Está en la página 1de 11

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/251230718

La independencia muda: "La revolucion es un sueno eterno" de Andrés Rivera

Chapter · March 2012

CITATIONS READS

0 8,454

1 author:

Stefano Tedeschi
Sapienza University of Rome
37 PUBLICATIONS   7 CITATIONS   

SEE PROFILE

All content following this page was uploaded by Stefano Tedeschi on 22 May 2014.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


La independencia muda: La revolución es
un sueño eterno de Andrés Rivera.
Stefano Tedeschi
La Sapienza – Università di Roma

La novela de Andrés Rivera representa, en su recepción crítica, un verdadero


quebradero de cabeza, a partir de su definición genérica: ¿una novela histórica? ¿Una
autobiografía ficticia? ¿Una revisión de la historia a partir del presente? Estas diferentes
posibilidades de clasificación nacen evidentemente de una riqueza del texto y de una
multiplicidad de miradas internas que se entrecruzan y superponen sin orden aparente1.
Los datos históricos presentes en la novela son más bien escuetos, y el personaje
central resulta de hecho marginalizado respecto a la galería de los héroes de la
Independencia: la contraportada de la edición Alfaguara resume en seis líneas las
referencias históricas del libro:

Después de darle a la causa criolla los argumentos para derrotar a los españoles en
el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, en Argentina, y tras una dura campaña al
frente del Ejército del Norte, Juan José Castelli cae en desgracia como revolucionario y
muere, solo y empobrecido, de un cáncer de lengua. (RIVERA, 1995)

En realidad la narración de la historia de Juan José Castelli junta en el texto datos


reales e inventados, recuerdos del narrador y materiales de procedencia incierta,
personajes rigurosamente históricos a lado de figuras fruto de la invención narrativa,
como ocurre a menudo en la novela histórica, pero esta vez todo va mezclado en una
forma que complica mucho las posibilidades de lectura.
Además Rivera mismo, delante de la pregunta sobre la pertenencia de sus novelas
a este género literario, niega repetidamente que ellas puedan ser incluidas en este
catalogo, y afirma rotundamente: “no me gusta la idea de novela histórica. Simplemente es

1
Recuerda estas diferentes posibilidades interpretativas Silvia GENERI (2004), citando también las diversas pistas de
lectura que el mismo Rivera ha propuesto en entrevistas y presentaciones de su obra.
152

literatura.” (RABAT M. 2000: 9). Para terminar de enredar la cuestión la famosa, y


discutible, clasificación de Seymour Menton incluye La revolución es un sueño eterno en las
‘novelas históricas más tradicionales’, y sin embargo un análisis mas detallada revela que
tiene todas las características de la ‘nueva novela histórica’ ya que de los seis rasgos que
el mismo Menton establece para definirla, por lo menos cinco se encuentran en el libro
de Rivera (MENTON S, 1993: 24; 42 ss.).

Para intentar salir de este laberinto y sugerir una interpretación de la novela, se


propone una lectura textual en cuatro partes, que se refieren a la forma de la escritura, la
función de la intertextualidad, el papel de los personajes femeninos y finalmente los
diferentes finales de la novela.

1) La forma de la escritura.

A nivel estructural la novela está dividida en dos ‘Cuadernos de tapas rojas’ y una
‘Apéndice’, y cada uno de los cuadernos presenta pequeñas unidades textuales
(veinticinco el primero, once el segundo), puestas sin un claro orden cronológico ni
causal.
Una peculiaridad de la escritura que es posible señalar a partir de las primeras
páginas es la tendencia a la reiteración: nombres, lugares, fechas, frases enteras se repiten
a lo largo de los capítulos de la novela, a veces en posiciones muy cercanas: en el capitulo
primero, por ejemplo se repite siete veces el verbo ‘escribir’ en veinte líneas, o en el
capitulo segundo se reitera, como una forma vocativo, la formula “los presentes, o
ausentes sin excusa” (RIVERA A. 1995: 15;16).
Esta característica demuestra la continuidad con la antigua profesión de ‘orador de
la Revolución’ del protagonista de la novela, un orador que ahora ya no puede hablar,
pero también la voluntad de subrayar lo que de verdad importa, para que no se pierda la
memoria, y finalmente quiere ser una forma, irónica, de no perderse en las digresiones en
una novela que en realidad no tiene un centro de gravitación, de evidenciar la necesidad
153

de mantener la mirada fija sobre los asuntos que parecen más importantes, frente a la
dispersión de la materia narrativa.

Otra característica de la escritura que hay que subrayar es la tendencia a la


multiplicación de los tiempos verbales: en el mismo capitulo primero el verbo ‘escribir’
se declina simultáneamente al presente y al pretérito, pasando sin solución de
continuidad de una forma a la otra. Estos pasajes repentinos no están motivados solo
por la confusión cronológica del relato, sino también por una voluntad declarada de salir
de la problemática rígidamente histórica para abrir el texto hacia el presente.

El tercer elemento de la escritura que quisiera resaltar es la multiplicación de las


preguntas: dieciseis capitulos empiezan con preguntas, o contienen preguntas en sus
primeras lineas, tres terminan con preguntas, mientras dos capítulos (el quinto y el
séptimo de la segunda parte) están construidos solo con preguntas.

¿Qué juramos el 25 de mayo de 1810, arrodillados en el piso de ladrillos del


Cabildo? ¿Qué juramos, arrodillados en el piso de ladrillos de la sala capitular del
Cabildo, las cabezas gachas, la mano de uno sobre el hombro de otro? ¿Qué juré yo, de
rodillas en la sala capitular del Cabildo, la mano en el hombro de Saavedra sobre los
Evangelios, y los Evangelios sobre un sitial cubierto por un mantel blanco y espeso?
(RIVERA A. 1995: 145)

Todas estas preguntas, ¿Son preguntas retoricas? En realidad no lo parecen. Se


presentan más bien como preguntas que se dirigen, y crean, a un destinatario implícito,
un lector contemporáneo que, superando los limites temporales, pueda buscar las
respuestas poniéndose casi al lado de Castelli.
En este sentido la novela se presenta como una escritura fragmentaria, en la que
tenemos que descifrar no solo lo que está escrito en ella, sino también los silencios que
ella misma engendra. En efecto al reconstruir la fabula del relato nos damos cuenta que
los hechos narrados cubren un arco temporal muy amplio (aproximadamente del 1806 al
154

1839), y sin embargo la mayoría de los sucesos históricos de la revolución quedan fuera
de la novela, algunos evocados solo como anedoctas, otros clamorosamente silenciados.
Al mismo tempo los fragmentos que se encuentran en las paginas de La revolución
es un sueño eterno no constituyen las ruinas de una visión unitaria ya perdida, sino más bien
fugaces iluminaciones de una verdad que se va revelando en formas no tradicionales.
La visión de la Independencia se presenta entonces como parcial, en todos los
sentidos del termino: son fragmentos evocados por una multiplicidad de voces, y todas
ellas están buscando una explicación, una dirección a seguir, y muestran pasiones
enfrentadas, perspectivas de parte y luchas a muerte:

¿Qué nos faltó para que la utopía venciera a la realidad? ¿Qué derrotó a la utopía?
¿Por qué, con la suficiencia pedante de los conversos, muchos de los que estuvieron de
nuestro lado, en los días de mayo, traicionan la utopía? ¿Escribo de causas o escribo de
efectos? ¿Escribo de efectos y no describo las causas? ¿Escribo de causas y no describo
los efectos? Escribo la historia de una carencia, no la carencia de una historia. (RIVERA
A. 1995: 57)

Se puede apreciar además en el texto una fuerte dispersión de la voz narrativa,


hasta el punto que se pueden contar siete diferentes instancias narrativas y un mero
listado de estas instancias evidencian esta complejidad. El lector se encuentra en efecto
delante de:

a) Castelli que escribe los cuadernos de tapas rojas;


b) Castelli que escribe en algunos papeles sueltos, que solo después irá
copiando en los cuadernos;
c) Castelli que va reflexionando en primera persona,
pero esta instancia presupone una
d) Instancia heterodiegetica en tercera persona;
e) Voces de los amigos de Castelli, que intervienen en su apoyo;
f) Voces femeninas intercaladas;
155

g) Instancias finales fuera del tiempo de la novela;

No se trata entonces solo de un pasaje del narrador omnisciente de la novela


histórica tradicional a la primera persona de la nueva novela histórica, o del disfrazarse
de Castelli bajo diferentes mascaras, sino de una dispersión ya sin orden aparente, de un
mezclarse de voces que recuerdan, afirman, reivindican, protestan etc.

2) La intertextualidad.

Si la forma de la escritura presenta las singularidades que hemos evidenciado, otro


aspecto relevante que evidencia la multiplicidad de las voces presentes en el texto es el de
la manifiesta intertextualidad del mismo.
En La revolución es un sueño eterno es posible apreciar una doble forma de
intertextualidad: por un lado hay textos intercalados (discursos, cartas, apuntes) que
vienen citados como escritos de los diferentes personajes, sin pertenecer rigidamente a la
narración, y del otro lado se citan y se evocan textos de la posible biblioteca de Castelli y
de sus amigos.
Los textos de los personajes funcionan, como ya hemos visto, como
multiplicadores del punto de vista, para alejar lo más posible la idea de una sola posible
visión de la historia, sea esta la historia de la Revolución que la personal de Castelli.
En cambio los libros que Castelli y sus amigos evocan a lo largo de la novela no
representan sin embargo solo citas eruditas, sino que funcionan con la misma fuerza de
los personajes, y las ideas que ellos construyen mueven la acción, porque la escritura
representa una de las fuerzas que mueven la realidad, y que pueden llegar a cambiarla. De
hecho en el capitulo decimo de la segunda parte, que contiene el testamento de Castelli,
las tres primeras cosas que Castelli cita son tres libros:

Un ejemplar del Quijote, regalo de mi padre


Un libro, en inglés, que me envió mister Abraham Hunguer, por encargo de la
señora Belén Hunguer. Su titulo, Romeo y Julieta, me fue traducido por Agrelo.
156

La traducción de Moreno, firmada por Moreno de El contrato social. (RIVERA A.


1995: 167)

Estos tres libros aparecen como el referente ineludible de la vida de Castelli, casi
un triptico alrededor del cual él ha ido construyendo su vida, y no será una casualidad
que ellos precedan “la espada que cargué en Suipacha” que viene a continuación. Si al
comienzo de todo están los libros, al final de la lista se encuentra la escritura, a cerrar un
circulo fatal. Los ultimos tres objetos son en efecto:

Dos cuadernos de tapas rojas: mi hijo Pedro les dará el destino que mejor le
plazca.
Cuatro plumas que me sirvieron para escribir los dos cuadernos de tapas rojas.
Un tintero con base de piedra. (RIVERA A. 1995: 170)

Una forma peculiar de intertextualidad que vuelve a presentarse muchas veces en


el texto se relaciona con el problema de la traducción. En la lista final de los objetos de
Castelli aparecen tres libros traducidos: dos al comienzo, como se vio, y uno al centro, el
“Diario del año de la peste, de un tal Daniel Defoe, traducido del inglés por Agrelo”
(RIVERA A. 1995: 169).
José Agrelo es en efecto el que ejerce de traductor a lo largo del libro, y este papel
se descubre claramente en el dialogo entre los representantes de la Junta y Beresford en
1806, en el capitulo dieciseis del primer cuaderno. Toda la conversación se mueve
alrededor de él que se muestra sin embargo como un traductor no fiable, experto en
transformar el sentido y la percepción de las palabras, tanto que en el relato de Castelli
parece evidente como haya sido él que voluntariamente haya hecho fracasar la reunión
con el inglés.
El traductor Agrelo se vuelve así figura del que es capaz de utilizar las palabras
como armas, capaz de cambiar el sentido de las palabras para cambiar el camino de la
historia, hasta el punto de trasladarlas de un tiempo a otro, de lanzarlas más allá de la
historia, hasta llegar al lector contemporaneo.
157

3) Las mujeres

Un papel muy singular en la novela es el que viene jugado por los cuatro
personajes femeninos, dos de los cuales son históricos (María Rosa Lynch, la mujer y
Ángela Castelli, su hija mayor) y dos inventados (Irene Orellano Stark, una joven rica y
su amante por un tiempo, y Belén, la servidora mulata de Irene, de la cual Castelli se
enamora).

Los encuentros y desencuentros de Castelli con estas cuatro mujeres marcan a lo


largo de la novela cambios y contraddicciones del protagonista principal y abren
cuestiones que él mismo no siempre será capaz de resolver.
Irene Orellano Stark perfila en este sentido la compleja relación de Castelli con el
poder, al que se acerca cuando es un joven abogado, y del que viene alejado cuando
intenta realizar sus ideas, que van justamente en contra de los intereses de la clase a la
cual pertenece Irene.
La mulata Belén representa en cambio la difícil conquista, por parte de Castelli y
de toda su generación, de la libertad. Si la libertad política de la dominación española es
el ideal en nombre del cual se mueve el grupo de los revolucionarios, más arduo se revela
aplicar el mismo ideal en el campo de las relaciones sociales, sobretodo al momento de
superar las diferencias raciales. Cuando Abraham Hunguer, el traficante de armas que ha
comprado Belén (para al final casarse con ella), pregunta a Castelli:

Abraham Hunguer, que no sonríe, que se masajea las manos, sentado frente a
Castelli, le pregunta a Castelli si él, Castelli, le dará, a Belén, la libertad: ¿Usted, doctor
Castelli, que es como Cromwell, se irá a vivir con Belén, una mulata, a la luz del día,
Belén igual a Cromwell, Belén igual a usted, que es tan inflexible e indomable como
Oliver Cromwell, Belén igual a usted, que es Cromwell, si Buenos Aires fuera Londres y
si el Támesis fuera el Río de la Plata? La era de la revolución terminó: usted lo sabe,
158

míster Cromwell. ¿Proclamará, míster Cromwell, en la era que puso fin a la revolución y
sus hechizos, que una mulata es su igual y que vivirá con ella, a la luz del día, él igual a
ella? (RIVERA A. 1995: 120)

Frente a esta pregunta, Castelli vacila, y su titubeo muestra la contradicción entre


el discurso publico y el discurso privado, una contradicción que volverá a manifestarse al
momento en que la hija Angela querrá casarse con un joven enemigo político del padre:
aquí la fuerza de la ideología abren una incoherencia insanable entre la figura del padre y
la del revolucionario: el hecho de haber jurado que “la Revolución no sería un té servido
a las cinco de la tarde.” (RIVERA A. 1995: 155) le impide dar el permiso para el
casamiento, y abre una herida profunda con la hija que lo ha acompañado a lo largo de
toda su enfermedad y uno de los finales de la novela es justamente el capitulo undécimo
del segundo cuaderno, formado por una sola línea: “Angela. Angela. Por favor, Angela.”
(Rivera A. 1995: 171).

María Rosa es, finalmente, “la más leal de todas mis amigas”, la mujer que lo
acompaña hasta la muerte y que le recuerda constantemente la importancia de la
fidelidad, del mantenerse firme delante de todos los posibles percances de la vida.

Al final de la novela se descubre en fin que los cuadernos han sido confiados a
una mujer (probablemente Belén) que será también la que editará los cuadernos:
evidentemente la transmisión de la memoria no puede ser que una cuestión de mujeres.

4) Los diferentes finales de la novela:

La complejidad textual de La Revolución es un sueño eterno llega a su apogeo con las


páginas finales de la novela que presentan cinco diferentes finales posibles del texto.
El primero es el capitulo decimo, ya citado, que contiene el testamento de Castelli,
pero también una nota al pie:
159

*N. de la E. En la última página del segundo cuaderno de tapas rojas aparecen unas líneas
que, sin lugar a dudas, fueron redactadas por Pedro Castelli, uno de los hijos del doctor Juan José
Castelli. (RIVERA A. 1995: 170)

Con esta nota el lector descubre por primera vez que los cuadernos han pasado
por un trabajo de edición llevado a cabo por una mujer, y las lineas escritas por Pedro
revelan que esta mujer es Belén, a la que Pedro envia los cuadernos. La “editora” puede
así añadir otra nota que presenta “las biografias de algunos amigos del doctor Juan José Castelli”
(RIVERA A. 1995: 172) y proponerse como verdadero intermediario entre Castelli y el
lector.
Otro final posible es el capitulo undecimo de la segunda parte, que ya se ha
recordado, con esa invocación a la hija Angela, que sella los cuadernos de tapas rojas y la
vida de Castelli.
En el enredo final de páginas, notas, escritos varios destacan unas líneas que
suenan en apariencia totalmente fuera de contexto y que se refieren a Kote Tsintsadze,
un “antiguo bolchevique, preso en los campos de concentración de José Stalin”. El
revolucionario georgiano, personaje historico, escribe una misiva a Trotzky que recita
así:

“Muchos, muchísimos de nuestros amigos y de la gente cercana a nosotros,


tendrán que terminar sus vidas en la cárcel o la deportación. Con todo, en última
instancia, esto será un enriquecimiento de la historia revolucionaria: una nueva
generación aprenderá la lección”. (RIVERA A. 1995: 172)

El libro termina finalmente con una apéndice que contiene las biografias arriba
mencionadas, con unas entradas en tono casi enciclopedico, y que sin embargo contiene
otras dos notas fuera contexto: unas lineas finales en que se cuenta la muerte de Pedro
Castelli, el hijo que matarán los seguidores de Rosas en 1839, y un misterioso capitulo
doce, consituido por una sola pregunta: “Entre tantas preguntas sin responder, una será
160

respondida: ¿qué revolución compensará las penas de los hombres?” (RIVERA A. 1995:
175)..

Los múltiples posibles finales de la novela nos dan probablemente la respuesta a la


pregunta inicial sobre la pertenencia de La Revolución es un sueño eterno al genero de la
novela histórica. Rivera en efecto no escribe una novela histórica, porque sencillamente
no cree en lo que normalmente se define como “historia”, y aun menos en su papel de
“magistra vitae”, como quiere la tradición. Si se vuelve a la cita, antes mencionada
(RIVERA A. 1995: 57) la confusión entre causas y efectos, entre “la historia de una
carencia” y “la carencia de una historia” denuncia la imposibilidad de narrar una
‘Historia’, y lo que queda son solamente historias particulares, fragmentos de
experiencias dispersas, que no pueden develar ningún designio más allá de su
significancia parcial. Como afirma Edgardo H. Berg, “la historia es, en este sentido, un
laboratorio epistemológico que permite pensar las lagunas fácticas, las causas ausentes y
las escenas no dichas por la historiografía oficial” (BERG E.H. 2002: 97)

El “sueño eterno” del titulo podrá ser, entonces, solo algo que queda fuera del
tiempo, que quizás se volverá a repetir, pero sin que nadie pueda aprender del pasado, y
al final el sueño de Castelli (y el de Tsintsadze, y de muchos otros) no será que una serie
infinita de derrotas, que por cierto no se podrán ‘celebrar’ y de las que nunca nos
podremos librar y sin embargo seguirán siendo sueños “de inasible belleza”.

Bibliografia
BARBOZA Martha, 2009, La escritura como desplazamiento de la oralidad en ‘La revolución es un sueño eterno’ de Andrés
Rivera, “Especulo. Revista de Estudios Literarios”, en
http://www.ucm.es/info/especulo/numero42/desplaza.html
BERG Edgardo H., 2002, Poéticas en suspenso. Migraciones narrativas en Ricardo Piglia, Andrés Rivera y Juan José Saer,
Biblos, Buenos Aires.
DEMARÍA Laura, 2008, Ecos de una revolución eterna: Andrés Rivera lee a Mayo, in Eduardo Espinosa (curador), Neo,
post, hiper, trans, ¿fin? Lecturas recientes de literatura hispanoamericana, RIL, Santiago del Chile.
GENERI Silvia, 2004, ‘La revolución es un sueño eterno’ de Andrés Rivera: la historia como autobiografía in Stella Benvenuti
(y otros), Auto(bio)grafías. La densidad de la memoria en nuevas novelas históricas argentina de fin de siglo, Ediciones del
Boulevard, Córdoba (Argentina).
MENTON Seymour, 1993, La nueva novela histórica, FCE, México.
RABAT Marina, 2000, Una entrevista a Andrés Rivera: ‘Un estilo propio habla de la experiencia histórica”, “Razón y
Revolución”, n.6, Otoño 2000.
RIVERA Andrés, 1995 [1987], La revolución es un sueño eterno, Alfaguara, Buenos Aires.

View publication stats

También podría gustarte