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Universidad UTE

Ciencias de la Ingeniería e Industrias

Gestión del Talento Humano


Nombre: Mishelle Romero
Carrera: Ing. Industrial y de procesos
Fecha: 10/02/20

UNA ACCIÓN CIVIL

“La probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos de apoyar una


causa que creemos que es justa”. Abraham Lincoln (1808-1865). Político
estadounidense.

Como toda organización, los órganos jurisdiccionales, están integrados por


diversos recursos, entre ellos y el más importante, los recursos humanos,
quienes, con su trabajo, colaboran con los titulares de los órganos del Poder
Judicial, para un mismo fin.
El rol de los titulares de los órganos jurisdiccionales que integran el Poder
Judicial, requiere de liderazgo, para la realización de la función judicial, como
herramienta para garantizar la eficiencia y la calidad del servicio público de la
administración de justicia. El liderazgo en el Poder Judicial es aplicable en el
ámbito jurisdiccional y en el administrativo, basta identificar los 4 componentes
para considerar que es necesario un líder, que son: que existan posiciones en
las que se requiera influencia, la relación de una persona y un grupo específico,
la situación particular de cada área o grupo, y el logro de un propósito común
como criterio para la efectividad del proceso.
En Una acción civil (EUA, 1998), Jan Schlichtmann es un abogado experto en
demandas de daño corporal, aquellas en las que las personas sufren, o
sufrieron, de problemas de salud causados directa o indirectamente por las
acciones de a quienes demandan, por ejemplo, alguien que tiene que ser
hospitalizado tras un accidente automovilístico, o alguien que sufre contusiones
después de una disputa de riña. En la historia, Jan y su equipo deciden tomar
el caso de ocho familias cuyos hijos han muerto de leucemia en un pequeño
pueblo cerca de Boston, en Estados Unidos; los afectados afirman que las
muertes fueron producto del agua contaminada de la ciudad y la causa
probable apunta a responsabilidad de una empresa que derrama líquidos
tóxicos.
En la historia, para Schlichtmann y su equipo de trabajo, la situación de
demanda representa una ganancia financiera, pues aquellos que se
desempeñan en el área de daño corporal normalmente logran evitar ir a juicio,
toda vez que, la mayoría de las ocasiones las partes involucradas en el
conflicto llegan a un acuerdo monetario. En consecuencia, el modo operativo
de los abogados especializados en este tipo de casos les gana fama de
aprovechados, de abusivos, gente que se beneficia de la desgracia de los
demás, que lucra con la pena ajena. “Toda la intención de la demanda es llegar
a un acuerdo”, dice este hombre en un punto de la película. Es como si en el
fondo, en efecto, se buscara una forma de reparar el daño sufrido con dinero.
El problema es que el dinero no siempre puede hacerlo. Puede, en ocasiones,
ayudar a pagar las cuentas del hospital en caso de que se trate, por ejemplo,
de un accidente que deja lesiones y secuelas al afectado, pero, cuando alguien
muere, ¿de qué sirve el dinero?, ¿por qué mercantilizar el dolor por la muerte
del ser querido?

Para el abogado que representa a esta compañía de alimentos, los testimonios


pueden significar su fracaso, precisamente porque las historias de vida podrían
crear una situación empática con el jurado que, en consecuencia, darían luz
verde para encontrarlos culpables. “Los juicios son una corrupción de todo el
sistema legal”, dice esta persona, subrayando así una realidad, el juicio no
siempre representa el epítome de la justicia. “Un tribunal no es un lugar para
buscar la verdad”, añade en otro punto de la historia, recalcando que su trabajo
es ganar a favor de su cliente, sea culpable o no. Según su perspectiva, la
clave es no involucrarse en el caso, porque si como abogado juzga lo correcto
o lo incorrecto de la situación, según su propio punto de vista ético, entonces
su juicio se nublará y su esfuerzo por ganar no responderá al fin por el que es
contratado, ni a lo correcto, ni a la verdad, no lo hará por sus clientes, sino por
un motivo personal.

Schlichtmann pierde el caso por muchas razones. Su obsesión personal por


responder con la mayor garantía a sus clientes es una de ellas y, lo peor, es
que va ligado con su ego, con su deseo de triunfar y hacer un bien a gente con
quienes se comprometió, incluso conociendo que no siempre fue algo viable. Y
es que el caso nunca llega a proceder en todas sus ramificaciones porque
antes de que los testimonios de las familias puedan ser escuchados, se alega
una acción para desestimar la acusación en contra de la compañía de
alimentos (el acta 96 F.R.D 431), en una lógica igual de subjetiva y literal,
argumentando que, si hubo contaminación, fue porque la tenería derramó
químicos, por tanto, la responsabilidad directa es de ellos, no de la empresa
que los contrata.
El proceso jurídico y la interpretación de la ley se enfocan entonces en
formulismos y olvidan que el verdadero problema es la forma irresponsable con
que la empresa trata los desechos contaminantes y la agresión sanitaria que
representa su actuar hacia la ciudad, las familias que ahí habitan y la
naturaleza en general.

Al final, los demandantes deben conformarse con una suma mínima de


compensación, en lugar de arriesgarse a perderlo todo; pero por lo menos
abriendo el suficiente camino para encontrar la verdad, que la información
sobre el desecho de químicos a las aguas y suelos del lugar está ahí, sólo que
escondida entre mentiras y evidencia no presentada porque, los mismos
trabajadores y dueño de la tenería, han hecho lo necesario para ellos mismos
sobrevivir al sistema.

El abogado defensor, sin recursos para continuar con el proceso legal, deja el
caso en manos de la Agencia de Protección Ambiental, para apelar el caso,
descubriendo entonces que su enfoque siempre estuvo equivocado y que lo
más importante de la demanda no son las familias o los niños fallecidos, no es
el llamado a la ética o el deseo de castigar a quienes fueron responsables de
tirar materiales químicos al agua, sino limpiar el ambiente y cuidar de él, que
es, a fin de cuentas, el que provee al hombre de recursos para vivir, es
enfatizar que la contaminación afecta al mundo, a la tierra y a los recursos
naturales y, por ende, al hombre mismo, en su salud y su desarrollo. Jan
Schlichtmann lo veía como un caso legal donde manipular las partes para
obtener dinero, a través de una puesta en escena teatral de los hechos,
cuando, en el fondo, la demanda era mucho más grande que él y el enfoque
que quiso darle.

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