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¿OPORTUNISMO O CALCULO POLITICO? La parte oscura del gobierno.

Por: Ever Fredy Mamani Torres

Para nadie es secreto que nuestro actual presidente, llego a ejercer el cargo en circunstancias
algo curiosas; un congreso cuya mayoría recayó en un Partido (y aliados) obstruccionista, que
desde el primer momento hizo uso y abuso de su amplia mayoría (73 congresistas en sus inicios)
para defender intereses particulares y, en ese camino, defenestrar ministros, censurar
gabinetes, incluso, coadyubar a la renuncia de un presidente.

Es, en estas circunstancias, que el presidente Vizcarra asume un gobierno por demás debilitado.
Sumado a ello, hablamos de una vicepresidenta cuasi opositora abiertamente, ministros
invitados, un partido que se fue quedando sin integrantes, donde, dicho sea de paso, él fue
invitado (por la necesidad de un rostro provinciano decían); en fin, nada que pudiera llevar a
pensar en una pizca de fortaleza para este gobierno.

Sin embargo, Vizcarra ha tenido la destreza y capacidad para alinearse con los deseos populares
y complementar, éstos, con iniciativas políticamente relevantes (reformas políticas y judiciales);
hecho que le ha llevado a cosechar niveles altos de aprobación y simpatía, tanto, que sus
opositores -quienes se encontraron tranquilos en un primer momento- temieron una posible
candidatura a la “reelección” e incluso una muy “lejana” posibilidad de cierre del congreso,
temor que se llegaría a materializar después.

Al parecer nadie se esperaba un actor político de esas características (capaz de aprovechar la


más mínima de las oportunidades) o es que no se tomaron el trabajo de indagar el pasado
político de Vizcarra, quien ya había tenido experiencia previa, postulando a la Presidencia
Regional de Moquegua en 2006, paradójicamente por el Partido Aprista Peruano, donde quedo
en segundo lugar; liderando la protesta conocida como el “Moqueguazo” en 2008; negociando
con las mineras Quellaveco y Southern (siendo ya Presidente Regional) tras lo cual logró el
otorgamiento de más de 1000 millones de soles como contribuciones o regalías; consiguiendo,
asimismo, que el gobierno de Ollanta Humala le otorgue 720 millones de soles para la realización
de obras públicas; en fin, una amplia trayectoria de negociación con ganancias comprobadas. O
lo que es peor, poseer una mayoría abrumadora los cegó y se creyeron con el suficiente poder
para evitar cualquier acción que pudiera perjudicarlos; lo que haya sido, terminaron
estrellándose con una realidad que no vieron venir, sino hasta cuando ya fue muy tarde.

A este tiempo, sin bases sociales y sin un Partido Político (que, por definición, es el intermediario
entre la sociedad y el poder), el gobierno de Vizcarra, se ha venido sosteniendo en el respaldo
de la opinión pública, lo cual no es malo. Lo complicado es que esta opinión pública es muy
susceptible a los cambios, incluso cuando éstos son mínimos, pueden generar un gran impacto;
pues dependen directamente de lo que los medios de comunicación quieran transmitir y de lo
que algunos grupos de interés o presión quieran incluir en la agenda pública.

La decisión y firmeza de algunas de las decisiones más importantes de este gobierno, se han
visto opacadas por la equivocación en otras, incluso por algunas declaraciones, pues se va
haciendo cada vez más evidente que no se trata de un gobierno o un presidente tan “inteligente”
como se creía o se había hecho creer. El poco conocimiento que el presidente parece tener sobre
algunos temas, básicos para el cargo que ostenta, como la diferencia entre “jefe de Estado y jefe
de Gobierno” lo han dejado muy mal parado y de ello han sacado provecho sus opositores. Pues
en nuestro país, el presidente es jefe de Estado y de Gobierno, a la vez; solo en países con un
sistema político Parlamentarista (tipo Reino Unido) existe tal diferencia.
Mas el camino, parece estar definido. Buscar aquello que pueda calar de manera positiva en la
población y hacia ahí orientarse para mantener su aprobación, tal y como ocurrió con el anuncio
del resguardo policial a los congresistas; donde se planteo eliminar este resguardo, pero no se
mencionó que dicha iniciativa requiere de un cambio constitucional. Lo cierto es que los
discursos populistas pegan y pegan hondo en el sentir de la población.

Se requiere si, que la diferencia entre gobernantes y gobernados sea mínima; se requiere que la
función pública sea de servicio y no de beneficio propio; se requiere que quienes nos
representan deben estar más cercanos a nosotros y no alejados como hasta ahora sucede. Que
un político se atienda en el mismo centro de salud que cualquiera de nosotros; que camine
expuesto a los mismos peligros que nosotros, solo de esa forma podrán entender realmente las
necesidades de quienes representan. Pero no solo debe ser un discurso para mantener elevados
índices de aceptación, sino, una política de Gobierno concreta y permanente en el tiempo.

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