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“Lo que le falta a Colombia”

William Ospina es un poeta, ensayista y novelista colombiano, nacido el 2 de marzo


de 1954 en Padua Tolima. Es considerado como uno de los poetas y ensayistas
más destacados de las últimas generaciones, llegando a recibir reconocimientos por
su trabajo como: el Premio Nacional de Ensayo (1982), Premio Nacional de Poesía
(1992), Premio de Ensayo Ezequiel Martínez Estrada de Casa de las Américas
2003, Premio Rómulo Gallegos 2009, entre otros. Actualmente es columnista
semanal en el periódico del Espectador.

En el ensayo lo que le falta a Colombia escrito en el 2002, William Ospina nos


expone varios análisis sobre la realidad en Colombia, indicándonos quizás las
características más acertadas del prototipo colombiano, y de la manera en la que el
Estado actúa y el pueblo reacciona.

Es importante la manera en la que el autor construye una imagen de Colombia,


partiendo del hecho que el país se avergüenza de sí mismo, se excusa para
encontrar su propia identidad o edificar una institución basado en una composición
social real, no una copia barata y patética del modelo que se originó a partir de las
revoluciones clásicas. Igualmente, asume de manera precisa que las grandes
problemáticas de Colombia son resultado de una carencia de carácter, y lo
demuestra con el ejemplo de la cocaína, siendo culpables los colombianos por
producirla, pero no los otros países que la consumen, esto plantea la frágil firmeza
que posee el país, y concluye que la ley de todo poder es que la culpa es de los
otros, y sobre todo de los débiles, que no son capaces de defender sus principios,
y en este caso Colombia que no es capaz de defender su país, siendo por mucho
los soldados que pierden sus vidas en nombre de la patria cuando el resto de país,
solamente tiene intereses particulares.

Además, resalta como en un país como Colombia donde la injusticia, la crueldad, la


miseria, la corrupción, entre otras, gobiernan descaradamente, y nadie hace nada
o dice nada. Lo anterior Ospina lo describe como un pueblo mudo, justificando de
manera en mi opinión acertada que es; el pueblo nada espere, porque es un país
que renuncio a su dignidad y acepto ser mendigos, y el Estado se ha encargado de
que la sociedad marche de esta manera, acostumbrándonos a agradecer por
limosnas por algo que se nos debe por derecho. Inclusive expone como la vida se
vuelve un milagro gracias a la filantropía de entidades privadas, ya que el gobierno
no es capaz de responder por su país, lo que se resume como los resultados de
una indignante falta de carácter que carcome al país y de los cuales son notables
exponentes casi todos nuestros gobernantes.
Asimismo, se especifica en el texto muchos ejemplos que son claros reflejos del
país, y aportan la realidad de cómo nos avergonzamos de nosotros mismos, de
nuestra notables rasgos de mestizaje, de raíces espirituales de nuestro proceder,
de nuestros productos, de nuestras diversas religiones, y nos engañamos
asumiendo etiquetas ajenas a nosotros como ropas de marcas, consumo de
producto extranjeros, imágenes en televisión, prensa, internet de modelos, de tés
blanca y ojos claros. La realidad es que nos apenamos de nuestra esencia cultural,
social y realmente manifestamos una imagen patética y poco autentica de un
modelo europeo o norte americano. Pero el gobierno, e incluso el pueblo no se
avergüenza, de la gente mendigando, de niños en las calles, de los altos índices de
violencia, de la pobreza, entre tantos. Pero en donde hay identidad propia, carácter,
autenticidad como es en nuestros campesinos, si hay discriminación, irrespeto,
desprecio e injusticia, lo que se concluye como un atropello a la esencia de nuestro
país.

En el ensayo Ospina también expresa que la pobreza no es problema de los pobres


sino de toda la sociedad, en donde la sociedad está siendo sometida por ella misma,
por su falta de compromiso, por su egoísmo e insensibilidad por la precariedad de
los otros. Todo esto, se desata en violencia, inseguridad, desconfianza,
discriminación, entre muchos otros efectos. Una de las conclusiones más
interesantes del ensayo es la citada a continuación. “La clamorosa estupidez de los
dueños del país ha hecho finalmente que tampoco ellos puedan ser los dueños del
país, que las calles sean tierra de nadie, que todos nos sintamos sentados sobre un
polvorín.”

Finalmente, y como ultima conclusión Ospina no indica que lo que le falta a


Colombia es cambiar como sociedad, porque no se puede pretender que el gobierno
la cambie sino por el contrario la sociedad debe cambiar al gobierno, la sociedad
debe hacerse respetar, pero para esto se debe cambiar desde el interior, desde el
corazón, cada individuo debe esforzarse por ser mejor para que entre todos
construyan una nación en la que hay respeto, tolerancia, diligencia, amor por la
patria y por nuestro pueblo, de lo contrario si Colombia sigue esperando a que todo
cambie por sí solo, ocurrirá la contrario, seguirá sin servir nada, ni las leyes ni el
sistema, ni las instituciones. Se debe tener una nueva visión hacia construir un país
con identidad, orgullo patriota y carácter.

Es gratificante la manera en que se estructura el ensayo, ya que William Ospina


expone de manera precisa y clara, la verdadera situación de Colombia sin tapujos
ni adornos, lo que atrapa al lector desde la primera página hasta la última, y
concientizando al colombiano de lo que le falta a Colombia, justificándose con la
verdad que aunque cruda es necesaria, y que puede generar grandes cambios en
la manera de pensar y de actuar de la sociedad, no solo colombiana sino en general
del mundo.
Colombia es un Estado, con un gobierno inservible, el cual nunca está para la
comunidad, sino para su propio bien.

Cuando se trata de robar a la comunidad, de desalojar habitantes de calle, siempre


está presente; pero cuando se necesita para lo que en realidad debería ser; brindar
salud, educación, seguridad, el gobierno está ausente, no existe.

Las personas no reclaman, han perdido la esperanza hace mucho tiempo, pues no
se puede esperar nada de ellos, quienes malgastan, realizan de forma incorrecta el
uso de fondos; es más, los hurtan.

El pueblo recibe las “ayudas” con regocijo, cuando debería ser distinto, pues nos
pertenece por derecho.

Los ciudadanos no están orgullosos de su patria; incluso, se sienten inferiores a


otros países, si van a Estados Unidos se sienten superiores, les avergüenza su
antiguo ser.

A partir de 1940, los campesinos comenzaron a emigrar a las ciudades, en busca


de un mejor futuro, ya que se les había abandonado, las guerrillas se habían
apoderado de sus tierras.

Los ciudadanos los recibieron de mala manera, como extranjeros; peor aún, los
calificaban de ignorantes, estúpidos y torpes por su forma de ser, cuando así es que
debería actuar todo el pueblo colombiano. Eso se debe a que nadie piensa en el
otro, y reciben las buenas costumbres como tal.

En cuanto a la pobreza, se tiene la idea de que es problema de los pobres, y es por


eso que el país no progresa; no obstante, en otras naciones es todo lo contrario,
ésta es problema de todos; incluso, es inexistente, ya que es el principal factor que
causa que haya corrupción, por tal motivo prosperan.

Nadie puede disfrutar de lo que le pertenece, y todos se preguntan del porqué


nuestra patria es diferente a como la soñamos, cuando no hacen nada para
cambiarla, y lo peor no es lo que vemos que ocurre, sino lo que no.

Solo en el momento en el que se deje de simular, de excluir, se aprecie el trabajo,


así como es valorado en el exterior, se mantenga la nobleza, la hospitalidad, la
familiaridad, que es propio de los campesinos; se podrá avanzar.

El Estado corrupto, insensible y ladrón debe desaparecer.

El Estado no puede cambiar la sociedad; al contrario, la sociedad debe cambiar al


Estado, pero es más fácil que todo vuelva a empezar.
Es necesario que la sociedad comience a pensar en los demás, a mirar la diversidad
como una riqueza, a ser tolerantes, ayudar a los demás, dejar de pensar en
aprovecharse del otro, para así avanzar él, a tener carácter, escuchar lo que otros
piensan. Esto es lo que le falta a nuestra patria.
Pienso que William Ospina, más que argumentar lo que le falta a Colombia,
evidencia lo que le pasa; no obstante, solo se queja y critica como otro paisano lo
haría, y al presentar las posibles soluciones, lo hace con el sentimiento y no con la
lógica.
Ospina, W. (2002). Lo que le falta a Colombia. Bogotá: Editorial Taurus.

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