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05 de febrero de 2020

SU PAZ, NO ES LA PAZ DEL PUEBLO

¿Desde cuando ser campesino, líder estudiantil, sindicalista, defensor de


derechos humanos o simplemente estar en contra de las políticas nefastas del
gobierno de turno se convirtió en un delito? Desde cuando los asesinos,
corruptos, ladrones y torturadores son ascendidos, condecorados y premiados
con altos puestos en el gobierno, mientras que los defensores de la paz y la vida,
somos perseguidos, estigmatizados, señalados, encarcelados y asesinados;
mientras el estado se hace el ciego y desconoce la realidad de su territorio,
intenta vender la idea que volver a la guerra es traer la paz, pues recordemos
que la guerra ha sido la única herramienta por medio de la cual se han mantenido
en el poder durante tanto tiempo.

Hoy a casi cuatro años de haberse firmado un acuerdo de paz entre la


insurgencia y el estado colombiano que le puso fin a una guerra fratricida que
duro más de 60 años, acuerdo que creímos traería paz, desarrollo y prosperidad
a nuestros territorios y sus comunidades, tenemos que ver con amargura como
para el gobierno tan solo fue la firma de un papel, en el cual nunca tuvieron una
mirada rápida a la dura situación que atravesamos para darse cuenta que todo va
de mal en peor.

Hoy más de 800 líderes sociales, defensores de derechos humanos y


excombatientes han sido asesinados después de la firma del acuerdo de paz,
grupos paramilitares se toman caseríos y territorios en los cuales operaban
extintos frentes de las FARC, cada ocho días se destapan diferentes ollas de
corrupción al interior de las instituciones del estado, como la mermelada y el
fraude electoral, compra de votos y demás, estos hechos se vuelven pan de cada
día, sin que el establecimiento dé una respuesta a estos acontecimientos que
sumen al país en una nueva etapa de violencia, mafia y corrupción, donde
prevalece la ley del silencio y la pistola, utilizando la represión como herramienta
de control para mantenerse en el poder a costa de las vidas, ojos, brazos y
piernas que tengan que quitar y así diezmar el descontento popular que nos tiene
hoy en las calles exigiendo un cambio y mejores condiciones de vida.
Pareciera que el volver a la guerra es un negocio muy lucrativo y que el estado no
está dispuesto a dejar, pues realmente nunca les ha interesado la paz y se ha
podido ver con el trato represivo y opresor que le han dado a las diferentes
formas de protesta que se vienen realizando en todo el país desde el año
anterior, estigmatizando y criminalizando a quienes salen a las calles a exigir y
defender sus derechos, es así, en ese sentido que buscan mediante falsos
positivos jurídicos quitarle legitimidad y contundencia a las acciones del
movimiento social y del pueblo que se está despertando del eterno sueño al que
lo tenían sometido.

Es por eso que aquellos que no pueden desaparecer somos encarcelados y


criminalizados, con el fin de generar miedo y desmotivar las justas luchas de un
pueblo que exige un cambio. Nuestro único delito es ser estudiante, campesino,
sindicalista, defensor de derechos humanos y defensor de la paz y la vida de las
victimas de la guerra, pues la muerte para otros (Estado) es su mejor negocio.

Esto no es solo un ataque directo contra los movimientos sociales, estudiantiles,


sindicales, campesinos, entre otros, sino que es un ataque directo contra el
pueblo colombiano. No solo buscan censurar y vandalizar la protesta social, sino
que atacan nuevamente al pueblo colombiano, en su afán de crear nuevas guerras
que les llenen sus bolsillos con la sangre y el sudor de las clases obreras.

Es por esto que a fiscalía y Estado pretende criminalizar el campo y sus


comunidades, al mejor estilo de las épocas del Caguan, en el cual los ciudadanos
tenían prohibida la entrada a ciertos territorios, bajo el supuesto de ser o
pertenecer a alguna organización terrorista o al margen de la ley, condenando a
las comunidades que habitan estos territorios. Como sucede en esta ocasión,
donde para el señor fiscal el viajar a Arauca, Meta o Guaviare y tener algún tipo
de contacto o relación con estas comunidades ya lo hace un terrorista y un
peligro para la sociedad. Según el imaginario del señor fiscal es que todos los
campesinos que habitan la región de Arauca y que utilizan botas de caucho son
guerrilleros o trabajan con estos grupos, y aquellos que vamos a estos territorios
a realizar trabajo comunitario somos tildados de terroristas y somos a quienes
según el Estado debe exterminar, porque en este país es más peligroso ser líder
social que paramilitar. Para ellos (investigadores de la fiscalía) viajar o visitar
territorio venezolano lo hace objetivo de alto valor al tienen que neutralizar a
como dé lugar.
La protesta social no es terrorismo, terrorista el Estado que desaparece,
criminaliza y encarcela a quienes luchan por la paz y defienden la vida, porque no
hay derecho más humano que el de vivir dignamente.

Por ultimo no me queda más que agradecer a todos aquellos que nos han enviado
su voz de apoyo y aliento, así como queremos invitarlos a que no desfallezcan sino
que por el contrario, sigamos defendiendo y exigiendo nuestros derechos, desde
las calles, el campo, las universidades y todos aquellos espacios en los cuales
podamos manifestar nuestras inconformidades.

Hoy nos tocó a nosotros, pero mañana si no hacemos nada, podrán ser ustedes,
sus hijos, compañeros, familiares o conocidos. Defendamos lo que es nuestro,
pues somos muchos y estamos despertando, ellos son pocos y tienen miedo, por
eso es que ya no tenemos nada que perder, todo se nos han sido negado y ahora
tenemos todo por ganar. EL miedo ya no volverá a ser su arma de control, pues
un pueblo despierto y en pie de lucha no lo para nada, ni nadie.

En las calles nos vemos…

Atentamente: Franco

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