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La apuesta

Hay una crítica que se ha efectuado al nivel de la teoría del deseo


Psicoanalistas consideran que el sexo no está reprimido
Poder y deseo: ligados: una energía salvaje asciende desde abajo y un orden de lo alto
busca obstaculizarla
El poder ya está donde está el deseo, hay una represión que se ejerce posteiormente
No es posible escapar del poder, siempre está ahí
Poder-represión, se retiene un elemento teórico: idea de poder-ley

Se busca avanzar hacia la definción del dominio específico que forman las rr de poder y la
determinación de los instrumentos que permiten analizarlo. Se constituye a condición de
liberarse de una representación del poder llamada jurídico-discursiva.
Esta concepción gobierna la temática de represión y la ley constitutiva del deseo

Según el uso que se le dé al poder y la posición que se le reconozca respecto del deseo
conduce a dos consecuencias opuestas: a la promesa de una “liberación” si el poder sólo se
ejerce sobre el deseo un apresamiento exterior o, si es constitutivo del deseo mismo, a la
afirmación, estamos siempre apresados

Rasgos principales:
Relación negativa: entre poder y sexo, no establece relación ninguna sino modo negativo:
rechazo, exclusión, barrera. El poder nada puede sobre el sexo y los placeres, salvo
decirles “no”. Produce ausencias y lagunas, separa lo que está unido,. Sus efectos
adquieren la forma general del límite y de la carencia.

Instancia de la regla: El poder sería lo que dicta al sexo su ley. Quiere decir en primer lugar,
que el sexo es colocado por aquél bajo un régimen binario: lícito e ilícito, permitido y
prohibido. En segundo lugar, quiere decir que el poder prescribe al sexo un “orden” que
funciona a la vez como forma de inteligibilidad, el sexo se descifra a partir de su relación
con la ley. Lo que quiere decir, por último, que el poder actúa pronunciando la regla: el
poder apresa el sexo mediante el lenguaje o más bien por un acto de discurso que crea un
estado de derecho. Habla, y eso es la regla. La forma pura del poder se encontraría en la
función del legislador y su modo de acción respecto del sexo sería tipo jurídico-discursivo.

Ciclo de lo prohibido: no te acercarás, no tocarás, no consumirás, no experimentarás placer,


no hablarás, no existirás. El poder no aplicaría al sexo más que una ley de prohibición.
Objetivo: que el sexo renuncie a sí mismo. Instrumento: la amenaza de un castigo que
consistiría en suprimirlo. Renuncia a tu mismo, no aparezcas si no quieres desaparecer.

La lógica de la censura: Este tipo de prohibición adopta tres formas: afirmar que eso no está
permitido, impedir que eso sea dicho, negar que eso exista. Formas difíciles de conciliar. Se
imagina una especie de lógica en cadena que sería característica de los mecanismos de
censura: liga lo inexistente, lo ilícito, y lo informulable de manera que cada uno sea a la vez
principio y efecto del otro: lo que está prohibido no se debe hablar hasta que esté anulado
en la realidad, no inexistente no tiene derecho a ninguna manifestación ni siquiera en el
orden de la palabra que enuncia su inexistencia, y lo que se debe callar se encuentra
proscrito de lo real como lo que está prohibido por excelencia. La lógica del poder sobre el
sexo sería la lógica paradójica de una ley que se podría enunciar como conminación a la
inexistencia, la no manifestación y el mutismo.

La unidad de dispositivo: el poder sobre el sexo se ejercería de la misma manera en todos


los niveles. De arriba abajo, en sus decisiones globales como en sus intervenciones
capilares, cualesquiera que sean los aparatos o instituciones en las que se apoye. Actuaría
de manera uniforme y masiva, funcionaría segñun los engranajes reproducidos de la ley, la
prohibición y la censura: del Estado a la familia, del príncipe al padre , de las instancias de
la dominación social a las estructuras constitutivas del sujeto mismo, se hallaría una forma
general del poder. Esta forma es el derecho , con el juego de lo lícito e ilícito,, de la
trasgrasión y el castigo. Se esquematiza el poder en una forma jurídica y se definen sus
efectos cmo obediencia. Frente a un poder que es ley, el sujeto constituido como sujeto,
que está “sujeto”, es el que obedece A la homogeneidad formal del poder, a lo largo de
estas instancias, correspondería a aquel a quien constriñe, como el niño frente a los padres,
el ciudadano frente al Estado, el discípulo frente al maestro. Por un lado, poder legislador,
por el otro, sujeto obediente.

Supuesta mecánica del poder: se define de modo limitativo: se trata de un poder pobre en
recursos, ahorrativo en los procedimientos, monótono en sus tácticas, incapáz de invención
y condenado a repetirse siempre. Es un poder que sólo tiene la fuerza del “no”, no puede
producir nada, , apto sólo para trazar límites, es una antienergía, en esto consiste la
paradoja de su eficacia: no poder nada, salvo lograr que su sometido nada pueda tampoco.
Su modelo es esencialmente jurídico, centrado en el solo enunciado de la ley y el solo
funcionamiento de lo prohibido . Todos los modos de dominación, de sumisión, de sujeción,
se reducirían en suma al efecto de la obediencia.

La concepción jurídica del poder se reconoce en la forma negativa de lo prohibido, se


reducen los dispositivos de la dominación al procedimiento de la ley de la prohibición

El poder es tolerable sólo con la condición de enmascarar una parte de sí mismo. Su éxito
está en proporción directa con lo que logra esconder de sus mecanismos.
Para el poder, el secreto no pertenece al orden del abuso, es indispensable para su
funcionameinto. No sólo porque lo impone a quienes somete, sino porque también a éstos
les resulta igualmente indispensable. ¿Lo aceptarían si no vieran un simple límite impuesto
al deseo, dejando intacta una parte de libertad?. El poder, como límite de la libertad, es en
nuestra sociedad la forma general de su aceptabilidad.

Razón histórica
Instituciones de poder desarrolladas en la Edad Media, la monarquía, el E con sus aparatos,
tomaron el impulso sobre el fondo de la multiplicidad de poderes que eran anteriores y
contra ellos: poderes conflictivos , poderes ligados al dominio directo, a la posesión de
armas, tierras, a los vínculos de soberanía. Estas instituciones se pudieron implantar y
hacerse aceptar ya que se presentaron como instancias de regulación, de arbitraje,
delimitación, como una forma de introducir entre esos poderes un orden, establecer un
principio para mitigarlos. Estas formas de poder funcionaron por encima de todos los
derechos heterogéneos en tanto que principio del derecho, con el triple carácter de
constituírse como conjunto unitario, de identificar su voluntad con la ley ejercerse a través
de mecanismos de prohibición y sanción
Su fórmula señalaba a la paz como prohibición de las guerras feudales o privadas y a la
justicia como manera de suspender el arreglo privado de los litigios. En ese desarrollo de
las grandes instituciones monárquicas se trataba de un edificio jurídico. El derecho no fue
simplemente un arma manejada por los monarcas habilmente, fue el modo de manifestación
y la forma de aceptabilidad del sistema monárquico. A partir de la Edad Media, en las
sociedades occidentales el ejercicio del poder se formula siempre en el derecho.

Tradición del siglo XVIII XIX: nos habituó situar al poder monárquico absoluto del lado del
no derecho: arbitrario, los abusos, el capricho, la buena voluntad. La continuación
tradicional de estados de hecho. Por eso significa olvidar el rasgo histórico fundamental: las
monarquías occidentales se edificaron como sistemas de derecho, se reflejaron a través de
teorías de derecho e hicieron funcionar sus mecanismos de poder según la forma de
derecho
A través del desarrollo de la monarquía y de sus instituciones, se instauró esa dimensión de
lo jurídico-político. No se adecúa a la manera en que el poder se ejerció y se ejerce, pero es
el código en el que se presenta y prescribe que se lo piense según ese código.

A pesar de los esfuerzos para separar lo jurídico de la institución monárquica y liberar lo


político de lo jurídico, la representación del poder continuó atrapada con ese sistema

El derecho debe ser la forma misma del poder y el poder debe ejercerse siempre con
arreglo a la forma de derecho
Siglo XIX: otra crítica de las instituciones políticas: se trataba de mostrar que no sólo el
poder real escapaba a las reglas de derecho, sino que el sistema mismo del derecho era
una manera de ejercer la violencia, de anexarla en provecho de algunos, y de hacer
funcionar bajo la apariencia de la ley general, las injusticias de la dominación.Esta crítica del
derecho se formula aún según el postulado de que el poder debe por esencia y ejerce con
arreglo a un derecho fundamental

La representación del poder ha permanecido acechada por la monarquía.


Se le otorga importancia en la teoría del poder al problema de derecho y de la violencia, la
ley y la ilegalidad, de la voluntad y libertad, y sobre todo al Estado y soberanía. Pensar el
poder a partir de estos problemas equivale a pensarlos a partir de una forma histórica
particular y transitoria de nuestras sociedades: la monarquía jurídica. La penetraron muchos
mecanismos de poder que son los que a partir del siglo XVIII tomaron su cargo, la vida de
los hombres, los hombres como cuerpos vivientes
Hay nuevos procedimientos de poder que funcionan no con el derecho sino con la técnica,
no con la ley sino por la normalización, no con el castigo sino por el control y que se ejercen
en niveles y formas que rebasan el Estado y sus aparatos. Entramos en un tipo de sociedad
donde lo jurídico puede cada vez menos servirle al poder de cifra o se sistema de
representación

El problema no consiste en saber si el deseo es extraño al poder, si es anterior a la ley


(como se imagina frecuentemente) o si, por el contrario, la ley lo constituye. Ése no es el
punto. Cualquiera sea el deseo, se continúa concibiéndolo en relación con un poder siempre
jurídico y discursivo , un poder cuyo punto centrar es la enunciación de la ley. Se
permanece aferrado a cierta imágen del poder-ley, del poder-soberanía, que los teóricos del
derecho y la institución monárquica dibujaron. Hay que liberarse de la imágen del privilegio
teórico de la ley y de la soberanía si se quiere analizar un análisis del poder según el juego
concreto e histórico de sus procdimientos. Se debe construír una analítica del poder que ya
no tome al derecho como modelo y como código.

El proyecto de la historia de la sexualidad, los estudios concernientes a las rr históricas


entre el poder y discurso sobre el sexo, es circular: se trata de dos tentativas, cada una de
las cuales remite a la otra. Si intentamos deshacernos de una representación jurídica y
negativa del poder, renunciemos a pensarlo en términos de ley, prohibición, libertad y
soberanía: ¿cómo analizar entonces lo que ocurrió, en la historia reciente, a propósito del
sexo, aparentemente uno de los aspectos más prohibidos de nuestra vida y nuestro cuerpo?

Al forjar una teoría del poder se trata de formar otro enrejado de desciframiento histórico, de
pensar el sexo sin la ley y el poder sin ley.

Método

El poder no quiere decir Poder como conjunto de instituciones y aoaratos que garantizan la
sujeción de los ciudadanos en un E determinado. Tampoco se refiere a un modo de
sujeción que tendría la forma de la regla, por oposición a la violencia. Tampoco se refiere a
un sistema de dominación general, ejercida por un grupo sobre otro.

Por poder hay que comprender la multiplicidad de las rr de fuerza inmanentes y propias del
dominio en que se ejercen y que son constitutivas a su organización , el juego que por
medio de luchas y enfrentamientos las transforma, las refuerza e invierte, los apoyos que
estas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras, que modo que forman un
sistema, o al contrario, las contradicciones que aíslan unas de otras; las estrategias que las
tornan efectivas y cuyo dibujo toma forma en los aparatos estatales, en la formulación de la
ley, en las hegemonías sociales. La condición de posibilidad del poder, el punto que
permite volver inteligible su ejercicio, no debe ser buscado en la existencia primera de un
punto central, en un foco único de soberanía del cual irradiarían formas derivadas y
descencientes. Son los podestales móviles de las rr de fuerzas los que inducen, por su
desigualdad, estados de poder locales e inestables.

Omnipotencia del poder: porque se está produciendo a cada instante, en toda relación de
un punto con otro, no porque tenga el poder de reagrupar todo bajo su unidad.
El poder: está en todas partes, viene de todos lados. Lo que tiene de permanente y
repetitivo, es el efecto de conjunto que dibuja a partir de todas esas movilidades, el
encadenamiento que se apoya en cada una de ellas y trata de fijarlas. No es una institución
ni una estructura, tampoco una potencia a la que estamos dotados, sino que es el nombre
que se presta a una situación estratégica en una sociedad dada.
Proposiciones:

1. El poder no es algo que se adquiera, arranque o comparta, algo que se conserve o


se deje escapar. El poder se ejerce a partir de innumerables puntos, y en el juego de
las rr móviles y no igualitarias
2. Las rr de poder no están en posición de exterioridad respecto de otros tipos de rr (rr
de conocimiento, procesos económicos, rr sexuales), sino que son inmanentes:
constituyen efectos inmediatos de las particiones, desigualdades y desequilibrios
que se producen. Las rr de poder no se hallan en posición de superestructura, con
un papel simple de prohibición o reconducción, desempeñan donde actúan, un pael
directamente productor
3. El poder viene de abajo: no hay en el principio de las rr de poder, y como matriz
general, una oposición binaria y global entre dominadores y dominados, reflejándose
esa dualidad de arriba abajo y en grupos cada vez más restringidos, hasta as
profundidades del cuerpo social . Hay que suponer que las rr de fuerza múltiples que
se forman y actúan en los aparatos de producción, las familias, los grupos
restringidos, y las instituciones, sirven de soporte de amplios efectos de escisión que
recorren el conjunto del cuerpo social. Éstos forman una línea de fuerza general que
atraviesa los enfrentamientos locales y los vincula; de rechazo, estos proceden
sobre ellos a redistribuciones, alineamientos, establecimientos de convergencia. Las
grandes dominaciones son los efectos hegemónicos sostenidos continuamente por
la intensidad de todos esos enfrentamientos.
4. Las rr de poder son intencionales y no subjetivas. Que sean inteligibles no se debe a
que sean el efecto, en términos de causalidad, de una instancia distinta que las
explicaría, sino que están atravesadas de parte a parte por un cálculo: no hay un
poder que se ejerza sin objetivos. Esto no significa que resulte de la decisión de un
sujeto individual. La racionalidad del poder en la de las tácticas a menudo muy
explícitas en el nivel en que se inscriben (cinismo local del poder) que
encadenándose unas con otras, propagándose, encontrando sus apoyos y condici´n,
dibujan dispositivos de conjunto, ahí la lógica es aún clara, las miras decifrables, y
sin embargo sucede que no hay nadie para concebirlas y pocos para formularlas.
5. Donde hay poder hay resistencia, y ésta nunca está en posición de exterioridad
respecto del poder. ¿Es necesario decir que está EN el poder y que no es posible
escapar de él? ¿o que el poder siempre gana? Eso sería desconocer el carácter
estrictamente relacional de las rr de poder. No pueden existir más que en función de
una multiplicidad de puntos de resistencia: estos desempeñan en las rr de poder un
papel de adversario, de apoyo, de saliente para una aprehensión. Puntos de
resistencia: presentes en todas las partes dentro de la red de poder. No existe UN
lugar del gran rechazo respecto del poder. Pero hay varias resistencias que
constituyen excepciones, casos especiales: posibles, espontáneas, salvajes,
solitarias. No pueden existir sino en el campo estratégico de las rr de poder. Las
resistencias no dependen de algunos principios heterogéneos. Constituyen el otro
término en rr de poder, en ellas se inscriben como el irreducible elemento
enfrentador. Las resistencias estñan distribuídas irregularmente: los focos de
resistencia se hallan diseminados con más o menos densidad en el tiempo y el
espacio, llevando a lo alto grupos o individuos de manera definitiva,encendiento
momentos de la vida, algunos comportamientos. Frecuentemente nos enfrentamos a
puntos de resistencia móviles y transitorios, que introducen en uan sociedad líneas
divisorias que se desplazan rompiendo unidades, promoviendo reagrupamientos,
remodelando los individuos, trazando en ellos regiones irreducibles. Así como la res
de las rr de poder concluye por contruir un tejido que atraviesa los aparatos e
instituciones sin localizarse precisamente en ellos, también la formación del
enjambre de los puntos de resistencia marca estratos sociales (agrupaciones) y las
unidades individuales. La codificación estratégica de los puntos de resistencia torna
posible una revolución.
Dentro del campo de las rr de fuerza se debe analizar los mecanismos del poder. Así se
escapará del sistema Soberano-Ley

Problema a resolver: en tal tipo de discurso sobre el sexo, en tal forma de extorsión de la
verdad que aparece históricamente y en lugares determinados (en torno al cuerpo del niño,
a propósito del sexo femenino,etc) ¿Cuáles son las rr de poder, las más inmediatas, más
locales que están actuando? ¿Como tornan posibles esas formas de discurso? ¿Cómo se
entrelazan las rr de poder unas con otras?
Grosso modo: un lugar de referir a la forma única del gran Poder todas las violencias
infinitesimales que se ejercen sobre el sexo, todas las miradas turbias que se lo dirigen, se
trata de inmergir la abundosa producción de discursos sobre el sexo en el campo de las rr
de poder múltiples y móviles.
Esto conduce a plantear previamente 4 reglas. Prescripciones de prudencia

1. Regla de inmanencia: No considerar que existe determinado dominio de la


sexualidad que depende por derecho de un conocimiento científico desinteresado y
libre pero sobre le cual las exigencias del poder (económicas, ideológicas) hicieron
pesar mecanismos de prohibición. Si la sexualidad se constituyó como dominio por
conocer, sucedió a partir de rr de poder que la instituyeron como objeto posible, y si
el poder la consideró un blanco, es porque técnicas de saber y prodecimientos
discursivos fueron capaces de inmovilizarla. Entre técnicas de saber y estrategias de
poder no existe exterioridad. Si poseen su su propio papel específico y se articulan
una con otra, a partir de su diferencia, se partirá de lo denominado “focos locales” de
poder saber.
El: el cuerpo del niño vigilado, rodeado en la cuna por sus padres, médicos, pedagogos,
todos atentos a manifestaciones menores de su sexo, constituyó otro foco local de poser
saber a partir del siglo XVIII

2. Reglas de variaciones continuas


No buscar quién posee el poder en el orden de la sexualidad (los adultos, los médicos,) y a
quién le falta (mujeres, adolescentes, niños, enfermos) ni quién tiene el derecho de saber y
quién está metido en la ignorancia forzosamente. Se debe buscar el esquema de las
modificaciones que las rr de fuerza implican. Las distribuciones de poder o las
apropiaciones de saber nunca representan otra cosa que cortes instantáneos de ciertos
procesos. Las rr de poder saber no son formas establecidas de reparación sino matrices de
transformaciones. El conjunto constituido en el siglo XIX alrededor del niño y su sexo por el
padre, la madre, el médico y el educador, atravesó modificaciones, desplazamientos
continuos, cuyo resultados fue una inversión: mientras que al principio la sexualidad del niño
fue problematizadaen una relación directamente establecida entre el médico y los padres
(en forma de consejos, opinión sobre vigilancia, amenazas para el futuro), finalmente fue la
relación del psiquiatra con el niño como la sexualidad de los adultos se vio puesta en
entredicho
3. Regla de doble condicionamiento
Ningún foco local o esquema de transformación podría funcionar sin inscribirse por una
serie de encadenamientos. Ninguna estrategia podría asegurar efectos globales si no se
apoyara en rr precisas que le sirvan de soporte y punto de anclaje. Ninguna discontinuidad
como en dos niveles diferentes, uno microscópico y otro macroscópico, pero tampoco
homogeneidad . Más bien hay que pensar en el doble condicionamiento de una estrategia
por la especificidad de las tácticas posibles y de las tácticas por la envoltura estratégica que
las hace funcional. Así, enn la familia, el padre no es el representante del soberano o el
Estado, y estos no son proyecciones del padre en otra escala. La familia no reproduce a la
sociedad y ésta no la imita. El dispositivo familiar sirvió de soporte a las grandes maniobras
para el control malthusiano de la natalidad, para la medicalización del sexo, incitaciones
poblacionistas y psiquiatrización de sus formas no genitales

4. Regla de la polivalencia táctica de los discursos


Lo que se dice sobre el sexo no debe ser analizado como superficie de proyección de los
mecanismos de poder. Poder y saber se articulan en el discurso, por esto se debe concebir
el discurso como una serie de segmentos discontinuos cuya función táctica no es uniforme
ni estable. No se debe imaginar un universo del discurso dividido entre el discurso aceptado
y el discurso excluido, o el discurso dominante y el dominado, sino como una multiplicidad
de elementos discursudos que pueden actuar en estrategias diferentes.
Los discursos al igual que los silencios no están de una vez por todas sometidos al poder o
levantados contra él. Hay que admitir un juego complejo e inestable donde el discurso
puede ser instrumento y efecto de poder, pero también obstáculo, punto de resistencia y de
partida para una estrategia opuesta. El discurso transporta y produce poder, lo refuerza
pero lo expone, lo torna frágil. Del mismo modo el silencio y secreto abrigan el poder, anclan
sus prohibiciones, pero también aflojan sus apresamientos.

En el siglo XIX la aparición de la psiquiatría, jurisprudencia, literatura, permitió un empuje de


los controles sociales, pero permitió la constitución de un discurso de rechazo.
No existe un discurso del poder por un lado y enfrente otro que se le oponga
Los discursos son elementos o bloques tácticos en el campo de las rr de fuerza, puede
haberlos diferentes o contradictorios en el interior de la misma estrategia, pueden por el
contrario circular sin cambiar de forma entre estrategias opuestas.
A los discursos sobre el sexo no se le deben preguntar de cuál teoría implícita derivan o qué
divisiones morales acompañan o qué ideología representan, sino interrogarlos en dos
niveles:su productividad táctica (qué efectos recíprocos de poder saber aseguran) y su
integración estratégica (cuál conyuntura y cuál relación de fuerzas vuelve necesaria su
utilización en tal epispdio de los enfrentamientos que producen)

Se trata de orientarse hacia una concepción del poder que remplaza el privilegio de la ley
por el punto de vista del objetivo, el privilegio de lo prohibido por el punto de vista de la
eficacia táctica, el privilegio de la soberanía por el análisis de un campo múltiple y móvil de
las rr de fuerza donde se producen efectos globales pero nunca totalmente estables, de
dominación.
El modelo estratégico y no de derecho.
Rasgo fundamental de las sociedades occidentales: las relaciones de fuerza, que habían
encontrado en la guerra su expresión principal, se habilitaron poco a poco en el orden del
poder político.

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