Votamos para botarlos. Y casi lo conseguimos. Los corruptos (autores y defensores) fueron expectorados del escenario político. Por más que tuvieron apoyo de los medios de comunicación nacionales y de las tristemente célebres putiencuestadoras. La Bartra, Vilcatoma, Mulder y sus partidos desaparecieron por obra del desprecio ciudadano. Bien ahí. Fuerza Popular. Por más que Martha Chávez salga a declarar en los diligentes canales de televisión, pasar de 73 congresistas a 15 es un descalabro. Se han convertido en una minoría que tendrá muchas dificultades para conseguir aliados. No imposible. Los corruptos van a agruparse en algún momento. Apra. La herencia de García, su alianza con los fujimoristas y su ya clarísimo giro a la derecha lo ha convertido en un espectro. Solo algún fanatizado compañero podría defender a esta agrupación. Su dirigencia nacional no está a la altura de una reconstrucción. Solidaridad Nacional. El conocido partido fundado por Luis Castañeda Lossio hace más de veinte años, ha acumulado en ese tiempo más que historia un prontuario digno de las agrupaciones delictivas. PPC. El aristocrático partido limeño hace mucho tiempo que perdió vigencia. Solo existía en las entrevistas periodísticas de la televisión. Lourdes Flores fue su última carta. Agrupaciones que han dejado de tener influencia política, sea por el voto popular o sea por medio de malas artes. Sin embargo, todavía hay algunos partidos que han logrado representación congresal, a pesar de su oscuro accionar en el congreso disuelto. Ya hablaremos más de ellos. Lo que sigue es lo que importa. ¿Cuál será la agenda del Congreso? ¿Cuáles son sus prioridades? ¿Qué es urgente atender? ¿Serán las demandas de la población lo primordial? La reforma judicial, la reforma política, la seguridad ciudadana claro que son importantes, pero habría que recordar algunas otras que siguen allí y que no son ni siquiera puestas en discusión. La relación del Estado con las empresas que explotan nuestras riquezas; Tía María solo es un ejemplo. Las pensiones de jubilación administradas por las AFPs. Las condiciones laborales en la que trabajan millones de jóvenes y trabajadores no tan jóvenes y, no menos importante, una Constitución que obedezca a los intereses de nuestro país y de sus pobladores. Veremos cuántos de los congresistas elegidos siguen la línea de los intereses nacionales o la de los intereses particulares. Seremos testigos de su accionar. Nuestra responsabilidad es ser actores, no solo espectadores.