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INSTITUCIÓN EDUCATIVA

DEPARTAMENTAL INTEGRADO
ASIGNATURA: BIOLOGÍA
GRADO: SEXTO
DOCENTE: JULIAN CASTILLO

Las hipótesis de Oparin y el experimento de Stanley Miller

Al abordar la cuestión del origen de la vida en la tierra resulta inevitable referirse al


científico soviético Alexander Ivanovich Oparin.

Según Oparin, las condiciones existentes en los primeros


tiempos de la historia de la Tierra, una atmósfera rica en
hidrógeno, metano, amoníaco y vapor de agua,
bombardeada constantemente por los rayos solares ricos en
ultravioleta (entonces aún no existía la capa de ozono) y por
las descargas eléctricas producidas durante las tormentas,
hicieron posible la síntesis de multitud de moléculas
orgánicas que cayeron en los océanos formando un “caldo” o
“sopa nutritiva”, donde se fue acumulando.

La mayor o menor afinidad entre estas moléculas hizo que se


fuesen asociando para crear estructuras más complejas en
forma de esferas microscópicas huecas llamadas
“coacervados”. Con el tiempo, se fueron autoseleccionando y
sobrevivieron las que tenían capacidad autorreplicativa, que
constituirían las primeras células.

Aunque nos pueda parecer un hecho imposible, hemos de tener en cuenta el factor
tiempo. No se sabe cuándo ni cómo estos coacervados pasaron a constituir un
verdadero organismo. Probablemente, durante miles o millones de años se fueron
seleccionando y perfeccionando para convertirse en las primeras “protocélulas”.

Una hipótesis tan rotunda debería ser demostrada

Fue el químico norteamericano Stanley L. Miller (1930-2007) quien demostró junto


a Harold Urey (1893-1981), siendo aún un estudiante universitario, que las ideas de
Oparin eran acertadas, o al menos podían ser plausibles. En una experiencia que
reproducía las condiciones de la atmósfera primitiva y la radiación de hace 4 000
millones de años, obtuvo compuestos orgánicos a partir de una mezcla inicial de
compuestos inorgánicos.

La experiencia consistió en hacer circular una mezcla gaseosa con esa composición
a través de un aparato cerrado. En otra ampolla había agua hirviendo. Se sometió
a los gases a una descarga eléctrica producida por una chispa de electrodos de
tungsteno. A continuación se condensó la mezcla gaseosa y se añadió al agua
hirviendo para su recirculación. Todos los compuestos no volátiles que se hubiesen
formado se acumularían en el agua. Se hizo trabajar el aparato durante una
semana.

Como resultado se obtuvo la síntesis de varios aminoácidos como alanina, glicina,


ácido glutámico y ácido aspártico y otros compuestos orgánicos. Los científicos
repitieron estos experimentos y obtuvieron también purinas, pirimidinas, azúcares y
18 de los 20 aminoácidos esenciales para la vida. También se obtuvieron polímeros
como polipéptidos en condiciones prebióticas.

Estos compuestos prebióticos se sabe que


no son exclusivos de la Tierra, por técnicas
radioastronómicas se han detectado
compuestos orgánicos relativamente
sencillos en las nubes de polvo interestelar.

Los tres primeros encontrados son


intermediarios muy importantes para la
síntesis prebiótica como el formaldehído del
cual se originan azúcares; el ácido
cianhídrico de los que se obtienen
aminoácidos y adenina y el cianoacetileno
del cual derivan bases pirimídicas.

Hasta aquí se puede explicar el origen de


moléculas orgánicas precursoras. El
siguiente problema a resolver es ¿cómo se
sintetizaron los polímeros como las
proteínas y los ácidos nucleicos? ¿Cómo
se concentraron y organizaron adecuadamente estos compuestos prebióticos
para adquirir las propiedades de la materia viva?

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