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Índice
1Antecedentes
o 1.1Metalurgia
1.1.1Metalurgia del bronce
1.1.2Metalurgia del hierro
o 1.2La cerámica y el vidrio
o 1.3Transformaciones orgánicas de la Antigüedad
2Teorías filosóficas de la Antigüedad Clásica
o 2.1Primeros atomistas
3Alquimia
o 3.1La piedra filosofal y el esoterismo
o 3.2Elementos y metales de la alquimia
o 3.3Alquimia en el mundo islámico
o 3.4Problemas de la alquimia
4Siglos XVII y XVIII: inicios de la química
o 4.1Robert Boyle
o 4.2Teoría del flogisto
o 4.3Descubrimientos del siglo XVIII
o 4.4Antoine Lavoisier
o 4.5Volta y su pila
5Siglo XIX: resurgimiento de la teoría atómica
o 5.1John Dalton
o 5.2Jöns Jacob Berzelius
o 5.3Davy y la electrólisis
o 5.4Gay-Lussac y las leyes de los gases
o 5.5Amedeo Avogadro
o 5.6Inicios de la síntesis orgánica y su industria
o 5.7Congreso de Karlsruhe y sus antecedentes
o 5.8Espectroscopía y tubos de descarga
o 5.9Kekulé y la estructura orgánica
o 5.10Mendeléyev y la tabla periódica
o 5.11Josiah Willard Gibbs
o 5.12Van't Hoff y Arrhenius
o 5.13Descubrimientos de finales del siglo XIX
o 5.14Marie y Pierre Curie
6Siglo XX: se revela la estructura del átomo
o 6.1Ernest Rutherford y su modelo atómico
o 6.2Modelo atómico de Bohr
o 6.3Isótopos, protones, neutrones y modelo de Sommerfeld
o 6.4Gilbert N. Lewis
o 6.5Mecánica cuántica
o 6.6Química cuántica
o 6.7Bioquímica y biología molecular
o 6.8Finales del siglo XX
7Véase también
o 7.1Historias y cronologías
o 7.2Químicos eminentes
8Notas
9Referencias
10Enlaces externos
Antecedentes[editar]
El fuego fue la primera reacción química controlada por los humanos, aunque su naturaleza permaneció
siendo un enigma durante milenios.
La primera reacción química de importancia que controlaron los humanos fue el fuego. Hay
restos datados hace alrededor de 500 000 años que atestiguan el dominio del fuego,2 al
menos desde los tiempos del Homo erectus. Este logro se considera una de las tecnologías
más importantes de la historia. No solo proporcionaba calor y luz para alumbrarse, servía de
protección contra los animales salvajes y después para despejar los bosques para cazar o
cultivar, y además sería la base para el control de otras reacciones químicas, como las
derivadas de la cocción de los alimentos (que facilitaron su digestión y disminuían la cantidad
de microorganismos patógenos en ellos) y más tarde de tecnologías más complejas como
la cerámica, la fabricación de ladrillos, la metalurgia, el vidrio o la destilación de perfumes,
medicinas y otras sustancias contenidas en las plantas. Aunque el fuego fuera la primera
reacción química usada de manera controlada, las culturas antiguas desconocían su etiología.
Durante milenios se consideró una fuerza misteriosa y mística capaz de transformar unas
sustancias en otras produciendo luz y calor. Al igual que se desconocían las causas del resto
de transformaciones químicas, como las relacionadas con la metalurgia, aunque se dominaran
sus técnicas.
Las primeras civilizaciones, como los egipcios y los babilónicos, concentraron un conocimiento
práctico en lo que concierne a las artes relacionadas con la metalurgia, cerámica y tintes, sin
embargo, no desarrollaron teorías complejas sobre sus observaciones.3
Metalurgia[editar]
Artículo principal: Metalurgia
El primer metal empleado por los humanos fue el oro, que puede encontrarse en forma nativa,
por lo que no necesitaba transformaciones químicas para su uso. La plata y el cobre también
se pueden encontrar en forma nativa en pequeñas cantidades (además del estaño y
el hierro meteórico que aparecen en cantidades exiguas) permitiendo un uso limitado de
objetos metalísticos en las culturas antiguas.4 Las técnicas de esta metalurgia inicial se
limitaban a fundir los metales con la ayuda del fuego para purificarlos y dar forma a los
adornos o herramientas mediante moldes o cincelado. Pero los metales nativos son escasos,
y hasta que se aprendió a extraer los metales a partir de sus minerales no se pudo generalizar
el uso de los objetos metálicos, lo que sí implicó el control de reacciones químicas.
Metalurgia del bronce[editar]
Artículos principales: Fundición y Edad del Bronce.
Mapa de la difusión de la metalúrgica del Bronce Antiguo. Cuanto más oscuro el marrón más antigua es
la producción de bronce en la región.
Algunos metales pueden obtenerse de sus menas simplemente calentando los minerales en
una pira, principalmente el estaño y el plomo, y a mayores temperaturas, en un horno,
el cobre; en un proceso de reducción conocido como fundición. Las primeras pruebas de
extracción metalúrgica proceden del yacimiento de Çatalhöyük en Anatolia (Turquía),
alrededor del año 6400 a. C.,5 y los yacimientos arqueológicos
de Majdanpek, Yarmovac y Plocnik, los tres en Serbia, datados en los milenios V y VI a. C.
También son notables las fundiciones de cobre encontradas en el yacimiento de Belovode,6
con objetos como un hacha de cobre del 5500 a. C. perteneciente a la cultura de Vinča.7 Se
han encontrado más vestigios de los primeros usos de los metales, datados en el III
milenio a. C., en otros lugares como Palmela (Portugal), Los Millares (España)
y Stonehenge (Reino Unido).
La capacidad de fabricar objetos de metal y la extensión de su uso revolucionó las sociedades antiguas.
Al principio los metales se usaban por separado o mezclados tal como se encontraban. Al
mezclarse el cobre con estaño o arsénico intencionadamente se consiguieron metales de
mejores cualidades, las aleaciones denominadas bronces. Con este avance tecnológico surgió
la Edad del Bronce. La tecnología relacionada con el bronce fue desarrollada en el Oriente
Próximo a finales del IV milenio a. C.,8 fechándose en Asia Menor antes del 3000 a. C.; en
la antigua Grecia se comenzó a utilizar a mediados del III milenio a. C.; en Asia Central el
bronce se conocía alrededor del 2000 a. C. (en Afganistán, Turkmenistán e Irán), y poco
después llegaría a China, desarrollándose durante la dinastía Shang. La Edad del Bronce no
solo fue el periodo de mayor desarrollo de la metalurgia (en términos de expansión y
diversidad) sino que influyó en muchos otros campos al extender el uso de objetos metálicos.
La disponibilidad de herramientas y armas fabricadas con un metal más duro y resistente
permitió el desarrollo de la agricultura y los grandes ejércitos, y se fomentaron las rutas
comerciales para el intercambio tanto de los minerales escasos como de productos
terminados. A partir de la Edad del Bronce los pueblos que consiguieron armas de aleaciones
y metales más duros se impusieron a sus vecinos.
Metalurgia del hierro[editar]
Artículo principal: Edad del Hierro e Historia de la siderurgia
La extracción del hierro de sus menas es mucho más difícil que la del cobre y el estaño, ya
que requiere un proceso de fundición más complejo, que necesita carbón (una fuente de CO)
como agente reductor y mayores temperaturas, pero a cambio se consigue un metal más duro
y tenaz que el bronce, y mucho más abundante. A diferencia de la producción del bronce que
se extendió por el Viejo Mundo a partir de un foco ubicado en el Oriente Próximo las técnicas
de fundición del hierro podrían haberse desarrollado multipolarmente en distintas partes del
mundo. Existen restos arqueológicos con herramientas fabricadas con hierro
sin níquel (prueba de que no es de origen meteórico)910 en Anatolia alrededor del 1800 a. C.,11
12 pero también se han encontrado herramientas del periodo comprendido entre el 1800 a. C.
Además de sus usos cotidianos, los objetos de cerámica y vidrio formaron parte del material de
laboratorio desde la antigüedad. Alambique de destilación del siglo XIII.
La cerámica y el vidrio[editar]
Artículos principales: Cerámica y Vidrio.
Además de la metalurgia el uso del fuego proporcionó a los humanos otras dos importantes
tecnologías derivadas de transformaciones físico-químicas, la cerámica y el vidrio, cuyo
desarrollo ha acompañado al hombre desde la prehistoria hasta el laboratorio moderno. Los
orígenes de la cerámica datan del Neolítico cuando el hombre descubrió que los recipientes
hechos de arcilla, cambiaban sus características mecánicas e incrementaban su resistencia
frente al agua si eran calentados en el fuego. Para controlar mejor el proceso se desarrollaron
diferentes tipos de hornos, y cada cultura desarrolló sus propias técnicas y formas.
En Egipto se descubrió que recubriendo la superficie con mezclas de determinados minerales
(sobre todo mezclas basadas en el feldespato y la galena) la cerámica se cubría con una capa
muy dura, menos porosa y brillante, el esmalte, cuyo color se podía cambiar añadiendo
pequeñas cantidades de otros minerales o variando las condiciones de aireación del horno.
Estas tecnologías se difundieron rápidamente. En China se perfeccionaron las tecnologías de
fabricación de las cerámicas hasta dar con la porcelana en el siglo VII. Durante siglos China
mantuvo el monopolio en la fabricación de la porcelana, y en Europa se desconocía como
fabricarla hasta el siglo XVIII gracias a Johann Friedrich Böttger.
Relacionado con el desarrollo de la cerámica, aparece el desarrollo del vidrio a partir
del cuarzo y carbonato de sodio o carbonato de potasio. Su desarrollo igualmente empezó en
el Antiguo Egipto y fue perfeccionado por los romanos. Su producción masiva a finales del
siglo XVIII instó al gobierno francés a premiar mediante concurso un nuevo método para la
obtención del carbonato sódico ya que la fuente habitual (las cenizas de madera) no
proporcionaba cantidades suficientes como para cubrir la creciente demanda. El ganador
fue Nicolas Leblanc aunque su proceso cayó en desuso en favor del proceso de Solvay,
desarrollado medio siglo más tarde, que impulsó enormemente el desarrollo de la industria
química.
Los filósofos intentaron racionalizar por qué las diferentes sustancias tenían diferentes
propiedades (color, dureza, olor...), estaban en diferentes estados (fluidos o sólidos) y
reaccionaban de diferente manera ante los cambios del medio, por ejemplo frente al agua, el
fuego o al ponerse en contacto con otras sustancias. Estas observaciones les impulsaron a
postular las primeras teorías sobre la química y la naturaleza de la materia. Estas teorías
filosóficas relativas a la química pueden encontrarse en todas las civilizaciones antiguas. Un
aspecto común de todas ellas era el intento de encontrar un número reducido de elementos
primarios que se combinarían entre sí para formar todas las demás sustancias de la
naturaleza. Solían tratarse de sustancias conocidas como el agua, la tierra, la madera o el
aire/viento, y formas de energía como el fuego o la luz, además de conceptos abstractos como
el éter o el cielo. Varias civilizaciones diferentes coincidieron en muchos de estos conceptos,
incluso entre culturas sin contacto, por ejemplo los
filósofos griegos, indios, chinos y mayas consideraban que el agua, la tierra y el fuego eran
elementos primarios, aunque cada una de estas culturas incluía uno o dos elementos
diferentes más en su propio listado.
En la Grecia Clásica alrededor del 420 a. C. Empédocles afirmó que toda la materia estaba
formada por cuatro sustancias elementales: tierra, fuego, aire y agua. En sintonía con esta
creencia la escuela hipocrática sostenía que el cuerpo humano estaba formado por cuatro
humores. Posteriormente Aristóteles añadió a los cuatro elementos clásicos el éter, la
quintaesencia, razonando que el fuego, la tierra, el aire y el agua eran sustancias terrenales y
corruptibles, y que como no se percibían cambios en las regiones celestiales, las estrellas y
planetas no debían estar formados por ellos sino por una sustancia celestial e inmutable.20 En
sus obras Física y Metafísica Aristóteles desarrolla sus conceptos duales de «sustancia y
accidente», «esencia y forma», «acto y potencia» para explicar los cambios de la naturaleza,
incluidas las transformaciones de la materia. Sus ideas sobre la composición y
transformaciones de la materia, y el resto del funcionamiento de la naturaleza, se convirtieron
el las predominantes tanto en Occidente como en Oriente Medio, influyendo en sus culturas
durante dos milenios.
Demócrito fue el filósofo atomista griego más renombrado.
Primeros atomistas[editar]
Las teorías iniciales sobre el atomismo se remontan a la Antigua Grecia y la Antigua India.21 El
atomismo griego se inició con los filósofos Leucipo de Mileto y su
discípulo Demócrito alrededor del 380 a. C., que propusieron que la materia estaba compuesta
por diminutas partículas indivisibles e indestructibles, denominadas por
ello átomos (del griego ἄτομος «sin partes», «que no se dividen»). Afirmaciones similares
fueron realizadas por el filósofo indio Kanada en sus textos de la escuela Vaisesika en un
periodo cercano.21 También los jainistas de la época tenían creencias atomistas.21
Alrededor del 300 a. C. Epicuro postuló un universo formado por átomos indestructibles en el
cual el hombre debía alcanzar el equilibrio. El filósofo Lucrecio trató de explicar la filosofía
epicúrea al público romano en su obra del 50 a. C.,22 De rerum natura (Sobre la naturaleza de
las cosas).23 En esta obra Lucrecio presenta los principios del atomismo, las teorías sobre la
naturaleza de la mente y el alma, y explicaciones para los sentidos y el pensamiento, el
desarrollo del mundo y los fenómenos naturales.
Al contrario del concepto moderno de atomicismo, esta teoría primitiva estaba enfocada más
en la naturaleza filosófica de la naturaleza, con un interés menor por las observaciones
empíricas y sin interés por los experimentos químicos.24
Tanto los atomistas griegos y romanos como los de la India carecían de datos empíricos que
respaldaran sus creencias. Sin estas pruebas, a sus adversarios les resultó fácil negar sus
tesis. En Occidente el atomismo nunca consiguió formar parte de la opinión mayoritaria de la
época. Aristóteles se opuso a la existencia de los átomos en el 330 a. C. y su autoridad en el
pensamiento occidental hizo que las ideas atomistas quedaran postergadas durante siglos,
hasta bien entrada la Edad Moderna.
Alquimia[editar]
Artículo principal: Alquimia
Jābir ibn Hayyān (Geber), alquimista persa que puso los cimientos de la química con sus experimentos.
Problemas de la alquimia[editar]
Desde el punto de vista moderno, la alquimia presentaba varios problemas. En primer lugar su
objetivo no era la ampliación del conocimiento de un modo racionalista como actualmente
entendemos una ciencia, sino que su fin era encontrar materias míticas como la piedra
filosofal, y los descubrimientos experimentales se producían de forma colateral. Además
carecía de un sistema para nombrar los nuevos compuestos que se descubrían, y su lenguaje
era esotérico y vago hasta el punto que sus términos significaban cosas diferentes para
distintas personas. De hecho según The Fontana History of Chemistry (Brock, 1992):
El experimento del alquimista se incendia de Hendrick Heerschop (1626-1627).
El lenguaje de la alquimia pronto desarrolló un vocabulario técnico arcano y reservado diseñado para
ocultar información a los no iniciados. En gran medida este lenguaje es incomprensible para nosotros
hoy, aunque aparentemente los lectores del cuento del criado del canónigo de Geoffrey Chaucer y la
audiencia de El alquimista de Ben Jonson eran capaces de interpretar lo suficiente como para reírse de
ello.45
El cuento «El criado del canónigo» de los Cuentos de Canterbury (de finales del siglo XIV)
expone el lado más fraudulento de la alquimia, la pretensión de fabricar oro a partir de
materias más baratas. También Dante Alighieri, un siglo antes, muestra su rechazo a este
fraude al meter a todos los alquimistas en el infierno de su Divina Comedia.
La alquimia tampoco disponía de un método científico lógico y consensuado para hacer los
experimentos reproducibles. De hecho muchos alquimistas incluían entre las anotaciones de
sus métodos información irrelevante como los niveles de la marea o las fases de la Luna. La
naturaleza esotérica y el vocabulario codificado de la alquimia al parecer servían sobre todo
para ocultar que en realidad no tenían demasiadas certezas. Ya en el siglo XIV se
evidenciaban las grietas en la fachada de la alquimia, y mucha gente se mostraba escéptica.
Para haber avanzado habría necesitado un método normalizado que permitiera a otros
reproducir los experimentos, y haberlos registrado de un modo claro que permitiera exponer lo
que se sabía y lo que se desconocía.
En 1317, el papa Juan XXII de Aviñón ordenó la expulsión de todos los alquimistas de Francia
por falsificar moneda. En 1403 se aprobó una ley en Inglaterra donde se penaba con la muerte
la «multiplicación de metales». A pesar de todo la alquimia no desapareció, ya que parte de
las clases privilegiadas y la realeza seguía creyendo que se podía descubrir la piedra filosofal
y el elixir de la vida en su provecho.46 Durante el Renacimiento la alquimia exotérica siguió
siendo popular en la forma de la iatroquímica de Paracelso, mientras que la alquimia
espiritual también florecía fiel a sus raíces platónicas, herméticas y gnósticas. Así que la
búsqueda de la piedra filosofal no fue abandonada a pesar de los escasos avances de la
alquimia, y siguió siendo practicada por eruditos y médicos respetados hasta principios
del siglo XVIII. Algunos practicantes de la alquimia de inicios de la era moderna actualmente
son reconocidos por sus grandes contribuciones a la ciencia como Jan Baptist van
Helmont, Robert Boyle e Isaac Newton.
Los intentos prácticos de mejorar el refinado de las menas minerales y la extracción de los
metales a partir de ellas fue una importante fuente de información para los químicos del siglo
XVI. Entre ellos destaca Georgius Agricola (1494-1555), que publicó la gran obra De re
metallica (Sobre los metales) en 1556. En su obra se describen los procesos de la época en
minería, extracción de los metales y metalurgia, ya muy complejos y desarrollados. Por
ejemplo la obra describe la diversidad de tipos de altos hornos usados para la fundición de las
menas minerales. Aborda el tema eliminando el misticismo que tenía asociado anteriormente,
creando una base práctica que otros pudieran desarrollar, y estimuló el interés por los
minerales y su composición. No es casual que mencione y use como referencia en numerosas
ocasiones al autor de la antigüedad Plinio el Viejo y su obra Naturalis Historia. Se ha calificado
a Agricola como el padre de la metalurgia.47
En 1605, Francis Bacon publicó The Proficience and Advancement of Learning (La capacidad
y progreso del aprendizaje), una obra científico-filosófica que contiene una descripción de
cómo debería ser la práctica experimental que posteriormente se conocería como el método
científico.48 En 1605 Michal Sedziwój publicó el tratado alquímico Novum Lumen
Chymicum (La nueva luz de la química), que propone por primera vez la existencia en el aire
de un «alimento para la vida», que posteriormente se reconocerá como el oxígeno (al
principio aire desflogistizado). En 1615 Jean Beguin publicó Tyrocinium Chymicum (La
práctica de la química), el primer libro de texto de química, donde aparece la primera ecuación
química.49 En 1637 René Descartes publicó Discours de la méthode (El discurso del método),
un ensayo que basa la investigación científica en los cálculos matemáticos y la desconfianza
en los hechos no probados.
La obra del químico holandés Jan Baptist van Helmont, Ortus medicinae (El origen de la
medicina) publicada póstumamente en 1648, se considera la principal obra de transición entre
la alquimia y la química, e influyó notablemente en Robert Boyle. El libro contiene el resultado
de numerosos experimentos y enuncia una versión inicial de la ley de conservación de la
masa. Baptist van Helmont, que trabajó en el periodo inmediatamente posterior a Paracelso y
su iatroquímica, indicó que existían otras materias «insustanciales» además del aire, y acuñó
para ellas el nombre de «gas» (del griego cáos). Además de por la introducción de la palabra
gas en el vocabulario científico y ser el fundador de la química neumática, experimentando
con reacciones entre gases, Jan Baptist van Helmont también es recordado actualmente por
sus ideas sobre la generación espontánea.
En 1669 el alquimista alemán Hennig Brandt descubrió el fósforo a partir de la orina.50 Para
lograrlo destiló una mezcla de orina y arena (50 cubos). Al evaporar la urea obtuvo un material
blanco que brillaba en la oscuridad y ardía con una llama brillante.
Robert Boyle, uno de los cofundadores de la química moderna por mejorar los métodos experimentales
que separarían la química de la alquimia.
Robert Boyle[editar]
Portada de El químico escéptico, 1661, Chemical Heritage Foundation.
A finales del siglo XVII y principios de XVIII se propuso la teoría del flogisto para intentar
explicar los procesos de combustión y oxido-reducción mediante la pérdida o transferencia,
respectivamente, de un supuesto fluido denominado flogisto.56 La teoría fue propuesta
inicialmente por Johann Becher y desarrollada por Georg Stahl, ambos químicos alemanes.
Becher postuló otra reforma de la teoría de los cuatro elementos en la que solo la tierra y el
agua serían componentes de las materias, en distintas proporciones, y el fuego y el aire serían
meramente agentes de las transformaciones. A su vez existirían tres tipos distintos de tierras,
cada una de ellas portadora de una propiedad: el aspecto vítreo, la fluidez o volatilidad, y el
carácter inflamable. Para esta última Georg Stahl acuño el término flogisto en 1702. Toda
sustancia susceptible de sufrir combustión contendría cierta cantidad de flogisto, y el proceso
de combustión consistiría básicamente en la pérdida de dicha sustancia.
Se conocía desde la antigüedad que algunas sales metálicas podían ser transformadas de
nuevo en los metales de partida. Stahl explicó este proceso suponiendo que los metales
estaban formados por una cal y un principio inflamable carente de masa, el flogisto, por lo que
la calcinación, es decir, la formación de la cal, se podía explicar, al igual que la combustión,
como un desprendimiento de flogisto, el cual se liberaba del metal y dejaba la cal al
descubierto en las cenizas. El proceso inverso, la reducción de la cal al metal, podía ser
igualmente explicada como una adición de flogisto. Si una sustancia rica en flogisto, como el
carbón, era puesta en contacto con una cal metálica, podía transferirle su flogisto y dar lugar a
la formación del metal.
Joseph Priestley usó la teoría del flogisto en sus experimentos de química pneumática para
explicar las transformaciones de los gases. Priestley denominó al residuo de aire que quedaba
tras un proceso de combustión «aire flogistizado» (en realidad, una mezcla de nitrógeno y
dióxido de carbono), pues pensaba que durante la combustión dicho aire había absorbido todo
el flogisto que tenía capacidad de albergar, y por eso cesaba la combustión. Siguiendo esta
línea de razonamiento, cuando Priestley calentó la cal roja de mercurio y recogió un tipo de
aire que podía mantener más tiempo la combustión lo denominó «aire desflogistizado».
Posteriormente Lavoisier lo llamaría oxígeno.
La teoría del flogisto fue popular durante el siglo XVIII hasta que Antoine Lavoisier la refutó en
su obra Réflexions sur le phlogistique, pour servir de suite à la théorie de la combustion et de
la calcination (Reflexiones sobre el flogisto, para formar parte de la teoría de la combustión y
la calcinación) publicada en 1777. Según Stahl cualquier sólido liberaba flogisto bajo la acción
del fuego, luego tras la combustión perdería masa o la mantendría (según el flogisto tuviera
masa o no). Sin embargo, Lavoisier hizo experimentos calcinando metales y después de la
calcinación en algunos el peso del residuo (los óxidos) era mayor que el cuerpo inicial. En
estos casos el flogisto tendría un peso negativo, lo que resultaba absurdo, y demostraba la
inconsistencia de la teoría del flogisto.
Tabla de afinidades, de E. F. Geoffroy (1718). En la cabecera de cada columna una sustancia seguida
de todas con las que se puede combinar.57
Antoine Lavoisier[editar]
Artículo principal: Antoine Lavoisier
El primer calorímetro usado por Antoine Lavoisier y Pierre-Simon Laplace, para determinar el calor
relativo a los cambios químicos, cálculos en los que se basó Joseph Black para descubrir el calor
latente. Estos experimentos marcaron el inicio de la termoquímica.
Repitiendo los experimentos de Priestley demostró que el aire estaba compuesto de dos
partes (no era un elemento), y una de ellas se combinaba con los metales para formar las
cales. En Considérations Générales sur la Nature des Acides (1778) demostró que la parte del
aire responsable de la combustión también era la fuente de la acidez en disoluciones. Al año
siguiente nombró a esta parte oxígeno (del griego formador de ácidos), y a la otra azote (sin
vida). Por ello se considera a Lavoisier el descubridor del oxígeno junto a Preistley y Scheele.
También observó que el «aire inflamable» descubierto por Cavendish al combinarlo con
oxígeno producía una condensación, como informó Priestley, que parecía ser agua (luego
tampoco el agua era un elemento), por ello denominó a este gas hidrógeno (del griego
«formador de agua»).
Como se indicó en el apartado anterior, en Reflexions sur le Phlogistique (1783) Lavoisier
refutó la teoría del flogisto para la combustión. En Rusia Mikhail
Lomonosov independientemente llegó a conclusiones similares sobre la conservación de la
materia y el flogisto. Además Lomonosov anticipó la teoría cinética de los gases, al considerar
que el calor provenía de una forma de movimiento.
Lavoisier trabajó con Claude Louis Berthollet y otros para idear un sistema de nomenclatura
química que fue la base del sistema moderno de nombrar compuestos químicos. En
su Methods of Chemical Nomenclature (1787), Lavoisier inventó la forma de nombrar y
clasificar compuestos que se usa principalmente en la actualidad, que incluye nombres
como ácido sulfúrico, sulfatos y sulfitos. En 1785 Berthollet determinó la composición
elemental del amoniaco. Ese mismo año Berthollet fue el primero en usar el gas cloro como
blanqueante comercial, y en 1789 fue el primero en fabricar lejía al burbujear gas a través de
una solución de carbonato de sodio, consiguiendo una solución de hipoclorito sódico. También
estudió y fue el primero en producir otro fuerte oxidante y blanqueante de cloro, el clorato de
potasio (KClO3), conocido como sal de Berthollet. Berthollet también es conocido por sus
contribuciones a la teoría del equilibrio químico a través del mecanismo de reacción reversible.
La obra de Lavoisier Traité Élémentaire de Chimie (Tratado elemental de química, 1789) fue el
primer libro de texto de la química moderna, y presentaba un punto de vista unificado de las
nuevas teorías químicas, contenía una declaración clara de la ley de conservación de la masa,
y negaba la existencia del flogisto. Además presentaba una lista de elementos, o sustancias
que no podían descomponerse, que incluía al oxígeno, el nitrógeno, el hidrógeno, el fósforo, el
mercurio, el zinc y el azufre. Sin embargo, en su lista también se incluía la luz y el calórico,
que él creía que eran sustancias materiales. En la obra Lavoisier remarcó que la observación
era la base de su química, afirmando que:
He intentado (...) llegar a la verdad reuniendo hechos, para suprimir en lo posible el razonamiento, que a
menudo es el responsable de engañarnos, para seguir en lo posible la luz de la observación y del
experimento.
Volta y su pila[editar]
Artículos principales: Historia de la pila y Alessandro Volta.
El físico italiano Alessandro Volta fue uno de los pioneros en los estudios sobre la electricidad.
En 1775 Volta perfeccionó y popularizó el electróforo, un dispositivo con dos discos metálicos
separados por un conductor húmedo, pero unidos con un circuito exterior, capaz de
producir electricidad estática. En 1794 Volta revisó los estudios sobre la «electricidad animal».
En 1780 Luigi Galvani había observado que al poner en contacto dos metales diferentes con
el músculo de una rana se originaba la aparición de corriente eléctrica. A Volta le interesó la
idea y comenzó a experimentar con metales únicamente, y llegó a la conclusión de que el
tejido muscular animal no era necesario para producir la corriente eléctrica. Este hallazgo
suscitó una fuerte controversia entre los partidarios de la electricidad animal y los defensores
de la electricidad metálica, pero la demostración, realizada en 1800, del funcionamiento de la
primera pila eléctrica certificó la victoria del bando favorable a las tesis de Volta.69
Su pila voltaica de 1800 consistía en un apilamiento de varios pares de discos de cobre y zinc
alternados (electrodos) separados por una capa de tela o cartón empapada en salmuera
(electrolito) para incrementar la conductividad.70 Cuando se conectaba la parte superior y la
inferior con un cable separados, y perdía poca carga con el tiempo cuando no se la utiliza, con
lo que Volta consiguió la primera batería eléctrica para producir electricidad. Por ello se
considera a Volta el fundador de la electroquímica.71 A partir de entonces se usarán las pilas
voltaicas (o galvánicas) en el estudio las reacciones redox y sus productos. Además
Alessandro Volta entre 1776 y 1778 se dedicó al estudio de la química de los gases y fue el
descubridor del metano.
Tras haber estado aparcado el atomismo desde la antigüedad y únicamente esbozado en los
modelos mecánicos corpusculares, la teoría atómica es retomada por John Dalton, quien
postuló que los átomos eran partículas indivisibles que permanecen inalteradas en los
compuestos, a partir de lo cual se pudieron establecer las leyes estequiométricas, base de la
actual estequiometría.
A lo largo del siglo XIX la química estuvo dividida entre los seguidores y detractores de
la teoría atómica de Dalton, como Wilhelm Ostwald y Ernst Mach. Los impulsores más
decididos de la teoría atómica inicial fueron Amedeo Avogadro, Ludwig Boltzmann, entre otros,
que consiguieron grandes avances en la comprensión del comportamiento de los gases. La
disputa sobre la existencia de los átomos se zanjaría definitivamente con la explicación
del efecto browniano por Albert Einstein en 1905 y los respectivos experimentos de Jean
Perrin. Muchos fueron los investigadores que trabajaron bajo la hipótesis atómica. Svante
Arrhenius intuyó en parte la estructura interna de los átomos proponiendo su teoría de
la ionización en las disoluciones. Aunque su verdadera estructura no se vislumbraría hasta
principios del siglo XX, a partir de los trabajos de Ernest Rutherford, seguidos por el modelo
atómico de Bohr.