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En 1944 el gobierno del general Isaías Medina Angarita compró la plantación de azúcar Ibarra y
comenzó a construir la nueva Universidad Central de Caracas en ese lugar. El primer plan
maestro axial comienza con la construcción del Hospital Universitario en un ordenamiento
simétrico de edificios a lo largo del eje central –un híbrido del estilo del campus americana con
un eje central de Bellas Artes. En 1952 el plan fue radicalmente cambiado: el eje central fue
reemplazado por un plan más orgánico caracterizado por un urbanismo multifocal.
El luminoso ‘claroscuro’ de la plaza cubierta que sirve como lobby al teatro del aula magna, al
rectorado, y a la biblioteca es la pieza central del nuevo plan. El precedente para esta plaza
cubierta es claramente el lobby de Le Corbusier en el proyecto del Palacio de los Soviets de
1931. Todos los pasillos cubiertos, en particular la plaza cubierta, son esencialmente
elementos conectores que dan coherencia a la abierta sin final e informal yuxtaposición de
edificios en el paisaje tropical de la ciudad universitaria. Villanueva tocó en serio el dictamen
de Le Corbusier Arquitectura Es Circulación.
El fluido espacio de la plaza cubierta, con cuidadosa pantalla de luz tropical, sirve como un
lobby para el teatro y el rectorado, así como un espacio para la meditación tranquila lleno con
trabajos de artistas tales como Francisco Narváez, André Bloc, Oswaldo Vigas, Armando
Barrios, Baltazar Lobo, Carlos Gonzales Bogen, Alexander Calder, Antonie Pevsner, y Jesús
Soto. Villanueva habla de la importancia de los artistas dando forma al trabajo de arquitectos,
y pone en práctica su idea sobre la síntesis de las artes. Desde su punto de vista, la
arquitectura es interna y externa escultura y también pintura. Ahí existe una identidad precisa
para cada arte plástica, pero todas juntas refuerzan la posición de la arquitectura, en lo alto de
esta jerarquía.
Villanueva vio por primera vez esculturas de Calder en el Pabellón español designado por José
Luis Sert para la feria Mundial de Paría de 1937, donde Villanueva y su contemporáneo Luis
Malausena fueron los arquitectos del Pabellón de Bellas Artes. Villanueva conoció finalmente
a Calder en su estudio en Roxbury en 1951; durante esa visita, Villanueva trajo la primera de
sus esculturas de Calder, que cuelga hasta ahora en su casa Caoma en Caracas. La discusión
sobre el proyecto universitario empezó en 1952, y el 28 de junio de ese año Calder envió una
carta estableciendo las condiciones para su colaboración en el proyecto de aula magna. Calder
entonces propuso trabajar dentro del auditorio y no, como Villanueva había sugerido, en la
plaza cubierta.
Calder no creyó que sus ‘platillos voladores’ se construirían alguna vez, y le dijo a Villanueva
que si él conseguía construir el teatro como estaba diseñado él no era un hombre si no un
diablo… y así su apodo del diablo surgió. Calder mismo no vio el aula magna sino hasta el 15 de
agosto de 1955, cuando expuso sus esculturas en el Museo de Bellas Artes. Permaneció un
mes trabajando en su tienda de metal de la universidad y vendió todos sus trabajos en la
presentación a coleccionistas venezolanos. Esto fue cuando Villanueva llegó a ser el agente de
Calder en Caracas, responsable por la venta de varios trabajos a coleccionistas venezolanos
tales como el historiador y fotógrafo Alfredo Boulton, quien de todo corazón abrazó la
escultura abstracta de Calder. Así una larga amistad se formó entre artista y arquitecto.
1
Alexander Calder, carta a Carlos Villanueva, 28 de junio de 1952. Correspondencia de Calder,
Fundación Villanueva, Caracas.
2
Alexander Calder con Jean Davidson, Calder, An Autobiography with Pictures (Nueva York: Pantheon
Books, 1966), 242.
y soportando un techo que colgaba en el interior. Vertido en concreto, el
techo formaba una losa plana de 8 centímetros de espesor, curvado hacia
abajo con forma de cascara cilíndrica en el borde inferior3.
La planta en forma de abanico para el auditorio multiusos de 2600 asientos no fue la primera
elección de los ingenieros acústicos. Ellos habían recomendado un planteamiento rectangular
clásico para un hall de conciertos de este tamaño. De acuerdo a los ingenieros acústicos
quienes realizaron las plantas antes de que Calder se involucre:
Acústicamente ‘las nubes’ de madera colgantes eran esenciales para controlar el sonido y
reducir la reverberación. Calder y Newman determinaron la forma general y ubicación de los
‘platillos voladores’ durante muchas reuniones en las oficinas de Bolt Beranek y Newman.
3
Sibyl Moholy Nagy, Carlos Raúl Villanueva y la arquitectura de Venezuela (Caracas: Editorial Lectura,
1964), 119.
4
Alexander Calder, “ManuscriptfortheCalderExhibition, September 11-25, 1955, Caracas: Museum of
Fine Arts”. Correspondencia, Fundación Villanueva, Caracas.
5
BoltBeraneck y Newman, “Ciudad Universitaria: Aula Magna.” Correspondencia, Fundación Villanueva,
Caracas.
El genio mecánico de Calder se duplico con las guías de los consultores acústicos, combinó el
espacio esférico y lúdico de Villanueva resultando un espacio nuevo y circular que es a la vez
multifocal, abstracto y narrativo.
ARQUITECTURA Y ESCULTURA:
Así nosotros dibujamos formas redondas y ovales de unos treinta pies o más
de largo pintadas de diferentes colores y colgando del techo con cables desde
tornos. También habían algunas de estas formas en las paredes. Cuando John
Foster Dulles asistió a la décima conferencia Iberoamericana, él fue
fotografiado con un grande triángulo negro en su nariz. 7
6
Calder, Calder, An Autobiography with Pictures, 240.
7
Ibid., 240, 242
El efecto total de esta experiencia espacial no es diferente a la composición de una pintura de
Jackson Pollock. El trabajo de Calder fue marcado no solo por la influencia de Piet Mondrian
sino también surrealismo, como en el trabajo de Joan Miró. Los largos paneles acústicos de
madera son percibidos en el contexto de la cáscara radial del auditorio y transmiten la
animación visual de las propiedades acústicas de tal manera que crean la sensación de
movimientos por medio de la naturaleza óptica de la mecánica visual. Villanueva no creía en el
concepto romano de tabula rasa. Más que borrón y cuenta nueva, el Aula Magna es más afin al
concepto hindú de rasa, como en “el plano de las esencias”.
Explotando la habilidad del ojo a mirar dentro de un espacio curvo, el mecanismo paralelo
bifocal que permite la percepción a distancia es desafiado por este efecto del ojo de pescado y
por la fuerte interacción de color en los objetos esculturales que flotan. Para incrementar este
efecto espacial, Calder y Villanueva calibraron la iluminación del espacio. La iluminación
subraya y proyecta los ‘platillos voladores’ dentro del espacio de abajo. El historiador Juan
Pedro Posani señala que el espacio se expande y contrae dirigiendo su centro de gravedad
desde un extremo del hall al otro, sumergiendo al espectador en una tensión oceánica
perceptiva, donde las formas unen el espectáculo y la audiencia.8 En contraste a la trama
modulada de la Plaza cubierta tipo mezquita, el interior del Aula Magna es polimórfica y anti-
perspectivista. En propias palabras de Villanueva:
La época actual insiste en la tesis que los únicos valores para la arquitectura
son valores espaciales. Tomar posesión de un espacio es el primer gesto de
todas las cosas vivas, de plantas, de nubes y de hombres: es una
manifestación de duración, vida y equilibrio. La forma puede desaparecer, los
sistemas y estructuras también, materiales nuevas y técnicas nuevas
aparecen cada día: esos que piensan que la arquitectura nueva resolverá sus
problemas con nuevas técnicas y nuevos materiales están completamente
equivocados. Lo que es de valor, y el único verdaderamente nuevo elemento
en la arquitectura actual es el acondicionamiento real y consciente del
espacio.9
El trabajo de Villanueva es importante no solo como una referencia regional para los
arquitectos venezolanos. El Aula Magna y Plaza Cubierta, mientras homenajean la definición
de Le Corbusier de arquitectura como circulación y como el juego de formas bajo la luz,
propone una nueva concepción de espacio. En el diagrama que el uso para enseñar
arquitectura, Villanueva nombró a este tipo de espacio como “elemento de la cuarta
dimensión”. El incorporó la noción de tiempo como un elemento concreto del espacio. El
espectador dentro del Aula Magna siente una manera radical de dar forma al espacio que
corresponde a la visualidad multifocal en un lado y a una concepción animista de forma en el
otro lado. La nueva síntesis puede ser considerada como fortuita pero inevitable. Aquí,
8
William L. E. Perez-Oramas, Niño Editors, “Un Moderno en Sudamérica” (Caracas: Galería de Arte
Nacional, 1999), 154.
9
Carlos Raúl Villanueva, “Conferencia II, ”Tendencies in ContemporanyArchitecture, Fundación
Villanueva, 13 de Junio de 1963.
encontramos un momento en la historia de la arquitectura cuando un arquitecto y un escultor
no solo colaboraron en la tarea en cuestión pero desafiaron cada uno la concepción del otro
sobre el rol del arte en la sociedad. Ellos también probaron el alcance de su compromiso con
una vista compartida de qué es arte y qué rol juega en la arquitectura. Esta visión compartida
es más grande que arquitectura y escultura solas y está centrada en la vida que da la
naturaleza de la propia arquitectura.
El cliente para este proyecto fue el estado quien destino los fondos necesarios para completar
esta visión porque creyó en el destino de Venezuela como una nación moderna, industrial,
desarrollada. La renovación cultural implícita en este diseño no fue claramente entendida por
el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, todavía los platillos voladores/nubes del Aula Magna
han sido testigos de figuras políticas internacionales, incluyendo John Foster Dulles y Fidel
Castro. Villanueva entendió que la arquitectura podía ser un instrumento para mejoras
sociales, renovación cultural, y transformación urbana.