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Nueva Criminología

INTRODUCCION
El análisis de la desviación en el marco de la lucha de clases, repercutía en la
concepción de la criminalización como un instrumento utilizado en la lucha
política. La criminalización es un artificio más que la clase dominante utiliza en
su lucha para conservar sus intereses y poder. Definir una actividad como
delictiva significa degradarla a un estatus inferior, eliminar el apoyo social y
movilizar a las instituciones legales contra «el crimen» que aparece como un
enemigo común.
Es cierto que esta versión instrumental fue acogida por la criminología crítica,
hasta el punto de que llegó a hablarse de un «funcionalismo de izquierdas»
(Young, 1979). También es admitido que ello se agudizó por la presunción de
una conspiración de las clases dominantes; el sistema penal no sólo era
funcional para el mantenimiento del sistema, sino que además estaba
programado para resultar funcional. Pero también es indudable que esta
perspectiva cedió el paso a una versión estructuralista más sofisticada . De
igual modo se abandonaron las conjeturas acerca de una conspiración y,
probablemente por influencia de Foucault, se admitió que quizás las tácticas se
coordinan sin la dirección obligada de un estratega.
Hirst objeta el marxismo de los «nuevos criminólogos» fundamentalmente en
base a dos premisas: su concepción de una sociedad en la cual desaparezca la
necesidad de criminalizar y su defensa del desviado como delincuente político .
El argumento de los nuevos criminólogos obedecía a que si todo el proceso
criminalizador se veía inmerso en la lucha de clases, éste debía lógicamente
variar con el ocaso de la clase dominante. Por ello se concluía con una
sociedad —si bien no se dice que socialista— donde no habrá necesidad de
criminalizar, ya que no existirán delitos sino sólo actos diversos.
La nueva criminología dirigió a la perspectiva del etiquetamiento fueron
paradigmáticas para todos los criminólogos marxistas de la época. La
perspectiva del etiquetamiento se desentiende de la desviación primaria, esto
es, de las causas que conducen al comportamiento delictivo. Con ello parece
perder potencia revolucionaria ya que ignora la existencia de causas
estructurales, paro, pobreza, situaciones de injusticia, etc., que explican la
realización de comportamientos delictivos. cae en un determinismo: la etiqueta
siempre conduce a la desviación. Con ello ignora que la desviación puede ser
una opción, libremente ejercida como medio de manifestar una oposición
política. Y tambien es idealista, desconoce que hay actos objetivamente
desviados, que los comportamientos no son libremente definidos
independientemente de su contexto y tambien desconoce la cuestión del poder.
Con las teorías de la criminalidad y de la reacción penal basadas en el labelling
approach y con las teorías del conflicto tiene lugar, en el ámbito de la
sociología criminal contemporánea, el paso de la criminología liberal a la
criminología crítica. las concepciones criminológicas positivistas empezaron a
ser rechazadas por esta corriente, que percibía estas posturas más bien como
un instrumento de legitimación del orden legal y social constituido, sumando
entonces las críticas al etiquetamiento y produciéndose un “cambio de
paradigma” que criticaba, en general, el hecho de presentar al infractor como
un sujeto excesivamente pasivo.
De este modo, y con el objeto de esbozar concepciones de un orden social
más pluralista, sucedió que diversos actores comenzaron a revisar aquellas
doctrinas de corte marxista, surgiendo la llamada criminología crítica,
criminología radical o nueva criminología

Enfoque Sociopolítico
Desde los inicios de la dogmática en el siglo XVIII el único que respondía
penalmente era el individuo, la persona, pero recientemente en legislaciones
como la española en el año 2010 entró en vigencia tal responsabilidad.
Honduras está a las puertas de un nuevo Código Penal en el que ya se
contempla la responsabilidad penal de las personas jurídicas. La entrada en
vigor de esta responsabilidad penal ha suscitado múltiples debates en la
dogmática penal, un sector mayoritario de la doctrina se muestra en
desacuerdo y otro sector considerable muestra su total apoyo para que la
empresa sea sujeto de responsabilidad desde el punto de vista criminal, como
reto pendiente que tiene la dogmática, es la construcción y elaboración de una
teoría del delito aplicable al derecho penal económico o moderno, y en el plano
de la autoría y participación, representa otro problema, en el sentido de que en
el plano de los delitos de empresa cometidos por aquellos grandes consorcios
o holdings de empresas donde hay multiplicidad de funciones de personas
laborando y donde hay cruce de información, es difícil deducir responsabilidad
a personas físicas, es difícil determinar si se actúa con dolo o imprudencia.
En el plano de la parte especial se encuentran problemas de imputación en el
sentido de que es difícil determinar el mandato de determinación para
subsumirlo en un tipo penal, es decir, la taxatividad, aquí hay una escisión del
tipo penal, porque en la actuación de la empresa confluyen una serie de
personas, y solo será autor quien lo cumple el delito en su totalidad, no que se
reparte el tipo delictivo en las personas que trabajan en la empresa o en un
departamento en específico y recordemos, son empresas gigantescas,
entonces incrustar una acción delictiva en el Código Penal resulta a veces
problemático, en ese sentido, ampliamente relacionado es cuando se
presentan problemas de imputación en el momento que quienes actúan,
quienes conciben en su mente delinquir son las personas físicas que actúan a
través de la empresa, por ejemplo, en ciertas ocasiones actúan los
administradores de derecho o los administradores de hecho. De una u otra
manera esto último se relacionó en un momento determinado con lo que la
dogmática ha llamado actuar en lugar de otro, antes de entrar en vigencia esta
figura existían problemas de responsabilidad penal muy severos, el objetivo de
la figura actuar en lugar de otro, se planteó con el objetivo de separar los
delitos comunes de los delitos especiales, en vista de que los delitos cometidos
a través de la empresa se consideran delitos especiales porque el sujeto activo
del delito únicamente puede serlo quien ostente la categoría de representante
de la persona jurídica, con esta figura, responde aquel sujeto no cualificado que
actúa en representación de la empresa sin ser representante legalmente
establecido.
Por ejemplo, la creciente construcción de centrales hidroeléctricas en Honduras
y en Centroamérica se inscribe en un marco continental de transformación de
la matriz energética, fundamentada en la lucha contra el cambio climático y
caracterizado por ambiciones de integración energética impulsadas por
financiamientos internacionales. Se inscribe también en un contexto nacional
marcado por la debilidad del estado de derecho y de violencia considerable
contra defensores de derechos humanos, incluyendo asesinatos,
criminalización y campañas de difamación, en particular en contra de quienes
se oponen a proyectos de inversión.
Se han realizado modificaciones regresivas del marco jurídico desde 2007,
seguidas de importantes cambios reglamentarios después del golpe de Estado
de 2009. Estas modificaciones han tenido como principal resultado el permitir
la concesión de licencias ambientales en áreas protegidas, abriendo la puerta a
la construcción de proyectos en estas áreas – como el proyecto Cuyamel II
aprobado unos días después de esta modificación y limitando la necesidad de
realizar una Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) para los proyectos de
mayor capacidad de producción eléctrica. Estas reformas constituyen una
violación del principio ambiental de prevención, ya que los EIA constituyen el
principal instrumento de prevención, contradicen los principios de protección de
los derechos humanos y el medioambiente, y el principio de progresividad, los
cuales están consagrados en tratados internacionales ratificados por Honduras.
El proyecto hidroeléctrico Cuyamel II de la Compañía de Energía de San
Francisco S.A. (CONERSA), prevé la construcción de una presa hidroeléctrica
a filo de agua de tres megawatts sobre el río Cuyamel, principal fuente de agua
potable de seis comunidades del Municipio de San Francisco, Atlántida, razón
por la cual tiene un impacto negativo potencial para más de 7000 personas.
El proyecto está previsto en las áreas protegidas del Parque Nacional Pico
Bonito y la microcuenca del río Cuyamel. El Parque Nacional Pico Bonito tiene
una superficie de 107,090 hectáreas siendo el segundo parque más grande de
Honduras, hace parte del Corredor Biológico Mesoamericano, y abarca la
montaña más ecodiversa de Honduras, por su riqueza en especies endémicas
y algunas especies de fauna y flora amenazadas de extinción. Toda la riqueza
de este ecosistema altamente productor de agua esta en peligro con la
construcción del proyecto Cuyamel II.
El proceso para la aprobación del proyecto Cuyamel II fue iniciado en 2001 y la
aprobación por el Congreso Nacional se obtuvo en 2014, sin embargo su
construcción aún no ha comenzado debido al rechazo de la población, la
presencia del Cuarto Batallón de Infantería en la zona desde 2013 y la falta de
inversores. Desde sus inicios, este proyecto conllevó violaciones de los
derechos de la población de San Francisco, en particular el derecho al agua,
cuya vulnerabilidad se vió además acrecentada por violaciones a los derechos
a la información y la participación ciudadana, así como el derecho a un recurso
efectivo.
El Estado incurrió en una serie faltas administrativas. Otorgó la licencia
ambiental, suscribió y aprobó los contratos de operación y aprovisionamiento
de aguas para la realización del Proyecto Cuyamel II ignorando las
recomendaciones técnicas de distintas autoridades, y violando la legislación
ambiental en vigor al momento de la solicitud de la licencia. Para justificar estos
actos, se puso en duda la validez jurídica de la delimitación del área protegida
del Parque Nacional Pico Bonito violando la obligación internacional de crear,
proteger y administrar de manera sostenible las áreas protegidas, establecida
en tratados ratificados por Honduras. Adicionalmente, en 2013, se incautó un
terreno adyacente al río Cuyamel y se lo traspasó, de manera irregular al
Cuarto Batallón de Infantería. El Ejército procedió a construir instalaciones
militares en contra de la normatividad existente, poniendo en riesgo el derecho
al agua. Desde entonces, el Ejército ha limitado la capacidad de los miembros
de la Junta de Agua de San Francisco a realizar su mandato de administración
y mantenimiento del sistema de aprovisionamiento de agua, y ha impedido más
de dos veces el acceso a funcionarios nacionales e internacionales que
intentaban acceder a la zona con el fin de verificar las construcciones
establecidas en la zona y evaluar su potencial impacto. Al no realizar una EIA o
un estudio de impacto en los derechos humanos del proyecto, la empresa
CONERSA incumplió su responsabilidad de respetar los derechos humanos y
actuar con debida diligencia para identificar, prevenir y remediar los impactos
que sus actividades causan o puedan causar sobre los derechos humanos. La
empresa se benefició del debilitamiento del marco normativo y de las
irregularidades administrativas ocurridas, en contra de las exigencias de
respetar los principios de derechos humanos internacionalmente reconocidos,
independientemente del contexto nacional, tal como ha sido establecido en los
Principios Rectores de Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos
Humanos.
Las modificaciones regresivas de la reglamentación ambiental realizadas en
2009 afectaron la protección de los derechos al acceso a la información y a la
participación ciudadana ya que relegaron a las ONG y al público de un rol
constitutivo, a un rol de apoyo en el proceso de evaluación de los proyectos
llevados a cabo por la administración antes de otorgar la licencia ambiental.
Además, en contra de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información, se
han adoptado regulaciones que limitan el acceso a la información de manera
injustificada, al impedir el acceso a ciertos documentos del expediente de
concesión de la licencia ambiental, fuente primaria de información para conocer
las características del proyecto, para poder evaluar los potenciales impactos y
proteger el derecho al agua. La falta de espacios y mecanismos de información
y participación adecuados para la comunidad crearon un contexto que permitió
la aprobación del proyecto a pesar de las irregularidades administrativas
señaladas anteriormente, ya que no se convocaron las reuniones en las que las
ONG y la población hubieran podido ejercer el rol de aprobación y control
previsto por la reglamentación.
La empresa no respetó los derechos a la información y participación de las
comunidades de San Francisco. La información acerca de CONERSA es
escasa y difícil de obtener, ya que su accionista principal GREEN Inc. está
registrado en Panamá y sus representantes no aceptaron proporcionar
información sobre sus propietarios efectivos. Finalmente, la empresa habría
presuntamente presentado documentos falsos a las autoridades en vista de
obtener la licencia, intentando probar que la comunidad había manifestado su
acuerdo con el proyecto, aún cuando ésta se pronunció reiteradas veces en su
contra, mediante denuncias, declaraciones y manifestaciones públicas. Los
miembros de la comunidad, a través de las Juntas de Agua, hicieron denuncias
ante diferentes instancias judiciales y administrativas. Estos procesos
estuvieron marcados por la falta de investigación y demoras en los trámites.
De un total de nueve denuncias realizadas a nivel nacional ante distintas
instancias, dos se encuentran aún en curso, tres han sido declaradas
improcedentes, inadmisibles o han sido cerradas y en cuatro de ellas las
investigaciones no han avanzado de manera significativa. Las demoras y
dificultades de las numerosas solicitudes de la población contrastan con la
emisión relativamente efectiva de la licencia ambiental y los contratos de
operación.
Organizaciones coma la FIDH (Federación Internacional de Derechos
Humanos) en un estudio indican que el principal impacto radica en la
disminución de la cantidad y calidad del agua disponible para el consumo
humano. Hacen un llamamiento para que el Estado hondureño "refuerce el
marco jurídico nacional con el fin de proteger adecuadamente los derechos
humanos de las poblaciones afectadas por proyectos de inversión de este tipo".

Y critican los vacíos jurídicos que hacen posible la construcción de represas


hidroeléctricas en áreas protegidas. Reclamando a las instituciones financieras,
tanto internacionales como nacionales, que actúen "con la mayor debida
diligencia" antes de invertir en este tipo de proyectos, ya sea "de manera
directa o indirecta

El paradigma Marxista:
La preocupación de Marx centrada en analizar y develar el funcionamiento de
la economía política en el capitalismo hizo que no desarrollara de manera
expresa o circunstanciada el tema de las conductas delictivas y de la política
punitiva hacia ellas no obstante que en toda su obra hay abundantes
referencias a ellas.
De tal manera es necesario considerar la compleja relación entre el orden
social con ciertos delitos (y no con “el delito”) y con la política penal que
protege el orden y lo reproduce; en esta línea sostenemos que Derecho Penal
y Política Penal no están necesariamente ligadas o secuenciadas porque esta
última es actuada como una tecnología política de gobierno que responde a la
construcción, defensa y reproducción del orden social y por lo tanto no
depende necesariamente del Derecho Penal. La influencia del pensamiento de
Marx sobre la corriente sociológica del Interaccionismo logró que se rompiera
con la naturalización del delito o la desviación para sostener que son las formas
de dominación las que se expresan en tales definiciones, que la “desviación” no
es una propiedad del acto sino un rótulo o etiqueta que se aplicabajo la
hegemonía.
Otra cuestión fundamental que advirtiera Marx es que el Estado en la sociedad
burguesa padece el asedio de los intereses privados porque los vínculos que
establecen las personas en la vida burguesa, son sus vínculos reales; por eso
el Estado se halla mantenido en cohesión por la vida burguesa). Y al analizar la
declaración de los Derechos del hombre y el ciudadano y la retórica. también
señalaba que lo que mantiene en cohesión a los miembros de la sociedad
burguesa es el interés individual (el egoísmo) y sus relaciones económicas e
industriales y no el vínculo político, aquel que invoca la justicia y la virtud.
1-En cuanto al contenido y funcionamiento del derecho penal:
Las primeras compañías mineras trasnacionales (The New York & Rosario
Mining Company) y con una inversión significativa para expandir la producción
en la mina de oro y plata de San Juancito. Esta compañía fue la fuerza
económica y política dominante en el país durante casi un siglo. Durante este
tiempo, la propiedad y la inversión extranjera fueron presentadas por las élites
políticas hondureñas como necesarias para resolver los problemas económicos
de Honduras. Esto resultó en reglas generosas que permitieron la minería en
casi cualquier lugar del país, sin salvaguardas para proteger la salud social y el
medio ambiente, así como exenciones casi totales del pago de impuestos de
cualquier tipo.
La minera Goldcorp de Canadá fue una de las primeras compañías en obtener
una concesión en virtud de la ley de minería de 1998. Una de las numerosas
minas a cielo abierto en Honduras, la mina San Martin de Goldcorp, utilizó
tecnologías de lixiviación de cianuro (baratas pero extremadamente peligrosas)
para separar el oro de la sobrecarga de rocas. A pesar de su cierre, la mina
San Martín sigue siendo uno de los proyectos más controvertidos en Honduras
hoy en día, causante de cambios irreversibles en el sistema fluvial local
(secado de quince de los dieciocho ríos de la cuenca), así como de los
impactos masivos en salud pública de las comunidades locales.
La aprobación secreta de la ley minera de 1998 fue ampliamente condenada.
La sociedad civil hondureña argumentó que la ley estaba repitiendo los errores
del pasado, favorecía injustamente a las compañías mineras y exponía a las
comunidades a abusos de la salud pública y ambiental. La ley permitió la
minería en cualquier parte del país; habilitó el uso ilimitado de agua por parte
de las compañías mineras; otorgó a las empresas la potestad para desalojar
sumariamente a cualquiera que viviera dentro de las concesiones mineras; y
eximió a las compañías mineras del pago de impuestos y el cumplimiento de
las leyes nacionales de protección ambiental. En las décadas siguientes, los
hondureños promovieron reformas legislativas para revertir estas disposiciones,
prohibir la minería a cielo abierto y el uso de cianuro y otros químicos tóxicos
durante el procesamiento de minerales; y garantizar sus derechos de decidir la
naturaleza y extensión de la minería en sus territorios.
No ha sido un camino fácil. Las comunidades se organizaron en torno a los
devastadores impactos causados en la salud pública y ambiental por las minas
de San Martín y San Andrés. Estos casos dieron lugar a la presentación del
proyecto de reforma a la Ley de Minería ante el congreso nacional en el 2004.
En febrero del 2006, un consejo de ministros del gobierno ratificó una moratoria
sobre las nuevas licencias para la minería a cielo abierto. La sociedad civil
siguió con una petición ante la Corte Suprema de Justicia de Honduras para
impugnar la legalidad de la ley de minería y, en 2007, la Corte encontró
diecisiete disposiciones de la ley que eran inconstitucionales.
El gobierno respondió emitiendo y estableciendo una Comisión Nacional para
redactar una nueva ley de minería. Esta oportunidad para los hondureños de
participar en la redacción de la nueva ley no duró mucho. En 2009, antes de
que el gobierno pudiera introducir la ley de minería revisada en el parlamento,
el presidente Zelaya fue derrocado por un golpe de estado.
Desde entonces, la inseguridad y la indiferencia por los derechos humanos han
frenado los esfuerzos de los hondureños por participar en el desarrollo de las
leyes y las políticas que afectan sus tierras y medios de subsistencia, incluidas
las que rigen la minería.
El efecto de la ruptura constitucional-democrática que el golpe inició ha
agudizado la desconfianza de las organizaciones de derechos humanos y
movimientos sociales hacia las instancias del Estado. Sin embargo, el gobierno
hondureño aprobó una nueva ley minera y levantó la moratoria sobre la minería
a cielo abierto en 2013.
Si bien la nueva ley abordó algunas de las cuestiones planteadas por la Corte
Suprema, todavía no está a la altura de las preocupaciones claves planteadas
por la sociedad civil de Honduras en cuanto a transparencia, protección
ambiental y participación ciudadana en la toma de decisiones.
Las mejoras que aporta la nueva Ley General de Minería son:
• Los derechos mineros ya no pueden venderse en secreto (se requiere una
notificación pública).
• Se identificó un número limitado de áreas en las que está prohibida la minería.
En la práctica, estas “zonas de exclusión minera” son extremadamente
limitadas debido al rigor de los criterios, la falta de datos integrales (y
accesibles al público) sobre estas “áreas protegidas,” la falta de coordinación
entre entes gubernamentales, y la potestad ejecutiva para concebir exenciones.
Los derechos de participación pública mejoraron, pero no alcanzan para
garantizar los derechos de la comunidad a dar o negar su consentimiento. El
poder de decidir sobre la continuidad de una mina solo aplica cuando se busca
un permiso de extracción (no se aplica a las actividades de exploración a pesar
de que la conflictividad e impactos sociales en los territorios comienzan en la
fase de exploración). La decisión de prestar o negar consentimiento debe
realizarse a nivel municipal dentro de los 60 días posteriores a la aplicación del
permiso de explotación. El derecho a denegar consentimiento se aplica solo
para la municipalidad donde se encuentra la mayoría de la concesión
Aun persisten ciertas debilidades, por ejemplo no se discute cuándo ni cómo el
gobierno puede adquirir tierras obligatoriamente para minería. Se da un criterio
muy amplio al gobierno para impedir el acceso público a cierta información
“confidencial” sobre los proyectos de minería (lo que contradice uno de los
objetivos principales de la ley).
Adopta el mismo Canon Territorial (tarifas de alquiler de superficie) que la
Corte Suprema consideró desigual y desproporcionadamente bajo. No
considera los altos incentivos financieros y las exenciones impositivas que
históricamente han beneficiado a las compañías mineras. Adquiere los mismos
requisitos de impuestos de venta/exportación municipal que la Corte Suprema
consideró desproporcionadamente bajos (1% del valor total mensual de las
ventas o exportación de minerales).
No autoriza al gobierno a cancelar o a suspender las concesiones mineras que
causan daños ambientales a las tierras y al agua. Tampoco aclara las
responsabilidades institucionales en materia de coordinación y aplicación en los
distintos marcos jurídicos. Mantiene los mismos valores financieros
desproporcionadamente bajos que pueden utilizarse para remediar los
derrames tóxicos y restaurar las minas después de que se termina la
producción (si el operador se niega a hacerlo).
No menciona si los proyectos considerados “inversiones prioritarias” (con
valores superiores a los $50 millones de dólares conforme a una Ley de
Inversiones) cumplen al menos con las protecciones sociales y ambientales
más débiles. No aclara cuestiones sobre derechos relacionados con el agua,
en particular el derecho del uso ilimitado para empresas mineras
Introduce el requisito del pago a un impuesto especial a la Tasa de Seguridad
(2% sobre el valor FOB de las ventas o exportaciones de la minería metálica y
1% de la no metálica)
2- Respecto de las consecuencias de la criminalidad para la sociedad:
En Honduras, muchos de los proyectos mineros (como otros proyectos de
extracción de los bienes comunes) se encuentran en tierras pertenecientes a
las comunidades indígenas y afro-descendientes y tierras cultivadas por
pequeños agricultores. Para ellas, las causas fundamentales de los conflictos
de tierras son, en gran parte, el resultado del fracaso histórico de las
instituciones estatales hondureñas y las empresas de obtener su
consentimiento previo, libre e informado (CLPI) para proyectos que les podrían
afectar.
El CLPI está consagrado en un cuerpo integral de derecho internacional que
incluye no sólo el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) (ratificado por Honduras en 1995), sino también la Declaración de las
Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, diversas
convenciones de derechos humanos, y la jurisprudencia de tribunales
internacionales de derechos humanos. Sin el reconocimiento y la aplicación del
CLPI, las comunidades seguirán sufriendo, lo que podría conducir a abusos
contra los derechos humanos, retrasos o paros de los proyectos.
En los últimos años se han reportado denuncias y acciones legales tanto en
Honduras como ante instancias supranacionales, por violaciones del Convenio
169 de la OIT. En el caso de la Comunidad Garífuna Triunfo de la Cruz, por
ejemplo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos concluyó que no
existen disposiciones en el ordenamiento jurídico hondureño que impongan la
realización de procesos de consulta previa, libre e informada. Otro ejemplo de
denuncia internacional es la queja que comunidades garífunas presentaron
ante el Panel de Inspección del Banco Mundial, por la adopción del Programa
de Administración de Tierras en Honduras sin consulta previa.
Hace dos años comenzaron las negociaciones sobre un proyecto de ley de
consulta. El gobierno hondureño parece estar dispuesto a introducir uno o más
de estos proyectos de ley en el Congreso ya en julio de 2017. Las
negociaciones fueron facilitadas por el Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD). Cuatro proyectos de ley han sido distribuidos por
diferentes actores, incluso por la organización lenca del Consejo Cívico de
Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) en conjunto con
la organización garífuna de la Organización Fraternal Negra Hondureña
(OFRANEH), los quienes se han negado a participar en el proceso de consulta
y han presentado conjuntamente su propio proyecto de ley de consulta para la
consideración del parlamento hondureño. Para ellos, si la ley no garantiza,
como mínimo, sus derechos de dar o negar el consentimiento a proyectos en
sus territorios, la ley, por muy ampliamente consultada que sea—no será
efectiva para garantizar sus derechos.
A pesar de estas negociaciones, las denuncias de coerción y manipulación
durante las consultas junto con dudas sobre la adecuación de la representación
indígena han sido planteadas por diversos actores, entre ellos la OIT, el Alto
Comisionado de las Naciones Unidos por los Derechos Humanos (OACNUDH),
la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas, así como COPINH y OFRANEH. La actual criminalización, violencia
y asesinatos de líderes indígenas y garífunas han agravado las tensiones
existentes entre las organizaciones indígenas y el gobierno, y han exacerbado
las sospechas sobre el diálogo sobre la ley de consulta.
Se identifican lecciones para ayudar a los gobiernos, las organizaciones
indígenas y de la sociedad civil a implementar el CLPI, ya sea a través de leyes
nacionales u otros mecanismos. En el caso de Honduras:
-El gobierno hondureño necesitará desarrollar procedimientos y reglas
administrativas claras, incluyendo, por ejemplo, directrices para asegurar que
las consultas incluyan una representación indígena adecuada.
-Se debe dar prioridad a la creación de capacidad para la institución
gubernamental aún no definida responsable de apoyar las consultas.
-Los procesos de consulta específicos del proyecto requerirán supervisión
independiente, financiamiento adecuado que no dependa de los ingresos del
sector minero y tiempo adecuado para que las comunidades definan sus
propios procesos para tomar decisiones y asegurar la participación inclusiva de
todos.
-Se necesitará levantar el velo de secretismo sobre los proyectos mineros
existentes y propuestos: los miembros de las comunidades afectadas necesitan
tener acceso a la información básica sobre ellos (p.ej. donde se proponen,
quién está detrás, quién los financia, y cuáles pueden ser los impactos y
beneficios)
Sobre la criminilización de los derechos humanos
Frente a la generalizada criminalización de las personas defensoras de
derechos humanos en el Bajo Aguán, el Observatorio Para la Protección de los
Defensores de Derechos Humanos (FIDH-OMCT) y el Comité de familiares de
detenidos-desaparecidos en Honduras (COFADEH) llaman a las autoridades
hondureñas a poner fin a todas las medidas represivas en contra de personas
defensoras, así como a protegerlas frente a todos los actos de amenazas,
hostigamiento, desprestigio o asesinato por parte de actores estatales y
privados, y reconocer el papel fundamental que desempeñan para la
preservación del derecho a la tierra y al territorio.
El 13 de septiembre de 2018, un Tribunal de Honduras emitió 18 órdenes de
captura en contra de líderes sociales y defensores de derechos humanos, de la
tierra y del territorio del Bajo Aguán (en la costa atlántica de Honduras), bajo
delitos de “usurpación y daños en perjuicio de la empresa minera “Inversiones
Los Pinares””. Esta medida se acompañó de una orden de desalojo del
Campamento por la Vida. Estas medidas suelen ser aplicadas a delitos de alta
peligrosidad como crimen organizado o en caso de maras, y resulta totalmente
desproporcionado y escandaloso aplicarlas a personas defensoras de derechos
humanos.
Desde hace más de 70 días, diversos pobladores de la Comunidad de El
Guapinol, Municipio de Tocoa, Colón, desarrollan un importante labor de
defensa y protección de los derechos humanos mediante la instalación del
Campamento por la Vida, por medio del cual identificaron los impactos
ambientales, humanos, económicos y sociales de los megaproyectos mineros
de la compañía Los Pinares (ex Emco Mining Company) en la zona Atlántica,
especialmente sobre el Parque Nacional Carlos Escaleras Mejía. Se ha
probado que los proyectos mineros identificados han contaminado los ríos que
son fuente de agua para 13 comunidades del sector de San Pedro, Cayo
Sierra, Zamora y Santa Rosa de Aguán, colocando en riesgo a más de 90,000
habitantes.
“Esta nueva amenaza se suma a los 700 casos de amenaza reportados contra
defensores de derechos humanos en el último semestre. Los defensores de
derechos humanos, líderes sociales y ambientales que denuncian las
inconveniencias del modelo de desarrollo y las violaciones al derecho a la
consulta previa se convirtieron en el sector más vulnerable en Honduras”,
recuerda Bertha Oliva, Secretaria General Adjunta de la FIDH y coordinadora
de COFADEH.
Entre los 18 defensores de derechos humanos criminalizados por estas
medidas se encuentran los Sres. Juan López, Subcoordinador de la Fundación
San Alonso Rodriguez (FSAR), Reinaldo Dominguez, líder comunitario de la
comunidad de Guapinol, Orbín Hernández, líder del sector San Pedro, Carlos
Leonel George, comunicador social miembro de la Red de Derechos Humanos
y miembro directivo de la Coordinadora de Organizaciones Populares del
Aguán (COPA), y las Sras. Miriam Yaneth Mejía Cruz, líder comunitaria de
Guapinol y Lourdes Elizabeth Gómez Rosa, miembro de la Cooperativa Brisas
de San Pedro. Entre ellos, unos son benificiarios de medidas cautelares (MC-
5014) emitidas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
“Estas medidas represivas se tomaron dentro de un contexto de criminalización
generalizada de las personas defensoras de derechos humanos en el Bajo
Aguán. Las autoridades deberían más bien investigar a los autores de
violaciones de derechos humanos y de las amenazas en contra de los
defensores a la tierra y en las que aparecen continuamente señalados
empresas locales e internacionales o megaproyectos mineros o
hydroelectricos”, añade Gerald Staberock, Secretaria General de la OMCT.
En septiembre de 2018, los integrantes de la Empresa Campesina Gregorio
Chávez – y en particular los Sres. Hipolito Rivas, Jaime Cabrera y José
Chávez, que también son beneficiarios de medidas cautelares de la CIDH, y los
pobladores de la comunidad de Panamá, fueron víctimas de actos de
intimidación cuando un grupo de 50 personas, entre ellas 20 hombres armados,
entraron de noche en la cooperativa Paso Aguan. Desde el 2014, esta
comunidad sufre de las amenazas, actos de hostigamiento, secuestros y
asesinatos perpetrados supuestamente por guardias de seguridad de la
Corporacion Dinant.
El Observatorio y COFADEH también denuncian los comunicados de prensa
emitidos en fecha del 17, 27 y 28 de septiembre por parte de supuestas
“organizaciones” campesinas (denominadas ACIVA y APPCBA) y que acusan
acusan al Sr. Yoni Rivas, Secretario General del Movimiento Unificado
Campesino del Aguan (MUCA) y la periodista Nina Lakhani, que dio a conocer
el asesinato de Berta Caceres en marzo de 2016, de manipular la opinión
pública nacional e internacional a cerca de las violaciones de los derechos
humanos en el Bajo Aguan, tener vínculos con el narcotráfico y de incitar los
campesinos a tomar las armas. Se verificó que estas “organizaciones” no
tienen ninguna existencia legal oficial.
Sobre la criminalización del movimiento obrero
En Centroamérica, el proletariado surge como fuerza productiva inconfundible
desde 1870. En las décadas siguientes adquiere fisonomía de clase, motor del
capitalismo agroexportador y fuerza social contestataria. La conversión del
capitalismo en un sistema de producción industrial, monopolista e imperialista,
transformó las sociedades de Centroamérica. En el primer tercio del siglo XX
importantes núcleos proletarios asumieron su condición social con actitudes e
ideas endurecidas en sus experiencias de lucha y los primeros lazos con el
movimiento obrero internacional.
Honduras es el país más rural de Centro América con el 50% de la población
(2010). Sin embargo, un hecho definitivo es que la economía hondureña se ha
diversificado en los últimos 20 años (creciente importancia del sector financiero
y de servicios), que ha significado la reducción de la participación del sector
agrícola en el PIB, representando en este momento el 13.91 del total. Aún así,
el aporte de la agricultura en el monto total de las exportaciones (35.2%) y en la
generación de empleo continua siendo importante; de manera especial en las
zonas rurales, donde el sector agrícola genera empleo para más del 60% de la
población.
La agricultura misma ha experimentado transformaciones significativas; esto ha
implicado la introducción de cultivos no tradicionales. Si bien es cierto, los
rubros tradicionales (banano y café) todavía representan más del 50% del total
de las exportaciones agrícolas. Ahora sobresalen otros productos tales como
los camarones, melones, tilapias, legumbres y hortalizas, y otros. De manera
particular, es notable el crecimiento de los productos agroindustriales para la
exportación como el aceite de palma y preparación de legumbres y frutas
(estos productos en el 2007 registraron un crecimiento del 30%). En este nuevo
giro de la agricultura los grandes beneficiados han sido las modernas empresas
agroexportadoras (sociedad de capital nacional y transnacional).
Simultáneamente a este proceso de modernización de la agricultura se ha
registrado el estancamiento de la producción de granos básicos como el maíz y
los frijoles. Estas transformaciones en la agricultura han sido facilitadas por la
modificación de los marcos regulatorios nacionales: supresión en sus aspectos
básicos de la Ley de Reforma Agraria (1975) y su sustitución por la Ley de
Modernización Agrícola (1992). Esta última, concebida como un instrumento de
política pública para promover el libre mercado de tierras y de capital, ha
posibilitado un proceso de reconcentración de la tierra a favor de los grandes
propietarios rurales y empresas agroexportadoras, lo que ha sentado las bases
para una modernización excluyente de la agricultura hondureña y un
crecimiento económico de base estrecha, es decir, que sólo ha entregado
beneficios a un pequeño grupo de propietarios agrícolas.
Mientras en 1952 las Unidades Productivas menores de 5 hectáreas tenían un
tamaño promedio de 2.27 hectáreas; las Unidades Productivas mayores de 50
hectáreas alcanzaban una extensión de 216 hectáreas. En el 2001, las
Unidades Menores de 5 hectáreas habían reducido su dimensión a 1.44
hectáreas, pero las Unidades Productivas mayores de 50 hectáreas mantenían
casi su mismo tamaño promedio de cincuenta años atrás (208 hectáreas).
Siendo relevante el proceso de fragmentación y precarización de la pequeña
propiedad (57% de Unidades en 1952 a 87% de Unidades en el 2001), y, en
sentido contrario, el proceso de consolidación de la gran propiedad (de 4,2% de
Unidades en 1952 a 1,2% de Unidades en el 2001). Evidenciándose la
persistencia del patrón latifundiominifundio, el cual ha marcado la problemática
agraria del país desde los años sesenta del siglo pasado. El costo social de
este patrón de concentración de la tierra ha sido el mantenimiento de los altos
niveles de pobreza en las zonas rurales: 56% de hogares, en el 2010 (INE), a
los que se asocia una situación de inseguridad alimentaria y nutricional.
Asimismo, resulta significativo el aumento de la población campesina de
subsistencia (con limitado o ningún acceso a la tierra). De acuerdo a datos del
Informe de Desarrollo Humano-Honduras del PNUD de 1998, esta población
llegaba a 205,000 familias; cifra superior a las 126,000 familias sin tierras
revelado por el último censo agropecuario (1993). Igualmente grave es la fuerte
herencia de inequidad de género, la reforma agraria de los años setenta
apenas benefició a 3.8% de las mujeres rurales.
El Bajo Aguán es una zona con tierras muy fértiles y aptas para diversos
cultivos de clima tropical, pero a principios de los años setenta del siglo pasado
formaba parte de la selva virgen hondureña. Su posicionamiento productivo es
resultado de un proceso de colonización agrícola inducida por los gobiernos
militares reformistas de mediados de los años setenta, con el propósito de
desactivar los polos de tensión en la disputa por tierras rurales en otras zonas
del país, especialmente en el sur, Olancho y occidente. Para ello el Estado
realizó millonarias inversiones en infraestructura caminera y productiva. A
pesar de ello, el Bajo Aguán siempre ha sido una zona marcada por el conflicto,
donde las cooperativas y empresas asociativas campesinas han tenido que
enfrentarse, casi de manera permanente, a terratenientes y militares en la
defensa de sus tierras. Pero el ciclo más sangriento ha sido de diciembre del
2009 al presente, signado por la militarización del Estado y guardias privados y,
por consiguiente, la violación de los derechos humanos de los campesinos y
campesinas de esa zona. Es necesario reconocer que el origen de este último
ciclo conflictivo se remonta más allá de diciembre del 2009, siendo su punto
partida la implementación de Ley de Modernización Agrícola (1992).
Es un hecho que las políticas públicas de los últimos 20 años han favorecido el
patrón de concentración de la tierra. Para el caso la Ley para la Modernización
y Desarrollo del Sector Agrícola (Decreto No 31-92 del 5 de marzo de 1992)
alienta el libre mercado del fondo de tierras que desde 1962 se destinó a la
reforma agraria. El artículo No 69 de esta Ley establece que: “El Estado
promoverá la creación de los mecanismos necesarios para facilitar la
adquisición de terrenos rurales productivos por medio de transacciones de
mercado, con el propósito de ampliar el acceso a la tierra y desarrollar un
mercado de tierras estable y ordenado.”
Además, esta Ley en su artículo No 39 faculta a la Secretaria de Recursos
Naturales a autorizar la compra y posesión de terrenos que excedan lo
establecido por la Ley (sobre techos), a aquellas personas y empresas que se
propongan la ejecución de proyectos agrícolas de por lo menos “1,000,000 de
lempiras constantes de 1991”. La Ley para la Modernización y Desarrollo del
Sector Agrícola fue modificada dos años después, en su artículo No 70,
mediante Decreto 27-94 del Congreso Nacional. Estableciéndose que una vez
“Cancelado el valor de las tierras adjudicadas, el beneficiario podrá disponer
libremente de su propiedad cuando el comprador reúna los requisitos para ser
beneficiario de la Reforma Agraria. En el caso de Cooperativas y Empresas
Asociativas Campesinas y otras asociaciones societarias reconocidas por la
Ley, se requerirá de la aprobación previa del Instituto Nacional Agrario”
(subrayados nuestros). Este marco jurídico confuso y cambiante dio lugar a un
mercado de tierras poco transparente, donde se mezclaron situaciones
apegadas a la ley, como otras ilegales y fraudulentas.
Lo cierto es que por la vía de la compra-venta, una parte importante del fondo
de tierras de la reforma agraria, de hecho la más fértil y productiva, fue
transferida por parte de grupos campesinos a grandes empresas nacionales y
transnacionales dedicadas al negocio de la agricultura para la exportación.
Según datos del COCOCH4, entre 1990-1994 fueron vendidas 30,587
hectáreas del fondo de la reforma agraria. De ese total, 20,930 hectáreas, es
decir, el 73.8% corresponden al departamento de Colon. En efecto, informantes
para este estudio indican que de las 54 cooperativas y empresas asociativas de
palma africana organizadas en el proceso de la reforma agraria, sólo 9 no
sucumbieron al proceso de venta-compra de tierras. Destacar que en este
proceso de compra-venta de la tierra en el Bajo Aguán y en otras zonas de
reforma agraria intervinieron muchos factores extraeconómicos (desde
amenazas a los campesinos que defendían la posesión de la tierra, pasando
por sobornos a dirigentes, hasta el desaliento de muchos cooperativistas con
las distorsiones del modelo de producción colectiva que entregaba beneficios
desiguales a dirigentes y socios). Dentro de estos mecanismos
extraeconómicos la figura del “presta nombre” desempeñó un papel relevante
para evadir los controles y límites establecidos por la ley. Todo ello fue posible
por el desarrollo de un mercado de tierras poco transparente y confuso. Por ello
mismo, muy difícil de identificar las situaciones irregulares, prohibidas por la
Ley, y de sustentar y procesar judicialmente Lo que si resulta claro, es que el
factor estimulante de este proceso de compra-venta de tierras, en el Bajo
Aguán, durante los últimos 20 años ha sido el interés de las empresas
agroexportadoras en la producción para la exportación de la palma africana,
utilizada tanto para la producción de aceite destinada al consumo humano,
como para la producción de biodiesel. Esto se evidencia en el rápido
crecimiento de la superficie de producción de palma africana que de 48,000
hectáreas en 1981, se amplió a 82,100 hectáreas en el 2005, pasando a
120,000 hectáreas, en el 2009. El 46% de esta superficie está concentrada en
el Bajo Aguán . Según datos del BCH del 2008, la palma africana representaba
el tercer rubro de importancia del sector agrícola en la generación de divisas
(US$ 205.8 millones). Sólo superado por el café y banano. Siempre de acuerdo
con datos del BCH, el destino de las exportaciones del aceite de palma era el
siguiente: 71% a México; 17% a El Salvador; y, 8% al Reino Unido. Según
información del CIES-COHEP, las principales empresas beneficiadas en el
negocio de la palma africana han sido CRESSIDA o Exportadora del Atlántico
(propiedad del Grupo Dinant), AGROTOR, COAPALMA y HONDUPALMA con
la capacidad instalada para producir, refinar, empacar y comercializar el aceite
de palma. Destacar que tanto COAPALMA y HONDUPALMA son empresas
campesinas surgidas del proceso de reforma agraria de los años 70.
Resulta de interés para este estudio destacar que el Informe de Desarrollo
Humano de Honduras, 2006, (PNUD), ubica a Colon en el séptimo lugar por su
Índice de Desarrollo Humano (0.636), de un total de dieciocho departamentos.
Sin embargo, Colon también forma parte del grupo de los tres departamentos
que han experimentado retrocesos en sus niveles de desarrollo humano (los
otros dos son Intibucá y Comayagua). Determinado en gran medida por el
deterioro del “nivel de vida digno”, el cual es inferior al promedio nacional.
Este comportamiento del departamento de Colon en el Índice de Desarrollo
Humano es explicado, entre varias razones, por los cambios en la tenencia de
la tierra de los últimos veinte años y la organización de la producción
hegemonizada por empresas capitalistas agroexportadoras que dotadas de
tecnología en un nivel intermedio, han demandado bajos volúmenes de fuerza
de trabajo, poco calificada y en un contexto de alto subempleo, lo que ha
permitido a estas empresas el pago de salarios de subsistencia. Esto ha tenido
implicaciones en las condiciones y medios de vida de la población campesina
de la zona del Aguán.
Desde diciembre del 2009 el MUCA procedió a la toma gradual de 26 fincas en
manos de las grandes empresas agroexportadoras, asentadas en el valle del
Bajo Aguán. Expresión y continuidad de un conflicto de más de diez años que
no logró una solución jurídica. Estas tomas de tierra se convirtieron en el mayor
conflicto agrario del país de los últimos 35 años; esto debido a la amplia zona
geográfica del conflicto, la masiva toma de tierras, las miles de familias
campesinas participantes, los niveles de militarización y represión
implementados, y el tipo de actores involucrados.
En donde se han registrado un alarmante número de muertes, amenazas,
hostigamientos e intimidaciones contra campesinos que se han dedicado a
defender sus territorios e inclusive desapariciones de personas. La Comisión
fue informada que a partir del golpe de Estado del 28 de junio de 2009, habría
aumentado el número de muertes, amenazas e intimidaciones contra los
campesinos en la zona y que continúa la estigmatización y criminalización de la
lucha agraria, así como desalojos En abril de 2010 el gobierno nacional firmó
un acuerdo con las organizaciones campesinas de la zona, que pretendía
solucionar el problema. Sin embargo, los hechos de violencia habrían
continuado. Todo esto en un marco de creciente militarización con la Operación
Xatruch.
En este contexto, la CIDH ha solicitado la adopción de medidas cautelares a
favor de 123 miembros identificados de las organizaciones “Movimiento
Campesino Recuperación del Aguán” (MOCRA), “Movimiento Campesino
Fundación Gregorio Chávez” (MCRGC), “Movimiento Unificado Campesino del
Aguán” (MUCA) y “Movimiento Auténtico Reivindicador Campesino del Aguán
(MARCA), en Honduras
Asimismo, el 7 de abril de 2015, la CIDH otorgó medidas cautelares a favor de
Martha Ligia Arnold Dubond y sus cinco hijos debido al riesgo que se
encontraría en vista de sus actividades como defensora de derechos humanos
en la zona de Bajo Aguán
Respecto a la violencia en esta zona, el Estado ha indicado a la Comisión que
no sólo se registran de muertes de campesinos puesto que se han producido
muertes de guardias de seguridad, de jornaleros de fincas y de personas que
no son jornaleros ni guardias de seguridad. En palabras del Estado, “lo que
muestra la verdadera dimensión de la situación en esa región, y no como una
criminalización o persecución del movimiento campesino”
Cifras proporcionadas por el Estado indican que el número total de muertes
ocurridas en el Bajo Aguán asciende a 127 personas, entre campesinos,
guardias de seguridad y otras personas En sus observaciones al proyecto del
presente informe, el Estado de Honduras señaló que para ayudar a reducir la
intensidad del conflicto en el valle del Bajo Aguán, el Poder Ejecutivo creó la
Fuerza de Tarea Xatruch, la Fiscalía abrió la Unidad de Investigación de
Muertes Violentas del Bajo Aguán y la Secretaría de Derechos Humanos
conformó la Comisión Interinstitucional para el abordaje al conflicto del Bajo
Aguán. Según el Estado, estas acciones han favorecido el diálogo, la seguridad
y la articulación de los operadores de justicia. El Estado indicó que estas
acciones han resultado en que entre el 2014 y 2015 no se registró ningún
homicidio ni muerte violente vinculada a conflictos sociales En una reunión
realizada en el centro comunitario que lleva el nombre de Gregorio Chávez,
líder asesinado en 2012, organizaciones de la zona y los miembros de la
comunidad de Panamá ofrecieron a la CIDH testimonios sobre la continuidad
de la grave crisis de seguridad y militarización en la zona. Especialmente, se
recibieron testimonios sobre lo que los habitantes describen como continuos
homicidios, desapariciones, secuestros, torturas en las detenciones realizadas,
el hallazgo de un cementerio clandestino, la práctica de realizar desalojos
violentos que no cumplirían con estándares internacionales y amenazas a las y
los defensores de la zona En relación a homicidios, el Estado informó que en el
2014 hasta marzo de 2015 no ocurrió ninguna muerte violenta en relación con
el conflicto
En relación a los desalojos, mediante comunicado de prensa emitido en agosto
de 2014, la CIDH manifestó su preocupación por una serie de desalojos
violentos que habrían ocurrido en la zona. Según información de público
conocimiento, el 21 de mayo de 2014, miembros de la policía y del ejército, así
como guardias de seguridad privada habrían participado en el desalojo violento
de las fincas La Trinidad y El Despertar, en el municipio de Trujillo, Colón.
Según la información disponible, 300 familias afiliadas al Movimiento Auténtico
Reivindicador Campesino del Aguán (MARCA) habrían sido desalojadas.
Presuntamente las fuerzas de seguridad habrían utilizado bombas
lacrimógenas y spray pimienta y habrían realizado disparos al aire para
amedrentar y desplazar a las familias que habitaban las fincas desde el mes de
julio de 2012. De esta operación presuntamente habrían resultado heridos
alrededor de 50 campesinos y 8 miembros de las fuerzas de seguridad.
Adicionalmente, 15 personas habrían sido detenidas y presuntamente
golpeadas, entre los detenidos se encontrarían beneficiarios de las medidas
cautelares otorgadas por la Comisión semanas antes del suceso
Adicionalmente, de conformidad con información recibida por la CIDH, el 3 de
julio de 2014 la Policía Nacional Preventiva, los miembros de la Fuerza de
Tarea Conjunta Xatruch III y el 15 batallón de Fuerzas Especiales habrían
llevado a cabo el desalojo de 350 familias del Movimiento Campesino
Fundación Gregorio Chávez (MCRCG) que se encontraban en la finca Paso
Aguán desde el mes de mayo del 2014. Las familias presuntamente fueron
desalojadas de forma violenta mediante el uso de gases lacrimógenos.
Adicionalmente, varios de los campesinos habrían resultado heridos y siete
habrían resultado detenidos, entre los que se encontrarían dos de los líderes
campesinos beneficiarios de medidas cautelares otorgadas por la CIDH. En
dicho comunicado, la CIDH abordó la presunta persecución de los defensores
de derechos humanos Martha Arnold, Irma Lemus y Rigoberto Durán,
integrantes del Observatorio Permanente de Derechos Humanos del Bajo
Aguán, así como amenazas al líder campesino Santos Torres, perteneciente al
Movimiento Campesino Gregorio Chávez y beneficiario de las medidas
cautelares otorgadas por la CIDH, por parte de militares y guardias de
seguridad
Se han presentado más de 500 requerimientos fiscales en el Aguán contra
defensoras y defensores de derechos Humanos. En este marco, a Irma Lemus
se le habría abierto un requerimiento fiscal en septiembre de 2014 en el
Juzgado de Letras de los Penal de la zona por los delitos de usurpación, daños
y hurto de ganado. En la celebración de la primera audiencia el juez habría
decretado el sobreseimiento provisional. Según la información recibida, durante
la audiencia, el juez, al preguntarle su profesión y responderle ella que es
defensora de derechos humanos, ¿éste le habría respondido riendo “y así anda
usurpando tierras?
El Estado en sus observaciones al proyecto del presente informe indicó que los
hechos de violencia han desaparecido desde la entrada en funcionamiento de
la Operación Xatruch, la cual está integrada por efectivos militares y policiales.
Afirmó que en 2014 y 2015, los desalojos se llevaron a cabo mediante órdenes
judiciales y estuvieron presentes en el operativo todos los entes involucrados
incluidos la Fiscalía de Derechos Humanos y el Comisionado Nacional de los
Derechos Humanos
Las organizaciones de la zona y miembros de la comunidad de Pananá,
presentaron información sobre una estrecha colaboración entre las autoridades
públicas y los propietarios de las fincas privadas de la zona
En el 2013, el Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre el uso de
mercenarios “expresó su preocupación sobre el involucramiento en violaciones
de derechos humanos de las compañías de seguridad privadas contratadas por
los terratenientes, incluidos asesinatos, desapariciones, desalojos forzados y
violencia sexual contra los representantes de las asociaciones campesinas en
la región del Bajo Aguán ”“Aquí la policía, los militares, los fiscales, los jueces,
todos están para defender a los dueños de las grandes fincas, mientras los que
morimos somos nosotros”, dijo a la CIDH un habitante de la comunidad
Panamá.
El Estado indicó que está impulsando un enfoque de derechos humanos para
atender la situación de conflictividad agraria, a los efectos de sentar las bases
de una solución sostenida en el tiempo. Asimismo, el gobierno informó que a
través de la Secretaría de Derechos Humanos, Justicia, Gobernación y
Descentralización, se creó el “Comité Interinstitucional de Prevención y
Resolución Alterna de los Conflictos desde un Enfoque de Derechos
Humanos”, integrado por todos los entes del Estado para adoptar decisiones
encaminadas a solucionar el clima de inseguridad y violencia en la zona
Asimismo, señaló que en marzo de 2014 se creó la Unidad de Muertes
Violentas del Bajo Aguán con el fin de esclarecer las muertes ocurridas en la
zona que tenga relación con el conflicto agrario, lo que ha venido a incidir en la
disminución de dichas muertes. Según el Estado, desde que fue creada esta
Unidad hasta marzo de 2015 no ha ocurrido ninguna muerte violenta en
relación con el conflicto. Creó una mesa de trabajo con el Observatorio
Permanente de Derechos Humanos del Aguán (OPDHA), conformada por
delegados campesinos de las diferentes organizaciones de la zona, con
quienes se mantiene una comunicación fluida, en la que dan avances de los
casos, y que prestan colaboración completa en relación con la investigación de
los mismos.
La Comisión valora la creación de este Comité y recomienda fortalecer la
Unidad de Muertes Violentas del Bajo Aguán con el fin de investigar las
muertes ocurridas en la zona que tenga relación con el conflicto agrario.
Asimismo, apoya la conformación de la mesa de trabajo conformada por
delegados campesinos de las diferentes organizaciones de la zona, e insta al
Estado a asegurar que se mantenga el mayor grado de comunicación entre
todas las partes involucradas, con miras a la resolución pacífica del conflicto.
La situación de impunidad en el Bajo Aguán continúa siendo alarmante. A
pesar de una serie de patrones de violencia que las mismas organizaciones
campesinas han identificado sobre la posible participación de autoridades
estatales en los hechos denunciados, los testimonios recibidos dan cuenta de
la falta de efectividad para responder a las denuncias de graves violaciones a
los derechos humanos en la zona y en especial, para realizar una investigación
adecuada e identificar a los presuntos implicados
De una muestra extraída en mayo de 2014, 14 casos de 90 registrados a esa
fecha en el Aguán, arrojaron las siguientes cifras: nueve casos “dormidos”
desde 2012, cuatro casos con expedientes no localizados o sin expedientes, un
sobreseimiento provisional decretado por falta de sustento debido del
requerimiento fiscal
Una investigación realizada por la organización Human Rights Watch sobre la
situación en el Aguán, determinó que las investigaciones en esta zona no
cumplen con los estándares mínimos de debida diligencia. Las mismas, de
realizarse, son lentas, no se elaboran líneas de investigación conducentes al
esclarecimiento de los hechos, no se realizan entrevistas a testigos claves, no
se practican autopsias a los cuerpos ni se recaban pruebas claves como las
armas utilizadas y se hace caso omiso a las y los familiares de las víctimas
En 13 de los 29 homicidios investigados por Human Rights Watch, y un caso
de desaparición, las evidencias indicarían la posible intervención de guardias
de seguridad privada
Respecto de las exhumaciones realizadas por la Unidad de Muertes Violentas
del Bajo Aguán entre junio y septiembre de 2014, el Estado indicó que se
efectuaron 31 necropsias y contaron con la participación del Juez respectivo,
defensor público, el fiscal, personal de salud, periodistas, médico forense
especialista en exhumaciones, miembros del OPDHA y otros. El Estado indicó
que en todas las pericias realizadas se constató que las muertes fueron
violentas, y se interpusieron requerimientos fiscales
El Estado señaló que está pendiente la tercera ronda de 17 exhumaciones, en
la que se espera contar con médicos forenses de otros países para que puedan
participar como observadores
La Comisión recomienda al Estado reforzar los esfuerzos en la investigación de
los hechos de violencia ocurridos en el Bajo Aguán, y sancionar a los
responsables materiales e intelectuales y en particular dilucidar
responsabilidades en caso de una posible participación de las fuerzas
estatales. Asimismo, el Estado debe abordar las causas estructurales de
discriminación y violencia que afectan al Bajo Aguán, incluido la titulación y
venta de tierras en consulta con las partes involucradas.
Sobre la Criminología Crítica

La criminalización surge de connotaciones sociales y comunitarias más que


patológicas. El delito no es fruto de la pertenencia a los estratos más bajos, se
contemplan los problemas estructurales de la sociedad, que varían en
diferentes situaciones sociales y periodos históricos. Construye una perspectiva
sobre la base del marxismo economía, política y la teoría crítica.
Por ejemplo el caso de Guapinol, la problemática tuvo sus orígenes en el año
2013, cuando en el Congreso Nacional, mediante el Decreto Legislativo No.
252-2013, los legisladores aprobaron de forma deliberada e irregular la
reducción de la zona núcleo del área protegida Parque Nacional Carlos
Escaleras en 217.34 hectáreas, con la intención expresa de permitir la
concesión minera a Inversiones Los Pinares.

La concesión minera ha tenido numerosos impactos ambientales, políticos y


sociales en la comunidad de Guapinol. Entre los impactos ambientales se
incluye la destrucción de 15 manzanas de bosque primario y sus
consecuencias, como ser el deslizamiento de tierra, hundimientos y la
disminución de las afluentes de agua del Rio San Pedro y el cambio del color
del agua.

Por consiguiente, esta concesión generó la oposición por parte de los sectores
sociales organizados en el Comité de Bienes Comunes y Públicos. Dos
acciones fueron relevantes en esta coyuntura. En primer lugar, la toma de la
Municipalidad de Tocoa, como una acción de denuncia y presión para la
convocatoria a un cabildo abierto que tendría como fin consultar a las
comunidades afectadas sobre la presencia de los proyectos; y, en segundo
lugar, la instalación de un campamento en la carretera que conduce a la
empresa minera.

En el mes de agosto de 2018, Inversiones Pinares abrió una nueva carretera


que conduce a la zona núcleo del Parque Nacional Carlos Escaleras, donde se
ubican dos concesiones mineras de la empresa Emco Mining Company S.A.
de C.V. pasando a unos 20 metros del río Guapinol, el principal productor de
agua y oxígeno del municipio de distintas comunidades del Municipio de Tocoa.
De esta manera, con grandes máquinas y explosivos de dinamita pretenden,
sin ningún control, destruir la montaña para extraer oro del territorio ubicado en
el Parque Nacional.

Por consiguiente, ese hecho conllevó a la movilización de las distintas


organizaciones sociales en 15 comunidades de Tocoa, que finalmente
desembocaron en la instalación del Campamento de Guapinol en Defensa del
Agua y la Vida, que desde su establecimiento demandaron categóricamente la
cancelación de la concesión minera, el retiro de la maquinaria de excavación y
la desmilitarización del territorio. Sin embargo, esas acciones reivindicativas no
fueron del agrado de la élite extractivista y el 27 de octubre de 2018, usando
1,500 efectivos, incluyendo a las fuerzas de seguridad del Estado integradas
por la Policía Nacional, Fuerza de Seguridad Interinstitucional (FUSINA),
Dirección Policial de Investigaciones (DPI) y la Policía Militar del Orden Público
(PMOP), se llevó a cabo un desalojo violento de los/as pobladores que
participaban en el campamento organizado por los miembros del Comité de
Bienes Comunes y Públicos. ´

De esta forma, el proceso de desalojo del 27 de octubre tuvo dos


implicaciones: los cambios en la correlación de fuerzas de los actores
involucrados en el conflicto y, la profundización de la criminalización de la lucha
territorial. En este sentido, la primera consecuencia del desalojo significó un
cambio que se ha evidenciado alrededor de los siguientes hechos:

1. El Comité Municipal de Defensa de los Bienes Comunes y Públicos del


municipio de Tocoa, ha logrado mayor legitimidad, y como resultado, también
ha fortalecido su identidad como movimiento territorial y su presencia en las
comunidades en Tocoa.
2. La Corporación municipal, en un comunicado del 11 de noviembre, declaro
la voluntad de cancelar la concesión, por no cumplir con la consulta previa e
informada que manda la ley hondureña. (Hondudiario, 2018).
3. Inversiones Pinares, con el objetivo de imponer su proyecto extractivo
radicalizó acciones parar generar división en las comunidades, mediante la
entrega de armas a los pobladores en apoyo al desarrollo del proyecto minero.

En ese momento el Comité supo conducir la coyuntura al menos por dos


eventos: a) El impacto mediático del desalojo violento del campamento que se
produjo el 27 de octubre, obligó a que las principales instancias de Derechos
Humanos nacionales e internacionales se pronunciaran condenando la
brutalidad del desalojo, y b) La auto convocatoria de líderes/as para celebrar la
Cumbre municipal en enero del 2019, en la cual se ratificó al municipio de
Tocoa libre de Minería y proyectos extractivistas y, además, se le exigió a la
Corporación municipal la convocatoria a un Cabildo Abierto.

La segunda implicación, giró alrededor de la criminalización de la lucha


territorial. Por consiguiente, de esta forma, entre octubre y diciembre de 2018,
la empresa minera, con la complicidad de la institucionalidad estatal, comenzó
un proceso de criminalización en contra del liderazgo territorial a través de
acciones de persecución, intimidaciones, vigilancia y atentados. En definitiva,
con estas acciones se buscaba generar temor en la población y la
desmovilización del movimiento. Durante el periodo de enero-marzo, las
acciones de criminalización se incrementaron y se radicalizaron. A lo largo del
mes de enero, se implementó una campaña de desprestigio por las redes
sociales digitales en contra del liderazgo territorial. Ya para febrero de 2019 el
proceso de criminalización tomó un nuevo giro y la persecución penal contra el
liderazgo territorial marcó la coyuntura política de ese momento. El día en que
los lideres/as con procesos de judicialización se presentaron a los juzgados,
fue evidente el proceso irregular de la persecución penal, pues se les imputó el
delito de la asociación ilícita, y posteriormente, fueron requeridos y trasladados
a Tegucigalpa para empezar con el proceso de audiencia en un tribunal de
sentencia con jurisdicción nacional.

El 21 de febrero de 2019, 13 de 18 personas de la comunidad de Guapinol se


presentaron voluntariamente al juzgado de La Ceiba ante la orden de detención
emitida en su contra por supuestos delitos de usurpación y daños contra la
empresa “Inversiones Los Pinares” y el Estado de Honduras. Al presentarse al
juzgado, las personas de la comunidad y sus abogados fueron sorprendidos
con la existencia de una segunda solicitud de captura en contra de 31
personas, dentro de las cuales, 12 de las 13 personas que se presentaron, se
les acusaba por delitos adicionales, dentro de los que se encuentran privación
injusta de la libertad, incendio agravado, robo y asociación ilícita. Ante
esa situación, los abogados defensores interpusieron un recurso de recusación
en contra del juez de La Ceiba y el caso fue trasladado a un juez de
Jurisdicción Nacional con sede en Tegucigalpa.

Las 13 personas fueron trasladadas a Tegucigalpa con fuertes medidas de


seguridad militar y policial. Al día siguiente, se celebró la audiencia donde el
juez de Jurisdicción Nacional ordenó ilegalmente la detención judicial para 12
de las 13 personas, en virtud de que solamente una de las personas no estaba
incluida en la segunda solicitud de detención.

A las 2:35 de la madrugada del 2 de marzo de 2019 el juez de Jurisdicción


Nacional dictó sobreseimiento definitivo para los delitos de usurpación y daños
contra la empresa “Inversiones los Pinares” de los que se acusaba a las 13
personas defensoras según el expediente inicial número 148-2018 emitido por
el Juzgado de Jurisdicción Nacional en San Pedro Sula en octubre de 2018. El
proceso penal había sido iniciado el 28 de febrero de 2019 en Tegucigalpa.

El sobreseimiento dio lugar a la apertura del proceso el día 2 de marzo por la


segunda causa en el caso de criminalización contra las doce personas
defensoras del derecho al agua que permanecían privadas de libertad bajo
prisión preventiva desde el sábado 23 de febrero. El 4 de marzo el juez de
jurisdicción nacional dictó sobreseimiento definitivo y las 12 personas
defensoras fueron puestas en libertad el día 6 de marzo.

El Observatorio para la Protección de los Defensores de Derechos Humanos


mostró su preocupación por el lamentable papel jugado por el Ministerio
Público durante las casi 50 horas de audiencias en las que quedó patente que
carecía completamente de pruebas. A modo de ejemplo, como parte de las
pruebas presentadas por el Ministerio Público, aparecía una matriz que
señalaba a los integrantes de “La Banda de la Aldea de Guapinol” en la que
aparecía como presunto integrante del supuesto grupo criminal la fotografía y
nombre del Sr. Antonio Martínez Ramos, quien aparecía en el segundo
requerimiento fiscal a pesar de haber fallecido en el 2015 por lo que
evidentemente no podía ser culpable de los delitos que se le atribuían. La
empresa apeló la decisión de sobreseimiento definitivo y la Corte de Apelación
aceptó el recurso, por lo que el caso podría abrirse nuevamente.

El Observatorio para la Protección de los Defensores de Derechos Humanos,


reitera que la criminalización en contra de 31 personas defensoras de Guapinol
nunca debería haberse producido y condena el patrón de uso indebido del
derecho penal en contra de quienes defienden derechos humanos en
Honduras. Además, el hecho de que ambos procesos de criminalización hayan
sido trasladados a un juez de Jurisdicción Nacional con sede en Tegucigalpa,
los cuales fueron concebidos para conocer casos de estructuras criminales que
están provocando altos índices de muerte en el país, evidencia asimismo la
instrumentalización de estos juzgados y del sistema de justicia para criminalizar
la defensa de derechos humanos.

En el conflicto territorial de Guapinol se identifican dos bloques en disputa:


Bloque dominante y bloque de resistencia territorial. El bloque dominante, está
representando por Inversiones Pinares, la Municipalidad de Tocoa y las
instituciones estatales con presencia local. Este bloque dominante es
sustentado en gran parte por la institucionalidad pública (INGEOMIHN, ICF,
Congreso Nacional, MiAmbiente) y reforzado por las fuerzas represivas del
Estado (militares y policías). Este bloque, a corto plazo tiene como objetivo
disipar y fragmentar el actual proceso de lucha territorial y a largo plazo
imponer su proyecto extractivista en el municipio de Tocoa.
Por su parte, el bloque de resistencia territorial, está representado por el
Comité Municipal de Defensa de los Bienes Comunes y Públicos. Este bloque,
a corto plazo tiene como objetivo lograr que la corporación municipal convoque
a un Cabildo Abierto para declarar al municipio de Tocoa libre de minería y, a
largo plazo lograr que la CSJ declare inconstitucional la concesión a
Inversiones Pinares para que el Congreso Nacional inscriba al Parque Nacional
Carlos Escalera en el Catálogo de Patrimonio Público Forestal Inalienable.
Como principales herramientas para alcanzar sus objetivos, el bloque
dominante ha hecho uso de la institucionalidad pública para implementar el
proyecto extractivista, instrumentaliza el marco jurídico para criminalizar a los
líderes/as de las comunidades en oposición al proyecto minero, y además,
tiene el respaldo mediático de los principales medios nacionales/locales y el
respaldo de las fuerzas policiales y militares para reprimir a los sectores en
oposición. Por otra parte, el bloque de resistencia ha realizado acciones
importantes, como la presentación de un Recurso de Inconstitucionalidad ante
la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), contra el
Decreto Legislativo 252 – 2013, que es la base para la legalización de la
concesión minera a Inversiones Pinares. Entre otras fortalezas del Comité
también se incluye el acompañamiento y asesoramiento legal que condujo a
una victoria en los juzgados que conllevó al sobreseimiento definitivo de los
líderes y lideresas judicializados
Sobre la criminología radical
La llamada “criminología radical” proviene del encuentro de la crítica al poder
punitivo con los marcos ideológicos que reclaman cambios sociales y
civilizatorios profundos o generales. Por eso responde a tantas versiones como
marcos ideológicos que la inspiran, entre ellos el marxismo y la prisionización
de Focault.
En Honduras existen conflictos territoriales de distintos orígenes, ya sea que
involucren poblaciones urbanas o disputas entre Estado y comunidades
rurales, o confrontaciones con empresas privadas que sitúan sus intereses en
áreas de uso comunitario, así como las tensiones propias de conflictos agrarios
entre indígenas, afrodescendientes, comunidades rurales y grandes
propietarios de tierras. Ninguna de estas situaciones a priori generaría
desplazamiento forzado.

Durante la época colonial y principios de la época republicana, algunos pueblos


indígenas obtuvieron títulos comunales. Varias comunidades tolupanes y pech
obtuvieron títulos sobre tierras ancestrales a mediados del siglo XIX. A lo largo
del siglo XX, algunas comunidades obtuvieron títulos o derechos de usufructo u
ocupación bajo el régimen agrario. A partir de las movilizaciones indígenas de
los años 90, aumentó la titulación de tierras indígenas colectivas. Según datos
del INA, desde 1993 hasta 2015 se emitieron 505 títulos a favor de
comunidades indígenas que suman una extensión de 1.322.774,50 hectáreas.
En el gobierno de Rafael Leonardo Callejas (1990–1994), que el Instituto
Nacional Agrario (INA), procedió a hacer una remedición de los territorios de la
tribu Tolupan, otorgándoles una nueva escritura que representa menos de la
cantidad de tierras que heredaron del Santo Misionero Manuel de Jesús
Subirana. Desde los Consejos Directivos que comienza la división interna en
las tribus Tolupanes representantes indígenas denunciaron que aun cuando
tienen tierras tituladas, se enfrentan a reclamaciones contrapuestas de
particulares que buscan la desmembración de tierras indígenas mediante
procedimientos legales y administrativos y la compra de tierras, vendidas
ilegalmente por individuos indígenas. Algunas autoridades municipales han
estado implicadas en las ventas ilegales de tierras indígenas y han aprobado o
participado en actividades madereras, mineras y agrícolas en esas tierras.
Entre las comunidades tituladas que enfrentan este tipo de problemas se
incluyen tambien las comunidades lencas de Lepaterique y Llanos de la
Candelaria, y varias tribus tolupanes en Yoro que tienen títulos desde el siglo
XIX. Representantes indígenas informaron sobre proyectos mineros realizados
sin consulta previa, incluyendo los proyectos Cuaca I, II y III en Olancho que
afectarían al pueblo nahua y la explotación de antimonio en Locomapa, Yoro
que afectaría al pueblo tolupán. También se mencionó la extracción minera en
la cuenca media del río Patuca por personas extranjeras que operan sin la
autorización del Gobierno o el consentimiento del pueblo tawahka.

Por ejemplo en Yoro de acuerdo con las cifras proporcionadas por la


información tributaria, en lo que va del año 2019 se han cortado 8, 999. 8
metros cúbicos de madera, algo más de 13, 499. 8 árboles, tomando en cuenta
que cada metro cúbico tablar constituye un árbol y medio. Ese dato nos lo
proporcionó el director del Instituto de Conservación Forestal regional de Yoro,
esta cantidad implica un excedente de corte de madera de más de 3,000
metros cúbicos tablar, de acuerdo con el Plan de Manejo acordado para tal
efecto, el que extiende permiso para explotarse unas mil 400 hectáreas de
madera. Esto significa que se han recibido 359, 864 lempiras, un poco más de
14 mil dólares, debido a que esta institución cobra 40 lempiras, unos 1.62
dólares, por cada metro cúbico tablar que se corta. Los Tolupanes denuncian a
la familia Uclés, como la que, aparte de ser terrateniente, con presencia fuerte
en la zona, cuenta con un Plan de Manejo Forestal otorgado por el Instituto de
Conservación Forestal (ICF). También enlistan algunas empresas madereras
que se han beneficiado de la explotación de la riqueza forestal de la tribu,
como: YODECO, Mataguas, Floresta de Babún, Velomato y Kenton Landa.

El pueblo tolupán ha registrado el mayor número de líderes asesinados, con


alrededor de 100 asesinatos en las últimas décadas. Miembros de la tribu
tolupán de San Francisco de Locomapa informaron sobre la persecución,
criminalización y asesinatos sufridos al oponerse a actividades madereras,
mineras e hidroeléctricas en sus tierras, tituladas desde 1864. Durante una
protesta contra actividades mineras, tres dirigentes de Locomapa (Yoro) fueron
asesinados en agosto de 2013 por individuos al servicio de una empresa.
Varios dirigentes tolupanes de Locomapa tuvieron que huir de sus
comunidades tras ser amenazados. En diciembre de 2013, la CIDH dictó
medidas cautelares en las que se solicitaba al Estado la protección de la vida e
integridad personal de miembros de la tribu y sus familiares.

Sin embargo, continúan las amenazas y la violencia, y los responsables del


triple asesinato de 2013 siguen en libertad pese a la orden de captura emitida
contra ellos. En abril y agosto de 2015, fueron asesinados dos dirigentes
tolupanes de Locomapa. En febrero de 2016, un dirigente tolupán de
Locomapa y cuatro campesinos fueron asesinados presuntamente por sicarios
contratados por intereses económicos locales. Estos asesinatos también
permanecen impunes.
También se recibió información sobre la violencia enfrentada por tolupanes de
la tribu de Candelaria por un conflicto con terratenientes. La Relatora Especial
escuchó el testimonio de una mujer tolupán cuyos hijos y otros familiares
fueron asesinados, secuestrados, amenazados y agredidos físicamente debido
a ese conflicto, por lo que ella tuvo que exiliarse de su comunidad al denunciar
esa situación.

Los pueblos indígenas han denunciado la falta de acceso a la justicia para


hacer valer sus derechos. Un problema fundamental es el desconocimiento de
los operadores de justicia de los derechos, culturas y lenguas de los pueblos
indígenas, además del racismo y discriminación que los indígenas han sufrido
históricamente. Otros problemas fundamentales y generalizados incluyen la
incapacidad institucional para investigar delitos y la grave ausencia de
independencia del poder judicial. Ello ha resultado en una impunidad
estructural que con relación a los homicidios cometidos en Honduras afecta,
según cifras oficiales, al 80% de los casos; según organizaciones de la
sociedad civil, esa cifra es de hasta el 98%. La desconfianza en la justicia
nacional se ha hecho patente con respecto a las investigaciones de la muerte
de la dirigente lenca Berta Cáceres y los llamados para que se conforme una
comisión internacional de expertos independientes para supervisar los
procesos de investigación realizados por las autoridades nacionales.

También debe señalarse el uso indebido del aparato de justicia por parte de
particulares y agentes estatales que pretenden las tierras y recursos naturales
de los pueblos indígenas. Ello ha resultado en la criminalización de indígenas
que, debido a la inexistencia de mecanismos eficaces de justicia, han recurrido
a la protesta pacífica. En este contexto, algunas fuentes señalan que al menos
27 dirigentes indígenas han sido procesados por delitos como usurpación de
tierras y daños a la propiedad privada, entre otros. Esta situación refuerza la
percepción de que el sistema de justicia realmente no beneficia a los indígenas.
CONCLUSIONES

Los gobiernos y las empresas recurren constantemente a los tribunales y a los


sistemas judiciales para intimidar a quienes amenazan sus intereses
económicos y lo hacen normalmente en zonas apartadas, rurales y selváticas
en donde el foco mediático es mínimo. La paradoja, precisamente, es que para
estas empresas es muy fácil acusar a los activistas de criminales, pero para los
activistas es una tarea titánica recibir protección del Estado, incluso cuando hay
pruebas de que sus vidas corren peligro constantemente.
La criminalización puede estar presente de maneras más intangibles como el
uso del lenguaje, como cuando se trata de “una retórica incendiaria, que califica
a las personas defensoras como terroristas o criminales de otro tipo,
fomentando que los ataques en su contra sean más probables y en apariencia
legítimos”.
La criminalización tiene diferentes formas de operar. La más simple es la de
crear, reformar y reinterpretar las leyes para ilegalizar actividades legítimas,
convirtiendo en criminales a quienes las realizan
Los frecuentes ataques y amenazas contra los defensores de los derechos
ambientales en todo el mundo son un ejemplo de por qué los gobiernos
necesitan incluir la protección de los derechos en sus políticas sobre el clima
A menos que los gobiernos detengan la criminalización de los defensores,
protejan a quienes defienden el medio ambiente, respeten las garantías
procesales y demuestren un mayor compromiso con los derechos humanos,
será fácil bloquear cualquier esfuerzo para proteger el clima.
ANEXOS

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