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Departamento de Lengua Castellana y Literatura, 4º ESO.

IES LUCUS SOLIS, curso 19-20

El siglo XIX: Realismo y Naturalismo

Realismo

El Realismo es un movimiento literario que se da en la segunda mitad del siglo XIX (1850-1880). En la base
de este movimiento está el positivismo científico (método científico). Es un movimiento literario basado en la obser-
vación. Surge en Francia.

Doc. “la literatura, imagen de la vida”

- La literatura de esta época refleja la vida tal como es. Verosimilitud. Describir la realidad con detalle
para que sea creíble. El autor del realismo tiene que hacer una importante labor de documentación.
- La búsqueda de la perfección formal.
- Su principio básico era poner de acuerdo el arte con la vida.

Consecuencias:

a) el gusto por los temas de actualidad. El romanticismo prefería los temas del pasado.

b) tipos/personajes más sencillos/reales. El romanticismo, el héroe.

c) lenguaje más sencillo pero con dignidad literaria. El romanticismo, Lenguaje exaltado, combinación de tipos de
versos, lo irracional, lo misterioso, combinación de géneros...

El género más importante del realismo es la novela.

El narrador preferido por los escritores realistas es el narrador en tercera persona omnisciente.

Naturalismo

Es un movimiento literario que surge Francia. Su precursor fue Émile Zola. Tiene como base otras corrientes cientí-
ficas como las leyes de Méndel y el darwinismo.

Rasgos del movimiento naturalista:

- Se centra en realidades marginales. Texto de Fortunata y Jacinta.


- cambio social. Analizar las causas de los problemas y se sugiere como solución un profundo cambio en la
sociedad.

Autores

1. Juan Valera. Es el más representativo del realismo andaluz. Se centra en describir el ambiente rural anda-
luz. sus obras más representativas: Pepita Jiménez y Juanita la larga.
2. Emilia Pardo Bazán. Autora gallega. Representante del naturalismo español. Sus obras más importantes
son: Los pazos de Ulloa y La madre naturaleza En ellas, intenta recoger la degradación moral del ser humano.

El más destacado y del que además celebramos efemérides este año es:

3. Benito Pérez Galdós. Escritor canario, aunque vivió casi toda su vida en Madrid, ciudad que es el escenario
fundamental en sus novelas.

Temas de sus novelas:

* la crítica social (fragmento de Fortunata y Jacinta de los apuntes).

* el análisis político: sobre todo en su primera etapa.


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* la religión.

Estilo:

* retratos psicológicos.

*ambientes descritos minuciosamente.

*diálogos adecuados a la situación social de cada personaje.

Etapas:

1. primera época de obras muy políticas/de tesis: Doña Perfecta.

2. obras contemporáneas, que analizan la realidad del momento con personajes más complejos psicológicamente,
que representan diferentes categorías sociales. La desheredada, Fortunata y Jacinta, Miau.

Fragmento de la desheredada.

Era Encarnación Guillén la vieja más acartonada, más tiesa, más ágil y dispuesta que se pudiera imaginar. Por un fenómeno
común en las personas de buena sangre y portentosa salud, conservaba casi toda su dentadura, que no cesaba de mostrarse
entre su labios secos y delgados durante aquel charlar continuo y sin fatiga. Su nariz pequeña, redonda, arrugada y dura como
una nuececita, no paraba un instante: tanto la movían los músculos de su cara pergaminosa, charolada por el fregoteo de agua
fría que se daba todas las mañanas. Sus ojos, que habían sido grandes y hermosos, conservaban todavía un chispazo azul, como
el fuego fatuo bailando sobre el osario. Su frente, surcada de finísimas rayas curvas que se estiraban o se contraían conforme
iban saliendo las frases de la boca, se guarnecía de guedejas blancas. Con estos reducidos materiales se entretejía el más gracioso
peinado de esterilla que llevaron momias en el mundo, recogido a tirones y rematado en una especie de ovillo, a quien no se
podría dar con propiedad el nombre de moño. Dos palillos mal forrados en un pellejo sobrante eran los brazos, que no cesaban
de moverse, amenazando tocar un redoble sobre la cara del oyente; y dos manos de esqueleto, con las falanges tan ágiles que
parecían sueltas, no paraban en su fantástico girar alrededor de la frase, cual comentario gráfico de sus desordenados pensa-
mientos. Vestía una falda de diversos pedazos bien cosidos y mejor remendados, mostrando un talle recto, liso, cual madero
bifurcado en dos piernas. Tenía actitudes de gastador y paso de cartero.

3. espiritualistas. Obras centradas en valores espirituales como el amor al prójimo o la caridad. Misericordia.

***mención aparte merecen Los episodios nacionales: cuarenta y seis relatos que conforman una historia novelada del
siglo xix donde aparecen personajes ficticios cuyas vidas se insertan en los acontecimientos históricos del momento.
Trafalgar.

4. Otro autor importantísimo es Leopoldo Alas, Clarín.

La novela española decimonónica más importante (posiblemente en competencia con Fortunata y Jacinta) y,
donde se ponen de manifiesto todos los supuestos teóricos de Clarín, es La Regenta, su obra más importante.

El escritor destaca en sus dos facetas: como crítico y como literato. De hecho, durante su vida, fue más famoso
como crítico, que como novelista; sus críticas podían ser además temibles y el público lo respetaba.

Se manifiesta decidido partidario del estilo sencillo, natural e insiste en la necesidad de librarse de la retórica y
de los lugares comunes. Para él, la novela es el prototipo de las manifestaciones artísticas de la época. La novela debe
ser el reflejo de la sociedad contemporánea.

Por otra parte, para sus contemporáneos, Clarín fue el representante del Naturalismo tanto en la crítica como en
la novela. Su naturalismo supera los estrechos límites del francés debido a su formación.

La Regenta es, sobre todo, una novela de conflictos, tanto sociales como personales. Los primeros son producto
de una sociedad de transición entre el antiguo régimen y la nueva sociedad burguesa, que vive en una serie de con-
tradicciones producidas por las consecuencias de una revolución burguesa que ha dejado casi intactos los cimientos
del antiguo régimen: la aristocracia y la iglesia dirigen la vida social y la alta burguesía trata de penetrar en esta di-
námica.
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La iglesia, muy jerarquizada y revuelta por intrigas internas, está aliada con la aristocracia. La aristocracia, divi-
dida en la vieja casta anterior al XIX, muy cerrada y muy católica: un ejemplo de esa aristocracia que se aviene a los
nuevos modos de vida estaría representado en la obra por los Vegallana. También la alta burguesía pretende inte-
grarse en la aristocracia mediante la cultura (Roncal), la política (Mesía) el sometimiento a la iglesia (Páez) o el ma-
trimonio (Víctor Quintanar).

Clarín llega a la conclusión de que Vetusta es una ciudad dominada por la mezquindad y la hipocresía, cuyas
gentes condenan al fracaso cualquier aspiración que se eleve más allá de sus cabezas. Es una ciudad de estúpidos y
Clarín registra una a una las estupideces y cursilerías de cada uno de sus habitantes. En Vetusta, se desarrolla la
trama, un verdadero mosaico de las relaciones sociales, políticas, económicas de una capital de provincias de la épo-
ca.

Vetusta rige los destinos de todos los personajes secundarios de la obra: es la ciudad levítica, la que dirige los
comportamientos tanto de la clase religiosa, como de la “muy noble y muy leal” clase aristocrática, en torno a la cual
se desenvuelve la obra.

La ciudad es descrita negativamente desde el comienzo de la novela. Clarín denuncia la miseria espiritual de sus
habitantes. El autor transforma a la propia ciudad en un personaje y personifica sus males: <<vetusta… hacia la di-
gestión del cocido y la olla podrida>>. la bimembración de los elementos contribuye de forma eficaz a la denigración
del ambiente que se muestra: <<caliente y perezoso>>, <<aquellas migajas de la basura>>, <<aquellas sobras de to-
do>>, <<monótono y familiar zumbido>>, etc. a veces, en lugar de dos, son tres y hasta cuatro los elementos que se
repiten: <<de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina>>; << se juntaban … parábanse… y brinca-
ban>>, etc., y cuando quiere acrecentar la cosmovisión negativa, utiliza hasta cuatro elementos: <<remolinos de
polvo, trapos, pajas y papeles>>.

El contraste entre los elementos que sitúa en primer lugar y la descripción posterior capta de inmediato la aten-
ción del lector: vetusta, heroica, noble y leal…. basura podrida. La ciudad es un puzle de vida aburrida, donde no
sucede nada, todos sus personajes son marionetas, un zumbido de personas monótono, que no tienen alicientes.

La estructura de la frase y la especial disposición del período nos muestra la técnica, en cierto modo, impresio-
nista. A clarín le interesa destacar el abandono y por eso mueve la pluma mediante trazos insistentes que reinciden
en los elementos. Es una sintaxis compleja, a base de subordinaciones y complementos adnominales:

La heroica ciudad dormía la siesta. el viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al
correr hacia el norte. en las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles,
que iban de arrollo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y persiguiéndose como mariposas que se
buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. cual turbas de pilluelos, aquellas migajas de basura, aquellas
sobras de todo, se juntaban en un montón, parábanse como dormidos un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, disper-
sándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pega-
dos en las esquinas, y había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días o para años, en la vidriera
de un escaparate, agarrada a un plomo.

Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacia la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba
oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de las campanas de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre
en santa basílica.

Es una ciudad atiborrada de lujuria: nadie soporta la idea de la decencia de Ana Ozores y se organiza toda una
conspiración para hacerla caer. Mesía es el héroe. La atmósfera erótica se refleja en las mínimas actuaciones: cuando
Teresina hace la cama del magistral, cuando Ana muerde una cereza, las escenas en el vivero, en la cocina de los
Vegallana, etc.

La obra critica la hipocresía, la envidia, el espionaje a que se someten unos a otros. Todos los personajes que
podemos encontrar en una pequeña capital de provincias tienen su representación en La Regenta: el obispo, los mar-
queses, el cacique, el obrero, etc., pero no son simples arquetipos. El esfuerzo de individualización de cada personaje
es uno de los rasgos más decisivos de la obra. Veamos uno de esos momentos felices para el lector, porque descubre
la catadura de los habitantes de la ciudad:
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-¡Ya llega, ya llega!- murmuraban los socios del casino apiñados en los balcones, codeándose, pisándose, estru-
jándose, los músculos del cuello en tensión, por el afán de ver mejor el extraño espectáculo, de contemplar a su sabor
a la dama más hermosa, a la perla de vetusta, rodeada de curas y monagos, a pie y descalza, vestida de nazareno, ni
más ni menos que el señor vinagre, el cruelísimo maestro de escuela.

Como una ola de admiración precedía al fúnebre cortejo; antes de llegar la procesión a una calle, ya se sabía
en ella, por las apretadas de las aceras, por la muchedumbre asomada a las ventanas y balcones, que <<la regenta
venía guapísima, pálida, como la virgen a cuyos pies caminaba>>. no se hablaba de otra cosa, no se pensaba en otra
cosa. cristo tendido en su lecho, bajo cristales, su madre de negro, atravesada por siete espadas, que venía detrás, no
merecían la atención del pueblo devoto; se esperaba a la regenta, se la devoraba con los ojos…enfrente del casino, en
los balcones de la real audiencia, otro palacio churrigueresco de piedra oscura, estaban, detrás de colgaduras carmesí
y oro, la gobernadora civil, la militar, la presidenta, la marquesa, Visitación, Obdulia, las del barón y otras muchas
damas de la llamada aristocracia por la humilde y envidiosa clase media. Obdulia estaba pálida de emoción. se mo-
ría de envidia. <<el pueblo entero pendiente de los pasos, de los movimientos, del traje de Ana, de su color, de los
gestos!... ¡y venía descalza! ¡los pies blanquísimos, desnudos, admirados y compadecidos por la multitud inmensa!>>.
esto era para la de Fandiño el bello ideal de la coquetería. jamás sus desnudos hombros, sus brazos de marfil sirvien-
do de fondo a negro encaje bordado y bien ceñido; jamás su espalda de curvas vertiginosas, su pecho alto y fornido, y
exuberante y tentador, habían atraído así, ni con cien leguas, la atención y la admiración de un pueblo entero, por
más que los luciera en bailes, teatros y paseos y también en procesiones… ¡toda aquella carne blanca, dura, turgente,
significativa, principal, era menos, por razón de las circunstancias, que dos pies descalzos que apenas se podían en-
trever de vez en cuando debajo del terciopelo de la nazarena! <<y era natural; todo vetusta –seguía pensando Obdu-
lia- tiene ahora entre ceja y ceja esos pies descalzos. ¿por qué? porque hay un cachet distinguidísimo en el modo de la
exhibición, porque… esto es cuestión de escenario.>> <<¿cuándo llegará?>>, preguntaba la viuda, lamiéndose los
labios, invadida de una envidia admiradora, y siento extraños dejos de una especie de lujuria bestial, disparatada,
inexplicable por lo absurda. sentía Obdulia en aquel momento así… un deseo vago… de…, de… ser hombre.

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