El abogado defensor, sin recursos para continuar con el proceso legal, deja el
caso en manos de la Agencia de Protección Ambiental, para apelar el caso,
descubriendo entonces que su enfoque siempre estuvo equivocado y que lo
más importante de la demanda no son las familias o los niños fallecidos, no es
el llamado a la ética o el deseo de castigar a quienes fueron responsables de
tirar materiales químicos al agua, sino limpiar el ambiente y cuidar de él, que
es, a fin de cuentas, el que provee al hombre de recursos para vivir, es
enfatizar que la contaminación afecta al mundo, a la tierra y a los recursos
naturales y, por ende, al hombre mismo, en su salud y su desarrollo. Jan
Schlichtmann lo veía como un caso legal donde manipular las partes para
obtener dinero, a través de una puesta en escena teatral de los hechos,
cuando, en el fondo, la demanda era mucho más grande que él y el enfoque
que quiso darle.