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Sub eje Temático 1: Persona humana

1. Derechos y actos personalísimos

Definición. Naturaleza jurídica


Los derechos personalísimos son los que recaen sobre ciertos aspectos o manifestaciones de la
personalidad del hombre para proteger su libre desenvolvimiento: derecho al honor, a la intimidad,
a la libertad, a la integridad física, etc.

Naturaleza jurídica
Estos derechos subjetivos no sólo tienen reconocimiento expreso en el Código Civil y Comercial; el
derecho supranacional de derechos humanos constitucionalizado (art. 75 inc. 22 CN) establece las
bases fundacionales del régimen de los derechos personalísimos, toda vez que la dignidad personal
como sus emanaciones (intimidad, imagen, identidad, honor y derechos sobre el propio cuerpo) son
reconocidos de manera explícita en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y en otros
instrumentos supranacionales.

Caracteres

Estos derechos son:

Absolutos: Son absolutos porque se dan contra todos, erga omnes, ya que todos y cada uno de los
miembros que constituyen la comunidad jurídicamente organizada están obligados a respetar la
persona de los demás.

Extrapatrimoniales,

Irrenunciables,

Relativamente disponibles por las partes y por ende no transmisibles: Decimos que son
relativamente disponibles por las partes pues, de conformidad al art. 55 del Código Civil y
Comercial, se puede disponer de los derechos personalísimos bajo ciertas condiciones: que medie
consentimiento por el titular de los derechos, que éste no sea contrario a la ley, la moral o las
buenas costumbres.
Asimismo, prevé que el consentimiento no se presume, es decir que debe otorgarse en forma clara,
ya sea expresa, tácita, o incluso por vía de silencio, y “es de interpretación restrictiva, y libremente
revocable”.

Otro carácter es que la vulneración de ellos da derecho a su titular a reclamar la prevención y


reparación de los daños conforme lo estipulado en los arts. 1708 a 1780 inclusive del Código Civil y
Comercial.

Material Extra.

1. La inviolabilidad de la persona humana: El hombre es el eje y centro de todo el sistema jurídico


y, en tanto fin en sí mismo, su persona es inviolable.
El artículo 51 prevé “Inviolabilidad de la persona humana. La persona humana es inviolable y en
cualquier circunstancia tiene derecho al reconocimiento y respeto de su dignidad”.

De tal modo, el reconocimiento y el respeto de la dignidad personal, además de estar previsto


expresamente en el Código, encuentra amparo constitucional por vía del art. 75 inc. 22 y rango
constitucional asignado al art. 11 del Pacto de San José de Costa Rica.

Este derecho implica que todo ser humano debe ser respetado como persona tanto en su
existencia: vida, cuerpo, salud; como en su propia dignidad: honor, intimidad, imagen.

Así, la inviolabilidad de la persona humana extiende su tutela tanto a los derechos de la


personalidad espiritual, es decir la imagen, la intimidad, identidad, honor o reputación, como a
cualquier otro que resulte de una emanación de la dignidad personal. De igual forma, la
inviolabilidad de la persona hace que esté protegida la integridad física y, por ende,
primordialmente la vida y la salud.

Derechos de la personalidad espiritual tutelados: derechos a la intimidad personal y familiar, a la


honra, a la reputación, a la imagen y a la identidad

El artículo 52 del Código Civil y Comercial de la Nación dispone:

2. Afectaciones a la dignidad. La persona humana lesionada en su intimidad personal o familiar,


honra o reputación, imagen o identidad, o que de cualquier modo resulte menoscabada en su
dignidad personal, puede reclamar la prevención y reparación de los daños sufridos, conforme lo
dispuesto en el Libro Tercero, Título V, Capítulo I.

De la lectura de este artículo, se advierte que no sólo se protege la intimidad personal, sino también
la familiar, es decir que “nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida
privada, en la de su familia”.

Derecho a la intimidad personal o familiar: la intimidad es el ámbito de reserva de la vida, de los


sentimientos, creencias de un individuo. Este ámbito de reserva es el bien jurídico protegido por
este derecho, que garantiza al titular el derecho a vivir en forma independiente, sin injerencias ni
intromisiones que puedan provenir de la autoridad o de terceros, en tanto su conducta no ofenda al
orden público, a la moral, ni perjudique a terceros (Tagle, 2002).

Ahora bien, este derecho tendrá más reducida su esfera de acuerdo al grado de actuación o función
pública que posea, pues mientras más pública sea la imagen de la persona, más reducida será la
esfera de protección, pero siempre la conserva. Por ello, algunas personas reconocidas o famosas
han iniciado acciones para proteger su derecho a la intimidad cuando la prensa ha invadido tal
esfera.

Derecho a la honra o reputación: este derecho comprende dos aspectos. De un lado, el honor en
sentido objetivo, que es la valoración que otros hacen de la personalidad, es el buen nombre o
reputación, el aprecio de terceros; y en sentido subjetivo es la autovaloración, el íntimo sentimiento
que cada persona tiene de la propia dignidad y la de su familia (Tagle, 2002).
La vulneración al honor da lugar a la posibilidad de interponer acciones penales, como la injuria y la
calumnia. La injuria procede cuando alguien afecta el honor de una persona con dichos que la
degradan; la calumnia consiste en la falsa imputación de un delito.

3. Derecho a la imagen: el artículo 53 del Código Civil y Comercial establece:

Derecho a la imagen. Para captar o reproducir la imagen o la voz de una persona, de cualquier
modo que se haga, es necesario su consentimiento, excepto en los siguientes casos:
1-Que la persona participe en actos públicos;
2-Que exista un interés científico, cultural o educacional prioritario y se tomen las precauciones
suficientes para evitar un daño innecesario;
3-Que se trate del ejercicio regular del derecho de informar sobre acontecimientos de interés
general.

En caso de personas fallecidas pueden prestar el consentimiento sus herederos o el designado por
el causante en una disposición de última voluntad. Si hay desacuerdo entre herederos de un mismo
grado, resuelve el juez. Pasados veinte años desde la muerte, la reproducción no ofensiva es libre.

El derecho a la propia imagen es el derecho personalísimo que protege la imagen -entendida ésta
en sentido amplio- de una persona física, ya que permite a su titular oponerse a que su imagen o su
voz sean reproducidas, captadas o publicadas por cualquier medio, sin su consentimiento. Este
derecho goza de amparo constitucional, ya sea como un aspecto del derecho a la privacidad (art. 19
CN) o bien como un derecho autónomo implícito en el art. 33 de la CN, a lo que se suma su
recepción por vía del art. 75 inc. 22, que otorga rango constitucional a diversos instrumentos
internacionales, entre los que se encuentra el Pacto de San José de Costa Rica (art. 11).
Este derecho se vulnera con la mera captación de la imagen o la voz sin el consentimiento del
sujeto, aun cuando no se infiera una lesión a la privacidad.
Se señala que tiene un contenido positivo y uno negativo. Desde su faz negativa o de exclusión, el
derecho a la imagen confiere la facultad de oponerse y prohibir a terceros su captación y
divulgación; desde su faz positiva, permite a su titular ceder su uso y explotación incluso a título
oneroso (Rivera y Medina, 2014).
En relación al alcance de lo que debe interpretarse por “imagen”, tal como hemos señalado, el
concepto es amplio y por ende, la protección legal comprende distintas formas de reproducción de
la imagen, como dibujos, caricaturas, pinturas y cualquiera sea la vía de difusión, por ejemplo
filmaciones, reproducciones televisivas, entre otras (Tagle, 2002).
La regla es la exigibilidad del consentimiento a fin de “captar” o “reproducir” de cualquier forma la
imagen o la voz de una persona (carácter disponible de este derecho). Dicha conformidad no se
presume, es de interpretación restrictiva y libremente revocable (art. 55).

Sin embargo, el precepto precedente señala tres excepciones a la exigencia del consentimiento:
a) “Que la persona participe en actos públicos”, es decir, inauguraciones, desfiles, cortejos fúnebres
de hombres célebres, ceremoniales oficiales, etc.
b) “Que exista un interés científico, cultural o educacional prioritario”15, siempre que no resulte
ofensiva y que se tomen las precauciones suficientes para evitar un daño innecesario. Por ejemplo:
evitar la identificación de la persona en ilustraciones en revistas médicas.
c) Que se trate de informar sobre acontecimientos de interés general, es decir, que haya un interés
colectivo en la información, ya sea porque la imagen se vincula a la actividad profesional o pública
del sujeto o presenta cierta relevancia pública o cuando su difusión se hace para verificar o refutar
aspectos de la vida privada que, voluntariamente, la persona involucrada ha expuesto al público.

En el caso de las personas fallecidas, dispone la norma que el consentimiento puede ser prestado
por sus herederos o por quien hubiera sido designado por el causante del efecto en una disposición
de última voluntad. En caso de desacuerdo entre los herederos, lo resolverá la autoridad judicial.
Ahora bien, pasados veinte años desde la muerte, la reproducción es libre en tanto no resulte
ofensiva. De tal modo, si aún antes de transcurrido tal lapso legal no existiese ninguna de las
personas que por ley deben prestar su consentimiento, podría reproducirse la imagen.

Derecho a la identidad: este derecho implica que “cada persona sea ella misma”, que pueda
distinguirse sobre la base de sus atributos y sus propias cualidades personales que hacen a esa
determinada persona distinta de las otras. Este derecho comprende tanto la identidad biológica
como la identidad de género (regulada por ley 26.743 “De identidad de género”).

Derechos de la personalidad física: derecho a la vida, a la integridad física, a disponer del propio
cuerpo, a disponer del propio cadáver.

Estos derechos se corresponden con el derecho a la vida, a la integridad física, al propio cuerpo, a la
salud, y despojos mortales.

Derecho a la vida: este derecho se encuentra profusamente protegido y se refleja al impedimento


de obrar contra la propia vida y sobre la vida de los demás. Este derecho actualmente se encuentra
en grandes discusiones bioéticas debido a que existen fallos que lo contraponen con el derecho a la
dignidad, por ejemplo, cuando se permite a la persona que (siendo capaz o por ser objetor de
conciencia) se niegue a recibir tratamiento médico para preservar su dignidad. Es sumamente
importante esta categoría porque se tiene (al igual que los demás derechos humanos) desde que se
comienza a ser persona para el derecho.

Derecho a la integridad física: el artículo 54 del CCCN dispone que no resultan exigibles aquellas
convenciones que tengan por objeto la realización de un acto peligroso para la vida o integridad
física. En otras palabras, el contrato mediante el cual una persona comprometa un acto que traiga
aparejado dicho peligro, carecerá por tanto de fuerza obligatoria para quien asumió dicha
obligación, no siendo pasible de exigir su cumplimiento forzado o indirecto, salvo que el acto de que
se trate se corresponda a su actividad habitual (un boxeador, un corredor de autos) y que se
adopten las medidas de prevención y seguridad adecuadas a las circunstancias.
Este derecho se vincula también con el derecho a disponer sobre el propio cuerpo.

Derecho a disponer sobre el propio cuerpo: en primer lugar es dable señalar que el cuerpo
humano no es una cosa en sentido jurídico, en tanto no constituye un objeto material susceptible
de apreciación pecuniaria.

Así, el art. 17 del CCCN establece que:


Los derechos sobre el cuerpo humano o sobre sus partes no tiene un valor comercial, sino afectivo,
terapéutico, científico, humanitario o social y sólo pueden ser disponibles por su titular siempre que
se respete alguno de esos valores y según lo dispongan las leyes especiales.
Este derecho de disponer del cuerpo humano se vincula con el anterior, es decir, con el derecho a la
integridad física que procura determinar las atribuciones que se tienen sobre el propio cuerpo, sus
límites y la tutela legal que posibilite su efectivo ejercicio frente a la oposición, atentado o amenaza
de agresión, ya sea proveniente de terceros o del Estado.
La regla es que no están autorizados aquellos actos que causen una disminución permanente en la
integridad del propio cuerpo o sean contrarios a la ley, la moral o las buenas costumbres.
Sin embargo, el art. 56 del CCCN prevé excepciones a tal principio, las que tienen lugar cuando se
trata de actos enderezados al mejoramiento o preservación de la salud de la persona titular, como
ser una intervención quirúrgica; o, “excepcionalmente”, para el mejoramiento o preservación de la
salud de otra persona distinta a la del titular, la que tiene lugar cuando se dispone la ablación de un
órgano (que se rige por la ley 24.193, modificada por ley 26.066) a los fines de ser trasplantado.
Asimismo, están prohibidas las prácticas destinadas a la modificación de la constitución genética de
la descendencia, salvo aquéllas que tiendan a prevenir enfermedades genéticas o la predisposición
a ellas (art. 57 CCCN).
Por otro lado, se prevé la regulación de las investigaciones biomédicas en seres humanos que
procuran un beneficio para el paciente sobre el cual se realizan, a la par que pueden aprovechar en
general a la ciencia médica. Estas investigaciones deben cumplir con los recaudos legales que
establece el art. 58 CCCN, teniendo una especial trascendencia el previsto en el punto “f”, que alude
al ineludible acuerdo que debe prestar la persona objeto de la intervención, quien siempre deberá
estar debidamente informada en relación a los riesgos para su vida.

Derecho de disposición sobre el cadáver propio: la norma del artículo 61 del CCCN consagra el
derecho que posee toda persona capaz en orden a establecer el destino post mortem de su cuerpo.
Es decir que la persona, mientras viva, puede disponer de sus exequias o inhumación, como así
también la dación de todo o parte de su cadáver con fines terapéuticos, científicos, pedagógicos o
de índole similar.
La manifestación de la voluntad puede ser expresada por cualquier forma, es decir, puede ser por
disposición testamentaria, o bien puede ser escrita o por signos inequívocos, o inducida de hechos
o circunstancias que posibiliten conocerla.
Ahora bien, en ausencia de instrucciones por parte del difunto, será el cónyuge, el conviviente o los
parientes según el orden sucesorio, quienes dispongan del cadáver de su familiar.
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2. Atributos de las personas

Concepto: La persona, en tanto tal, posee ciertos atributos que son sus cualidades esenciales. Éstas
son inherentes y consideradas a priori de la persona, es decir que comienzan con su existencia.

Estos atributos de la persona humana son: capacidad, nombre, estado y domicilio

A toda persona individual le es inherente la capacidad, cualidad que la distingue como sujeto
potencial de derechos y deberes; el nombre que la individualiza, el estado que la sitúa en el medio
familiar en el que se desenvuelve y el domicilio que la sitúa jurídicamente en un lugar determinado.

Naturaleza: Los atributos no son derechos ni deberes, sino cualidades inherentes a la calidad de la
persona que no se adquieren luego, sino que son contemporáneos a la persona, a su existencia, y la
acompañan toda su vida protegiéndola e identificándola.

Caracteres

Son necesarios e inherentes a las personas: no se concibe que la persona física pueda carecer de
alguno de estos atributos por cuanto, la determinan en su individualidad.

Son únicos: una misma persona no puede poseer más de un atributo de cada clase en un momento
determinado. Así, la persona humana no puede ser capaz e incapaz a la vez de adquirir un derecho,
no puede tener más estados civiles familiares del mismo orden, por ejemplo soltero-casado.

Son indisponibles: no pueden ser transferidos, pues están fuera del comercio.

Son inmutables: sólo se modifican cuando se verifica el supuesto normativo que así lo prevé.

Son imprescriptibles: por cuanto no se adquieren ni pierden por el transcurso del tiempo.

Nombre

Noción: El nombre es el atributo de la persona que la identifica y la individualiza del resto. Está
compuesto por dos elementos: el pronombre o nombre de pila (o apelativo) y el apellido (o
cognomen o patronímico).

El nombre de pila individualiza a la persona en su familia


El apellido la individualiza en la sociedad.

Régimen legal
El prenombre
Apellido de los hijos.
El apellido, nombre familiar o patronímico, es la designación común a todos los miembros de una
misma familia, que, unido al prenombre, identifica a la persona física, conformando su nombre
propiamente dicho. Así, el apellido designa el grupo familiar, pues cada individuo lleva el apellido
que le corresponde en razón de su pertenencia a dicho grupo.

El art. 64 del CCCN prevé que el hijo matrimonial lleva el primer apellido de alguno de los cónyuges;
en caso de no haber acuerdo, se determina por sorteo realizado en el Registro del Estado Civil y
Capacidad de las Personas. A pedido de los padres, o del interesado con edad y madurez suficiente,
se puede agregar el apellido del otro. Asimismo, dispone que, en caso de que un mismo matrimonio
tuviera muchos hijos, todos deben llevar el mismo que se haya decidido para el primero.

Ahora bien, en el caso del hijo extramatrimonial con un solo vínculo filial, éste lleva el apellido de
ese progenitor.

Si la filiación de ambos padres se determina simultáneamente, se sigue la regla establecida para los
hijos matrimoniales en cuanto a que llevarán el primer apellido de alguno de los cónyuges.

Si la segunda filiación se determina después, ambos padres deberán acordar el orden de los
apellidos. A falta de acuerdo, será determinado por el juez según sea el interés superior del niño.

Para el supuesto de la persona menor de edad sin filiación determinada, se establece que debe ser
anotada por el oficial del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas con el apellido que
esté usando o, en su defecto, con un apellido común (art. 65) o bien, si la persona tiene edad y
grado de madurez suficiente, puede solicitar la inscripción del apellido que esté usando (art. 66).

Apellido de los cónyuges. Por otro lado, en relación al apellido de los cónyuges, el art. 67 dispone:

Cualquiera de los cónyuges puede optar por usar el apellido del otro, con la preposición “de” o sin
ella.

La persona divorciada o cuyo matrimonio ha sido declarado nulo no puede usar el apellido del otro
cónyuge, excepto que, por motivos razonables, el juez la autorice a conservarlo.

El cónyuge viudo puede seguir usando el apellido del otro cónyuge mientras no contraiga nuevas
nupcias, ni constituya unión convivencial.

Como se advierte, en materia de apellido y matrimonio, el Código posibilita a que cualquiera de


ellos pueda utilizar el apellido del otro con o sin la preposición “de”.

Ahora bien, en el caso de persona divorciada y nulidad del matrimonio, la regla es la prohibición de
empleo del apellido y, sólo de mediar razonables motivos, el juez puede acordar su conservación.

En cuanto al viudo, éste puede seguir usando el apellido del otro cónyuge mientras no contraiga
nuevas nupcias ni constituya unión convivencial.

Cambio del prenombre y del apellido


Los arts. 69 y 70 del Código Civil y Comercial receptan la posibilidad del cambio del prenombre y
del apellido sólo de mediar, a criterio del juez, justos motivos. Al respecto, formula una enunciación
de justos motivos:

a) cuando el seudónimo hubiese adquirido notoriedad;

b) por “la raigambre cultural, étnica o religiosa”;

c) por “la afectación de la personalidad de la persona interesada, cualquiera sea su causa, siempre
que se encuentre acreditada”.

Así, para lograr el cambio del nombre y/o del prenombre, es precisa la intervención del Poder
Judicial y esa es la regla, con excepción de los dos supuestos contemplados en el último párrafo del
art. 69.

En tales casos no se requiere la intervención judicial y se consideran justos motivos cuando se


pretende “el cambio del prenombre por razón de identidad de género y el cambio de prenombre y
apellido por haber sido víctima de desaparición forzada, apropiación ilegal o alteración o supresión
del estado civil o de la identidad”.

El cambio de nombre tramitará “por el proceso más abreviado que prevea la ley local, con
intervención del Ministerio Público”, debiendo “publicarse en el diario oficial una vez por mes en el
lapso de dos meses”, a fin de que presenten las oposiciones y se soliciten informes respecto de “las
medidas precautorias que existieren con relación al interesado”.

Una vez inscrita en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas, será oponible a terceros.

Acciones de protección

Art. 71. Acciones de protección del nombre. Puede ejercer acciones en defensa de su nombre:

a) aquel a quien le es desconocido el uso de su nombre, para que le sea reconocido y se prohíba
toda futura impugnación por quien lo niega; se debe ordenar la publicación de la sentencia a costa
del demandado;

b) aquel cuyo nombre es indebidamente usado por otro, para que cese en ese uso;

c) aquel cuyo nombre es usado para la designación de cosas o personajes de fantasía, si ello le causa
perjuicio material o moral, para que cese el uso.

En todos los casos puede demandarse la reparación de los daños y el juez puede disponer la
publicación de la sentencia.
Las acciones pueden ser ejercidas exclusivamente por el interesado; si ha fallecido, por sus
descendientes, cónyuge o conviviente, y a falta de éstos, por los ascendientes o hermanos.
Así, las acciones para proteger el nombre son tres:

La acción de reclamación o reconocimiento del nombre: se requiere que el demandado haya


desconocido el derecho de usar el nombre por pare del sujeto afectado, debiendo el juez ordenar la
publicación de sentencia a costa del demandado.

La acción de impugnación, o usurpación del nombre: se requiere que el demandado use en forma
indebida el nombre de otra persona y el efecto propio de la sentencia es el cese en dicho uso
indebido.

La acción de supresión del nombre: debe mediar un uso indebido por parte del demandado del
nombre de otra persona para individualizar una cosa o un personaje de fantasía y dicho uso
provocar un perjuicio material o moral. El efecto de la sentencia es el cese de dicho uso indebido.

Por último y en orden a quiénes pueden interponer estas acciones, se establece que:

a- El titular exclusivo es el interesado y, si éste ha fallecido,


b- podrá ser ejercida por sus descendientes, cónyuge o conviviente, y a falta de éstos,
c- por los ascendientes o hermanos.

Seudónimo

En cuanto al seudónimo, el art. 72 contempla “El seudónimo notorio goza de la tutela del nombre”
.
El seudónimo es la designación, diferente del nombre verdadero, que una persona voluntariamente
se da a sí misma, en el desarrollo de alguna actividad específica cultural, artística, comercial o
profesional, sea con el objeto de ocultar su verdadera identidad o para darle realce en el ejercicio
de esa actividad. Puede formarse con un nombre y apellido, con un prenombre, o con una
designación de fantasía.
Como el seudónimo notorio goza de la tutela del nombre, el titular para su protección, podrá
interponer las acciones previstas para proteger el nombre, es decir las previstas en el art. 71.
Asimismo, el art. 69 ha receptado el cambio de nombre cuando existan justos motivos a criterio del
juez y el inc. “a" dispone que se considera justo motivo al supuesto en que el seudónimo hubiese
adquirido notoriedad.

Domicilio

Noción. Caracteres

El ordenamiento jurídico requiere situar a la persona en un determinado lugar, aun cuando no actúe
necesariamente allí. Domicilio, en sentido jurídico, es el lugar que la ley considera como centro o
sede legal de la persona.
Existen distintas clases de domicilio, el domicilio general y el especial.
El domicilio general es el atributo, cualidad o propiedad inherente a la persona que representa su
indispensable asiento o sede legal para el ejercicio de sus derechos y cumplimiento de sus
obligaciones (Tagle, 2002).

Este domicilio general puede ser legal, es decir instituido por la ley o real, que es la efectiva
residencia de la persona en un cierto lugar con ánimo de permanecer allí.

El domicilio general sea legal o real, es necesario, ya que no puede faltar en ninguna persona y es
único ya que una persona no puede tener más de un domicilio general.

Por último decimos que el domicilio general es mutable, es decir que es modificable, ya sea por
cambio en la capacidad de las personas (por ejemplo, un menor que cumple la mayoría de edad
pasa de domicilio legal a domicilio real) o por un cambio en la de su situación (por ejemplo: una
persona que es designada en un puesto de funcionario público y que requiere trasladarse, cambia
de domicilio real a domicilio legal).

Clases de domicilio. Distinciones

El domicilio se clasifica de la siguiente manera: general u ordinario y especial.

El domicilio general, lugar en que la ley sitúa a la persona para la generalidad de sus relaciones
jurídicas, se clasifica en

a) real o voluntario, y
b) legal o forzoso.

Por su parte, el domicilio especial sólo produce efectos en relación a una o varias relaciones
jurídicas determinadas y puede ser convencional, procesal, conyugal, comercial, entre otros.
El art. 74 del CCCN define el domicilio legal como el lugar donde la ley presume, sin admitir prueba
en contra, que una persona reside de manera permanente para el ejercicio de sus derechos y el
cumplimiento de sus obligaciones.

Así, prevé los casos de personas que tiene domicilio legal:

a) los funcionarios públicos tienen su domicilio en el lugar en que deben cumplir sus funciones, no
siendo éstas temporarias, periódicas, o de simple comisión;

b) los militares en servicio activo tienen su domicilio en el lugar que lo están prestando;

c) los transeúntes o las personas de ejercicio ambulante, como los que no tienen domicilio
conocido, lo tienen en el lugar de su residencia actual;

d) las personas incapaces lo tienen en el domicilio de sus representantes.

Este domicilio es forzoso, en tanto la ley lo impone independientemente de la voluntad del


interesado; es ficticio, pues el sujeto puede no estar allí presente; es excepcional y de interpretación
restrictiva, pues sólo funciona en los casos previstos por la ley; y es único, en tanto es una clase de
domicilio general u ordinario.

Por último y en relación al domicilio especial, cabe poner de relieve que éste no es un atributo de la
persona, sólo lo es el general en todas sus clasificaciones.

El domicilio especial es el que las partes de un contrato eligen para el ejercicio de los derechos y
obligaciones que de él emanan (art. 75).

Este domicilio produce sus efectos limitados a una o varias relaciones jurídicas determinadas, es
decir, tiene eficacia sólo para aquellas relaciones jurídicas para las que ha sido instituido. Es elegido
libremente por las partes y el domicilio convenido tiene fuerza de ley para los contratantes, es decir
que tiene efecto vinculante, salvo que, por acuerdo común de partes, lo modifiquen.

Este domicilio es temporario en principio y se termina cuando la situación finaliza. Por eso no se
puede decir que éste sea un atributo de las personas, sino que puede faltar. Un ejemplo de
domicilio especial es, en el caso de las sociedades que poseen este tipo de domicilio, el de la
jurisdicción en el que se encuentra constituida; además pueden tener una sede diferente donde
funciona.

El domicilio especial participa de los siguientes caracteres:

a) no es necesario, pues la persona puede no tener constituido domicilio especial alguno;


b) puede ser múltiple, porque la persona puede tener varios domicilios especiales;
c) es voluntario, convencional, transmisible tanto a los sucesores universales como a los singulares.

Importancia y efectos
El domicilio produce importantes efectos jurídicos. Siguiendo al art. 78 del CCCN, debemos señalar,
en primer lugar, que determina la competencia judicial. Así, por ejemplo, para el proceso donde se
solicite la declaración de incapacidad o de restricción de la capacidad, deberá tenerse en cuenta el
domicilio de la persona en cuyo interés se lleva a cabo el proceso (art. 36); en la declaración de
ausencia, es juez competente, el del domicilio del ausente (art. 81); en el proceso sucesorio es
competente el juez del último domicilio del causante, entre otros.

Asimismo, de conformidad a la última parte del mencionado artículo, en caso de constitución de


domicilio contractual o de elección, se admite la prórroga de competencia, la que importa que deja
de ser competente el juez que normalmente hubiera correspondido por aplicación de los principios
procesales en los códigos de rito, para dar lugar a aquél del domicilio elegido.

Cabe aclarar que este último efecto será siempre en caso de que la jurisdicción judicial resulte
renunciable, es decir, cuando la jurisdicción sea impuesta en razón del domicilio de las personas,
pues la determinada en razón de la materia no puede alterarse porque es de orden público. (Rivera
y Medina, 2014). La prórroga tampoco podrá operar en los supuestos de fuero de atracción, que
tienen virtualidad en los concursos y quiebras y en los procesos sucesorios, pues el fuero de
atracción es de orden público.

Cambio de domicilio.

El domicilio real puede modificarse de un lugar a otro sin que dicha facultad pueda ser coartada por
contrato ni por disposición de última voluntad. Dicho cambio se verifica instantáneamente por el
hecho de trasladar la residencia de un lugar a otro con ánimo de permanecer en ella (art. 77).

El domicilio real es mutable, siendo necesario que concurran los dos elementos ya referidos: corpus,
es decir efectivo cambio de domicilio, y animus, intención de establecerse en el nuevo lugar.

Capacidad

Noción: La capacidad es uno de los atributos más importantes de la persona. Como se expuso
anteriormente, este atributo forma parte del concepto mismo de persona; la capacidad de derecho
siempre está presente.

Existen diferentes tipos de capacidades: la de derecho, que es el atributo de la persona, y la de


hecho o de ejercicio, que no es un atributo puesto que puede faltar por completo.

La noción de capacidad no se agota en la capacidad de derecho –atributo de la persona– puesto que


comprende también la capacidad de hecho o de obrar, que consiste en la aptitud de las personas
físicas para ejercer por sí mismas los actos de la vida civil.

La capacidad tiene los siguientes caracteres:


a) las reglas que gobiernan la capacidad son de orden público y no pueden ser modificadas por
voluntad de los particulares;
b) es principio general que tanto las incapacidades como las restricciones a la capacidad son la
excepción;
c) las restricciones a la capacidad son de interpretación restrictiva.
Clases

Capacidad de derecho (Siempre esta presente).

El artículo 22 del CCCN define la capacidad de derecho: “Capacidad de derecho. Toda persona
humana goza de la aptitud para ser titular de derechos y deberes jurídicos. La ley puede privar o
limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos, o actos jurídicos determinados.”

Así, la capacidad de derecho se define como la aptitud de que goza toda persona humana para ser
titular de derechos y deberes jurídicos. Esta aptitud se vincula muy directamente con la
personalidad humana; por ello, todas las personas son capaces de derecho y no puede concebirse
una incapacidad de derecho absoluta, es decir, que comprenda todos los derechos y obligaciones,
porque sería contrario al orden natural.

Por el contrario, sí existen incapacidades de derecho relativas, es decir referidas a ciertos derechos
en particular, como lo prevé el art. 1002 del Código Civil y Comercial al referir, por ejemplo, que:

No pueden contratar en interés propio:

a) los funcionarios públicos, respecto de bienes de cuya administración o enajenación están o han
estado encargados;
b) los jueces, funcionarios y auxiliares de la justicia, los árbitros y mediadores, y sus auxiliares,
respecto de bienes relacionados con procesos en los que intervienen o han intervenido;
c) los abogados y procuradores, respecto de bienes litigiosos en procesos en los que intervienen o
han intervenido;
d) los cónyuges, bajo el régimen de comunidad, entre sí.

Los albaceas que no son herederos no pueden celebrar contrato de compraventa sobre los bienes
de las testamentarias que estén a su cargo.

Capacidad de ejercicio

Por su parte, el artículo 23 define la capacidad de ejercicio o de hecho, y prevé “ Capacidad de


ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos, excepto las limitaciones
expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial”.

La capacidad de ejercicio es la aptitud para ejercer derechos por sí mismo. Así, el principio general
es la capacidad, con las limitaciones que prevé el Código en su artículo 24, al referir a las personas
incapaces de ejercicio y las que determine en una sentencia judicial, referencia que alude al
supuesto de restricción al ejercicio de la capacidad en relación a los mayores de edad, en las
condiciones establecidas por la legislación en el art. 24 inc. “c” y 31 y ss. del CCCN.

Comparación entre capacidad de derecho y capacidad de ejercicio:


Estado civil

Definición: El estado es un atributo propio de las personas físicas y hace referencia a la posición o
rol que ocupa una persona en la sociedad, por ejemplo estado civil, o en una familia, por ejemplo
estado de padre, de hijo, etc.

Caracteres:

a) las normas que regulan el estado de las personas son de orden público; no pueden ser
modificadas por la voluntad de los interesados;

b) es indivisible y oponible erga omnes;

c) generalmente es recíproco o correlativo, porque a cada estado de una persona le corresponde el


de otro que resulta correlativo;

d) es inalienable, es decir intransmisible;


e) es necesario, indisponible y único, es decir que no se puede tener dos estados correlativos a la
vez (por ejemplo, no ser casado y soltero al mismo tiempo, no ser padre e hijo al mismo tiempo).

Efectos: El estado genera deberes jurídicos como el de usar un apellido o suministrar alimentos; en
el ámbito del derecho procesal es causal de excusación o de recusación de los jueces o funcionarios,
quienes no podrán entender en aquellos pleitos en que intervengan parientes que se hallen en los
grados previstos en las leyes rituales; en el ámbito penal es agravante o eximente de penas.
Asimismo, se relaciona con los otros atributos porque, por ejemplo, en el matrimonio (estado:
casado), los esposos tienen limitaciones entre sí para ciertos contratos; o por caso los padres no
pueden contratar con sus hijos sometidos a responsabilidad parental. Además, si se logra el
reconocimiento de un hijo extramatrimonial por el padre, este reconocimiento cambia el estado del
hijo reconocido y del padre que reconoce.

Por ello, se dice que los efectos de este atributo son importantes a la hora de los reclamos
patrimoniales o de deberes correspondientes al estado que se posea, para lo cual la ley establece
una serie de normas que lo protegen. Por ejemplo, a las personas les reconoce dos acciones:

De reclamación de estado: que son acciones que persiguen un reconocimiento (por ejemplo las
acciones de filiación).

De impugnación de estado: que son acciones que persiguen un desconocimiento de un estado


ostentado hasta entonces (por ejemplo, la que le corresponde al padre con respecto al hijo nacido
en matrimonio y que no es suyo).

Prueba

Los datos concernientes a la existencia y estado civil de las personas deben recogerse de modo
fidedigno y ser custodiados en archivos oficiales, en beneficio no sólo del interesado, sino también
del Estado y de los terceros que puedan tener interés en obtener información útil.

El código establece el medio de prueba del nacimiento, matrimonio, muerte de las personas físicas,
estableciendo que se prueba con las partidas del Registro del Estado Civil y Capacidad de las
Personas, conocido como Registro Civil (arts. 96 y 420 del CCCN).

Sub eje Temático 1: Persona humana

3. Persona por Nacer:


Noción de personas y vida humana

En primer lugar cabe distinguir entre persona y vida humana. Tal como señalamos anteriormente, la
noción de persona es una categoría jurídica, pues se trata de ser portador de derechos, mientras
que la vida humana es un suceso de la naturaleza, es su asiento natural.

Importancia jurídica de la concepción

El artículo 19 del Código Civil y Comercial prevé: “Comienzo de la existencia. La existencia de la


persona humana comienza con la concepción”.

De conformidad al mencionado artículo, la concepción determina el momento a partir del cual se es


persona, es decir que el sujeto tiene personalidad jurídica goza de protección de la ley.

Así, el Código Civil y Comercial subsume el concepto de vida humana con el de persona en el
sentido técnico del término, reconociendo su comienzo en el momento mismo de la concepción. De
esta manera, se considera que hay persona durante todo el proceso de gestación: desde su inicio
hasta el nacimiento y, luego, habrá persona física desde ese instante hasta la muerte. En igual línea,
Vélez Sarsfield aclaraba en la nota a su art. 63, que “las personas por nacer, no son personas futuras,
pues ya existen en el vientre de la madre”.

Ahora bien, esta solución no podría haber sido diferente a la adoptada, toda vez que el art. 4.1 del
Pacto de San José de Costa Rica, establece: “... Toda persona tiene derecho a que se respete su vida.
Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción…”.
Art. 4 inc. 1 del Pacto de San José de Costa Rica.

El dispositivo de jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 CN) asigna tutela jurídica a la vida humana
desde este momento de la concepción. Así se visualiza con claridad que, bajo el enfoque de la
jerarquía normativa, de conformidad a la pauta del art. 31 de la CN, la asignación de personalidad al
ente natural no puede ser ubicada por nuestra legislación común, en momento posterior a éste.

Lo propio puede afirmarse sobre la Convención de los Derechos del Niño, que, en su art.
1°,establece que “niño” es todo ser humano menor de dieciocho años de edad. Con respecto al
comienzo de la vida, la Convención nada aclara, pero sí lo hace la ley 23.849 –la de ratificación del
Tratado–en su art. 2, el cual declara que, con relación al artículo 1º de la Convención sobre los
Derechos del Niño, la República Argentina entiendo por niño a todo ser humano desde el momento
de la concepción y hasta los 18 años. Repárese que lo que goza de jerarquía constitucional es el
texto de la Convención junto a la ley de ratificación porque, como bien lo señala el art. 75 inc. 22 de
la carta magna, cada Tratado adquiere jerarquía constitucional “en las condiciones de su vigencia”,
incluyendo así a la ratificación como una unidad que debe ser considerada de ese modo a la hora de
valorar las disposiciones con jerarquía constitucional.

Duración del embarazo: La determinación del tiempo de duración del embarazo tiene sentido a los
fines de establecer la época en que ha ocurrido, en cada caso, la concepción. Según sostuvimos
anteriormente, esta definición resulta relevante porque allí es donde comienza la existencia de la
vida humana y, por tanto, desde entonces puede asignarse a ella la calidad de persona, con la
consecuente adquisición de derechos.
Nuestro Código Civil y Comercial proporciona las indicaciones, en el artículo 20,en torno a los plazos
del embarazo. Así, dice:

Duración del embarazo. Época de la concepción. Época de la concepción es el lapso entre el


máximo y el mínimo fijados para la duración del embarazo.

Se presume, excepto prueba en contrario, que el máximo de tiempo del embarazo es de trescientos
días y el mínimo de ciento ochenta, excluyendo el día del nacimiento.

De tal modo, un embarazo de trescientos días significa una franja temporal, en semanas, de casi
cuarenta y tres semanas; uno de ciento ochenta, importa una gestación de más de veinticinco
semanas. Sobre esta base y atendiendo a que, desde el punto de vista médico, la duración del
estado de gravidez alcanza a cuarenta semanas de gestación, se advierte que la previsión resulta
“generosa” tanto en máximo como en mínimo.
En definitiva, sin contar el día del parto, se cuentan trescientos días hacia atrás y luego ciento
ochenta días, también hacia atrás. En el período de ciento veinte días que hay entre uno y otro
término, la ley presume que se ha producido la concepción.

En una palabra, se presume, salvo prueba en contrario, que la concepción se produjo en los
primeros ciento veinte días de los trescientos del embarazo, sin contar la fecha de parto.

Nuevas consideraciones jurídicas a partir de los avances científicos


Según Rivera y Medina (2014),, la Comisión la Comisión de Reformas de Reformas suministró tres
argumentos por los cuales los embriones no implantados no son personas humanas:

El primero de ellos tiene que ver con el estado actual de las técnicas de reproducción humana
asistida. De acuerdo con ellas, no existe posibilidad de desarrollo de un embrión fuera del cuerpo de
la mujer.
El segundo motivo alegado radica en que la regulación de la persona humana tiene como finalidad
establecer los efectos jurídicos que tienen fuente en esa personalidad, tanto en el orden
patrimonial como extrapatrimonial, sin ingresar en otros ámbitos, como puede ser el derecho
penal, conducido por otros principios.
El tercer argumento decía que, tal como está regulado en el derecho comparado, corresponde que
tan importante cuestión sea regulada en leyes especiales, que prevén su revisión periódica dado el
permanente avance científico en la materia.

De los múltiples proyectos que sobre el tema existen en el Congreso, solamente en dos de ellos se
protege la vida de los embriones desde la concepción extrauterina. En los restantes proyectos se
trata a los embriones no como vidas humanas, sino como objetos descartables, tal como lo hace la
actual ley 26.682 “De fertilización asistida”.

Ahora bien, tal como quedó el texto definitivo del artículo 19, no quedan dudas de que el Código
Civil y Comercial tutela la vida humana desde el momento mismo de la concepción.

El tema es que el término “concepción” ha dado lugar a distintas teorías que conviven.

Así por un lado, se sostiene que el ser humano comienza con la unión de los gametos masculino y
femenino, es decir, del óvulo y del espermatozoide que se conoce como fecundación del cigoto. A
partir de allí, se configura una realidad genética distinta de las dos que le dieron origen, es decir,
que se produce una combinación de cromosomas claramente diferenciable de las de sus
progenitores. Así, para esta postura el término concepción, supone fecundación.

Por otro lado, otra tesitura entiende que el cigoto necesito anidar en el útero de la mujer para que
se produzca el inicio de la vida humana. Los sostenedores de esta doctrina distinguen el embrión
preimplantario del embrión propiamente dicho, fundando tal distinción en el momento en que
tiene lugar la anidación en la pared del útero y produciéndose ésta en el día catorce contando a
partir de la entrada del gameto masculino en el femenino. En consecuencia, la anidación resulta de
trascendental importancia jurídica, pues antes de ella no hay vida humana.

Otra postura más innovadora propugna un desarrollo aún superior de maduración de embrión
posterior a la anidación para que estemos frente a un individuo.

La última, ubica el comienzo de la persona humana en un tiempo posterior, en el que el feto


adquiere su viabilidad oen el nacimiento (Chiapero, 2012).
Para la postura mayoritaria, la fecundación del óvulo por el espermatozoide da inicio no sólo a la vida
humana sino también a la persona humana, sea que la fecundación se hubiese producido en el seno
materno o en el laboratorio.

Hemos señalado precedentemente que la jurisprudencia internacional no participa de la postura


mayoritaria en orden a que la concepción debe entenderse como fecundación.
Así, en autos “Artavia Murillo y otros ("Fecundación in Vitro") vs. Costa Rica”,la CIDH, luego de
repasar las dos interpretaciones del término concepción, señaló que “la prueba científica concuerda
en diferenciar dos momentos complementarios y esenciales en el desarrollo embrionario: la
fecundación y la implantación y que sólo al cumplirse el segundo momento se cierra el ciclo que
permite entender que existe concepción”. El Alto Tribunal internacional admite que, si bien al ser
fecundado el óvulo se da paso a una célula diferente y con la información genética suficiente para el
posible desarrollo de un "ser humano", lo cierto es que, si dicho embrión no se implanta en el
cuerpo de la mujer,sus posibilidades de desarrollo son nulas.
La Corte razona que prueba de ello es que sólo es posible establecer si se ha producido o no un
embarazo una vez que se ha implantado el óvulo fecundado en el útero, al producirse la hormona
denominada "gonodatropina coriónica", que sólo es detectable en la mujer que tiene un embrión
unido a ella. Antes de esto es imposible determinar si en el interior del cuerpo ocurrió la unión
entre el óvulo y un espermatozoide y si esta unión se perdió antes de la implantación, concluyendo
a partir de allí que hay diferencia entre embrión implantado y embrión no implantado.
Por todo lo anterior, la Corte concluyó (por mayoría) que la interpretación histórica y sistemática de
los antecedentes existentes en el Sistema Interamericano confirma que no es procedente otorgar el
estatus de persona al embrión, quedando claro en cuál de las dos posiciones se enrola el Tribunal
Internacional en este decisorio.
Sin embargo, el Estado involucrado no fue Argentina sino Costa Rica y, por ende, se viene
sosteniendo que no se desprende de la Convención Americana que sus fallos tengan obligatoriedad
erga omnesmás allá del expediente en el que fueron dictadas, por lo que no es vinculante para la
República Argentina.

Nacimiento con vida

Definición: El artículo 21 dispone: “Nacimiento con vida. Los derechos y obligaciones del
concebido o implantado en la mujer quedan irrevocablemente adquiridos si nace con vida. Si no
nace con vida, se considera que la persona nunca existió. El nacimiento con vida se presume.”

Los derechos y obligaciones adquiridos por el nasciturusen el momento mismo de la concepción (es
allí donde adquiere la calidad de “persona”) quedan sometidos a una suerte de condición
suspensiva: el nacimiento con vida. Ocurrida ella, se produce su “adquisición irrevocable” de todos
los derechos que le correspondan por filiación; por el contrario, es decir en caso de nacer muerto o
sin vida, se extinguirán retroactivamente la totalidad de los derechos que pudo haber adquirido
desde la concepción.

En una palabra, si el niño nace con vida, mantiene o conserva esos derechos que adquirió desde la
concepción, de manera tal que su nacimiento lo único que hace es perfeccionar o consolidar esa
personalidad que ya poseía.
Medio de prueba
Los artículos 96, 97 y 98 del código unificado regulan en materia de prueba del nacimiento y de la
muerte.
En primer lugar, es dable señalar que, prueba por excelencia del nacimiento, así como sus
circunstancias de tiempo, lugar, sexo, nombre y filiación de las personas nacidas, es la partida del
Registro Civil.
Las partidas del Registro Civil asumen el carácter de verdaderos instrumentos públicos, siempre que
estén confeccionadas en debida forma, sean emitidas por oficiales públicos con competencia para
tal fin o que, por las circunstancias en las que se encuentren, estén autorizados a emitirlas (arts. 289
inc. “b”y 296).
Asimismo, se dispone que el nacimiento ocurrido en el extranjero se prueba con los instrumentos
otorgados según las leyes del lugar donde se produce, legalizado o autenticado del modo que
disponen las convenciones internacionales y, a falta de ellas, las disposiciones consulares de la
República.
Ahora bien, para el supuesto en que no hubiera partida del Registro, porque no hay registro público
o bien porque falta o es nulo el asiento, y quisiera demostrarse el hecho del nacimiento, se podrá
acreditar por cualquier otro medio de prueba, ya sea una información pericial, testimonios de los
médicos o expertos, entre otros.

Presunción
El mencionado artículo 21 establece que “el nacimiento con vida se presume”; presunción que
funciona ante la hipótesis de que existieran dudas al respecto.

Ahora bien, esta presunción admite prueba en contrario, es decir que, si alguien alegara que el niño
nació muerto, debe cargar con la prueba de tal extremo.
Sub eje Temático 1: Persona humana

4. Ausencia de la Persona

Definición: El Código Civil y Comercial contempla en seis artículos (79 a 84) las normas sustantivas y
procedimentales correspondientes a la simple ausencia y al procedimiento previsto a los fines de
obtener tal declaración. El fin último de esta regulación es la protección del patrimonio del ausente,
pues lo que se pretende es la designación de un curador especial a los bienes para que estos
puedan ser administrados en debida forma mientras dure el estado de ausencia.

Presupuestos fácticos y jurídicos

Art. 79. Ausencia simple. Si una persona ha desaparecido de su domicilio, sin tenerse noticias de
ella, y sin haber dejado apoderado, puede designarse un curador a sus bienes si el cuidado de éstos
lo exige. La misma regla se debe aplicar si existe apoderado, pero sus poderes son insuficientes o no
desempeña convenientemente el mandato.

De conformidad a dicho artículo, para configurarse el presupuesto de la ausencia simple es preciso


que:

1. La persona haya desaparecido de su domicilio, sin que se tenga noticias sobre su existencia;
2. Haya dejado bienes que exijan protección;
3. No haya dejado apoderado o que los poderes del apoderado del ausente resulten insuficientes o
que éste haya incurrido en un desempeño inconveniente de su mandato.

Como se advierte, la ley no exige que haya transcurrido plazo alguno para peticionar ante el juez
competente la declaración de ausencia simple, ni que la desaparición se vincule con un hecho
extremo del cual se presuma la muerte del ausente; sólo se impone que existan bienes para cuidar,
de manera tal que se adopten aquellas medidas necesarias para proteger el patrimonio del ausente.

Procedimiento: Los artículos 80, 81, 82, 83 y 84 regulan el procedimiento para obtener la
declaración de ausencia.

Así, el art. 80 establece quiénes se encuentran legitimados para incoar el proceso de ausencia:

a. El Ministerio Público
b. Toda persona que tenga interés legítimo respecto de los bienes del ausente.

La solicitud de la declaración deberá incoarse ante el juez el domicilio del ausente; si éste no lo tuvo
en el país o no es conocido, es competente el juez del lugar donde existen bienes, y si hubiere
bienes en distintas jurisdicciones, el que haya prevenido; todo ello conforme lo prevé el art. 81.

El artículo 82 regula el procedimiento para la petición de la declaración de ausencia simple,


disponiendo, en primer término, que el presunto ausente debe ser citado por edictos durante cinco
días, y, si vencido el plazo no comparece, se debe dar intervención al defensor oficial o, en su
defecto, nombrarse un defensor al ausente, debiendo nombrarse un abogado de la matrícula.
Así mismo se prevé que el Ministerio Público es parte necesaria en el juicio y su intervención resulta
imprescindible.

“En caso de urgencia, el juez puede designar un administrador provisional o adoptar las medidas
que las circunstancias aconsejan” a fin de la preservación del patrimonio.
Una vez oído el defensor y producida la prueba correspondiente, que tendrá por fin acreditar la
desaparición del ausente y que podrá rendirse por cualquier medio, si concurren los extremos
legales, el juez estará en condiciones de dictar la sentencia de declaración de ausencia simple y
designar al curador.

Efectos: Dictada la sentencia de simple ausencia, se designará un curador a fin de que realice los
actos de conservación y administración ordinaria de los bienes. Para el supuesto de que deba
realizar un acto que exceda la administración ordinaria, deberá requerir autorización al juez, la que
debe ser otorgada sólo en caso de necesidad evidente e impostergable.

La curatela del ausente termina por su presentación personalmente o por apoderado; por su
muerte o por su fallecimiento presunto declarado judicialmente (art. 84).

Muerte presunta

Régimen legal. Casos y términos

La presunción de fallecimiento, al igual que la muerte ,constituyen supuestos jurídicos extintivos de


la persona humana. Así, los efectos de la sentencia judicial que declara el fallecimiento presunto son
idénticos a los de la muerte, pero la ley establece diferencias fundadas en la eventual reaparición
del declarado muerto presunto y en la necesidad de proteger sus intereses.
El Código prevé distintos supuestos, ya sea porque se ha perdido totalmente la noción o los datos
del paradero de una persona durante un tiempo prolongado o por quela persona se haya
encontrado en circunstancias en las que se presume su muerte.

Así, el Código contempla en el art. 85 el caso ordinario y en el art. 86 los supuestos extraordinarios.

Caso ordinario. La ausencia de una persona de su domicilio sin que se tenga noticia de ella por el
término de tres años, causa la presunción de su fallecimiento aunque haya dejado apoderado.
El plazo debe contarse desde la fecha de la última noticia del ausente.

Casos extraordinarios. Se presume también el fallecimiento de un ausente:

a) si por última vez se encontró en el lugar de un incendio, terremoto, acción de guerra u otro
suceso semejante, susceptible de ocasionar la muerte, o participó de una actividad que implique el
mismo riesgo, y no se tiene noticia de él por el término de dos años, contados desde el día en que el
suceso ocurrió o pudo haber ocurrido;
b) si encontrándose en un buque o aeronave naufragados o perdidos, no se tuviese noticia de su
existencia por el término de seis meses desde el día en que el suceso ocurrió o pudo haber
ocurrido.
Conforme lo prescribe el art. 85, para que nazca la presunción de fallecimiento es preciso que la
persona se ausente de su domicilio sin que se tenga noticias de ella por el término de tres años, sin
requerir la norma que la ausencia de la persona haya ocurrido en virtud de una circunstancia que
traiga aparejada la muerte (supuesto de buque o aeronave naufragada, incendio, terremoto, etc.),
como ocurre en los casos extraordinarios. Por último, el plazo de tres años debe contarse desde la
fecha de la última noticia que se haya tenido del ausente.

La disminución de los plazos en los casos extraordinarios en relación al supuesto ordinario, se debe
a que se trata de hipótesis que se sustentan en circunstancias particulares, en las que las
posibilidades de supervivencia resultan ínfimas.

Procedimiento para su declaración

En primer lugar, debe señalarse que, de conformidad lo establece el art. 87, cualquier persona que
tenga “algún derecho subordinado a la muerte de la persona de que se trate, puede pedir la
declaración de fallecimiento presunto, justificando los extremos legales y la realización de
diligencias tendientes a la averiguación de la existencia del ausente” que arrojen resultado negativo.

La acción debe interponerse en el juez del domicilio del ausente.

El artículo 88 prescribe el procedimiento que debe seguir el juez en orden al trámite del pedido de
declaración de fallecimiento presunto.

1. Deberá nombrarse un defensor al ausente a fin de garantizarle el derecho de defensa durante la


tramitación del juicio.
2. Deberá citarse al ausente por edictos que se publicarán una vez por mes durante seis meses,
publicación que deberá disponerse en el Boletín Oficial y en otro que resulte de importancia.
3. En el supuesto de que existan bienes y no haya mandatario, o, si el que hubiere, ejerciera
incorrectamente el mandato, deberá nombrarse un curador a sus bienes a los fines de que los
administre y conserve.

Por último,el artículo 88 aclara que la declaración de simple ausencia no constituye presupuesto
necesario para la declaración de fallecimiento presunto, ni suple la comprobación de las diligencias
realizadas para conocer la existencia del ausente.

Así las cosas, pasados los seis meses –tiempo en que se publican los edictos–, recibida la prueba
que acredite que la búsqueda del ausente dio resultado negativoy oído el defensor,el juez debe
declarar el fallecimiento presuntivo si están acreditados los extremos legales, fijar el día presuntivo
del fallecimiento y disponer la inscripción de la sentencia en el Registro Civil.

Por su parte, el art. 90 dispone qué día debe fijare como el presuntivo del fallecimiento.

Día presuntivo de fallecimiento. Deberá fijarse como día presuntivo del fallecimiento:

a) en el caso ordinario, el último día del primer año y medio;


b) en el primero de los casos extraordinarios, el día del suceso y si no está determinado, el día del
término medio de la época en que ocurrió o pudo haber ocurrido;
c) en el segundo caso extraordinario, el último día en que se tuvo noticia del buque o aeronave
perdidos;
d) si es posible, la sentencia debe determinar también la hora presuntiva del fallecimiento; en caso
contrario, se tiene por sucedido a la expiración del día declarado como presuntivo del fallecimiento.

Efectos de la declaración:

En orden a los efectos patrimoniales, los artículos 90 y 91 regulan sobre el punto.

Así, tenemos que, dictada la declaratoria, el juez mandará abrir, si existiese, el testamento que
hubiese dejado el desaparecido; los herederos y los legatarios deben recibir los bienes del
declarado presuntamente fallecido, previo inventario. El dominio se inscribirá en el registro
correspondiente (Registro de la Propiedad, Registro de la Propiedad del Automotor) con la
prenotación del caso, a nombre de los herederos o legatarios que podrán hacer partición de los
mismos, pero no enajenarlos ni gravarlos sin autorización judicial.
Ahora bien, si, entregados los bienes, aparece el ausente o se tiene noticia cierta de su existencia,
queda sin efecto la declaración de fallecimiento, procediéndose a la devolución de aquéllos a
petición del interesado.

La conclusión de la prenotación se encuentra regulada en el art. 92. Éste prevé que la prenotación
queda sin efecto transcurridos cinco años desde la fecha presuntiva del fallecimiento u ochenta
años desde el nacimiento de la persona. Desde ese momento puede disponerse libremente de los
bienes, es decir que los herederos y legatarios pasan a tener el dominio pleno.

Efectos sobre el matrimonio: según el art. 435 inc.“b”, la declaración de ausencia con presunción de
fallecimiento es una causal de disolución del matrimonio, por lo que el otro cónyuge podrá contraer
nuevo matrimonio.

Reaparición del presunto muerto

Ahora bien, si el ausente reaparece, puede reclamar:


a) la entrega de los bienes que existen en el estado e que se encuentran;
b) los adquiridos con el valor de los que faltan;
c) el precio adeudado de los enajenados;
d) los frutos no consumidos.

Muerte comprobada

Definición. Forma y prueba


El artículo 93 del Código Civil y Comercial sienta el principio general de que “la existencia de la
persona humana termina por su muerte”, hecho que será comprobado, según el art. 94,de acuerdo
a los estándares médicos aceptados, aplicándose la legislación especial en el caso de ablación de
órganos del cadáver.

El Art. 23 de la Ley 24.193, de Trasplantes de órganos y materiales anatómicos establece que se


considerará que una persona ha fallecido:
…cuando se verifiquen de modo acumulativo los siguientes signos, que deberán persistir
ininterrumpidamente seis (6) horas después de su constatación conjunta.
a) ausencia irreversible de respuesta cerebral, con pérdida absoluta de conciencia;
b) ausencia de respiración espontánea;
c) ausencia de reflejos cefálicos y constatación de pupilas fijas no reactivas;
d) inactividad encefálica corroborada por medios técnicos y/o instrumentales adecuados a las
diversas situaciones clínicas, cuya nómina será periódicamente actualizada por el Ministerio de
Salud y Amiente con el asesoramiento del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación
e Implante (INCUCAI).

Y el art. 24, requiere que la certificación del fallecimiento sea efectuada por dos médicos, entre los
que figurará por lo menos un neurólogo o neurocirujano, y que ninguno de ellos integre el equipo
que realice ablaciones o implantes de órganos de fallecido.

Al igual que el nacimiento, la muerte se prueba con la partida del Registro Civil, es decir con el
asiento extendido en los libros respectivos, con arreglo a la ley y las copias auténticas de los
mismos.
El Código unificado prescribe en el art. 289 inc. “b” que revisten el carácter de instrumento público
los extendidos por funcionarios públicos con los requisitos que establecen las leyes. El art. 296
prevé que hacen plena fe y enuncia el alcance de su eficacia probatoria.

En el Registro Civil se inscribirán:


a) todas las defunciones que ocurran en la Nación;

b) todas aquellas cuyo registro sea ordenado por juez competente;

c) las sentencias sobre ausencia con presunción de fallecimiento;

d) las sentencias que declaren la desaparición forzada de personas;

e) las que ocurran a buques o aeronaves de bandera argentina, ante el oficial público del primer
puerto o aeropuerto argentino de arribo;

f) las que se ocurran en lugares bajo jurisdicción nacional.

Según el art. 97 del CCCN, la muerte sucedida en el extranjero debe probarse con los instrumentos
otorgados según las leyes del lugar donde acaece, los que deberán legalizarse o autenticarse según
lo disponen las convenciones internacionales.
Por último, el art. 98 prevé cuándo no hay de registro o el asiente es nulo. En este caso, el
nacimiento o la muerte pueden acreditarse por otros medios de prueba, que es lo que se llama la
prueba supletoria, es decir aquella que, a falta de prueba directa, permita al juez arribar a la certera
convicción de que el hecho se ha producido.
Para el supuesto de que el cadáver de una persona no sea hallado o no pueda ser identificado, el
juez puede tener por comprobada la muerte y disponer la pertinente inscripción en el registro, si la
desaparición se produjo en circunstancias tales que la muerte deba ser tenida como cierta.
Hipótesis de la conmoriencia

El artículo 95 del CCCN establece: “Conmoriencia. Se presume que mueren al mismo tiempo las
personas que perecen en un desastre común o en cualquier otra circunstancia, si no puede
determinarse lo contrario.”
Este artículo está destinado a solucionar la cuestión que plantea la muerte de dos o más personas
entre las que pudiera existir transmisión de derechos, sin que pueda determinarse cuál de ellas
falleció primero. En tal caso, debe considerarse que todas murieron al mismo tiempo.
Para el supuesto en que se pretendiera la transmisión de derecho entre los fallecidos, tendrá que
probarse efectivamente que uno murió antes que el otro, pues, a falta de prueba, se considerarán
simultáneas las muertes.

Referencias

Buteler Cáceres, J.(2000).Manual de Derecho Civil.Parte General. Córdoba: Advocatus.

Chiapero, S. M. (2012), Maternidad Subrogada, Buenos Aires, Astrea.

Fundamentos del Anteproyecto del CódigoCivil y Comercial de la Nación.Recuperado de


http://www.nuevocodigocivil.com/wp-content/uploads/2015/02/5-Fundamentos-del-Proyecto.pdf.

Rivera, J.yMedina, G.(2014).Código Civil y Comercial de la Nación Comentado. Tomo I.1º


Edición.Buenos Aires:La Ley.

Tagle, M V.(2002).Derecho Privado Parte General.Tomo I.Córdoba:Alveroni.

Zavala de González, M.(s/f). Aborto, persona por nacer y derecho a la vida.Publicado en: La ley
1983-D, 1126, Pág. 4.

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