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1. Un día, las víboras decidieron dar un gran baile.

Fueron invitados: los sapos, los flamencos, los

pescados, los yacarés, las ranas.


2. Los yacarés fumaban cigarros paraguayos y se

adornaron los cuellos con collares de bananas. Los

sapos se pegaron escamas de pescado en el cuerpo y

se movían como si nadaran. Las ranas se habían

perfumado el cuerpo y caminaban en dos pies,

llevando un farolito con una luciérnaga. El baile se

hizo a la orilla del río y los pescados miraban

asomaditos a la arena, aplaudiendo con la cola.


3. Las que estaban mejor vestidas, eran las víboras,

con trajes de bailarinas haciendo juego con el color

de cada víbora. Bailaban apoyadas en la punta de sus

colas, mientras los invitados aplaudían como locos.


4. Los únicos que no estaban felices, eran los

flamencos, que por ese tiempo tenían las patas

blancas, porque no eran inteligentes y no habían

sabido adornarse. Ellos envidiaban los trajes de los

otros invitados, principalmente los de las víboras de

coral, las más hermosas.


5. Un flamenco tuvo una idea: colocarse medias

rojas, blancas y negras, para que las víboras se

enamorasen de ellos. Fueron hasta el almacén del

pueblo para comprar las medias. –¡Tan tan! –pegaron

con las patas. – ¿Quién es? –respondió el almacenero.

–Somos los flamencos. ¿Tiene medias coloradas,

blancas y negras? –No, no hay –contestó el

almacenero.
6. Los flamencos fueron entonces a otro almacén. -

Tan-tan! ¿Tienes medias coloradas, blancas y negras?

El almacenero contestó: -¿Cómo dice? ¿Coloradas,

blancas y negras? No hay medias así en ninguna parte.

Ustedes están locos, ¿quiénes son? -Somos los

flamencos - respondieron ellos. Y el hombre dijo: -

Entonces son con seguridad flamencos locos. Un tatú

que estaba tomando agua en el río, escuchó lo que


ocurría y quiso burlarse de ellos y se acercó. -Mi

cuñada, la lechuza, tiene medias así. Pueden

pedírselas. Los flamencos agradecidos se despidieron.


7. -Buenas noches, lechuza. Venimos a pedirle

medias rojas, blancas y negras, para el gran baile de

las víboras. - Con mucho gusto – respondió la lechuza

- aguarden un momento. La lechuza se alejó volando y

retornó un rato después con las medias. En realidad,

no eran medias, sino los cueros de víboras de coral,

recién sacados de las víboras que había cazado.


8. –Aquí están las medias –les dijo la lechuza–. No

se preocupen de nada, sino de una sola cosa: bailen

toda la noche, bailen, pero no paren un momento,

porque en vez de bailar van entonces a llorar. Pero los

flamencos, como son tan tontos, no comprendían bien

qué gran peligro había para ellos en eso, y locos de

alegría se pusieron los cueros de las víboras de coral,

como medias, metiendo las patas dentro de los cueros


que eran como tubos. Y muy contentos se fueron

volando al baile.
9. Cuando vieron a los flamencos con sus

hermosísimas medias, todos les tuvieron envidia. Las

víboras querían bailar con ellos únicamente, y como

los flamencos no dejaban un instante de mover las

patas, las víboras no podían ver bien de qué estaban

hechas aquellas preciosas medias.


10. Cuando los flamencos comenzaron a caer de

cansancio, las víboras se acercaron a observar sus

patas pudiendo ver de qué estaban hechas las medias.


11. - ¡No son medias! –gritaron las víboras.

¡Sabemos lo que es! ¡Los flamencos han matado a

nuestras hermanas y se han puesto sus cueros como

medias!

Al oír esto, los flamencos, llenos de miedo,

quisieron volar, pero estaban tan cansados que no

pudieron levantar una sola pata. Entonces las víboras

de coral se lanzaron sobre ellos, y enroscándose en


sus patas les sacaron las medias a pedazos,

enfurecidas.
12. Los flamencos saltaban de un lado para otro,

sin que las víboras de coral se desenroscaran de sus

patas, hasta que al fin, viendo que ya no quedaba un

solo pedazo de media, las víboras los dejaron libres.

Los flamencos corrieron a echarse al agua,

sintiendo un grandísimo dolor.


Gritaban de dolor y sus patas, que eran blancas,

estaban entonces coloradas por el veneno de las

víboras.
13. Esta es la historia de los flamencos, que antes

tenían las patas blancas y ahora las tienen coloradas.

Todos los pescados se burlan de ellos, pero los

flamencos, mientras se curan en el agua, no pierden

ocasión de vengarse, comiéndose a cuanto pescadito

se acerca demasiado a burlarse.

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