Brasil se encontraba en transcurso de cambio, donde su sociedad debía comprender el
contexto histórico en el que se encontraban sumergidos. Los brasileños carecían de educación, cultura, conciencia, autonomía y de democracia genuina, pues las grandes elites se encargaron de oprimir al pueblo, negándoles todas las posibilidades de poder trascender, pues sabían que un pueblo educado no permitiría tal opresión. Cuando la población se da cuenta de que no todo está perdido como se creía, nace una consciencia crítica, de querer transformar sus vidas, alterando así, el orden anacrónico en el que se ha movido durante años, exigiéndoles cada vez la superación definitiva del acomodamiento, donde solo unas pocas personas tenían completo control sobre toda una nación. Cuando el hombre comprende la diferencia entre ‘’vivir’’ y ‘’existir’’ se da cuenta de su temporalidad, de la importancia de su participación para conseguir una democracia autónoma, permitiendo que el pueblo pueda tener la opción de contribuir al encaminamiento de su propio país y no solo está en manos de un grupo minoritario que no busca más que su propio beneficio. Es así como la sociedad entiende que no es buena idea estar libre de responsabilidades, ya que esto no significa que cubra sus necesidades, el hombre cree que es libre, pero esta libertad les agobiaba a la hora de la toma de decisiones, porque eran conscientes de que su pobre educación no les había servido para prepararse como individuo frente a una sociedad. Estas grandes elites permitieron que la sociedad brasileña abriera los ojos, que entendiera la magnitud de la problemática que los abarcaba, eran considerados revolucionarios porque de algún modo trastornaba el orden social pero, cuyo fin realmente consistía en concienciar a las masas oprimidas a través del dialogo, de la toma de decisiones sobre su país, ya fuera a grande o pequeña escala, pensando siempre que esto afecta intereses individuales o colectivos. La transformación socio-política se da solo por medio de una educación critica basada en la praxis, en el dialogo, dándole las herramientas para que el hombre sea autor de su propia historia y cultura dejando de ser un alineado más.