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Unidad 1 Orígenes de la Filosofía Antigua

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Orígenes de la Filosofía Antigua Unidad 1

ÍNDICE

UNIDAD 1. Orígenes de la filosofía antigua


1.1. Naturaleza de la filosofía: ................................................................................... 5
1.2. Hesíodo y Anaximandro: Razón vs. Mito ......................................................... 8
1.2.1. Aproximación introductoria al origen: ..................................................... 9
1.2.2. El problema filosófico del origen o arché. ............................................ 13
1.2.3. El mito y la razón. ........................................................................................ 15

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Unidad 1 Orígenes de la Filosofía Antigua

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Orígenes de la Filosofía Antigua Unidad 1

UNIDAD 1
ORIGENES DE LA FILOSOFIA ANTIGUA

En la primera unidad trataremos en primer lugar de las características o


“naturaleza” de la filosofía. En segundo lugar, tocaremos el tema de sus
orígenes polémicos tomando como base el análisis del discurso mitopoético de
Hesíodo y el del filósofo Anaximandro.

1.1. NATURALEZA DE LA FILOSOFÍA:

En esta sección presentaremos primero una descripción general de lo que es


filosofía. A sabiendas de que por su propio carácter no es posible imponer una
definición de filosofía como única, se proporcionará una descripción
convencional y mayormente aceptada por diferentes corrientes, de modo que
nos permita aislar algunas características constantes en el ejercicio filosófico,
más allá de las variaciones históricas en el modo de comprender esta tarea Se
trata de una descripción operativa y de valor pedagógico que asumimos a lo
largo del curso: La filosofía es una disciplina caracterizada específicamente por
actividades intelectuales no siempre del todo compatibles como:

A. ejercicio crítico de la razón respecto de los sistemas de creencias


adquiridos
B. el pensar y la reflexión sobre el sentido de las cosas.
C. ejercicio de la capacidad teorética del intelecto o formación de una
síntesis comprehensiva de la realidad para entender su verdad.

Haremos notar que respecto de A. y B. suelen ser más compatibles entre sí


mientras que ambas pueden ocasionalmente ser incompatibles con C.

Simplificando, ello nos lleva a dos formas de filosofía. Para graficar esta dualidad
apelaremos a algunas tipologías y metáforas. Primero examinaremos dos tipos
de filósofos propuestos por H. Arendt, descritos con las imágenes del filósofo-
pensador y el filósofo-literato. En segundo lugar examinaremos el sentido de la

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metáfora de la filosofía “cinematográfica” y la filosofía “fotográfica” (S. Toulmin).


Será importante atender al hecho de que se trata de formas de ejercicio
filosófico que, al enfatizar operaciones distintas, tienen efectos igualmente
distintos tanto sobre nuestra comprensión de las cosas como sobre nuestra
acción respecto del mundo. Habrá que atender por ello a la idea de que definir
a la filosofía de un modo u otro es cosa seria, pues es algo que tiene
consecuencias sobre nuestra propia vida.

Nos concentraremos principalmente en la sugerencia de la filósofa Hanna


Arendt respecto de dos tipos de filósofos, el pensador y el literato. Estos dos tipos
nos hablan de dos formas de experimentar y practicar la filosofía. El filósofo
pensador está representado por Sócrates o, al menos y el filósofo literato, por
Platón, su discípulo. Para sistematizar, Arendt asocia características distintas a
estos filósofos:

Cuadro N°1

Tipo Modelo Actitud mental Resultados

No llega a
Escéptico, “Solo sé que
Pensador Sócrates definiciones.
dubitativo nada sé”
No escribió nunca.
Ofrece “Los filósofos
Literato Platón Dogmático definiciones. deben
Escribe y publica. gobernar”

Fuente: Cuadro de elaboración propia

Según Arendt, Sócrates es el “pensador”: su tarea es el puro pensar, el someterlo


todo al examen de la razón. Esta tarea es interminable, se puede volver una y
otra vez sobre el mismo tema, pues a toda respuesta o conclusión que se llegue
siempre será posible plantearle objeciones. Lo aparentemente insatisfactorio es
que este tipo de filosofía plantea preguntas tipo “¿qué es X?”, por el deseo de
saber, pero… ¡nunca llega a respuestas definitivas! En otras palabras, no define
nada. Todo lo que hace es cuestionar, refutar las opiniones ya adquiridas. Por
eso la conversación socrática se conoce como aporética (de aporía: sin salida).
Un pensamiento que todo lo examina y que es como un viento que todo lo

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derriba ¿de qué puede servir? Aparentemente, es improductivo. Y Sócrates


precisamente daba la apariencia de charlatán. Pero debemos presionarnos
para detectar a dónde apunta Arendt. El valor del pensar socrático es,
precisamente, el ser un pensar destructivo, que desmonta prejuicios,
contradicciones no percibidas, auto-engaños. En ese sentido, quizá no aporte
definiciones positivas, pero al menos nos permite descubrir errores y
contradicciones. Finalmente, abordaremos el problema que Arendt propone
como un dilema, y es el siguiente: ¿Qué es más peligroso, un pensar que todo lo
resuelve y nos aporta definiciones y respuestas de modo que no necesitemos
pensar más, o un pensar que todo lo desmonta y nos deja sin piso ni techo, como
la tempestad, pero que nos libera de creencias falsas, negativas o dañinas? El
estudiante debe enfrentar el reto de resolver un problema filosófico de este tipo.

Para aclarar la idea, la filosofía como “pensamiento destructivo” es pertinente


invocar a dos filósofos en apoyo. Aristóteles, filósofo griego discípulo de Platón,
afirmaba en su Metafísica que “la filosofía es una ciencia libre”. Esto significa,
dicho coloquialmente, que la filosofía “no le debe nada a nadie”, es libre,
porque no es un ejercicio realizado “para algo”, como por ejemplo, para
obtener riqueza, para conseguir fama, para tener poder, etc. A diferencia de
otras actividades realizadas por un interés extrínseco a la actividad misma
(tomar un remedio amargo con el fin de curarse) la filosofía es una tarea que no
es servil. Por tanto, la filosofía no es un tipo de cosa de la que podamos decir
que “sirve” o que es útil para lograr cosas. Así, el pensar filosófico no consigue
definiciones, y los observadores externos pueden objetarle que por ello no sirve
para nada, a lo cual el filósofo puede responder, con Aristóteles, que es cierto,
porque su propósito no es utilitario. El pensar filosófico se hace por el gusto del
pensar mismo. Y, si se insiste en buscarle utilidad, ésta sería la catarsis o
purificación de nuestros errores y dogmatismos.

Finalmente, esta forma de describir la filosofía es consonante con la de Martin


Heidegger, a quien no por casualidad Arendt cita sobre este tema. Las palabras
de Heidegger son más o menos éstas:

 La filosofía no proporciona teorías científicas.


 La filosofía no proporciona reglas técnicas.
 La filosofía no ofrece normas morales.

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Una vez más, puede sorprender una idea así. La pregunta natural que fluye es
¿entonces para qué sirve la filosofía? Con el apoyo de Heidegger, veremos que
esa pregunta está mal planteada, a la filosofía no se le puede pedir que sea
“sierva” del poder, de la técnica, de la ciencia ni de nada, pues la filosofía
responde al deseo del saber por el saber.

En esta parte de nuestro desarrollo, será muy importante que el estudiante


experimente un pensar como el descrito, y compruebe cuál es la “ganancia”
de este ejercicio del pensamiento.

Actividad 1

Los estudiantes serán invitados en clase a realizar por sí mismos estos


tipos de ejercicio filosófico, por medio de una conversación reflexiva y
análisis de un texto breve. Por último, observarán un video inspirado en
una famosa alegoría propuesta por Platón con el fin de reflexionar sobre
las funciones de la filosofía arriba señaladas y sobre sus consecuencias
sobre la propia vida, así como para desarrollar su propia definición
personal y creativa de la filosofía. Como refuerzo de estas ideas, se
analizará también una obra pictórica utilizada como “analogía” de una
de las características de la filosofía.

1.2. HESÍODO Y ANAXIMANDRO: RAZÓN VS. MITO

En primer lugar, haremos una aproximación introductoria al tema del origen. En


segundo lugar nos centraremos en la dimensión filosófica del origen por ser
crucial para la filosofía griega antigua. Y en tercer lugar, veremos cómo
efectivamente la filosofía entra en escena polemizando con las formas de
pensamiento pre-existentes y dominantes.

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1.2.1. APROXIMACIÓN INTRODUCTORIA AL ORIGEN

En primer lugar nos introducimos en el tema observando que se puede hablar


del origen al menos de tres modos:

 Origen etimológico de la palabra filosofía


 Origen histórico de la práctica misma de la filosofía
 Origen ontológico de la filosofía

Respecto del origen etimológico basta decir que el término griego de donde
procede ´filosofía´ se compone de philos- (amor o amistad) y sophía (sabiduría).
La palabra significaba entonces “amor a la sabiduría”. Un término equivalente
al de philo-sophós (amante del saber) es philo-mathés, traducible como “el que
ama aprender”. Se atribuye al sabio Pitágoras el haber usado por primera vez
la palabra. También es interesante que el texto “Oración Fúnebre de Pericles”,
que se analizará en otra unidad y que pertenece al siglo V a.C. utiliza una
variante verbal para describir el modo de ser de los atenienses, de quienes se
dice que “aman filosofar” (philosophoumen).

Sobre el origen histórico hay mucho que decir y debatir. Es básico, por lo menos,
tener en cuenta que la filosofía que aquí tematizamos es la filosofía griega,
aquella que da origen a la tradición filosófica occidental. No consideramos
otras tradiciones filosóficas como la oriental. Consideraremos algunas hipótesis
como aquellas según la cual la filosofía pudo surgir fácilmente en Grecia
antigua porque la religión allí no contaba con libro sagrado (como la Biblia), lo
cual implicaba que no había una palabra sagrada que pusiera límite al
cuestionamiento racional. Ni tampoco había una casta sacerdotal, es decir, un
grupo humano dedicado a proteger la verdad aceptada frente a las críticas.
Otra hipótesis afirma que la filosofía fue impulsada cuando Grecia se abrió a la
colonización y por tanto al comercio marítimo puesto que, allí donde se abren
nuevas rutas comerciales, no sólo se transportan mercancías sino también ideas.
En otras palabras, la afluencia de teorías y cosmovisiones distintas hacia Grecia
habría tenido como efecto relativizar las creencias hasta entonces sólidamente
aceptadas y así habría puesto en movimiento el pensamiento crítico e
investigador.

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La cuestión del origen ontológico es más complicada. En primer lugar, veremos


que en un curso de filosofía el lenguaje griego es crucial, no solo por ser la lengua
originaria de los creadores de esta tradición de pensamiento, sino porque el
vocabulario que empezaron a explorar para expresarse se constituyó en lo que
Heidegger, filósofo del S. XX denominaba “conceptos fundamentales”, es decir,
aquellos que son literalmente el fundamento o base sobre el cual se levanta el
edificio del pensamiento occidental tradicional. Son fundamentales porque al
dar fundamento y originar una corriente de pensamiento, lo determinan de un
modo particular y de alguna manera se convierten en “destino” de todos
aquellos que de un modo u otro tomemos parte, como nosotros mismos al
iniciarnos en la historia de la filosofía griega o porque simplemente somos
herederos de su patrimonio, como la ciencia, la tragedia, la política o la filosofía
misma.

Ontológico es todo lo que se refiere al ente. Ente proviene de ‘ens’, ‘entis’,


participio presente del verbo ‘einai’ (ser, existir). Ente es lo que es. Ontológico,
por tanto, es un adjetivo que se utiliza para referirse al ente. Por ejemplo:
“pregunta ontológica” significa “pregunta relativa al ente” o, por ejemplo
“problema ontológico” significa “problema relativo al ente”. Pero también el
vocablo puede utilizarse de modo más específico. Por ejemplo, si hablamos de
la “ontología humana” nos referimos a las características del ser humano, es
decir, a los rasgos del ente específicamente humano. Pero, ¿cómo podemos
saber cuáles son las características ontológicas del ser humano? ¿Cómo
podemos conocer los rasgos que especifican la ontología humana? He ahí un
problema filosófico. Es el caso que podemos encontrar distintas versiones de
respuesta. Por ejemplo, para el griego Platón, el ente humano es básicamente
un ser dotado de alma y cuerpo, siendo más valiosa el alma. Para el barón
d’Holbach, en el siglo XVIII d.C., el ente humano es pura materia corpórea, pues
su ontología es materialista. Sea como fuere, el hecho es que hay quienes
explican la actitud filosófica –actitud crítica e inquisitiva- como algo que “se
origina en la ontología humana”, es decir, la filosofía es algo que “pertenece” a
las estructuras ontológicas del ser humano. Es como si se dijese que la filosofía
es “parte de su ser” y “nace naturalmente de él. O, dicho de otro modo, es
como si la filosofía fuese parte de “su naturaleza”. En suma, el ser humano

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tendría un modo de ser tal que en principio la posibilidad de la filosofía le es


consustancial e inherente. Y esta hipótesis no carece de sentido: si el ser
humano es un ser racional, no es arbitrario suponer que utilice su racionalidad
para investigar y examinar la realidad del mundo y el discurso sobre el mundo.

En esta sección se presentará al estudiante una teoría particular sobre el origen


ontológico de la filosofía. Esta se presenta más como una ilustración del tema
que como una verdad absoluta. Precisamente, lo que se pretende a lo largo
del curso es que el estudiante se comporte filosóficamente y, por tanto, que se
relacione críticamente con la información que recibe. Puede, o mejor debe,
examinarla y cuestionarla. La teoría ontológica a la que nos referimos fue
propuesta por Platón, filósofo griego que vivió entre los siglos V y IV antes de
Cristo. Afirmaba que el ser humano es un ente dotado de alma, la cual se
caracterizaba por: i. ser lo central del hombre, lo más valioso. ii. Por poseer eros
(deseo), que es algo así como su “principio de dinámico”, lo que pone al alma
humana en movimiento. Un alma sin deseo sería un alma inmóvil. Así, según
Platón, la ontología humana es la de un ser que desea y que en virtud de ello se
pone en movimiento hacia lo deseado.

Obviamente, se pueden desear todo tipo de cosas. Pero lo que debemos


comprender aquí es el deseo de saber, pues ése es nuestro tema: la philo-
sophía. Platón coloca el saber intelectual como lo más deseable de todas las
cosas (en realidad es comprensible y esperable que un filósofo considere que el
saber es lo más importante). Por ello, si la búsqueda de satisfacción del deseo
del alma humana es la forma de lograr la realización humana, la búsqueda por
satisfacer el anhelo de saber intelectual será la forma más elevada de
autorrealización. Es natural que Platón piense de ese modo, pues el presupuesto
básico de la práctica filosófica es que el ser humano es un ser racional. La
autorrealización del ser racional estaría ligada, entonces, a dar cumplimiento al
poder de la razón, a saber, a satisfacer mediante el ejercicio racional, el deseo
de saber alcanzando la sabiduría, pasando de philo-sophós a sophós.

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Actividad 2

Para ilustrar y profundizar este tema, el estudiante tendrá la


oportunidad de leer e interpretar un mito platónico, el “mito de Eros”,
elaborado por el filósofo con la intención pedagógica de explicar la
naturaleza del deseo filosófico. La sustancia de este mito es que el
ser humano, al tener instalado en el alma el eros (deseo), está
constituido ontológicamente como un ente “intermedio”: no es ni
sabio ni es ignorante. No obstante, precisamente por su posición
intermedia, híbrida, está como herido por una insatisfacción
permanente. Tal insatisfacción se experimenta como carencia y en
tanto “herida” es incómoda y dolorosa. Pero se trata del deseo de
un ser racional, inteligente. La inteligencia es el recurso supremo del
ser humano, pues con ella consigue todo aquello de lo que carece.
Específicamente, en el caso de la filosofía, su inteligencia lo hace
consciente de su ignorancia y dicha conciencia de lo que le falta es
la flecha hiriente del eros.

Todo esto nos llevará a la conclusión de que el ser humano es un animal filosófico
por su propia constitución ontológica. Es un ser que lleva en sí la conciencia de
lo que le falta, conciencia que se convierte en dolor, en malestar y así en deseo,
el cual impulsa la búsqueda de lo que no se tiene para remediar la falta.
Observemos la curiosa consecuencia de que los estados mentales de malestar
–como la insatisfacción por la ignorancia- son a la larga beneficiosos: así como
una persona que ha comido hasta la saciedad no tiene hambre, una mente
totalmente satisfecha con sus contenidos adquiridos conduce a la muerte del
espíritu. Por esta razón, será interesante prestar atención a la pregunta sobre el
rol que jugarían dichos estados anímicos para poner en juego el preguntar
filosófico.

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1.2.2. EL PROBLEMA FILOSÓFICO DEL ORIGEN O ARCHÉ

Una vez que se ha tocado el tema del origen de la filosofía, ahora pasamos a
un tema distinto. Lo que aquí se trata es el origen de las cosas, más
concretamente, el origen del cósmos, de la totalidad de lo existente. A esto,
los historiadores de la filosofía lo denominan el arché, siguiendo la pauta
marcada por Aristóteles, quien utilizaba ese término para referirse al origen que
buscaban los primeros filósofos.

Al respecto interesa destacar ante todo dos ideas generales. Primero, que el
tema del “origen” era la preocupación fundamental para el pensamiento
griego antiguo, en tanto se pensaba que “comprender algo” equivale a
“comprender su origen”. Por ejemplo, según Gérard Nadaff, los primeros
filósofos griegos, denominados “milesios” o “jonios” desarrollaron una
cosmogonía, una politogonía y una antropogonía, es decir, teorías explicativas
del origen del cósmos, de la polis y del ser humano respectivamente. Se trata
de teorías “genéticas” porque buscan dar cuenta del proceso de génesis
(origen como nacimiento) del cósmos y los seres intramundanos. Así, entender
una realidad determinada implicaba para ellos remitirla a su arché, a su origen.

Habrá que aclarar, no obstante, que origen, el término griego archē, no significa
únicamente el punto de partida de la génesis, sino también su fundamento y/o
principio rector. En otras palabras, no sólo es aquello de donde comienza todo
(por ejemplo una “materia prima”) sino que arché es también la razón de ser de
algo, es principio rector porque gobierna el proceso desde la génesis hasta
todas las transformación de las cosas en el cósmos y en la naturaleza.

Veremos, entonces que la filosofía griega empieza indagando el arché.


Sobresalen los filósofos milesios Tales, Anaxímenes y Anaximandro, quienes
proponen cada uno su propia idea. Dichas propuestas son producto de la
theoria, término griego que se refiere al acto de contemplación intelectual que
permite formarse una concepción explicativa del origen del cósmos o la
naturaleza. Se trata, habrá que remarcar, de ‘theoria’ y no de ‘teoría´. En otras
palabras sus concepciones son producto de la capacidad especulativa de la
razón, son explicaciones puramente teoréticas. La theoria era para ellos una
visión o contemplación comprehensiva de la totalidad de las cosas, visión

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unificante y explicativa producida por el intelecto. No es lo mismo que ‘teoría’,


es decir, el instrumento científico consistente en hipótesis descartables y
requeridas de contrastación empírica, que se aplican “localmente” a porciones
o regiones particulares de la naturaleza. La theoria de los milesios reunía
explicativamente a la totalidad, reunía lo múltiple de los entes en la unidad del
arché.

Cuadro N°2

Filósofo Arché Dinámica del


arché
Tales Agua
Rarefacción Uno
Anaxímenes Aire
Condensación Divino
Movimiento Animado
Ápeiron
Anaximandro circular
(lo indeterminado)
División

Fuente: Cuadro de elaboración propia

Estos milesios son los que abren el camino. También cuentan otros pensadores
que irán introduciendo variantes. Algunos se enfocarán en el aspecto
matemático de la naturaleza, como los pitagóricos, para quienes no hay uno
sino dos archaí: el Uno y la Diada o lo Determinado y lo Indeterminado. Otros se
concentran en el aspecto “legal” de la naturaleza, como el caso de Heráclito,
para quien el arche es el lógos, término al cual este filósofo da un significado
distinto del corriente, pues en palabras del historiador Guthrie el lógos debe ser
entendido como “la ley del acontecer universal” ya que, según el mismo
Heráclito, “todo acontece según este lógos”. Así pues, consideraremos a estos
filósofos cuya primera preocupación fue explicar la multiplicidad de entes
visibles a partir de un principio originario y rector. Esta temática, por ello, es
también conocida como el “problema de lo Uno y lo Múltiple."

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Pero no podremos empezar a examinar las distintas propuestas filosóficas si


primero no nos ocupamos de la forma como se origina la filosofía en la Grecia
antigua del siglo VI antes de Cristo. Por ello, en tercer lugar, nos remitiremos al
tema de un aparecer de lo nuevo (la filosofía) dentro de un contexto pre-
existente y tradicional, lo cual implica que cuando la filosofía entra en escena
debe polemizar con la forma de entender el mundo que tenía previamente
vigencia: El mito (mythos). Será importante enfatizar este origen “polémico” de
la filosofía pues ésta ha debido desplazar la visión mítica de la realidad la cual,
si bien no era la misma de los tiempos arcaicos, no dejaba de ser influyente al
momento de aparecer la filosofía (S VI a.C.).

1.2.3. EL MITO Y LA RAZÓN

En este punto será importante desarrollar un paralelo entre las características


del pensamiento mítico y del pensamiento filosófico. Según el filósofo Georges
Gusdorf, ambas son formas de entender el mundo pero, obviamente, son
diferentes. Lo que determina la forma de ser especial de la explicación mítica,
es que es arcaica o primitiva. Esto no significa que sea “vieja” o “pasada”, sino
simplemente diferente.

Cuadro N°3

Mito Filosofía

Antropomórfico des-antropomorfizado

Afectivo lógico
Pre-analítico analítico
Sincrético crítico
Imaginario conceptual
Narrativo argumentativo

Respuesta sin previo


Necesario planteamiento del problema
planteamiento

Fuente: Cuadro de elaboración propia

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PROBLEMA (J. P. Vernant)

Se advierte que, como toda dicotomía conceptual, ésta sólo tiene un valor
pedagógico. En la realidad la separación no siempre es tan nítida.

Ahora bien, debe notarse lo siguiente: hemos distinguido dos tipos de discurso
explicativo como lo son el mito y la filosofía. Pero hay otro dato que habrá que
tener en cuenta. El paso del mito a la filosofía o, como suele decirse, del “Mythos
hacia el lógos” no es un tránsito rápido y automático. Es un proceso gradual
con avances y retrocesos, donde la nítida distinción trazada a veces puede
borrarse. Por eso, es pertinente tener en cuenta que ha habido un proceso de
evolución del mito mismo, el cual se ha ido transformando al chocar con la
exigencia filosófica:

1. el mito primitivo, arcaico,


2. el mito que ha llegado por tradición oral a los poetas como Homero y
Hesíodo y que éstos han elaborado con su imaginación poética
generando otro discurso nuevo: la tradición mitopoética,
3. el discurso filosófico, que polemiza con el mito a través de la tradición
mitopoética.

Un punto interesante a señalar es que la transformación del discurso (de mito a


razón) no sólo implica un cambio mental y de lenguaje, sino un cambio en la
organización social y en las relaciones humanas. Por ello, habrá que considerar
que dicha transición es acompañada por una transformación en los
comportamientos humanos, descriptible como un proceso de “domesticación
de la violencia”. En ese sentido es clave el análisis de fragmentos de la Teogonía
de Hesíodo, texto poético que el estudiante tendrá oportunidad de analizar. Se
encontrarán operaciones realizadas por el poeta como por ejemplo:

 Recoge relatos procedentes del mito arcaico, muchos de ellos por tanto
ininteligibles para el “hombre moderno”:
 No obstante, como poeta de un tiempo “evolucionado” Hesíodo pone
orden al material mítico usándolo para narrar cómo el kósmos nace del
caos, como el mundo es una realidad ordenada donde se ha ido
dominando progresivamente la violencia.

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 Narra también cómo en el mundo humano se ha vencido a la violencia,


pasando de la injusticia a la justicia.
 Por tanto, la Teogonía no narra sólo aventuras de dioses, sino el drama de
la génesis del kósmos y el drama de la génesis de la polis: cómo los
humanos aprenden a domesticar la violencia primitiva y “civilizarse” o
“politizarse”, es decir, vivir de acuerdo a reglas, pues sólo en tanto seres
que se someten a normas fundadas en sus más altas facultades, pueden
ser denominados propiamente humanos y distinguidos de las meras
bestias.

Actividad 3

Leer fragmentos de la Teogonía de Hesíodo para verificar si efectivamente el texto


describe el paso del desorden hacia el orden y de la injusticia a la injusticia.

Leer también fragmentos del filósofo Anaximandro de Mileto (S VI) a.C., buscando
descubrir los puntos de convergencia entre su concepción filosófica y la narración
mitopoética de Hesíodo para constatar que, más allá de las diferencias en el discurso,
en ambos se destaca el progresivo surgimiento del orden y la justicia, así como la
presencia de un arché, un origen de la ley y el orden como principios del mundo. Se
apunta a destacar las siguientes ideas:

1. Hesíodo, siendo un mito-poeta, en su discurso revela un intento de entender la


racionalidad intrínseca del kósmos y de la realidad humana. Toma el relato
mítico, fragmentario, caótico, a veces ininteligible y busca presentarlo como algo
con sentido, como un proceso devolución desde el caos hasta el cósmos.
2. Hesíodo se vale para ello de una forma tomada del mito: la explicación genética
por reproducción sexual.
3. El mito hesiódico es una forma de discurso que “ya está en camino hacia la
filosofía”, es pre-filosófico.
4. El punto de partida y llegada del proceso genético se estructura a partir de
parejas:
 Uno /múltiple
 Desorden (caos)/ orden (kósmos)
 Injusticia / justicia
 Violencia (bía) / Discurso (lógos)

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Re-encontraremos esta estructura en la filosofía, pero ya de modo


explícitamente conceptual des-antropomorfizado y basada en argumentos.

Se destacará también la idea de que estas estructuras que se harán explícitas


en la filosofía son las que permiten emparentar la indagación filosófica con el
proceso de domesticación de la violencia, que es el reverso del aprendizaje
político en los griegos. Elemento central de esta afirmación es la presencia de
la justicia y el lógos como una palabra de la cual puede darse razón.

Pasaremos finalmente a presentar y examinar la propuesta filosófica de


Anaximandro, el más complejo de los tres milesios. Veremos cómo propone un
arché más elaborado que el ofrecido por Tales y Anaxímenes, el agua y el aire,
respectivamente. Anaximandro parece moverse en un plano de mayor
abstracción. No nos habla de un arché que se inspira en los elementos visibles
como “agua”, “aire”, “tierra” o “fuego”. Y ofrece razones para rechazar ese
tipo de teorías. SU argumento reposa en razones lógicas. No le parece que
tenga sentido que el arché o principio material de todas las cosas pueda ser
ninguno de esos cuatro elementos. Por ejemplo: si el origen material fuera el
agua, ello implicaría que el fuego, elemento seco y caliente, se origina en su
contrario, que es el agua húmeda y fría. Esto no tiene lógica: los elementos, que
tienen determinaciones como ser seco o ser caliente, no pueden originarse en
sus contrarios, lo húmedo y frío. El arché tendrá que ser, por tanto, algo in-
determinado.

EL arché de Anaximandro es el origen del cual todo procede, y es algo


indeterminado. Pero no sólo es principio material de las cosas: es su principio
rector: gobierna las fuerzas naturales y sus procesos, impone límites según plazos
temporales, sanciona y castiga cuando se comete “injusticia cósmica”, y todo
ello con el fin de evitar que el cósmos siga siendo cósmos, es decir, un “todo
ordenado, bello y bueno”, que no se disuelva en el caos.

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Actividad 4

Para finalizar la unidad, los estudiantes serán animados a buscar un


relato mítico peruano, analizar su estructura y examinar si también en
dicho discurso se pueden constatar las características propias del
discurso mítico primitivo o una coincidencia con la búsqueda de orden
en la tradición mitopoética o filosófica mediante la elaboración de un
cuadro comparativo.

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