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Oparin
TEORIA
EVOLUTIVA
DEL ORIGEN
DE LA VID A
#
P L A Z A & JA N ES , S. A.
Editores
Traducción de
MANUEL GISBERT
Revisión técnica de
MARGARITA DURAN
Foto portada de
DEPARES & ORTIZ
INTRODUCCIÓN
Cuanto más profundamente penetra la mente del hombre en los
misterios de la vida, más sana, fructífera y larga se va haciendo la
existencia de los seres humanos. Por eso, el problema de la esen
cia de la vida, el conocimiento de la organización de la materia viva,
tiene una evidente e insuperable fascinación para toda la Huma-
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CAPITULO II
4
Asi pues, los quasares se hallan casi en el límite del Universo
que vemos. No obstante, podemos tener idea de los elementos quí
micos que contienen basándonos en el estudio del espectro de la
luz que emiten. En estos espectros se han revelado lineas carac
terísticas de los mismos elementos químicos (con distinto grado de
ionización) que en la Tierra, en el Sol y en otras estrellas de nuestra
Galaxia. Esto prueba que la materia del Universo, tanto ahora
como en un lejano pasado, se formó de elementos conocidos; pero,
naturalmente, en los objetos cósmicos aparecen en diferentes for
mas isótopas y se hallan en diversas relaciones cuantitativas.
Al mismo tiempo, los datos astronómicos actuales nos permiten
34
,N» = 6CU + e • + (e -)
6C“ + ,H' = jN" + hv
;N" + iH' = «O15+ hv
•O” = í N”+ e*+ (e )
nubes frías alrededor de las estrellas, que pueden ser sistemas pla
netarios en las primeras etapas de formación.
Se dispone de muchos datos con respecto a la existencia de par
tículas sólidas de carbono y moléculas orgánicas, en lo que se re
fiere a estos objetos, así como también pruebas de haber salido
expulsados de ellos al espacio cósmico diferentes compuestos del
carbono.
Además de estrellas densas, la evolución de las cuales ya ha
sido descrita, en nuestra Galaxia hay también estrellas de masa re
lativamente pequeña. Cuanto menor sea la masa de la estrella y,
por consiguiente, su temperatura y presión interna, menos capaz
será de elaborar energía nuclear y con mayor lentitud recorrerá el
camino evolutivo según la curva de la secuencia principal. El lími
te inferior de la masa de la estrella, en función de la composición
química, oscila entre 0,07 y 0,1 de la masa del Sol.
Si la masa es inferior a este límite, la estrella ya no recorre el
camino normal de evolución estelar y se transforma, simplemente,
en una enana negra o en un planeta grande, en que se consigue
cierto calentamiento de la materia a causa de la desintegración de
los elementos radiactivos corrientes.
Como dice Fasenkov (1970), en los últimos 10.000 a 15.000 mi
llones de años de existencia, en nuestra Galaxia se ha acumulado
una gran cantidad de cuerpos de esta clase. Casi no se pueden ob
servar, y podemos juzgar de su existencia principalmente por su
efecto gravitatorio total. Según ciertas valoraciones, su cantidad
total representa, aproximadamente, el 40% de la masa de toda
nuestra Galaxia.
No hay duda de que en la superficie de estos cuerpos el carbo
no se halla en forma de compuestos muy complejos; sin embargo,
no sabemos nada aún del curso seguido aquí por la evolución de los
compuestos orgánicos.
Asi pues, las estrellas de las distintas generaciones deben con
siderarse como el lugar primitivo de la síntesis de los compuestas
primarios del carbono, precursores de las complejas sustancias or
gánicas. Las estrellas se encuentran en constante interacción con
el espacio interestelar que las rodea. Este medio interestelar no es
homogéneo, ni mucho menos. En él se observan procesos turbulen
tos, calentamientos locales a causa de la ionización del gas. Las
explosiones de las estrellas supemovas producen ondas de choque,
con la particularidad de que la densidad del gas en estas ondas se
TEORÍA EVOLUTIVA DEL ORIGEN DE LA VIDA 45
HCN + CjHi-»H¡ + CH SC — CN
tro Sistema Solar, los cuales, sin embargo, no pudieron form arse
en los primeros mil millones de años de existencia de nuestra Ga
laxia, cuando los elementos pesados no tuvieron aún tiempo de for
marse en cantidad suficiente.
De todo ello puede extraerse la conclusión de que la propagación
de la vida en el Universo se lim ita tan sólo a los confínes de las
poblaciones estelares de los tipos bastante tardíos. Sin embargo,
no hay que pensar que nuestro Sistema Solar es algo extraordinario.
En nuestra Galaxia debe de haber una gran cantidad de sistemas
análogos. Claro está que no todos los planetas, ni mucho menos, de
uno u otro sistema pueden albergar a seres vivos. Para ello, deben
satisfacer una serie de condiciones en lo que respecta a tamaño,
composición química, alejamiento del astro central, temperatura,
luminosidad, etc.
Al parecer, estas condiciones únicamente las pueden presentar
uno o dos planetas del sistema dado. Shapley (1958), teniendo en
cuenta todas estas circunstancias, consideraba que en el Universo
hay 10* lugares adecuados para que surja y exista vida. No obstante,
Huang (1959) eleva esta cifra hasta 10“. Los cálculos de Brown de
muestran que numerosas estrellas visibles pueden tener sistemas
planetarios con uno o dos planetas en la zona de posible existencia
de vida. Incluso si se admite la suposición de que en las condiciones
de la aparición espontánea de la vida se impone unas limitaciones
más rigurosas aún que las que hemos considerado hasta ahora, esto
podía haber ocurrido en nuestra Galaxia, según los cálculos de
Brown, por lo menos 10.000 millones de veces (Brown, 1964).
El camino seguido en la formación del Sistema Solar y el me
canismo de este proceso no puede considerarse por completo acla
rados aún en la actualidad; pero ya desde los tiempos de Russell
(1935), se admite que la base de la formación del Sol y de los pla
netas que lo rodean es el proceso de unión de las partículas difundi
das de materia cósmica (fíg. 3-9).
Por lo general, se admite que la Tierra, lo mismo que los restan
tes planetas de nuestro sistema, se ha formado del material de la
nube discoidal de gas y polvo que en un tiempo rodeó a nuestro
astro (Urey, 1952). Es posible que la nube la hubiese capturado el
Sol del espacio cósmico, pero lo más probable es que esta nube
constituyera los restos de la nebulosa de gas y polvo de la que se
formó el propio Sol. En todo caso, el material que lo form a, según
la composición química, puede compararse con la de las acumula-
TEORIA EVOLUTIVA DEL ORIGEN DE LA VIDA 53
Punto de fusión
TEORÍA EVOLUTIVA DEL ORIGEN DE LA VIDA
Figura 3-14
TEORÍA EVOLUTIVA DEL ORIGEN DE LA VIDA 67
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TEORÍA EVOLUTIVA DEL ORIGEN DE LA VIDA 85
Fanerozoico
Proterozoico 2 (superior)
I
Sueco-Penldico (Sveco-Fennldi-
§
¡2 Proterozoico 1 (inferior) co o del mar Blanco)
8 Arcaico Rodesiense
i
Catarcaico Península de Kola
Eogeológico
4.600
Maunt Sorrell (fig. 4-15). Por eso se podría considerar que las pe
culiaridades de los hidrocarburos hallados en las rocas antiguas
atestiguan suficientemente su origen biológico.
S ■!» A g» B -[» Z
¡. 6-12: Determinación
a del ácido nucleico e¡
:(¡acervada (ctupeina 4
160 A. I. OPARIN
-* MRHi
Aquí, AcHi es ácido ascórbico; Chl, clorofila; hv, un cuanto de
energía luminosa; Ac, ácido desoxiascórbico; MR, colorante, y MRH¡,
la forma leuco del mismo.
En el esquema siguiente se representa una combinación más
compleja de reacciones, que es el comienzo del ciclo de las pentosas
en el intercambio energético de la célula viva.
6-F-gluconolactona NASPHi
esta red. como veremos más adelante, puede variar mucho, pero,
como eslabones individuales, deberá poseer obligatoriamente los
tres tipos de reacciones de los cuales ya hemos hablado. Estas reac
ciones eran inherentes de los probiones y formaban la base de su
intercambio embrionario; pero en el proceso de la evolución se com
plementaban y se complicaban repetidamente, incluyendo nuevas
reacciones aisladas y sus combinaciones.
178 A. I. OPARINi
TRANSFERENCIA DE
«INFORMACIÓN GENICA
A- POLIMERASA11SEPARACION
RNA-s . AMINOACIDO
v * °
til
CADENA DEL RNA-
n
RNA-s - j-j-^ AMINOACIDO SEPARACIO :ión
N
\ nF CCADENAS|
AITFN AK
INASj
■
activador"
COMPLEJO RNA-
tidos pueden acoplarse para form ar una doble hélice sólo de manera
complementaria, es decir, de form a que una u otra base de purina
o de pirim idina de una cadena se una sólo mediante puentes de
hidrógeno con otra, determinada pero no idéntica, base de la otra
cadena (por ejemplo, la adenina se acopla con la tim ina o con la
uridina, y la guanina lo hace siempre con la citosina) (fig. 7-3). Este
GLUCOSA-6-FOSFATO
FRUCTOSA. 6-FOSFATO
| (fosfofnjctoquinasa)
FRUCTOSA-1.6- FOSFATO
i — FOSFOGLICERALDEHIDO- FOSFODIOXIACETONA
afosfatodeshidrogen
13 — DIFOSFOGLICERATO
3 — FOSFOGLICERATO
2.3 — DIFOSFOGLICERATO
2 - FOSFOGLICERATO
202 A. I. OPARIN
/
1 ^ , -
Pero las partículas de los virus que atacan a las bacterias tienen
una estructura morfológica más compleja aún, es decir, de los pares
de fagos T formados por una serie de elementos estructurales dis
cretos cada uno de los cuales tiene su función biológica (cabeza,
cola y cubierta, placa basal, fibrillas, etc.). (Véase el esquema en
la figura 8-18.) Al mismo tiempo, cada uno de estos elementos es
tructurales es un agregado molecular muy complejo, cuya forma
ción ya no es una simple autoestructuración, sino que requiere
factores complementarios de control.
TEORÍA EVOLUTIVA DEL ORIGEN DE LA VIDA 221
WVWWVWXAA
ililllili I
CONCLUSIÓN
Durante muchos milenios, el hombre ha aspirado a conocer el
mundo que lo rodea y el lugar que ocupa en el mismo, en la pe
queña Tierra o en el gran Universo. Esta aspiración no sólo re
fleja la inquebrantable avidez espiritual por saber, sino que es
también una condición sirte qua non de la existencia humana. «No
sólo de pan vive el hombre», es decir, no sólo de las condiciones
materiales de su existencia, sino también de la concepción del
mundo que él se ha formado y por la cual lucha y con frecuencia
es capaz de sacrificarlo todo.
Según la leyenda, los antiguos, invirtiendo enormes cantidades
de medios y energías, intentaron levantar la grandiosa Torre de
Babel para que llegase hasta el cielo. Estaban convencidos de la
existencia real de la bóveda celeste y de hecho aspiraban confirmar
su opinión.
En el transcurso de toda la historia milenaria de la Humanidad,
los conceptos de unas majestuosas cosmogonías fueron sustituidos
por otros, a veces diametralmente opuestos; pero siempre sirvieron
de base para la actividad práctica de las personas en su trabajo y
en las relaciones sociales.
Las pirámides de Egipto, las catedrales góticas medievales con
sus pórticos elevándose hacia el cielo, las mezquitas y los sepul
cros del Oriente musulmán, cuya belleza admiramos incluso ahora,
son majestuosos monumentos de la ambición de una u o tra época
de confirmar sus ideas, de expresar materialmente su ideología. En
234 A. I. OPARIN