EL MENSAJE DE ÉXODO
Generalmente se considera que el éxodo ocurrió por el año 1440 a.C. Fue uno de los
eventos más dramáticos en la historia de Israel, y marcó el inicio de esa nación. A lo
largo del Antiguo Testamento, los autores bíblicos hacen referencia al éxodo,
tomándolo como un ejemplo del poder de Dios, y de Su amor por Israel.
Una vez salidos de Egipto, los hijos de Israel tuvieron que aprender a vivir vidas
nuevas, bajo los mandamientos divinos. Eso representa la santificación del
creyente. Todas las leyes que Dios dio a Israel, comenzando con los Diez
Mandamientos, señalan la vida que agrada a Dios. El creyente hoy en día no está
sujeto a todos los detalles de la ley de Moisés; sin embargo, estamos bajo la misma
obligación de agradar a Dios, sometiéndonos a Su voluntad en cada área de nuestras
vidas.
Otro tema central del libro de Éxodo tiene que ver con el culto a Dios. Todos los
detalles del tabernáculo, los sacerdotes, y los sacrificios (Éx 25-31 y 35-40) son
altamente simbólicos, apuntando a la Persona de Cristo, quien es nuestro Sumo
Sacerdote, y por quien tenemos acceso al Padre (ver Heb 9-10).
1
1 de Agosto (Éxodo 1:1-22) ‘Una Nueva Etapa en la Historia de Israel’
El libro de Éxodo comienza con la llegada a Egipto de toda la familia de Jacob (v.1-
5); ver Gén 46:1-27. Este incidente marcó una nueva etapa en la historia de Israel.
Aunque el salvador humano (José) había muerto (v.6), Dios seguía con Su pueblo.
Evidencia de ello fue el crecimiento numérico de los descendientes de Jacob (v.7).
Notemos los verbos que Moisés usa en el v.7. Es el lenguaje de Génesis 1:28. Dios
estaba haciendo una nueva creación.
Aunque los líderes de Egipto pretendieron ser “sabios” (v.10), en realidad fueron
necios (Rom 1:22), porque “cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y
crecían…” (v.12). ¡Es necio luchar contra los propósitos de Dios! En vez de
reconocer su necedad espiritual, los egipcios intensificaron la persecución (v.13-16),
amargando la vida de los hijos de Israel. Ante la barbarie del faraón, quien ordenó
la muerte de todo bebé varón (v.16), brilla el testimonio de las parteras judías
(v.17). Ellas arriesgaron la ira del faraón, pero recibieron la bendición de Dios
(v.20-21).
Ante la ineficacia de sus estrategias, el faraón se volvió aún más violento e irracional
(v.22). Su orden fue irracional, porque de haber sido acatada, habría dado lugar a la
muerte de los mejores trabajadores (todos los varones), y la destrucción de la
nación entera que los servía. Esto nos muestra como el odio y el temor ciega la
mente humana, y lleva a la irracionalidad.
En medio del sufrimiento del pueblo de Dios, una gran luz de esperanza comienza a
brillar. Un hombre se buscó una esposa, se casó con ella, y tuvo un hijo (v.1-2a).
¡Nada fuera de la común! Sólo que en este caso, el que había nacido “era hermoso”
(v.2b) – ‘hermoso’ ante los ojos de Dios (Hch 7:20). La fe de los padres les llevó a
entender que este niño tenía un propósito especial en los planes de Dios (Heb
11:23). Por eso tomaron la decisión de colocarlo en el río Nilo (v.3). No lo pusieron
en cualquier lugar, ni lo dejaron a la deriva, sino que colocaron al bebé cerca del
palacio, esperando que Dios haga algo especial (v.4).
Cuando la hija del faraón vio la arquilla, hizo cuatro cosas inesperadas (v.5-9):
2
Cada acción plantea una gran interrogante: ‘¿por qué haría eso la princesa de
Egipto?’ La única explicación coherente es que Dios estaba obrando en la mente de
esta mujer, preparando el camino para la formación de uno de los más grandes
líderes del pueblo de Dios de todo tiempo – MOISÉS (v.10).
REFLEXIÓN: Dios es soberano sobre los corazones y las mentes de las personas.
Fue Él quien guió a los padres de Moisés en todo lo que ellos hicieron. Y
fue Dios quien guió el corazón de la princesa, para adoptar a Moisés.
¿En qué maneras se ha manifestado la soberanía de Dios en MI vida?
Adoremos a Dios por la grandeza de Su poder y Su dominio sobre toda
la vida.
Moisés disfrutó una buena educación en Egipto (ver Hch 7:22). Sin embargo, a los
cuarenta años de edad (Hch 7:23), se identificó más con los judíos que con los
egipcios. Sentía que Dios lo estaba llamando a ser el liberador de Israel (Hch 7:25).
Lamentablemente, cometió dos errores fundamentales: no esperó el momento de
Dios, y procuró salvar al pueblo de Israel con sus propias fuerzas (v.11-13). En vez
de ser reconocido como el liberador de Israel, Moisés fue cuestionado (v.14), y tuvo
que huir de Egipto (v.15). Eso muestra el peligro de hacer las cosas según nuestros
criterios, y no según la voluntad de Dios.
Reuel le invitó a quedarse, y le dio una hija como esposa (v.21). Moisés tuvo un
hijo, a quien llamó Gersón. Ese nombre refleja lo que Moisés pensaba de su vida
(v.22). Aunque estaba en Madián, su corazón seguía en Egipto, con su pueblo.
En Egipto, los hijos de Israel seguían sufriendo, y clamaron a Dios (v.23). Dios no
contestó su clamor inmediatamente, pero no era indiferente a su sufrimiento. Moisés
usa cuatro frases que indican el interés que Dios tenía en Su pueblo:
Además de todo esto, Dios “se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob”
(v.24b). Al decir esto, Moisés no está indicando que Dios se había olvidado de lo que
había dicho a los ‘padres’ de la nación. Más bien, escribe de esta manera sólo para
indicar que, al escuchar el clamor de Su pueblo, Dios tomó en cuenta las promesas
que había hecho a los patriarcas, y se alistaba para actuar a favor de los hijos de
Israel.
REFLEXIÓN: ¿Alguna vez te has adelantado en hacer los planes de Dios, actuando
según tus criterios, y no esperando el momento y la manera de Dios?
3
Ten en cuenta que si eres hijo o hija de Dios, tus errores no cambiarán
los planes que Dios tiene para tu vida. Espera en Él, y verás como Dios
cumplirá Su perfecta voluntad en tu vida (Rom 8:28). ¡Sólo tienes que
confiar en Él, y esperar!
Por cuarenta años (Hch 7:30), Moisés se había dedicado a pastorear las ovejas de su
suegro. Un día, llevó las ovejas a un monte llamado Horeb (v.1b), donde le
esperaba una gran sorpresa, que iba a cambiar su vida para siempre. El Ángel de
Jehová se le apareció en una zarza que ardía (v.2). Ese Ángel era nada menos que
el Señor Jesús. Al acercarse a la zarza, Moisés escuchó la voz de Dios llamando su
nombre (v.3-4). La primera orden de Dios fue bastante solemne: “No te acerques;
quita tu calzado de tus pies…” (v.5a). La presencia de Dios hizo del lugar “tierra
santa” (v.5b).
Pero si era así, ¿por qué Dios esperó tanto tiempo para salvarlos? En primer lugar,
porque Dios tenía que formar a Su siervo Moisés. ¡Israel tuvo que sufrir cuarenta
años más de esclavitud, porque el siervo de Dios aún no estaba preparado para el
ministerio! Pero la ‘demora’ también se debió a lo que leemos en Gén 15:13-16.
Dios había decidido que Su pueblo no iba a salir de Egipto hasta que “la maldad del
amorreo” (es decir, los habitantes de la tierra de Canaán) haya llegado a su colmo.
Dios, en Su paciencia, estaba dando a los pecadores la oportunidad de arrepentirse,
porque la salvación de Israel (de Egipto) iba a dar lugar al juicio de Dios sobre los
amorreos.
REFLEXIÓN: Dios hace todas las cosas a su debido tiempo. A veces nosotros
estamos apurados por que Dios haga algo YA. Pero Dios tiene Su
tiempo para todo, y debemos aprender a esperar el momento que Dios
ha determinado para hacer algo.
4
5 de Agosto (Éxodo 3:11-22) ‘El Poder de Dios para Salvar’
La primera orden que Dios le dio a Moisés fue que él volviera a Egipto, y reúna a los
“ancianos de Israel” (v.16) – no para decirles que él los iba a salvar (Hch 7:25), sino
que DIOS los iba a salvar (v.17a). Este es un asunto muy importante. Mientras
Moisés pensaba que él podía liberar a Israel, no estaba listo para el trabajo. Fue
cuando él pensaba o sentía que NO lo podía hacer, que recién estaba listo para servir
a Dios. ¡Dios no usa a personas que se sienten capaces, sino a personas que se
sienten incapaces (Is 6:5; Jer 1:6; Lucas 5:8)! Así Él recibe toda la gloria – aun (o,
especialmente) de las personas a quienes Él usa.
Moisés no tenía el poder para hacer esto; requería la “mano fuerte” de Dios (v.19b).
Dios resume lo que Él iba a hacer en dos frases:
En esta manera, los hijos de Israel no sólo saldrían de Egipto, sino que despojarían a
Egipto (v.22b) – a una de las potencias mundiales de ese tiempo. Eso era justo,
porque por 400 años, los egipcios les hicieron trabajar sin pagarles nada. Y cuan
cierto es; cuando Dios está a favor de Su pueblo, nada es imposible; nada los puede
detener.
REFLEXIÓN: ¿Puedes decir que Dios está a favor tuyo? Eso sólo será cierto si estás
viviendo en obediencia a Su Palabra, y cumpliendo Sus propósitos en tu
vida.
¿Por qué Dios permitió que Moisés pasara 40 años en el desierto, cuidando las ovejas
de su suegro? Fue para quitar de él toda noción que él podía salvar a Israel de
Egipto. ¡Los 40 años tuvieron el debido resultado! Cuando Dios llama a Moisés,
Moisés no quiere ir. Ese es el tema de este pasaje.
5
Moisés tiene TRES objeciones al llamado de Dios:
a. ‘No me creerán’ (v.1). Eso era cierto. Por eso Dios le dio a Moisés la
autoridad para hacer tres señales (v.2-9); señales que hizo ante los
‘ancianos’ (Éx 4:30).
b. ‘No puedo hablar’ (v.10). ¿Sería cierto eso? Es probable que los 40
años cuidando las ovejas en el desierto quitó de Moisés cualquier
confianza que tenía de ser capaz de hablar con elocuencia ante el
faraón. Sin embargo, Dios promete soltar su lengua (v.11-12).
c. ‘No quiero ir’ (v.13). Ante las respuestas divinas a las primeras dos
objeciones, Moisés finalmente le dice a Dios que simple y llanamente
no quiere ir, y que por tanto, envíe a otro. ¡Qué osadía! Dios se
molesta con Moisés, y afirma que enviaría a Aarón para ser su vocero
(v.14-17).
Una vez que Moisés tomó la decisión de obedecer a Dios, Dios le siguió hablando. Le
dijo una serie de cosas importantes:
En el camino ocurre un incidente muy extraño, en el cual Moisés casi muere (v.24-
26). El problema era que uno de sus hijos no había sido circuncidado (v.25). Moisés
tuvo que aprender que el siervo de Dios tiene que vivir en obediencia; si no lo hace,
arriesga su vida y ministerio.
Una vez que Aarón llega (v.27), todo estaba listo para poner en marcha el plan de
salvación. Moisés primero le cuenta a Aarón lo que Dios le había dicho (v.28); luego
los dos van a los ‘ancianos’ de Israel, y hablan con ellos (v.29). Aunque en realidad,
fue Aarón quien habló e hizo las señales (v.30). El resultado de todo eso fue – FE y
ADORACIÓN (v.31).
6
8 de Agosto (Éxodo 5:1-21) ‘El Primer Intento de Salvar a Israel’
La orden de Dios fue clara: ‘deja a mi pueblo ir al desierto para celebrarme una
fiesta espiritual’ (v.1, 3). Pero el faraón tuvo dos objeciones. En primer lugar no
conocía al Dios de Israel (v.2); y en segundo lugar, había mucho trabajo que hacer,
y él no estaba dispuesto a dar a sus esclavos una semana de descanso (tres días de
ida, más tres días de vuelta). ¡Los intereses de Dios chocaban frontalmente con los
intereses del faraón!
REFLEXIÓN: Muchas personas dicen que cuando comienzan a obedecer a Dios, las
cosas les van mal. ¿Qué debemos hacer cuando notamos eso, o
pensamos eso? Recordemos lo que Cristo advirtió a Sus discípulos
(Juan 16:33b), y lo que Dios le dijo a Pablo, cuando lo llamó al
ministerio (Hch 9:16).
La primera vez que trató de ayudar a los hijos de Israel, las cosas le fueron mal, y
Moisés huyó de Egipto (Éx 2:11-15). Esta vez, el primer intento tampoco tuvo éxito,
pero al menos Moisés se puso a conversar el asunto con Dios (Éx 5:22-23). Se nota
su crecimiento espiritual.
Dios le explica a Moisés lo que Él va a hacer (v.1), y luego le revela Su nombre otra
vez (v.2). Se revela como el Dios de los patriarcas (v.3a); el Dios omnipotente
7
(v.3b). También hace referencia al pacto que estableció con ellos (v.4).
Finalmente, le hace recordar que no ha sido insensible al clamor de Su pueblo (v.5).
¿Por qué le dice todo esto a Moisés? ¿Qué tiene que ver con las preguntas que
Moisés le hizo a Dios en los v.22-23?
El Señor continúa animando a Moisés, haciendo una serie de promesas en los v.6-8.
Son ocho en total. ¿Puedes identificarlas? En resumidas palabras, Dios promete
sacar al pueblo de Egipto (v.6), ser Su Dios (v.7), y darles la Tierra Prometida (v.8).
¡Es una salvación completa!
Habiendo escuchado la Palabra de Dios, y habiendo sido alentado por ella, Moisés se
dirigió al pueblo, y les transmitió todo lo que Dios le había dicho (v.9a).
Lamentablemente, el pueblo no quiso escuchar (v.9b). ¿Por qué no? ¿Qué estaba
dificultando su receptividad de la Palabra de Dios? ¿Somos a veces nosotros así?
Dios vuelve a ordenar a Moisés a hablar con el faraón, y decirle que deje ir al pueblo
de Israel (v.10-11). Moisés naturalmente se siente renuente a hacerlo. Como
comenta a Dios, si el pueblo de Israel no le ha escuchado, ¿cómo se podía esperar
que el faraón lo hiciera (v.12)? Y Moisés añade otra dificultad – se sentía “torpe de
labios” (v.12b). Pero Dios insiste en que tiene que hacerlo (v.13). Él ahora es el
líder espiritual. Dios le dará palabras, tanto para los hijos de Israel, como para el
faraón. Moisés ya es el vocero de Dios; no hay vueltas que dar al asunto.
REFLEXIÓN: ¿Estará insistiendo Dios en algo en tu vida? ¿Habrá algo que está
estorbando tu habilidad de escuchar o de obedecer la Palabra de Dios?
Pide a Dios que te conceda la gracia para oír Su voz y obedecerla. Él
está dispuesto a ayudarte, porque te ama.
Moisés nos presenta la genealogía de los primeros tres hijos de Jacob: Rubén
(v.14), Simeón (v.15) y Leví (v.16). Luego procede a detallar los descendientes de
Leví, para que sepamos algo de la familia extendida de los protagonistas principales
del éxodo (v.17-25). De esa genealogía, aprendemos que Moisés era descendiente
de Coat, el segundo hijo de Leví (v.18). Un detalle interesante es que, a pesar de
los sufrimientos propios de la esclavitud en Egipto, la familia de Leví fueron longevos
(v.16b, 18b, 20b). Esto señala la bendición de Dios sobre la tribu de Leví, y explica
por qué Moisés, a los 80 años (Éx 7:7), estaba listo para comenzar la misión de
liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto.
8
Pero, por tan importante que era el conocimiento de Dios y la obediencia a Su
Palabra, esas cosas en sí no iban a garantizar el éxito del ministerio de Moisés. ¡NO!
Era DIOS quien tendría que obrar. Felizmente, Él promete hacerlo (v.4-5).
Dios anticipa que el faraón pedirá alguna señal milagrosa que confirmaría el poder
del Dios de los judíos (v.9a), y ordena a Moisés usar su vara (v.9b). Cuando él y
Aarón hicieron esa señal (v.10), el faraón llamó a sus hechiceros, quienes hicieron lo
mismo (v.11-12a). Lo que ellos hicieron no parece haber sido un truco (como los
magos modernos hacen), sino que realmente fue algo sobrenatural – hecho por el
poder de Satanás. Sin embargo, la superioridad del poder de Dios se evidenció en
que la vara de Aarón se tragó las varas (plural) de los hechiceros. Pero ni aún así, el
faraón quiso creer en Dios (v.13). ¡Cuán terco puede ser el corazón del hombre!
El v.13 afirma que el corazón del faraón se endureció. En el v.3, Dios indica que Él
era quien iba a endurecer el corazón de líder de Egipto. Sin embargo, debemos
notar que Dios lo hizo, no directamente sino indirectamente, permitiendo a Satanás
endurecer el corazón del faraón.
En vista que la primera manifestación del poder de Dios no fue suficiente para
convencer al faraón, Dios prepara una segunda señal. Para los egipcios el río Nilo
era un dios; las aguas de ese río mantenían la economía del país. Pues bien, Dios
iba a convertir las aguas del río en sangre, para demostrar que ÉL es Dios, y que
toda la vida de Egipto estaba en Sus manos. Si los egipcios no dejaban ir al pueblo
de Israel, para adorar a Dios en el desierto (v.16), entonces todos los peces del río
Nilo morirían (v.17-18). No sólo ello, sino que toda el agua en Egipto se convertiría
en sangre (v.19).
Cuando leemos que los hechiceros hicieron lo mismo (v.22a), no debemos suponer
que fue en forma masiva. Seguramente sólo convirtieron un poco de agua (¿en un
tazón?) en sangre. Pero fue suficiente para que el faraón no creyera en el poder de
Dios (v.22b-23).
En Su misericordia, el agua convertida en sangre sólo duró siete días (v.25). Dios no
quería destruir al país, sólo incentivar al faraón a la obediencia.
REFLEXIÓN: No hay dudas del poder de Dios. Nuestro anhelo debe ser experimentar
ese poder en forma benéfica (para nuestro bien) y no en forma
destructiva. Ello depende de nuestra obediencia a Dios. Si queremos
ver la mano poderosa de Dios obrando a nuestro favor, simplemente
tenemos que vivir en obediencia a Su Palabra.
9
12 de Agosto (Éxodo 8:1-32) ‘La Grandeza del Poder de Dios’
En este capítulo, leemos de tres plagas más. Dios iba a demostrar la grandeza y
superioridad de Su poder, sobre todos los dioses e hechiceros de Egipto.
La primera plaga fue la de ranas (v.2-15). Esta no fue una plaga destructiva, sino
incómoda (v.3-4). Los hechiceros lograron hacer lo mismo (v.7), pero el faraón
comenzó a sensibilizarse ante Dios (v.8). Lamentablemente, aunque Dios en Su
gracia le permitió al faraón establecer la fecha en que se acabaría esta plaga (v.9-
11), el corazón del hombre seguía endurecido (v.15). Esto nos enseña una gran
verdad. Una persona, bajo la presión de las circunstancias, puede manifestar cierto
interés en la Palabra de Dios; sin embargo, esa disposición puede ser simplemente el
resultado de un interés personal, y no la obra del Espíritu Santo. Cuando es así,
enseguida que las circunstancias cambian, el interés en las cosas de Dios se esfuma.
Le segunda plaga fue de piojos (v.16-19). Otra vez, fue una plaga tremendamente
incómoda (v.17b). Pero, lo interesante es que los hechiceros ya no pudieron hacer
lo mismo (v.18). Ellos reconocieron la mano de Dios en la plaga (v.19a), pero el
faraón no quiso hacer caso (v.19b). ¡Cómo el pecado ciega a una persona!
La tercera plaga fue la de moscas (v.20-32). La diferencia, en este caso, fue que la
tierra de Gosén, donde vivían los hijos de Israel, no sufriría (v.22). De este modo,
Dios trataba de demostrar al faraón que las plagas eran el resultado de SU obrar, y
no simplemente eventos fortuitos.
Ante la molestia de las moscas (v.24a), y el impacto sobre la vida en Egipto (v.24b),
el faraón manifestó una disposición de obedecer la Palabra de Dios (v.25). Pero
debemos notar que era sólo una obediencia parcial: “ofreced sacrificio a vuestro Dios
en la tierra” (v.25b). Moisés insiste en que tienen que salir de Egipto (v.26-27), y
el faraón cede un poco más (v.28). Se muestra dócil: “orad por mi” (v.28b). Pero
sólo era un cambio superficial y temporal; enseguida que se acaba la plaga, su
corazón se endurece otra vez.
Las plagas ahora pasan a una fase destructiva. El país de Egipto comenzó a sentir el
terrible impacto de la ira de Dios por la desobediencia del faraón.
10
La plaga en el ganado (v.1-7). No sabemos cómo o por qué murió el ganado de
los egipcios (v.6a); sólo que Dios lo había advertido (v.3). Aunque nada pasó al
ganado de los hijos de Israel (v.4, 6b), el faraón seguía con un corazón duro (v.7).
La plaga de las úlceras (v.8-12). Para la sexta plaga, Dios ordenó a Moisés tirar
un poco de ceniza al cielo, en la presencia del faraón (v.8). El resultado fue
“sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias” (v.9). Los hechiceros no
sólo no podían replicar esta señal, sino que ellos mismos fueron afectados por la
plaga (v.11). Aun así, el faraón no quiso obedecer a Dios (v.12).
Al ver la terrible destrucción causada por esta plaga, el faraón reacciona con una
señal de estar conmovido (v.27). Pero no fue un verdadero arrepentimiento.
- Dijo: “He pecado esta vez”. ¿Y las veces anteriores? El faraón no está
reconociendo su verdadera condición de pecador.
El faraón le pide a Moisés que interceda ante Dios, y promete dejar ir al pueblo de
Israel (v.28). Pero Moisés no tiene ilusiones al respecto (v.30). Sabe que no hay
todavía un verdadero arrepentimiento, porque no hay un verdadero temor a Dios.
Las plagas de Egipto no sólo sirvieron para presionar al faraón y manifestar a todo el
mundo la grandeza del poder de Dios, sino también para que los hijos de Israel se
acordaran para siempre todo lo que Dios hizo para salvarles (v.1-2).
11
Al escuchar que la octava plaga iba a ser una invasión de langostas (v.4-6), los
siervos del faraón animaron al rey de Egipto a soltar al pueblo de Israel (v.7). Cuán
impactante es la pregunta que le hicieron, “¿Acaso no sabes todavía que Egipto está
ya destruido?” (v.7b). ¡El pecado ciega al pecador, en tal manera que éste no se da
cuenta de los estragos que el pecado hace en su vida!
Ante el cambio de actitud de sus siervos, el faraón parece ceder (v.8a). Pero,
cuando escucha que todo el pueblo de Israel tiene que ir (v.8b-10), él se molesta, y
sólo da permiso para que los varones vayan a adorar a Dios (v.11).
Esta falta de obediencia total trajo la plaga de langostas sobre la nación (v.12-15a).
El resultado fue devastador (v.15). Aparentemente quebrantado, el faraón manda
llamar a Moisés, y confiesa su pecado (v.16); pero al final, volvió a endurecerse otra
vez (v.20).
Sin mayor aviso (aparentemente), Dios manda la novena plaga – “densas tinieblas
sobre toda la tierra de Egipto, por tres días” (v.22). La oscuridad fue tan
impenetrable, que toda actividad en Egipto cesó (v.23). Las tinieblas simbolizan y
reflejan la condición espiritual de Egipto. El faraón cede un poco más; pero, cuando
se entera que los hijos de Israel iban a llevar el ganado también, volvió a endurecer
su corazón (v.26-27).
Aunque este capítulo parece ser una nueva sección en la historia del éxodo, en
realidad es una continuación del capítulo 10. Moisés está en la presencia del faraón
(Éx 10:29). Antes de irse, Dios le da un nuevo mensaje para el rey de Egipto. Tiene
que ver con la muerte de los primogénitos (v.4-5). El v.8 pone en claro que Moisés
está hablando al faraón. Él ya era un hombre muy respetado en Egipto (v.3b), y
predice que al final, los siervos del faraón se inclinarán delante de él, y le rogarán
que se vaya de su tierra (v.8a).
El v.8b indica que Moisés salió de la presencia del faraón “muy enojado” (v.8b).
Aunque Dios ya le había dicho lo que iba a pasar, y que el faraón no le iba a
escuchar (v.9-10), Moisés no pudo evitar el enojo que sintió ante la terquedad del
faraón. En esto vemos algo del carácter de Moisés – su temperamento colérico,
propio de un gran líder.
Pero la muerte de los primogénitos sería la última plaga (v.1a); luego de ello, el
faraón iba a soltar al pueblo de Israel (v.1b). Y no iban a salir con las manos vacías,
sino que despojarían a Egipto (v.2).
12
A pesar de tanto sufrimiento, el pueblo de Dios al final halló gracia ante los ojos de
los egipcios (v.3a). Eso nos hace meditar en la actitud que el ‘mundo’ tendrá ante la
Iglesia, cuando Cristo venga por segunda vez. Ahora el ‘mundo’ nos maltrata. Pero
cuando nos vea con todo el esplendor de los hijos de Dios, el ‘mundo’ quedará
asombrado.
Es sumamente triste que tantas personas tuvieran que morir, antes que el faraón
dejara ir a los hijos de Israel. Sin embargo, como dice la Biblia, “La paga del pecado
es muerte…”. Los egipcios habían hecho sufrir mucho al pueblo de Dios, y no
quisieron hacer caso a la voz de Dios. Por tanto, no podían quejarse cuando Dios
aplicó Su juicio y justicia sobre ellos.
La Pascua marcó el inicio del calendario judío (v.2), porque marcó el inicio de la
nación de Israel. Las dos características principales del cordero de la pascua eran
que tenía que ser completamente comido (v.4, 8-11), y la sangre tenía que ser
puesta sobre la puerta de la casa (v.7, 22). La sangre era la señal de que en esa
casa había una familia judía, fiel y obediente al Señor (v.13a); y fue la sangre que
salvó a los que estaban dentro de la casa (v.13b, 23).
En este pasaje, tenemos una mezcla del relato histórico (de lo que pasó esa primera
pascua), y de las instrucciones acerca de cómo celebrar la fiesta de la Pascua.
Cuando Dios quitó la vida de los primogénitos, el pueblo salió de Egipto casi
inmediatamente (v.29-31); no hubo tiempo para una fiesta de siete días. Por tanto,
la descripción de ello, en los v.15-20, debe ser entendida como las instrucciones
acerca de cómo celebrar la fiesta de la pascua en años posteriores. Eso queda
confirmado por lo que leemos en los v.24-27.
Luego de una larga espera, y una tremenda lucha espiritual, llegó el momento de la
liberación del pueblo de Israel. A medianoche, Dios ejecutó Su juicio contra Egipto
(v.29). El sufrimiento fue universal (v.30). En medio de su gran dolor, el faraón
13
ordena al pueblo de Israel irse de su tierra (v.31). Extrañamente, pide la bendición
de Dios (v.32b). Los demás egipcios simplemente quieren que se vayan, temiendo
por sus vidas (v.33). Pero, los hijos de Israel no salieron con las manos vacías;
“despojaron a los egipcios” (v.35-36).
No sabemos el número exacto de personas que salieron de Egipto, sólo que había
unos 600,000 varones, mayores de veinte años (v.37; Núm 1:45-46). Si sumamos
una cantidad similar de mujeres, y luego añadimos a los niños, estaríamos hablando
de una cifra no menor de un millón y medio de judíos. Dios había cumplido Su
palabra de formar una gran nación (Gén 46:3). Con ellos, salió un grupo mixto de
personas que también habían sido esclavos en Egipto (v.38).
Fue un momento histórico; una fecha que los hijos de Israel debían siempre recordar
(v.42). Otros podían hacerlo, siempre en cuando, eran circuncisos (v.44, 48). La
circuncisión era importante, porque era la señal del pacto. Nadie que no era
miembro del pacto podía participar de la celebración pascual (v.48b).
REFLEXIÓN: Es hermoso saber que somos salvos; que hemos sido librados del poder
del pecado. Pero, ¿entendemos el lugar que ocupamos en el Cuerpo de
Cristo? ¿Estamos sirviendo en el ejército del Señor?
La salida de Egipto dio lugar a dos ordenanzas: la fiesta de los panes sin levadura
(v.3-10), y la consagración del primogénito (v.11-16). La fiesta de los panes sin
levadura (= la fiesta de la pascua) se celebraba en el mes de Abib (v.4), que vino a
ser el primer mes del calendario judío. Duraba siete días (v.6-7). Comer pan sin
levadura no era muy agradable – sería un pan duro, difícil de comer. Ese pan
representaba la dureza de la vida, cuando eran esclavos en Egipto. ¡Qué contraste
sería la tierra prometida! Sería una tierra placentera – donde fluía leche y miel
(v.5b).
Eso nos hace pensar en el valor del ayuno en la vida cristiana. Antes de conocer al
Señor, nuestras vidas eran vacías, y carecían de sentido. Ahora, disfrutamos
muchas bendiciones (de toda clase) de las manos del Señor. A veces nos hace bien,
sacrificarnos por un día, para así valorar todo lo que Dios nos da – no sólo en comida
material, sino en todas las áreas de la vida.
Una segunda legislación tiene que ver con la consagración del primogénito. Todo
primogénito (“aquel que abriere la matriz”, v.12), sea de animal o humano, tenía
que ser dedicado el Señor. Eso se hacía, recordando la muerte de los primogénitos
en Egipto (v.14-15). No está claro si se trataba de todo primogénito (cualesquiera
que sea su sexo), o sólo si el primogénito era macho. Si era un animal ‘limpio’, tenía
que ser ofrecido a Dios en sacrificio (ver Núm 18:17). Pero si era un animal
14
‘inmundo’ (como el asno, v.13a), tenía que ser redimido con un animal ‘limpio’, que
podía ser sacrificado a Dios.
En el caso de las personas, los primogénitos tenían que ser redimidos (v.13b). Eso
se efectuaba, pagando cinco siclos (monedas) de plata (ver Núm 18:16). Al inicio,
cuando se formó la nación de Israel, Dios tomó a los levitas en lugar de todos los
primogénitos de Israel (ver Núm 3:12-13 y 40-51). Luego, la redención se
efectuaba en forma normal, según la legislación establecida por Dios.
En este corto pasaje, vemos las diferentes maneras en que Dios cuidó a Su pueblo.
En primer lugar, los cuidó de la guerra (v.17). El “camino de la tierra de los filisteos”
era la ruta más corta para llegar a la Tierra Prometida. Pero Dios no los llevó por
esa ruta, porque implicaba enfrentar a los filisteos; y el pueblo de Israel, aunque
salió armado (v.18b), no estaba listo para una guerra contra soldados
experimentados, como los filisteos. La última parte del v.17 nos indica el probable
resultado de una pelea contra ellos, en ese momento.
En segundo lugar, Dios los llevó “por el camino del desierto del Mar Rojo” (v.18). Lo
hizo, porque quería colocarlos en un callejón sin salida, para que vean una de las
más grandes maravillas que Dios jamás haría por Su pueblo – abrir un camino en
seco por medio del mar. A lo largo de los siglos, esa gran señal iba a ser el punto de
referencia, cuando Dios tenía que hacerles recordar de Su gran poder, y de todo lo
que Él podía hacer para salvar a Su pueblo.
En tercer lugar, Dios fue delante de ellos, para guiarlos (v.21). No era tanto porque
no sabían el camino al monte Horeb (Sinaí), sino para guiarlos por la ruta exacta que
Él quería que tomasen, para llegar a ese sitio. La forma en que Dios los guió fue
impresionante – una columna de nube y una columna de fuego. Dichas columnas
cumplieron varias funciones. Permitieron que todo el pueblo experimentara la
dirección de Dios (porque todo el pueblo podía ver la nube y el fuego); permitieron
que el pueblo marchara de día y de noche (v.21b); sirvieron de aliento para los hijos
de Israel (porque eran una señal constante de la presencia de Dios, v.22); y
sirvieron de protección para el pueblo de Israel – nadie los atacaría mientras vieran
esas impresionantes columnas de nube o fuego (ver Éx 14:19-20).
Al salir de Egipto, los hijos de Israel llevaron los huesos de José (v.19). Él los había
hecho descender a Egipto; ahora, los estaba acompañando al salir de Egipto, para
volver a Canaán. Uno se pregunta: a lo largo de los 400 años, ¿quiénes se
encargaron de cuidar los huesos de José? ¡Cuán fácil habría sido descuidarlos, en
medio del sufrimiento de la esclavitud! Sin embargo, los cuidaron, en esperanza del
cumplimiento de la promesa que él había hecho de salir de Egipto.
REFLEXIÓN: ¿Qué evidencias tienes del cuidado de Dios en tu vida (Oseas 11:1, 3-4?
15
20 de Agosto (Éxodo 14:1-14) ‘El Precio de la Libertad Espiritual’
Lejos de reflexionar espiritualmente sobre lo que había pasado (con las plagas, etc.),
el faraón sólo reflexionó sobre su pérdida económica (v.5b). ¡Qué triste! Con el fin
de hacerlos volver (¡no matarlos!), el faraón fue tras ellos (v.6-9). Los hijos de
Israel malinterpretaron la intención del faraón. Ellos pensaban que los quería matar
(v.10-12). Hicieron bien en clamar a Dios (v.10b); pero, la reacción de algunos
apunta a las dificultades que Moisés tuvo en Egipto para convencer a Israel a salir de
Egipto. No sólo desconfiaron de que Dios los podía proteger (v.11), sino que
preferían quedar sirviendo a los egipcios, antes que arriesgar sus vidas en el desierto
(v.12).
¡Cuántos son así, hoy en día, cuando escuchan el evangelio! Prefieren quedar en su
pecado, sirviendo a Satanás, antes que arriesgar su ‘yo’, sabiendo que deben morir
al pecado y a muchas cosas de su vieja vida. Para que una persona responda al
evangelio, y esté dispuesta a decir, como Pablo, “ya no vivo yo, sino Cristo vive en
mi” (Gál 2:20), se requiere una obra profunda del Espíritu Santo en sus vidas; una
obra que llamamos el nuevo nacimiento.
En medio del pánico, Moisés actúa como un buen líder. Exhorta al pueblo de Israel a
hacer dos cosas: “No temáis; estad firmes” (v.13). También hace dos promesas:
‘Dios peleará por ustedes’ (v.14) y ‘ustedes verán la salvación de Dios’ (v.13).
Mientras tanto, dos cosas ocurrieron. La nube que iba delante del pueblo, se puso
detrás de ellos (v.19b). Lo mismo hizo “el ángel de Dios” (v.19a). Este ‘ángel’
16
parece ser el mismo ‘ángel’ que se manifestó en la zarza que ardía (Éx 3:2). En
otras palabras, era el Señor Jesucristo. Según el v.19a, Él iba delante del pueblo
cuando salieron de Egipto – dirigiendo al pueblo, como el Capitán de la salvación
(Heb 12:2). Tanto la nube como el Señor se interpusieron entre Israel y los
egipcios, para proteger al pueblo de Dios (v.20a). Lo interesante es que los egipcios
lo vieron como oscuridad, mientras que los hijos de Israel lo vieron como luz
(v.20b).
Mientras era aun de noche, Israel comenzó a pasar por el Mar Rojo (v.22), y los
egipcios fueron tras ellos (v.23). A la madrugada, dos cosas ocurrieron. Primero,
Dios “trastornó el campamento de los egipcios” (v.24-25); luego, causó que las
aguas del Mar Rojo se juntaran otra vez (v.26-27). Al amanecer, todo el ejército de
Egipto estaba muerto (v.28).
Este “gran hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios” (v.31a) causó un impacto
grande sobre Israel. Los hijos de Israel temieron a Dios, creyeron a Dios, y creyeron
a Moisés Su siervo (v.31b). Todo estaba listo, aparentemente, para cruzar el
desierto, e ir a la Tierra Prometida.
Aquí tenemos el primer canto de alabanza en las Escrituras. Y, ¿quién mejor que
Moisés para componerlo? Era un hombre que estaba empezando a ver las maravillas
de Dios, y escribe este cántico en celebración del cruce del Mar Rojo.
iii. La canción reconoce las grandes cosas que Dios ha HECHO por Israel (v.1,
4-10, 12-13).
iv. La canción expresa el impacto de los hechos poderosos de Dios sobre las
naciones (v.14-15). También apunta a las cosas que Dios está por hacer
– la misión de Dios (v.16-18).
María respondió al canto, dirigiendo a las mujeres (v.20-21). Ella es llamada “la
profetisa” y “hermana de Aarón” (¿por qué no hermana de Moisés?). María fue la
hermana mayor de Moisés y de Aarón. Ella parece haber tenido un ministerio de
enseñanza o de liderazgo entre las mujeres (ver Miqueas 6:4, y comparar Núm
12:2).
17
23 de Agosto (Éxodo 15:22-27) ‘Lecciones en el Desierto’
Al cruzar el Mar Rojo, Israel por fin dejó atrás los problemas en Egipto, y avanzaron
hacia el monte Horeb. Pero el viaje los llevó por el desierto de Shur, y nuevos
problemas.
i. Fue un tiempo de prueba. Tres días sin hallar agua era crítico, para un
millón y medio de personas (v.22b); y el agua amarga colmó su paciencia
(v.23-24).
ii. Fue un tiempo de comprobar el poder de Dios y Su fidelidad (v.25a).
iii. Fue un tiempo de comunión espiritual con Dios (v.25b-26).
iv. Fue un tiempo de conocer más a Dios – “Jehová tu sanador” (v.26b).
18
Moisés les advierte que su murmuración era contra Dios, no contra él (v.7-8). Por
consiguiente, tenían que prepararse para hablar con Dios (v.9b). Una cosa era
murmurar contra Dios, cuando ellos no lo podían ver; pero cuando se manifestó en
la nube, en Su gloria, debió haber causado bastante zozobra (v.10). Es fácil hablar
mal de Dios ahora; pero, ¿cómo será en el día del juicio final?
Dios prometió darles carne y pan (v.8, 12), para evidenciar que Él era su Dios, y que
proveería sus necesidades. Esa misma tarde Dios cumplió Su palabra (v.13-14).
Con la provisión de la comida, Dios dio ciertos mandamientos (v.4-5, 16, 19, 23),
para probar su fe (Éx 15:25b-26). Lamentablemente, algunos no obedecieron a Dios
(v.20, 27). ¿Por qué no? Su falta de obediencia a Dios, ¿qué indica?
Finalmente, podemos notar la fidelidad de Dios. Por cuarenta años, Él suplió maná
para Su pueblo (v.35). Aun cuando el pueblo se portaba mal, Dios seguía siendo
fiel. Nunca les quitó el pan diario, como castigo por su desobediencia. ¡Qué bueno
es Dios!
REFLEXIÓN: Dios toma muy en serio el día de reposo (v.23-26, 29). ¡Ni Él trabajaba
en ese día (haciendo maná)! ¿Por qué lo tomamos nosotros como
cualquier otro día de la semana? ¿Estaremos haciendo bien?
Dios le mandó a Moisés a colocarse delante del pueblo, juntamente con “los ancianos
de Israel”, y tener su vara en la mano (v.5). ¿A qué se debe la presencia de los
‘ancianos’? Posiblemente, ellos eran parte del problema – estaban fomentando una
actitud crítica hacia Moisés, o al menos transmitiendo dicha actitud. Por eso era
importante que ellos vean el milagro que Dios estaba por hacer (v.6b).
Luego de esto, se presentó una amenaza militar (v.8). Moisés envió a Josué a
pelear, mientras él se propuso apoyarlo en oración (v.9). Eso nos enseña la
importancia de compartir el trabajo; cada uno haciendo lo que le compete, bajo la
dirección de Dios.
La relación entre la oración de Moisés y la lucha contra los amalecitas (v.11) ha sido
tomada como una buena ilustración de un principio espiritual. Para derrotar a
nuestros enemigos, no es suficiente orar una vez; hay que permanecer en una
actitud de oración, hasta que Dios haya concedido la victoria final. La perseverancia
no era una cualidad que se destacaba en Israel; pero era imprescindible en el
liderazgo de Moisés.
19
Moisés no podía interceder sólo; se cansaba (v.12a). Así que dos hombres lo
acompañaron y le fortalecieron en la tarea de intercesión (v.12b). Como
consecuencia, Josué logró derrotar completamente a Amalec (v.13). El lenguaje es
fuerte (v.13), pero Dios lo justifica, diciendo algo parecido (v.14b). La explicación
está en el v.16. Al atacar a Israel, Amalec se estaba rebelando contra “el trono de
Jehová”; es decir, contra Su gobierno y soberanía. ¡Eso era muy serio (Sal 2:1-6)!
Amalec iba a sufrir lo mismo que Egipto – la destrucción total. ¡No tiene sentido
pelear contra Dios, y tratar de frustrar Sus propósitos!
REFLEXIÓN: ¿Te estás rebelando contra Dios en alguna área de tu vida? Es mejor
someternos a Su voluntad, que seguir peleando en una lucha que no
podremos ganar. ¡Nadie le gana a Dios – jamás!
Moisés da testimonio de todo lo que Dios había hecho a favor de Israel, tanto para
sacarlos de Egipto, como para conducirlos hacia el monte Sinaí (v.8). Las palabras
de Moisés impactaron a Jetro en CUATRO maneras:
¿Habrá sido su conversión? De todos modos, muestra el gran valor de contar a otros
las maravillas que Dios hace a favor nuestro.
Durante su estadía, Jetro vio algo del trabajo de Moisés, como líder de Israel (v.13-
14a). No se dejó impresionar por todo el trabajo que tenía, o por su gran autoridad
sobre el pueblo. Más bien, viendo que no hacía bien las cosas, se lo dijo claramente
(v.17-18), y le dio una orientación práctica (v.19-23):
- ‘Enseña a todo el pueblo la ley de Dios (v.20), para que no tengan que venir
individualmente para saber qué hacer en diferentes circunstancias’.
- ‘Nombra jueces de integridad para que vean los casos sencillos’ (v.21-22).
Moisés aceptó las recomendaciones de Jetro, con sencillez, y las implementó (v.24-
25). Seguramente pudo discernir la voz de Dios en las palabras de su suegro.
Habiendo ayudado a su yerno, Jetro volvió a su tierra (v.27).
REFLEXIÓN: ¿Cómo nos sentimos cuando alguien indica que lo que estamos
haciendo no está bien? ¿Somos capaces de escuchar con atención sus
palabras, y evaluarlas, para ver si Dios nos está diciendo algo por medio
de ese familiar, amigo o hermano en Cristo?
20
27 de Agosto (Éxodo 19:1-25) ‘La Revelación de la Gloria de Dios’
En este pasaje tenemos uno de los momentos más dramáticos en todo el Antiguo
Testamento. Dios ‘desciende’ sobre el monte Sinaí, y se revela al pueblo de Israel
en Su gloria y poder.
El Monte Sinaí
Para Moisés, fue un día de tremendo trabajo. Tuvo que actuar como el intermediario
entre Dios y el pueblo de Israel. Eso requirió subir y bajar del monte Sinaí varias
veces (v.3, 7, 8, 10, 20, 21). ¿Qué pasó ese día?
A lo largo de los años, los autores bíblicos trajeron a la memoria este momento
determinante en la vida de la nación (Deut 4:10-12; Juec 5:5; Sal 18:7-15; 68:7-8;
144:5-6; Hab 3:3-6). Aun el libro de Apocalipsis toma de los elementos de la
manifestación de Dios en Sinaí para describir el fin del mundo, cuando Dios vendrá a
la tierra para juzgar (Apo 8:5; 11:19; 16:17-18).
REFLEXIÓN: Ese día, Dios se manifestó en una forma tan dramática, que aun Moisés
dijo que temía en gran manera (Heb 12:18-21). Quizá nosotros nunca
21
hemos visto algo así; pero, debemos recordar que Dios es el mismo –
hoy, ayer y por los siglos. Por consiguiente, ¿nos acercamos a Él con el
debido temor y reverencia? ¿Nos preparamos apropiadamente para
nuestros encuentros con Dios?
REFLEXIÓN: El Señor Jesús nos enseñó que debemos guardar estos mandamientos
en nuestros corazones (Mat 5:21-22 y 27-28). ¿Lo estamos haciendo?
La manera en que Dios se manifestó en el monte Sinaí fue tan impresionante, que el
pueblo de Israel tuvo mucho miedo (v.18). ¡No se sentían tranquilos de hablar con
Dios (v.19)! La presencia de Dios resaltó su pecaminosidad, y tuvieron miedo de
morir (ver Is 6:5). Pero Dios no los quería matar; lo que quería era probarlos (ver
Éx 15:25), enseñarles a temer a Dios, y que no pequen (v.20).
22
Tristemente, el pueblo no quiso acercarse a Dios. Más bien, se alejó de Él; y fue
Moisés quien tuvo el privilegio de hablar con Dios (v.21). Sin embargo, hablar con
Dios (en ese momento) exigió entrar en “la oscuridad en la cual estaba Dios”
(v.21b); es decir, entrar en la nube espesa que cubría la montaña. Debió haber sido
una experiencia pavorosa para Moisés.
En los v.22-26 tenemos un resumen de lo que Dios le dijo a Moisés en ese tiempo.
¡Todo tiene que ver con la adoración!
3. La manera en que los sacerdotes se acercaban a Dios tenía que ser discreta
(v.26). ¡Nada debía distraer la atención de los adoradores! Sus mentes
tenían que estar puestas en Dios, en una concentración total.
La exposición de la ley comienza con el tema de los esclavos. ¡Eso era apropiado
para una nación que acababa de salir de la esclavitud! En la RV, el v.1 da una
impresión equivocada. Dios no estaba simplemente ‘proponiendo’ leyes, que Israel
podía aceptar o desechar según su criterio. ¡No! La expresión en hebreo significa:
‘Estas son las leyes que Dios puso delante de ellos (para que las aceptasen y
cumpliesen)’. Ver Deut 4:14; 6:1.
Las leyes de los esclavos nos llevan a un mundo tan diferente al nuestro. No
debemos juzgar dichas leyes a la luz de nuestro contexto, en el siglo 21; sino
interpretarlas a la luz del contexto de una sociedad que vivió hace 3 500 años. El
propósito de estas leyes era proteger los intereses, tanto del esclavo como del amo.
ii. Si un esclavo se casaba con otra esclava, ella no podía salir libre al mismo
tiempo que él (v.4); eso perjudicaría al amo. Cualquier decisión de
casarse, tenía que tomar en cuenta los años de servicio de ambas partes.
23
iv. Las leyes eran diferente para una mujer esclava (v.7-11). Se suponía que
la única razón por la cual un hombre compraría a una mujer esclava, sería
para tener relaciones sexuales con ella. Por lo tanto, ella no salía libre a
los siete años. Aunque suena extraño, el propósito de esta ley era
proteger a la mujer. ¡De salir libre, quedaría abandonada, porque nadie
se casaría con ella!
vi. Si ella fuera dada al hijo del que la compró, entonces ese hombre tenía
que tratarla bien (v.9-11). De no cumplir las condiciones establecidas en
el v.10, el hombre perdería el derecho de retenerla (v.11).
REFLEXIÓN: La Biblia muestra claramente que nuestro Dios se interesa por los
débiles e indefensos. ¿Lo hacemos nosotros?
Dios aprovecha este momento para mencionar otros casos que llevaban la pena de
muerte – el hecho de maldecir o golpear a los padres (v.15, 17), o el secuestro de
una persona (v.16).
Quizá nos parezca extraño que la muerte de un esclavo no sea penado en la misma
manera (v.20-21). Sin embargo, debemos notar que aunque el dueño no era
castigado por maltratar a un esclavo, ese esclavo podía obtener su libertad, si es que
el maltrato resultara en un daño permanente (ver v.26-27).
En el caso de una mujer embarazada, la vida del feto también gozaba de cierta
protección legal (v.22). La frase, “sin haber muerte”, debe entenderse de la mujer,
no del feto. La muerte del feto ocasionaba un castigo económico, impuesto por el
marido juntamente con los jueces.
El principio general era: “ojo por ojo, diente por diente” (v.23-25). Este principio
(conocido como ‘la ley de talión’) no debe ser tomado como concediendo el derecho
de exigir un pago por algún daño cometido, sino como algo que limitaba el castigo a
una equivalencia al daño cometido. ¡Tenía que haber proporcionalidad entre el daño
causado y el pago exigido!
REFLEXIÓN: ¿Cuál es nuestra actitud, cuando alguien nos causa un daño – sea físico,
material, o emocional? El Señor nos ha mostrado un mejor camino; el
camino del amor (Mat 5:38-48). La ley de Moisés era necesario para
reglamentar la vida de la nación; la ley de Cristo se aplica a nivel
personal.
24
1 de Septiembre (Éxodo 21:26-36) ‘Responsabilidades de Amos y Dueños’
Aunque en los tiempos antiguos, los esclavos no gozaban de protección alguna, Dios,
en Su ley, estableció ciertas normas legales para proteger a los esclavos (v.26-27).
Se sobre entiende que la referencia a la pérdida de un ojo o de un diente era sólo
ilustraciones de un principio general, y que este principio se extendería cosas como
la perdida de una mano, un dedo, un brazo o un pie. Lo que Dios estaba diciendo era
que un esclavo no era simplemente un objeto; era una persona, creada a la imagen
de Dios. Por lo tanto, gozaba de una protección legal contra el maltrato.
Los dueños de animales (como un buey) también tenían que asumir cierta
responsabilidad por las acciones de sus animales. Si un buey mataba a una persona,
el dueño del buey tenía que aceptar la muerte de su animal (v.28). La cosa era más
seria, si el buey había matado a alguien antes (v.29). El v.30 hace provisión por el
caso de que los familiares de una persona muerta por un animal tuviera misericordia
del dueño, y pidiera dinero a cambio de la vida del dueño.
No está claro si el v.32 se aplica al caso de un buey que mata por primera vez, o por
segunda vez. De todos modos, el verso establece el precio oficial de un esclavo –
“treinta siclos de plata”.
Aun el dueño de un pozo tenía que asumir ciertas responsabilidades. Por ejemplo, si
no tapaba el pozo, y alguien o algo caía adentro, entonces el dueño era responsable
por hacer la necesaria reparación civil (v.33-34). Se supone que si una persona caía
dentro del pozo, se aplicaba las leyes detalladas en los v.12-13 y v.23-25. ¿Qué nos
enseña todo esto? Que nadie vive aisladamente, sino que tiene que asumir la
responsabilidad de vivir en comunidad. Nadie tiene el derecho de hacer lo que
quiere con sus cosas. Debe asumir la responsabilidad de vivir en tal manera que
cualquier daño que resultara de sus acciones, sea pagado.
REFLEXIÓN: En una sociedad cada vez más caracterizada por la autonomía, donde
cada uno quiere hacer lo que quiere, y no toma en cuenta el impacto de
sus acciones sobre sus vecinos, cuán importante es tomar en cuenta
estas leyes. Como creyentes, debemos ser los primeros en aceptar la
responsabilidad de alguna acción nuestra que resulte en el perjuicio de
nuestro prójimo.
El octavo mandamiento declaró, “No hurtarás” (Éx 20:15). Sin embargo, conociendo
la naturaleza pecaminosa de Israel, el Señor sabía que no todos iban a guardar esa
ley. Por consiguiente, Él estableció ciertos reglamentos para indicar cómo se debía
sancionar diferentes casos de robo. Estos incluían:
25
d. El robo de plata o joyas, cuando no se descubría el ladrón (v.8).
Aunque era un crimen robar, aún así, Dios no permitía el maltrato indebido a un
ladrón. Por lo tanto, si el ladrón era maltratado exageradamente durante el día, y
moría como resultado de los golpes recibidos, la persona que lo mató tenía que ser
castigado (v.2-3a).
Las palabras al inicio del v.31 explican la razón por todos los mandamientos de Dios:
“Y me seréis varones santos”. Dios es santo; y Él exige que Su pueblo también lo
sea. El propósito de todas las leyes de Dios es promover una vida de santidad. Por
eso las leyes abarcan todos los aspectos de la vida.
Por ejemplo, si un hombre sedujere (“engañare”) a una señorita, debía casarse con
ella (v.16); tenía que asumir la responsabilidad por sus sentimientos y pasiones.
Si una persona se dedicara a las artes oscuras (“la hechicería”), debía morir (v.18);
de igual modo, el que se dedicara a la idolatría (v.20). Era la consecuencia de la
‘seducción’ espiritual.
Si alguien tenía relaciones sexuales con un animal, también debía morir (v.19); era
la consecuencia de haber sido seducidos y pervertidos por la pasión sexual.
26
Dios también ordenó a Su pueblo a tratar bien a los débiles – “al extranjero” (v.21),
a la “viuda” y al “huérfano” (v.22-24), y al “pobre” (v.25-27). Él se manifiesta como
defensor de ellos, porque es misericordioso (v.27b).
NOTA: Además de ser santo, Dios es justo. Defiende tanto a los débiles de la
sociedad (v.22-27), como a los ‘fuertes’ (v.28).
Finalmente, hay que notar que la santidad en la vida se extiende hasta los diezmos y
las ofrendas (v.29-30). No hay que demorar en darle a Dios lo que Él pide (v.29a),
ni negarle lo que es Su derecho (v.29b). ¡Hasta los animales tenían que ser ‘santos’,
dando a Dios lo que le corresponde (v.30)!
Como vimos ayer, la santidad y la justicia van de la mano. Esta sección tiene que
ver con la importancia de la justicia en la vida diaria. El pecado afecta nuestra
relación con Dios; la injusticia afecta nuestra relación con el prójimo.
Debe haber justicia en la sociedad. Eso significa que no se debe tolerar la mentira
(v.1). Tampoco se debe pensar que la mayoría tiene la razón (v.2). ¡No se debe
confundir ‘justicia’ con ‘democracia’! La justicia se debe aplicar a todos – aun
cuando se trata de la minoría (v.2), los pobres (v.3), los enemigos (v.4-5), o los
extranjeros (v.9).
El propósito del día de reposo no era sólo que el pueblo de Israel pueda descansar un
poco (v.12a), sino que también sus animales y siervos descansaran (v.12b). ¡Eso
era justo!
Finalmente, debe haber justicia aun para DIOS (v.13). La justicia que Él quiere de
nosotros es la ‘justicia’ de la obediencia (v.13a), y la ‘justicia’ de la fidelidad (v.13b).
27
Pedro, y decir lo siguiente: ‘como aquel que los llamó es justo, sean
ustedes también justos en toda su manera de vivir’.
Al describir las tres fiestas anuales (v.14-19), Dios establece algunos principios
espirituales acerca de la adoración:
- La adoración es una obligación. Todo varón tenía que asistir a las tres fiestas
espirituales (v.17). ¡No era una opción!
- Nadie debía presentarse ante Dios con manos vacías (v.15b). Estos nos
enseña que debemos ir a la casa de Dios, más para dar, que recibir.
- Se debe adorar a Dios con un corazón limpio. El pan leudado (v.18)
simbolizaba el pecado.
En la segunda parte del texto (v.20-33), el Señor habla del viaje a la Tierra
Prometida, y lo que tenían que hacer al llegar allá. El “Angel”, a quien Dios (el
Padre) promete enviar delante de ellos (v.20-23), es nada menos que el Señor Jesús
– el que se manifestó a Moisés en la zarza que ardía (Éx 3:2). Fue Él quien
acompañaba al pueblo de Dios durante el viaje a Canaán.
Dios promete dar a Israel la victoria (v.27-28, 30-31). Sin embargo, hay ciertos
detalles que debemos observar acerca de esta victoria:
- Dios daría la victoria paulatinamente (v.29-30). Note las razones que Dios
da, por no brindar a Israel una victoria completa, en forma inmediata.
- Israel no debía hacer alianza alguna con las naciones paganas que habitaban
la tierra de Canaán (v. 32-33). Note la razón por esta orden.
- Israel tenía que rechazar los ídolos de Canaán, y destruir todo rastro de la
idolatría (v.24).
28
guardar la ley de Dios (v.3b, 7b). Lamentablemente, no cumplieron su
palabra; muy pronto se corrompieron espiritualmente (Éx 32). Sin el
Espíritu Santo, no eran capaces de guardar la palabra de Dios. El Señor
tuvo que establecer un nuevo pacto, con mejores promesas, para
garantizar el cumplimiento del pacto (ver Jer 31:31-34; Ezeq 36:26-27).
REFLEXIÓN: Cristo abrió el camino para nosotros, para entrar en la misma presencia
de Dios (Heb 10:19-22). Pero notemos las cuatro exigencias divinas,
mencionadas en el v.22. Meditemos sobre cada una de ellas, y
preguntémonos, si las estamos cumpliendo, día a día.
29
LA RUTA DEL ÉXODO
30
7 de Septiembre (Éxodo 25:1-40) ‘Acercándonos a la Presencia de Dios’
Lo que leemos en Éx 25–31 es lo que Dios le reveló a Moisés durante el mes y medio
que pasó en Su presencia, en el monte Sinaí (ver Éx 24:15-18 y 31:18). Dios
comienza con el tabernáculo, porque ese lugar iba a representar la morada de Dios
sobre la tierra; una copia fiel de la morada celestial de Dios (ver el v.40 y Hch 7:44;
Heb 8:5). El pueblo de Dios pronto iba a marcharse del monte Sinaí. Dios quería un
lugar donde Él podría manifestarse en forma permanente, para el bien del pueblo de
Israel.
Antes de dar más detalles acerca del tabernáculo (Éx 26), Dios le habló a Moisés de
tres elementos del mobiliario: el arca del testimonio (v.10-22), la mesa para el pan
de la proposición (v.23-30), y el candelero de oro (v.31-39).
El arca del testimonio (v.10-22) no era muy grande; medía unos 70 cm por 70 cm
por 120 cm. Se llamaba, “el arca del testimonio” (v.22), porque llevaba dentro de él
los diez mandamientos (= “el testimonio”); v.16, 21; ver Éx 31:18. El arca estaba
cubierta por una tapa que se llamaba, “propiciatorio” (v.17). La palabra en hebreo
es ‘kapporet’; se deriva de un verbo que significa ‘tapar’ o ‘cubrir’. Este era el lugar
donde una vez al año el sumo sacerdote derramaba sangre para ‘cubrir’ los pecados
del pueblo de Israel (ver Lev 16:13-14). Era altamente simbólico de Cristo, quien
hizo propiciación a favor de nosotros, cuando murió en la cruz (Rom 3:25; 1 Juan
2:2; 4:10).
31
Los querubines que cubrían el propiciatorio (v.18-20) representaban los ángeles de
la presencia de Dios. Dios prometió hablar a Su pueblo “sobre el propiciatorio, de
entre los dos querubines” (v.22). Con justa razón era el elemento más sagrado de
todo el mobiliario del tabernáculo.
32
El candelero de oro (v.31-39) tenía siete lámparas (v.37). Era confeccionado de
“un talento de oro” (= 34 kilos). El candelero alumbraba el lugar santo, y
representaba la iluminación espiritual brindada por el Espíritu Santo (ver Zac 4; Apo
4:5).
33
8 de Septiembre (Éxodo 26:1-37) ‘El Culto Espiritual’
A primera vista, este capítulo no parece ser de mucho interés para el creyente.
Describe la estructura y los materiales usados para el tabernáculo. Leemos que era
un rectángulo, hecho de madera (v.15-29), y cubierto por tres capas de materiales:
una de lindo torcido (v.1-6), una de pelo de cabra (v.7-13), y una de pieles de
carneros (v.14). El tabernáculo estaba dividido en dos partes: el Lugar Santo y el
Lugar Santísimo (v.31-37).
34
Aunque el pasaje no parece ser muy interesante, está lleno de significado espiritual.
Veamos algunos de ellos:
i. El Lugar Santo era donde los sacerdotes servían a Dios (Heb 9:6). Por
tanto, es simbólico de la Iglesia, donde nosotros (los ‘sacerdotes’ del
Nuevo testamento) servimos al Señor. En ese servicio, necesitamos
alimento espiritual (la mesa de los panes) e iluminación espiritual (el
candelabro).
iii. Las cortinas cubrían lo que había dentro del tabernáculo, de los ojos del
pueblo. Esto simboliza dos cosas:
iv. La sencillez del tabernáculo indica que Dios está dispuesto a morar en el
corazón más humilde. Sin embargo, en medio de la sencillez había
belleza (los colores, los materiales, los diseños); eso significa que aunque
nos acercamos a Dios en manera sencilla, debe haber una belleza interna
en nuestros corazones.
REFLEXIÓN: Medita sobre los detalles del tabernáculo, y evalúa la manera en que
vamos a la iglesia, los domingos. ¿Qué debemos aprender del
tabernáculo acerca de nuestro culto a Dios?
35
36
9 de Septiembre (Éxodo 27:1-21) ‘Los Atrios de Jehová’
Afuera del tabernáculo había un altar de bronce (v.1-8). Era un poco más de dos
metros cuadrado, con una altura de un metro y medio (v.1). Aunque el pasaje
describe los materiales y la confección del altar, debemos pensar más en lo que se
hacía en el altar. Era el lugar de sacrificio. Los sacerdotes no podían ingresar al
Lugar Santo, sin antes haber hecho un sacrificio. En la misma manera, nosotros
(como ‘sacerdotes’), no podemos servir a Dios, sin el sacrificio de Cristo. Para
nosotros, el altar de bronce es la cruz del calvario.
Durante todo el Antiguo Testamento, pocos ingresaban a ese patio. Ahora Dios ha
abierto las puertas de Sus atrios, y millones y millones de personas ingresan cada
día (especialmente los domingos) para alabar a Dios.
37
1. El Efod (v.6-14). Esta vestimenta era una túnica corta (con hombreras), que
iba del cuello hasta las caderas. Las dos hombreras llevaban los nombres de
las doce tribus de Israel (v.9-12). El Sumo Sacerdote entraba a la presencia
de Dios, representando a todo el pueblo de Israel (v.12). Eso nos hacer
pensar en el ministerio sacerdotal del Señor Jesús. Él está en la presencia del
Padre, intercediendo por Su pueblo (Heb 7:25). Es también un cuadro de lo
que debemos hacer como creyentes – entrar cada día a la presencia de Dios,
intercediendo por familiares, hermanos y amigos.
38
campanitas. Quizá ellas servían para que el Sumo Sacerdote esté
concentrado en lo que está haciendo, para hacerlo con la reverencia del caso.
4. La Mitra (v.36-38). Esta parece haber sido una corona o un círculo de oro
que el Sumo Sacerdote llevaba puesto sobre su cabeza. Las palabras,
“SANTIDAD A JEHOVÁ” (v.36) destacan lo sagrado que era su labor, y el
cuidado que debía tener en toda su vida, como alguien que tenía el privilegio
de estar en la presencia de Dios.
El resto del pasaje describe las vestimentas de los demás sacerdotes (v.39-43). Dos
cosas destacan:
i. Todo tenía que ser hermoso – porque se trataba del servicio a Dios (v.40).
ii. Servir a Dios sin el debido cuidado era sumamente peligroso (v.43).
REFLEXIÓN: ¿En qué condición está nuestra ‘ropa’ espiritual? ¿Estamos viviendo a la
altura de nuestras responsabilidades, como sacerdotes ante Dios? ¿Es
nuestra vida caracterizada por “honra y hermosura” (v.40)?
En este capítulo, Dios instruye a Moisés acerca de cómo consagrar a Aarón y a sus
hijos al ministerio sacerdotal. Sin embargo, esta ceremonia NO se iba a efectuar
inmediatamente; se tenía que esperar hasta que el tabernáculo fuera erigido. La
ceremonia en sí es descrita en Levítico 8.
1. Se tenían que lavar los cuerpos (v.4). Quizá era un lavamiento ceremonial, y
no todo un baño. Esto representaba la importancia de entrar al ministerio
limpios, delante de Dios.
3. Tenían que ser ungidos con aceite (v.7), representando la necesidad del
Espíritu Santo para poder ministrar correctamente.
6. Tenían que ofrecer el otro carnero para purificar sus propios pecados (v.19-
22); por eso la sangre tenía que ser colocada sobre diferentes partes del
cuerpo de los sacerdotes, incluyendo su ropa (v.20-21). El agua con que se
lavaron no era suficiente (v.4). Tenían que aprender ellos mismos, que sin el
derramamiento de sangre, no habaría perdón de los pecados (Heb 9:22).
7. Finalmente, tenían que ofrecer los panes sin levadura, y la carne del segundo
carnero, como un sacrificio de paz, delante del Señor (v.23-26).
39
Habiendo hecho todo esto, los sacerdotes podrían comer los alimentos ofrecidos a
Dios (v.27-33), simbolizando que el obrero era digno de su salario. Si ellos se iban a
dedicar a ofrecer los sacrificios delante de Dios, Él les dio el derecho de comer de
esos sacrificios.
La ceremonia no se iba a hacer en un solo día. Había que repetirlo por siete días
(v.35-37). Estaban por comenzar una institución que duraría 1,500 años; era
importante, tanto para ellos, como para todo el pueblo de Israel, que lo tomaran
muy en serio.
Habiendo indicado cómo los sacerdotes deberían ser instalados en sus puestos, Dios
procedió a indicarle a Moisés cuál iba a ser el trabajo cotidiano de los sacerdotes –
las ofrendas diarias. Estas consistían de “dos corderos de un año” (v.38). Notamos
otra vez que Dios no les dio la libertad para ser creativos en su ministerio. Los
sacerdotes tenían que hacer las cosas exactamente como Dios lo mandó hacer.
Los dos corderos se ofrecían, no por el pecado, sino como holocaustos (ver Lev 1) –
en señal de agradecimiento a Dios, e indicando que toda la nación de Israel estaba
consagrada a Dios, como Su pueblo especial. Por eso se ofrecían con harina, aceite
y vino (v.40-41) – los elementos fundamentales de la vida diaria.
Aunque no hayan cometido pecado, y aunque no tuvieran nada que pedirle al Señor,
los hijos de Israel siempre tenían la responsabilidad de adorar a Dios, y renovar sus
votos de consagración a Él.
ii. Jehová sería su Dios, y Él viviría entre ellos (v.45). Dios no sólo
exigió la fidelidad de Su pueblo, sino que expresó un tremendo
compromiso con ellos.
40
13 de Septiembre (Éxodo 30:1-38) ‘Redimidos Para Adorar’
Ya hemos notado algunos de los elementos del mobiliario del tabernáculo: el arca del
pacto, la mesa para los panes, el candelero, y el altar de bronce. Sólo faltan dos
más: el altar de incienso, y la fuente de bronce.
El altar de incienso iba delante del velo, que separaba el Lugar Santísimo (v.6); ver
la figura…..
Era un altar pequeño; medía menos de medio metro cuadrado (v.2). Sin embargo,
era elegante (v.3). Este altar se usaba exclusivamente para ofrecer incienso (v.7-8).
Sin embargo, una vez al año era purificado (ceremonialmente), en el día de la
expiación (v.10). Según Apo 5:8, el incienso simboliza las oraciones de los
creyentes (ver también Apo 8:3-4). La expiación del altar de incienso señala que no
podemos acercarnos a Dios en oración, sin la sangre de Cristo que nos limpia de
todo pecado.
Dios le indicó a Moisés que tanto el aceite de la unción como el incienso tenían que
ser confeccionados según Sus órdenes (v.22-38). ¡Con qué insistencia Dios exigía
que todo el culto se llevara a cabo bajo Su dirección! El elemento humano queda
casi excluido. Dios extiende al pecador la invitación de acercarse a Él, pero es Él
quien pone las condiciones para hacerlo, no el pecador.
Es más, las cosas sagradas no se podían usar para otros fines (v.31-33, 37-38). Era
como si Dios hubiera sacado la patente sobre estas cosas, y ejercía derechos
exclusivos sobre todo lo que tenía que ver con la adoración a Él. ¡Qué solemne!
Entre otras cosas, esto nos enseña que el creyente tiene que mantenerse puro del
‘mundo’; completamente dedicado a Dios (Rom 6:13; 1 Cor 6:15; 2 Tim 2:4, 20-21).
La redención de cada varón mayor de veinte años (v.14) representaba el hecho que
toda la nación le pertenecía al Señor. En vez de quitarles la vida, Dios les permitió
redimirla. Al pagar el mismo precio - “medio ciclo” de plata (v.13, 15), la nación
entendió que la vida de cada uno tiene el mismo valor ante los ojos de Dios.
41
Esta era para que los sacerdotes se lavaran, antes de ministrar (v.19, 21). Sólo se
lavaban las manos y los pies. Como dijera Cristo, ya estaban ‘limpios’ (como
personas); sólo faltaba quitarles esas inmundicias que nos contagian diariamente
(Juan 13:10).
REFLEXIÓN: Si nuestros cuerpos son “templo [tabernáculo] del Espíritu Santo”, ¿en
qué condiciones está el ‘mobiliario’ de nuestros corazones? ¿Tenemos
un ‘altar de incienso’ en nuestros corazones? ¿Nos limpiamos
constantemente de todo el pecado que nos contagia? ¿Hemos pagado el
precio del rescate, por medio de la crucifixión de la ‘carne’?
El Espíritu Santo fue dado para conceder la sabiduría y la inteligencia necesaria “para
inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce…para trabajar en toda
clase de labor” (v.3-5).
Aunque Dios había prometido ayudar al pueblo de Israel en todo lo que tenían que
hacer, Él esperaba de ellos un compromiso de obediencia. Esa obediencia se
evidenciaría en el asunto de guardar el día de reposo (v.12-17). Es importante notar
42
que el día de reposo (el sábado) era una “señal” (v.13, 17). Pero, ¿señal de qué?
Señal de que Israel era el pueblo escogido por Dios (v.13b).
¿Debemos guardar el sábado? ¡NO! Por la sencilla razón que somos cristianos, no
judíos. Hoy en día, el judío debe circuncidarse y guardar el sábado, porque es judío.
Pero, los creyentes gentiles debemos bautizarnos y guardar el domingo, para
evidenciar que somos cristianos, y no ‘judaizantes’.
1. El PUEBLO: Cuarenta días antes habían prometido obedecer a Dios (Éx 24:7).
Ahora piden otros dioses (v.1), infringiendo así el primer mandamiento (Éx
20:3). ¿Qué aprendemos de ello?
3. DIOS: Aunque Él estaba hablando con Moisés, era conciente de lo que pasaba
en el campamento de Israel (v.7-8). Él no tenía ilusión alguna acerca del
verdadero carácter del pueblo de Israel (v.9). ¡Nada se esconde de los ojos
de Dios! Aunque se airó contra el pecado del pueblo (v.10), estuvo dispuesto
a perdonar al pueblo (v.14). En la intercesión de Moisés (v.11-13) tenemos
una ‘sombra’ (o anticipo) de la intercesión de Cristo (Is 53:12, “orado por los
pecadores”).
43
5. Los LEVITAS: Moisés apeló a ellos, para ser los verdugos. Si estaban
destinados a ser los líderes espirituales de la nación, entonces era importante
ponerlos a prueba. ¡Y ahora era el momento para hacerlo! En su disposición
de ejecutar el juicio de Dios, comenzando con sus familiares y amigos (v.27),
los levitas demostraron que eran personas que amaban a Dios por encima de
todas las cosas – que es el requisito fundamental para el liderazgo espiritual.
El pasaje termina con Moisés volviendo a subir al monte Sinaí a interceder por el
pueblo. No tanto para salvar sus vidas, sino para lograr el perdón de sus pecados
(v.31-32). Dios indicó que podían seguir su viaje a la Tierra Prometida (v.34a), sin
embargo advierte que habrá una consecuencia seria por el pecado (v.34b-35).
REFLEXIÓN: ¿Con cuál de estos personajes nos identificamos más? ¿Qué debemos
aprender de ello (acerca de nuestro carácter y nuestra madurez
espiritual)?
44
17 de Septiembre (Éxodo 34:1–35) ‘La Visión de la Gloria de Dios’
Una vez más Dios ordena a Moisés a subir a la cumbre del monte Sinaí (v.2).
Habiendo roto las primeras tablas de los Diez Mandamientos (Éx 31:19), él tenía que
confeccionar otras (v1). Moisés había pedido ver la gloria de Dios (Éx 33:18); esa
‘gloria’ estaba relacionada con “el nombre de Jehová” (v.5). El ‘nombre’ de Jehová
es la suma de todos Sus atributos o características (v.6-7).
El impacto de la manifestación de Dios fue tan grande que aún Moisés, quien había
hablado con Dios cara a cara, terminó en el piso (v.8). Delante de Dios, Moisés
intercede una vez más por el pueblo de Israel (v.9). ¡Qué tremendo líder! Vivía
para el bien del pueblo que guiaba, por tan indignos que fueran.
Recordemos que el pueblo de Israel había caído en el pecado de la idolatría (Éx 32).
Si hacían eso en el desierto, ¡qué no harían en la tierra de Canaán – una tierra
entregada a la idolatría! Por consiguiente, era necesario que Dios ordenara la
destrucción de todos los elementos relacionados con la idolatría en Canaán (v.11-
17), para que estos no sean de tropiezo para Israel (v.12). Además de contrarrestar
la idolatría, habría que reglamentar otra vez la adoración a Dios. Por eso, Dios
aprovecha este momento para recalcar otra vez cómo y cuando debían adorar a Dios
(v.18-26). No era suficiente ser negativo (decir a Israel que era lo que NO debían
hacer), era necesario ser positivo – decir a Israel cómo debían adorar a Dios.
Cuando Moisés por fin descendió del monte, el pueblo de Israel notó un cambio
dramático en él (v.29-35). ¡Su rostro resplandecía! ¿Cuál es la explicación que
Moisés dio de este resplandor? Ver v.29b. Uno se pregunta por qué su rostro
estaba resplandeciendo ahora, luego de cuarenta días en la presencia de Dios (v.28),
cuando no resplandecía luego de los primeros cuarenta días en el monte (Éx 24:18;
31:18).
Una vez que el pacto había sido renovado (Éx 34), las cosas estaban listas para
continuar con el trabajo de la construcción del tabernáculo. El perdón de Dios
produjo la reconciliación. Dios no guardaba rencores; lo pasado, pasó, y quedó en el
olvido. En señal de esa reconciliación, Dios ordenó al pueblo a traer sus ofrendas
para el tabernáculo (v.4-9).
Hay una frase que debemos notar: “todo generoso de corazón” (v.5). Para Dios, lo
importante no es lo que traemos, sino cómo lo hacemos. Dar a Dios bajo presión, o
mezquinamente, no conviene. ¿Por qué fue generoso el pueblo, en este momento?
Seguramente, por haber visto la gloria y el poder de Dios, y por haber entendido la
grandeza de Su perdón y de Su misericordia (Éx 34:6-7). Nuestra generosidad es
una buena medida de nuestro entendimiento espiritual.
45
El tabernáculo requería no sólo dar ofrendas, sino trabajar. Felizmente, el pueblo de
Israel respondió al desafío (v.10-19). Notemos que el trabajo de construcción exigía
sabiduría de corazón (v.10). Esa sabiduría no era ‘natural’, sino ‘sobrenatural’. Fue
dada por Dios, como leemos en el v.31 (ver también Éx 31:3-5; 36:1). El talento
artístico es uno de los regalos de Dios el Espíritu Santo.
La tarea de dirigir toda la obra fue encargada a dos hombres (Éx 35:30 – 36:1).
Ellos habían sido preparados por Dios (v.31). Su tarea no era sólo construir, sino
entrenar a otros en las obras de construcción y decoración (v.34). ¡No es bueno
acaparar todo el trabajo! Debemos estar dispuestos a compartir el ministerio.
Cuando salió la orden de traer los materiales para la construcción del tabernáculo, el
pueblo respondió con prontitud y generosidad (Éx 36:2-7). Fue una de las pocas
veces que lo hizo así. Debió haber alegrado mucho el corazón de Moisés. Fueron
tan generosos, que al final, Moisés tuvo que decirles que no trajeran más (Éx 36:6).
Ya hemos leídos los detalles del diseño del tabernáculo (Éx 26). Lo que tenemos
aquí es el relato de la construcción del tabernáculo. Es hermoso leer que “Todos
los sabios de corazón…hicieron el tabernáculo” (Éx 36:8). Cuando todos trabajan, la
obra se hace más liviana.
1. Muchas de las cosas mencionadas aquí nunca serían vistas por el pueblo de
Israel; pero eso era bueno volver a describirlas.
46
REFLEXIÓN: Es bueno hacer una comparación entre lo que Dios nos manda hacer, en
Su Palabra, y lo que realmente hacemos. ¿Somos tan fieles en obedecer
a Dios, como lo fue el pueblo de Israel al construir el tabernáculo?
El pasaje hoy es breve, pero contiene varios detalles interesantes. En primer lugar,
aprendemos que la contabilidad de toda la obra de construcción estaba “bajo la
dirección de Itamar hijo del sacerdote Aarón” (v.21). Este fue el hijo menor de
Aarón. El trabajo mencionado aquí lo preparó para mayores responsabilidades,
posteriormente (ver Núm 4:28, 33). ¡Dios es justo! Si somos fiel en lo poco, Él no
dará más.
- PLATA: un total de 100 “talentos” y 1775 “siclos” (v.25-28). Toda esta plata fue
recogida por los hijos de Israel, en la forma de un impuesto sagrado (v.26). Ver Éx
30:11-16. El v.26 menciona 603 550 personas censadas. Si cada persona dio medio
‘siclo’ de plata (Éx 30:13), eso haría un total de 301,175 ‘siclos’. Si restamos los
1775 ‘siclos’, quedaríamos con 300,000 ‘siclos’ de plata, que representarían los 100
‘talentos’. En este caso, cada ‘talento’ de plata tendría el valor de 30 ‘siclos’.
REFLEXIÓN: Dios es justo. Por siglos, los hijos de Israel tuvieron que servir de balde
a los egipcios. Pero al fin llegó la hora de ‘cobrar’, y lo que cobraron les
permitió edificar el tabernáculo en el desierto. ¡Confiemos en la justicia
de Dios!
El nombre de las doce tribus, grabado en las piedras de ónice que iban sobre las
hombreras (v.6), y también en las piedras preciosas que iban sobre el pectoral
47
(v.10-14), nos hace recordar que nuestros nombres están escritos sobre las palmas
de las manos de Dios, como memorial.
Debemos observar que todas las vestiduras de los sacerdotes eran “las vestiduras
del ministerio para ministrar en el santuario” (v.1). El servicio a Dios no se podía
efectuar con ropa común y corriente. Es igual para nosotros. Si deseamos servir a
Dios tenemos que estar vestidos con el ropaje de la salvación (la santidad). Ver Apo
7:13-15; y 19:8.
Una vez que todo estaba listo, lo trajeron a Moisés (v.33). El criterio fundamental
fue que todo se había hecho conforme al mandamiento de Dios (v.43). Por eso,
Moisés pronunció una bendición sobre todo el pueblo (v.43b).
Llegamos al momento culminante. Todo estaba listo para erigir el tabernáculo. Sin
embargo, el pueblo no podía hacerlo cuando ellos querían, sino cuando Dios lo
ordenaba (v.1-2). ¡Con qué cuidado guiaba Dios cada detalle de la elaboración del
tabernáculo (v.3-8)! Muy poco quedaba a criterio del pueblo de Israel. Cuando se
trata del culto a Dios, Él ejerce Su derecho de dictaminar todo lo que se hace.
Una vez que todo el mobiliario estaba en su lugar, Moisés tenía la responsabilidad de
ungir el tabernáculo con aceite (v.9-11). El aceite representa el Espíritu Santo. Es
Su presencia que hace real la adoración y el servicio a Dios.
Luego Aarón y sus hijos tuvieron que ser lavados y ungidos con aceite (v.12-15). El
servicio a Dios requiere limpieza y poder. Notemos la frase, “y su unción les servirá
por sacerdocio perpetuo” (v.15). Mientras conservaban la unción, podían servir a
Dios como sacerdotes. Pero sin la unción del Espíritu Santo, el sacerdocio sería
simplemente un ritual, carente de valor y significado.
Un año antes, habían salido de Egipto (Éx 12:1-2). Le llevó al pueblo de Israel todo
un año, salir de Egipto, cruzar el Mar Rojo, llegar al pie del monte Sinaí, recibir la
revelación de Dios, y construir el tabernáculo. ¡Doce meses! Pero qué momento
más emotivo. El tabernáculo estaba listo, y Dios vendría a morar entre Su pueblo.
Nos hace recordar lo que leemos en Apo 21:3, “He aquí el tabernáculo de Dios con
los hombres, y él morará con ellos…”. El tabernáculo en el desierto era simbólico
(una ‘sombra’) de la Nueva Jerusalén (Apo 21:2).
48
23 de Septiembre (Éxodo 40:34–38) ‘La Gloria de Dios en el Tabernáculo’
Tal fue la magnitud de la revelación de la gloria de Dios que ni aun Moisés pudo
ingresar al tabernáculo (v.35). El que había hablado con Dios en el monte Sinaí y en
el tabernáculo de reunión (Éx 33:9-11), no podía acercarse ahora a la presencia de
Dios.
A partir de este momento, el tabernáculo vino a ser la morada de Dios. Y desde ese
lugar, Dios dirigía a Su pueblo (v.36-38).
Este evento se repitió cuando salomón construyó el templo en Jerusalén, unos 500
años después (2 Crón 7:1-3). Y finalmente, unos 1,000 años más tarde, la gloria de
Dios se manifestó en el Nuevo Templo – la Iglesia de Cristo (Hch 2:1-4).
49