Resumen 3

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Junto con la constitución de 1791 redactada por la asamblea nacional constituyente, se consagró

por primera vez en la historia de Francia los derechos civiles y la separación de poderes, el rey debía
renunciar a sus atribuciones judiciales y se declaraba que la soberanía residía en la nación y no en
este, la asamblea logró conseguir atribuciones legislativas y se suprimía las distinciones hereditarias
de la nobleza, sin embargo, los derechos y privilegios que conllevaba todo este proceso parecían
solo caer en favor de la burguesía.

El proyecto revolucionario sufría tensiones internas, pues en la asamblea convivían distintas


posturas dentro del proceso, siendo los girondinos y los jacobinos los más destacados, estos últimos,
caracterizados como los más radicales propugnaban el fin total de la monarquía y defendían una
soberanía auténticamente popular, entrando en conflicto con los girondinos, quienes eran la facción
moderada o reformista, quienes seguían mostrando su simpatía con el rey.

Sumado a las tensiones políticas internas, todo este proceso parecía peligrar cuando cada vez más
se veía posible una guerra entre la Francia revolucionaria y las potencias monárquicas de Europa, la
corona veía esto con buenos ojos, pues significaría la posible restauración de la monarquía, pero
para mala suerte de ellos, esto solo trajo consigo un segundo impulso revolucionario que inicio con
la muerte del mismo Luis XVI e instauraría una república con el predominio de los jacobinos bajo un
periodo represivo conocido como el terror.

Este periodo estuvo caracterizado por el uso de medidas represivas a través del estado por parte de
la facción revolucionara de los jacobinos. La revolución se veía amenazada no solo por el avance de
las monarquías extranjeras, que permitió que los sectores populares más radicales apoyaran al
gobierno jacobino, sino también por una crisis económica interna, escasez de alimentos y las
rebeliones federalistas, que, aunque eran revolucionarias, estaban en contra del centralismo del
gobierno, sumado al peligro que representaban los girondinos que nombramos anteriormente,
quienes fueron comprometidos con la monarquía constitucional y el rechazo de la condena de Luis
XVI.

Si bien estas medidas resultaron en la ejecución de varios que se oponían al régimen y la restricción
de ciertas libertades individuales, estas fueron una respuesta al contexto que vivía Francia y al
peligro de que la revolución se desvaneciera, a su vez, se aplicaron medidas económicas y sociales,
como el control estatal de la economía, servicios asistenciales, la supresión de los últimos privilegios
feudales y la abolición de la esclavitud en la metrópolis, medidas que fueron populares en sus
comienzos.

El profundo resentimiento y distanciamiento que existía entre las clases populares y la aristocracia,
así como por el estamento clerical, llevaron a la necesidad de justicia tras siglos de sistemáticas
opresiones, quienes encontraron el momento oportuno para la acción por sus propias manos,
utilizando el aparato estatal para sus propios fines, incluso este dejándolo a la acción libre de
particulares, no es casualidad que fueran precisamente los más pobres (sans-culottes), quienes
apoyaran el terror de los jacobinos más radicales, y hayan protagonizado por ellos mismos
escenarios de violencia contra las clases altas.

En todo caso, el fenómeno del terror continuo posterior a la caída de los jacobinos incluso bajo el
gobierno de los girondinos, sin contar la masacre de la comuna de parís por parte de las tropas del
gobierno, donde, evidentemente también se aplicó el terrorismo de estado. Este ha sido una forma
histórica necesaria para mantener el statu quo de la nueva fuerza dominante en los procesos
revolucionarios, quisa, sin este método, la instauración de la república francesa no haya sido posible,
y la revolución haya caído frente a las monarquías extranjeros y los partidarios de Luis XVI, como
sea, la violencia y el estado han sido una herramienta necesaria para llevar a cabo los procesos de
liberación.

Del resumen 1, llama la atención la expansión de la ilustración El fenómeno de la ilustración se


expandió hacia todos los planos del pensamiento

a las formas de gobierno, y su compatibilidad con el absolutismo, es así como nace el concepto del
despotismo ilustrado. Las nuevas ideas ilustradas rechazaban la idea del poder como causa de la
divinidad llevo a pensar

Es aquí donde la figura del príncipe toma fuerza, siendo el primer servidor del estado, su deber era
mantener la felicidad de su pueblo. Bajo esta premisa, los monarcas ilustrados llevaron a cabo una
serie de reformas sociales y económicas que permitirían el desarrollo de sus pueblos, y a su vez, de
expandir su poder a lo largo del territorio. A pesar del buen pretexto que puede ser que los
gobernantes decidieran que lo más importante era la felicidad de su pueblo, la historiografía indica
que el mejoramiento de las condiciones de la gente era una perfecta oportunidad para aumentar la
masa apta para el servicio militar bajo el contexto del juego de las potencias expansionistas

También se ha señalado que las reformas ejecutadas por los regímenes despóticos fueron un intento
de transformas las estructuras del antiguo régimen para garantizar su supervivencia, sin embargo,
esto solo acelero el proceso de desintegración de los absolutismos y la radicalización de algunos
ilustrados.

Para llevar a cabo estas reformas, el príncipe debía hacerse con el poder, así es como en varios
países empezaron las tensiones entre la aristocracia y la monarquía, por ejemplo, en Prusia, donde
se eliminaron las asambleas regionales, se unificaron los cuerpos jurídicos y se reforzo la
administración real por sobre las corporaciones señoriales, el poder se centralizó en el estado bajo
la figura del príncipe ilustrado

Todo esto, les permitió llevar a cabo reformas económicas que modernizarían los países, así,
Federico Guillermo, con políticas orientadas al mercantilismo permitirían un crecimiento económico
junto a la tecnologización y financiación de los sectores agrarios y artesanales y desarrollo de la
industria bélica.

A su vez con las ideas ilustradas los monarcas fueron partidarios de políticas tolerantes con distintas
vertientes religiosas, esto les permitió a disidentes religiosos, por ejemplo de Francia, tener un
espacio en el reino de Prusia. Esto sumado a medidas higienistas, elevo el crecimiento de las
poblaciones, en Prusia, hasta de un 40%.
Mas allá de las mejoras, la acelerada modernización de los Estados estuvo de la mano con las
carreras expansionistas de las monarquias mas grandes de Europa, un estado mas pequeño como
Prusia logro tomar ventaja como reino emergente, la militarización de su sociedad permitió el
desarrollo de un solido ejercito que hasta el día de hoy es ejemplo en el área militar. los principes
vieron en la ilustración una oportunidad reestructurar el regimen

El desarrollo de la planificación urbana estuvo acompañada del desarrollo de la industria, sin


embargo, este crecimiento se sostuvo de manera desigual así por ejemplo en provincias unidas,
contemplaba que los habitantes de ciudades eran mas de la mitad de la población, mientras que en
Rusia esta no superaba ni el 3%, de ahí en adelante, estas cifras fueron subiendo constantemente.
La inmigración juega un papel importante en el crecimiento de las ciudades, es el caso de Burdeos
donde el aumento de su densidad urbana se debió a este femonemo, la principal razón de esto se
sostuvo en la subida de precios de necesidades básicas, el empobrecimiento del campesinado,
siendo la urbe que prometió mejores salarios, mejor calidad de vida proletariado urbano

Las actividades económicas configuran la morfología de los territorios, las ciudades modernas,
transformadas en torno a los movimientos humanos y económicos surgen entonces como producto
cultural de aquellos factores. Las ciudades europeas evolucionaron por los cambios productivos y
sus implicancias políticas y sociales, que estuvieron orientados al desarrollo para el aumento del
proletariado industrial que emigraba del campo

Al hilo de estas consideraciones, es preciso agregar que la ciudad no ha poseído


históricamente el monopolio de la implantación industrial, y según los momentos
y las regiones no es tampoco el lugar prioritario. Las industrias antes y después de
la revolución de los transportes se ubicaron a menudo en la proximidad de las
fuentes de energía y las materias primas, desplazándose hacia localizaciones
estratégicas del medio rural por motivos diversos: proximidad a las materias
primas, facilidad de comunicación entre puntos de destino, menor coste del suelo,
mayor control de la producción y del factor humano. En la transición de la etapa
preindustrial a la industrial, si los núcleos urbanos consolidados comenzaban a ser
el lugar privilegiado para la actividad productiva, esta realidad coexistía con una
tradición preindustrial basada en una red de centros de producción rurales que
materializaron lo que los enciclopedistas denominaron “industrias o manufacturas
dispersas”, consistentes tanto en formas de producción mixta como en la
fragmentación de las actividades en el territorio. Los asentamientos rurales
dedicados a la industria precedieron, acompañaron y subsistieron a las grandes
revoluciones industriales urbanas. Ambas realidades, manufacturas
concentradas frente a manufacturas dispersas serían objeto de sendos debates en
la Europa del siglo XVIII en función de las ventajas de cada variante respecto al
tipo de artículos a producir. Por estas razones, parece oportuno, desde los orígenes
de la industrialización, expandir el estudio de la ciudad industrial a la región
industrial, ya que la ciudad desde antiguo comprende también su área rural
circundante, y por ello cualquier metodología de estudio debería implicar la
organización territorial de lo urbano[5]. Del mismo modo que la ciudad o población
industrial no siempre constituye un ente unifuncional, siendo el binomio industria-
agricultura la solución más extendida en la formación de colonias y ciudades
industriales en la edad moderna y contemporánea.

La eclosión de buena parte de ciudades o colonias industriales contemporáneas se


produjo como consecuencia de la mala reputación que fue adquiriendo el
crecimiento urbano debido a la industrialización masiva. De este modo, en la
propia génesis de la ciudad industrial emergió una potente e influyente tendencia
crítica antiurbana y anti-industrializadora contra los organismos urbanos
aniquilantes y distorsionadores de las formas de vida preindustriales vinculadas a
los modos de producción artesanales y a los medios de vida rurales [6].
Principalmente en Inglaterra y Francia proliferan en el siglo XIX propuestas de
reformadores sociales y filántropos que reaccionan ante los desaciertos de un
medio urbano en constante progreso expansivo y demográfico por el avance del
sistema de producción capitalista[7]. Pensadores y políticos como Engels, Marx,
Fourier, Proudhon, Carlyle, Considérant, Ruskin, Pugin, Robert Owen o Morris
enarbolaron una crítica a la “ciudad industrial” existente y plantearon en muchos
casos nuevas fórmulas ideológicas, funcionales y morfológicas que constituyeron
las bases de las colonias y ciudades creadas para la industria. Algunas de estas
propuestas teóricas trataron de vislumbrar la posibilidad de una “arcadia
industrial” semi-rural, donde los principios del pensamiento utópico-positivista
sobre la armonía de clases dentro del mundo del trabajo pudieran materializarse.
Con una fuerte impronta paternalista, se promoverá una mejora del hábitat, del
equipamiento y el espacio público encubriendo en el fondo la búsqueda de la
máxima rentabilidad de la producción mediante el control sistemático de los
espacios y tiempos de los individuos, la homogeneización de las mentalidades, y
la racionalización de los itinerarios y los espacios en los que se desarrollaban los
procesos humanos y mecánicos[8]. En estas colonias y ciudades se plantea una
nítida zonificación –residencial, industrial, equipamientos, zonas verdes y
cultivos-, que preludia el proyecto de ciudad industrial de Tony Garnier, el
movimiento de las ciudades-jardín, las ciudades industriales del des-
urbanismo soviético, filtrándose finalmente en la ideología urbana del Movimiento
Moderno.

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