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EL IMPACTO DE LAS PALABRAS

Privilegiado el ser humano, que entre la creación, él es el de más alto rango por su inteligencia,
voluntad y emociones. Distintos a los demás seres vivos, domina el lenguaje verbal; es decir, se
sirve de la palabra como instrumento o herramienta con el cual se comunica, y logra ostensible
influencia sobre los grupos, masas, y sociedad; positiva o negativamente.

La palabra, es indispensable y preponderante, pues su uso diario por todos los habitantes del
planeta en sus múltiples idiomas, son evidencia irrefutable; aunque es un medio de comunicación
humana, no es el único; pues para la supervivencia del hombre y la mujer, y para la expresión de
sus pensamientos y percepciones de la vida, existe también el lenguaje de la mímica, el corporal,
el visual, el grafico, artístico, escrito...

No omito a los silentes que con extraordinaria capacidad pueden lograr comunicarse dibujando
con sus manos un lenguaje entendido por quienes saben leerlo ágilmente, e irrumpen también
sorprendentemente quienes tienen una discapacidad visual los cuales desarrollan
extraordinariamente la audición y el tacto. Caminan por las calles, como si sólo tuvieran una
debilidad visual. No cabe duda, son excepcionales.

Quienes como reportero laboramos, la palabra es un arma, es una herramienta, un instrumento;


tanto que la abundancia del vocabulario y el significado de ellas tiñen la mente para que al vaciar
los conceptos, declaraciones, afirmaciones y acusaciones de los entrevistados, la lucidez emerja y
las palabras conduzcan al redactor a una mayor descripción de los hechos presenciados y, con
claridad y lógica plasmar la noticia sin falsear su contenido.

Las palabras como lenguaje fue entre los griegos notorio que las clasificaron en dos grandes
divisiones; a una la distinguieron con el vocablo Rhema, que aglutinaba las palabras usadas como
medio de comunicación; y la segunda, Logos, las relacionadas con el pensamiento y la
comprensión.

Sobre la palabra, los libros son abundantes; sin embargo, de los muchos, destaca notablemente
“La fuerza de las palabras” editado por Reader´s Digest, en sus diferentes ediciones; libro que
aborda los escollos del idioma, la gramática y la ortografía e incluso la conjugación correcta de los
verbos difíciles irregulares.

También brilla entre la gran gama de libros que ponderan la palabra, el escrito por Robert Dilts, “El
Poder de la Palabra” una descripción del campo de la programación de la neurolingüística:
describe la acción del sistema nervioso en la articulación de las palabras; el papel de los órganos
sensoriales en la recopilación de la información que se acumula en el subconsciente; la función de
la mente en el análisis de los archivos y de los acontecimientos del momento; así como el uso
adecuado y oportuno de los términos para desarticular las posturas antagónica de personajes
complejos y críticos

Las palabras tienen un efecto contundente en el ánimo y objetivos del ser humano. Tal concepto
es derivado de varios estudios realizados por investigadores: se analizó la reacción conductual de
dos grupos de niños; al primero, se les dijo que habían sido seleccionados para formar un gran
equipo porque eran alumnos superdotados; al segundo grupo de estudiantes se les aclaró que la
razón de su integración, obedecía a que eran lentos y su comprensión era limitada.

Se les aplicó luego a ambos un test de inteligencia, los primeros que recibieron la noticia de
superdotados, tuvieron una alta puntuación; mientras que los segundos, registraron una
puntuación baja.

Las palabras, pueden ser utensilio para disertar un hermoso tema que se infiltre hasta la
consciencia; también podría ser un puente que una las partes distanciadas; un sonido halagador
que impulse la voluntad y sensibilice el corazón indiferente; un vaso de agua para el sediento
agotado de caminar en el desierto de su vida; o un silbido apacible del esposo hacia su cónyuge
después de un día difícil.

Pero las palabras se convierten también en eco insistente que tortura a quien en su niñez sólo
escuchó: no sirve para nada; o también un puñal que se hunde en la espalda del amigo leal que no
merece ataque traidor; un vocablo tan dañino puede hacer que el sueño del más entusiasta
sucumba y la aspiración navegue en duda.

Un escritor bíblico, experimentado por sus años de rey, escribió un proverbio: La blanda respuesta
quita la ira; más la palabra áspera hace subir el furor (prov.15:1). Cada humano puede articular
palabras motivadoras que dejen huella agradable en quienes la depresión, la tristeza, la
melancolía, la decepción, y la ansiedad los doblega.

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