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CRISIS Y SALUD FAMILIAR

5.1 LAS CRISIS FAMILIARES

Las situaciones que ha de afrontar la familia y que, por su índole


o intensidad la ponen en crisis, es decir, la obligan a introducir algún
cambio en su funcionamiento con vistas a superarlas o adaptarse
constructivamente a ellas, son consideradas situaciones críticas; las
vivencias de tipo perceptual y emocional, los criterios, actitudes y
comportamientos que asume la familia para enfrentarlas, los recursos
biológicos, psíquicos y sociales que se involucran o movilizan en aras
de su solución, así como las eventuales conductas sintomáticas que
aparecen, haciendo patente la necesidad de asumir cambios en su
funcionamiento, constituyen los elementos de la crisis familiar. La
presencia de un alto nivel de tensión emocional en la interacción es
lo más característico de estas crisis, las cuales pueden ser de tres tipos:

− Crisis relacionadas con el ciclo vital de la familia.


− Crisis propias de la familia pero no relacionadas con el ciclo vital.
− Crisis situacionales por problemas externos a la familia, pero que
inciden sobre ella.

5.2 CRISIS RELACIONADAS CON EL CICLO


VITAL DE LA FAMILIA

Recordando que son cuatro las etapas en que suele dividirse su


ciclo, veremos que en cada una de ellas hay crisis familiares provoca-
das por algunos eventos vitales que les son característicos, de modo
que, por la propia evolución normal de la vida, los miembros del

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núcleo deben asimilarlas constructivamente, aprendiendo a asumir
los comportamientos adaptativos para contender con ellas. De lo
contrario, pueden constituirse en factor causal de muchos problemas.
Son también conocidas como crisis transitorias.
Como en el capítulo anterior, al abordar las etapas del ciclo vital
familiar, fuimos describiendo los acontecimientos y características más
significativos de cada una de ellas, y son éstos precisamente los que,
por requerir de mecanismos de ajuste para su asimilación, están asocia-
dos con estas crisis transitorias de adaptación, nos limitaremos
−a modo de esquema− a citar los principales eventos vitales que se
consideran propios de cada período y que son causa de crisis.
Formación. Matrimonio, mudarse solos, acople sexual, conviven-
cia, ajuste a la familia del cónyuge, independencia económica y
sociolaboral de la pareja, embarazo y primer parto.
Extensión. Nacimiento de los hijos; cuidado, educación y res-
ponsabilidad por estos; escuela, adolescencia, beca, escuela al
campo, servicio militar, estudios superiores, ubicación laboral,
consolidación económica y profesional del matrimonio,
independencia del primero de los hijos y su partida del hogar.
Contracción. Partida de los hijos del hogar paterno, el nuevo ho-
gar de los hijos, las nueras y los yernos, los nietos, la familia
trigeneracional conviviendo, relevo generacional, involución, jubila-
ción, envejecimiento, enfermedad y muerte en la familia ampliada,
vuelta a la pareja inicial (nido vacío: sexualidad y armonía), la enfer-
medad final del primero de los cónyuges.
Disolución. Muerte del primero de los cónyuges, senectud, inver-
sión de roles y status generacionales, el viejo solo; la invalidez, enfer-
medad y muerte del segundo cónyuge.

5.3 CRISIS PROPIAS DE LA FAMILIA


NO RELACIONADAS CON EL CICLO VITAL

Existen muchos problemas generados por la vida en familia que


no son consecuencia de su evolución natural, sino de circunstancias
propias de la convivencia y de fenómenos estresantes y desorga-
nizadores provocados por sus miembros, que inciden en la dinámica
grupal, afectando su equilibrio.

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Se han descrito cuatro subtipos dentro de estas también llamadas
crisis no transitorias, que son las siguientes:

− Crisis por incremento.


− Crisis por desorganización.
− Crisis por desmoralización.
− Crisis por desmembramiento.

5.3.1 CRISIS POR INCREMENTO

Se consideran en esta categoría las tensiones, perturbaciones y


ajustes que aparecen tras la incorporación de personas al núcleo fa-
miliar, parientes o no, con carácter transitorio o permanente, cuando
esta no se debe al crecimiento natural de la familia por el nacimiento
de nuevos miembros. Pueden citarse como ejemplos la adopción de
un niño por un matrimonio; la incorporación al hogar de familiares
que han quedado huérfanos, que vienen a la ciudad para estudiar,
someterse a tratamiento médico o a pasar sus vacaciones; el regreso
al hogar de quienes ya no conviven en él por causa de divorcios o tras
la terminación de sus estudios, cuando la vida doméstica se había
acomodado a su ausencia. O cuando familiares de distintas
procedencias tienen que reunirse ante una situación de emergencia
como es el caso de accidentes, desastres naturales, etc.

5.3.2 CRISIS POR DESORGANIZACIÓN

En esta categoría se incluyen aquellas crisis que surgen tras acon-


tecimientos perturbadores del clima y la armonía familiares, tales como
discusiones y malas relaciones interpersonales, la llamada incompati-
bilidad de caracteres, los conflictos de intereses, la falta de solidari-
dad y apoyo mutuos, las contradicciones ideológicas y culturales, el
machismo y la violencia en el hogar, el incumplimiento de responsa-
bilidades, la inapropiada distribución de tareas. También conflictos
como el embarazo en la adolescencia, el abandono de estudios o el
trabajo; enfermedades o invalideces de significación como el caso de
los intentos suicidas, la presencia de pacientes psicóticos o impedidos

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mentales en el hogar, los accidentes, los trastornos malignos, los esta-
dos de gravedad. Se incluye aquí la problemática de la pareja infértil,
cuando esta dificultad repercute en la relación.

5.3.3 CRISIS POR DESMORALIZACIÓN

En este grupo la perturbación se produce a consecuencia de pro-


blemas de índole moral en uno o más miembros de la familia que, por
gravedad o consecuencias, afectan la dinámica del hogar. Ejemplo
de esto es la conducta delincuencial, el encarcelamiento o la deshon-
ra de alguno de sus integrantes; la drogadicción o el alcoholismo en
su seno, la difamación de que puedan ser víctimas personas inocen-
tes; la infidelidad, la prostitución, el «jineterismo» y los actos de
traición.

5.3.4 CRISIS POR DESMEMBRAMIENTO

Aquí, acontecimientos que constituyen una pérdida o un


desgajamiento conmocionan la familia, que no puede atribuirlos al
resultado de la evolución normal: muerte prematura de hijos o nie-
tos, accidental o por enfermedad; divorcio, separación del hogar o de
los hijos, abandono del país, hospitalización, fugas del hogar, etc.

5.4 CRISIS POR PROBLEMAS EXTERNOS


A LA FAMILIA PERO QUE REPERCUTEN
SOBRE ELLA (CRISIS DE SITUACIÓN)
Muchos son los eventos, inesperados o no, que repercuten indi-
rectamente en la familia, llevándola a una situación crítica. Es el
caso de situaciones económicas, políticas y sociales que la golpean
con fuerza. El despido laboral, el fracaso académico, los conflictos
bélicos, la emigración, el servicio militar, la salida a misiones prolon-
gadas en el extranjero, las secuelas de desastres naturales, los proble-
mas graves de vivienda son −entre otros− fuentes de tensión, des-
membramiento o desorganización de la familia debido a causas
extrahogareñas.

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Como es de esperar, estas crisis familiares, al igual que las anterio-
res, por el alto nivel de estrés que implican, son factores de riesgo
para el desencadenamiento de los ya mencionados trastornos por clau-
dicación ante el estrés en cualesquiera de los integrantes del núcleo,
así como para la aparición de disfunciones familiares, mal llamadas
«patologías» familiares, las cuales estudiaremos en próximos epígrafes.

5.5 AGRESIÓN Y RESPUESTA EN EL SENO


FAMILIAR
Del estudio de estas crisis se colige que, ante factores internos o
externos provocadores de tensión que operan eventualmente a ma-
nera de noxas, la familia responde según sus necesidades e intereses,
poniendo en juego recursos biológicos, psicológicos y sociales a partir
de la interacción de sus miembros, afectados por ello. Pero, como en
todo grupo, hemos de considerar no sólo las respuestas individuales
de sus componentes sino también, las respuestas colectivas que son
algo más que la sumatoria de la conducta de sus partes.
El grupo familiar sometido a tensión acude a comportamientos
que le son propios. Como las personas, la familia emplea mecanismos
de afrontamiento y de defensa en situación de crisis que el terapeuta
ha de tomar en cuenta. Al igual que un yo, hay un nosotros familiar
del que cada sujeto porta una imagen y con la cual opera en su con-
tacto con el mundo. El condicionamiento en la autoimagen o con-
ciencia histórica del yo de ese nosotros al cual nuestros sentimientos
de pertenencia nos han identificado, nos permite actuar con perti-
nencia, cooperación y sentido de unicidad en todo aquello que com-
pete a ese nosotros a lo largo de nuestra vida, con tantos intereses
compartidos y satisfechos en común.
Esa imagen ideal opera como entidad funcional en nuestras men-
tes, a manera de construcción psíquica cimentada en la experiencia
común, la necesidad común y la respuesta común en el seno del ho-
gar, durante buena parte del desarrollo personal. Tal construcción
mental, derivada en sujeto colectivo, al ser compartida en su esencia
por los distintos miembros de la familia, conforma una estructura
operacional que no solamente identifica sino que tiende a unificar la
percepción de los acontecimientos que les conciernen, y su respuesta
ante ellos, en una óptica y un comportamiento propios del grupo fa-
miliar, trascendente a lo estrictamente personal.

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Las «agresiones» o «amenazas» −según el caso− que afectan al
sujeto familiar, condicionan al enfrentamiento a ellas en correspon-
dencia con las necesidades individuales y colectivas. Esta dialéctica
de lo individual y lo grupal en la respuesta familiar requiere todavía,
a mi juicio, de mucho estudio y profundización. De nuevo se pone a
punto, aquí, el problema de las dimensiones o planos en que se mue-
ven los organizadores del funcionamiento familiar: el plano de lo grupal
no excluye −sino que implica− el plano de lo individual, tanto en la
agresión como en la respuesta.
Al referirnos a los mecanismos de afrontamiento familiar, po-
demos señalar lo siguiente: el grupo −en definitiva integrado por
personas− utiliza muchos de los mecanismos de afrontamiento y
defensa personales que hubimos de describir, los que, por procesos
de inducción y presión grupales, así como por los mecanismos
de identificación resultantes de la experiencia y vínculos emocionales
comunes, aparecen, con sus matices, en varios miembros del núcleo
simultáneamente, conformando tendencias en el comportamiento que
devienen constructos característicos para esa familia.
Del mismo modo, procesos grupales específicos como las
triangulaciones, transferencias, apareamientos o alianzas, fenómenos
de lucha y fuga, temores a la pérdida o al ataque; recursos como el
surgimiento del chivo expiatorio y de emergentes de distinto tipo que
vienen a dar sentido a una situación; el desplazamiento intragrupo,
la universalización, la validación consensual, la interacción y con-
ciencia de interacción, la cooperación, la pertenencia, el modelado,
la presión conductual, el reforzamiento grupal, las reacciones físicas;
el establecimiento de subgrupos y territorios, la maximización y
minimización, la monopolización, ionización, derivación, evasión,
comprobación de la realidad; el establecimiento de rituales y reglas
son, junto a los clásicos mecanismos de defensa individuales (proyec-
ción, distorsión, inatención selectiva, negación, represión, resisten-
cia, etc.) formas de enfrentamiento que se utilizan con frecuencia
por el grupo familiar con variables resultados, particularmente en si-
tuaciones críticas.
El apoyo mutuo, el altruismo, la generosidad, la solidaridad, la
identificación, la cooperacion, la presión emocional, son recursos muy

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positivos, habituales en un ambiente de salud familiar. Ellos consti-
tuyen ejemplos de mecanismos grupales de respuesta, propios de fami-
lias en las que se cumplen satisfactoriamente sus funciones, y se favo-
rece la adaptación de sus miembros a la vida en comunidad.

5.6 SALUD FAMILIAR

Se considera saludable una familia cuando está presente la salud


física y mental de sus integrantes con adecuada integración estructu-
ral, funcional, psicodinámica, semántica y ecológica entre ellos y con
el ambiente. Esta presupone:

· Integridad biológica y ausencia de síntomas significativos y perma-


nentes.
· Un estilo de vida saludable.
· Sentimientos de bienestar y sana expresión de las necesidades y de
los afectos.
· Adaptación social, laboral y escolar de sus miembros.
· Buena comunicación y adecuadas relaciones humanas intra y
extrafamiliares. Lenguaje semánticamente bien elaborado.
· Madurez emocional acorde a la edad de cada cual.
· Proyección social y al desarrollo por parte del grupo.
· Capacidad de autonomía e involucración.
· Poder de recuperación y receptividad para la ayuda externa.
· Habilidad para desenvolverse satisfactoriamente en situación de
crisis.

Como puede verse, tales respuestas constituyen una situación


ideal, siendo la salud un estado vital de equilibrio inestable entre sus
componentes. Como tal, lleva en sí contradicciones y pocas veces
podemos hallar presentes, juntos, todos estos aspectos, por todo el
tiempo. Pero como estado contradictorio al fin, prevalecerá la salud
cuando se logra mantener un estado esencial de integridad biológica,
psicológica y social, que permita a la familia una adecuada adapta-
ción y la satisfacción de sus necesidades, en un grado suficiente.

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5.7 FACTORES CAUSANTES DE PROBLEMAS
DE SALUD FAMILIAR

Nuestros médicos de la familia suelen considerar cuatro grupos:

· Factores hereditarios y prenatales (genéticos, concepcionales,


intrauterinos).
· Factores dependientes de la interacción con el macromedio natu-
ral o sociocultural (ambiente ecológico, aparato social).
· Factores dependientes de la interacción de sus integrantes con el
micromedio familiar y su entorno inmediato, en sus aspectos bio-
lógicos, psicológicos y sociales (conflictos familiares, enfermedades
infecto-contagiosas, crisis situacionales, etc.).
· Repercusión sobre el subsistema familiar de una afección relevan-
te de alguno de sus miembros.

Se consideran factores de riesgo psicológico familiar los siguien-


tes:

− Hogares inconsistentes. Los patrones de conducta, reglas y formas


de control son contradictorios, inestables. Unas veces se gratifica
una manera de proceder y otras se reprende por similar conducta.
No hay la debida cohesión e involucración por parte de sus inte-
grantes; la comunicación y la relación resultan deficientes.
− Hogares ambiguos. Aquí nadie sabe a qué atenerse. Las reglas son
imprecisas, indefinidas, no hay control. Los sentimientos son
ambivalentes y nunca quedan bien identificados. Falta el apoyo
mutuo y se teme siempre a la reacción de los demás, por ser estas
impredecibles.
− Hogares dependientes. En esta familia se depende de otras. Las
reglas y el control se imponen desde fuera, habitualmente a partir
de unos abuelos posesivos y manipuladores y unos padres depen-
dientes y débiles. Clima de inseguridad e indecisión. Temores a la
vida. Gran meiopragia en situaciones de crisis.
− Hogares rotos. Divorcio o abandono que dejan el hogar en crisis
permanente. Falta el equilibrio necesario, el clima de afecto y ar-
monía mínimos. Pueden existir presiones para tomar partido así
como fricciones internas, triangulaciones o violencia entre coali-

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ciones. Las reglas se modifican, los estereotipos se vulneran. Se
pierde el control o este se vuelve caótico, o excesivamente rígido,
al asumir el control figuras sustitutas.
− Hogares con un progenitor ausente, física o emocionalmente. Aquí, las
funciones de maternaje y paternaje pueden alterarse o estar ausen-
tes en momentos en que son necesarias. Puede perderse el control
o este hacerse disfuncional. La sobrecarga de ciertos roles y la ca-
rencia afectiva de la figura parental puede tener consecuencias
negativas. Los casos de madres solteras e hijos huérfanos o no re-
conocidos constituyen problemáticas particulares de esta modali-
dad.
− Hogares violentos (sísmicos). En ellos la agresión es la regla y el caos
la forma de control, cuando no el exceso de rigidez. Amenazas,
discusiones, peleas y reconciliaciones forman parte del ambiente
cotidiano. El estrés, el alcoholismo y las enfermedades mentales
son frecuentes en este medio, caldo de cultivo para el suicidio, el
delito, los trastornos de la conducta y otros desórdenes de la perso-
nalidad.
− Hogares adoptivos. Aunque es habitual el amor e incluso, la
sobreprotección, cuando el adoptado conoce que sus figuras
parentales no son sus padres verdaderos, si esto no ha sido adecua-
damente manejado, puede ser fuente de perturbaciones en la fami-
lia. De ahí que núcleos con estos problemas requieran una orien-
tación y atención especiales.
− Hogares sobreprotectores. Aun cuando es preferible al rechazo, la
sobreprotección puede ser dañina al desarrollo de la autonomía y
maduración emocional, dando lugar a personalidades dependien-
tes, no asertivas.

Para Cristóbal Martínez son factores de riesgo familiar:

· Abandono de los cuidados físicos del niño.


· Patrones de conducta inadecuados.
· Maltrato físico y psicológico del niño.
· Conductas antisociales.
· Relaciones interpersonales inadecuadas.
· Familiares con enfermedades psiquiátricas.
· Conducta suicida.

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· Alcoholismo y drogadicción.
· Condiciones inadecuadas de vivienda y bajo nivel de vida.
· Higiene deficiente.
· Permeabilidad sociofamiliar inadecuada.
· Cohesividad extrema o muy baja.
· Dificultades en la adaptabilidad.
· Poca «fuerza familiar».
· Migración.
· Bajo nivel cultural.

5.8 VEINTICINCO FUENTES DE TENSIÓN


FAMILIAR

Aunque sabemos que son numerosas las causas de estrés y crisis


familiares, muchas de las cuales mencionamos al describir las crisis,
resumimos aquí −sin un orden de frecuencia− las 25 principales que
hemos encontrado en la literatura, refrendadas por algún tipo de in-
vestigación.

· Muerte de un familiar o amistad allegada.


· Divorcio o separación de la pareja.
· Dificultades sexuales y conyugales.
· Dificultades en la comunicación familiar.
· Separación temporal de cónyuges o familiares significativos.
· Problemas con los suegros y la familia política.
· Relaciones extramatrimoniales.
· Enfermedades graves o crónicas.
· Llegada de un nuevo miembro o «agregado» al hogar.
· Violencia, droga y alcohol.
· Problemas económicos.
· Abandono del hogar por uno de sus miembros.
· Conflictos laborales, desempleo y adicción al trabajo.
· Problemas de vivienda.
· Problemas con la justicia.
· Agresión al honor, deshonra.
· Embarazo en la adolescencia o no deseado.
· Cambio de lugar de residencia.

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· Déficit de actividades sociales y recreativas.
· Transgresión de los hábitos de sueño y alimentación.
· Conflictos políticos e ideológicos.
· Migración y desastres naturales y sociales.
· Dificultades educacionales en los hijos.
· Pérdida de status social.
· Problemas de transporte y lejanía.

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