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VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

Comúnmente la violencia familiar contra las mujeres se asocia al maltrato


físico, que suele ser el más evidente y puede medirse más fácilmente según
los indicadores que la ley penal establece. Sin embargo, la violencia contra
las mujeres afecta no sólo su integridad física y psicológica; afecta, entre
otros, su derecho a la libertad, a la seguridad, a la salud, su derecho a no
recibir trato inhumano y humillante, a la libertad de asociación, a la libertad
de tránsito, a la libertad de trabajo, a la propiedad e, incluso, a la vida.

Muchas de las mujeres que sufren violencia familiar viven en un contexto de


falta de autonomía, en el que su conducta está permanentemente vigilada.
Según la ENDES 2011, en el país, el 65,6% de las mujeres manifestó que su
esposo o compañero ejerció alguna forma de control sobre ellas, por celos,
acusaciones de infidelidad, insistencia de saber a dónde va, entre otros.

Esto se debe, principalmente, a patrones existentes en nuestra cultura que


promueven la creencia de la superioridad del varón en las relaciones de
pareja y familiares y, por consiguiente, su supuesto derecho a controlarlas y
a castigarlas con violencia, ya sea física o psicológica, que incluso puede
llegar al feminicidio.

Es importante destacar que su origen no se puede atribuir a la pobreza o al


hacinamiento, al alcohol o a la falta de instrucción, la violencia afecta a
millones de mujeres en nuestro país, independientemente de su nivel
económico, social o a su nivel de instrucción. Por el contrario, la violencia
contra las mujeres es esencialmente aprendida y reforzada
permanentemente a través de la escuela, los medios de comunicación, los
grupos de pares, los juegos, etc.

La tolerancia social que persiste es la consecuencia más visible de la falta


de implementación de políticas de prevención. Las cifras estadísticas de
mujeres, niñas y niños maltratados no ha experimentado en los últimos años
disminución significativa y, por el contrario, las expresiones de altos niveles
de crueldad se revelan en los casos que difunden los medios de
comunicación, en los que casi con seguridad, el entorno más cercano de las
víctimas conocía de los malos tratos que recibían sin que se animaran a
comunicarlo a las autoridades policiales.

Un estudio realizado por la Defensoría del Pueblo sobre feminicidio reveló,


en el 82% de los expedientes judiciales analizados, la existencia de testigos
de las situaciones de violencia familiar que experimentó la mujer antes de
ser asesinada.

Es por ello que promover que la violencia contra la mujer no sea tolerada en
ningún caso, ni por ninguna razón, tendría que constituir una política
prioritaria. Y, en este contexto, el Sistema de Administración de Justicia
debe propiciar investigaciones diligentes en las que se respeten los
derechos fundamentales de las víctimas, aplicando sanciones proporcionales
al daño causado y estableciendo reparaciones adecuadas.

Algunas razones que inciden en la conducta violenta de un hombre hacia


una mujer

Este tipo de acto puede ser el resultado de que el hombre atraviese por :

-Problemas psicológicos

-Algún tipo de frustración sexual


-Haya recibido algún tipo de abuso en su niñez
-Se sienta presionado por algún aspecto emocional
-Tenga dependencias hacia el alcohol o las drogas

Pese a todas estas razones, NINGUNA puede justificar el ataque violento de


un hombre hacia una mujer.

Consecuencias comunes tras una experiencia de violencia contra una


mujer

La mayoría de los actos de violencia contra una mujer se viven en el


espacio de la crisis privada y en la intimidad familiar. El problema de
esto es que las víctimas se sienten solas, aisladas y sin posibilidad de
buscar ayuda ante la vergüenza que se asocia con la sexualidad y la
victimización en nuestra cultura.

Estas son algunas reacciones comunes, aunque no limitadas, tras los


ataques violentos :

 Miedo, terror y sentimientos de inseguridad


 Sentimientos de culpa y vergüenza
 Rabia que puede convertirse en depresión, que incluso puede
llegar al suicidio
 Dependencia de sustancias como el alcohol o las drogas
 Desordenes alimenticios
 Auto-agresión
 Cambios en la sexualidad e intimidad

Soluciones para el maltrato contra la mujer

 Creación y profundización de leyes: un total de 20 países de


América Latina y el Caribe cuentan actualmente con leyes de violencia
contra las mujeres, aunque sólo en ocho se asignan recursos
específicos en su presupuesto nacional. 14 países han tipificado el
delito de feminicidio y dos lo han establecido como un homicidio
agravado por razones de género. Casi todos los países de la región
tienen leyes contra la violencia doméstica, aunque en los próximos
años los esfuerzos deberán orientarse en aplicarlas. En este sentido,
es imprescindible avanzar en estos desarrollos que contribuyen a
concienciar a la ciudadanía acerca de la magnitud del problema.

 Empoderamiento económico de las mujeres: La dependencia


económica y la insuficiencia de ingresos constituye un factor que
incide en la permanencia de las mujeres en situaciones de violencia,
por eso CAF -Banco de Desarrollo de América Latina-, promueve
acciones para que las mujeres mejoren su autonomía económica.
estamos impulsando iniciativas que generen cambios en la vida de las
mujeres y potencien sus capacidades de liderazgo como agentes de
cambio social, económico y político.

 Fortalecimiento de las políticas públicas que favorezcan la inclusión


de la mujer en la vida social y económica: es necesario implementar
programas de tratamiento de las víctimas y de los
agresores/maltratadores, ampliar la oferta de los servicios públicos
(salud, judiciales, empresariales y de reparación de daños) a las
mujeres, las acciones para la prevención, la adopción de nuevas leyes
para una vida libre de violencia, las reformas al sistema judicial, las
estrategias para incorporar en la política educativa nuevas
disposiciones y medidas que conduzcas a transformar la cultura
machista, sensibilizar a los hombres y niños e informar y prevenir a
las mujeres y niñas requiere de financiamiento externo que permita a
los países dar respuestas inmediatas a la situación de vulnerabilidad
de las mujeres provocada por la violencia de género.

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