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Teoría y práctica: En lugar de seguir la distinción clásica entre teoría y práctica, Althusser
subsumirá la teoría al conjunto de las prácticas rescatando su especificidad: la teoría es una
práctica teórica. Althusser subsanará el foso que escinde teoría y práctica.
El objeto de la teoría ha de ser riguroso, sin lo cual no es posible hablar de práctica teórica.
La investigación teórica depende de ciertas “exigencias elementales” (p. 223). Las soluciones
teóricas nos brindan como resultado precisiones teóricas, es decir, conocimientos (p. 223).
Una definición es un enunciado teórico, y como tal “no existe más que por [el conjunto de]
los contenidos concretos que ella permite [o debiese permitir] pensar” (p. 224). Así, la
definición de la dialéctica marxista permite pensar dos contenidos concretos, específicamente
dos prácticas: la práctica teórica y la práctica política del marxismo (p. 224). “Quedaría por
verificar, para justificar su alcance general, si esta definición de la dialéctica sobrepasa el
dominio a propósito del cua ha sido enunciada, y puede, así, pretender tener una universalidad
teóricamente moderada -- quedaría someterla a la prueba de otros contenidos concretos, de
otras prácticas: por ejemplo, a la prueba de la práctica teórica de las ciencias de la naturaleza,
a la prueba de las prácticas teóricas todavía problemáticas en las ciencias (epistemología,
historia de las ciencias, de las ideologías, de la filosofía, etc...) para asegurar su alcance y,
eventualmente, si se debe, rectificar la formulación; en resumen, para ver si se ha aprehendido
bien en lo ‘particular’ que hemos examinado, lo universal mismo que constituye este
‘particular’” (p. 224). “Esto podría, o debería ser, la ocasión para nuevas investigaciones” (p.
224).
Problema teórico: “Decir que es un problema teórico implica que su solución [o superación]
teórica debe darnos [dentro de los límites propios de la teoría en cuestión y mediante su
práctica teórica específica] un conocimiento nuevo, orgánicamente enlazado a otros
conocimientos de la teoría marxista. Decir que es un problema teórico implica que no se trata
de una simple dificultad imaginaria [personal, subjetiva], sino de una dificultad [hallada en
los desarrollos de la práctica teórica y señalada y verificada por y en ella como] realmente
existente planteada [o enunciada] bajo la forma de problema, es decir, bajo una forma
sometida a condiciones imperativas [vinculantes, obligatorias, sine qua non]: definición del
campo de conocimientos (teóricos) en el cual se plantea (sitúa) el problema; del lugar exacto
de su posición [planteamiento]; de los conceptos requeridos [necesarios] para plantearlo” (p.
165). “Solo la posición [el planteamiento], el examen y la resolución del problema, es decir,
la práctica teórica en la cual nos inscribiremos podrán suministrar la prueba de que sus
condiciones son respetadas” (p. 165). Enunciar teóricamente una solución a un problema real,
el enunciado teórico de dicha solución, “exige un trabajo teórico real que no solo elabore el
concepto específico, o conocimiento, de esta resolución práctica -- sino que también destruya
realmente, por medio de una crítica radical (hasta su raíz teórica) las confusiones, ilusiones o
aproximaciones ideológicas que puedan existir. Este simple ‘enunciado’ teórico implica, pues,
en un solo movimiento, la producción de un conocimiento y la crítica de una ilusión” (p.
166).
Práctica social: La práctica social es “la unidad compleja de prácticas existentes en una
sociedad [humanda] determinada” (p. 167). Está orgánicamente estructurada por una
multiplicidad de prácticas realmente diferentes entre sí que se desarrollan en su seno. Entre
los niveles esenciales que componen la práctica social, la práctica que opera como “la
determinación en última instancia” de la práctica social es aquella que transforma la
naturaleza en productos destinados a la usuariedad: la práctica productiva o, a fin de cuentas,
la producción. Otras formas específicas de la práctica que constituyen niveles esenciales de la
práctica social, aparte de la práctica productiva, son la práctica política, la práctica ideológica
y la práctica teórica. También hay prácticas empíricas y técnicas.
La práctica política: “la práctica política, que, en los partidos marxistas, deja de ser
espontánea [no es oportunista, deja de depender de la espontaneidad de las masas, así como
de las prácticas teóricas existentes] y es más bien organizada sobre la base de la teoría
científica del materialismo histórico, y que transforma su materia prima: las relaciones
sociales, en un producto determinado (nuevas relaciones sociales)” (p. 168). Esto es lo que
Althusser llama “la práctica política marxista” (p. 169). La práctica marxista puede ser tanto
la práctica teórica de Marx como la práctica política de la lucha de clases (p. 183).
La práctica ideológica: “la ideología, ya sea religiosa, política, moral, jurídica o artística,
también transforma su objeto: la ‘conciencia’ de los hombres” (p. 168).
La práctica teórica: La práctica teórica es el trabajo científico sobre algo “dado” (una materia
prima bien definida) y su transformación (producción) en conocimiento mediante
instrumentos y métodos. La práctica teórica está compuesta por la práctica teórica científica,
esto es, por la práctica teórica de una ciencia, y por la práctica teórica pre-científica o
ideológica, esto es, por “las formas de ‘conocimiento’ que constituyen la prehistoria de una
ciencia y sus ‘filosofías’” (p. 168). “La teoría es una práctica específica que se ejerce sobre un
objeto propio y da lugar [aboutit] a su producto propio: un conocimiento. Considerado en sí
mismo, todo trabajo teórico supone, pues, una materia prima dada, y ‘medios de producción’
[que son su condición misma de posibilidad] (los conceptos de la ‘teoría’ y su modo de
empleo: el método). La materia prima tratada por el trabajo teórico puede ser bien
‘ideológica’, si se trata de una ciencia naciente; puede ser, si se trata de una ciencia ya
constituida y desarrollada, una materia ya elaborada teóricamente, conceptos científicos ya
formados” (p. 175).
Práctica teórica pura: “no existe práctica teórica pura, ciencia totalmente desnuda, que
estuviera por siempre en su historia como ciencia resguardada por no sé cuál gracia de las
amenazas y violaciones del idealismo, es decir de las ideologías que la sitian: sabemos que no
existe ciencia ‘pura’ más que a condición de purificarla sin cesar, [que no existe] ciencia libre
en la necesidad de su historia más que a condición de liberarla sin cesar de la ideología que la
ocupa, la persigue o la acecha. Esta purificación, esta liberación, no se obtiene más que al
precio de una incesante lucha contra la ideología misma, es decir, contra el idealismo, lucha
que la Teoría (el materialismo dialéctico) puede esclarecer en cuanto a sus razones y objetivo,
y guiar como ningún otro método en el mundo” (p. 171).
Materia prima de la práctica teórica científica: La materia prima sobre la cual trabaja la
práctica teórica, esto es, aquello que mediante su actividad transforma en otra cosa, son
representaciones, conceptos, hechos. Ahora bien, esta materia prima (representaciones,
conceptos, hechos) es dada por prácticas diferentes de la práctica teórica: prácticas empíricas,
técnicas e ideológicas. El empleo de conceptos generales es una condición previa
indispensable para la práctica teórica de la ciencia, es incluso su materia prima teórica,
aquello sobre lo cual se efectúa el trabajo de la ciencia transformándolo en conceptos
específicos concretos, es decir, en conocimientos. El ejemplo que toma Althusser para decir
esto es la Introducción de 1859 de Marx, y es similar al ejemplo de Freud que cita
Rheinberger. “Contrariamente a la ilusión ideológica (no ‘ingenua’ ni mera ‘aberración’, sino
necesaria y fundada como ideología) del empirismo o del sensualismo, una ciencia no trabaja
jamás sobre un existente, que tendría por esencia la inmediatez y la singularidad puras (las
‘sensaciones’ o los ‘individuos’). Ella trabaja siempre sobre lo ‘general’, incluso cuando tiene
la forma de un ‘hecho’. Cuando se constituye una ciencia, por ejemplo, la física con Galileo,
o la ciencia de la evolución de las formaciones sociales (materialismo histórico) con Marx,
ella trabaja siempre sobre conceptos existentes, ‘Vorstellungen’ [‘representaciones’], es decir
una Generalidad I, de naturaleza ideológica, preliminar [previa]. Ella no ‘trabaja’ sobre un
puro ‘dato’ objetivo, que serían los ‘hechos’ puros y absolutos. Su trabajo propio consiste, al
contrario, en elaborar sus propios hechos científicos, a través de una crítica de los ‘hechos’
ideológicos elaborados por la práctica ideológica anterior [previa]. Elaborar sus propios
‘hechos’ específicos es, al mismo tiempo, elaborar su propia ‘teoría’, puesto que el hecho
científico (y no el denominado fenómeno puro) no es identificable más que en el campo de
una práctica teórica. Cuando una ciencia, ya constituida, se desarrolla, entonces trabaja sobre
una materia prima (Generalidad I) constituida ya sea de conceptos aun ideológicos, ya sea de
‘hechos’ científicos, ya sea de conceptos ya elaborados científicamente pero pertenecientes a
un estadio anterior de la ciencia (una ex-Generalidad III). Es, pues, transformando esta
Generalidad I en Generalidad III (conocimiento) que la ciencia trabaja y produce” (p. 187).
“La Generalidad I, por ejemplo el concepto de ‘fruta’, no es el producto de una ‘operación de
abstracción’ efectuada por un ‘sujeto’ (la conciencia, o incluso aquel sujeto mítico: ‘la
práctica’), -- sino el resultado de un proceso complejo de elaboración en el que entran siempre
en juego muchas prácticas concretas distintas de niveles diferentes, empíricos, técnicos e
ideológicos. (El concepto de fruta, para volver sobre este ejemplo rudimentario, es él mismo
el producto de distintas prácticas, alimentarias, agrícolas, incluso mágicas, religiosas e
ideológicas, -- en sus orígenes). Mientras el conocimiento no haya roto con la ideología, toda
Generalidad I está, pues, profundamente marcada por la ideología, que es una de las prácticas
fundamentales, esenciales a la existencia del todo social” (pp. 194-195).
Dialéctica concreta de la práctica teórica: “la práctica teórica produce Generalidades III
mediante el trabajo de la Generalidad II sobre la Generalidad I” (p. 188). “la unidad de lo que
llamo ‘teoría’ rara vez existe bajo la forma reflexiva de un sistema teórico unificado. Ella no
solo comprende, al menos en las ciencias experimentales, conceptos en su existencia
puramente teórica, sino igualmente todo el campo de la técnica en el cual son investidos gran
parte de los conceptos teóricos. La parte propia y explícitamente teórica no está ella misma
más que muy rara vez unificada bajo una forma no contradictoria. Muy a menudo está hecha
de regiones localmente unificadas en teorías regionales que coexisten en un todo complejo y
contradictorio, poseyendo una unidad teóricamente no reflexiva. Es esta unidad
extremadamente compleja y contradictoria la que opera, cada vez según un modo específico,
en el trabajo de produccion teórica de cada ciencia. Es ella [esta unidad extremadamente
compleja y contradictoria], por ejemplo en las ciencias experimentales, la que constituye los
‘fenómenos’ en ‘hechos’, la que plantea bajo la forma de problema una dificultad existente, la
que ‘resuelve’ este problema, por la puesta en marcha de dispositivos teórico-técnicos que son
el cuerpo real de lo que una tradición idealista llama ‘hipótesis’, etc., etc.” (p. 188). “Entre la
Generalidad I y la Generalidad III no hay nunca una identidad de esencia, sino siempre una
transformación real, ya sea por transformación de una generalidad ideológica en una
generalidad científica (mutación que se refleja bajo la forma que Bachelard, por ejemplo,
llama ‘corte epistemológico’); ya sea por la producción de una nueva generalidad científica
que rechaza la antigua ‘englobándola’ completamente, es decir, define su ‘relatividad’ y sus
límites (subordinados) de validez” (p. 189). “El trabajo que hace pasar de la Generalidad I a la
Generalidad III, es decir, haciendo abstracción de las diferencias esenciales que distinguen la
Generalidad I de la Generalidad III, de lo ‘abstracto’ a lo ‘concreto’, no concierne más que al
proceso de la práctica teórica, es decir, ocurre enteramente ‘en el conocimiento’” (p. 189).
Producir lo concreto en el pensamiento partiendo por lo abstracto. La teoría, la ciencia, no es
en ningún caso algo “abstracto” que se contrapondría a la realidad “concreta” a partir de la
cual la práctica teórica produce conocimientos, es decir, abstracciones. Esta no es sino una
ilusión ideológico, idealista. Lo que ocurre es que se trata de “dos concretos diferentes: lo
concreto-de-pensamiento que es un conocimiento, y lo concreto-realidad que es su objeto. El
proceso que produce lo concreto-conocimiento ocurre enteramente en la práctica teórica: él
[este proceso] concierne evidentemente a lo concreto-real, pero este concreto-real ‘subsiste
tanto antes como después en su independencia, exterior al pensamiento’ (Marx), sin que
jamás pueda confundirse con ese otro ‘concreto’ que es su conocimiento. Que lo
concreto-de-pensamiento (Generalidad III) considerado sea el conocimiento de su objeto
(concreto-real) es un hecho ‘difícil’ de comprender solo para la ideología, que transforma esta
realidad en un supuesto ‘problema’ (el Problema del Conocimiento), que piensa, pues, como
problemático lo que es justamente producido, como solución no problemática de un problema
real, por la práctica científica misma: la no problematicidad de la relación entre un objeto y su
conocimiento. Es, pues, esencial no confundir la distinción real de lo abstracto (Generalidad I)
y de lo concreto (Generalidad III) que concierne únicamente a la práctica teórica, con esa otra
distinción, la ideológica, que opone la abstracción (que constituye la esencia del pensamiento,
ciencia, teoría) a lo concreto (que constituye la esencia de lo real)” (p. 189). Esta ideología
“niega la realidad de la práctica científica [que produce conocimientos verdaderos], la validez
de sus abstracciones, y finalmente la realidad de ese ‘concreto’ teórico que es un
conocimiento” (p. 190) El mismo Althusser había caído en esta ilusión ideológica en su
artículo sobre el joven Marx, cuando empleaba ciertas nociones ideológicas como cierto
“retorno hacia atrás”, a la búsqueda de un cierto original, real, concreto, deformado por la
ideología y previo a ella. Este esfuerzo bordeaba el positivismo (p. 191). “en el seno mismo
del proceso de conocimiento, la generalidad ‘abstracta’ por la cual el proceso [el trabajo de
producción de un conocimiento científico] comienza [que la práctica teórica va a transformar
en un conocimient, en la Generalidad III], y la generalidad ‘concreta’ por la cual termina, la
Generalidad I y la Generalidad III, no son, en su esencia, la misma generalidad” (p. 191).
“Ahora bien, en la dialéctica de la práctica, la generalidad abstracta del comienzo
(Generalidad I), es decir, la generalidad trabajada [elaborada], no es la misma que la
generalidad que trabaja (Generalidad II) y con mayor razón que la generalidad especificada
[determinada] (Generalidad III), producto de este trabajo: un conocimiento (lo
‘concreto-teórico’). [...] la Generalidad II es la ‘teoría’ de la ciencia considerada, y como tal,
el resultado de todo un proceso (historia de la ciencia desde su fundación), que es un proceso
de transformaciones reales en el sentido fuerte del término, es decir un proceso que no tiene la
forma de un simple desarrollo [...], sino la forma de mutaciones y reestructuraciones que
provocan discontinuidades cualitativas reales [cortes epistemológicos]. Cuando la
Generalidad II trabaja sobre la Generalidad I, ella no trabaja, pues, nunca sobre ella misma, ni
en el momento de la fundación de la ciencia, ni en lo que sigue de su historia. Es por esto que
la Generalidad I siempre sale realmente transformada de este trabajo. Si todavía le queda la
‘forma’ general de generalidad, esta forma no nos dice nada sobre ella: puesto que ella ha
devenido completamente una generalidad diferente -- no ya una generalidad aún ideológica,
ni una generalidad perteneciente a un estadio superado de la ciencia, sino una generalidad
científica especificada cualitativamente nueva, en todos los casos” (p. 192). “Esta realidad de
la práctica teórica [del trabajo científico], esta dialéctica concreta de la práctica teórica, a
saber: la discontinuidad cualitativa que interviene o aparece entre las diferentes Generalidades
(I, II, III) en la continuidad misma del proceso de producción de conocimientos [...]” (p. 192).
“las diferencias y transformaciones cualitativas reales, las discontinuidades esenciales que
constituyen el proceso mismo de la práctica teórica” (p. 193). “reconocer que la práctica
científica parte de lo abstracto para producir un conocimiento (concreto) es también reconocer
que la Generalidad I [trabajada], materia prima de la práctica teórica, es cualitativamente
diferente de la Generalidad II [la “teoría”] que [primando sobre la Generalidad I] la
transforma [que trabaja] en ‘concreto-de-pensamiento’, es decir, en conocimiento
(Generalidad III).
Teoría: ¿Cuál es el fundamento de la teoría? ¿Por qué es necesaria la teoría? Una teoría se
compone de conocimientos. “llamaremos teoría toda práctica teórica de carácter científico.
Llamaremos ‘teoría’ (entre comillas) el sistema teórico determinado de una ciencia real (sus
conceptos fundamentales en su unidad más o menos contradictoria en un momento dado), por
ejemplo: la teoría de la atracción universal, la mecánica ondulatoria, etc... o incluso la ‘teoría’
del materialismo dialéctico. En su ‘teoría’ toda ciencia determinada refleja en [reflexiona
mediante] la unidad compleja de sus conceptos (unidad, por lo demás, siempre más o menos
problemática) los resultados, convertidos en condiciones y medios, de su propia práctica
teórica. Llamaremos Teoría (con mayúscula) la teoría general, es decir la Teoría de la práctica
en general, ella misma elaborada a partir de la Teoría de las prácticas teóricas existencias (de
las ciencias) que transforman en ‘conocimientos’ (verdades científicas) el producto ideológico
de las prácticas ‘empíricas’ (la actividad concreta de los hombres) existentes. Esta Teoría es la
dialéctica materialista, que no es más que una con el materialismo dialéctico” (p. 169). “Pero
la Teoría es esencial igualmente a la transformación de los dominios donde aún no existe
verdaderamente práctica teórica marxista. La cuestión, en la mayoría de estos dominios, no
está ‘resuelta” como sí lo está en El Capital. La práctica teórica marxista de la epistemología,
de la historia de las ciencias, de la historia de las ideologías, de la historia de la filosofía, de la
historia del arte, está en gran parte por constituirse. No es que no hayan marxistas que
trabajen en estos dominios ni que no hayan adquirido una gran experiencia real, pero no
tienen tras ellos el equivalente de El Capital o de la práctica revolucionaria de los marxistas
desde hace un siglo. Su práctica se halla en gran parte ante ellos por elaborar, sino por fundar,
es decir por asentar sobre bases teóricamente justas, a fin que ella corresponda a un objeto
real, y no a un objeto presunto [supuesto] o ideológico, y sea verdaderamente una práctica
teórica y no una práctica técnica. Es con este fin que tienen necesidad de la Teoría, es decir de
la dialéctica materialista, como el único método que puede anticipar su práctica teórica
diseñando [trazando, dibujando] sus condiciones formales. En este caso, utilizar la Teoría no
equivale a aplicar las fórmulas (aquellas del materialismo, de la dialéctica) a un contenido
preexistente. Lenin mismo reprochaba a Engels y Plékhanov el haber aplicado
[dogmáticamente] la dialéctica desde fuera a los ‘ejemplos’ de las ciencias de la naturaleza.
La aplicación exterior [i.e., dogmática] de un concepto no es jamás el equivalente de una
práctica teórica. Esta aplicación no cambia en nada la verdad recibida desde fuera, salvo su
nombre, bautizo incapaz de producir ninguna tranformación real en las verdades que la
reciben. La aplicación de las ‘leyes’ de la dialéctica a tal resultado de la Física, por ejemplo,
no es una práctica teórica si esta aplicación no cambia un ápice la estructura y el desarrollo de
la práctica teórica en Física: mucho peor, ella puede mudar en traba [obstáculo, dificultad,
obstrucción] ideológica” (pp. 170-171). “La única Teoría capaz de abordar, de plantear la
cuestión preliminar de los títulos [la validez] de estas disciplinas, de criticar la ideología en
todos sus disfraces, incluyendo las prácticas técnicas disfrazadas de ciencias, es la Teoría de
la práctica teórica (en su distinción de la práctica ideológica): la dialéctica materialista, o
materialismo dialéctico, la concepción de la dialéctica marxista en su especificidad” (pp.
172-173). “se trata de defender una ciencia realmente existente contra la ideología que la
asedia; de discernir lo que es verdaderamente científico y lo que es verdaderamente
ideológico, sin tomar [...] un elemento realmente científico por uno de la ideología [y al revés]
[...]; se trata también (lo que es políticamente muy importante) de criticar las pretensiones de
las prácticas técnicas dominantes, y de fundar las verdaderas prácticas teóricas de las que en
nuestro tiempo el socialismo y el comunismo tienen necesidad, y cada vez tendrán más
necesidad; [...] todas estas tareas requieren la intervención de la dialéctica marxista” (p. 173).
“El conocimiento del proceso de esta práctica teórica, en su generalidad, es decir, como forma
específica, [como] diferencia real de la práctica, ella misma forma específica del proceso de
transformación general, del ‘devenir de las cosas’, constituye una primera elaboración teórica
de la Teoría, es decir, de la dialéctica materialista” (p. 175). “Ahora bien, una práctica teórica
real (productora de conocimientos) muy bien puede llevar a cabo su trabajo de teoría sin
experimentar necesariamente la necesidad de hacer la Teoría de su propia práctica, de su
proceso. Es el caso de la mayoría de las ciencias: evidentemente ellas tienen una ‘teoría’ (el
cuerpo de sus conceptos), pero ésta no es una Teoría de su práctica teórica. El momento de la
Teoría de la práctica teórica, es decir, el momento en que una ‘teoría’ experimenta la
necesidad de la Teoría de su propia práctica, -- el momento de la Teoría del método en
sentido general, viene siempre después [après coup], para ayudar a superar las dificultades
prácticas o ‘teóricas’, a resolver los problemas irresolubles mediante el juego de la práctica
inmersa en sus obras, y por tanto teóricamente ciega, o para hacer frente a una crisis aún más
profunda. Pero la ciencia puede hacer su trabajo, es decir, producir conocimientos, durante
largo tiempo, sin experimentar la necesidad de hacer la Teoría de lo que ella hace, la teoría de
su práctica, de su ‘método’” (p. 176). Una práctica teórica puede existir, subsistir,
desarrollarse, incluso progresar sin necesidad de la Teoría de su práctica teórica, “hasta el
momento en que su objeto [...] le opondrá una resistencia suficiente para obligarla a colmar
esta brecha, a interrogar y pensar su propio método a fin de producir las soluciones adecuadas,
los medios para producirlas, y en particular a fin de producir en la ‘teoría’ que es su
fundamento [...] los nuevos conocimientos correspondientes al contenido del nuevo ‘estadio’
de su desarrollo” (p. 178).
Prácticas técnicas: “La práctica teórica produce conocimientos, que pueden luego figurar
como medios al servicio de los objetivos de una práctica técnica. Toda práctica técnica se
define por sus objetivos: tales efectos definidos a producir en tal objeto o en tal situación. Los
medios dependen de los objetivos. Toda práctica técnica utiliza entre sus medios
conocimientos, que intervienen como procedimientos: ya sea conocimientos tomados
prestados desde fuera a las ciencias existentes, ya sea ‘conocimientos’ que la misma práctica
técnica produce para llevar a cabo su fin. En cualquier caso la relación entre la técnica y el
conocimiento es una relación exterior, irreflexiva [el conocimiento es tan solo un medio
necesario para alcanzar el fin que le es asignado realizar a la práctica técnica y, por tanto, solo
un “subproducto” de la actividad técnica subyugado a fines técnicos, prisionero de las
“realidades” que se le imponen como fin técnico], radicalmente diferente de la relación
interior, reflexiva, existente entre una ciencia y sus conocimientos” (p. 172).
Sobredeterminación: Althusser no acuña este concepto, sino que lo toma prestado o, más
bien, lo importa de dos disciplinas distintas: la lingüística y el psicoanálisis (p. 212).
Combate ideológico: La lucha de Engels contra Dühring es catalogada por Althusser como un
“combate ideológico” o una “lucha ideológica” (p. 204), una lucha al nivel de la ideología. La
práctica ideológica es la lucha ideológica. Como tal, ella no transforma su objeto produciendo
verdaderos resultados científicos (conocimientos nuevos), puesto que no es una verdadera
práctica teórica, orgánicamente constituida y desarrollada durante largo tiempo. La práctica
teórica produce conocimientos. La práctica política marxista produce revoluciones.
Científico: Un científico es “quien se aplica a constituir o a desarrollar una ciencia” (p. 204).