Está en la página 1de 8

Mitología Azteca de Luis Guzmán-Roca

INTRODUCCION
En la meseta central mexicana, desde fines del siglo VII hasta mediado del siglo XII, se desarrolló la
civilización azteca, la unidad política más importante de toda Mesoamérica y una de las que más se
conoce de la América precolombina.

El imperio Azteca ocupaba la mayor parte del centro y sur del actual territorio mexicano, y abarcaba
los estados de Veracruz Puebla, en el centro; Hidalgo, México y Morelos, en el sur; y gran parte de
los estados de Guerrero y Oaxaca, así como la Costa de Chiapas hasta la frontera con Guatemala.

Los aztecas fueron un grupo nómada de origen nahuatl, que vencieron a otros pueblos de su mismo
origen, como los chichimecas, toltecas y tepanecas. Eran profundamente religiosos, con un concepto
mesiánico de sí mismos, ya que se creían los elegidos de los dioses. Profesaban una religión
politeísta y además de los dioses propios fueron incorporando los de los pueblos conquistados y
entrelazando las historias de sus mitos con los adoptados.

Establecidos en una geografía desfavorable, sin conocer la rueda, ni herramientas de metal, ni la


moneda, fueron capaces, en solo dos siglos, de aprovechar los elementos naturales de los que
disponían para construir un imperio organizado, imponentes centros ceremoniales, obras de
ingeniería; para manejar un intensivo comercio y organizar ejemplares mercados. Desarrollaron
amplios conocimientos astronómicos y de medicina.
Tenían una profunda espiritualidad e inculcaban a sus hijos altos valores éticos de nobleza, lealtad,
honestidad, respeto a la familia, a los ancianos y a la ley.

Practicaban sacrificios humanos de acuerdo con su concepción religiosa del mundo que daba una
perfecta explicación a sus ceremonias rituales.

HISTORIA
Ese ambiente geográfico vio nacer y desarrollarse numerosos pueblos y civilizaciones. Una de ellas
se estableció al norte de la actual capital en el primer siglo antes de nuestra era, y construyo una
inmensa ciudad: Teotihuacan, que significaba “el lugar donde los dioses nacieron”. Esta civilización,
la de los toltecas, vivió hasta el siglo octavo. Veneraban el Sol, la Luna y otros numerosos dioses,
como Quetzalcoatl, la serpiente con plumas, e influenciaron por su arte y su misticismo a todas las
poblaciones mesoamericanas. Después se derrumbó misteriosamente y dejo a las futuras
civilizaciones solo las ruinas de su magnífica ciudad.

La era de los toltecas fue un periodo de unidad cultural en la que los pueblos de la zona compartían
sus costumbres y adoraban a los mismos dioses. Los motivos de su desaparición no son claramente
conocidos, pero se cree que épocas de hambrunas, conflictos religiosos e invasión de pueblos
extraños pueden haber contribuido a su decadencia y destrucción.

Un grupo de chichimecas llegados del norte apareció en el valle de México. Se llamaban mexicas o
aztecas y fueron herederos de la tradición cultural de los toltecas, que habían sido el nexo entre la
cultura azteca y la maya. Según la leyenda, los aztecas vivían en Aztlan, una isla cuya ubicación no se
conoce con precisión, pero se cree que estaba situada al oeste de la actual nación mexicana.

Los aztecas buscaron su nueva tierra durante siglos, viajando como nómadas por todo lo que es
actualmente el norte de México. Mientras trabajaban, iban ganando tierras y experiencia militar,
realizaban alianzas matrimoniales provechosas y dejaban parte de su gente habitando los lugares
donde se asentaban. Según cuenta la leyenda, el dio Huitzilopochtli les había ordenado abandonar
Aztlan y fundar una gran civilización en una zona pantanosa donde vieran un águila devorando a una
serpiente sobre una roca en un nopal (cactus). Cuando llegaron a la cuenca del Texcoco a mediados
del siglo XII, los sacerdotes afirmaron haber visto todo eso, se establecieron y fundaron su capital,
Tenochtitlan, en 1325.

Trece años después de la fundación de Tenochtitlan, una fracción azteca se separó del grupo debido
a conflictos territoriales, y fundo Tlatelolco en una isla.

Los aztecas, durante este periodo de paz con sus vecinos consolidaron su sociedad, apoyándose
sobre sus principios religiosos fuertemente influenciados por los toltecas.

Se formo una alianza entre Tenochtitlan como heredero del señorío de Culhuacan, los aculhuas de
Texcoco, que seguían siendo los sucesores de Coatlinchan, y los tepanecas de Tlacopan, que
sustituían a los de Atzcapotzalco, y constituyeron el gobierno de la Triple Alianza. Dominaron todo el
territorio durante 100 años. Implementaron una política de explotación de los pueblos débiles, en la
que Tenochtitlan y Texcoco obtenian las dos terceras partes del botín de guerra cada una, y
Tlacopan se conformaba con el tercio restante. Como resultado lograron el dominio de todo el
territorio entre la costa del Océano Pacifico y la del Golfo de México.

En el año 1428, el rey Itzcoatl tomo el mando de los aztecas y neutralizo el poder de Texcoco y
Tlacopan, independizo la nación y comenzó a crear una verdadera civilización, sentando las bases del
Imperio Azteca. Sus reformas históricas consistieron en el incremento de las conquistas militares, en
el reglamento del culto mediante la construcción de una jerarquia religiosa. Ordeno y repartió
cargos en el gobierno civil y modernizo la ciudad, sustituyendo las viejas chozas de adobe y paja por
palacios y casas de piedra.

A la muerte del rey Izcoatl en 1440, lo sucedió Montezuma, cuyo gobierno se caracterizó por el
incremento del poder guerrero y por la conquista de numerosos territorios, entre los que se
destacaban Morelos y Guerrero. Además de un gran desarrollo cultural, se realizaron importantes
obras sanitarias en beneficio del pueblo, como un acueducto para traer agua potable a la ciudad y un
gran dique para evitar el desborde de los lagos en épocas de lluvias.

El sucesor de Moctezuma I fue su hijo Axayacatl (en 1469), quien continúo expandiendo la
dominación azteca hasta Veracruz, Chiapas y Guatemala.
En 1479 murió Axayacatl y tomo el poder Tizoc, quien construyo diferentes templos importantes
como el de Huitzilopochtli (dios de la guerra) y el de Tlaloc (dios de la lluvia). Lo sucedió su hermano
Ahuizotl, quien inauguró los templos que su antecesor había construido.

En 1503 asumió el mando Montezuma II, quien tuvo que contener la rebelión de varios pueblos
conquistados que no aceptaban la crueldad de los aztecas, y al mismo tiempo mantener el
abastecimiento de víctimas para sus sacrificios. La última Ceremonia del Fuego Nuevo se celebró en
1507, con más terror que en otras ocasiones, ya que en los años anteriores había habido malos
augurios, como terremotos e inundaciones, y llegaban noticias de extranjeros blancos que recorrían
la costa en embarcaciones extrañas. Cuando llegaron los españoles, el emperador Moctezuma les
dio una bienvenida pacífica y los instalo en los mejores palacios del imperio, desde donde les fue
muy sencillo tomar la ciudad. Se dice que Moctezuma confundió a Cortes con el dios Quetzalcoatl,
que había desaparecido y que según las profecías iba a regresar.

Moctezuma II fue tomado como rehen por Cortes en 1519 para asegurar la dominación del Imperio,
pero los aztecas eligieron a Cuauhtemoc, señor de Tlatelolco, quien preparo la defensa de
Tenochtitlan y dirigió la resistencia de la ciudad frente a los españoles, hasta que cayo en su poder el
13 de agosto 1521.
De la muerte de Moctezuma II hay dos versiones: según los españoles, murió apedreado por su
pueblo; según los aztecas, estrangulado por los conquistadores.

EL ESTADO
El estado azteca era teocrático, el emperador era considerado de origen divino y los sacerdotes eran
los responsables de la preparación de las ceremonias religiosas, de los juegos rituales y también
controlar el cumplimiento de las normas y de hacer justicia. Su organización era democrática y con
un fuerte sentido comunitario. Las leyes del Estado azteca eran muy severas y los castigos variaban
según el delito y el infractor.

Obedecían en todo al Gran Orador (el emperador azteca) porque era el representante en la Tierra
del dios Huitzilopochtli y el sacerdote principal del Gran Templo. El cargo del Gran Orador no era
hereditario, sino elegido por un Consejo de Sabios. Este consejo estaba integrado por 20
representantes de los clanes o tribus llamados calpullis que eran elegidos entre sus mejores
guerreros y más sabios sacerdotes. Según el protocolo nadie podía verlo, ni hablarle, ni escucharlo
directamente. Por eso existía el portavoz, que transmitía a los lacayos lo que su señor decía y lo que
estos le respondían.

El corazón del Imperio Mexica era el calpulli, cuya existencia fue anterior. El calpulli o tribu era un
grupo de familias o clanes que se formaba con personas de la misma profesión, de modo que
existían calpulli de sacerdotes, guerreros águila, guerreros ocelotes, carpinteros, alfareros, etc. Cada
calpulli era una unidad social que tenía su propia escuela, su propio templo y su forma de gobierno
autónoma, con su Orador o gobernante llamados Tlatoani. Cada familia perteneciente a un calpulli
recibía en usufructo una parte de las tierras comunales, que debían cultivar para no perderlas y los
individuos eran dueños de los productos que obtenían de ella.

Los conquistadores
El mesianismo azteca era sostenido por el gremio sacerdotal y por una formidable casta de
guerreros que permitieron a este pueblo ir dominando a muchos de sus vecinos.

Una vez conquistada la ciudad, por la razón o por la fuerza, se procedía a las negociaciones para fijar
los tributos. Los pueblos conquistados conservaban sus señores y leyes, sus idiomas, costumbres y
sus dioses, pero debían adoptar y venerar como dioses principales a los aztecas Huitzilopochtli y a su
madre Coatlicue, diosa de la Tierra. Los códices históricos de los pueblos vencidos eran quemados y
reemplazados por los aztecas, que se convirtieron en instrumentos de dominación.

La economía
La economía azteca era principalmente agrícola: cultivaban maíz y frijoles, calabaza, chile, camote,
tomate, maguey, tabaco, algodón.

Para transformar el lecho del lago Texcoco, en terreno cultivable utilizaron una técnica denominada
“chinampas”. Para prepararla, se marcaban con estacas franjas rectangulares, dejando entre ellas
estrechos canales por donde circulaban las canoas. Se hacía una base de troncos atados con sogas,
sobre la cual se colocaban capas de arena, tierra de siembra, vegetación acuática, procedente del
lago y barro del fondo, y se aseguraban en los bordes con plantaciones de sauces. En las fértiles
chinampas se cultivaban vegetales y flores, plantas medicinales y hierbas, con una productividad
muy alta.
También conocían las técnicas de la irrigación mediante diques y acequias, y utilizaban abonos
vegetales y animales. Combinaban la actividad agrícola con la caza y la pesca en el lago, y con la cría
de algunos animales domésticos, como pavos, patos y algunas razas de perro, para completar su
alimentación.

Practicaban el comercio de corta y larga distancia, mediante el trueque, y empleaban semillas de


cacao como cambio o para equiparar diferencias. El precio de las mercaderías variaba según la
cantidad existente.

En la época en la que los españoles comenzaron la conquista, el gran mercado de Tlatelolco atraía a
unas 30.000 personas diarias. Tenía una gran importancia económica y social, porque mientras
intercambiaban sus productos, se enteraban de las ultimas noticias y ampliaban su horizonte social e
intelectual. A el llegaban cada año miles de mantas de algodón, objetos de lujo y alimentos.

Al final del reinado de Moctezuma II, en 1520, existían 38 provincias que pagaban tributo al Imperio.

Sociedad
La sociedad azteca estaba dividida en tres clases sociales: nobles, plebeyos y esclavos, las que a su
vez se dividían en subgrupos.

En lo alto de la estructura social estaban los privilegiados, pipiltzin, que no tenían que pagar tributo y
acaparaban tierras y cargos. Esta clase estaba compuesta por los nobles de nacimiento, los
sacerdotes y los guerreros, que ganaban este derecho por su desempeño en batallas militares. Los
nobles desempeñaban los cargos de jueces, magistrados, caciques, recaudadores de tributos,
gobernadores de provincia, señores de los barrios.

La casta sacerdotal era la más culta y poderosa, cumplía funciones religiosas y era la encargada de
transmitir la sabiduría indígena (ciencias, calendario, escritura, mitología) a la juventud en las
escuelas que dirigía.

La guerra era muy importante en la vida de los aztecas: políticamente, tenía como fin la expansión y
dominación; económicamente, permitía la obtención de botines y tributos; y en lo religiosos,
permitía obtener prisioneros para ofrecer a los dioses en sacrificios.

La clase media azteca estaba formada por los comerciantes y los artesanos. Los comerciantes,
constituían un grupo particular, con cultos propios y espacios diferenciados de residencia. Servían al
gobierno como embajadores y espías. Precedían las expediciones y penetraban a los países extraños
para comerciar y traer informes sobre la población, riqueza, fuerza política y militar de aquellos
estados para planear la conquista.

Los artesanos especializados en actividades artísticas (pintores, escultores, cantores, músicos,


orfebres, lapidarios) se hacían acreedores de la admiración de la sociedad gracias a sus capacidades,
y pagaban los tributos con obras de su oficio. El grupo social más numeroso era el de los dedicados a
la agricultura y los oficios comunes. Trabajaban la tierra y se quedaba con el producto obtenido,
pero la tierra era propiedad comunitaria de los habitantes del calpulli.
El escalón más inferior en la sociedad azteca lo ocupaban los esclavos.

Existía la esclavitud voluntaria, que no era una condición de por vida ni hereditaria. Algunos pobres
se vendían a sí mismos o a sus hijos para poder sobrevivir, durante un periodo determinado, y podía
comprara su libertad cuando estaban en condiciones económicas de hacerlo. Estos esclavos podían
tener bienes y familia, y sus hijos nacían libres. Otros tipos de esclavos eran los prisioneros de guerra
y los que cometían algún delito.
Pertenecer a la comunidad implicaba seguridad y subsistencia. La sociedad existía para beneficio
común y cada uno de sus miembros debía contribuir a su conservación. Practicaban severos castigos
para todo tipo de delito:

 El robo se castigaba con la esclavitud


 El robo de maíz en crecimiento, de oro, plata o jade eran delitos que se castigaban con la
muerte
 Los rebeldes y traidores recibían pena de muerte
 Los secuestradores se vendían como esclavos
 La embriaguez se castigaba con la muerte a golpes
 La calumnia se castigaba con la cortadura de labios u oídos
 El incesto se castigaba con la horca

Aunque la ley azteca era brutal, desde la infancia el individuo era educado para seguir una conducta
social correcta; y como el sentimiento comunitario era muy fuerte, incluso en las grandes ciudades,
al no existir ambición económica, casi no había delitos.

La vida cotidiana
Todo el conocimiento de los aztecas estaba en los códices. Los códices son manuscritos pictóricos,
dibujados en tiras de piel de venado o sobre la corteza del árbol amate, en los cuales se
representaba el conocimiento por medio de imágenes, símbolos y jeroglíficos.

El códice Mendocino refleja las ideas aztecas sobre educación y psicología infantil.

Los hombres comunes aprendían a transportar el agua o la madera, ayudaban en los trabajos
agrícolas o se dedicaban al comercio, pescaban y aprendían a guiar una canoa bajo la dirección de su
padre. Las mujeres se ocupaban de la limpieza de la casa, aprendían los secretos de la cocina, a hilar
y a tejer.
Los varones aztecas estaban aptos para el matrimonio a los 20 años y las muchachas, a los 16. Los
padres decidían el matrimonio con el consentimiento de ambos jóvenes. Al casarse, los jóvenes
recibían del capulli una parcela de tierra para cultivo y, si su padre era muy anciano, tomaban
posesión de la suya para trabajarla.

La base de la sociedad azteca era la familia patriarcal y monogámica, aunque se permitía la


poligamia, debido a la cantidad de hombres que morían en guerra, pero la primera mujer tenía
prioridad sobre las otras y solo sus hijos tenían derecho a heredar. También se permitían las
concubinas y existía la prostitución.
La lengua oficial de los aztecas era el nahuatl, y algunos grupos hablaban la lengua de los toltecas y
de los chichimecas.

Tenochtitlan, la ciudad grandiosa


Según la mitología azteca, Huitzilopochtli, el dios del sol, fue quien mostro a su pueblo un lugar
donde debían asentarse y construir su gran capital Tenochtitlan. La primera página del códice
Mendocino ubica la fundación de Tenochtitlan en el año 1325. Su nombre significaba en idioma
nahuatl “cercana a las aguas” y existe dos versiones sobre su origen: una dice que proviene de
Tenoch, un caudillo religioso azteca que guio al pueblo en la parte final de su viaje; la otra versión se
basa en el hecho de encontrarse un águila devorando a una serpiente sobre una nopalera.

Tenochtitlan estaba ubicada sobre una isla del lago Texcoco en la cuenca de México. Era una zona
limitada por cadena de altas montañas. Entre los 2.270 y los 2.750 metros sobre el nivel del mar, las
tierras fértiles favorecían el desarrollo de bosques y la practica agrícola extensiva. El agua del lago no
era potable, motivo por el cual los aztecas se vieron obligados a construir botes y lanchas, y
acueductos para traer agua dulce desde el bosque de Chapultepec. Debido a la gran cantidad de
habitantes y a la poca tierra habitable y cultivable, lograron aprovechar el terreno de las islas del
lago Texcoco por medio de chinampas.

Con el paso del tiempo, los cultivos de las chinampas extendían sus raíces, y por la poca profundidad
del lago, iban afirmando el terreno, conquistaban la tierra y formaban uniones entre las islas hasta
crear pequeños archipiélagos y, por fin, tierra firme.

Desarrollo científico
El pueblo azteca tenía grandes conocimientos en medicina y farmacopea. Aunque no conocían la
rueda ni tenían animales de tracción, construyeron con gran destreza caminos y puentes, casas,
acueductos y grandiosos templos piramidales.

Ignoraban la moneda, pero crearon enormes mercados sumamente organizados basados en el


trueque. Tampoco conocían el arado –pinchaban la tierra con una especie de lanza-, pero
desarrollaron buenos cultivos.

Los aztecas eran excelentes observadores del sol, de la luna y de los planetas. Median el tiempo de
acuerdo con el movimiento de las estrellas y del sol. El calendario estaba basado en ciclos de 52
años. Al final de cada ciclo, celebraban una ceremonia religiosa para asegurar el movimiento del
cosmos y el renacimiento del astro rey.
La construcción de sus templos, acueductos, y sistemas de irrigación de los cultivos revelan un
pueblo con grandes conocimientos en ingeniería y astronomía.

Géneros literarios
En la escritura azteca pueden distinguirse varios géneros literarios, de los cuales se destacan el canto
o poema, cuicatl, equivalente a la poesía occidental; y el relato o historia, tlatoli, equivalente a la
prosa occidental.

Calendario azteca
Registraban el tiempo en dos calendarios: el de 365 días, que era el solar o agrícola, y constaba de
18 meses de 20 días cada uno, más cinco días “nefastos” durante los cuales no trabajaban. El otro
era la cuenta de los destinos de 260 días, de carácter adivinatorio, que tenía 13 meses de 20 días
cada uno y cada día tenis un nombre y un número del 1 al 13. Cada día con su número se conectaba
con el cosmos a través de una carga energética que lo colocaba bajo la protección de un dios, lo
relacionaba a un rumbo del universo y a un color, y lo asociaba a un augurio.

Religión
Debido a la profundidad religiosa que manifestaban, los aztecas fueron capaces de consolidar un
reino poderoso en solo dos siglos, en una geografía desfavorables, de acuerdo con su creencia en el
mito según el cual debían fundar una gran civilización en una zona pantanosa en la que vieran un
águila devorando una serpiente sobre un nopal.

La importancia que le daban a la guerra y a los sacrificios humanos también estaba relacionada con
la concepción mesiánica que los aztecas tenían de sí mismos. Se consideraban el pueblo elegido para
mantener con vida al Sol, y que este únicamente podía alimentarse con la sangre de las madres
muertas en el parto, la de los guerreros muertos en combate y la de los prisioneros sacrificados en el
altar mayor.

La religión azteca era politeísta. Tenían un panteón de dioses numerosos, personificaban a las
fuerzas de la naturaleza como dioses y diosas, y creían que estas obraban para el bien o para el mal,
según las ofrendas, oraciones y ceremonias con que los veneraran.
Los aztecas no destruían las creencias religiosas de los pueblos que conquistaban, sino que
incorporaban los dioses extranjeros a su mitología, pero siempre subordinándolos a sus dioses
principales.

El arte, la ciencia, la educación, la cultura, la economía estaban impregnados de una fuerte esencia
religiosa. Tenían un dios para cada actividad y cada calpulli.

Los sacerdotes
La casta sacerdotal organizaba las ceremonias rituales, dirigía los centros educativos y tenía
influencia sobre los diversos aspectos de la sociedad y sobre la política del Imperio. Gozaban de gran
prestigio social, ya que la vida azteca giraba en torno a la religión. Los sacerdotes eran los dueños del
conocimiento conservado en los códices. Conocían la astronomía, la medicina y la escritura.

La vida después de la muerte


El destino de los muertos dependía de cómo había sido su deceso, pero la mayoría eran incinerados
e iban a la oscura morada de Mictlan, ya que creían que el alma salía por su boca para dirigirse al
inframundo. El viaje por el mundo subterráneo duraba cuatro días y debían afrontar varias pruebas:
una lucha con una serpiente, otra con un caimán, el cruce de ocho desiertos y ocho montañas, y
también debían superar un torbellino capaz de partir las rocas más sólidas entre una serie de
demonios que les impedían el paso. Para aliviarle este viaje, la familia le hacía ofrendas.

El ritual
Un elaborado ritual que llevaban a cabo los sacerdotes acompañaba a este complejo panteón
religioso. Consistía en ofrendas, procesiones, danzas, combates, transfiguraciones de las divinidades
y sacrificios humanos.

Había algunos rituales de carácter privado relacionados con ciclos de vida, crisis, ritos domésticos y
ceremonias de curación. Aunque en muchos de ellos, como el juego de la pelota, solo podían
participar los nobles.

La práctica de la confesión para perdonar los pecados; se realizaba en un día determinado y el


sacerdote que la practicaba absolvía ante dios y también ante la justicia humana. Pero esta
absolución total solo podía ser dada una vez y debía ser solicitada por los ancianos.

También practicaban las mortificaciones, como castigo por algunos pecados. El pueblo realizaba
penitencias, como mutilarse a sí mismos con cuchillos o pasar por su lengua hilos con espinas de
maguey insertadas. También se perforaban partes sensibles del cuerpo, como orejas, genitales,
lengua. Estos eran distintos métodos por medio de los cuales obtenían sangre para ofrecer a los
dioses.

Cada ceremonia estaba perfectamente determinada en todos sus detalles: la fecha en que debía
realizarse, el dios a quien se iba a honrar, la vestimenta que debían utilizar los sacerdotes y las
victimas, las danzas, el ceremonial y la forma en que debía morir quien sería sacrificado.
El sacrificio humano
El sacrificio humano se justificaba como pago por el que los dioses habían hecho al arrojarse al fuego
para crear el quinto sol y a la humanidad que habita la tierra, y por la necesidad de preservar la
existencia del universo. El Sol, debia ser permanentemente alimentado para mantener el universo.
La ofrenda más importante era la sangre, fluido vital, que los mantenía jóvenes y vigorosos, y la
conseguían en las constantes guerras contra territorios vecinos capturando prisioneros y
ofreciéndolos como víctimas para el sacrificio.

Estos sacrificios se realizaban a gran escala, era habitual el sacrificio de varios miles de personas en
un mismo dia, en varios templos a la vez. Se llevaban a cabo en los templos situados en la parte más
alta de las enormes pirámides, para estar más cerca del sol, por lo que la sangre se derramaba por
los escalones.
Había varias formas de practicar el ritual del sacrificio:

 Extracción del corazón


 Sacrificio gladiatorio
 Hoguera
 Flechamiento
 Decapitación
 Ahogamiento

Juegos
El juego de la pelota

Los aztecas practicaban algunos con gran violencia. Comenzaron viendolo como un deporte y luego
lo convirtieron en todo un ritual.

El tlachtli se jugaba en un campo con forma de un H mayúscula, en cuyos lados se colocaban gradas
con asientos escalonados para los espectadores. En la mitad de una de las paredes había un anillo de
piedra o de madera colocado en sentido vertical, por donde debía pasar la pelota. Podían golpearla
con los pies, las caderas y los codos, pero nunca con las manos. Los jugadores se colocaban
protectores de cuero acolchados para atenuar los golpes y roces con la pelota, y podían empujarse y
golpearse mientras jugaban, para evitar que el contrario tocara el balón y lo hiciera pasar por el aro.

Generalmente, los perdedores pasaban a ser víctimas de los sacrificios humanos.

Durante el juego, los espectadores apostaban oro, turquesas, esclavos, ricas mantas y casas, y
alentaban a su equipo o jugador favorito. También podían jugar guerreros y hasta los mismos
gobernantes.

El tlachtli tenía un significado religioso y mítico; significaba el cielo donde las divinidades jugaban a la
pelota con algunos de los astros.

También podría gustarte