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4 de Febrero del 2020

COLUMNAS
(/GABRIEL-
HIDALGO-
ANDRADE)
GABRIEL HIDALGO ANDRADE
Politólogo y abogado. Docente universitario.

¿Justicia popular?

U
na mujer fue asesinada en un céntrico lugar del norte de Quito. Se trataba de una dama entregada al
voluntariado social. Amable, alegre, atenta. Perdió la vida por un desalmado ataque perpetrado con un arma
de fuego, gatillada por un criminal extranjero, a plena luz del día, una tarde de sábado, en un sector muy
concurrido, cerca de un centro comercial.

Inmediatamente la opinión pública se lamentó por lo sucedido y otros hasta exigieron el porte de armas y la expulsión
de los compatriotas del malhechor. Llamaron al ejercicio de la justicia popular, al linchamiento de los delincuentes
atrapados en acto punible y a la sanción del crimen sin la mediación de la justicia institucional. Este vil suceso
signi ca también la muerte de la racionalidad democrática y el colapso de los valores republicanos.

Los gritos que reclaman la instalación de la justicia popular nos regresan a la ignorancia y a la superstición que se
creía superada con la llegada de la Ilustración. A mediados del siglo XVIII y XIX aparece un giro drástico en la forma
de representar a la sociedad y de entender sus necesidades. La razón se convierte desde entonces la piedra angular de
la comprensión y su dominio no está disponible para cualquiera.

La contrailustración fue un movimiento simultáneamente opuesto, criticó las posturas racionalistas debido a que la
naturaleza y el cosmos creían ser inseparables del ser humano y de la sociedad. Pero la razón como método de
pensamiento se impuso y se levantó el Estado moderno, con sus características contemporáneas. El gran hito es la
Revolución Francesa. De ahí parte todo el despliegue de los Derechos Humanos más básicos como a la libertad, a la
propiedad y a la vida.

Tal vez sin saberlo, hay mucho del pensamiento opuesto al racionalismo en algunos de quienes dicen abogar
actualmente por los derechos humanos. La justicia comunitaria, por ejemplo, es el reconocimiento que hacen las
Constituciones o los ordenamientos jurídicos de los países pluralistas que consideran como legítima la solución de los
con ictos bajo las normas consuetudinarias. Pero para que exista una justicia de esta naturaleza primero debe haber
una comunidad que acata las reglas constitucionales y que es inferior a su institucionalidad judicial. Sin comunidad,
Constitución y justicia institucional no hay ninguna justicia comunitaria. Hay desorden, violencia y anarquía. ¿El
ajusticiamiento incivilizado es un derecho? ¿La destrucción de una ciudad durante una protesta es un derecho
humano?

POR RESPETO A LA DAMA QUE FALLECIÓ TRÁGICAMENTE, A SU FAMILIA, AMIGOS Y COMPAÑEROS; COMO
HOMENAJE A SU VIDA DE SERVICIO SOCIAL, A SU ESPÍRITU HUMANITARIO Y A SU CARÁCTER GENEROSO, URGE
EXIGIR UNA JUSTICIA RACIONAL, MODERNA, CON DEBIDO PROCESO LEGAL Y RENUNCIEMOS A LA TONTERÍA

Ó
DE LA BARBARIE XENÓFOBA QUE PIDE AJUSTICIAR SIN CRITERIO, SIN DERECHOS Y RENUNCIANDO A LA
RAZÓN.

Justicia comunitaria no es lo mismo que justicia popular. Mientras la comunitaria tiene reconocimiento y legitimidad,
la justicia popular consiste en el linchamiento, en la rabia colectiva y en la justicia por mano propia. Es el retorno a la
barbarie.

Los casos de los linchamientos en Cristo Rey, Barrio Luz y Vida, La Ecuatoriana o Loma de Puengasí en Quito, el caso
de Posorja en Guayas, el de Barrio Paloma en Cuenca y las 20 muertes por linchamiento que se registran desde 2014
en los archivos del Ministerio del Interior despojan los velos de una sociedad que cae en picada por la ignorancia, la
superstición y la vulgaridad de unos pocos líderes políticos que piden lo mismo que ahorca a nuestra democracia.

¿Qué es eso de exigir el porte libre de armas? ¿Intentan relevar a la Policía Nacional, a los scales y jueces, para negar
la legitimidad de la institucionalidad pública? ¿Intentan instalar un estado de salvajismo y de justicia por mano propia?

La justicia popular que romantiza a la rabia colectiva es tan destructiva como liberalizar el porte de armas de fuego
que solamente podrán tenerlas y usarlas quienes puedan pagarlas.

Por respeto a la dama que falleció trágicamente, a su familia, amigos y compañeros; como homenaje a su vida de
servicio social, a su espíritu humanitario y a su carácter generoso, urge exigir una justicia racional, moderna, con
debido proceso legal y renunciemos a la tontería de la barbarie xenófoba que pide ajusticiar sin criterio, sin derechos y
renunciando a la razón.

@ghidalgoandrade

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