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INTRODUCCIÓN

1.La droga y la toxicomanía son fenómenos que


i n v a den a todas las sociedades del mundo y afectan de manera muy especial a los jóvenes,
cualquiera que sea el ambiente al que pertenezcan. La exaltación de las drogas más diversas y
de su uso nunca ha sido tan notable e incluso conscientemente alimentada. Se presentan los
productos como s i c o n s t i t u y e r a n u n s u p l e m e n t o d e « l i b e r t a d » , c o m o u n a
fuente de convivencia o de bienestar. Y, a pesar de todo, cualesquiera que sean el modo de
utilizarlos y las expectativas que se ponen en ellas, queda en pie la pregunta: «¿Porqué se
droga la gente?». 2 . L a s m o t i v a c i o n e s q u e l l e v a n a d r o g a r s e
s o n m ú l t i p l e s , pero creemos que es ante todo la actitud de la persona laque ha ce el
toxicómano, y no sólo el producto. Por consig u i e n t e , l a e d u c a c i ó n y l a
p r e v e n c i ó n d e b e r á n p r o c u r a r orientar la acción hacia las razones que dan origen
a este comportamiento, en vez de limitarse a actuar sobre los prod u c t o s , a u n q u e e s ú t i l
p r o p o r c i o n a r a b u n d a n t e i n f o r m a ción al respecto. 3 . E l u s o c r e c i e n t e
de productos psicoactivos, e s d e c i r , de sustancias que
tienen efectos estimulantes o inhibidores sobre el cerebro, la difusión de algunos
de estos productos y la continua llegada de nuevas sustancias al mer c a d o ,
a l i m e n t a n u n a e x p e c t a t i v a d e « b i e n e s t a r » q u e s e transforma, con
mucha frecuencia, de día en día, en sufri m i e n t o y a f l i c c i ó n . N o p o d e m o s
t o m a r a c t a d e e l l o s i n sentirnos solidarios con todos los que creen que no
pueden vivir sin la droga, mientras que, por el contrario, se destruyen, a veces
hasta morir, destruyen sus relaciones, destruyen su entorno, y pueden poner en
serio peligro su f u t u r o . L a s s o c i e d a d e s ¿ a c e p t a r á n v e r g e n e r a l i z a r s e e s t e
uso, que ciertamente no es signo de salud y de confianza en la vida? En efecto,
la droga manifiesta una especie de desprecio de la vida y un intento personal, por
lo menos imaginario, de desconectarse de la realidad y de las contingencias
humanas.
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4 . A u n q u e y a d e s d e h a c e m u c h o t i e m p o a c o n t e c e
q u e personas adultas consumen plantas psicótropas, esta acti tud nunca ha
constituido, por lo general, un fenómeno de masas. Tampoco sería correcto afirmar que «no
existe una sociedad sin droga», a no ser que se quiera condenar a toda sociedad a la fatalidad
de la toxicomanía o resignarse ala impotencia, organizando simplemente un sistema
en el que se acepte un consumo mínimo. El uso de drogas hoy no se limita a unos cuantos
adultos y a algunos estetas; el aspecto nuevo del fenómeno radica, sobre todo, en el hecho de
que desde hace cerca de cuarenta años se ha generalizado en todo el mundo,
especialmente entre los adoles centes. Por tanto, una sociedad que se preocupe del
bienestar de sus hijos y de la paz entre las generaciones no puede aceptar la invitación que se
le dirige a creer que la sociedad necesita aprender a vivir con los estupefacientes, dado que
éstos son fuente de ruina y de muerte, y no de vida. 5 . Y a c o n o c e m o s l a m a y o r í a
d e l a s c o n s e c u e n c i a s n e f a s t a s que la droga provoca sobre el equilibrio psíquico,
sobre la vida familiar y sobre la vida personal y social de los jóvenes y de los adultos que la utilizan. Crea
múltiples discapacidades en la existencia de numerosas personas que esperan encontrar «un suplemento
de vida» gracias a psicoestimulantes. En realidad, lleva a un resultado opuesto al que se esperaba,
puesto que el consumo de productos desarrolla una serie de actitudes negativas, que limitan las
relaciones y reducen en gran medida la libertad interior de la persona, a veces hasta anularla completamente.
También engendra una ceguera en los que no logran sustraerse a su consumo cuando exigen a los médicos que
les receten una droga capaz de aliviar las dificultades de su existencia y atenuar su
sufrimiento, por no hablar de su malestar interior para llegar a una solución. La ceguera es aún mayor cuando se
quiere reivindicar la liberalización de las drogas en una perspectiva política. Sin embargo, los
toxicómanos más lúcidos no dudan en lanzar un llamamiento desde el fondo mismo de su dependencia:
«Decid sobre todo a los jóvenes que no usen nunca estos productos, que tengan el valor de rechazarlos,
que encuentren jóvenes y adultos que les ayuden a vivir y a resolver sus problemas, en vez de recurrir a
la droga».

Uso de drogas y autodestrucción


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6 . E l f e n ó m e n o d e l u s o d e d r o g a s n o s e
r e d u c e a u n comportamiento individual de consumo de sustancias tóxicas. Está
vinculado a sistemas que son mantenidos socialmente.7 . E n e f e c t o , s e h a n
d e s a r r o l l a d o n o t a b l e m e n t e , c o n t o tal impunidad, una economía
subterránea y una criminalidad internacional que tienen como finalidad producir y comercializar
estupefacientes a gran escala.8 . L a d r o g a p l a n t e a t a m b i é n
p r o b l e m a s d e s a l u d p ú b l i ca, cuyo coste económico es muy difícil de
soportar, especialmente para los países que cuentan con escasos recursos. No se puede
estimular conductas vinculadas a la droga que provocan patologías orgánicas, y también
psicológicas y sociales, que deberán curarse más tarde. 9 . L a d r o g a i m p u l s a
a u n m o d o d e s i t u a r s e e n l a e x i s tencia y a conductas que
confinan con el individualismo y e l e g o c e n t r i s m o , y q u e l l e v a n a e n c e r r a r s e e n
s í m i s m o s , aun permaneciendo en medio de los demás, pero sin lograr realmente
comunicarse con ellos. La sociedad actual se desarrolla según criterios económicos, de
bienestar y de eficacia, en detrimento de valores religiosos, espirituales y moral e s , q u e
permiten el desarrollo integral de la persona.
Precisamente en función de estos valores se estructuran los comportamientos humanos y la
conducta de la persona ad-quiere un sentido muy positivo. Olvidarlo significa confundir los
síntomas con la causa.1 0 . E n t o n c e s , ¿ q u é h a c e r ? ¿ D e q u é m o d o l a
I g l e s i a s e v e afectada por los fenómenos de la droga y la toxicomanía? Los padres,
pero también los agentes sociales, los sacerdotes, los religiosos y los laicos son los testigos y
los primeros protagonistas que tratan de comprender, de intervenir y de proponer a las
personas una alternativa a la dependencia de las diversas drogas.1 1 . L a f a m i l i a e s
u n o d e l o s p r i m e r o s l u g a r e s d e p r e v e n ción contra la droga. Pero no
siempre es sostenida y valorada en su labor educativa, especialmente por las legislacio nes
contradictorias vigentes en muchos países. Los movi mientos juveniles y las parroquias
desempeñan también un papel de prevención a través de la promoción de un estilo de vida
fundado en el mensaje del Evangelio y en el descubrimiento de Dios, que proponen para
desarrollar en los jóvenes su vida interior, mediante la oración, la vida sacra- mental y
sobre todo la celebración eucarística, que nos hace entrever la vida eterna y bienaventurada
con Cristo, revelando el sentido pleno de nuestra existencia humana.1 2 . P r e v e n i r l a
t o x i c o m a n í a , c u r a r y r e h a b i l i t a r a l t o x i cómano son las palabras clave
para evitar que muchas personas caigan en el engranaje de la droga y para que salgan de él.
Pero sabemos también que los problemas son complejos y que el modo de tratarlos depende
de diversos ámbitos de actividad y de muchos protagonistas. La Iglesia, al afrontar las
cuestiones que se plantean en las situaciones yen los fenómenos vinculados a la droga,
desempeña su papel y su misión evangélica, con el fin de ayudar a las personas a salir de
«un mundo sin esperanza».
1
La labor pastoral de la Iglesia con los toxicómanos
1 3 . D e s d e h a c e m u c h o s a ñ o s l a I g l e s i a e s t á c o m p r o m e t i da en favor de
los toxicómanos con la acción pastoral de numerosos sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, en el seno de
instituciones o en medios abiertos, en espacios creados para afrontar los numerosos problemas que
se plantean a las personas que se drogan. En función de los países, la Iglesia desarrolla programas de ayuda a
los toxicómanos y de reinserción. Contribuye a la educación en la libertad verdadera y en la responsabilidad, a la
prevención del uso de la droga ,a la asistencia a los toxicómanos y, en la medida de sus posibilidades, a la
rehabilitación de algunos de ellos. La realización de estructuras comunitarias, con el fin de promover la dignidad
de la persona humana, a menudo ha llevado a resultados positivos. Pero, en la mayoría de los casos, el
traba-jo es difícil y costoso; exige paciencia y requiere la colaboración de numerosas personas, especialmente
voluntarios que puedan dedicar tiempo a la prevención y a la ayuda a los toxicómanos. A este respecto, es digno
de alabanza el trabajo de los profesionales y de los voluntarios que se consagran a ayudar a los drogados y a sus
familias.1 4 . L o s p r i n c i p i o s y l o s v a l o r e s e n l o s q u e s e i n s p i r a n
l a enseñanza y la pastoral de la Iglesia en este campo han sido expuestos muchas veces y
de formas diferentes por el Papa Juan Pablo II. Con todo, la decisión de afrontar este problema
de modo más inmediato y orgánico ha sido tomadapor el Pontificio Consejo para la Pastoral de
la Salud des-pués de que el doctor Giorgio Giacomelli, entonces direc-tor ejecutivo del
Programa Internacional de Control de laDroga para las Naciones Unidas en Viena, enviara al
Papaun memorial en el que le pedía la ayuda de la Iglesia pararesolver uno de los problemas
más graves de nuestro tiem-po, señalando en particular que el tráfico y el consumo dela droga
eran «una amenaza que puede poner en peligro elp o r v e n i r d e p o b l a c i o n e s
e n t e r a s » . E l c a r d e n a l A n g e l o Sodano, Secretario de Estado, encomendó
entonces el pro-blema a nuestro Dicasterio.

1 5 . E n s u m e m o r i a l , e l s e ñ o r G i a c o m e l l i a f i r m a b a q u e « l a policía y el sistema judicial


internacional, por sí solos, no soncapaces de vencer un fenómeno tan extendido»; precisamen-te por esto, pedía la
ayuda de la Iglesia, «sobre todo en elcampo de la prevención, para que la difusión de valores fuer-tes aleje a las nuevas
generaciones del consumo de la droga».
16.El fenómeno de la droga constituye, sin duda,
u n a cuestión preocupante en el mundo entero y exige un estu-dio serio. Conviene que esta
cuestión sea tratada según lasenseñanzas iluminadoras de Juan Pablo II. A lo largo de es-tos
últimos años, el Santo Padre ha manifestado muy a me-nudo su preocupación al respecto y se
pueden contar másde ochenta intervenciones suyas sobre este tema.1 7 . D e l 9 a l 1 1
d e o c t u b r e d e 1 9 9 7 s e c e l e b r ó e n e l V a t i - cano el Congreso
internacional «Solidarios con la V ida»,organizado por el Pontificio Consejo para la
Pastoral de laSalud; ese encuentro demuestra el compromiso firme y de-13
idido de la Santa Sede con respecto al problema de la dro-ga. La Iglesia católica, que se halla
fuertemente comprome-tida en el campo de la prevención y la rehabilitación de
lostoxicómanos, considera el fenómeno de la droga una ur- gencia pastoral a escala
mundial, porque afecta a todos lospaíses y a todos los grupos sociales (ricos y pobres,
jóvenesy adultos, ancianos, hombres y mujeres); un fenómeno deesta amplitud exige una
respuesta fuerte y decidida para frenar la degradación ética que de él deriva.1 8 . P o r
e s o , n o v e n t a e x p e r t o s ( d e l e g a d o s d e C o n f e r e n - cias episcopales,
expertos en el tema, responsables de co-munidades de rehabilitación, responsables de
organismosinternacionales implicados), que acudieron de cuarenta y cinco países en
los que el problema es particularmente ac-tual (por la producción, el consumo, el tráfico y el
reciclajede drogas), se reunieron en el Vaticano para estudiar la si-tuación, partiendo de
diversos aspectos del fenómeno y delas diversas experiencias de prevención y rehabilitación
rea-lizadas hasta entonces por las Iglesias locales.1 9 . A l f i n a l d e l C o n g r e s o ,
e l p r i m e r o d e e s t e t i p o t a n t o por la representatividad como por la
e x p e r i e n c i a d e l o s participantes, se pudieron expresar diversas ideas y diferen-tes
orientaciones sobre las cuales se manifestó un amplio acuerdo.2 0 . L o s
e x p e r i m e n t o s r e a l i z a d o s h a s t a a h o r a e n c i e r t o s países sobre la
liberalización y legalización de la droga hansido desastrosos. Es importante plantear
correctamente elproblema, que no sólo radica en la substancia que se consu-ma, sino más bien
en la persona que la usa.2 1 . E l f e n ó m e n o d e l a d r o g a e s s í n t o m a d e
u n m a l e s t a r profundo que marca la cultura y el sentido moral; por con-siguiente, supera
los límites de una cuestión de sanidad ode un problema sectorial.2 2 . L a d r o g a e s
f r u t o y , a l m i s m o t i e m p o , c a u s a d e u n gran desorden moral y
d e u n a c r e c i e n t e d e s i n t e g r a c i ó n social.
Orientacionesdel Congresointernacional de 1997
14
23.El fenómeno de la droga no afecta únicamente a
l o s países ricos. La usan, por varios motivos (miseria, desem-p l e o , u r b a n i z a c i ó n ,
c a m b i o s e n l a s c o s t u m b r e s ) , m u c h o s países en vías de desarrollo, y este fenómeno
se intensificacada vez más en la medida en que implica al mismo tiempola producción, el
consumo, el tráfico y el reciclaje.
2 4 . L a a p o r t a c i ó n d e l a I g l e s i a c o m p l e t a l a s r e s p u e s t a s d e los diversos
protagonistas que trabajan en este sector (campopolítico, agentes sociales y de la salud, padres y madres de fa-
milia, educadores, juristas y dirigentes de los diferentes secto-res de actividad); se presenta como un itinerario de
liberaciónque lleva a las personas a descubrir su propia dignidad dehombresydehijosdeDios,quepueden
asírecuperar.
2 5 . C o n e l f i n d e p o n e r a d i s p o s i c i ó n d e l a I g l e s i a e n t e r a los frutos de
ese importante congreso, se decidió elaborar unmanual de pastoral, en el que se recogieran tanto los princi-p i o s
d o c t r i n a l e s r e l a c i o n a d o s c o n e s t a c u e s t i ó n c o m o l a s orientaciones prácticas
significativas para la pastoral con lostoxicómanos. Precisamente éste es el manual que propone-mos. Se dirige en
primer lugar a los obispos, a los agentespastorales, así como a todas las personas interesadas en
elproblema de los estupefacientes, con el fin de ofrecerles unaayuda en este campo difícil y delicado de su
apostolado.2 6 . E l p r i m e r c a p í t u l o d e e s t e m a n u a l p r e s e n t a r á d e m a -
nera sintética la posición del Papa Juan Pablo II sobre el te-ma de la droga, mientras que el segundo
proporcionará in-formaciones prácticas en lo que concierne a las diferentesdrogas, examinando
también el problema de la toxicomaníadesde el ángulo de la dependencia. El capítulo tercero brin-da una reflexión
sobre la cuestión de la libertad y sobre ladel descubrimiento del sentido del placer y de la felicidad,para mostrar que
toda persona está llamada a construir su vi-da sobre elementos positivos y a aprender el amor a la vida.El capítulo
cuarto trata de los temas de la educación y la pre-vención como medios fundamentales de lucha contra la toxi-
comanía. El capítulo quinto presenta de manera sintética ac-titudes pastorales y el delicado ministerio de
acompañamien-to espiritual de los toxicómanos y de sus familias.15

2 9 . A l u d i e n d o a l o s g r u p o s v i n c u l a d o s a l a
d r o g a , e l Papa añade: «Profunda amargura y viva reprobación susci-tan también
en nuestro espíritu (…) los crímenes que la prepotencia de personas y de grupos
amenaza aún realizarcon la finalidad de conservar ilegítimas fuentes de ganan-cias con el
comercio de la droga».
4
Por tanto, para el Papa,la droga es un fenómeno vinculado íntimamente a la cultu-ra de la
muerte.3 0 . « N o se puede menos de constatar con
t r i s t e z a q u e l a cultura de la muerte amenaza con superar el amor a la vida(…), la
muerte provocada por la violencia y con la droga».
5
Por otra parte, «hay que deplorar los estragos que violen-cias de toda clase y el tráfico de
drogas ocasionan en deter-minadas sociedades, hasta el punto de hacer estremecer
suspropios cimientos. Me refiero en especial a los asesinatos, al o s
s e c u e s t r o s o a l a s d e s a p a r i c i o n e s d e
p e r s o n a s inocentes».
6
« D e s g r a c i a d a m e n t e , d e b e m o s c o n s t a t a r q u e este fenómeno afecta hoy a todos
los ambientes y a todaslas regiones del mundo».
7
3 1 . L a a m p l i t u d d e l f e n ó m e n o
p r e o c u p a a l P a p a . «Nos enfrentamos ya a un
f e n ó m e n o d e d i m e n s i o n e s aterradoras, no sólo por el elevadísimo
número de vidastruncadas, sino también por la preocupante difusión delcontagio
moral que, desde hace tiempo, está alcanzando i n c l u s o a l o s
m á s j ó v e n e s , c o m o e n e l c a s o –
n o infrecuente, por desgracia – de niños obligados a hacerse vendedores y, con
sus compañeros, también consumido- r e s » .
8
3 2 . « T r á g i c o s e p i s o d i o s i n d i c a n q u e l a a s o l a d o r a e p i d e - mia
conoce las ramificaciones más amplias, alimentada porun nefasto mercado que sobrepasa
confines de naciones ycontinentes. (…) Y sus conexiones con la delincuencia y lamala vida son
tales y tantas, que constituyen uno de los fac-tores principales de la decadencia
general».
9
33.«El fenómeno de la droga es un mal
p a r t i c u l a r m e n t e grave. Numerosos jóvenes y adultos han muerto o
v a n a morir por causa de ella, mientras que otros se hallan dismi-nuidos en su ser íntimo y
en sus capacidades».
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3 4 . E n s u d i s c u r s o d e a p e r t u r a d e l C o n g r e s o i n t e r n a c i o - nal sobre la
toxicomanía, al que nos hemos referido en laIntroducción, el Cardenal Secretario de Estado habló de
losefectos devastadores que la droga produce hoy, no sólo so-bre la salud, sino también sobre la conciencia y la
mentali-dad colectiva. La droga es fruto y, a la vez, causa de unagran decadencia ética y de una
creciente degradación de lavida social, que corroen el tejido mismo de la moralidad, del a s r e l a c i o n e s
i n t e r p e r s o n a l e s y d e l a c o n v i v e n c i a c i v i l . Asimismo, añade que la droga
suele acompañar o producirenfermedades como la hepatitis y el SIDA. Es superfluo –prosigue – recordar el
contexto de violencia, explotación se-xual, comercio de armas y terrorismo en que este fenómenoprospera; y
¿quién no sabe cómo destruye las relaciones fa-miliares? Un peso particular recae sobre la mujer, a menudo
obligada a la prostitución para ayudar al marido que se dro-ga. Para lograr reducir sustancialmente los beneficios
de lostraficantes sería preciso interrumpir al menos el 75% del tráfico internacional de la
droga. Basta pensar que el tráficode cocaína y heroína es controlado en gran parte por organi-z a c i o n e s
g e s t i o n a d a s p o r g r u p o s c r i m i n a l e s f u e r t e m e n t e centralizados, que cuentan
con una vasta gama de personalespecializado: químicos, expertos en comunicaciones y enreciclaje
del dinero, abogados, agentes de seguridad.

Droga, causa y factor de degeneración ética


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2.Las causas del fenómeno de la droga

3 5 . E l P a p a a f i r m a : « D i c e n l o s p s i c ó l o g o s y s o c i ó l o g o s que
la primera causa que empuja a los jóvenes y adultos a lap e r n i c i o s a e x p e r i e n c i a d e l a
d r o g a e s l a f a l t a d e c l a r a s y convincentes motivaciones de vida. En efecto, la
falta depuntos de referencia, el vacío de los valores, la convicciónde que nada tiene sentido y
que, por tanto, no vale la penavivir, el sentimiento trágico y desolador de ser
viandantesdesconocidos en un universo absurdo, puede empujar a al-gunos a la búsqueda de
huidas exasperadas y desesperadas.Según los expertos en psicosociología, otra causa del
fenó-meno de la droga es también la sensación de soledad e in-comunicabilidad que
desgraciadamente pesa sobre la socie-dad moderna, ruidosa y alienada, e incluso sobre la
familia.De hecho, es un dato dolorosamente verdadero, que, juntocon la falta de intimidad con
Dios, hace comprender aun-que no ciertamente justificar, la huida hacia la droga paraolvidar,
para aturdirse, para evadirse de situaciones que hanllegado a ser insoportables y oprimentes, e
incluso para ini-ciar voluntariamente un viaje sin retorno. Hay un segundomotivo, siempre
según los expertos, que empuja a la bús-q u e d a d e “ p a r a í s o s a r t i f i c i a l e s ” e n l o s
d i v e r s o s t i p o s d e droga y es la estructura social deficiente e insatisfactoria».
36.En otro lugar el Papa añade: «La ambición de
d i n e - ro se enseñorea del corazón de muchas personas y las con-vierte, mediante el
comercio de la droga, en traficantes dela libertad de sus hermanos, a quienes esclavizan con
unaesclavitud más temible a veces que la de los esclavos ne- gros. Los tratantes de
esclavos impedían a sus víctimas elejercicio de la libertad. Los narcotraficantes conducen a
lassuyas a la destrucción misma de la personalidad».
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37.Por lo que atañe al comercio de la droga, «su
d i f u - sión es índice de una grave disfunción del sistema social, que supone una
visión materialista y, en cierto sentido, des-tructiva de las necesidades humanas. De este modo
la capa-cidad innovadora de la economía libre termina por realizar-se de manera unilateral e
inadecuada. La droga (…), al ex-plotar la fragilidad de los débiles, pretende llenar el
vacíoespiritual que se ha venido a crear».
14
38.«En sus orígenes – subraya el Papa – hay a
m e n u d o un clima de escepticismo humano y religioso, y de hedonis-mo, que al fin lleva a la
frustración, al vacío existencial, a laconvicción de que la vida no tiene sentido, y a la degrada-
ción en la violencia».
15
«En la base del abuso de la droga(…) suele haber un vacío existencial debido a la
ausenciade valores y a una falta de confianza en uno mismo, en losdemás y en la vida en
general. La plaga de la droga, favore-cida por fuertes intereses económicos y a veces también
po-líticos, se ha difundido por el mundo entero».
16
39.«La toxicomanía tiene que considerarse como el sín-
toma de un malestar existencial, de una dificultad para encontrar su lugar en la sociedad, de un
miedo al futuro y deuna fuga hacia una vida ilusoria y ficticia. (…) El incremen-to del mercado y
del consumo de drogas demuestra que vi-vimos en un mundo sin esperanza, carente de
propuestashumanas y espirituales vigorosas. Como consecuencia deello,
numerosos jóvenes piensan que todos los comporta- m i e n t o s son
e q u i v a l e n t e s , p u e s n o l l e g a n a d i s t i n g u i r e l bien del mal y no
tienen el sentido de los límites mora- l e s » .

Efecto: vacíoexistencial ydegradación violenta Mercado de la droga y pérdidade la esperanza


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40.A su vez, el cardenal Secretario de Estado
s u b r a y a que la toxicomanía está relacionada con el estado actual deuna sociedad
permisiva y secularizada, en la que dominanel hedonismo, el individualismo, los pseudovalores
y los fal-sos modelos. Es una sociedad despersonalizada y masifica-da. Lo que buscan los
hombres en la droga – prosigue elcardenal Sodano citando al cardenal Ratzinger – es «la per-
versión de la aspiración humana a lo infinito, la pseudomís-tica de un mundo que ya no cree,
pero que a pesar de ellono puede evitar la aspiración de su alma al paraíso».
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41.El Pontificio Consejo para la Familia añade, a su
v e z , que un motivo constante y fundamental del uso de la drogasuele ser la ausencia de
valores morales y la falta de armo-nía interior de la persona. En la base se encuentra una
faltade educación, donde la sociedad y la familia no han logra-do transmitir valores. Sin valores,
el drogado es un «enfer-mo de amor». «Lo que importa no es tanto la droga cuan- to
los interrogantes humanos, psicológicos y existenciales,implicados en esas conductas.
Con demasiada frecuenciano se quiere comprender eso y se olvida de que la raíz de
ladrogadicción no estriba en el producto sino en la personaque llega a sentir su necesidad. (…)
Recurrir a la droga síntoma de un malestar profundo. (…) Tras estos fenóme-nos hay una
solicitud de ayuda por parte del individuo, quepermanece solo, con su vida; no sólo siente un
deseo de re-conocimiento y de valoración, sino también de amor. (…)El problema,
efectivamente, no estriba en la droga, sino enla enfermedad del espíritu que lleva a la
droga, como re-cuerda el Papa Juan Pablo II: “Es preciso reconocer que seda un nexo entre
la patología mortal causada por el abusode drogas y una patología del espíritu que lleva a la
personaa huir de sí misma y a buscar placeres ilusorios, escapandode la realidad, hasta tal
punto que se pierde totalmente el sentido de la existencia personal”».
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3.Juicio moral
3.1.El ser humano no tiene derecho a dañarse a sí mismo
4 2 . L a p r e s e n t a c i ó n d e l p r o b l e m a h a m o s t r a d o i m p l í c i t a - mente que es preciso
refutar totalmente el uso de la drogadesde el punto de vista moral. En efecto, se trata de una prác-tica completamente
incompatible con la moral cristiana. ElPapa ha definido a los traficantes de droga «mercaderes demuerte»;
subraya que los toxicómanos son como caminantesque buscan algo en lo cual creer para vivir, y que tropiezancon los
mercaderes de muerte, que los asaltan con la lisonjade libertades ilusorias y falsas perspectivas de felicidad. A losque les ayudan los
compara con el buen samaritano que secompadecedelquecayóenmanosdelossalteadores,trafi-cantes de muerte.
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Al comercio de la droga lo define «co-mercio infame», considerando la droga como un azote, y ha-bla de los
crímenesdeladroga,delnefastocomerciodeestu-pefacientes. «¿Qué decir del oscuro frente de la oferta de
Traficantes de droga, mercaderes de muerte droga? ¿De los grandes depósitos y de los millares de
ria-chuelospordondecorreeltráfico nefando?¿Delascolosalesespeculacionesydelosinnoblesvínculosconlacriminalidadorganizada?
Todo serio propósito a largo plazo pide interven-ciones aptas para cegar las fuentes y frenar los recorridos deesta riada de muerte. La lucha
contraladrogaesungravede-ber ligado al ejercicio de las responsabilidades públicas».
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43.«Drogarse – afirma el Papa – siempre es ilícito, por-
que implica una renuncia injustificada e irracional a pensar,a querer y a actuar como personas
libres. (…) No se puedehablar de la “libertad de drogarse » ni del « derecho a ladroga” porque
el ser humano no tiene el derecho de dañar-se a sí mismo ni tampoco puede ni debe abdicar
nunca dela dignidad personal que le viene otorgada por Dios. Estosfenómenos – siempre
hay que recordarlo – no solamente perjudican el bienestar físico y psíquico, sino que
frustran ala persona precisamente en su capacidad de comunión y dedonación. Esto es
particularmente grave en el caso de los jóvenes. En efecto, es durante este período de edad
cuandoel joven se abre a la vida; es la edad de los grandes ideales,el tiempo del amor
sincero y oblativo».
22
44.Hablando del aspecto psicosomático de la droga,
e l Papa recuerda – citando a Pa blo VI – «lo que la ciencia afirma de la acción
bioquímica de la droga en el organismo.Es como un golpe violento al cerebro: todas las
estructurasde la vida psíquica se descompaginan bajo el golpe de estosestímulos
excepcionales y desordenados. (…) La toxicode-pendencia, más que una enfermedad del
cuerpo, es enfer-medad del espíritu».
23
Drogarse es pecado mortal Ineficacia de las leyes permisivas
24
24
Juan Pablo II,
A los participantes en el VIII Congreso mundial de lasc o m u n i d a d e s
t e r a p é u t i c a s ,
7 d e s e p t i e m b r e d e 1 9 8 4 , n . 6 , e n
L’Osservatore Romano,
edición en lengua española, 9 de diciembre de1984, p. 18.
d e a l g u n a s d r o g a s ; e s t o s e v e f a v o r e c i d o p o r u n r a z o n a - miento que procura
minimizar los peligros, especialmentegracias a la distinción entre drogas blandas y drogas
duras,lo que lleva a proponer liberalizar el uso de determinadassustancias. Esta distinción
descuida y atenúa los riesgos in-herentes a toda toma de productos tóxicos, en
particularlas conductas de dependencia, que se basan en las mismasestructuras psíquicas, la
disminución de la conciencia y laalienación de la voluntad y de la libertad personales,
quecualquier droga produce».
25
48.A este problema está directamente vinculada la cues-
tión de las drogas sustitutivas: «La droga no se vence conla droga. Las drogas sustitutivas
no son una terapia sufi-ciente, sino más bien un modo velado de rendirse ante
elfenómeno. (…) Es opinión corriente de los observadores dignos de crédito que quizá
la causa mayor de la fuerza conque la droga hace presa en el espíritu juvenil está en la indi-
ferencia ante la vida, en la caída de los ideales, en el miedoa l f u t u r o » .
26
4 9 . C u a n d o h a b l a d e l a p o s i b i l i d a d d e r e h a b i l i t a c i ó n e n las
comunidades terapéuticas, el Papa cree «significativo que esto se haya conseguido
con métodos que excluyen ri-gurosamente cualquier concesión de drogas, legales o ilega-les,
con carácter sustitutivo».
27
En su discurso antes citado,el cardenal Sodano recuerda que las drogas sustitutivas noson una
buena terapia, sino más bien una capitulación; porlo que atañe a la liberalización, subraya que,
según la opi-nión de los que propugnan las drogas blandas, la prohibi- ción no ha hecho más
que agravar la situación, mientras que, según la opinión de los que están a favor de la
prohibi-ción, la aprobación de las drogas blandas sólo lleva a pre-parar el acceso a las drogas
duras. Además, se trata de unproceso irreversible, que no eliminará el mercado negro delas
drogas blandas ni disminuirá en absoluto la violencia yla criminalidad. Cita luego el
pensamiento del Papa sobrela cuestión de la prohibición. «La droga es un mal, y al maln o
h a y q u e c e d e r . L a d i s t i n c i ó n e n t r e “ d r o g a s d u r a s ” y “drogas
blandas” lleva a un callejón sin salida, pues la to- xicodependencia no tiene su origen
en la droga sino en loque lleva a un individuo a drogarse».
28
50.El Pontificio Consejo para la Familia precisa, al res-
pecto, que en ciertos países la legislación controla el uso del a d r o g a , p e r o p e r m i t i e n d o
u n f á c i l a c c e s o a l a s « d r o g a s blandas». Se afirma que eso no provocaría ni
dependenciabioquímica ni efectos secundarios en el organismo; la ideaes que de ese modo se
conocería mejor a los drogados, a losque se podría ayudar y apoyar mejor. Sin embargo, está
de-mostrado que las drogas llamadas «blandas» provocan la pérdida de atención y
una alteración del sentido de la reali-dad; favorecen primero el aislamiento, y luego la
dependen-cia, fomentando así la ingestión de productos más fuertes.En el ámbito de la
farmacología es difícil distinguir las dro-gas blandas de las duras. Los factores decisivos son la
canti-dad consumada, la manera de asimilarlas y las eventuales mezclas de
productos. Al mercado llegan cada día nuevasdrogas, con nuevos efectos y, por tanto, nuevos
interrogan-tes. 5 1 . E s t e mismo Consejo, preguntándose
s o b r e e s a p e t i - ción de liberalización, responde que a veces los que
tienenla responsabilidad de decidir no saben ya por qué es pre-ciso seguir
luchando contra la droga, dado que su uso estámuy difundido. Entonces, ¿hay
que resignarse a la idea dever surgir una clase inferior de seres humanos
subdesarrollados que dependan de la droga para vivir? No se ha teni-do
suficientemente en cuenta lo que dicen los expertos, osea, que la
toxicodependencia no deriva de la droga mis-ma, sino de lo que lleva a un
individuo a drogarse. El usode la droga es un pretexto para no afrontar todas las
exi-g e n c i a s d e l a v i d a . H e m o s o l v i d a d o q u e , p a r a a s u m i r s u humanidad,
cada uno debe responder a los interrogantesesenciales de la existencia. En
realidad, el punto débil del i n t e r é s p o r l e g i t i m a r c i e r t a s d r o g a s e s q u e
e s a d e c i s i ó n tendría consecuencias nefastas sobre la educación; libera-lizar la
droga llevaría a aceptar su legalidad; de ello deri-varía una confusión tal que
induciría a creer que lo que eslegal es normal y moral. Esa legalización
provocaría inevi-tablemente un consumo mayor, una criminalidad mayor,un
número mayor de accidentes de circulación, un incre- m e n t o d e l o s
p r o b l e m a s p e r s o n a l e s , u n a u m e n t o d e l o s problemas sanitarios a cargo
de la colectividad; el Estadodejaría de tutelar el bien común, pues se dejaría
camino li-bre a la destrucción de los jóvenes, a la violación del prin-cipio de
equidad y subsidiariedad; y, por último, se des-cuidaría a los más pobres.

También las drogas blandas producendependencia La liberalizaciónde la drogacrea confusión

52.También el Pontificio Consejo para la Pastoral


d e la Salud ha querido subrayar los interrogantes relativos a l a l e g a l i z a c i ó n d e
l a s d r o g a s « b l a n d a s » y a l a d i s t r i b u c i ó n controlada de la heroína. En el
abuso de la droga, comohemos explicado, el problema no es sólo la sustancia de
ladroga, sino la persona del drogado. Nos encontramos anteun equívoco. No se
ha precisado suficientemente, de ma- n e r a c o h e r e n t e , l a d i f e r e n c i a e n t r e e l
carácter jurídico ym o r a l m e n t e i l í c i t o , y l a p o s i b i l i d a d d e s a n c i ó n
jurídica.Así, hay países en los que no se castiga el consumo
d e droga, sino sólo su distribución; y otros en los que las dos c o s a s c o n s t i t u y e n
d e l i t o s y, p o r t a n t o , s o n p u n i b l e s . E n ciertos países los castigos son muy
severos, desde trabajosforzados hasta la horca. En los países donde el Estado
de-27
29
Pontificio Consejo para la Familia,
¿ L i b e r a l i z a c i ó n d e l a d r o g a ? Reflexiones para la familia con ocasión de
algunas propuestas de ley envarios países
, en
L’Osservatore Romano,
edición en lengua española,7de febrero de 1997, p. 10.
bería organizar la distribución de la droga, éste se conver-tiría en el principal
distribuidor, lo cual sería absurdo. El c r i t e r i o q u e s e a p l i c a a v e c e s p a r a
p e r m i t i r s u d i s t r i b u - ción, por ejemplo para el hachís, ha sido comprobar si
suuso produce, o no, efectos nocivos en el organismo. Unavez más, el problema
se debe plantear no sólo teniendo en c u e n t a l o s d a ñ o s f í s i c o s , s i n o t a m b i é n
l a s c o n s e c u e n c i a s psicológicas y su influjo en el comportamiento. La
droga,tomada como terapia para aliviar sufrimientos morales o p a r a r e s o l v e r
d i f i c u l t a d e s p e r s o n a l e s , a g r a v a e s o s s u f r i - mientos y dificultades,
e n v e z d e p o n e r l e s r e m e d i o . P o r consiguiente, todas las partes implicadas
deben compro-meterse a reducir no sólo la oferta, sino sobre todo la de-manda,
con un proyecto educativo centrado en la verdad,en la libertad y en la
responsabilidad.
30
4.Sugerencias de remedios
53.Podemos decir que se pueden seguir tres
c a m i n o s : prevención, represión y rehabilitación. El más importantees el primero, o sea,
una prevención unida a una educaciónadecuada, que proponga el verdadero sentido de la vida
yque dé prioridad a los valores.
4.1.Prevención
54.«Los fenómenos de la droga (…) – subraya el
P a p a – no se combaten ni se puede desarrollar una acción eficazpara la curación y la
recuperación de quienes son sus vícti-mas, si no se restauran
los valores humanos del amor y de lavida,
únicos capaces, especialmente si se iluminan con la fe religiosa, de dar un sentido pleno
a nuestra existencia».
31
La droga no se combate sólo con intervenciones de índole sanitaria y judicial, sino también y
sobre todo con la creación de nuevas relaciones humanas, ricas en valores espirituales y
afectivos
La verdadera lucha consiste en la recuperación de los valores
.
32
55.La Iglesia, en nombre de Cristo, propone una
r e s - puesta y una alternativa: la terapia del amor, porque Dios es amor, y el que vive en el
amor actualiza la comunión conl o s d e m á s y c o n D i o s . « Q u i e n n o a m a
permanece en lamuerte» (
1 Jn
3, 14). «Así como la Iglesia debe actuar a ni-vel moral y pedagógico, interviniendo en este
sector especí-fico con gran sensibilidad, igualmente las instituciones pú-blicas deberán
comprometerse en una política seria, ten-dente a sanear situaciones de dificultad
personal y social,entre las cuales sobresalen la crisis de la familia, principio yfundamento de
la sociedad humana, el paro juvenil, la vi-vienda, los servicios socio-sanitarios, el sistema
escolar. (…)La Iglesia, que quiere actuar – y es su deber – en la socie-d a d c o m o l a
l e v a d u r a e v a n g é l i c a , e s t á y s e g u i r á e s t a n d o siempre junto a los que afrontan con
dedicación responsa-ble las plagas sociales de la droga (…), para animarles
ysostenerles con la palabra y la gracia de Cristo».
33
« L a c o n - vicción serena de la inmortalidad del alma, de la futura re-surrección de los
cuerpos y de la responsabilidad eterna delos propios actos, es el método más seguro
también paraprevenir el terrible mal de la droga, para curar y rehabilitara sus pobre víctimas,
para fortificar con la perseverancia yfirmeza en los caminos del bien».
34
56.En esta fase la familia desempeña un papel
f u n d a - mental. «Frente a un mundo y una sociedad que corre el29
32
Cf. Juan Pablo II,
Homilía al Centro italiano de Solidaridad,
Roma,21de junio de 1986, n. 3, en
L’Osservatore Romano,
edición en lenguaespañola, 17 de agosto de 1986, p. 2.
33
Juan Pablo II,
A los participantes en la VI Conferencia internacional del Pontificio Consejo para la Pastoral de
la Salud,
23 de noviembre de1 9 9 1 n . 5 , e n
L’ O s s e r v a t o r e R o m a n o ,
e d i c i ó n e n l e n g u a e s p a ñ o l a , 29de noviembre de 1991, pp. 10 y 11.
34
Juan Pablo II,
A los participantes en el VIII Congreso mundial de lasc o m u n i d a d e s
t e r a p é u t i c a s ,
7 d e s e p t i e m b r e d e 1 9 8 4 , n . 7 , e n
L’Osservatore Romano,
edición en lengua española, 9 de diciembre de1984, p. 18.

riesgo de hacerse cada vez más despersonalizada, y por tan-to deshumanizada, y frente a
los resultados negativos de muchas formas de fuga, entre las que ocupan un lugar prin-
cipal los abusos asociados con las drogas, la familia poseeenergías formidables, capaces de
sacar al hombre del ano-n i m a t o » .
35
En el discurso, ya citado, al Pontificio Consejopara la Pastoral de la Salud, el Papa invita a los
esposos amantener relaciones conyugales y familiares estables, basa-das en el amor único,
con vistas a la lucha contra la toxico-manía: «Así, crearán las mejores condiciones para una
vidaserena en su hogar, ofreciendo a sus hijos la seguridad afec-tiva y la confianza en ellos que
necesitan para su crecimien-to espiritual y psicológico. (…) Por tanto, invito a todos losque
desempeñan una función educativa a intensificar susesfuerzos entre los jóvenes,
que necesitan formar su con- ciencia, desarrollar su vida interior y entablar con sus her-
manos relaciones positivas y un diálogo constructivo; así lesayudarán a convertirse en
protagonistas libres y responsa-b l e s d e s u v i d a » .
36
57.Por lo que concierne a la información necesaria,
e l Papa recuerda el deber de «proporcionar una informaciónmédica acertada y precisa
particularmente a los jóvenes, se-ñalando los efectos perniciosos de la droga en los
aspectossomático, intelectual, psicológico, social y moral».
37
La pre-vención exige «el concurso (…) de to da la sociedad: pa-dres, escuela,
ambiente social, instrumentos de comunica-ción, organismos nacionales e internacionales. Hay
que es-forzarse por formar una sociedad nueva, a medida del hom-bre; la educación para
ser hombres».
38
30
35
Juan Pablo II,
Al Comité de investigación sobre el abuso y control denarcóticos del Parlamento federal de
Estados Unidos,
19 de enero de1984, en
L’Osservatore Romano,
edición en lengua española, 19 de fe-brero de 1984, p. 22.
36
Juan Pablo II,
A los participantes en el Congreso internacional sobre latoxicomanía
, 11 de octubre de 1997, n. 5, en
L’Osservatore Romano
,edición en lengua española, 24 de octubre de 1997, p. 11.
37
Juan Pablo II,
ibid.
, n. 6.
38
Juan Pablo II,
A los jóvenes de la comunidad terapéutica para toxicóma-nos
, 27 de mayo de 1984, n. 5, en
L’Osservatore Romano
, edición enlengua española, 10 de junio de 1984, p. 18.
4.2.Represión
5 8 . E l P a p a r e c o n o c e q u e l a r e p r e s i ó n p o r s í
s o l a n o basta para frenar el fenómeno de la droga, pero que
e s p r e c i s o c o m b a t i r l a . « H a y q u e r e c o n o c e r q u e l a r e p r e s i ó n contra quienes
recurren a productos ilícitos no basta parafrenar esta plaga; en efecto, una
delincuencia comercial yf i n a n c i e r a s e h a o r g a n i z a d o a
n i v e l i n t e r n a c i o n a l » .
39
«Hace falta combatir estas organizaciones de droga, hace f a l t a c r e a r
legislaciones que intenten trazar programascompletos con
el fin de impedir el tráfico de narcóti-c o s » .
40
E l P a p a p i d e q u e « s e f o r m e u n f r e n t e s ó l i d o q u e se dedique de manera
creciente no sólo a la prevención ya la rehabilitación de los drogadictos, sino
también a de-nunciar y perseguir legalmente a los traficantes de muerte y
d e r r i b a r l o s m u r o s d e l a d i s g r e g a c i ó n m o r a l y s o c i a l . (…) Renuevo,
por tanto – añade el Papa –, la apremiante l l a m a d a q u e y a d i r i g í h a c e a l g u n o s
a ñ o s a l a s i n s t a n c i a s públicas, tanto nacionales como internacionales, a fin
deque pongan freno a la difusión del mercado de las sustan-cias estupefacientes.
Para esto hace falta que se pongan demanifiesto, en primer lugar, los intereses
de quienes espe-culan en este mercado, que después se detecten los instru-
mentos y los mecanismos de los que se sirven, y se proce- d a , p o r ú l t i m o , a s u
eficaz destrucción».
41
59.«Para hacer frente a este problema tan grave, es pre-
ciso dar mayor vigor y eficacia al principio de la unidad eintegración latinoamericana. (…) En
este campo se imponela necesidad de acudir a un plan de leal cooperación regio-nal y
continental para que las medidas que se tomen para31
39
Juan Pablo II,
A los participantes en el Congreso internacional sobre latoxicomanía
, 11 de octubre de 1997, n. 2, en
L’Osservatore Romano
,edición en lengua española, 24 de octubre de 1997, p. 11.
40
Juan Pablo II,
Al Comité de investigación sobre el abuso y control denarcóticos del Parlamento federal de
Estados Unidos,
19 de enero de1984, en
L’Osservatore Romano,
edición en lengua española, 19 de fe-brero de 1984, p. 22.
41
Juan Pablo II,
A los participantes en la VI Conferencia internacional del Pontificio Consejo para la Pastoral de
la Salud,
23 de noviembre de1 9 9 1 n . 3 , e n
L’ O s s e r v a t o r e R o m a n o ,
e d i c i ó n e n l e n g u a e s p a ñ o l a , 29de noviembre de 1991, p. 10.
combatir el narcotráfico tengan la debida eficacia».
42
«Esindispensable que se combata directamente y, al final, se elimine la actividad
criminal de la producción y el tráficode droga. A este respecto, mi estímulo y mi admiración
sed i r i g e n a t o d o s e s o s p a í s e s e n l o s q u e l o s
l í d e r e s d e l Gobierno y los ciudadanos están verdaderamente compro-metidos en
combatir la producción, la venta y el mal uso delas drogas, pagando algunas veces un precio
muy alto, y sa-crificando incluso su propia integridad física».
43
« I n v i t o a las autoridades civiles, a los responsables de la economía ya todos los que tienen
una responsabilidad social, a prose-guir e intensificar sus esfuerzos para perfeccionar en
todoslos niveles
las legislaciones de lucha contra la toxicomanía
, ya oponerse a todas las formas de cultivo y de tráfico de dro-g a s » .
44
4.3.La rehabilitación
60.El Papa nos invita a abordar este problema:
« P a r a afrontar la droga no sirve ni el estéril alarmismo ni el apre-surado simplismo. En
cambio, vale el esfuerzo de conoceral individuo y comprender su mundo interior;
llevarlo aldescubrimiento, o al redescubrimiento, de su propia digni-dad de hombre; ayudarle
a que haga resucitar y crecer, co-mo sujeto activo, los recursos personales que la droga
habíasepultado, mediante una confiada reactivación de los meca-nismos de la voluntad,
orientada hacia ideales seguros y no-b l e s » .
45
La política tiene el deber de luchar contra la cultura de la droga El sentido de la dignidad
humana, fundamento de la rehabilitación
61.El Papa anima «a los padres que tengan un hijo
t o - xicómano a no desalentarse jamás, a mantener el diálogo con él, a prodigarle
su afecto y a favorecer sus contactos c o n o r g a n i s m o s c a p a c e s d e
o c u p a r s e d e é l . L a a t e n c i ó n afectuosa de una familia es un gran apoyo para la
lucha interior y los progresos de una terapia de desintoxicación».
46
«Las crisis humanas y sociales más difíciles pueden superarse a la luz del Evangelio. (…) Por
lo mismo, se puede salir también del drama de la droga para volver a encontrar el camino de
la confianza en la vida».
47
«El miedo al futuro y al compromiso en la vida adulta que se observa entre los jó-venes los
hace particularmente frágiles. A menudo no se losalienta a luchar por una vida recta y hermosa;
tienden a en-cerrarse en sí mismos. (…) Ciertas fuerzas de muerte los impulsan
entonces a entregarse a la droga, a la violencia y allegar a veces hasta el suicidio. Detrás de lo
que puede apa-recer como la fascinación por una especie de autodestruc-ción, tenemos que
percibir en estos jóvenes una petición deayuda y una profunda sed de vida, que conviene tener
encuenta, para que el mundo sepa modificar radicalmente susp r o p u e s t a s y s u s e s t i l o s
de vida».
48
« E l d o n d e u n a v i d a digna hace referencia a la sobriedad, a la castidad, a la opo-sición
a una creciente pornografía, a la sensibilización sobrela amenaza de la droga».
49
62.Y – prosigue el Papa – «si nosotros debemos
a f r o n - tar ese gran peligro de la droga, peligro para la persona hu-mana, para cualquier
hombre y sobre todo para el joven, debemos tener las pruebas de la posibilidad de vencer.
(…)Vosotros, jóvenes que habéis vencido, resultáis para los de-33
49
Juan Pablo II,
A los obispos polacos reunidos en Jasna Góra,
19 de ju-nio de 1983, n. 5, en
L’Osservatore Romano,
edición en lengua espa-ñola, 3 de julio de 1983, p. 6.
más un testimonio de esperanza, un testimonio de que lav i c t o r i a e s p o s i b l e ; y
s u p o n é i s t a m b i é n , p a r a l a s o c i e d a d preocupada por el fenómeno de la droga, un
nuevo impul-so para luchar, para empeñar todas las fuerzas, toda la bue-na voluntad. Vale la
pena, porque la victoria es posible».
50
63.En el discurso ya citado, el cardenal Secretario
d e Estado subraya que sólo el compromiso personal de la per-sona, su voluntad de renacer y
su capacidad de recupera-ción pueden garantizarle la vuelta a la normalidad despuésde haber
pasado por el mundo alucinante de los narcóticos;para ello son indispensables las ayudas
sociales a la familiay a las comunidades terapéuticas.
51
64.El Pontificio Consejo para la Familia, por su
p a r t e , destaca la necesidad de que los toxicómanos conozcan y ex-perimenten el amor de Jesucristo, que
se abran y renazcan aun ideal auténtico de vida, que por la fe se adhieran plena ysinceramente a Cristo y a su
Evangelio, y acepten su sobera-nía hasta convertirse en discípulos suyos. Con particular in-t e r é s e l
d r o g a d o p o d r á e s c u c h a r l a s p a l a b r a s d e J e s ú s : «Venid a mí
todos los que estáis fatigados y cargados, queyo os aliviaré» (
Mt
11, 28). La Iglesia propone, pero no im-pone; lleva al hombre a descubrir su dignidad como sujetoactivo, y le
enseña el porqué de su existencia terrena.
6 5 . L a t a r e a d e e v a n g e l i z a r e l m u n d o d e l a d r o g a r e q u i e r e tres pasos
fundamentales: anunciar el amor paterno de Dios,denunciar los males que implica la droga y asegurar la asisten-cia a los
toxicómanos. El modelo cristiano de familia siguesiendo el punto de referencia prioritario para la
prevención, larehabilitación y la inserción de las personas en la sociedad.
52
Importanciade experimentar el amor de Cristo Asegurar siemprela asistenciaa los toxicómanos
34
50
Juan Pablo II,
Homilía durante la misa para el comité italiano de soli-d a r i d a d c o n l o s
j ó v e n e s t o x i c ó m a n o s ,
9 d e a g o s t o d e 1 9 8 0 , e n
L’Osservatore Romano,
21 de septiembre de 1980, p. 6.
51
5.La Iglesia frente a la toxicomanía

6 6 . « L a d r o g a n o e s e l p r o b l e m a p r i n c i p a l d e l t o x i c ó m a n o . El
consumo de la droga es sólo una respuesta falaz a la falta de sentido positivo de la vida. En el centro de la toxico
dependencia se encuentra el hombre, sujeto único e irrepetible, con su interioridad y personalidad específica,
objeto del amor del Padre, queensuPlan salvíficollamaacadaunoalasublime vocación de hijo en el Hijo. Sin embargo, la
realización de esa vocación queda gravemente comprometida por conductas que, como el
uso de la droga, influyen de modo del etéreo en la persona humana, en su sensibilidad, y en el recto ejercicio de
su inteligencia, de su libertad y de la voluntad».
53
6 7 . L a I g l e s i a a n u n c i a q u e D i o s s a l v a
a l h o m b r e e n Cristo, revelándole su vocación y el amor con que es ama-
do.
54
A la luz de esta verdad, todos los hombres tienen derecho a saber que vivir significa decir sí a
Dios y caminar por la senda de la santidad. El amor misericordioso de Dios se dirige de modo
muy particular a los que tienen más necesidad de su acción compasiva y liberadora. Cristo nos
dice que son los enfermos los que tienen necesidad de médico (cf. Mt 9, 12; Mc 2, 17; Lc 5,
31).6 8 . E s p r e c i s o a l e g r a r s e d e l a s o l i c i t u d y l a s a c t i v i d a d e s de
numerosas personas e instituciones que trabajan cada día con paciencia para ayudar a las personas afectadas
por la toxicomanía. La Iglesia se pone al servicio de los que se encuentran bajo el yugo de esta nueva forma de
esclavitud. Lo que propone la Iglesia es el proyecto evangélico sobre el hombre. A los que
viven el drama de la toxicomanía, a los que sufren porque llevan una existencia miserable, les anuncia el amor de
Dios, que no quiere la muerte, sino la conversión y la vida (cf. Ez 18, 23). Se trata aquí de la vida integral, de la
vida eterna, proclamada también para los que se encuentran en situaciones de peligro o amenaza. A todos los
hombres la Iglesia quiere devolverles la esperanza.35
53
5.La Iglesia frente a la toxicomanía
6 6 . « L a d r o g a n o e s e l p r o b l e m a p r i n c i p a l d e l t o x i c ó m a n o . El
consumo de la droga es sólo una respuesta falaz a la falta de sentido positivo de la vida. En el centro de la toxico
dependencia se encuentra el hombre, sujeto único e irrepetible, con su interioridad y personalidad específica,
objeto del amor del Padre,queensuPlansalvíficolamaacadaunoalasublime vocación de hijo en el Hijo. Sin embargo, la
realización de esavocación queda gravemente comprometida por conductas que, como el
uso de la droga, influyen de modo deletéreo enla persona humana, en su sensibilidad, y en el recto ejerciciode su
inteligencia, de su libertad y de la voluntad».
53
6 7 . L a I g l e s i a a n u n c i a q u e D i o s s a l v a
a l h o m b r e e n Cristo, revelándole su vocación y el amor con que es ama-do.
54
A la luz de esta verdad, todos los hombres tienen de-recho a saber que vivir significa decir sí a
Dios y caminarpor la senda de la santidad. El amor misericordioso de Dios se dirige de modo
muy particular a los que tienen más ne-cesidad de su acción compasiva y liberadora. Cristo nos
di-ce que son los enfermos los que tienen necesidad de médico.6 8 . E s p r e c i s o
a l e g r a r s e d e l a s o l i c i t u d y l a s a c t i v i d a d e s de numerosas personas e instituciones
que trabajan cada día con paciencia para ayudar a las personas afectadas por la toxicomanía. La Iglesia se pone
al servicio de los que se encuentran bajo el yugo de esta nueva forma de esclavitud. Lo que propone la
Iglesia es el proyecto evangélico sobre el hombre. A los que viven el drama de la toxicomanía, a
los que sufren porque llevan una existencia miserable, les anuncia el amor de Dios, que no quiere la muerte, sino
la conversión y la vida . Se trata aquí de la vida integral, de la vida eterna, proclamada también para los que se en-
cuentran en situaciones de peligro o amenaza. A todos los hombres la Iglesia quiere devolverles la esperanza.
6 9 . A l t o x i c ó m a n o , q u e f u n d a m e n t a l m e n t e
s u f r e d e «falta de amor», la Iglesia quiere ayudarle a descubrir el amor de
Jesucristo. En una situación de gran malestar, en elvacío profundo de la existencia, el camino hacia la luz
pasapor el renacimiento de un ideal auténtico de vida, que seencuentra plenamente manifestado en el
misterio de la re-velación de nuestro Señor Jesucristo. Con su contribuciónespecífica, la Iglesia interviene
en el problema de la toxico-manía tanto para prevenir el mal y ayudar a los toxicóma-nos a librarse de la
droga y a reinsertarse socialmente, co-mo para asistir a sus familias.7 0 . A l f e n ó m e n o d e
l a t o x i c o m a n í a l a I g l e s i a r e s p o n d e con un mensaje de esperanza y un servicio que,
más allá delos síntomas y de la conducta de las personas, se dirige alcorazón mismo del hombre; no se limita a
eliminar el males-tar, sino que propone itinerarios de vida. Se sitúa en un ni-vel que toma en cuenta la visión precisa que tiene del
hom-bre, lo cual la lleva a indicar los valores de la vida. Su misiónes evangélica: anunciar la buena nueva. No asume ningún ti-po
de suplencia con respecto a otras instituciones o instan-cias humanas. Al contrario, desea sostener a todas las perso-nas que se
dedican a los toxicómanos y desempeñar el papelque le corresponde en el mundo. En efecto, su servicio es-pecífico consiste
en proponer «la escuela evangélica» comoforma de vida fundada en la relación con Cristo, el únicoq u e
p u e d e s a t i s f a c e r t o d o s l o s d e s e o s d e l h o m b r e , p u e s nuestra alma tiene sed del Dios vivo (cf.
Sal
62).7 1 . P r e c i s a m e n t e e n e l c e n t r o d e l a a c t i v i d a d e v a n g e l i z a - dora
de la Iglesia se sitúa su intervención en el campo de latoxicomanía. En esta actividad la Iglesia «tiene
como únicofin servir al hombre, revelándole el amor de Dios que se hamanifestado en Jesucristo».
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Sólo en él cada hombre pue-de encontrar el tesoro auténtico, la verdadera razón de todasu existencia. Las
palabras de Cristo: «Venid a mí todos losque estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré» (
Mt
11,28) cobran un sentido maravilloso cuando se dirigen a lostoxicómanos.
Eliminar la distanciaentre instituciones y toxicómanos
7 2 . E l E v a n g e l i o u n e l a p r o c l a m a c i ó n d e l a b u e n a n u e v a a las
buenas obras, como, por ejemplo, la curación de «to-da enferm edad y toda dolencia» (
Mt
4, 23). La Iglesia es«una fuerza dinámica» y «signo y a la vez promotora de los valores
evangélicos entre los hombres».
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Precisamentepor esto, la Iglesia, «salvaguardando siempre la prioridadde las realidades trascendentes y
espirituales, que son pre-misas de la salvación escatológica»,
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siempre ha dado sutestimonio evangélico uniéndolo al desempeño de sus acti-vidades: diálogo,
promoción humana, compromiso por la justicia y la paz, educación y cuidado de los enfermos,
asis-tencia a los pobres y a los pequeños. Debe quedar claro, deuna vez por todas, que en la proclamación
de la buena nue-va del amor de Dios, la Iglesia no ejerce ninguna constric-ción sobre la libertad de los
hombres: se detiene ante el sa-grario de la conciencia; propone, no impone nada.
58
7 3 . E l S a n t o P a d r e r e c u e r d a q u e e l t e s t i m o n i o e v a n g e l i - zador de
la Iglesia consiste en la proclamación de la buenanueva para reconocer que Jesucristo es el fin de la
persona,d e s u d e s t i n o , y l a r a z ó n d e t o d a s s u s
e s p e r a n z a s .
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Refiriéndose al toxicómano, el Sumo Pontífice afirma quees necesario «llevarlo al
descubrimiento, o al redescubri- miento de su propia dignidad de hombre; (…) ayudarle aque haga
resucitar y crecer, como sujeto activo, los recursosp e r s o n a l e s q u e l a d r o g a h a b í a
s e p u l t a d o , m e d i a n t e u n a confiada reactivación de los mecanismos de la
v o l u n t a d , orientada hacia ideales seguros y nobles».
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74.Hoy, con la amplia difusión de la droga, la Iglesia
s e encuentra ante un nuevo desafío: debe evangelizar a perso nas que viven esta situación particular y a
las que contribu-yen a la difusión de productos tóxicos. Por eso, se planteacomo objetivo:7 5 . 1 . E l
a n u n c i o d e l a m o r p a t e r n o d e D i o s p a r a s a l v a r a todo hombre.7 6 . 2 .
L a d e n u n c i a d e l o s m a l e s p e r s o n a l e s y d e l o s m a - les sociales que
causan y favorecen el fenómeno de la dro-ga.7 7 . 3 . E l t e s t i m o n i o d e l o s
c r e y e n t e s q u e s e d e d i c a n a l a curación de los drogados a ejemplo de Jesucristo, que
novino a ser servido sino a servir y dar su vida (cf.
Mt
20, 28;
Flp
2, 7).7 8 . E s t a t r i p l e a c t i v i d a d c o n l l e v a : 7 9 . u n d e b e r d e
a n u n c i o p r o f é t i c o q u e p r e s e n t e l a v i s i ó n evangélica original del
hombre;8 0 . u n d e b e r d e s e r v i c i o h u m i l d e , a i m a g e n d e l
B u e n Pastor que da su vida por los demás;8 1 . u n d e b e r d e f o r m a c i ó n p a s t o r a l
y m o r a l d e l a s p e r s o - nas, de las familias y de las comunidades humanas, forma-ción que
se ha de impartir según los principios naturales ysobrenaturales, para dar una visión integral del
hombre.8 2 . L a I g l e s i a q u i e r e t r a b a j a r c o n l o s t o x i c ó m a n o s e n r a -
zón de su misión evangélica, con el fin de hacer que escu-chen la palabra de amor de Dios,
proporcionando los me-dios para llegar espiritualmente a todos los afectados por ladroga.
Anuncio profético Servicio humilde Formación moral

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-37
60

35

cómanos. Las series de televisión y los dibujos animados que alimentan la


imaginación de los muchachos escenificancon frecuencia dramas en los que abundan los
atracos, lasdrogas, los suicidios, los homicidios y los asesinatos.
Losd e l i n c u e n t e s y l o s c r i m i n a l e s d e
e s a s s e r i e s s o n l o s «héroes» que actúan junto con la
policía, único y últ imobaluarte que protege a los individuos y a la sociedad de lalocura
destructora.2 5 8 . P e r o los valores morales raramente se
presentan a los jóvenes como fundamentales. Con mucha
f r e c u e n c i a los padres, los educadores, los profesores y los adultos en g e n e r a l
no saben ya situar su papel frente a los niños.A d u l t o s y
n i ñ o s s o n c o n s i d e r a d o s e n e l m i s m o
n i v e l , mientras que los más jóvenes tienen aún necesidad
d e aprender, en contacto con los mayores, a saber compor-tarse en la vida y a
respetar las exigencias esenciales, en lavida personal y social. Muchos padres y
educadores pien-san que el niño puede descubrir por sí solo estas exigen- c i a s o
q u e s e l a s t r a n s m i t i r á n « o t r o s a d u l t o s » . A s í , u n n o - table número de
jóvenes encuentra cada vez menos adul-tos que sean puntos de referencia, con
los que puedan en-t a b l a r r e l a c i o n e s e d u c a t i v a s e s t r u c t u r a n t e s y
c o n s t r u c t i - vas.2 5 9 . « E l m a n d a m i e n t o “ n o
m a t a r á s ” e s t a b l e c e , p o r tanto, el punto de partida de un
camino de verdadera liber-tad – escribe Juan Pablo II –, que nos lleva a promover ac-tivamente
la vida y a desarrollar determinadas actitudes ycomportamientos a su servicio. (…) El
mandamiento “no matarás”, incluso en sus contenidos más positivos de res-peto, amor y
promoción de la vida humana, obliga a todohombre. En efecto, resuena en la conciencia moral
de cadauno como un eco permanente de la alianza original de Dioscreador con el hombre;
puede ser conocido por todos a laluz de la razón y puede ser observado gracias a la
acciónmisteriosa del Espíritu que, soplando donde quiere (cf.
Jn
3, 8), alcanza y compromete a cada hombre que vive en es-t e m u n d o » .
89
Presentar los valorestal como son Amar la vida
102
89
Ibid.
, nn. 76-77.

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