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Son sustancias que se añaden a los alimentos para mantener o mejorar su inocuidad,
su frescura, su sabor, su textura o su aspecto se denominan aditivos alimentarios.
Algunos de ellos se llevan empleando desde hace siglos para conservar alimentos,
como ocurre con la sal (en carnes como el tocino y los pescados secos), el azúcar (en
las mermeladas) y el dióxido de azufre (en el vino).
En el transcurso del tiempo se han obtenido una gran variedad de nuevos aditivos para
satisfacer las necesidades de la producción alimentaria, ya que las condiciones de
preparación de los alimentos a gran escala son muy distintas de las existentes en los
hogares. Los aditivos son necesarios para preservar la inocuidad de los alimentos
elaborados y para mantenerlos en buenas condiciones durante su transporte desde las
fábricas o cocinas industriales hasta los consumidores, pasando por los almacenes y los
comercios.
Otros aditivos
Hay otros aditivos que se utilizan por razones diversas, ya sea conservar, dar color o
edulcorar. Se añaden durante la preparación, el envasado, el transporte o el
almacenamiento del alimento y son un ingrediente del producto final.
Los conservantes pueden ralentizar el deterioro de los alimentos causado por el aire,
los mohos, las bacterias y las levaduras. Además de mantener la calidad de los
alimentos, ayudan a evitar la contaminación que puede provocar enfermedades de
origen alimentario, algunas de ellas mortales como el botulismo.
Los colorantes se añaden a los alimentos para restituir el color que se pierde durante
su preparación o para mejorar su aspecto.
Los edulcorantes se utilizan a menudo como sustitutos del azúcar porque añaden
pocas o ninguna caloría a los alimentos.
Normas internacionales para la utilización sin riesgos de aditivos alimentarios
Una vez que el JECFA ha dictaminado que un determinado aditivo es inocuo y que se
han establecido sus dosis máximas de uso en la Norma General del Codex para los
Aditivos Alimentarios, se deben elaborar y aplicar reglamentos alimentarios en cada
país para que esa sustancia se pueda utilizar en la práctica.
Se incluyen además las sustancias que se emplean para una ulterior elaboración de los
alimentos, en la medida en que éstas son necesarias para alcanzar los principales
objetivos mencionados en el código: proteger la salud de los consumidores y facilitar
prácticas justas en el comercio de alimentos
Las directivas del Codex se refieren a los aspectos de higiene y a las propiedades
nutricionales de los alimentos, comprendidas las normas microbiológicas, los aditivos
alimentarios, plaguicidas y residuos de medicamentos veterinarios, sustancias
contaminantes, etiquetado y presentación y método de muestreo y análisis de riesgos.
El Codex Alimentaruis es, sin lugar a dudas, el punto de referencia internacional más
importante en los asuntos relativos a la calidad de los alimentos. Desde su creación, el
Codex ha generado investigaciones científicas sobre los alimentos y ha contribuido a
que aumento considerablemente la conciencia de la comunidad internacional acerca
de temas fundamentales como la calidad e inocuidad de los alimentos y la salud
pública.
El Codex Alimentarius contiene normas sobre todos los alimentos principales, ya sean
elaborados, semielaborados o crudos, destinados a su distribución al consumidor.
Deberán incluirse también todas las materias que se utilizan en la elaboración ulterior
de los alimentos en la medida necesaria para lograr los fines definidos del Codex
Alimentarius. El Codex Alimentarius contiene disposiciones sobre higiene de los
alimentos, aditivos alimentarios, residuos de plaguicidas y de medicamentos
veterinarios, contaminantes, etiquetado y presentación, métodos de análisis y
muestreo, e inspección y certificación de importaciones y exportaciones.
Numero E
Está claro que la alimentación ocupa un puesto de prioridad elevada en nuestro día a
día. Además, hacer la compra diaria en el supermercado puede traernos muchos
quebraderos de cabeza. Somos muchos los que giramos los productos para observar el
contenido de los paquetes: alérgenos, conservantes, calorías… La mayoría de las cosas
que contienen los alimentos procesados ni siquiera las entendemos, pero… ¿Qué son
los números E?, ¿de dónde se obtienen?, ¿a qué se debe su mala fama?
La primera pregunta es muy sencilla de resolver: los números E son aditivos que se
pueden añadir a los alimentos y que tienen diferentes funciones. Existen hasta 27
clases diferentes de aditivos, pero los más comunes son colorantes (E100 a
E180), conservantes (E200 a E290), antioxidantes (E300 a E321) o agentes que aportan
diferentes texturas (E322 a E483). Algunos otros que también nos suenan son los
correctores de acidez, espesantes, estabilizadores, gases para el envasado o
potenciadores del sabor.
Y os preguntaréis, ¿de dónde se sacan todos estos aditivos? Como todo, estos aditivos
parten de la naturaleza; se descubrieron en animales y vegetales o bien se trata de
compuestos químicos (que también se obtienen de la naturaleza) como puede ser la
sal. El problema viene cuando estos compuestos naturales se obtienen de forma
química o sintética, pues pierden la aceptación popular. Es importante destacar que
todos estos aditivos se pueden seguir obteniendo de plantas o animales, si resulta más
rentable. Si no, se pasa a sintetizarlos de forma química, pero continúan siendo
idénticos a la molécula “natural” en la que se inspiran.
En mi opinión, la mala fama de estos números E se originó simplemente por “ocultar”
el nombre real del aditivo en cuestión. Sin embargo, esta clasificación va encaminada a
un control más exhaustivo de los alimentos, especificando con mayor exactitud qué
tipo de compuesto se añade a los alimentos, evitándose así errores ortográficos y
permitiendo la comprensión en todos los idiomas.
Para salvar esta fobia hacia los números E, las autoridades permiten el etiquetado de
tres formas diferentes: indicando el nombre del aditivo, con el número E o con ambos.
Como ejemplo, el rojo remolacha, un colorante que se obtiene del extracto acuoso de
la raíz de la remolacha, se puede nombrar de distintas formas: E162, betanina o E162
(betanina). He escogido este ejemplo por dos razones: es un colorante cuyo origen es
fácil de entender y además tiene propiedades beneficiosas, ayudando a la actividad del
riñón. Esto ilustra que no toda la información que observamos en las noticias o
escuchamos en la calle es cierta; la betanina, como otros muchos aditivos, no presenta
efectos nocivos, aunque sí tiene algunos beneficiosos (si bien no es la razón por la que
se emplean en la industria alimentaria).
Con todo esto, simplemente quiero hacer hincapié en que comprar un producto si
contiene o no números E en la etiqueta es algo muy poco preciso. Muchas compañías
optan por nombrar el aditivo en vez de su código E y, además, muchos aditivos no son
perjudiciales y nos pueden incluso aportar beneficios en la salud. Lo más
recomendable en estos casos es conocer qué números E pueden tener algún efecto
nocivo en cantidades elevadas y evitar consumirlos en exceso.
¿Qué es la IDA?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la IDA como “la cantidad máxima
de una sustancia que un individuo puede consumir diariamente durante toda su vida
sin que ésta provoque ningún efecto adverso para su salud”. De hecho, para
garantizar la seguridad en el consumo, incluso en grupos sensibles de la población –
como ancianos y niños-, la IDA que recomienda la OMS es 100 veces menor a la
cantidad que se debería consumir diariamente para sufrir algún tipo de efecto
negativo. En otras palabras: habría que consumir diariamente durante toda la vida una
cantidad de edulcorante 100 veces mayor a la IDA para que eventualmente se
pudieran observar efectos adversos en la salud.
Esta recomendación sirve para consumir bebidas y alimentos con total seguridad. “La
IDA aporta la tranquilidad de que un edulcorante bajo en calorías puede consumirse
con seguridad dentro de los márgenes estipulados. Es una garantía de seguridad”
explica el Profesor Andrew Renwick, especialista en seguridad química alimentaria, en
un informe de la International Sweeteners Association.
Que es la FDA
Obligaciones y competencias
Aditivos alimentarios
1. «Edulcorantes«: sustancias que se emplean para dar un sabor dulce a los alimentos
o en edulcorantes de mesa.
12. «Sales de fundido«: sustancias que reordenan las proteínas contenidas en el queso
de manera dispersa, con lo que producen la distribución homogénea de la grasa y
otros componentes.
14. «Potenciadores del sabor«: sustancias que realzan el sabor o el aroma, o ambos,
de un producto alimenticio.
15. «Espumantes«: sustancias que hacen posible formar una dispersión homogénea de
una fase gaseosa en un producto alimenticio líquido o sólido.
20. «Gases de envasado«: gases, distintos del aire, introducidos en un recipiente antes
o después de colocar en él un producto alimenticio, o mientras se coloca.
21. «Gases propelentes«: gases diferentes del aire que expulsan un producto
alimenticio de un recipiente.
23. «Secuestrantes«: sustancias que forman complejos químicos con iones metálicos.