derecho al Juez”.

En una concepción objetiva y sistemática de las cosas. Se puede considerar


que existe previo a toda regla de derecho, emanada del poder normativo, por otra parte
de los destinatarios que son los sujetos del derecho, en fin de los órganos encargados de
hacer efectiva ese beneficio que la regla del derecho tiene vocación de engendrar en
beneficio de los destinatarios, órganos de tipo administrativo o jurisdiccional. Esa
suerte de circuito, de la regla de derecho a su destinatario pasando por el deseo del Juez
en caso recalcitrante del sujeto o de incumplimiento en las reglas, resulta de la
normativa misma de la regla que se debe aplicar. Es en consecuencia la inquietud de la
fuerza de la regla objetiva lo que justifica el proceso y al Juez.-

Pero se ha desprendido la idea de un “derecho al derecho”, encontrando eco en


las revistas, los coloquios, aun en las obras. Se trataría de la prerrogativa del individuo
de obtener la aplicación del derecho objetivo en su provecho. De aquí, es necesario
hacer efectivo el derecho subjetivo de la persona aplicando o desencadenando para su
beneficio la regla del derecho disponible. Es entonces el cuidado de la protección del
derecho de la persona que justifica el derecho objetivo. Se trata de un “circuito corte”,
emanado directamente del derecho del individuo a la regla de derecho disponible. Si el
sistema no funciona por si mismo, el Juez interviene.

Pero de allí todavía, el Juez no es analizado como aquel que ha de pronunciar la


sanción normativa de la ley, sino aquel que haga efectivo ese derecho al derecho que
detenta la persona. En esas condiciones que “el derecho al derecho” implica el
“derecho al Juez”. O sea que se reenvíe técnicamente y se hable “derecho a un
tribunal”.-

Y esa es la última parte del silogismo, si el proceso es el camino para dar paso
al juicio, entonces el derecho al derecho que ha engendrado el derecho al Juez, el
derecho del Juez se engendra el “derecho al proceso” y en su seno el “derecho al tiempo
que conviene”, para que la sentencia sea rendida en beneficio del justiciable. Dentro de
tal esquema, el Juez conserva ciertamente el estatuto de agente y no solo un agente de
aplicación de las reglas del derecho, sino un agente de efectividad de los derechos de las
partes y compromisorio de sus derechos al tiempo; a este respecto es que trata la
convención americana de los derechos del hombre que consagra el derecho de toda
persona “a que su causa sea atendida equitativamente, públicamente y en un plazo
razonable, por un tribunal independiente e imparcial…”

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¿ Cómo se ha operado lo que ha dado en designar como una subjetivización del


tiempo en el proceso?

2.- Las fuentes teóricas y técnicas de la subjetivización del tiempo en el


procedimiento.-

En cuanto a las fuentes teóricas – y no filosóficas ligadas al individualismo


jurídico del occidente – el advenimiento de tal derecho al tiempo se puede buscar en el
lado de Henri Motulsky. En efecto, este ha sostenido que el juicio tiene por vocación
realizar el derecho objetivo desencadenado en beneficio del justiciable el efecto
jurídico que la regla del derecho prevé en presencia de una situación abstractamente
descrita en la ley.
De ahí que si el Juez establece la coincidencia entre la situación del hecho
abstractamente establecida por la ley y la situación de hecho concretamente alegada por
la parte, entonces el debe desencadenar en beneficio de aquel el efecto jurídico
organizado por la ley. Por ejemplo, si X por prueba que Z lo ha abofeteado, entonces la
coincidencia se establece con la situación de hecho abstractamente señalada por el
artículo 1382 que establece la falta en la que se desencadenará en provecho de X por el
efecto previsto en ese artículo, a saber una indemnización. En este el juicio es el proceso
de engendramiento de los derechos subjetivos sustanciales. En el ejemplo retenido, se
tratará del derecho a la reparación.-

Pero, para Motulsky, el sujeto del derecho es todavía titular del derecho de
acción en justicia. Es ese derecho de naturaleza procesal, es el que permite a la parte
obtener un juicio de donde nace su derecho subjetivo substancial. Así la acción en
justicia es el derecho procedimental, que duplica y anticipa el derecho substancial. Ese
carácter subjetivo ha sido contestado por el resto de la doctrina procesalista, más
inclinada a definir la acción en justicia como un poder.-

Este derecho implica asimismo el “derecho de discutir lo bien fundado de esa


pretensión”, ¿un derecho procesal? O, ¿se trata del principio de la contradicción?, qué es
un principio objetivo de organización del proceso, que se halla en ese hecho
subjetivizado paralelamente, y en la medida donde la organización del tiempo útil y del
tiempo razonable especialmente, donde participa del principio de la contradictoriedad,
es el derecho de acción, pues el derecho de contradecir engendra necesariamente el
derecho al tiempo.

Vean ahí las fuentes teóricas del advenimiento del derecho al tiempo. Pero se
puede pensar que las fuentes técnicas son más inmediatas e identificables: se trata del
cuerpo nacido de la convención americana de los derechos del hombre y sus referencias
al derecho de obtener un juicio en el “tiempo razonable”, de los procedimientos, el
derecho del acusado de tener conocimiento “en el plazo más corto” de lo que se le
reprocha y de su derecho de “disponer del tiempo necesario” para preparar la defensa.

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B.- LA DETERMINACION DE LOS ACREEDORES Y DE LOS


DEUDORES DEL DERECHO AL TIEMPO.-

La dificultad de determinar quienes son los acreedores y los deudores de ese


derecho viene del hecho que el derecho subjetivo en causa no es un derecho de
propiedad, formulado clásicamente de la manera siguiente: “yo tengo mi tiempo”, pero
si un derecho de acreencia, que se puede así formular de la manera siguiente: “que se dé
el tiempo que yo deseo para mi defensa” y que “no se me haga esperar para obtener mi
sentencia”.

Si lo establecido queda en una problemática de derecho de propiedad, de


derecho real, sería suficiente que el derecho positivo se imponga al respecto para todos
y eso sería solamente para poner la titularidad activa del mismo. Así, el abuso del
derecho en el tiempo puede ser sancionado cuando la parte en el proceso contribuya
activamente a retardarlo.-

Pero porque se trata de un derecho de acreencia, hay que determinar ahora quien
es el deudor de ese derecho al tiempo. El porqué el derecho subjetivo exige la
efectividad, la meta está sin dudas de pasar a un sistema de sanción de las violaciones a
un sistema de efectividad positiva.

EL DEUDOR DEL DERECHO AL TIEMPO.-


El primer deudor con el cual se sueña sería el Juez.
Esa sería la contraparte de su potestad en la medida en que el conduce el
proceso. Ese lazo entre el poder de conducir el proceso y la aptitud a verse reprochar su
lentitud que ha sido expresamente visada por la sentencia konig dictada por la Corte
europea de los derechos del hombre contra Francia, engendró una nueva modulación, a
saber que los procedimientos inquisitorios facilitarán más cómodamente la sanción
por el retraso en los procesos que los procedimientos acusatorios.-

Pero la designación concreta del Juez como deudor del derecho al tiempo
presenta debilidades. En primer lugar, sociologicamente puede ser torpe colocar así el
Juez dentro de una relación de obligación que arriesgue deteriorar las relaciones entre el
Juez y el justiciable. Después, este estatuto de un Juez como deudor de un derecho al
tiempo, no sería sino por el vocabulario, como un deudor del juicio, una máquina de
contar el tiempo y las decisiones. De ahí se revela una concepción para mucho
gestionaria, mecánica, de la actividad de la justicia.

En fin, el Juez no tiene autonomía suficiente en la que se le pueda conferir tal


responsabilidad encarada al ritmo de los procedimientos. En tanto y cuanto él
pertenezca a la institución judicial que él dirige o acompaña los procedimientos. O, es el
Estado que permite a la institución funcionar. De ahí que se pueda remontar del
adversario al litigio, de este Juez y del Juez al Estado, si es necesario designar un deudor
del derecho al tiempo, hele aquí pues.-

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La jurisprudencia de la Corte europea de los derechos del hombre recae sin


ambigüedad sobre este punto. Los Estados son condenados y no pueden invocar
eficazmente ante la Corte las dificultades generadas por la sobrecarga del trabajo de las
cortes, o la lentitud inherente al cumplimiento de tal o cual formalidad.

De otra manera, la condenación es efectiva puesto que la Corte utiliza la noción


de satisfacción equitativa para constreñir al Estado deudor a indemnizar a la víctima del
perjuicio. Así, por una dialéctica entre derechos subjetivos substancial y derecho
subjetivo procesal, nos encontramos en un nuevo retorno encarado hacia el
advenimiento de un derecho subjetivo procesal substancial (el derecho a reparación)
para asegurar la efectividad de un derecho subjetivo procesal (el derecho de obtener
una decisión en un plazo razonable), el cual no es sino el sostén del derecho subjetivo
substancial en causa en el proceso (derecho de propiedad u otro).-

LA SANCION A LAS VIOLACIONES DE LOS


TIEMPOS PROCESALES.-
En nuestro derecho la protección de los derechos al tiempo del justiciable en los
procesos, está en principio íntimamente ligada al Juez, no al Estado, así los artículos
505 y 516 del Código de Procedimiento Civil, que por naturaleza de derecho común son
extendibles y aplicables a y en todas las materias, establece un mecanismo que tiene
por propósito presionar al Juez en el cumplimiento de los plazos procesales señalados
por la ley, so pena de ser condenado en reparación de los daños y perjuicios que su
inobservancia puedan acarrearle a la parte actora, independientemente de otras las
sanciones que esta violación puede entrañar.

Si bien se trata de un procedimiento poco conocido y poco usado por los


usuarios del sistema, no es de dudar que ahora, cuando la justicia parece transitar por
senderos esquivos donde acechan sus enemigos, se haga uso de este mecanismo legal
como forma de justificar sus malas querencias y ponerla en entredicho, con la evidente
y manifiesta voluntad de obtener sus propósitos y desacreditar la institución, mediante
la presión a los Jueces en el cumplimiento de sus obligaciones.

Así los artículos 505 al 516 del Código de Procedimiento Civil, ponen a cargo
del Juez, la obligación del cumplimiento de su deber de juzgar y fallar los asuntos
puestos a su cargo en determinados plazos, pena de que su incumplimiento pueda
comprometer su responsabilidad civil.

Art. 505. Los Jueces pueden ser demandados en responsabilidad Civil :1ro.
Cuando se pretenda que en la sustitución de un pleito o al producirse sentencia ha
habido dolo, fraude, o concusión. 2do. Cuando la responsabilidad Civil del Juez
este expresamente pronunciada por la Ley. 3ro. Cuando la Ley declare a los Jueces
responsables, bajo pena de daño y perjuicio. 4to. Cuando haya denegación de
justicia.

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Art. 506 – Habrá denegación de justicia cuando los jueces rehusaren


proveer los pedimentos en justicia, o se descuidaren en fallar los asuntos en estado
y que se hallen en turno para ser juzgados.
Art. 507 – La denegación de justicia se hará constar por medio de dos
pedimentos dirigidos a los jueces en la persona de los secretarios, y que se
notificarán en el intervalo de tres en tres días a lo menos, si se tratare de jueces de
paz y de los jueces del tribunal de comercio; y de octava en octava, a lo menos si se
refiriesen a los otros jueces: todo alguacil requerido estará obligado a hacer las
notificaciones de dichos pedimentos, a pena de interdicción.
Art. 508 – Después de los dos pedimentos expresados, el juez podrá ser
demandado en responsabilidad civil.
Art. 509 – La demanda en responsabilidad civil contra los jueces de paz, los
tribunales de primera instancia y de comercio o contra algunos de sus miembros,
así como contra alguno de los magistrados de la Suprema corte, se promoverá y
sustanciará ante la suprema Corte de Justicia.
Art. 510 – Sin embargo, ningún juez podrá ser demandado en
responsabilidad civil sin permiso previo de la Suprema Corte de Justicia.

Este procedimiento, entrañaría, por demás, otra posible sanción, ya no frente a


los justiciables, sino en cuanto al mismo Juez y el campo de la disciplina judicial,
puesto que reflejaría una falta de dedicación por parte de quien está compelido por los
plazos legales a darle una solución definitiva a los asuntos que les hayan sido sometidos
para su conocimiento y fallo en los plazos razonables señalados por la ley.

LAS CONSECUENCIA DEL TIEMPO EN EL


PROCEDIMIENTO COMO FUENTE DE UN
DERECHO DEL JUSTICIABLE.-

Una de las dificultades actuales de los derechos del hombre, a través de la puesta
en causa de su carácter abstracto, es hacer la partición entre, de una parte, el respeto en
beneficio de cada uno de un derecho en perímetros idénticos y, de otra parte, la
exigencia de cada uno de ver reconocer la especificidad de su situación.

Aplicada al tiempo en el procedimiento, esa evolución implica que el tiempo


sea modulado en cada procedimiento, según la situación de cada persona particular.
Otra consecuencia técnica tiene en la sustitución de un ritmo del procedimiento
constituido, por tantos puntos en el procedimiento, por un ritmo que, a través del tiempo
útil y el tiempo razonable, no indiquen sino los márgenes a respetar en él.-

LA MODULACION DEL TIEMPO SEGÚN LAS PERSONAS.-

El tiempo deja de ser así ya no es más el ritmo objetivo de un proceso para


descubrir la verdad, sino también el objeto de un derecho subjetivo procesal. El hecho
parte del “servicio” que la institución judicial debe en lo sucesivo suministrar o proveer

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a su clientela. De aquí que se establezca en la materia un paralelo en la evolución que


para los bienes y servicios se ha registrado: el producto debe precisamente ser más y
más adaptado al deseo del individuo. De ahí resulta un tiempo medido. Ese tiempo, es
provisto por el Juez, de una manera generalmente periférica a su oficio. Pero puede
suceder que ese dominio del tiempo se convierta en un elemento central de su oficio, es
la imagen del Juez del referimiento.-

LA PUESTA EN MARCHA DE LOS STANDARES DEL TIEMPO ÚTIL Y


DEL PLAZO RAZONABLE.-

El Juez es garante de dos plazos en el tiempo en el proceso. El tiempo útil,


constituido por el tiempo necesario para que una parte tome conocimiento del litigio,
pueda preparar sus argumentos, y hacerlos valer útilmente. El tiempo útil se distingue
del cómputo de los plazos prescritos, en que pueden ser invocados independientemente
de los plazos prescritos, pero que también pudiesen ser reclamados aun cuando los
plazos prescritos hayan sido respetados por la otra parte.

Así, la comunicación de piezas “in extremi”, 24 antes de la clausura de los


debates o del vencimiento del plazo formal otorgado, pero no puede ser considerado o
retenido como tiempo útil, puesto que el adversario no podría reaccionar eficazmente.-

El standard del tiempo razonable procede de la idea inversa y valida la hipótesis


donde nada justifica la longitud excesiva del proceso. Son esas dos nociones de tiempo,
enmarcadas, las que dirigen sus esfuerzos a sancionar el exceso bajo esas dos formas:
el exceso de lo muy poco y el exceso de lo mucho. La noción del tiempo razonable se
corresponde en otros a esa idea de inmediatez, según la cual la acción humana no puede
pretender ser sino la marca de la razón. Es esta idea de razonabilidad que se expresa a
través de la exigencia del “más corto plazo” la que debe separar la constitución de la
acusación y el conocimiento de que se le acusa.-

Finalmente, es verdad que en la justicia todo es cuestión de tiempo. Como decía


uno de mis hermanos: “En el palacio todo el mundo espera. El cliente espera al
abogado, el abogado espera al Juez y el Juez espera el ascenso”.

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5. LA SITUACION ESPECIFICA EN LA
MATERIA PENAL
Dominar el tiempo en materia de justicia es establecer las prioridades y arbitrar
las tensiones inevitables entre el principio fundamental del derecho de cada uno a un
proceso equitativo y las condiciones del ejercicio difícil de nuestra justicia ligada a la
aglomeración judicial y a los problemas de orden material; entre la inquietud de
preservar el orden público, de asegurar una respuesta judicial eficaz destinada a
restablecer el equilibrio social y la obligación de velar por el respeto de los derechos de
las personas (presunción de inocencia y libertades individuales); entre la tentación de
ceder a las sirenas de las modernidad, de la rapidez de las nuevas técnicas de
información y la necesaria serenidad en la cual debe envolverse nuestra justicia.-

El ejercicio es difícil, pero exaltante. Buscar un ritmo judicial que se pose su


“justicidad” o en el cual se concilien las exigencias de nuestros principios
fundamentales, los deseos y la moderación de nuestra institución, y las aspiraciones de
nuestros ciudadanos.

Para ilustrar ese propósito, diría que el respeto a la presunción de inocencia


impone que se “ vaya rápido” a fin de no dejar que un individuo se debata en un clima
de sospecha, sospecha que muchas veces puede comprobarse es injustificada.

El respeto de ese principio exige igualmente que se “acelere lentamente” a un


ritmo que permita la profundización del expediente, que manifieste la prudencia antes
de acometer ciertos actos de procedimiento y que se garantice a cada uno que ella la
justicia se “inclina sobre su caso”.

La calidad del ritmo judicial, es decir con todo el respeto de la obligación de


diligencia definida por la convención americana de derechos del hombre, en cada etapa
del procedimiento, encuesta o instrucción, proceso, ejecución de la pena, es un deber de
eficacia que requiere rapidez y celeridad, pero también prudencia y ponderación
exhaustiva de los elementos de convicción y pruebas.-

Es necesario, ante todo, al momento de los interrogatorios para proceder a la


elucidación de un asunto, evitar lo que se denomina “el deterioro de las pruebas”, se
requiere ir de prisa para recoger los testimonios, los indicios, para tomar las huellas y
las piezas de convicción, para proceder a la reconstrucción de los hechos, para designar
los expertos y organizar, el caso fortuito, las confrontaciones.-

¿ Qué pensar de una reconstrucción que ha tenido lugar cinco años después del
hecho cometido? De un expediente de instrucción que dure por años?

La rapidez de la respuesta judicial que se experimenta principalmente por el rito


del proceso y la puesta en ejecución de la pena que es el elemento de medida de su
impacto social. Tener acción eficaz, es asegurar ante todo un relevo en las instituciones
que se esfuerzan en mantener la paz Pública y de ejecutar obras de prevención: policía,
organismos sociales y educativos.-

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Es dar el sentimiento a la víctima de ser considerada en su sufrimiento, reparada


en sus daños, a fin de evitar las repercusiones dramáticas, sobre el plano moral o
financiero, de una respuesta tardía. O, puede ocurrir que del hecho de la longitud del
proceso, los prevenidos no tocados por la citación, no se presenten a la audiencia y que
la sentencia sea dictada en defecto. La víctima se encuentra así confrontada, no
solamente en el vacío creado por la ausencia del delincuente contra quien se realizó el
proceso, sino igualmente por la inejecución por este último de la pena que será
pronunciada en su contra.-

La respuesta judicial se dirige no solamente a la víctima, sino también a la


sociedad en su conjunto. Ella desea restablecer la paz Pública después de la comisión de
la infracción. O evitar el sentimiento de inseguridad progresivo como también el
sentimiento de impunidad de los autores de pequeños delitos por los cuales no han
respondido del todo muy rápidamente. Por lo tanto es procedente decir que una
respuesta tardía en materia penal, equivale a una ausencia de respuesta.-

Encarada frente a la aceleración de la difusión de las informaciones por los


medios, la justicia luce comparativamente inerte. No se trata de seguir el curso
acelerado de esos instrumentos de amplificación que son las nuevas técnicas de la
comunicación, se trata de tener en cuenta al receptor de la información, a fin de que
este, cuando el eco legítimo y técnicamente inevitable de un problema de orden público
le llegue, no encuentre únicamente el silencio de la justicia o la entrevista de un
magistrado, sino la realidad de un proceso rápido en los efectos reparadores. Ganar el
tiempo en materia judicial es igualmente tratar de prevenir la reincidencia.-

La prontitud de una respuesta social es más que nunca esencial para paralizar el
proceso de deterioro que avanza en una población joven, social y económicamente
frágil. Se llama la atención sobre el hecho del avance de la delincuencia juvenil en los
últimos tiempos, y ¿ cual debe ser la respuesta de la justicia y su plazo de reacción
cuando se sabe que en la psicología de un infante, solo una respuesta inmediata,
instantánea, tiene sentido?

Se le debe recordar a los Jueces penales que en todas las hipótesis, que la justicia
no puede ser administrada con retrasos progresivos que tiendan a comprometer su
eficacia y credibilidad, y más aún su responsabilidad Civil.

La lentitud de nuestra justicia es igualmente condenable con respecto de los


derechos individuales. Recordamos dos o tres plazos instruidos por nuestras leyes
destinados a garantizar los derechos del hombre en nuestro sistema jurídico.

La obligación del Juez de instrucción de rendir su decisión en el plazo de 90 días


contados a partir del momento de haber sido apoderado del expediente; la obligación de
la policía nacional del ministerio público de no retener por más de 48 horas a ningún
ciudadano para investigarlo por la comisión de un hecho sin que, vencido ese plazo,
proceda a someterlo a la acción jurisdiccional correspondiente.

El objetivo que debemos asignarnos es del de encontrar un ritmo judicial que sea
un punto medio entre una lentitud excesiva y una rapidez excesiva.-

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6. LA SITUACIÓN ESPECÍFICA EN LA
MATERIA CIVIL
El derecho civil, para su aplicación, descansa sobre las reglas del Procedimiento
Civil, el cual, no es más que el conjunto de formalidades mediante las cuales una
dificultad de orden jurídico se somete al tribunal.

De manera que tenemos que su importancia radica en que el mismo permite a los
litigantes el control de las situaciones que se puedan presentar ante los tribunales, por lo
que las partes pueden acudir a los órganos jurisdiccionales para resolver sus diferencias
y evitar que cada uno trate de hacerse justicia por sí mismo.

Como es sabido, los rasgos propios y determinantes de las reglas del


Procedimiento Civil consisten en que por una parte, estas tienen un carácter subjetivo,
dominado por el principio dispositivo, lo que significa que las partes tienen la iniciativa,
impulsan el proceso, y tratan de culminarlo con la obtención de una sentencia, para
luego proceder a su ejecución y que por otra parte, las mismas tienen un carácter
formalista, lo cual emerge como un medio de protección para los litigantes.

Pero el hecho de que sean las partes quienes impulsan el proceso conlleva que
durante el conocimiento del mismo existan múltiples factores inherentes a las partes que
influyan en el retraso de los procesos judiciales, como lo constituye las solicitudes
reiteradas de prórrogas de medidas ya ordenadas, con el consentimiento de ambas partes
o el hecho de las partes solicitar plazos consecutivos y extremadamente amplios para
depositar escritos ampliatorios de conclusiones, réplica y contrarréplica.

Pero además, después del proceso encontrarse en estado de recibir fallo


definitivo nos encontramos con una serie de situaciones inherentes al juez que influyen
en la demora o la cantidad más que la calidad, es decir, que a veces tomamos casos más
sencillos para contar con un mayor número de casos fallados al momento de realizar el
informe estadístico, lo que provoca que los casos ameriten un estudio más profundo se
vayan acumulando y tardando considerablemente en tiempo.

Por otra parte, a veces tenemos que existe una falta de criterio definido para
escoger los casos a fallar, ya que a veces fallamos por solicitud de los abogados, lo que
provoca la acumulación y el retardo de los casos no solicitados.

También a veces, la falta de administración del tiempo, como lo es el hecho de


recibir al público sin horario específico y el no contar con personal capacitado pueden
también influir en el retraso de los procesos.

Todo cuanto acabamos de expresar debe llevarnos a reflexionar sobre que, si


bien es cierto que el formalismo de nuestras leyes procesales influye notablemente en la
lentitud y retraso de los procesos, no es menos cierto que, existen situaciones que
podemos manejar a fin de que podamos lograr un administración de justicia pronta y
eficaz.

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BIBLIOGRAFÍA

• Código de Procedimiento Civil Dominicano

• Coulon Jean-Marie, Fison-Roche, Marie-Anne. Le Temps dans la Procédure.


Editions Dalloz, Paris, France. 1996.

• Información Básica del Poder Judicial Dominicano. Suprema Corte de Justicia.


Editora Corripio, enero 2001.

• Rivera-Cira, Tirza. El Sector Justicia y la Reforma Judicial en la República


Dominicana. Edit. Amigo del Hogar, Santo Domingo, Rep. Dominicana. Marzo,
2000.

©”Compilación, selección y disposición, 2002”


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