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TALLER DE TORAX –ABDOMEN Y PELVIS 2017. TECNICAS RADIOLÓGICAS III.
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TALLER DE TORAX –ABDOMEN Y PELVIS 2017. TECNICAS RADIOLÓGICAS III.
La radiografía de tórax se debe realizar con el enfermo con el torso desnudo y en bipedestación. Se pega
el pecho al soporte radiográfico (Bucky), donde está el chasis. Como la dirección del rayo X entra primero
por la espalda y atraviesa el cuerpo saliendo por delante, será una proyección postero-anterior. El paciente
coloca las manos abiertas sobre las nalgas y haciendo una rotación hacia delante de los codos para sacar
las escápulas de los campos pulmonares. El técnico coloca las manos sobre los hombros del paciente y
los baja para que las clavículas estén horizontales. Al decirle el técnico que no respire, se debe hacer una
inspiración media y parar, haciendo durante un segundo una apnea. Así conseguimos abrir las costillas
para mejor visualizar las estructuras pulmonares, disminuyendo las zonas ocultas del pulmón.
Se realiza la radiografía de tórax a una distancia entre el tubo de Rx y la placa de 1.8 m, obteniendo una
imagen de tamaño muy parecido a la del tórax estudiado. La exploración se realiza con alto kilovoltaje (Kv)
para diferenciar las distintas estructuras, bajo miliamperaje (mA) para irradiar poco al enfermo y tiempo
muy corto, para evitar la borrosidad que da el movimiento.
Para comprender las características de las imágenes que configuran la radiografía torácica y, por lo tanto,
su interpretación básica, es necesario tener presente algunos mecanismos que operan en su formación:
Grosor del medio atravesado: Esto explica que materiales de diferente densidad puedan dar un mismo
tono de gris, por diferencias de espesor, y que la visualización de una estructura dependa de su posición
en relación a la dirección del haz de rayos. Así, por ejemplo, la pleura que recubre las cisuras oblicuas o
mayores no se ve en la placa frontal, ya que en esta posición esta estructura laminar se encuentra
orientada en un plano aproximadamente perpendicular al haz de rayos, que sólo debe atravesar las dos
finas hojas pleurales adosadas. En cambio, en la posición lateral las cisuras se disponen en un plano
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tangencial al haz de rayos, de manera que éste debe atravesar varios centímetros de pleura dando, en
consecuencia, origen a una fina línea blanca oblicua, visible en la placa lateral.
Contraste de interfaces. La opacidad a los rayos de una estructura no basta por sí sola para dar origen a
las imágenes que se ven en la radiografía. Es necesario que la densidad en cuestión contraste sobre otra
densidad netamente diferente, de manera que se delimite una interfase perceptible.
Este fenómeno explica por qué los bronquios no son normalmente visibles: sus paredes son muy finas y el
aire que los llena no contrasta con el parénquima pulmonar, también lleno de aire. En cambio, si los
alvéolos circundantes no contienen aire por estar llenos con líquido (edema) o con exudado (neumonía) o
por estar colapsados (atelectasia), los bronquios resultan claramente distinguibles Esta imagen se
denomina broncograma aéreo.
Al contrario que los bronquios, los vasos pulmonares llenos de sangre se destacan sobre el parénquima
normalmente aireado y se borran cuando el pulmón a su alrededor se condensa.
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Este mismo mecanismo explica que si a una estructura que normalmente da origen a una silueta de borde
preciso, se le adosa otra de similar densidad, desaparece el contraste y con ello, la silueta de esa
estructura. Este es el llamado "signo de la silueta".
La valoración de la calidad técnica debe hacerse ante cada radiografía, ya que influye en la probabilidad
de establecer un diagnóstico correcto. Así losCriterios de Calidad son:
1. El sujeto debe estar rigurosamente de frente: los extremos internos de las clavículas deben estar a la
misma distancia de las apófisis espinosas.
2. Debe estar realizada en apnea y en inspiración máxima: se tiene que visualizar por lo menos hasta el
sexto arco costal anterior por encima de las cúpulas diafragmáticas.
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Figura 4
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4. Debe estar bien penetrada, es decir, realizada con alto kilovoltaje para poder ver los vasos
retrocardiacos y vislumbrarse la columna dorsal por detrás del mediastino.
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5. Debe incluir todas las estructuras anatómicas, desde los vértices pulmonares y los senos costofrénicos
laterales en la PA hasta el esternón y los senos costofrénicos posteriores en la lateral
Es importante tener una sistemática de lectura fija, al menos al principio del ejercicio medico, que con los
años se va depurando (o mejor diríamos, viciando) para no perder datos "accesorios" que, aunque no
estén relacionados con el motivo por el que se ha realizado la exploración, pueden ser claves en el
diagnostico del enfermo".
esqueleto óseo: costillas, vértebras, clavículas, escápulas u omóplatos y la parte visible de los
húmeros. En las costillas debemos distinguir el arco posterior y el anterior. El posterior tiene una
disposición que se acerca a la horizontal; el anterior se inclina hacia abajo y hacia dentro. En su
extremidad posterior, las costillas se articulan con la columna dorsal, y junto a la cabeza de las
primeras costillas se ve la apófisis transversa de la vértebra correspondiente. La extremidad
anterior se une al esternón por los cartílagos costales.
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Figura 9: Cuando el paciente apoya la pared anterior del tórax contra la placa radiográfica y el rayo X entra
por la espalda (póstero-anterior), las estructuras mediastínicas quedan más cerca de ésta y la imagen es
menos magnificada.
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Oblicua obturatriz
Oblicua ilíaca
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Outlet
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Este método permite ver en forma directa e inmediata las imágenes producidas por los rayos X en
una pantalla sensible. Tiene las ventajas de entregar una visión dinámica de la respiración y de la
actividad cardíaca, así como de permitir la elección, bajo visión continua, de la posición más
favorable del sujeto para hacer un registro radiográfico de lesiones ocultas en las posiciones
clásicas. Su mayor limitación es su baja resolución, la que puede mejorarse ostensiblemente con
intensificadores especiales, y su fugacidad, lo que se ha superado mediante video o filmación.
Pese a estas limitaciones, la radioscopía debe considerarse como parte y complemento del examen
radiográfico o como ayuda para dirigir procedimientos de cateterización, obtención de biopsias
por punción o endoscopía, etc.
RADIOGRAFIA DE TORAX
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Como consecuencia de lo anterior, en cada posición del tubo emisor cada sensor registra
digitalmente la densidad promedio de un diferente trayecto de los rayos a través de la sección del
tórax en estudio. Esta información digital, ordenada e integrada por un programa computacional,
permite generar en una pantalla de televisión una imagen morfológica de cada una de las
secciones examinadas, que puede ser reproducida en una placa fotográfica. De lo expuesto se
desprende que las placas que se reciben con la TAC son fotografías de algunas de las muchas
posibles composiciones que puede hacer la computadora a partir del registro digital de la densidad
individual de cada uno de los voxels en que se descompone el área en examen. Salvo que el
paciente se mueva o que se produzca una falla del equipo, el resultado del examen siempre podrá
traducirse en placas de buena calidad, ya que con el material digital la computadora puede formar
y modificar imágenes hasta lograr la que mejor permita explorar y evaluar las zonas o los tipos de
anomalía que interesan.
Actualmente se cuenta con el sistema de TAC helicoidal, en que la mesa con el paciente se
desplaza longitudinalmente a través del anillo que gira con la fuente de rayos, con lo que el
examen se reduce a 20-30, segundos con una muy buena resolución espacial.
RADIOGRAFIA DE TORAX
Aspectos generales
La radiografía simple de tórax en sus diversas proyecciones satisface la mayor parte de las
necesidades de diagnóstico por imagen de la clínica respiratoria, y es un paso previo para la
mayor parte de los demás métodos radiológicos.
Al igual que en muchos otros exámenes, la calidad de las respuestas depende de la precisión de
las preguntas. Por ello la petición escrita de un examen radiográfico debe ser acompañada de los
datos necesarios para dejar en claro cuál es el problema que se desea aclarar. Si el caso es difícil,
suele ser útil el contacto personal con el radiólogo. Como respuesta a su solicitud, el clínico
recibirá usualmente una o más placas radiográficas y un informe, para cuyo análisis conviene
tener presente los siguientes puntos:
- Es difícil que un informe escrito transmita fielmente todas las características de una imagen, por
lo cual el clínico buscar y examinar en la o las placas los hallazgos que el informe describe y así
formarse una imagen morfológica de lo que le sucede a su paciente. En casos complejos puede ser
necesario que lo haga con la ayuda del radiólogo.
- Todo método y todo observador tienen una sensibilidad y especificidad que muy
excepcionalmente son absolutas, de manera que siempre cabe la posibilidad de exámenes e
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informes falsos negativos o falsos positivos. Estudios controlados han demostrado que la
radiología no escapa a esta regla general.
La exposición que sigue se refiere a las imágenes obtenidas directamente en placa fotográfica por
radiografía tradicional, por ser el sistema más accesible en el país, aunque se está produciendo su
paulatino reemplazo por la radiografía digital. Este método da imágenes básicamente similares
pero tiene la ventaja de que mediante programas computacionales es posible manipular los datos
digitales y obtener placas fotográficas secundarias en las cuales se pueden corregir errores o
seleccionar las características más adecuadas para evidenciar diferentes tipos de lesiones.
Para comprender las características de las imágenes que configuran la radiografía torácica y, por
lo tanto, su interpretación básica, es necesario tener presentes algunos mecanismos que operan en
su formación:
Densidad radiográfica: la cantidad de rayos que impresiona la placa radiográfica que, como
cualquier otro negativo fotográfico, da un tono más oscuro mientras más rayos recibe. Se
diferencian netamente tres niveles de densidad: en un extremo está la densidad del calcio (hueso)
que produce un color blanco, y en el otro la densidad del aire que da color negro; en medio existe
una gama de grises que no siempre permiten diferenciar categóricamente los tejidos blandos, la
sangre, los líquidos y la grasa.
Grosor del medio atravesado: la opacidad a rayos de una estructura depende no sólo de su
densidad sino de la longitud del trayecto que los rayos deben atravesar dentro de ella. Esto explica
que materiales de diferente densidad puedan dar un mismo tono de gris, y que la visibilidad de
una estructura dependa de su posición en relación a la dirección del haz de rayos (Fig. 22-1).
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Figura 22-1. Imagen radiográfica de una estructura laminar delgada. Cuando la lámina está
situada perpendicularmente al haz de rayos, éstos son mínimamente interceptados por la delgada
capa de material denso, por lo que no se forma imagen. La misma, lámina dispuesta
tangencialmente a los rayos obliga a éstos a atravesarla a través de una dimensión mayor, lo que
origina una imagen lineal.
Así, por ejemplo, la pleura que recubre las cisuras oblicuas o mayores no se ve en la placa frontal,
ya que en esta posición se encuentra situada en un plano aproximadamente perpendicular a los
rayos, que sólo deben atravesar la delgada lámina de dos hojas pleurales adosadas. En cambio, en
la posición lateral las cisuras se disponen en un plano tangencial al haz de rayos, de manera que
éste debe atravesar varios centímetros de pleura, dando, origen a una fina línea blanca oblicua
visible en la placa lateral (Fig. 22-7). El fenómeno se ha comparado con una puerta de cristal que
cerrada y de frente no se ve, pero cuyo borde se aprecia claramente al estar abierta, como una
línea vertical.
Contraste de interfases: la opacidad a los rayos X de una estructura no basta por sí sola para dar
origen a las imágenes o sombras que se ven en la radiografía. Es necesario que la densidad en
cuestión se contraste con otra densidad netamente diferente, con lo que se forma una interfase
perceptible. Este fenómeno explica por qué los bronquios, normalmente llenos de aire y de fina
pared, no son visibles, ya que están rodeados de parénquima pulmonar también lleno de aire. En
cambio los bronquios pueden ser claramente apreciables si el pulmón circundante está
consolidado por relleno de sus alvéolos por exudado (neumonía) o por su colapso (atelectasia)
(Fig. 22-2). Esta imagen se denomina broncograma aéreo.
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Figura 22-2. Imagen radiográfica de los bronquios. En el pulmón normal los bronquios llenos de
aire no contrastan con el parénquima de igual contenido. Si el parénquima está ocupado por
líquido o exudado los bronquios llenos de aire contrastan y dan la imagen llamada de
broncograma aéreo. A diferencia de los bronquios, los vasos pulmonares se diferencian del
parénquima normalmente aireado por estar llenos de sangre, y se borran cuando el pulmón a su
alrededor se condensa.
Figura 22-3. Imagen radiográfica de los vasos pulmonares. En el pulmón normal los vasos llenos
de sangre dan una imagen por contraste con el contenido aéreo de los alvéolos. Si el parénquima
está condensado los vasos dejan de verse por falta de contraste.
Este mismo mecanismo explica el llamado signo de la silueta: cuando a una estructura que
normalmente da origen a una silueta de borde preciso se le adosa otra de similar densidad,
desaparece el borde y, con él, la silueta. Así, una condensación del lóbulo medio en contacto con
el borde derecho del corazón borra la silueta de éste (Fig. 22-4).
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Figura 22-4. Signo de la silueta: la condensación del lóbulo medio, claramente visible en la placa
lateral, borra el borde derecho del corazón por estar en contacto con éste y tener la misma
densidad radiológica que el corazón.
En cambio, si la condensación es del segmento basal posterior del lóbulo inferior, que queda por
detrás del corazón sin contactar con él, el borde derecho de éste sigue siendo diferenciable de la
sombra de la condensación pulmonar (Fig. 22-5).
Figura 22-5. Ausencia de signo de la silueta. Una condensación del segmento basal posterior del
lóbulo inferior derecho, que no tiene contacto con el corazón, no borra su borde, que se puede ver
superpuesto a la sombra de condensación.
Por esta característica, el signo de la silueta permite deducir en una sola proyección radiográfica
la situación de una lesión con relación a un órgano de posición conocida, como diafragma, aorta o
corazón.
Sólo el examen radiográfico de buena calidad puede entregar una información completa y
fidedigna, de modo que lo primero que el clínico debe hacer es verificar que ha recibido un
examen técnicamente adecuado. Para que una radiografía de tórax se considere adecuada debe
reunir las siguientes características:
a) La placa debe incluir la totalidad del tórax, desde los vértices pulmonares hasta el fondo de los
recesos costodiafragmáticos, tanto en proyección frontal como lateral. Las escápulas deben estar
fuera de los campos pulmonares.
b) La radiografía frontal debe estar bien centrada, lo que se puede verificar comprobando que los
extremos esternales de ambas clavículas equidistan de la sombra central de las apófisis espinosas
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vertebrales.
c) La dureza o penetración de los rayos debe ser tal que alcance a verse tenuemente la columna
vertebral segmentada por los discos intervertebrales detrás de la sombra cardíaca, debiendo existir
una gama diferenciable de grises, negro y blanco.
d) Salvo que se haya solicitado de otra manera, la placa debe corresponder a inspiración profunda
sostenida. La falta de inspiración puede hacer aparecer sombras inexistentes o modificar la
imagen de las lesiones presentes. Por otra parte, si no se han detenido los movimientos
respiratorios, las estructuras, especialmente los vasos, se ven borrosas.
En las figuras que siguen se identifican la mayor parte de los elementos que se ven en la
radiografía de tórax. Recuerde que en la placa los lados derecho e izquierdo del paciente están en
relación inversa con los lados del observador.
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Figura 22-7 Radiografía lateral normal. 1. Tráquea. 2. Hilio. 3. Aorta. 4. Cisura mayor derecha. 5.
Cisura mayor izquierda. 6. Cisura menor. 7. Ventrículo derecho. 8. Aurícula izquierda. 9. Vasos
braquio-cefálicos. 10. Escápula. 11. Diafragma derecho. 12. Diafragma izquierdo. 13. Burbuja
gástrica.
Columna vertebral: los cuerpos vertebrales se ven en forma borrosa, destacando las apófisis
espinosas dispuestas a lo largo de la línea media, que se aprecian mejor en la parte alta del tórax,
perdiendo definición detrás del corazón. En la proyección lateral las vértebras se ven más nítidas
y blancas, pero se van oscureciendo a medida que se desciende hacia el abdomen. Esta
característica se pierde si se sobreponen elementos más densos, que no siempre se ven por sí
mismos (condensación alveolar, derrames pleurales).
Costillas: por su trayecto oblicuo, sus arcos posteriores se proyectan más arriba que sus extremos
anteriores. Sus bordes son aproximadamente paralelos, dejando espacios intercostales que son
iguales a ambos lados del tórax. En personas de edad, los cartílagos costales suelen calcificar,
dando imágenes que deben diferenciarse de las patológicas.
Clavícula: es importante individualizar sus extremos internos en relación con las apófisis
espinosas para verificar que la placa esté bien centrada.
Escápula: al tomar las radiografías se pone los brazos en la posición que saque lo más posible a
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Diafragma: en inspiración profunda la parte más alta de la cúpula diafragmática derecha coincide
aproximadamente con el extremo anterior de la 6ª costilla. Debido al peso del corazón, la cúpula
izquierda está 1,5 a 2,5 cm más abajo en el 90% de los sujetos normales. Usualmente las cúpulas
son regularmente redondeadas, pero pueden presentar lobulaciones. A ambos lados contactan con
las paredes costales formando un ángulo agudo o seno costofrénico. Hacia la línea media, la
cúpula derecha termina formando con el corazón el ángulo cardiofrénico, mientras que a la
izquierda puede seguirse varios centímetros sobrepuesta la sombra cardíaca. Uno a dos
centímetros bajo el diafragma izquierdo se observa la burbuja de aire del estómago, relación que
sirve para identificar este hemidiafragma en las radiografías laterales y para sospechar un derrame
pleural infrapulmonar (Fig. 50-6). En decúbito la burbuja se desplaza hacia la pared anterior del
abdomen y no es visible. En proyección lateral puede apreciarse que las inserciones posteriores
del diafragma, y por lo tanto los senos costofrénicos posteriores, están situados varios centímetros
más bajos que las anteriores.
Contenido torácico
Tráquea: en la placa frontal se ve como una columna aérea que baja por la línea media,
desviándose ligeramente a la derecha del paciente a nivel del cayado aórtico. En la radiografía
lateral es levemente oblicua de delante a atrás y de arriba abajo.
Bronquios principales: un poco por debajo del nivel del botón aórtico se separan las columnas
aéreas de los bronquios derecho e izquierdo, formando una carina de ángulo variable entre 50 y
100°. En proyección lateral, estos bronquios son casi paralelos al haz de rayos y se ven como
claridades redondeadas superpuestas al eje traqueal, siendo la más alta la correspondiente al
bronquio derecho. Las ramas bronquiales lobulares y sus subdivisiones no son visibles por estar
rodeadas de pulmón lleno de aire.
Mediastino: los órganos centrales del tórax forman una silueta característica en la placa frontal,
cuyo borde derecho está formado sucesivamente de arriba abajo por el tronco braquiocefálico
derecho, la vena cava superior, la aurícula derecha y una pequeña parte de la vena cava inferior.
El borde izquierdo empieza arriba con la arteria subclavia de ese lado y sigue con la prominencia
del botón aórtico. En la parte media se proyecta el tronco de la arteria pulmonar, parte de la
aurícula izquierda y finalmente en la parte baja el ventrículo izquierdo, que forma un arco muy
prominente. En la placa lateral la sombra cardíaca descansa y se confunde con la mitad anterior
del hemidiafragma izquierdo. Su borde anterior está formado por el ventrículo derecho y el
posterior por la aurícula izquierda arriba, el ventrículo izquierdo al medio y la vena cava inferior,
abajo. El cayado aórtico puede distinguirse parcialmente como un arco anteroposterior en la mitad
posterior de la parte alta del tórax.
Parénquima pulmonar: el aire, los tabiques alveolares y el intersticio normales no dan imagen
radiográfica notoria. El dibujo que se ve en los campos pulmonares corresponde principalmente a
los vasos pulmonares llenos de sangre que contrastan con el parénquima aireado. Las arterias
pulmonares y el nacimiento de sus ramas principales forman parte del mediastino y de los hilios.
Hacia la periferia, las arterias se ven más tenues, pero es posible seguirlas hasta 1 a 2 cm de la
pleura y apreciar sus divisiones, que se suceden con intervalos de 1 a 2 cm. Por efecto de la
gravedad, la presión hidrostática intravascular es mayor en las bases, por lo cual los vasos en estas
zonas están más distendidos y se ven un 50 a 75% más gruesos que los de la mitad superior del
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pulmón. En la mitad inferior de los pulmones, las arterias siguen un trayecto oblicuo cercano a la
vertical, mientras que las venas siguen una dirección casi horizontal hacia la aurícula izquierda.
Los bronquios intrapulmonares no se ven por constituir prácticamente una interfase aire-aire.
Ocasionalmente pueden dar origen a una imagen anular cercana a los hilios cuando los rayos los
atraviesan a lo largo de su eje longitudinal.
Hilios pulmonares: anatómicamente son el paquete de vasos, bronquios, nervios y ganglios que
unen al pulmón con el mediastino. Su principal componente radiográfico al lado derecho son las
ramas de la arteria pulmonar derecha, mientras que al lado izquierdo son la arteria pulmonar en sí
misma y su rama izquierda. En condiciones normales, los demás componentes contribuyen poco a
la imagen hiliar. El hilio derecho se encuentra aproximadamente 1,5 cm más bajo que el
izquierdo.
Figura 22-8. Proyección de los lóbulos del pulmón derecho. En lateral se aprecia la situación
posterior del lóbulo inferior y la anterior del lóbulo medio. En frontal puede apreciarse que
imágenes de la mitad superior pueden corresponder tanto al lóbulo superior como al inferior.
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Figura 22-9. Proyección de los lóbulos del pulmón izquierdo. En lateral el lóbulo superior ocupa
toda la zona anterior. En frontal ambos lóbulos se superponen en la mayor parte de su extensión,
exceptuando el vértice ( l. superior) y la zona lateral basal ( l. inferior).
Las imágenes anormales de la radiografía de tórax se generan por dos mecanismos principales:
Aunque la cantidad de imágenes diferentes que estos mecanismos pueden generar es muy amplia,
para nuestros fines es posible limitarse a algunos patrones y elementos básicos que a continuación
describiremos, indicando su base morfológica general. Se evitará establecer conexiones entre
signos radiográficos y determinados diagnósticos etiológicos, ya que este aspecto sólo se puede
abordar con seguridad, como ya se ha insistido, analizando el cuadro clínico global del paciente.
Se deben al reemplazo del aire en el compartimento alveolar por líquido, exudado inflamatorio,
tejido neoplásico, etc., dando origen a una opacidad de variable extensión. Su unidad básica es la
sombra acinar, que representaría el compromiso de la estructura anatómica denominada acino, o
sea, el conjunto de espacios aéreos dependientes de un bronquíolo terminal. Las sombras acinares
generalmente pierden su individualidad por coalescencia, debido a la extensión del relleno por las
comunicaciones que existen entre los alvéolos. Ocasionalmente las sombras acinares pueden
distinguirse claramente como opacidades irregularmente redondeadas de 4-10 mm de diámetro.
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La opacidad resultante puede ser homogénea o no homogénea según lo uniforme y completo que
sea el relleno alveolar. Cuando el proceso de relleno se inicia en los alvéolos con material
relativamente fluido, como sucede en la neumonía y el edema pulmonar, la condensación se
extiende por los poros de Cohn sin ceñirse a los límites de los segmentos pulmonares. Sus
márgenes son generalmente poco precisos, a no ser que estén determinados por una cisura. Con
frecuencia los bronquios llenos de aire contrastan con el parénquima condensado, dando un
broncograma aéreo.
Figura 22-10. Broncograma aéreo en neumonía del lóbulo superior derecho. En cambio, en los
procesos iniciados en los bronquios, como la bronconeumonía, o en los vasos, como el infarto, la
condensación suele estar limitada a el o los segmentos correspondientes a los bronquios o vasos
comprometidos.
Cuando las condensaciones contactan con otras estructuras densas como el corazón y el
diafragma, el contorno de éstas se borra por falta del contraste entre sólido y aire (signo de la
silueta). La condensación de un área de parénquima generalmente no modifica notoriamente su
volumen. Algunas neumonías con mucho componente edematoso pueden ocasionalmente
aumentarlo, mientras que en infartos puede producirse una reducción por disminución del
surfactante debido a la isquemia. Cuando el relleno alveolar se debe a edema cardiogénico las
imágenes descritas pueden modificarse en pocas horas, siendo en cambio más persistentes cuando
se deben a exudados densos.
Atelectasias
La disminución del contenido de aire de los alvéolos sin que sea reemplazado por sólido o líquido
conduce a una disminución de volumen de la zona pulmonar comprometida que se denomina
atelectasia (ateles = incompleto; ektasia = distensión). Sólo cuando se produce un colapso
alveolar completo se observa una opacificación radiográfica detectable. Por ello, los signos más
frecuentes de esta condición son los desplazamientos de estructuras torácicas hacia el foco
atelectásico por la disminución de volumen: ascenso del diafragma; desviación del mediastino,
cisuras, vasos o tráquea; reducción de tamaño del lóbulo o de un hemitórax y de los espacios
intercostales, etc. (Fig. 22-11).
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Figura 22-11. Atelectasia masiva del pulmón izquierdo. Se aprecia el aumento de opacidad del
pulmón que tiene un menor volumen: desviación del mediastino y tráquea hacia la izquierda;
ascenso del diafragma evidenciado por la posición de la burbuja gástrica; disminución de tamaño
del hemitórax izquierdo con estrechamiento de los espacios intercostales (no ilustrado en el
esquema).
Las opacidades tienen una situación y formas característica según los lóbulos o segmentos
comprometidos ). El signo de la silueta puede estar presente en los casos en que exista contacto e
incluso puede ser el signo que llama la atención hacia una atelectasia sólo levemente opacificada.
En las atelectasias opacificadas puede observarse broncograma aéreo, a no ser que se deban a
obstrucción bronquial, en la cual el aire atrapado se reabsorbe. En ocasiones la atelectasia puede
detectarse por la sobreinflación compensatoria de parénquima vecino.
a) Sombras lineales finas y curvas que forman un retículo irregular. Son generadas por el
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b) Nódulos múltiples, que son generalmente pequeños, de 1 a 3 mm de diámetro, pero que pueden
alcanzar a 10 mm o más en algunas de las enfermedades de este grupo. Los nódulos radiográficos
pueden corresponder a nódulos histológicos granulomatosos o neoplásicos y, en el caso de los
más pequeños, a una falsa imagen por sumación de sombras lineales que se entrecruzan.
c) Panal de abejas: imagen formada por un retículo grueso que delimita múltiples cavidades
quísticas de 3 a 10 mm de diámetro. Estas corresponden a dilataciones bronquiolares causadas por
la retracción fibrótica terminal del territorio alveolar.
Los elementos mencionados pueden combinarse en las más variadas formas, algunas de las cuales
revisten una fisonomía relativamente característica que permite sugerir algunas etiologías o
entidades determinadas, como veremos en el capítulo 40. Cuando se agrega relleno alveolar, las
líneas y nódulos se borran por falta de contraste aéreo.
Sombras lineales
Son elementos en que predomina la dimensión longitudinal, con un ancho menor de 2 mm. Si son
más gruesas (2 a 5 mm), se denominan bandas. Estas sombras pueden originarse por aumento de
espesor o densidad de estructuras normales: cisuras, paredes bronquiales, vasos, tabiques
intersticiales, o por la aparición de elementos anormales como cicatrices pleurales o pulmonares,
pliegues cutáneos, etc. Sólo destacaremos las llamadas líneas de Kerley o septales, producidas por
el engrosamiento de tabiques interlobulillares (Fig 22/13).
Figura 22-13. Imágenes lineales: las líneas B de Kerley se ven perpendiculares a la pared costal
baja y las líneas A irradian desde los hilios. Sobre el diafragma izquierdo se ve una banda vertical.
Nódulos y masas
Son la imagen de lesiones pulmonares o pleurales que se superponen a las estructuras normales
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con un desarrollo más o menos similar en las tres dimensiones del espacio (Fig 22-14).
Los quistes llenos de líquido o mucus, como es corriente, dan una imagen radiográfica de nódulo
o de masa. Si bien un borde muy circular y nítido puede sugerir su naturaleza, su diagnóstico
seguro sólo puede hacerse recurriendo a la TAC, que permite diferenciar la naturaleza del relleno.
Cuando el quiste tiene contenido aéreo la imagen cae bajo la denominación general de cavidades,
que veremos a continuación.
Cavidades
Son espacios avasculares con contenido aéreo. Por su génesis, se puede diferenciar tres entidades
(Fig.22-15).
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Figura 22-15. Imágenes de cavidades. 1. Caverna. 2. Quiste aéreo. 3. Bula. 4. Absceso pulmonar.
5. Bulas subpleurales.
Puede tratarse de formaciones quísticas abiertas, con contenido aéreo o hidroaéreo, que se
caracterizan por presentar en todo o parte de su contorno una pared regular y fina (quiste
hidatídico roto, quiste bronquial). Una segunda posibilidad es la excavación o caverna, cavidad de
pared gruesa a irregular, característica que se debe a que la cavidad se forma por necrosis de una
condensación, nódulo o masa cuyos restos persisten. Es frecuente que presenten un nivel
hidroaéreo.
Por último existen las bulas, término que se aplica a áreas localizadas de enfisema avanzado,
rodeadas de una pared de menos de 1 mm de espesor y con frecuencia discontinua, que se forma
por destrucción y colapso del parénquima alveolar circundante.
Calcificaciones
Hipertranslucencia
El aumento del contenido aéreo o la disminución de vasos en un área del pulmón hace que ésta
aparezca más negra en la radiografía (hipertranslucencia). Las formas localizadas, circunscritas
por un límite denso, ya han sido analizadas como cavidades. Aquí nos referiremos a aquellas que
no tienen tal límite preciso. Pueden comprometer segmentos, lóbulos o uno o los dos pulmones.
En forma localizada se producen por aumento del contenido aéreo en obstrucciones bronquiales
con mecanismo valvular que hiperinsufla al territorio correspondiente y en hiperdistensión
compensatoria de áreas pulmonares sanas ante la disminución de volumen de zonas enfermas o
extirpadas quirúrgicamente. En forma difusa se ve en la obstrucción bronquial difusa del asma y
de la EPOC. La hipertranslucencia por disminución del dibujo vascular también puede ser
localizada (embolias, secuelas obstructivas e hipoplasia de vasos) o generalizadas (destrucción de
tabiques alveolares en enfisema, vasoconstricción en hipertensión pulmonar primaria).
Derrame pleural
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Figura 22-16. Imagen de derrame pleural. En la base derecha hay una opacidad homogénea que
borra el contorno del diafragma y cuyo borde superior aparece con una curva de vértice más alto
en la pared axilar.
Cuando existe simultáneamente aire dentro de la pleura (hidroneumotórax) se forma una interfase
aire-líquido que permite que el límite del líquido superior se vea horizontal (imagen hidroaérea)
(Fig. 22-17).
Neumotórax
La penetración de aire a la cavidad pleural se traduce por la retracción del pulmón y la formación
de una cámara aérea, que se ve como un área sin dibujo pulmonar (Fig. 22-17).
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Figura 22-17. Neumotórax e hidroneumotórax. Al lado derecho hay una franja avascular entre la
pared torácica y el pulmón reducido de volumen, debida a la presencia de aire en la pleura
(neumotórax). La pleura visceral es visible como una fina línea con el aire del neumotórax por un
lado y el del pulmón por el otro. Al lado izquierdo además de aire hay líquido (hidroneumotórax).
La existencia de una interfase aire-líquido hace que el límite superior del derrame pleural se vea
horizontal como realmente es.
Al haber aire a ambos lados de la pleura visceral, ésta se ve como una fina línea opaca que limita
al pulmón retraído.
Por ser un examen de interpretación difícil y de uso preferencial para casos complejos en los
cuales probablemente deberá participar un especialista, no entraremos en el análisis de sus
imágenes. Sin embargo, es conveniente tener presente en qué circunstancias está indicado su uso.
La principal limitante de la TAC es su mayor costo, de manera que debe considerarse como un
recurso selectivo para aquellos casos en que la radiografía resulte insuficiente. Otra limitación son
aquellos pacientes que no pueden ser transportados al Servicio de Rayos o que están conectados a
equipos que no pasan por el túnel de examen de la máquina.
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No todos los autores admiten su realización de forma rutinaria en las colecistopatías y en los cólicos
renales, aunque sí es incluida por algunos.
2. PROYECCIONES RADIOLÓGICAS:
Aunque no están estandarizadas, típicamente se realizan tres proyecciones abdominales:
Decúbito supino.
Bipedestación.
Decúbitos laterales.
Comúnmente se incluye una radiografía de tórax, que puede llegar a ser muy útil pues un 8% de
pacientes con abdomen agudo tienen asociadas causas o condiciones de origen torácico y hasta en un
30% de las radiografías de tórax son anormales.
Actualmente la controversia se ha centrado sobre qué tipo de proyecciones son las oportunas para
realizar en un servicio de urgencias; en este sentido Mirvis et al realizaron un estudio donde
demostraron que la eliminación de la radiografía de abdomen en bipedestación ocasiona una
disminución del coste, tiempo y exposición radiológica, sin disminución del acierto diagnóstico. Esto
no es admitido en forma universal.
Igual controversia existe en relación con la proyección torácica a realizar en un abdomen agudo. Hace
ya tiempo que fue planteado que es más sensible la realización de una radiografía de tórax lateral en
bipedestación que una póstero – anterior para detectar un neumoperitoneo. Hoy en día se admite que
cuando existe sospecha de perforación de víscera hueca es muy beneficioso indicar una radiografía de
perfil de tórax en bipedestación, ya que en ocasiones existen neumoperitoneos que pasan
desapercibidos en la posteroanterior de tórax y sin embargo se evidencian en una lateral.
Respecto a las otras proyecciones, el decúbito lateral derecho no aporta información diferente y por lo
tanto puede ser excluido de la rutina. Si se precisa de un estudio radiológico de urgencia las placas a
solicitar deben ser:
Abdomen en decúbito supino y bipedestación.
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Si existe mucha duda diagnóstica se puede recurrir a la proyección en decúbito lateral izquierdo con
rayo horizontal (visualización de aire entre la pared abdominal y el borde hepático).
Otro aspecto de sumo interés es el uso de contraste radiológico (sulfato de bario) en el abdomen
agudo. Tradicionalmente su uso ha sido muy limitado. Con la práctica se ha demostrado que en casos
de obstrucción del intestino delgado no existe ningún inconveniente: en pacientes con dudas
diagnósticas y que no requieren una intervención quirúrgica inmediata es muy útil.
Tras la introducción de los contrastes hidrosolubles yodados, este tipo de técnicas han alcanzado
mayor difusión en urgencias. Su indicación fundamental es la diferenciación del íleo mecánico del
adinámico.
En colon se prefiere la realización de un enema opaco. En general se admite que las indicaciones para
la realización de un enema opaco de urgencia son:
Sospecha de invaginación intestinal.
Sospecha de vólvulo.
Obstrucción intestinal completa.
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