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→ Mortificación - Maltrato:
Por esta razón, el autor plantea que la palabra mortificación es más apropiada para
referirse a un daño emocional, ya que, al responder a un carácter subjetivo se trata de la
eficacia simbólica de una palabra reiterada, ocasionando un daño progresivo en la persona,
quizá en su momento no con rasgos observables (como es el caso del maltrato) sino, con
manifestaciones a partir de los sentimientos (tristeza, agresividad, etc.) De allí que cada
caso debe examinarse independientemente de los demás porque las variables sociales y
emocionales que intervienen son múltiples. Si el maltrato se inscribe en una relación
interhumana, todo tipo de acciones consideradas maltratantes no tienen vigencia más que
en el contexto particular del deber ser al que se esté faltando.
→ Imaginario: tiene que ver con la construcción que realiza el sujeto. Consiste en un ideal
que conforma de sí, a partir de lo que comparte con otras personas, tales como el padre o la
madre. la significación que hace el sujeto de su afectación, más allá de lo realmente
sucedido; es la construcción que hace el sujeto de su acontecimiento. Se identifica hasta
qué punto se reconoce como víctima y la preferencia por esta “zona de confort”.
El autor señala que, la oportuna atención del caso es de suma importancia, para ello
plantea que, lo primero a realizar es la escucha (un otro que escuche lo que la persona
transmite a través de la palabra) que permita al sujeto una tramitación simbólica de lo
sucedido, de la culpa que siente, salir de la posición de víctima (de queja) y a su vez
separarse de su pareja maltratante; es decir pasar de su situación de maltrato,
reconociendo su posición y participación en lo sucedido. En segundo lugar, se pretende
conducir al sujeto maltratado a una identificación de sus derechos ó sea, hacerse cargo de
sí para separarse del significante maltrato. Por último, permitir la rectificación de la posición
del sujeto.