En la década de los 90 la táctica de la mafia fujimontesinista ante los opositores no era confrontarlos política o ideológicamente, sino atacarlos personalmente. Desvirtuarlos como personas y tildarlos con algún adjetivo que los descalificara como gente correcta. Así sucedió con el que fuera alcalde de Lima, Jorge del Castillo, a quien una sostenida campaña mediática lo convirtió en poco menos que un tarado. canales de televisión comprados tenían la misión de propalar esa imagen. Uno de los tantos programas cómicos al servicio de Fujimori y Montesinos tenía una secuencia famosa: la última de Jorgito. Y cada día alimentaban una ridiculez más del personaje. La misma suerte corrió el otro alcalde limeño, el recordado Alberto Andrade, quien fue acusado por los famosos diarios chicha y sus titulares insultándolo de manera descarada con apelativos como chancho, asqueroso, chavón sin la menor vergüenza o rubor. Atacaban a la persona y no a sus ideas o posiciones políticas (argumentum ad hominen se le llama). A pesar de los años transcurridos, estos años no han sido diferentes. Tal vez no hay una prensa chicha, pero la llamada prensa nacional es permeables con todos aquellos que representan al fujiaprismo y sus satélites. Sus argumentos descabellados y cínicos son repetidos muchas veces a través de periodistas, entrevistados, “constitucionalistas”, repetidos una y otra vez en cada canal de televisión y en mucha prensa escrita. El otro ejercicio actual es el del terruqueo que va dirigido a todo aquel que cuestione su esencia mafiosa y delictiva que cuestione su Constitución espuria. No se les escapa nadie. Fuerza Popular, Solidaridad Nacional, Alianza para el Progreso y todos los partidos satélites de la corrupción no han encontrado mejor manera de atacar y descalificar a quien cuestione su actuar que llamarlos terrorista, chavista, castrista, caviar, comunista. No hay propuestas ni discusión política. Solo insultos e improperios. Tildar a todos de corruptos para así librarse de sus responsabilidades es el ejercicio fujiaprista de estos tiempos. Tirar barro con ventilador y que todos sean tan sucios e indignos como ellos. Los corruptos llaman corruptos a todos los demás para que nadie pueda quedar limpio. No existe gente honesta para ellos. El cinismo y la mentira son las formas que utilizan ante una prensa complaciente que difunde sus infundios, que no cuestiona ni pregunta. El 26 de enero votaremos y los botaremos. Que se vayan todos los corruptos. Los del congreso anterior, los que quieren volver a serlo, los blindados, los cuellos blancos, los hermanitos, los dizque empresarios emprendedores y todos aquellos que apoyaron a los fujiapristas o que se pusieron de costado ante los robos y latrocinios.