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Rosario Castellanos LOS CONVIDADOS DE AGOSTO @ Biblioteca Era 1 pa a depois Doi Cistal seria siempre of dime café de In no che a su pateén, don Carlos Romén, en To que él Is rmaba au estudio: in esto que primitivsmente habia sido acondicionade como consultori pero del cual, por I faa de wo, ban id emigrando Is vias que ‘guardaban los insirumentos quirdrgicas, las mesas exploracién y operaciones, para dejar silo un titulo boron denro de un marco un juremenio de Hid cates ya legible y una reproduecidn en escala menor, de ese oélebre euadro en que un médico —de bata y orto blanoos— forcrjea con wn eequeleto pave dsp tarle Ia poresin de un exerpo de mujer desnudo, joven, yy sin ningtn estigma visible de enfermedad. |A pesar de que el estudio era Ia parte de la casa mis frecuentada por don Carlos, y en la que perms: cnc todo el eps eprom ot i fera impersonal que es tan propia de las habitaciones fe los hoteles. No porque aqui no se bubiera hecho ninguna concesign al Iuj, nian a la eomodidad. Sino porque el mobiliario (reducido al mfnimo de un es: critorio de caoba eon tres eajones, slo uno de los cuar les contenia papeles y estaba cerrado siempre eon Ils 96 ve, y una illa de euero) no habia guardado ninguna de esas huellas que el hombre va dejando en los obje: tos cuando se sirve cotidianamente de ellos. Ni una que ‘madora en la madera, porque don Carlos no fumaba; ni el arafiazo del que saca punta al lépie con una nat ni Ia mancha de tint, poxgue no eseribia, Tal vez 4o jnico era una leve deformacién en la materia de la silla por el peso del euerpo que soportaba. O osa tole ancis (porque era tolerancia y no eleccién) & Ia pre. sencia de unos anagueles con libros que, por ota par te, no se abrian jamés Dofia Cistula eoloos la bandeja con Ia caftera y la taza (desde algin tiempo atrés don Carlos se protibié 4 sf mismo el consumo del axiear porque devia que 8 oa edad ninguns prudencia es bastante) sobre el ex titorio. ¥ mientras su patrén sorbia los primeros tra 0s, clientes, aromiticos, sacé de la bolsa de au de Taatal 1a cuenta de los gastos del dia para que fuera sometida 2 revisidn, J cxaminé cuidadosamente, detenién ose a veces en Ia explicacién de un detalle, en la re probacién de algin exceso indtil 6 en el itsitado. co. ‘ontario del aumento de precio de alain articulo. Pos fin, sumé las cfrss, refunfufando y, oon un gesto de resignads conformidad, guardé el papel en la earpota Aestinada a tal uso. Dosa Céstala aguardaba la con. sumacién de eso dhimo gesto para retiarse porque el ” ritual habia terminado, Pero a su buenas nockes xe petuoso don Carlos no respondié con el buenas nockes ‘ondescenliente sino con una cacval observacién sobre tiempo, Hace un poco de Selo ;verdad? —aQuiere usted que yo prenda el brasero, sefor? No, no es pars tanto. A mi el ffo me hace sen tirme bien. Y a tino te gusta? Dofa Cistula levanté los hombros, desconcertads. ‘Nanea se le babia ocurrido que el elima fuera cuestén de gustos y mucho menos de los de ella Porque el rancho donde te eriaste es mis bien de tierra caliente Si, sefor. Pero ya ni me acuerdo, Como me sje nnaron desde que era yo asinita... Y servi siempre en Conmit Siempre en mi easa, querrés decir. Empezaste por ser mi eargador jas eueriaas que me dabs su santa madre, que e Dios goce, cuando nos encontraba hablindonos de vos! Igualada, deca, me lo vas « malensefar. Y luego, para que se volvira usted gente fina, lo mandaron & rodar tierra. Mientras tanto cana al aire zn0? ofa Céstuls se tapé con el delantal la cara roja de vergienza te aprovechaste para echar tu 98 Ay nifio, lo que es ser mal incinada y trea. Tox dos me Io abuizoteaban: ese hombre te va 8 pagar ml Pero para mi como si le estuvieran hablando a la po: red. Cuando me dijo: “vamonos” no me hice de la rmedia almendra, ni pedi cura ni juss. Amarré mi ma: Teta y, con la oscurana de la madrugada, me fui con él A las fineas de a costs. —aDéndo mis va Dian oftecida el suo y Ia dicha y a la mera hora el triste fue a parer a la cdreel porque Te acumulaban no 36 qué delitos. aad 1? ‘Yo al hospital, porque me entraron los frfos y me Vien las iltimas, con la complicscién de una ‘que se me malogeé. Ab, edmo echaba yo malhayat. Ti ‘dan el suelo, porque ni a catre alcancé: sin quien me arrimara un vaso do agua y hecha un potese de Sac. Cuando me secaron del hospital, porque ya no habia lugar para tanto enferme, tenia yo cara de tisea. La gente me corrfa de miedo. Me aventaban Ine limosnas desde lejos para que no st les pegara el dai. fun pobre, patrin? AIS le —2Y tw marido? No, no era mi marido, nfo. Era un hombre, no mis, FI salié Tuego de la edvcel, porque era bueno de Jabioso, y se fue a buscar fortuna a la frontera, AME fe encontré con unos mis parientes, que le pidieron no Nici de mi. Ye es difunts, les contests. Tiene au cruz 99 con su nombre en el mero pantebn de Tapachuls. Yo ‘memo se la merqué, dijo el muy presumid. Se To exe- yeron y se quedaron muy-conformes. ;Y que de repen- te me les voy apareciendo en Comitint 7Es un eepan- tol, grtaban los indizuclos y las mujeres ime hacfan ‘eruees y asta los machos e ponfan trasijados de miedo. TE] ama de aves se ahogaba de visa al evocar estas idgenes. No atinabs continuar su relat —2¥ pudise perdonarlo, Céstula? —Bra gente muda, nifo zqué ibs a saber? Hasta que no me tentaron no se eonvencieron de que no era yo tan alma del otro mundo. “No hablo de Ie gente —eelaré don Carlos con un aejo de impaciencia en In voo— sino del hombre, det «que te abandon as ofa Céstula se puso eet e hizo un esfuerzo para enfocar Ia situaciin desde el punto que don Carlos jie. Desputs de reflesonsr unos instante, do Yo no era su mujer legtima, patrén. Yo me fui on 61 huida, sin el consentimiento de nadie y mi nana me maldijo. —Pero él ha de haberte prometdo, ha de haberte jurado, Ay, patria, jexdndo no ex Paseus en diciembre! Yo de bobs que me To fui a creer. En fin, cosas de ‘cuando €6 uno muchacha. La mujer surpird, absolvigndose de sus Tocuras, 100 caso con Mistima y con nostalgia del otro. Sabri Dios inde andaré ahora y ls tragos amar que hab teido ue pate! Ba cambio yo volt Ezimarme con ustedes yu no me deumpaaro. ‘Dofia Céstula hubiera querido oontar emo habia sscedido gaasmetyy por sos propis més, de ‘Shorea vainrey uego tamu de Haves, a daca Ge toes ls erfinzeas de In eflors. cuando ln 3- fora muri doa Castle vin ses ge heed so ra En lo que cnceria a avoids dee Tago, fo a apaincias, Pero con disimla, co Hest, dia Clatal no permit que nadie ma Hvar las sendas dea cam Cuando don Calo caso epose poa aber sido we vel eo lo velar» ver? La verdad es que si dofa Cistla se hubiera encon- trade, de pronto, con aquel hombre, no To habria re- conocido. Sus facciones se Ie habian borrado de la me- tmoria desde hacia muchos aflos. Su nombre era como tl de cualquier otro. Pero no se atrevia a confesar esto 4 un sefor que desde el momesto en que habia que- ado vindo no habia vuelto # quitarse el luto. Dor Carlos lend de nuevo la taza de café y Ta com templaba eon fijeza como si esa contemplacién fuera ‘ayudar formalar su pregunta. Si To tuvieras en tus manos y pudiera: eastigarle 301 vy vengaste zqué haxias, Céstula? BL ama de laves retocedi6, espantada —Patrén,"y0 soy mujer. Esas custiones de vengan sa Tes tocan a Tos hombres. No 8 mi (Pero fue a tia quien ofendié, no a tus parientes, que no van s mover un dedo pare boar Ta aftenta, No te has fjado, grandisima bruta, en lo que ese hom- bre te hizo? No sélo te dej6tirada en el hospital para ‘que te las averiguaras come Dios te diera a entender, sino que te declaré muerta para que los dems no val- vieran a preocuparse por ti. Y ti te quedas tan fren yy no le guardas rencor Dofa Céstula sabia que merecla el reproche pero no supo qué contestar. Rencor. ;A qué horas podia ha- berle sentido? Desde la maians hasta la noche, trabajo. CCistula, hay que barrer el covzedor. Cistula, bay que rogar las macelas. Cistula, hay que ir temprano al mex- cado para esoger bien Ia carne. Cistula, no remen- daste la ropa. Cistula, tienes que ira atalayar al hom- bre que vende el carbin ahora que esté escasesndo. ists... Céstula,.. Casta... En las noches eaia rendida de cansancio, de suefo... cuando no habia tun enfermo que velar. Pero bastaban lag excusas para disculparse? Por lg menos, a los ojos de don Carlos, el comportamiento de esa mujer no probabe mis que la vileza de su con- icin, Para él, que era un seior, que so habia edu- 102 ado en el exteanjero y que habia vuelto de allé con tun tito, el duelo por su viuder era un asunto serio. Y para levarlo bien no habia necesitedo converte ca on haregi. Vigilabs la adminigeacin de sus rane hos mejor que muchos otros patones. No le bataba com ic en tempo de hiecres 0 de coeechas sin que tabs siempre el tanto de Tas nacencias y Tas mortar dades, de las eanfealas Tos sguacenos, de Tas ventas Y las reseras. ¥ no Tes permiié nunca» sus mayor domos que se desmandaren con In reprosentaciin que tenian de sw persona ni que Te vindiren malas caea- tas, También era deo en Comitin de sitios y de casas 4 all no necesitaba de itermediarios para tata con Jos inuiinos. Tene fama de equitasvo porque no abu: sabe on la cesin de lag rentas. Pero tampoco prdo tabs jams una dou Gierto que inmediatamente después de la muerte de Estee don Carlos abandon’ la prétca desu profesi, pero eso —segin doin Cistula— carecia de impor tanca, En un vieo un titulo (de médico 0 de lo que sea) no es més que un adorn y como adam se debe Ici ¥ allf estaba, colgedo en In pared cpero quia iba a admirarlo? Si don Carlos —y aqut fue donde fio muestra dela deicadera y la profandidad de ss tentinietor— no voli a freeeotar a nadie. Se ne faba sntedticamente « recibir vistas, ain Is de sa suegra que, todavia, de ver en cuando, lo importunaba 103 ‘on ellas. Se abstenia de asisir a cualquier dace de tertulia, diversin o fiesta. Y cada ver se encerraba mis tiempo en su estudio. Hubo dias en que incluso se negé salir a comer. ‘Pero por safor que fuera don Carlos y por bien que supiera sentir sus pesares, reflexionaba dof Céstls, feaba empezando'e dar muestras de fatiga. Retenia a su ama de Haves junto a €l com eualquier pretext. La revisiia de cuentas se lo proporcionaha con facilidad ¥ alli se detenia preguntando por las hortalizas de la temporada, porque a veoes se le ocurrfa agin antojo. 0 sino insisia en que Is habfan estefado al cobraele algin precio para dar a dofia Céstula le ocasiin de narrar {ntegramente sus regateos con el vendedor. Poco 1 poco aus intelocutores fueron siendo més heterogé- ros y don Carlos volvié a estar al tanto de Tos suce- soe del pueblo gracias a au ama de Haves. ‘Asi las conversaciones fueron prolongindose y le confianza borraba & menudo esos limites que siempre se estblecen entre el amo y el criado. Pero desde el principio, y ticitamente, ambos se pusieron de acuer- ‘do en no mencionar munca nada que se refiriera al pa- ‘ado. (Bea tan doloroso para don Carlos! ;Con qué palabras deseribir Iu hellesa de Este, el amor del no- vio, el fauto y la alegria de la boda? ;Cémo transitar 2 ca desgraca sibite, cuyo nombre no eonoci6 nadie '¥ que como un rayo, los abatié la misma noche en que 108 por primera vez los dos quedaron juntos y solos? Y Tego Tos meses de Is agonia de Estela, sin eonsuelo y sin eaperanza. Y ol desenlace para el que no babria jams resignacién. YY ahora don Carlos, sin motivo aparente, rompia I fronteras gue mismo habia mareado y se aventura boa hacia ats, con preguntas tan vehementes como si de las respuostas dependiera algo vital Jeno exes rencorosa —condluyé—. Las énge- lete premiarén por eto. Te premian ya, de seguro, con- codiGndate un buen sueo, profundo, largo, sin sobre- altos. gNo es asl? Cistala, que a veces habia escuchedo a su amo, pa- seatee a deshoras de la noche por los corredores —por que padecia de insomnio— incliné 1a cabera, confun aida. Hay que madruger, pate =¥ yo aqui, entreteniendote con tonterfas. Ands, vete a dormir ‘Pero antes de que la mujer stravesara el umbral don Carlos Ia detwvo todavfa con una iltima recomenda- ibn: Ordena al semanero que limpie bien las eaballe- rizas y que Se aprovisione de zacate y mafz. Mafiana van a traer un esballo que scabo de comprar. Es fino. Hay que eaidarlo bien. ‘Esa noche dofia Céstula no pudo dormir su suefio 105 lsgo, profundo y sin sobresalts. A cada instante se Je aparecia Ia figura de Don Carlos, dersibado por la fogosidad de un potro indémito.jEl, que para sus via- jes a las haciendas usaba siempre mlas de buen paso! 0 lo veia alejase, al galope, de la casa que durante tanto afios habia sido su zefugio, para enfrentarse con e508 sefioresricos que, en plena borrachera, encendian sus puros con blletes de a cien © que spostahan a una carta, @ un dado, a 1a mujer o ala hija, enando habian perdido ya todo lo demés. Dofia Céstala desperté confusa. 2Por qué don Carlos lendria que i a merclarse en tales peligros? El no era hhombre de cantina ni de burdel come los otros. Era tun doctor, aunque ya nadie ve acordara de eso. Habia cestudiado en el extranero, se habia pulido en sus ooe- tumbres y lo que debia de frecuentar era el casino, don- de las sefortas y los jévenes jugaban prendas y las tal ver, les extrafiaria le presencia de quien se habia sislado durante tanto tempo. Cuando don Carlos e3- minara por las calles de Comitén Iss encerradas apr- arian répidamente los visillos de Tas ventanas ps recordar ete rosro, ese porte. Los transeintes Te cede- ian el sitio de honor de la avera, come lo meres, stunque no To saludaran porque ya no eran capaces de reconocerlo. g¥ quién iba a estrecharle la mano 106 no tenia ni un amigo? Los que trat6 antes de su viaje a Europa habian seguido rumbos muy distntos y no ppodefan sostener una ennversaeidn con él, tan inetrui- do, Los que encontré a su regreso... bueno, a su re- agrtzo don Carlos no tuvo ojos mis que para Fatela ni tiempo més que para enamorarla y pare aprecurar Ios proparativos de la boda. Y luego. [La primera campenada de la primera misa hizo» dofia Céstula ponerse autométicamente de pie, La ur sgencis de las faenas la apart6 de todas las otras pre- eupaciones. El eaballo resulté un animal noble, con los bros die. rinuides bajo una rada disciplina, redondo de ancas, ¥y tranquila, que el tayacén enjaezaba desde muy tem- pprano para que el patzén hiciera ewe poco de ejercicio qu, segin sus propias prescripciones, era indispensa- Fle para que su apetito rindiera los honores debidos al desayuno preparado con tanto esmero. En su itinersrio don Carlos se desviaha pronto de Jas calles eéntricas (concurridas a esa hora por indioe que bajaban de sus cerzos a vender legumabres y uten- sitios de burro; por eriadas que Hevaban 1a olla de nixtamal al molino y por beatas que arrebujaban et ‘devocién y su marchiter en chales de lana negra) y se iba encaminando a las orillads. Pasaha al trote fren- te a las casuchas de tejamanil y seguia et caprichoso ‘razo de las veredas en que Ise hierbas acechaban el 107 instante de brotar y cubric la huella zecién dejada. El téemino de lor rovorsides de don Carlos cali ser alguna no muy clevada eminencis desde la cual era posible abarear de una sola mirada el pueblo entero de Comitén. Mientras el caballo —flojamente atado 2 cualquier schusio— ramoneaba 2 sx alrededor, don Carlos se reclinaba contra un tronco y s@ entregaba a la eontem placién de la uniformidad de esos tejados oscurecidos por Ia Ilavia y el tiempo. Sabre la Tisura sin asidero de las paredes burdamente encaladas, sobre el recha- 0 brusoo e inapelable de Ins puertas y sobre le incam- plida promesa de revelaciin de las ventanas, se pos ‘ban Iargamente sus ojos meditativos. al través de esta contemplacién dstante y que no se alrevia a penctrar més allé de la superficie de Io visible, don Carlos iba reseatando de las profundi dades de sui memoria a ese pueblo que, durante su in- Sancia, se lamé inocencia, avides, felicidad acaso. Y rostalgia en los afios de destierro de su juventud y fervor en el retorno y eatéstofe y duelo en Ia madi. ‘Sin embargo, poco poco, de una manera que al mi so don Casloe fue pasando inadvertid, el duclo comen- 25 a quebrantarse. Tal vez la greta se abrid con la pri mers palabra no indispensable que divigiera dota Cistula. Y después la respiracién de la angustia fue 108 Ihaciéndose mas ancha y regulars Ie modulacidn del la- mento ensiy@ otras escalas; Ia imaginacién comenzé a femanciparse de ciertas figuras que hasta entonces lo har Dian obsesionado, para dar acogimiento a otras, a todas. Exo era una especie de aprendizaje volver a familia. riaaze, al través de los centidos, con los objetos de los que estuvo tan distant. Ese febol, en cuyo ramaje alto yy espeso, la atencién descubria una gama infnita de vordes; esa piedsa, pera al tact, desafiando (ze 2) con sus sists, caida al azar; esa leve om alacién del terteno-en que hubiera creldo reconocerse tuna voluntad de Ia naturaleza a mostrar al hombre be- nevolencias y hoopitalidad. Don Carlos apreciaba cada ver mis sus progresos de convaleciente. Las cotas ya no silo no le eran hos. tiles, pero ni siquiera extras. Constitufan sefiles amistosts, presenciae cordales. Iba a st encuentro con tun placer antcipado y las disirutaba plenamente. Faltaba la parte mis difell del trénsto: la que lo conduciia de nuevo al mundo de lo humano. Comenzi por esforgarse en elegir sus eamins sin tomar en com ideracién el riesgo del encuentro eon algin antiguo conocido. La slterativa de detenerse 2 saludaslo 0 ‘proseguir sin volver el rostro ya no Io atorment6 més. Shel otto era comunieativa y amable zpor qué don Carlos no iba a corresponder a esa amabilidad? Y si ro lo era zpor qué empeiarse en quebrar Ia hurafia 109 ajena cuando era mucho menos s ida que I propia? A, ese seforio d s{ mismo lo saboreaba el yindo después de muchos afos de vulnerabilidad. El encie tro habia sido su respuesta a situaciones que le cron inolesables. La proximidad de los demés despestaba fn él una alarma que ningia razonsmiento podia: re uci. Temia su eompasién tanto como desdefaba oy catiosidad y no habrfa perdonado au indferencia, Le Ssequeaba ese gulfo cimplice on que los hombres que, san hacerle saber que estahan en el ecreto de las mapas aque se daba para sobrellevar su condicién de saliterie Porque no era concebible que alguien, como don Carlos, en Ia plenitud de le edad y de Is fuerza visi, guardase ‘una continencia a la que ni atin los sacerdotes,tascon do el freno de una religiga de que al cerecia, somn siempre fcles, Le inritaba eta inoportuna solicitd de las matronas que se desisian por poner fin « Ie falaridad de su situactin proporcinindoe lo que ls natwrleza pide y Ia ley de Dios manda: una compete ra, Si ea area, inmévil en el cena de le tle, hij, era sobrina, ona todas las viru esa reongida, que reunia en su per ides y se embellecia de todos los aor. Mas he aqui que, de pronto, don Carlos habia ce- ‘edo de temer los encuentros y de rebuir las asechanzss uo Los sentimientos de los otras no tenian por qué de- terminar sus propios estados de énimo, Y silos ottos se forjaban planes contando con é, alld ellos, Don Car los era libre y dueiio de su destino, Pero, aunque apto ya para la socibilidad, don Car los no estsba tan menesteroso de ella como para ir en sa busca, El tiempo (lo habia aprendido a lo largo de todos sus aflos de soleded y de mmeditacén) es el que hhsce madurar las cosas. Resulta instil, fatigoso, con traproducente, preciptarse, eorer al encuentro de acon tecimientos que apenas estin germinando y cuyo prov eso de gestcién puede malograrse pero no se puede apresurar. Su contacto con los demés fue, sin embargo, muy distinto de como lo habia expuesto 0 quizs planeado, Sucedié que una mana vio de prooto interumpidas sus reflexiones por Ia apariciin de un grupo de mifos, el mayor de los cuales no aleansaria los doce aos, Venian cortiendo, gritando, empujindose. La presen: cia de wna persona mayor los paralizé duvante un se szundo. Pero el gesto condeseendiente de don Carlos por ‘una parte y ln superirided numésica de los nifios por ora, los lanz6 de nuevo a esa especie de frenest cor leativo que, seguramente, obedecia 2 alguna tesla so ‘zeta que ninglin extrafo acertaria a desentrafar, Bran nifios descalzos, herapientos sues. Lanzaban al aire exclamaciones groseras y ruidos procaces, AL m principio, sin objetivo, Paulatinamente tode su activ- dad fue concentrindove alrededor de alguien: el mis pequefio, el mis débil, el més pobre, quien de pronto ‘se eonvirtié en la encarnacién del enemig. Tenia un apodo, naturalmente,y al fragor de Ie Iu cha se le improviseron otros. Cada ballargo era cele- brado oon grandes risas que enardecian al. grupo y lo inctaban @ nuevas audacias, asi como empavorecian sl pequefo. Don Carles obervabs los hechos con una leve chispa de interés en los ojos. Las acciones y Ins reacciones de los nifos, por au expontaneidad amoral, le recordaban demasiado Tas de Toe animales, a Tos que no amaba. Pero cierto elemento de peligro, que se olfateaba en el site, Jo mantenia atento a las incidencias de un jue- 0 en ef que los insults no hacfan mis que preludiar tuna acciGn més violents. Que fue el lanzamiento de proyentiles. Ciscaras de naranja, huesos de duzsano, piedras. EI blanco giraba sin direoeén, acosado por todas partes y,trataba de protegerse eubrigadose el ros tro con el antebrazo. Masta que wna piedra se Te incruse 16 en la sien y lo dercibs por teres, sangrando, Los nos lo contemplaron un instante, estupetsctos, y alguno hasta con una mucca de despecho como ai el caido hubiera traicionado las reglas del juego. Pero ex cuanto ze dieron cuenta cabal de que habia sucedido slzo cuye magnitud escapaba a su comprensién, se en- uz leegaron desordenadamente a Ta Suga. Don Carlot los vio alejarte sin hacer ninggn intento para detenerlos i gitar ningia denuesto para repro charlos. Sin prisa, sin alarma, se puso de pie y fue sproximéndose al herido con una especie de automa tismo profesional que resucitaba, intacto, después de ruchos afioe de haber ossada de funciona. EL examen de la herida le proporcioné la certidum- bre de que no eze grave aunque sf doloross. Con lo que evaba a mano —un pafuelo— improvis6 un vendaje para contener la hemorragia. El nifo se dejaba eurar on Tos mismos ojos dilatados de espanto con que at tes se habia dejado agredir. ‘Dos Carlos bechs de menos no haber levado comsigo ‘un dulce, una golosina para consolar al pequetio. No sabia tampooo de qué manera acorearce al, ganar st confianza. Hizo un esfuerzo para dar a aa vor un dejo de ternura y pregunts — Vives muy lejos de BI nifo sefalé con la mano el casero més préximo. Al mismo tiempo comensé a disponerse a marcha, pero don Cerlos lo deture. No, yo te acompafo. Par explicatle a tu madre To que ha sucedido, Por que si te ve llegar asi se va. a —Ella también me pegs En la frase del nfo —concentrada de propésitos fu us ros de venganza— no se trasparentaba mis que la impotencia aque lo reducian las circunstancas mo- rmentiness. En cuanto creciera. Don Carlos lo tomé de la mano y juntos Iegaron has ‘a un patio de tierra apisonada en que una mujer —ro- deada de chiquillos de vatias edades— esearmenaba Jana, senada en un petate Ver a los recgn Megados, abandonar Ia tarea y sol tar el grito, fue todo uno. Tnmediatamente después sex ia ol vecindario que cuchichesba entre si haciendo correr las versiones mis disimbolas sobre los sucesos. De tantas hipétesis sélo quedaha patente un hed Dondad de don Carlos y au pericia: Aunque esto dlti- ‘mo no fuera propiamente wn mérto. Era doctor ttu- Ido, podia curar no s6lo un rasguio leve como el del rmuchachito sno también enfermedades internas, de las que nacen soles. Como la de ete infelic Enrique Liéva ro, que desde hacia meses estaba tirado en a cama sin poder moverse. zNo querria el doctoreto hacer la caridad de darle aunque fuera una mirada? Su herma nna (porque, ademis, Enrique era huérfano) ce tan tenia planchando ajeno y no le iba a poder pagar la consulta, Pero ya que estaba tan cerca —vivia unas ‘euantas casas mis allé— qué Te cotaba? Por el elma de quien més quisiera Don Carlos no sabia cémo detener aquellas siplicas entrecortadas, vehementet,eoleetivas. ;Cémo explicar- ns les que hata siglos que no passba los ojos sobre un texto de medicine que habia olvidado hasta la téenica més rodimenteria de la auscultaciin y del diagnés co, que no tala consigo ningtin apsrato que pudiera suxilialo? Hizo un gesto de asentimiemo y se dejé Neva. Lo primero que repugné a don Carlo (al trasponer l umbral de ans estancia reducidisima, pobremeate ‘Tuminada por wna ventana, mal protegida de la intem- perie por Iae ras junturas del tgjamanil) fue el olor. lor de cuerpo inerte, abandonsdo a sus funciones; de anglientos y emplastos no removidos: de inbalaciones sucesvas, ninguna de las cuales lograbs anular el vaho de Ia anterior. ‘Don Cazles habia queride retroceder, buscar de nue vo el aire incontarinado del campo, pero Te puerta de Ta casucha estaba bloquesds de euriotes. Y cuando ine tenté moveree advirtié que una mano estaba aside fr rmemente a su brazo, para no permitile escapar, para condacilo al Iecho del daliente: exa le mano de una de esas mujeres a quienes las desgracias se les evsgur lan en Ia ears como Ia forma extrema do Ia fealdad. El enfermo yacla sobre un camasto, esquelético, envelto en una maltratada y sucia eobija de lana y con Ia cabeea redlinada sobre un envoliorio de ropa que fungia de cojin. Sus pémulos estaban arrebolados por la ficbre y en sus ojos hundidos brllaba ese res: ns plandor dltimo con que las hogueras se despiden antes de extinguirse. La presencia de un extrafo y la intrusiin de tantos vecinos turké al enfermo. Quito hacer algo erguirse, ver ocultarse, pero su movimento se comvirtié en tan acneso de tos, de esa los init, fatigada de repetiee fe a sf misma, cin contuelo, de los tubereulose. Don Carlos no temfa el contagio le pareeta extem- porineo, en el grado de desarollo de la enfermedad, prevenir de él a quienes hasta entonces habian rodea- 4o, sin ninguna precaucién, a Enrique. Los més diles ya babrian sucumbido hacta machos meses ¥ en euan- {oa los demis, evidentemeate, sabian defenderse cals, La mano que hasta entonces habla extado asida al bbrazo de don Carlos (y que era la de la hermana de Encique, Carmen) dnicamente Io solt6 para aproximar una silla desde In cual el médico pudiera observar al plir. enfin, con todos loe pasos del ritual sin los oua- les ningin alivio es posible. Don Carlos pidié a la mujer que hiciera cali a los ‘ntrusos y que ella mitma se alejara, pero uns dis- tancia desde Ja que permaneciese atenta 2 cualquier Iamado. Cuando don Carlos se quedé solo y frente a frente con Ensigue no supo cimo iniciar el interrogetorio. En Ia Facultad de Medicina haba aprendido las férmulas 6 precisos pero las habia olvidado por falta de préctica ¥y boy su memoria permanecta inerte ante Ta emergen- ‘Ga, paralizada acaso por ol convencimiento de la nue lidad de cualquier esfuereo. Qué podia decile Enrique que don Carlos no fue- sa\eapaz de suponer? A jungar por lo avanzado del proceso de la enfermedad, deberia haber presentado Tos primeros sintomss rereladores meses ards. Las cas sac no eran difciles de adivinar: hambre, trabajo ago- tador, paludismo. En cuanto al tratamiento zpara qué ‘pensar en él? Ninguno de los dos hospitales comitecos {el civil y el que cuidaban las monjas) contaba con tuna sila de infecciosos. Quedabe el recurso de un via- je México. zPero quién lo costearia? Don Carlos, en tun arzebato de generosidad, podia responder que él. Peco el viaje no serviria mis que para acclerar el fin. ‘Sin embargo, don Carlos y Bnrique hablaron larga- mente, Nada apasiona tanto a un enfermo como des. ‘crbir sus seneaciones ¥ més cuando el que escucha es tn iniciado, capar de comprender To que los sanos noran y i siquiera imaginan. Precipitademente Enri- que acatmulaba detalles, aventuraba suposiciones, que- ria convert a su interlocutor en depositario de su secreto para que el otto, en reciprocidad, le enteegara Ja salud. Don Carlos no se limitaba © escuchar pasivamente tun reletoen el que iban apereciendo tantas vieja figu- ut 12s conocidas de sus tiempos de estdiante: la euforia, precursora y compara inveparable de las primeras tapas del mal; la temperatura eaprichoss y tenass el ssudor nocturne, como del que despierta de una pesa dill, Y la tos, Impetuosa primero, desgarradora. Y después atenuada, pero eumpliendo con s1 pertin Js misién de uo hacer olvidar ni un instante al enfer- ‘mo su condicién de enferme. Recordindole que le ex tabs prohibido agitarse, que deberia de tener més ei dado al tragar, que el aire era un don escaso que cualquiera, en cualquier momento le podia arrebstar. Don Carlos dio a estas descripciones que, por viv das eran menos torpes de lo que podia esperarse de la rusticidad de Enrique, los nombres téenios, lo cual cequivalia a Lazar al novillo cerero y abatilo y mar- carlo con el hierro del amo. Enrique atistia, maravi Mado, a esta operacién, repetia esas palabran migicas que conferian a su padecimiento un prestigio de cose importante sobre la que los ignaros harien bien en de: teneree y meditar La despedida no pudo hecerse sin la promesa, por parte de don Carls, de volver al dfa siguiente. Y pro- Visto de aparatos, de medicinas, no come hoy, dee armado de su parafernalia y de improviso, Carmen ayudé al doctor 2 montar en su cabello de- tenindole el estribo, sin hacer una sola pregunta, sin cexigir Ia menor esperanza. Lo nico que le hubiera in ue tered saber era el plan: evan termina ahs tris Pons ese casada de ier sempre ates tron cada yer mis consumid, mis devasad, Por- he cae ive sabe fw paton de Ton anos como mel crn vn de psi. aan ia diponer des vida, x vida ques I exaba end como agua entre las manos, st via que no dew Snboutba ni enol matrimonio of en as devoiones de In Ips, nen el evil en una enn de sfores, a te dina Mézio en meters dopa aque fue ty pore antes tena Is ebligacn de camps co ss (heres de bermana? Sin une free, nan Ta formaatia y meefaien de rat, Carmen it partie a don Caro, con envi Sine no ver ella que albu = paso rp, dl tngrio crab, del hmbee sin sla. "lo mie pari onl eriumbre, adem, de que si don Carls era un horbre Lito —y debia de sero, urs To teres sempre Io son-— no voter mance Pero Caren se equves. Don Caron vei ab fe siguiente y al oto y al otro. Trafa en su maletin (que hora habia Hegado s constituise en el complemento de su persona) algunas sustancias que calmaban el thogo, ln fatigt, los dolores de Enrique. Y para no darle la oportunidad de hablar, de malgastar un alien to que era cada ver més trabsjoco, don Carlos tomabe por sa cuenta Ie conversaciin. Le contabs sus visjes ug al extranjero, sus aventuras de estudiante, su encarni- ada aplicacién para comprendes le leceiones, Los pr- tmeros asombros, inelvidables, al encontrar las verds- des de los libros trasplantadas a los hechos; la pasion de carador con que se lanzaba tras I pista del cups ble del desorden en el funcionamiento de ese maqui ‘aria, complejsima y perfecta, que es el cuerpo: Ia ildad con que, una ver realizado el descubrimiento, ‘escogia los medios més ripidos y eficaces para elimi- nar # su enemigo: Ia satisfaceiin del triunfo que, més gue de a seca, habia prefer don Cals lamas fe le jus A veces, Ievado de Ta vehemencia de su peroracién, 1 médico no advertia que Enrique era incapaz de se. mirlo y de comprenderlo, Tardé también en darse cuer~ te de que el interés del enfermo disminuia al parejo que sus fuerza. De alli en adelante las visitas de don Carls eran silenciosas y, oon el pretexto de vgilar el pulso del moribundo, tomabs una de sus manos entre Tas suyas, como si quisiera comunicarle —al través de ‘ese contacto, de la eve presién de los dedos, su daridad. Porque tal ver de todo lo que don Carlos prendié como médico lo nico que no olvidstfa nun- cca es que el agonizante quiere pedir suxilio a los que Jo rodean y de quienes ve aleja més y ms, inexorable mente; y que teme este apartamiento definitivo de los ‘otros mis que su entcada en Ia somby 120 Ato ios moments de Enigue ac, por d- teen un ere del Templo Mayor: dan Evy Teo Lo yn em I als chia le ug wpe om ot sats Ses Mietuas empln et coamonia que, por seme ae gi ead, Coen ribs 8 deprain sexo en el patio de In an, Las ves 2 fuse soreness pecllon de ple sn ase de Name ifstons dei qu lao perma gue He farm Int sures nr derma oo el lo Suan, Den Carlos avo gv nye ws cla teage la past eounevtoprofund, po lo eul - Soe entity del nang dl staid ( doo i in namurlment) ye Ia peieria del ea Yds enter, recayen sb ls Hobros dl me ‘a Gan bom de vee exte aqua turban Sc earn, de vcs sue aan encontrado wm pre tea rege preemie de eis Scscgrben inpenement su Bitar dei res eins Soke fsa his de er ec ep ceptor algae marojs de Hover cone, els Gus aan lps une ln brdn ambi Tapertanes de agin bata de don Eva, Cound ls acts se been iperad cl doc to Homi io wan al acerdte seal de gut de get pore Te babe wi syudado & sobrellevar tareas tan penosss y de despedi da. Pero don Evarsto, sin rchuear el gest, no acepts 1a ima signficacién, —aVa usted a eu casa, doctor? Podemos hacer un trecho de camino juntos. Yo vivo a unas cuantat cua dras.... Digo, si usted no tiene inoonveniente en que To acompate Al contraro. Si yo no me atrevi antes a baceule esa proposicién fue porque he perdido a tal punto el hiito de la socisbilidad —Nadie lo hubiera dicho al verlo a usted desempe fiarse con tanto aplomo en unos acontecimientos que son ya, de por a, dificites, —Son mi especilided, padre. Si usted tiene presente tun hecho ya remoto —y que, por lo demés, no existe ninguna rexén particular para que lo hubieve impre- sionado—, me refiero ala muerte de mi esposa, reco daré que ao hice un mal papel Se detuvieron. Don Evaristo desconcertado por leer deza y Ia superfluidad del comentario, Don Carlos, con 1a vista fija en el suelo, donde la punta metilies de su ‘bastn se empefaba en abrir un pequeiio agujero. Mien tras mantuvo inelinadio el rosie procurd borear de toda expresién, —Perdéneme usted el mal gusto de la broma, Cuan: do uno se habitia a hablar solo dice costs que escan dalizan a los demis. 122 fF | ain sami a mar TsGus de docs cov eid sip o con soa? Prsnmnt ng ane dc Cee Fa te or data Yo tin sy Sedan see perme el oie Mucor han Smrad mete ropes fi, Sn Car ee ngewe em age Wein sh etme legit wed yor ig? a pose uma wa crc at yout etd cer ls dol hn, por wn mb dsaucoa? Paro eee ted, don hsb had um ewan ye Ba ed sched alin det atop Pore, SOEs Sa cgtoos ci mete de ane er lee Toca ban ve de ec thegnsn y rad, ee aa ae on Cro at es bo son wo it fi ne en Enid icv ot nan ue Porque do ye mce le oapn ata on Tondze mojo iia, von ruin a cee coe om te pete em sis han deoar on "wn eafape eBoy. de Tee seg eel Ye tnbiee hcetprinyn Hasa qe vamos a jurgar por los resultados no 123 tend que eso les ofendia. Ahora el problema es de mi cncinara que ya no stbe de qué modo guisar los pollos para que todavie me reslten soportable, La mia, dia Céstula, que ha visto mundo y que es leida y escrobids, conoce recetas que quizi le 7e salten novedosas. ;Por qué no corre usted el riesgo y viene & cenar conmigo mafana en la noche? Fue de esta manera tan casual como don Evexisto ee recibié y acepté la primera iavitacién (a la que hee brian de seguir muchas otras, hasta llegar a constituir lun bibito que las hizo innecessrias) para vista Ia casa e don Carlos. Casa ya no solitaria como antes sino ae neater merengue ope fan suciedad, que mostrahan Usgas, que aprovechaban ‘el menor deseuido para robar algo— y de la oue do Csala haber dint sno ibee vs ete, por la misma pore que daa sen als eros la poe Gh ragradn dl sede Ls prttica desu minister habia proprconade « don Evaris ee Ta experiencia alien como e eves por Ia primera imps. Habia penado Imuchas veces en don Caos Romi con petpljidad se habia aventura, en st fuero intern, a hace co jeuras par eplicaie we carter tan ext. Pere, 4 len de try et To apni chjeto de su crotdad lo elicit como pare Po der observarlo con detenimiento. pene ra no de jase guin 124 Haste ahora don Evaristo no conoeia mis que una de las facetas del doctor Roman: la que habia mostre doen su relacién con Enrique Liévano y la acttud que ssumia con todos los que shors acudian a él en buses de favor. Bea prdigo de su tiempo, de su ciencia, de tu dinero, Pero algo en el interior del padre Trejo se tegaba @ calificarlo como generoso, Tal ver el hecho dde-que sus acciones no se derivaban del imperativo moral cristiano; tal ver el resultado de una freeuente- {Gin casi diaria que mostra aspects del modo de fer de don Carlos que, sino eran contradictoris con To que cominmente ee reconoce como generosidad, por Jo menos resultaban ambiguos: ciertas expresiones smordaces, certs burlas erucles, obligaban al sacerdo tea mantener su jucio en guspeaso. Un juicio que, por To dems, nada Te urgia a pronuncisr Una noche, después de una cona ea la que dofa Cis tula se babia esmerado eepecialmente, mezelando con tahiduria los manjares y los viaos yen la que salié frislucir une antigua valle con monogramas dorados, fin juego de copas de cxstal finisimo yun mantel del ris blanco Tino, el padre Trejo no pudo menos que “Si alguien me bubiera dicho que usted es un siba rita, dan Carlos, no To habefe creido ni bajo juramen to, Pero tengo que rendirme ante la evideacia. Sebe tuted apeeciar las cosas buenas que nos proporciona la 1s Mama placeres de Ia mesa (y de otros muebles, si us —zEntonees? " Seen can canara hecho algunas reformas en el comedor. . pases nas eluate te ao ‘de Ia habitaeién, en un chimenea risticamente Tebrada, ardia un fuego poderoso y alegre, . Seal as eee que los de la vifia evangélica. > aan 126 ofa Cistula no Jes quité los ojos de encima ui un se- igndo, El resultado es que mientras usted hacfa una de esas giras por los alzededores de su parroquia, la sorpresa ya estabe lists. TEV al segundo milagro o* igualmente fil de ex pleat? Yo no veo ningin otto milagre. —Que usted se haya decidido a emprender Ia obra. Ab, el motivo va usted a entenderlo muy bien. Se teata de dofia Casta, En los times tiempos, con eo de que he vuelto a fungir como médico, ella se ha dis- igusado mucho. Me ha abramado de reproches, todos ‘los razonables que, como Ia prudencia aconseja, no ‘scuché. Pero cuando comens6 a quejarse de que se fentia mal, de que le convendrla una temporada de ba- fos en las aguas termales de Uningjab, de que ya era tiempo de retirarse « vivir con #0 familia, ee, com: prendi que el peligro era grave. Me estaba amenazan {bo nada menot que eon tree. Yo, por una parte, no po dia ni darme por aludido de esas amenazas ni mucho menos descender a la siplica de que no me abando- nara. Prometer un aumento de sueldo habria sido una imperdonable falta de tacto. Tove que proceder eon ma- yor sutileza y me desvelé muchas noches pensando: Zqué es To que proporcionarfa 2 dofia Céstula una se {isfacion verdadera, profunda y, sobre todo, durable? Después de devanarme los seo, lo comprendi: que Te ar cass (que, a fin de cuentas, es mis saya que mia) vol viera a ser lo que fue en sus buenos tempos. Que s¢ remozars, que resplandecieran de nuevo las gales que mis antepasados fueron scumulande y transmitiendo de generaciin en generacién y a las que yo, ademas de no afadie nada, no les concedin. siquiera la beligeran cia de ser iiles. ¥, en fin, que ella misma pudiera os teatar sus dotes de anfitrions, La larga exposicién de motivs hacta sonreir suave mente al stcerdate y don Carlos Is remsté con abil dud, “Lo inion en lo que yo me he reservado el ejeec- cio pleno de mi voluntad, et en la eleccign del hués ped: usted. {A su salud, don Evarsto! Alzsron las eopas y bebieron. BI padee Trejo rea hora de buena gene —Si me bubiers usted dejado expuesto a mi imegi- nacién habeia yo ateibuido tod viles més oémo dirie yo? m cn seabin « a ‘lores Come oe fel pn, prince ean de Ears Li Yaw. Enon ee ge haha ued seen «Dis yoruaie dole eta “Anges, lon de dn Caos no fae yor eo ‘menos cordial. m inal ere de oss septs emo sid oy fren pate Used ne igrra ur yo ropes Dios gu lo smi juni agna so nes 18 Io saluacé conto ot eseto que a sho rago me- re, Peo mictras tanto pelle no exroneterme ex bos ssunto qu ban de sr ico mals importante y Complies que leno m7 euls eo reduce & queda ben con su ama delves Yo ingen dem, hain jared que dots Ge todas ls merorfss que un sid ted y 8 coset Loy sos temps, abla ne er. * pa Cian ex un mer, ae nga por = edad por su condiin used se nlege « conceere Glu con que la favorecé a Madre Natural “No bromeenot, doco. AL decir una majer yo arte deci agen agus conan baie leg & parquet Don Erato sostuvo Ta copa ete las manos, pen tayo como si dadara ete abla © 20, Por fin, ip Sirapemente Para tne enol Santo Sacramento Pero don Carlos hizo un gs pars ipod emi sar Ieee “Por favor, padre, no seo wnicmnes, que lot dean wétve sou mucho inks exacioe y mit rote blows en Inguaje cnet, Used ie cy * —2Y por qué no? La Escritura dice que no es bue- nog el bose etd sale 329 —¥ 1 vox yopul, qu ela vax De, fia que rds ale er flo que mal aconpatae. Yo me eee fv a a Ensen aa sel “PIX por sa avn deer mala a compa vised dle pjres eooes et provabie 2¥ eed, pare, que ls cone fondo —din pe ft coat nl a {ede cal lan toe lw gered, pon dria su mano en el fuego por ellas? m Ta repues foe cntndet La Bien, Pus bradonos porque ea itl em cervey oe eomeren unseen spel etm se indge ene eles cera? Yor yen mp on at xc sje oda eave qe tony fa de conte desde hace muchos afios. ” ‘Don Evora sey spc guard seas ene fase gue soon eau ued un pent Saye It haa promod dn Cs djas aru ose ‘plone to fst dtl, Fue a mimo Son Calor gen al wa lady con Soa de ogre qu be do tem No vedaderote hy es ose Ye to's te tec pear ‘don Evaro le pea prema code & 130 | t {nerloeuor. Unicamente habia logrado fortslecer Ia posicién que adoptaba zo que afedtaba haber adop- tado? Ya se averiguarfa, en el curso de ulteriores con “Aunque, claro, don Evaristo no propondrfa el tems. [A fuerza de pasividad obligh a don Carlos a que se refiriera nueverente su viuder y lo hizo como si se fratara de un fendmeno digno de mencionarse silo por los extremos de desolacién a que lo habia cond: flo y por el largo término que se habia mantenido in flume Con usted voy 2 ser sincero, padre. Lo que me pa- ralia6 darante estos aos, hasta el grado de encerrar tbe 3 no ver a nadie, no fue el dolor. Por To menos no foe nada mis el dolor, aunque ese elemento también cantare. Y bastante, Pero habia algo contra lo que mi rnin se estrellaba diay noche: el absurdo, Pues si ‘ted lo considera con atenciin, mi historia no tiene ni pies ni cabeza, Amo a alguien y en el momento mis to en que voy a realist eee amor (lo que equivaldsia ‘a sleanzar pera usted, aunque lo considere blasfemo, fl cela) lo pierdo para siempre. zPor qué! ;Por qué? Sivel amor eva tan inlenso debia haber sido posible. Y sino era posible. .. Yo no he buseado la soledad todos estos aiios para Hoar a mis anchas nf para ra igarme las vestidaras y cubrirme la cabeza de ceniza, famo muchos eceyeron. Yo Jo fnieo que he hecho es 11 tratar de comprender, Ahi radiea su error. Porque los caminos de la Providencia son incomprensibles. Basta! Recuerde, don Evarist, que yo soy hom bre de visin linitada, de méviles pequefos, Recuerde cl incidente del arroglo del oomedor. Para entender mi esgracia yo no sha a remontarme a Tos as, No, yo ibs a reconstrair, con la ayuda de Is me- moria, todos los elemeatos gue intervinieran en la si tuacién. Yo iba a ordenarlos y a valverlos a ordenar haste que eads uno de ellos quedara en el sitio que le comrespondia, como las pieess de un rompecabezas, y hhasta que la totalidad adquiriera ante mis ojos una eo hherencia y un seatido. Porque, ya se To he dicho més de una vex, padre: mi pasién dominante es la ligica —2¥ le sirvié de algo en este ento? De consuelo Squier —De mucho mis. Aunque no se Io debo todo 2 ell, sino también a Ia tenacidad, a In pacioncie. Acabé por liberarme de una obsesién para la que no contabe el tiempo. Ahora, que la obsesién ha desaparecido, ter 60 que admitir que es demasiado tarde —gCubntos aos tiene usted? —Treinta'y nueve. Y una excelente salud. Pero no se trata de eso sino de los estragos que he padecido por dentro. Desde ese punto de vista soy un hombre aca bado, az No da used esa impresion. C consatarle desplioga usted una soliitud que no se ex de la va asienes vienon a plicaria mis que come fruto del afecto ida. —Desde hace algunos meses padezco un trastoro dela tiroides que me exacerba la necesidad de perma: “Moral, fisiologia, que més da. EL asunto es que se apatite de actividad, que se manifesta como simpa tis, puede usted plicarlo a tzo tipo de relaciones que to tean las de médico ¥ enfermo. amistad, padre? No es satisfactoria, en primer Iugar, porque es es lusiva y posue yo no soy un hombre profano. Y Tue a ines {0 porque hay otro grado més completo de comunién cexpritual y Hsia “Supongo que se refiere usted al amor AI matrimonio, para usar un término que abazque, ala ver lo moral y lo fisiolégico. Quiero acorrlarto. [Me declare Yeneido! Pero deme usted una sre- qua, La ides, ln mera idea de, .. me parece todavia lan intolerable, tan indigerible Porgae era una idea abstracts. Don Evaristo sabia aque la mejor manera de vencer las resistencias de su amigo no era argumentando sino poniendo ante sus ojos nombres, figuras, encarnaciones vivas, en fin, de la posbiidad 133, Don Evariste —a quien Ia gracia divina habia pre servado hasta entonoes, y sin que él se esforzase por rmereceslo, de Ia eoncupiscencia de los ojos— canalies desde eu nee de huérfano confiado 2 la vigilancia anénims del Seminario, su ideal de la femincidad en a Virgen Marta bajo la advocacidn del Perpetuo So- corto, Su pureza, cuyo resplandor era 1s hermosura, estaba condicionada por at inacoosbildad. Era féell cconmoverse, hasta las Ligrimas, ante la mera conte placién de sus perfeosiones; era fil guardarle fide lided, sobre todo si ve tenfa en cuenta que a don Eva risto no lo rodeaben més mujeres de came y hueso que patientes mis o menos prximas, mis o menos imper- tinentes con sus ocurrencias; o congregantes mis o me- ros asiduas: o penitentes més 0 menos sincras. Y, del ‘iro Indo de Is barricada (otro lado que don Evaris to jams ce atreveria a traspasar por no poner en pe- ligro su salvacién eterna) estaban las disefpulas de la serpiente, las aliadas de Satands, le poveedoras de todos los secetos del mal. Bl resultado de estos antecedentes y estas limiteco. nes era que ai alguien, de pronto, le bubiera pedido a don Evarsto la descripcién de las facciones de alguna de las ovejas de ou rebafo, Ia corzeepondencia entre un hombre y un cuerpo, et sefalamiento de las pecue Viaridades de una personalidad, no habria sabido qué responder, Fue gracias su propésito de encontzar una 18 ‘espota para don Carlos Romén que el padre Trejo co tena a detener la mirada en los rasgos de las muchs thas en edad de merece, In atenciin en sus palabras, tus vestidos, sus actitudes, Ia memoria en los comen tarios que de ellas hacian los demés. Supo ast —eon no menos sorpresa que conmiseracion— de esa Tuche dlesesperads que libraban la solteras( desde el momen to mismo de su aparicign en sociedad) contra los aos, caya cuenta Uevaban los demis, inexorablemente; c= tiché en secreto las confidencias aoerea de las taras Inerelitarias de las familias; indagé-diseretamente el cetado de las fortunas y el monto de las dates. Y des pds de efectuar Ta aeleccién més rigurosa don Ev ino 4 decidié, por fin, a mostrar a don Carlos sus carte de triunfo, La sesién tuvo lugar no en el comedor, ni en el es dio {porque ni loe albafiles ni los earpinteros ha- ban terminado ali su Tabor) sino en Ie sala, cuyo ajuar habia sido despojado de las fundas protectoras y cu sos espeos sn el erespéin de Tuto que ls habia ensom- hrecido durante tantos aos, duplicaba 1s delicadeza de los adornos —porcelana, oro, marfil; la minucio- bidad del tallado en las maderas; y el severo claroscuro de los cuséros desde cuya profundidad asomaban Tos rostros de hombres endrgicas, de dames recatadas, de nos circunspectos, para contemplar un presente fuera de cuyos vaivenes se habian colocado. 135 EL nombre de la primera candidato que don Evatie to presenté 2 don Carlos fue el de Amalia Suasnivar. Suplia su falta de abolengo y In escasez de sus recur S08 con la abnegaein de un exrécter templado en Ia adversdad. Su conducts, en ooasién de la penosa y larga enfermedad de su'madze, demosirs con cudnt paciencia, con cudnta dulzura y con eufnta slegria in- \evior puede un ser, cuya conciencia moral ejerce pleno imperio sobre el egofsmo humsno, sobrellevar una cruz. Don Cerlos rindi6 el merecido wibuto admirstive a la seforta Suasnévar pero oputo algunos reparos, ‘Nimios, desde luego. Pero por qué tha a eonformarse on lo que s6lo es satisfactorio a medias alguien que tiene la facaltad de elegir ln perfeccidn total? La se Torita Suasnévar, si don Carlos no habia sido mal-in- formado, evaba su humildad hasta el punto de haber ppermitido que le arrebatasen la herencia unos herma- not que silo se presentaron a le hors de la partici; I seforita Suasnivar extremaba cu modestia haste el grado de vestirse como un adefeso y au timider hasta el extemo de no intervenir en las conversaciones mis ‘que para decir disparates. {No era aesso Ta misma que se habie hecho eflebre en el novenario de au difunta radre, al quejarce ance Ia concurrencia de padecer un ingomnio incoercible y de que cuando, por una espe- ce de milagro, lograbs momenténesmente concliar el sueho éte era reparador, tanto que despertaba de in- 136 imodiato y lena de angustia? Cuando se aclaré lo que In seiorita SuasnSvar quiso decir con To de reparador se supo que tenfa la més firme conviceiin de que lo nico eapar de reparar en el mando era un pote. AI no poder replicar, don Evaviso pasé al punto ‘nimero dot: Soledad Armendiriz, a quien todos Hl rmaben Cholita, por un caro que suscitaba tan espon- tines cuanto inmediatamente entre quienes tenn privilegio de tratarla. Fra muy joven, claro, cast una ie, pero esto mismo representaba para don Carlos la yentaja de poder moldeasla y haceela a su gusto. En oanto a Ia bondad innata de su indole se hacia pe- teate en el hecho de que siendo su belleza justamente telebrada por propios y extraios, no silo no se envs tecfa de ella sino que ni siquiera procuraba realzarla ton afeites ni exhibirla en paseos y fiestas. Antes al contzario, procuraba no Hamar la atencidn y si pecaba de exageracidn en algo exa en la decencis de su axe. lo y de sus acttudes. Tanto que sus allegados lega- ron incluso a sospechar alguna incinacién mistica que, regin Ie experiencia ha comprobado, resltabs may buen ingrediente para lograr Ia armonia conygal. Chote Armendiviz... Choita Armendéiz. ... Don Carles tamborileaba con la punts de los dedos sobre cl brazo del sillén como tratando de recordar. Hasta «que porn, se irguié con un gest teiunfente Claro que fo era In mistaa que desempefahs el papel de 137 ngel en todas las veladas parroquiales y que, en uns ‘casign, en que por causa de unes anginas y para no ‘uspender el act, iba a ser sustituida por su hermana? ‘Ante tal perspeciva Cholita, empujada por el eelo re- Aigioso que en ella sobrepassbs al efecto fraternal, ce io en Ia eoyuntura de revelar que su hermana era in- de ponerse esas vestiduras,sagradas por To que representabaa, para cubrir un cuerpo que se habia ex- trogedo a las mis bajas pasiones. ¥ mencioné, con una ‘exacitad realmente patmosa, los nombres de los cém- plioes, los sitios de las consumaciones y su nlimero, ‘del que ella Hevaba estrcta cuenta. La velads parro- ‘qvial no se evs al cabo, naturalmente pero en lugar de ella el pueblo comiteco pudo disfrutar de un sabro- so excénilalo. La hermana de Cholita fue desterada tuno de los ranchos de su padre y ella afadi6 alos mé- ‘de su apariencia el do poseer un implacable i ‘ce de fuego para sefialar la corrupeién donde. quiera que se hallase, aun entre sus seres més quezidos. Don Carlos, eomo sus demés eoterrénens, aplaudia sta euaidad pero le era preferible contemplarla des- de lejos y no corzer el riesgo de convertirse alguna vez en el vefalado por el indice de Cholita. Porque la exe- te es flaca y el juso ese setenta veces diaras y nadie etd Iibre do tentacin. La nimero tres, Leonila Rovelo, era rica, aristders ta, dueia de una salud espléndide 138 rere Por favor, don Evaristo, no continés, usted. La conotco y me parece un magnifico ejemplar de vaca suiza. Podrfa amamantar al pueblo enero lo que no flste para que sea incapar de blvanar das palabras jis, ;Sabe usted cul fe la essa de Is ruptura con ‘tm noo con el que estaba a punto de casuese, Rami v0 Albores? Don Evariso to que reeonooer que no. Puss seslta gue, ante la iaminencia de Ia bods, los familiares de Leonila se hicieron de Ta vista gor da para dejar os novios hablar «sola durante nos momentos. El lugar no podia ser mis propio: una banca del Parque, rodeada de jarmineros cay aroma, como dicen los poets, embalsamaba el ambicas. Le marimba deygranaba sos més dalees melodies desde al iosco y la luna rielabe con uavidad por el cielo 1a ocasin es de las que nose presentan dos vor. Ra nro que no era poet, hall, sin embargo, Le elosuen- Gia suliciente para hablar de amor, de sus esperan- as, de Ia felicidad que lograrianjustor. Leonila lo eecuchaba con arrbumieno pero, cumndo Te Hegé su tumo de contsar, empeai a hacer nudos con so pe fuelo, Remiro insist, al principio con cotedad hugo de moo més resulo, pero siempre con ternura. Aca pr atreverse « tomar la mano de Leola que con rusba muda. Cuando, por fin, se decidié a hablar fue para decs: “2Qué horas son?” 19 ‘Tendria alguna urgencia No tenfa ninguna urgeneia y ademas, frente a ella, resplandeeta, con todos sus nimeros, el enorme reloj del Cabildo al que podta, en time caso, echar una ojeada. No, se trataba Gnicamente de decir una fase corta, usual y cuyo significado le fuera comprensible Don Evaristo no se arredré por la victoria del otro —jHaberlo dicho antes! Lo que usted quiere ee una lumbrera, Bueno, pues alli tiene a Elvira Figueroa: com: pone acristicos a San Caralampio, pati de su barrio, ‘quien se le deben milagros sin evento Entre los cuales no est el matrimonio de esa se: Los hombres le temen y Te huyen porque no se atreven a competir con ella. Se sabe de memeria. las capitales de Europa, es eapaz de resolver el mis intin: cada erucigrama Y mientras tanto se cae le casa No, no me va usted a agarzar por alli Para Elvira Ja economia doméstica no tiene secrets. Y en cuanto Ta calinaria me bastard con decile que las propias rmonjae del convento de Ja Merced le piden reoetas y consejoa cuando quieren lucirse agassjando a) Sefor Obispo. —Dudo que pueda ganar a dofie Céstals, En otros terrenas es también muy primoroes, Bor dda, hace unos pirograbados preciosos en tercopelo y 140 I | | | | ! | | rela en madera, pinta =Y toca el piano. Con un brio en que no la igualarfa ningin hom. Ahora me explico Io del bigote. ‘Doctor, Io que acaba ustod de decir es una falta de delcadera, De una sei tipo de defects. Aunque ce rasure. —Mes ealpa, don Evaristo. Prosigamos. Yo ya no sé de nadie mi —,Cémo? {Es posible que no s0 haya usted fijado ‘en eas vecinas de enfcente? —2Quiénes? ¢Las Si, Salvo que est usted ofendida por lo del bigo te dela seirite Figueroa (del que me retracto y de hoy en adelante Hamaré ligera sombra de ozs) no me ex plico que no haya usted puesto en su lista por lo me ros a alguna de la tres. Porque las hay para todos los agustos. No para el suyo, que es bien dificil. La mayor, Blanca, e Dama del Sagrado Corszin de Maria, Ce Indora del Sanisieno. —Que yo sepa munce ha tenido un novio. No, y por desgracia tampoco tiene voraciin de rmonja. Asi que tiene que conformarse con es8 agua ti: Bia que et la soltera 2Y la que sigue? aa i Yolanda? Tine miedo de gues acerca la ices va 0 coviginele cl deine de barman. ‘af que o ive mds qu par Is diversionesy Te ha ecto la Inca cut hombre dipole hay en Co- pia, Except uted, porque no ex aleta gest Sr pelora tn lnflernitn, Aestan alturs, y después ‘ener record a todo, el nin neuro qu le gue a eam agenesis Los sae. Peo on cumt 2 fhteran dea siuacin ican de apovechartao share onan el camo. (Lo que ex Is were! En cambio In Inenor, Romela, se sete Ia vin art porgue 0° ts acaba de vive de largo pars ir aaa primer bs Tey yuo hay nen que ole sonden ol bled don oe monn ache en quero Te Neve ena “T7Es may bonita ey cops? To ed voy a saber om que oo quee sed aula mire, despots de gue Ta matinba con que Ia gesjan sus eramorados me bu manteido despieria toda Ie noche y tengo que madrughr para ded mi pri alia ts penn que In mica sted pad aque ce con je slienosofrtado, Yo Ta vi una ee: Y me io ls imprest dean ser tan ido de ve Vir... Pore wo con oun avider quo emis, Bo sao con ea ota ue eat, Lo que see sle ala cara no os hombre es ecestad de plein Aji. Con que hemes tad jgando atlo uo? wae Y¥ mientras yo me tomabs el trabajo de disoenis c= piritus usted se tenia bien guardado un as en la man- &. —Paate, yo no be hecho mis que verla de lejos. Una vez, No sé nada de ella. No he querido pregunta. Ba cambio de las otras esté usted bien enterado Gracias « dofia Cistula, suponge. Dota Cistuls ya n0 es mi tine punto de contac. to con el mundo. Ahors tengo mi cliente, padre. Y ‘usted sabe que la gente silo puede hablar, To que se Tsma hablar, eon su sacerdate © con eu mi De modo que es Ia clientele. Desde hace slain tiempo he venido notando cémo ce depurabe. Ya en tl zaguin no hay tantos pobees... yen cambio ha hhabido que acondicionse una sala de zexibo con sillones ‘eimmodos y floreros y revistas sobre Tn mesa... No, ro es un reproche. Es la observacién de una ley nate val, BL agua busca siempre ou nivel Me he puesto de mods entce la gente vii nen aver de cerea a un animal raro, 2¥ usted, edo los trata? Como se merecen. —Enonces van perteverar, gSe ha anotado usted algunos sites? —Fulminantes. Como por ensalmo he hecho desaps- secer enfermedades imaginatis. Aunque, claro, 20 he ‘prometide nunes una euracisn definitiva, Los ricos ne- le Vie Mas csitan enteetenerse en algo y n0 es licito arzebatarles toda esperanza, “—Hlumm. La tetica no es mala. Ya se ha hecho us- ted famoso. Un dia de éitos va a acabar por venirlo ver don Rafael Orentes, el padze de la muchacha que tanto le ha Hamada la atenciGn. Es un hombre de ciet- ts edad y que padece achaques. Su familia se preocu- a 2QU6 va a ser de ella eaando Te falte el respeto de fu varén? 2Quién va a administrar el capital que don Rafael ha hecho Hevando a vender partidas de ganado «Guatemala? Peto tiene un hijo. Yo lo recuerdo muy bien. Fui- sos compafiers de escuele. Se lamaba Refacl, igual «que el padre. —Murié hace tiempo. Es raro que yo no me hays enterado. Debe de har ther suoedido en los af en que yo estave fuers de Co- —No, Fue esti por las mismas fechas del flleci- siento de sx eaposa. Unos dias después. Ab, entonces e© explica. Yo perdi la nocién de todo lo que no fuera mi... mi desgracia. gY de qué Fue un accdente de exces y le destrozé la cabeza, Por aguellas fechas Rafael ha de haber sido jo: ven, Bueno, tan joven como yo me consideraba a mi Se le disparé el rifle aa sine, Une vito soy, miso meno “Si, rts o menos Tai tease o cso? ‘te ath dolores de cabera a sus padre Le pb ln parsands ol aipwe, Anda pea do pr gut y por all ero nine Ig formalize oon niga Don Carlos dio woe fants palmads en el mel, camo de quien tabs de rena alg. a, verdad. Ela ana ma cou lg de ave le hain techo la ronda, AY por ul aba de cr ll a exepia? ey allt pares qt las cons se complieron un toc porque In mdr de Ens spur at rl Sher es poi torsinelencte vere, eee te En fine pan come a lo que we babies pre rs fer ewan “Nunca heb de eo, Nsiquea de un noviag Don Ceres cami de toma om voided, at questa deus hereer var, don Rafa, Otani dee mujer tp, den Eve, en een case candlamento no ser matin! Treen, aden de hip, Porque uted ya lean endo oe un. ¥ ls eed en poe dene bord de lant Don Cla adop une expen grave arn. com vet, us —Reeuerde, don Evarsto, que yo de Romelis no sé ada. Y que too quiero averiguarlo gracias a usted Don Carlos ture, sin embargo, (y ne muy en contrs de sy voluntad) otra fuente de informacidn: implaca- ble, veraz y, que desde su nivel, percibia detalles mux ‘ho més eveladores —pornimios, por impremeditados, por intrascendentes— que esas generalidades vagas me- jante las cuales don Evaristo pretendia definir In personalidad de Romelia, Esa fuente de informacion fra doiia Céstula, cuya suspicacia se habia agudizado al advertr los tejemanejee de su amo y que sentia pe- ligrar el absolutismo de un imperio cada vez mis vas- to. Porque ahora, por ejemplo, unos semaneros de las fineas removien la terra del jardin para plantar se- millas nueves y se podabn log viejos éeboles y ae e- aban los corvedares con especies raras de orguideas yen torno de Jos pilares erecian enredaderas impor tadas, (Que don Carlos tuvieve un quebradero de eabera dix creto le habsia pareeido a dofa Cistula no sélo muy Tegitimo muy puesto en razén sino que lo contrario apareceria ante sus ojos como anormal. Pero que vol- Viera a casares ya Jo consideraba como empress ex- temporinea, arriesgads y hasta un poco ridieula. Mis ise tenfa en cuenta que el sire soplaba por el rumbo dle la menor de las nifias Orantes, de esa familia con Ja que no duraban las criadas, de ess casa a la que s© a6 "para el siguiente su inseri | ningun de los que la rodeaban, ni Ia traicién de al entraba a servir por euriosidad y de la que te sali ‘con material suficiente como para enteetener los ocios de todas las otras patronas comitecas juntas, De To mucho que dofa Céstula oyé decir sobre Ro- aelia sacé en limpio lo siguiente: que su nacimiento fue un milagro de 1a sefiora Santa Ana, pues suc ‘undo ya sus padres habian perdido toda esperanca de deseendencia. Por eso mismo, y pr la deyproporcion de edades que guardaba con sus hermanos mayores, convirtié en Ia consentida. Pasaba de unos bra2os a tires, la disputaban para srrullarla, para divertir- |s, para regalarle golosinas. La unanimidad del afecto fue tan total que Romelia legs, suave y naturalmente, 2 le conviceiin de que su existencia constita el cen ‘20 del universo, Como nadie necesitabe ser persuadi- do de este axioma no tuvo que recurrie ninguna de- ‘ostacidn: ni rabietes, ni caprichos, ai enfermedades fingidas, porque nadie olvidabs nunca quién era Rov relia ni lo que vali, Su canicter, pues, en clrountanciss propicias, era pacible y aun alegre y expansivo. Se sabia donadora fe Slay lla misma ra felis al poder propor De este paraiso infanil no la expulss la diseipkina el colegio (porque cade ao los mayores aplazaban ), i le indiferencia de aat lsd por sue it urges 09s ee Bae use Lo ur dss et mur de Re nat ges qu topo sigur elena ae ee a caper tampon compres: It Te muerte itn tole aba hermano Re 1nd ES pe lesen dems iors (as ns eau Te poporsoaba sorpets mit eee eins mi rare, peo ie SSS She eestrs on tos sere profunde es) eso mpenebln yam tle 81» go tors aban, med, occabr acon ser, io to en gt ‘ea cin on tne pls aga yor ao Jee diver de Rul, rnguo tv pers elt san ange ane in pte de gol wr ie Tampoc, eto ela os ‘eso dl cara nase 6 Rome cmt meats came Y lr soces qu due oven So Ress emerab,csateundo los dates de eI ae ance Te auen0 i sompsiae Tine svt. Foi ace els ee a ese acta wl ee sing am ano sl Jee Tue lnc o eeera a aio wh ene Sie sPura gular sno baba teaigon «aed Se TA glen cri? Con lo oo agrendadce for

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