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Stefano Tedeschi
Sapienza University of Rome
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All content following this page was uploaded by Stefano Tedeschi on 22 May 2014.
Después de darle a la causa criolla los argumentos para derrotar a los españoles en
el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, en Argentina, y tras una dura campaña al
frente del Ejército del Norte, Juan José Castelli cae en desgracia como revolucionario y
muere, solo y empobrecido, de un cáncer de lengua. (RIVERA, 1995)
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Recuerda estas diferentes posibilidades interpretativas Silvia GENERI (2004), citando también las diversas pistas de
lectura que el mismo Rivera ha propuesto en entrevistas y presentaciones de su obra.
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1) La forma de la escritura.
A nivel estructural la novela está dividida en dos ‘Cuadernos de tapas rojas’ y una
‘Apéndice’, y cada uno de los cuadernos presenta pequeñas unidades textuales
(veinticinco el primero, once el segundo), puestas sin un claro orden cronológico ni
causal.
Una peculiaridad de la escritura que es posible señalar a partir de las primeras
páginas es la tendencia a la reiteración: nombres, lugares, fechas, frases enteras se repiten
a lo largo de los capítulos de la novela, a veces en posiciones muy cercanas: en el capitulo
primero, por ejemplo se repite siete veces el verbo ‘escribir’ en veinte líneas, o en el
capitulo segundo se reitera, como una forma vocativo, la formula “los presentes, o
ausentes sin excusa” (RIVERA A. 1995: 15;16).
Esta característica demuestra la continuidad con la antigua profesión de ‘orador de
la Revolución’ del protagonista de la novela, un orador que ahora ya no puede hablar,
pero también la voluntad de subrayar lo que de verdad importa, para que no se pierda la
memoria, y finalmente quiere ser una forma, irónica, de no perderse en las digresiones en
una novela que en realidad no tiene un centro de gravitación, de evidenciar la necesidad
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de mantener la mirada fija sobre los asuntos que parecen más importantes, frente a la
dispersión de la materia narrativa.
1839), y sin embargo la mayoría de los sucesos históricos de la revolución quedan fuera
de la novela, algunos evocados solo como anedoctas, otros clamorosamente silenciados.
Al mismo tempo los fragmentos que se encuentran en las paginas de La revolución
es un sueño eterno no constituyen las ruinas de una visión unitaria ya perdida, sino más bien
fugaces iluminaciones de una verdad que se va revelando en formas no tradicionales.
La visión de la Independencia se presenta entonces como parcial, en todos los
sentidos del termino: son fragmentos evocados por una multiplicidad de voces, y todas
ellas están buscando una explicación, una dirección a seguir, y muestran pasiones
enfrentadas, perspectivas de parte y luchas a muerte:
¿Qué nos faltó para que la utopía venciera a la realidad? ¿Qué derrotó a la utopía?
¿Por qué, con la suficiencia pedante de los conversos, muchos de los que estuvieron de
nuestro lado, en los días de mayo, traicionan la utopía? ¿Escribo de causas o escribo de
efectos? ¿Escribo de efectos y no describo las causas? ¿Escribo de causas y no describo
los efectos? Escribo la historia de una carencia, no la carencia de una historia. (RIVERA
A. 1995: 57)
2) La intertextualidad.
Estos tres libros aparecen como el referente ineludible de la vida de Castelli, casi
un triptico alrededor del cual él ha ido construyendo su vida, y no será una casualidad
que ellos precedan “la espada que cargué en Suipacha” que viene a continuación. Si al
comienzo de todo están los libros, al final de la lista se encuentra la escritura, a cerrar un
circulo fatal. Los ultimos tres objetos son en efecto:
Dos cuadernos de tapas rojas: mi hijo Pedro les dará el destino que mejor le
plazca.
Cuatro plumas que me sirvieron para escribir los dos cuadernos de tapas rojas.
Un tintero con base de piedra. (RIVERA A. 1995: 170)
3) Las mujeres
Un papel muy singular en la novela es el que viene jugado por los cuatro
personajes femeninos, dos de los cuales son históricos (María Rosa Lynch, la mujer y
Ángela Castelli, su hija mayor) y dos inventados (Irene Orellano Stark, una joven rica y
su amante por un tiempo, y Belén, la servidora mulata de Irene, de la cual Castelli se
enamora).
Abraham Hunguer, que no sonríe, que se masajea las manos, sentado frente a
Castelli, le pregunta a Castelli si él, Castelli, le dará, a Belén, la libertad: ¿Usted, doctor
Castelli, que es como Cromwell, se irá a vivir con Belén, una mulata, a la luz del día,
Belén igual a Cromwell, Belén igual a usted, que es tan inflexible e indomable como
Oliver Cromwell, Belén igual a usted, que es Cromwell, si Buenos Aires fuera Londres y
si el Támesis fuera el Río de la Plata? La era de la revolución terminó: usted lo sabe,
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míster Cromwell. ¿Proclamará, míster Cromwell, en la era que puso fin a la revolución y
sus hechizos, que una mulata es su igual y que vivirá con ella, a la luz del día, él igual a
ella? (RIVERA A. 1995: 120)
María Rosa es, finalmente, “la más leal de todas mis amigas”, la mujer que lo
acompaña hasta la muerte y que le recuerda constantemente la importancia de la
fidelidad, del mantenerse firme delante de todos los posibles percances de la vida.
Al final de la novela se descubre en fin que los cuadernos han sido confiados a
una mujer (probablemente Belén) que será también la que editará los cuadernos:
evidentemente la transmisión de la memoria no puede ser que una cuestión de mujeres.
*N. de la E. En la última página del segundo cuaderno de tapas rojas aparecen unas líneas
que, sin lugar a dudas, fueron redactadas por Pedro Castelli, uno de los hijos del doctor Juan José
Castelli. (RIVERA A. 1995: 170)
Con esta nota el lector descubre por primera vez que los cuadernos han pasado
por un trabajo de edición llevado a cabo por una mujer, y las lineas escritas por Pedro
revelan que esta mujer es Belén, a la que Pedro envia los cuadernos. La “editora” puede
así añadir otra nota que presenta “las biografias de algunos amigos del doctor Juan José Castelli”
(RIVERA A. 1995: 172) y proponerse como verdadero intermediario entre Castelli y el
lector.
Otro final posible es el capitulo undecimo de la segunda parte, que ya se ha
recordado, con esa invocación a la hija Angela, que sella los cuadernos de tapas rojas y la
vida de Castelli.
En el enredo final de páginas, notas, escritos varios destacan unas líneas que
suenan en apariencia totalmente fuera de contexto y que se refieren a Kote Tsintsadze,
un “antiguo bolchevique, preso en los campos de concentración de José Stalin”. El
revolucionario georgiano, personaje historico, escribe una misiva a Trotzky que recita
así:
El libro termina finalmente con una apéndice que contiene las biografias arriba
mencionadas, con unas entradas en tono casi enciclopedico, y que sin embargo contiene
otras dos notas fuera contexto: unas lineas finales en que se cuenta la muerte de Pedro
Castelli, el hijo que matarán los seguidores de Rosas en 1839, y un misterioso capitulo
doce, consituido por una sola pregunta: “Entre tantas preguntas sin responder, una será
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respondida: ¿qué revolución compensará las penas de los hombres?” (RIVERA A. 1995:
175)..
El “sueño eterno” del titulo podrá ser, entonces, solo algo que queda fuera del
tiempo, que quizás se volverá a repetir, pero sin que nadie pueda aprender del pasado, y
al final el sueño de Castelli (y el de Tsintsadze, y de muchos otros) no será que una serie
infinita de derrotas, que por cierto no se podrán ‘celebrar’ y de las que nunca nos
podremos librar y sin embargo seguirán siendo sueños “de inasible belleza”.
Bibliografia
BARBOZA Martha, 2009, La escritura como desplazamiento de la oralidad en ‘La revolución es un sueño eterno’ de Andrés
Rivera, “Especulo. Revista de Estudios Literarios”, en
http://www.ucm.es/info/especulo/numero42/desplaza.html
BERG Edgardo H., 2002, Poéticas en suspenso. Migraciones narrativas en Ricardo Piglia, Andrés Rivera y Juan José Saer,
Biblos, Buenos Aires.
DEMARÍA Laura, 2008, Ecos de una revolución eterna: Andrés Rivera lee a Mayo, in Eduardo Espinosa (curador), Neo,
post, hiper, trans, ¿fin? Lecturas recientes de literatura hispanoamericana, RIL, Santiago del Chile.
GENERI Silvia, 2004, ‘La revolución es un sueño eterno’ de Andrés Rivera: la historia como autobiografía in Stella Benvenuti
(y otros), Auto(bio)grafías. La densidad de la memoria en nuevas novelas históricas argentina de fin de siglo, Ediciones del
Boulevard, Córdoba (Argentina).
MENTON Seymour, 1993, La nueva novela histórica, FCE, México.
RABAT Marina, 2000, Una entrevista a Andrés Rivera: ‘Un estilo propio habla de la experiencia histórica”, “Razón y
Revolución”, n.6, Otoño 2000.
RIVERA Andrés, 1995 [1987], La revolución es un sueño eterno, Alfaguara, Buenos Aires.