Está en la página 1de 4

¿Es correcto pensar que nosotros los creyentes somos dioses, basados en el Salmo 82:6?

Juan 10:34-35

Esta pregunta tiene gran relevancia para nuestros tiempos, ya que por todos los lugares
escuchamos de nuevo las palabras del gran enemigo de las almas “seréis como Dios” y los
hombres, incluyendo a muchos que se identifican como cristianos, están pensando que ellos
son algo así como una especie de dioses pequeños. La Nueva Era es un movimiento que está
ganando mucho campo en todas las esferas de la sociedad debido a que también insiste en
presentar al hombre como un ser casi divino.

Sabemos que muchas personas hoy, incluyendo a predicadores y líderes religiosos, están
usando este salmo y la cita que Jesús hace de él en Juan 10:34-35 como un argumento para
creer en la divinidad del hombre.

Pero nuevamente insistimos en que para interpretar de manera correcta, y conforme a la


revelación de Dios, cualquier pasaje bíblico, es indispensable que tengamos en cuenta todo el
contexto. La Biblia es un libro coherente que no tiene contradicciones, ni cada versículo puede
ser interpretado de manera aislada, sino que toda la Palabra de Dios debe ser tenida en
cuenta a la hora de interpretar cualquier texto.

Analicemos entonces el contexto en el cual Dios dice “dioses sois” y a quiénes se refería con
esta designación. Leamos todo el Salmo 82:
Salmo de Asaf.
1 Dios está en la reunión de los dioses; 5 No saben, no entienden,
En medio de los dioses juzga. Andan en tinieblas;
2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, Tiemblan todos los cimientos de la tierra.
Y aceptaréis las personas de los impíos? 6 Yo dije: Vosotros sois dioses,
Selah
Y todos vosotros hijos del Altísimo;
3 Defended al débil y al huérfano;
7 Pero como hombres moriréis,
Haced justicia al afligido y al menesteroso.
Y como cualquiera de los príncipes caeréis.
4 Librad al afligido y al necesitado;
8 Levántate, oh Dios, juzga la tierra;
Libradlo de mano de los impíos.
Porque tú heredarás todas las naciones.

Este es un salmo inspirado por el Espíritu Santo a través de Asaf, quien actúa como un profeta
que lleva palabras de amonestación y juicio de parte de Dios para todos los magistrados y
jueces que ejecutan la Ley en medio del pueblo. Que esto es así lo demuestran las siguientes
expresiones: En medio de los dioses juzga (1), ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente? (2),
Haced justicia al afligido y al menesteroso (3). Ahora, los jueces y los gobernantes de la tierra
tienen una autoridad designada por Dios, ellos gobiernan y ejecutan el juicio con autoridad
divina. Pablo enseña esto cuando dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores;
porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.
De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste, y los que
resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir
temor al que hace el bien, sino al malo ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y
tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pues si haces lo malo, teme;
porque no en vano lleva la espada, pues, es servidor de Dios, vengador para castigar al que
hace lo malo, por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino
también por causa de la conciencia. Pues por esto también pagáis los tributos porque son
servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo.” Rom. 13:1-6.

Es preciso que miremos con mas detenimiento algunas declaraciones de Pablo con respecto a
los magistrados y jueces, para poder entender el sentido del Salmo 82. Los creyentes del
Antiguo y del Nuevo Testamento tenían muy en claro que los jueces, magistrados y el rey, es
decir, toda autoridad civil y militar, eran ejercidas con autoridad divina, incluyendo los
gobernantes no creyentes, como era el caso del imperio romano en el tiempo de Pablo. No
obstante Pablo considera que estos jueces, magistrados y reyes son: Establecidos por Dios
mismo (es decir, son servidores de Dios), servidores de Dios para el mantenimiento del orden
social. Es por eso que ellos son sostenidos con nuestros impuestos, porque son necesarios
para el bienestar de las sociedades.

Regresemos al Salmo 82. El versículo 1 dice: “Dios está en la reunión de los dioses, en medio
de los dioses juzga”. “los dioses” en este pasaje hace referencia a los que juzgan, ahora habría
que preguntarnos ¿Quiénes son los encargados de juzgar? Obviamente los jueces y
magistrados, y los gobernantes. Aquí no se refiere a ningún otro ser, ni a los ángeles, ni a seres
sobrenaturales, pues ¿Acaso los jueces y magistrados no son los encargados de hacer justicia a
los pobres y a los débiles, como dice el resto del Salmo? Y que esto es así lo demuestran las
siguientes advertencias . Dios les declara en el verso 6 “Yo les dije dioses sois”, eso es lo que
está escrito en el versículo 1, eran dioses no porque tuvieran la esencia divina, sino porque
actuaban en nombre de Dios para ejercer autoridad sobre los hombres. El comentario de
Mattew Henry dice al respecto el término dioses “se refiere a los jueces injustos, quienes,
como capacitados para juzgar participan del divino privilegio de hacer juicio y justicia”. De la
misma manera el comentario de William McDonald dice: “Se les llama dioses porque son
representantes de Dios, ordenados por Él para ser sus siervos y así mantengan el orden en la
sociedad. Aunque no conozcan personalmente a Dios, todavía son agentes de Dios en sentido
oficial y por lo tanto dignificados aquí con el nombre de dioses. El sentido fundamental de esta
palabra “dioses” es: “los fuertes” o “seres poderosos”.
Ahora, que no se trata de dioses en ningún sentido sobrenatural se dejar ver claramente en la
forma como Dios los reprende: “Hasta cuando juzgaréis injustamente?”, o “no saben, no
entienden, andan en tinieblas” y luego les dice: “Yo dije vosotros dioses sois, pero como
hombres moriréis y como cualquiera de los príncipes caeréis”. Dios se encargará de enviarles
sus juicios y caerán como caen el resto de los príncipes y gobernantes de la tierra. Aunque
tengan cierta preeminencia sobre los hombres, siendo que la justicia está en sus manos, esto
no los librará de sufrir como cualquier otro hombre bajo la poderosa mano del Señor, pues, no
han cumplido con la función divina de hacer justicia a los pobres y débiles, sino que se han
vendido ante las riquezas de los impíos para hacer agravio a los necesitados del pueblo. Esto
es una clara advertencia para todos los que ejercen alguna clase de autoridad, sean
gobernantes civiles, militares, jueces, magistrados, cenadores o líderes religiosos, todos tienen
la responsabilidad de actuar con equidad y justicia, de lo contrario un día serán sorprendidos
por la justicia divina que no pasa en alto ninguna de estas faltas. “La dignidad del oficio de
magistrado es reconocida por Dios. Al participar, en cierto modo, de la naturaleza divina
deberían conformar su modo de juzgar al de Su Padre celestial. Dios había delegado en ellos,
con el poder de juzgar, el poder de regir la sociedad mediante la justicia y su producto, que es
la paz pública. A pesar de estos privilegios, en cierto modo divinos, estos jueces se habían
comportado tan mal que a continuación se les sentenció a morir como los demás hombres.

En conexión con este pasaje es preciso revisar la cita que hizo Jesús en Juan 10:33-35: “Le
respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia;
porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Jesús le respondió: ¿No está escrito en vuestra ley:
Yo dije dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura
no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tu
blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? Los judíos estaban protestando, hasta el punto de la
lapidación, porque Jesús estaba reclamando ser igual a Dios, a lo cual Jesús responde con un
argumento que ellos podían entender fácilmente: “Si las Sagradas Escrituras que son
inquebrantables y sin error le dice dioses a unos hombres encargados de juzgar y gobernar, y
ustedes nunca han protestado por eso, entonces porqué reaccionan de esa manera ante mi
declaración en la cual afirmo que soy Hijo de Dios”.

Las Escrituras Sagradas en ninguna parte enseñan que los cristianos seamos divinos o
tengamos facultades divinas. Los profetas y apóstoles, que pudieron hacer grandes milagros y
portentos, no lo hacían por algún poder inherente a ellos, sino solo por la acción de Dios. La
Biblia nos presenta a Dios como la única fuente de poder.

En otro programa analizaremos un pasaje difícil como es 2 Pedro 1:4, donde dice que los
creyentes llegaremos a ser participantes de la naturaleza divina. Un versículo que muchos
utilizan para afirmar que somos dioses pequeños, pero que en ninguna manera afirma esa
mentira.
Su servidor en Cristo,

Julio César Benítez

Email: juliobenitez@caractercristiano.org

También podría gustarte