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Un sacrificio necesario
Por Luis del Moral Martínez. Córdoba, abril de 2014
http://www.luisdelmoral.es

–Es muy noble de vuestra parte que aceptéis otra partida, padre. Estoy
deseando mostraros mi valía.
–No tienes valía alguna que desconozca, Rodrigo. No te esfuerces sino
en pensar por ti mismo y en escuchar a tu sensatez; ella, y solo ella, te
mostrará el camino que has de seguir en la vida.
–Lo sé, padre. ¿Quiere un poco más de vino? Su copa está casi vacía.
–Gracias.
–Coloque sus piezas mientras; escoja las blancas y así empieza
primero.
–Está bien.
–Es agradable pasar estos ratos con usted, ¿sabe? Su biblioteca es su
lugar sagrado; me atrevería a decir que todo nuestro feudo lo considera
misterioso. No me aventuro a molestarle cuando está estudiando esos
polvorientos volúmenes.
–¡Ay de aquel pobre campesino que espere encontrar riqueza entre
estos muros! De piedra son, como el resto de este castillo, pero bien es sabido
que el feudo de Fuenteseca es modesto y no hay lujo alguno que tenga sentido
arrebatar a nuestros lacayos para otorgármelo. Ninguno, salvo la lectura.
–¡Qué gran verdad esa, padre! Aquí tiene su copa. Veo que uno de sus
jinetes ya se encuentra en el campo de batalla. Es mi turno –cogió un peón
entre los dedos y lo desplazó dos casillas en dirección al corcel blanco.
–Tienes que entender, Rodrigo, que no hay mayor virtud en un líder que
velar por el bienestar de todo su pueblo; nunca dejes atrás a los tuyos, o te
quedarás completamente solo.
–Entiendo perfectamente las virtudes que debe tener un líder, padre. Me
siento preparado para dejar de servirle; para ser algo más –su padre dejó caer

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un peón sobre el tablero y, mientras lo recogía, le devolvió la mirada–. Estoy


listo para sucederlo en el trono.
–Todavía eres muy joven para entender cómo funciona el mundo –
Rodrigo había desviado la mirada y, mientras manoseaba sus piezas, exhaló
un suspiro–. No estás preparado para gobernar este feudo.
–He leído todos los grabados; incluso los más antiguos. Creo entender
todas sus enseñanzas y tener honor y gracia suficiente como para ser digno de
su favor.
–Todo a su debido tiempo, Rodrigo. La lectura no lo es todo; hay que
tener estrategia, que no ambición.
–Yo no veo diferencia alguna.
–Pues la hay –golpeó el peón negro con su caballo y lo tumbó–. Eso era
ambición, codicia. Tu ejército ha sido diezmado.
–Solo era un peón; otro ocupará su lugar.
–Un peón jamás puede ser reemplazado, hijo. Son aquellos que aran los
campos, los que sierran la madera; son nuestro pueblo y jamás será
reemplazable –alargó la mano hacia la copa de vino y tomó un sorbo–. Jamás
llegarás a ser un buen líder si continúas por esa senda.
–Sí que lo seré. Puede que la estrategia no lo sea todo después de todo;
a veces implica un sacrificio: el combustible que alimenta a un fin mayor que
todos nosotros.
–No entiendo qué estrategia podría necesitar de un sacrificio; esta te
proporciona ventaja y sabiduría. No hay nada mejor que la paz y el alimento en
abundancia para nuestro pueblo.
–¿El dinero, tal vez? O el poder, padre; ¿qué me dice del poder?
–El poder es una vara candente que derrite hasta la más gruesa de las
armaduras. Una vez en tus manos brilla y te sientes atraído por él –comenzó a
toser y soltó la copa en la mesa. Carraspeó y continuó–: Jamás te convertirá en
un líder; para eso necesitas confianza y valor: las cualidades propias de un
escudo, no de una vara.
–Yo podré controlarlo. Estoy seguro de ello.
–Por ahora ya he diezmado a varios de tus hombres y a uno de tus
generales –volvió a carraspear–. Créeme hijo que en el campo de batalla el

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horror sería mucho peor. Jamás hubo necesidad alguna de traer la tristeza a
estos campos.
–Lo sé, padre –la tos fue en aumento. Dejó caer la copa y los ronquidos
le impedían hablar–. Pero los sacrificios son necesarios, e inevitables.
–Rodrigo … No ...
–Este feudo pronto conocerá el verdadero poder y la gloria; por fin se
extenderá por toda Castilla. Es una lástima; podríamos haberlo conseguido
juntos, pero usted lo quiso así –el anciano se tapó la boca y se derrumbó sobre
el suelo.
–Este general ya no será necesario –Rodrigo derribó el rey blanco–. Se
acabó el juego; prometa que estará orgulloso de mí. Cosas muy grandes nos
esperan padre, muy grandes.

Acerca del autor

Me llamo Luis del Moral Martínez, y soy oriundo de la


espléndida ciudad de Córdoba en uno de los lugares más bonitos del
mundo: Andalucía.

Hace algunos años descubrí que había leído demasiadas historias y que
seguía sintiendo una necesidad que casi ningún autor lograba satisfacer. Fue
entonces cuando decidí convertirme en escritor y, como resultado, creé el Blog
“Experiencias Literarias”, con el propósito de compartir mis experiencias con los
demás e intentar contactar también con escritores que intentan abrirse paso
poco a poco con sus historias, vivencias y sueños.

Muchas gracias por visitar mi blog y descargar este relato. Espero que te
haya gustado. Puedes compartirlo con quien quieras, imprimirlo, fotocopiarlo,
escanearlo e incluso subirlo a donde quieras, pero por favor pon siempre mi
nombre. No busco ningún tipo de reconocimiento económico, pues sólo intento

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contactar con gente a la que le guste mi obra e intercambiar opiniones y


experiencias con todos ellos.

Gracias por tu apoyo.


Luis.

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