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DISCURSIVIDAD

(Definición corta): dimensión de las prácticas sociales referida a las


prácticas discursivas tanto como a los discursos producidas por ellas.
(Explicación ampliada): Los discursos están constituidos por un conjunto de
secuencias de signos que al ser enunciados tienen modalidades de existencia
particulares (Foucault, Arqueología del saber). Las prácticas discursivas, en
tanto formas de producir discursos, toman cuerpo en el conjunto conformado
por las técnicas, las instituciones, los esquemas de comportamiento (hábitos y
sentido práctico), las formas de transmisión y difusión y las formas
pedagógicas que a través de las cuales se aprenden y mediante las cuales se
mantienen.
Las prácticas discursivas, como por ejemplo, la práctica de narrar o narrarse
mediante artefactos y a través del arte, están mayor o menormente
determinadas por diversas formas de control del discurso que se movilizan
tanto a través de los mismos discursos o a través de lo no-discursivo. Con
Foucault (El orden del discurso), se pueden diferenciar al menos tres formas de
control discursivo: en primer lugar, los procedimientos de exclusión refieren de
un lado a regulaciones sobre lo que se puede hablar, sobre las circunstancias
en las que se puede hablar y sobre quién puede hablar, y de otro lado a lo que
se considera como legítimo o verdadero al interior de un campo particular (del
saber, artístico, cultural, educativo).
En segundo lugar, los procedimientos de control interno del discurso los cuales
implican las interacciones entre tipos de discursos y entre discursos diferentes
de un mismo tipo. A este respecto, por ejemplo, cabe indagar sobre las formas
en las que los discursos pedagógicos (política educativa, macrocurrículo,
microcurrículo) limitan o posibilitan la emergencia de discursos de índole
artística que se muevan en la lógica del cuidado o inquietud de sí o el ejercicio
de los derechos culturales; y también sobre la forma en que estos afectan o no
a aquellos.
En tercer lugar, los procedimientos de enrarecimiento relativas a las formas
como se determina la apropiación social del discurso mediante limitaciones a
los intercambios y la comunicación de los mismo.

EXPERIENCIA
(Definición corta): Acción humana intencionada mediante la cual el sujeto
transforma el mundo y a la vez es transformado por efecto de lo que hace.
(Explicación ampliada): En una experiencia la intención se crea en virtud del
vínculo de sentido que hay entre la acción y aquello que el sujeto vive como
importante o significativo.
En este último sentido, la experiencia es una acción situada frente a un
problema, un reto o algo nuevo articulado con sus necesidades y que plantea
un desafío o una provocación o que convoca al agente y demanda de él el
despliegue de sus capacidades (Cfr. Rico Bovio, Las fronteras del cuerpo). En
este sentido, también, las experiencias están siempre articuladas con el
territorio habitado por el agente de la experiencia: son mayor o menormente
impulsadas por los nexos de sentido que el agente tiende entre lo que vive,
donde vive y cómo vive y la acción transformadora del mundo y transformante
de sí que se constituye en experiencia, (Dewey, Educación y democracia;
Freire, Pedagogía del oprimido; Boal, Teatro del oprimido; SED,
Orientaciones…).
“Lo nuevo es aquello con lo que se puede hacer experiencia”, Agamben
(Infancia e historia). Las experiencias son vivencias que pueden resignificarlo
tanto el lenguaje como la realidad. Pueden dar lugar o partir de
acontecimientos que revistan el carácter del acontecimiento deleuziano:
(evento irreducible o incomprensible en los términos de los lenguajes que
hablamos en un determinado punto de nuestra existencia y que demanda para
nosotros la creación de nuevos lenguajes o conceptos para poder habérnolas
con él (Deleuze, Lógica del sentido), un evento que redimensiona con ello la
existencia).
Las experiencias son posibles en cualquier esfera de la vida humana, tanto
como específicamente en el marco de la formación artística. La formación
artística comprende los saberes, conocimientos y prácticas que desarrollan el
pensamiento creativo, la expresión simbólica, la experiencia estética, la
sensibilidad y la imaginación creadora. En este marco, la experiencia es una
acción que conjuga estos elementos en su propia dinámica de transformación:
demanda de la sensibilidad para establecer nexos de sentido entre la acción y
la vida y el territorio del agente, las capacidades de crear y de expresarse para
actuar sobre el mundo y sobre aquella parte suya que provoca o convoca al
agente.
En dicho marco, las experiencias no son exclusivas de los educandos; también
los formadores pueden tener experiencias que reporten mayor o menormente
transformaciones que se derivan de sus acciones educadoras.
Igualmente, las experiencias ocurridas en los programas de formación pueden
tener el carácter de transformaciones en órdenes diferentes al estrictamente
artístico, tales como el de la ciudadanía y la convivencia, en virtud de las
cuales el capital social de los agentes aumenta en términos del
empoderamiento ciudadano. Una familia puede verse afectada en el marco de
una experiencia estética provocada por una narración artística creada por un
hijo suyo; la creación de la narración como práctica artística que hace posible
una experiencia estética puede, en el ejemplo, tener repercusiones qué
interpretar desde diferentes ángulos dependiendo de la índole de la afectación
ocurrida.

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